tag:blogger.com,1999:blog-14381980264636152852024-03-09T06:21:33.848+01:00Libros para entender el mundoTaller de lectura C.PignatelliUnknownnoreply@blogger.comBlogger290125tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-19044744461676567252024-03-09T06:20:00.002+01:002024-03-09T06:20:42.693+01:00EL MIÉRCOLES, 13 DE MARZO, NOS VEMOS A LAS 18.30 PARA HABLAR DE XUAN BELLO Y "LA HISTORIA ESCONDIDA"<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnBJ8VHPdhSg95Lv1N0BrMLhjhIAvxPEfleQWj8pV0H4a1TH6gtei6f-RMf1ifbMue0d8J_MAJICQrDIP740OLLNg3vDeuMIEQXSyY5EB4MuSZ1HTviWrakwVJOGe3_vIZBjqxV6FKk5TGyPkJqEM4GxICwaBjyLfQUGnEMyM5eKxCje7Kvls89QtHX4k/s630/xuan%20bello.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="420" data-original-width="630" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnBJ8VHPdhSg95Lv1N0BrMLhjhIAvxPEfleQWj8pV0H4a1TH6gtei6f-RMf1ifbMue0d8J_MAJICQrDIP740OLLNg3vDeuMIEQXSyY5EB4MuSZ1HTviWrakwVJOGe3_vIZBjqxV6FKk5TGyPkJqEM4GxICwaBjyLfQUGnEMyM5eKxCje7Kvls89QtHX4k/w640-h426/xuan%20bello.jpg" width="640" /></a></div><br /><br /><br /><p><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3XFzYQeBkZ99tR-Qpr51P9ow2FPAYS6FBi2KV51uA3Dw-LrMHhpz8uT1JWMcWRLwjoqUxHZWHfPNJU1uV8v8WMuPYSqoUD-tygvXtBYPLgITbjInQeap3tOltCRuQo3iS8pyrG9mWAyfi11JXtuyUFhavkbPboOPVMG9Jii_33E9lv4_oK0dcOG9Alp0/s2363/la%20historia%20escondida.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="2363" data-original-width="1536" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3XFzYQeBkZ99tR-Qpr51P9ow2FPAYS6FBi2KV51uA3Dw-LrMHhpz8uT1JWMcWRLwjoqUxHZWHfPNJU1uV8v8WMuPYSqoUD-tygvXtBYPLgITbjInQeap3tOltCRuQo3iS8pyrG9mWAyfi11JXtuyUFhavkbPboOPVMG9Jii_33E9lv4_oK0dcOG9Alp0/s320/la%20historia%20escondida.jpg" width="208" /></a></p><p><br /></p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p></p><p><b><span style="font-size: x-large;">RESEÑA EN <a href="https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/20191119/historia-escondida/445707144_0.html">EL ESPAÑOL</a></span></b></p><p><b><span style="font-size: x-large;">La historia escondida</span></b></p><p>Xuan Bello reúne en estos tres relatos un puñado de memorables historias y momentos de no-memoria, narrados con hondura, belleza y emoción</p><p>19 noviembre, 2019 </p><p>Xuan Bello</p><p>Traducción de María Cueto. Xórdica Editorial. Zaragoza, 2019. 184 páginas. 16,95 €</p><p>Xórdica celebra el número 100 de su colección Carrachinas de la mejor manera posible: con la recuperación en castellano de La hestoria tapecida (2007), del poeta, novelista y traductor asturiano Xuan Bello (Paniceiros, 1965), autor, entre otras, de Historia universal de Paniceiros (2002), Los Cuarteles de la memoria (2003), Al dios del llugar (2008) e Incierta historia de la verdad (2019).</p><p>Dividida en tres partes, La historia escondida ofrece un puñado de memorables historias, retratos y momentos de no-memoria, narrados con hondura, belleza y emoción. Así, en la primera, “La cueva del olvido”, Bello descubre la historia de Evaristo Santos, hijo, nieto, bisnieto y padre de mineros, conocido desde niño como teniente Coné, para narrar, a través de los recuerdos de este jubilado solitario, “la historia de los que perdieron la guerra y vencieron”.</p><p>“Veintitrés golpes de hacha” presenta los fantasmas más queridos del autor. Consciente de que cualquier vida “encierra tantas dosis de misterio como de banalidad”, Bello proclama que “todos somos Anna Karenina tirándose a las vías del tren” y que cualquiera encierra con sus desdichas la mejor novela. Hay en estos breves relatos gotas de amor y abandono, exilio al reino de la nada, reflexiones sobre la escritura, derrotas cotidianas y juegos para aplazar la muerte.</p><p>Finalmente “Siete kilómetros y medio” supone la vuelta a casa a partir de la certeza de que los viajes no se miden en kilómetros ni en días sino en profundidad de sentimientos, en nostalgias y olvidos. Evita Perón, Theda Bara o Luis Cernuda, entre otros, se adueñan de esta parte en la que no faltan regresos imposibles de primos más que lejanos, crímenes y literatura, gran literatura, en cada página.</p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;">ENTREVISTA DE ANTÓN CASTRO A XUAN BELLO PARA <a href="http://www.biblioasturias.com/xuan-bello-leer-es-igualarse/">BIBLIOASTURIAS</a></span></p><p>“LEER ES IGUALARSE”Entrevistas</p><p>Los lectores asturianos estamos de enhorabuena, sobre todo aquellos que no lean en asturiano, pues acaba de ver la luz la traducción de uno de esos títulos que casi podríamos catalogar como imprescindibles dentro de la literatura asturiana contemporánea. Los lectores en asturiano ya habíamos podido disfrutar La nieve y otros complementos circunstanciales en su versión original, publicada por Ámbitu en 2007, que ahora es editada traducida al castellano y a nivel nacional por la editorial zaragozana Xordica; una absorbente obra que atrapará al lector desde sus primeras páginas, una buena ocasión para empaparse de la narrativa poética del mejor Xuan Bello, para leer y sentir.</p><p>Extraordinariamente recibida por la crítica, esta obra ha vuelto a conseguir que desde fuera de nuestras fronteras vuelva a mirarse hacia la literatura escrita en asturiano. En esta entrevista podremos percibir esa mirada exterior, que acoge con expectación cada nueva obra del autor asturiano, en una conversación con el escritor y periodista Antón Castro, realizada para el Heraldo de Aragón y cedida a Biblioasturias por ambos autores.</p><p>Xuan Bello deslumbró a esta parte del mundo con un libro tan inspirado como Historia universal de Paniceiros, uno de esos libros frondosos e híbridos donde todo es posible: se oyen el lamento de los pinos, la agitación de las mareas, el secreto de los bosques, las fábulas de crímenes o el eco de los fantasmas. Discurría en un espacio un tanto inconcreto que era la región íntima del escritor, con sus autores y sus libros, y quizá una imagen simbólica de Asturias. Xuan Bello escribe por necesidad, porque observa la realidad, porque contempla el otoño y la nieve que llega («nieva en mi memoria», dice), porque viaja de aquí para allá o porque se siente, simplemente, un hombre de aldea. Habla de la aldea, de sus moras, de sus pájaros, de los escondites del tiempo perdido que fecunda la memoria. Xordica, en traducción de José Luis Piquero, excelente poeta además, publica La nieve y otros complementos circunstanciales, que es un libro donde cabe todo: el escritor habla de sí, esencialmente. Habla de lo que vive, y eso quiere decir que igual cuenta la mudanza de las estaciones que evoca a una amiga que muere, en un día de lluvia; habla de las cartas que recibe, de los poemas que lee, ya sean de Rilke, de Yeats o Jon Kortázar, o los cuentos de Borges o Dino Buzzati; habla de los caminos, reales e imaginarios, que le llevan y le traen; de ahí que padezca «ansia vital del viaje». Y nos conmina a soñar: «Soñar es la única libertad que lleva una vida (todas lo son) más bien esclava». Un libro intemporal y gozoso que destila talento, lentitud y melancolía. Puede abrirse, en confianza, por cualquier página.</p><p><b>Empecemos a la manera cunqueiriana: ¿Qué está pasando ahora en Paniceiros? ¿Habrá pájaros cantando, se oirá el latido de los pinos o las lágrimas de la piedra no tan inerte?</b></p><p>En Paniceiros predomina el color blanco –lo sé porque un vecino ha colgado en el facebook una foto con este pie: “Ha nevado un poquito de nada”; el silencio, efectivamente, sólo lo rompe el graznido de las urracas, pero eso me lo imagino yo; de vez en cuando, el diamante del día lo rasga también la acatarrada tos de un tractor. Serán los del Sueiro, o los de Casa Santones, que van a recoger leña a algún bosque. En Paniceiros, como en todo el mundo, la vida se mueve y, como en cualquier otra parte, es fácil adivinar hacia adónde se mueve. La única diferencia es que allí, sucediendo lo mismo, las cosas suceden de otra manera. En la adolescencia yo leía La estación total de Juan Ramón Jiménez observando los delicados matices morados de los bosques en noviembre. ¿Le he dicho que hoy predomina el blanco? Sí, pero con el delicado color violeta de las ramas desnudas de los castaños. Busque cualquier cuadro de Anselm Kiefer y podrá verlo con cierta exactitud.</p><p>Quien no escribe por rebeldía no escribe para nadie”</p><p><br /></p><p><b>¿Qué le debes a Paniceiros, cómo defines, tanto tiempo después, esa región literaria, física y mental?</b></p><p>Decía Chesterton, con muy buen criterio, que un inglés era aquella persona que naciese donde naciese, en una ciudad civilizada o en las antípodas del mundo, siempre llevaba una aldea inglesa en el alma. Los asturianos, en esto, somos como en otras cosas –como en el sentido del humor– algo británicos. Es evidente, a estas alturas de mi vida, que existe un Paniceiros real, comprobable, y otro literario; pero la vida y la literatura se mezclan comúnmente: París no sería París sin Paul Verlaine. París es distinto, por lo menos para mí, después de haber leído los Apuntes de París de Fernando Sanmartín. Yo he convertido, pues así lo he querido, a mi aldea natal en el centro del mundo. Allí se entrecruzan todos los caminos. ¿Qué le debo? Todo. Para la portada de un libro de poemas mío, Los nomes de la tierra, dibujé muy torpemente una isla en cuyo centro estaba Paniceiros. No muy lejos, en aquella ficción tan verdadera, estaba la Roma y el Cartago de los libros. Hace ya casi veinte años de esto. Yo le he ido añadiendo barrios a Paniceiros: Nueva York, Braga, Roma, Barcelona, Madrid… Son ciudades por las que he pasado con mayor o menor intesidad; pero en mis libros no aparece la Nueva York de la postal, sino el Brooklyn de Whitman y el de Auster, el Manhattan de José María Conget; no aquella Braga donde viví un largo año, sino la que minuciosamente describe Altino do Tojal; y así todo. Colecciono identidades, y las sumo, sin renunciar a nada de lo que he sido. A mí me va bien.</p><p><br /></p><p><b>¿En qué medida está en La nieve ese espacio?</b></p><p>En La Nieve y otros complementos circunstanciales se habla aparentemente menos de Paniceiros que en otros libros míos puesto que los paisajes –recuerdo ahora Roma y Oporto—son más variados. Conocer de alguna manera es conquistar para el alma terranovas de la emoción; pero las nuevas tierras encontradas siempre las vemos desde una perspectiva distinta, local si quiere, patrimonio del individuo sin duda. Cesare Pavese decía que en todas las playas del mundo él veía la primera playa que vio en su infancia de secano; también veo yo así las ciudades, las personas: a poco que se rasque, Zaragoza, una gran urbe, es como Paniceiros, una pequeña aldea de dieciséis casas. No exagero: un día un historiador inglés me preguntó mi opinión sobre la Guerra Civil Española y yo le comenté lo que sabía, la memoria del consenso fundamentalmente, y me dijo que no entendía nada; pasé a contarle después, con cierto detalle, lo que durante la Guerra Civil había sucedido en Paniceiros y me contestó entusiasmado: “¡Ahora lo entiendo todo!”.</p><p><b>¿Qué le debe un escritor como tú a la geografía y a sus accidentes e incidentes: la tierra, los ríos, los bosques, la llegada del mal tiempo? ¿Cómo te influyen las estaciones? Lo digo a propósito de ‘Elogio del otoño’, de la nieve, y de tantos y tantos golpes de viento o de mar…</b></p><p>Decía Josep Pla, uno de mis maestros, que los seres humanos somos climatológicamente dialécticos. En Asturias, por ejemplo, el carácter de la gente cambia por algo tan simple como es nacer en la vega, entre las paredes del valle, o en lo alto, junto al cielo y divisando las cumbres de otros valles llenos de niebla. Yo nací en lo alto y la imagen de la amplitud del mundo acompaña mi mirada desde que veo. Siento curiosidad por el mundo aunque, está claro, no me he inventado eso de que el paisaje puede funcionar a veces, si se mira mucho y bien, como correlato anímico del escritor. Simplemente es una idea antigua que sigue funcionando. Vivo en el campo, actualmente en Caces, y aunque estoy a quince minutos escasos del centro de Oviedo veo discurrir una tras otra las estaciones. Veo como renace la vida tras su muerte. Eso tiene su importancia existencial: todo renace tras su muerte excepto nosotros. Esa idea desvela y revela.</p><p><b>¿Cómo defines La nieve y otros complementos circunstanciales? ¿Es un diario, el testimonio de las confidencias, el acta notarial de la incertidumbre de un escritor?</b></p><p>Es todo eso que dices, Antón; es todo eso. Un diario por que concibo la literatura como un borrador apresurado de los momentos escasos de intensidad que me toca vivir; testimonio de confidencias pues la literatura es confidencia apenas, palabras encendidas que se le dicen en voz baja a alguien, con los ojos un poco achispados, en son de amistad; ¿acta notarial de un escritor? Pues está bien dicho y lo que está bien dicho algo de razón ha de tener. Yo, amigo mío, soy un perplejo. He leído mucho sobre la condición humana, he vivido algo y sé de nuestras miserias. ¿Cómo no sorprenderme ante quien puede convocar, a pesar de ser tan mísero como es, la maravilla tantas veces? Anoto y callo. Ese es mi oficio.</p><p><b>Hay muchas historias íntimas, familiares. Por ejemplo evocas a tu abuelo, evocas los cuentos que te cuentan, los cuentos que te cuentas…</b></p><p>La memoria familiar, para mí, es tan importante como la memoria literaria. Las confundo a veces, la verdad; leyendo a Willian Shakespeare, por ejemplo su Lady Macbeth, recordé a una prima mía, de Paniceiros, a la que habían puesto de delegada en la escuela. Además, no hay que olvidarlo, el campesinado tiene una memoria prodigiosa. En los pueblos de Asturias todavía se asusta a los niños evocando a un tal Carixu como en otras partes se le dice Coco; pero resulta que Plubio Caro Carisio fue un general romano que ordenó, hace más de 2.000 años, lo que hoy llamaríamos una limpieza étnica. Escucho eso de “Va llevate Carixu” y sé que no nos limpiaron del todo.</p><p>La memoria familiar, para mí, es tan importante como la memoria literaria. Las confundo a veces, la verdad…”</p><p><b>¿En qué medida este es un libro que se alimenta de lecturas, de otros escritores?</b></p><p>Un poema siempre nace de otro poema. Una historia siempre se entrelaza con otra historia. A mí me gusta la literatura manchada de vida como me gusta la vida manchada de literatura (la frase feliz es de José Luis Piquero, un gran poeta que ha sido mi traductor al castellano en esta ocasión). La nieve y otros complementos circunstanciales es, muchas veces, una reflexión sobre las lecturas que iba haciendo o iba recordando. Si medito sobre la playa de Llucalcari, en Mallorca, donde fui tan feliz y estuve tan enamorado, ¿cómo no recordar cada accidente del alma de esa playa? Y entre los accidentes de ese alma, entre el cuerpo de la amada y el aliento del dios del mar, estaban salpicados de arena los versos de Robert Graves. ¿Aprender a leer la vida como se lee un libro? Bueno, en realidad en mi caso es justamente al revés. De todo aquello que te cuento, por cierto, lo único real que perdura son los poemas de Robert Graves. Ni el mar ni la amada de entonces –afortunadamente—están aquí conmigo; pero los versos, y mi viva con quien quiero, sí.</p><p><b>¿Qué te da la poesía, qué lugar ocupa en el diario y en tu trayectoria?</b></p><p>La poesía es el arte de reunir en unas pocas palabras toda la intensidad del mundo. La poesía –como narrador hablo y no como poeta—me lo ha dado todo, incluso procedimientos narrativos. Soy un lector devoto de poesía y a veces descorro el triple velo de la Diosa Blanca y escribo un poema, pero cada vez menos. Le debo más a Celso Emilio Ferreiro o a Francisco Quevedo que a Kafka o a Faulkner. Soy de natural tímido y me siento muy agusto en las fronteras. De no haber sido escritor me hubiese gustado ser contrabandista. De esos contrabandistas de vuestro Aragón que fornicaban a ambos lados de la raya.</p><p>Viajar siempre es una metáfora de la vida: sabemos nuestro destino pero nos demoranos, todo lo que podemos, en el trayecto”</p><p><b>¿Cuál es la importancia del viaje en tu escritura y en tu vida?</b></p><p>Decía Agustín de Hipona que sufrir en el presente no era demasiado importante; pero que haber sufrido en el pasado era lo mejor que le podía suceder a una persona. La misma relación la encuentro yo con el viaje: no importa tanto viajar como haber viajado. Viajar, por otro lado, siempre es una metáfora de la vida: sabemos nuestro destino pero nos demoranos, todo lo que podemos, en el trayecto.</p><p><b>¿Cómo vives la relación entre vida y literatura?</b></p><p>La vida vivida y la vida escrita a la postre se acaban pareciendo. A la taberna de Tuña, en Tineo, llegó un día un mercader con un borrico cargado con unos pellejos de vino. Un borracho los vio a la puerta y, frotándose las manos, dijo: “¡Cuántas palabras nuevas han llegado hoy!”.</p><p><b>¿Son los libros, podrían serlo, la mejor patria del hombre, la más segura, la menos fanática?</b></p><p>En muchos aspectos sí. Patria más segura no, puesto que los libros tienen la vocación y la virtud de la incertidumbre; menos fanática sin duda: quien lee a otro se hace otro puesto que leer es igualarse.</p><p><b>¿Por qué escribes en asturiano?</b></p><p>Ya te he dicho que a mí me gusta coleccionar identidades sin renunciar a ninguna anterior. Un coleccionista, ¿quemaría el cromo de Gento porque ha conseguido el de Villa? Pues no a no ser que sea tonto de remate. Escribo en asturiano y en castellano porque son mis lenguas y puedo y sé hacerlo. Todo me empujaba a no escribir en asturiano: pero yo leía y eso me acercó a la tentación de lo difícil y necesario. Quien no escribe por rebeldía no escribe para nadie.</p><p><span style="font-size: large;">EN <a href="https://www.lavanguardia.com/cultura/20190702/463224126019/xuan-bello-asturiano-literatura-paniceiros.html">LA VANGUARDIA</a></span></p><p><span style="font-size: large;"> Xuan Bello: “La verdad se construye con muchas mentiras”</span></p><p>LITERATURA ASTURIANA</p><p>El escritor asturiano reflexiona sobre la madurez en ‘Incierta historia de la verdad’</p><p>02/07/2019 10:15 Actualizado a 02/07/2019 16:55</p><p>Xuan Bello (Paniceiros, 1965) escribe en asturiano y lo continuará haciendo para convertirlo en algo normal. A los 19 años ya tradujo a Safo de Lesbos y, como miembro de la Academia de la Llingua Asturiana, ve el futuro de su lengua mejor que hace unos años, “porque se ha superado el prejuicio”.</p><p>Su obra cobró notoriedad en el 2002 con la Historia universal de Paniceiros , su pueblo natal de apenas medio centenar de habitantes, que convirtió en el centro del mundo. Ahora publica Incierta historia de la verdad (Rata), en traducción castellana propia y al catalán de Jordi Llavina.</p><p>En el libro hay dos elementos: “Uno es el viaje, como metáfora de la vida, y el otro es un espacio verbal donde un hombre envejece. Ese hombre soy yo e intenta hablar como un hombre y no como un libro”. Y puntualiza: “Es una colección de días, como los versos de Ferrater: ‘Sí, també faig col·lecció / de dies, però els tinc tots repetits’”.</p><p>El título anuncia una búsqueda de la verdad: “Siempre la he buscado, desde mi primer libro a los 16 años. Había una cierta inocencia, porque escribía en asturiano pensando que en esa lengua no se podían decir mentiras. ¡Yo venía de la catequesis!”. Y añade: “La búsqueda de la verdad es el objetivo de todo texto literario. Nos damos cuenta enseguida de que la verdad se construye con muchas mentiras, por eso es incierta la historia”.</p><p>En el libro habla de la posverdad, de Trump: “La misma técnica que usamos en la literatura, la utilizan otros en sentido inverso, hacia una mentira que favorezca su discurso político. Hay una relación directa entre la metáfora y el eufemismo”.</p><p>“El hambre guía la justicia en el mundo”, reflexiona cuando habla sobre los emigrantes. “La literatura habla del otro. Una tribu se convierte en nación cuando aparece la admiración por el otro, que ayuda a mejorar. La envidia, no”, apunta.</p><p>“Me preocupan los asturianos que han tenido que emigrar y ahora trabajan en Barcelona, por ejemplo. Y los senegaleses, por supuesto. Todos estamos en tránsito y, cuanto antes lo aceptemos, mejor nos irá”.</p><p>Sobre la madurez, afirma: “Según se van cumpliendo años, el cuerpo habla una lengua distinta de la del alma; empieza a haber interferencias y desazones. Pero también se necesita la enfermedad para saber quiénes somos”.</p><p>La hija del escritor aparece en alguno de esos días: “La paternidad tardía te obliga a mirar otra vez la vida con ojos de niño, y envejeces de otra manera”.</p><p>Bello, “un ateo de estricta formación católica”, habla de construir la Ciudad Justa, y aunque no se consiga, se vuelve a intentar una y otra vez. “Es una deuda que tengo con Narcís Comadira, porque esta idea sale de un poema suyo en que reflexionaba sobre las ciudades, que nacían de las ruinas de otras ciudades. En realidad somos constructores de ruinas”.</p><p>“Que haya ardido Notre Dame, y eso pónmelo entre comillas, es una suerte para la belleza: estoy seguro de que habrá arquitectos maravillosos que mejorarán lo que había. Lo discutiremos mucho, pero se producirá otra vez el milagro”, concluye.</p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;"><b>ENTREVISTA A XUAN BELLO PARA <a href="https://elcuadernodigital.com/2018/01/23/una-larga-conversacion-con-xuan-bello/">EL CUADERNO DIGITAL</a></b></span></p><p>asturias21: Xuan Bello, humanismo e integración</p><p>"Dudo mucho de la integridad de un individuo que afirma que sólo tiene una identidad"</p><p>ENERO, 2018</p><p>/ por Pablo Batalla Cueto y César Iglesias /</p><p>«La batalla de salvar el asturiano es la de salvar las humanidades: el latín, el castellano o el inglés de Shakespeare frente al ‘basic English’»</p><p>Xuan Bello, Premiu Nacional de Lliteratura Asturiana 2017, ha publicado recientemente El llibru nuevu (Saltadera, 2017) , Escrito en el jardín (Xórdica, 2017) y pronto verá reeditado en la editorial Saltadera Historia Universal de Paniceiros, libro que ha supuesto su reconocimiento como escritor más allá, mucho más allá, del contexto asturiano. En esta amplia conversación en exclusiva para El Cuaderno, reflexiona sobre la creación artística, la hispanidad integradora o las identidades socioculturales y sus conflictos.</p><p>Nunca estuvimos en Paniceiros. Una pena, porque allí se aprende a mirar y sentir el universo. El nuestro y el de los otros. Y esa mirada y ese sentir, que ofrecen amparo para afrontar la intemperie de desabores, nos los trajo Xuan Bello (Tinéu, 1965). Su escritura, su palabra, su estar en el mundo nos ha permitido a sus lectores formar parte de la «resistencia íntima», en palabras prestadas por el filósofo Josep María Esquirol, y alistarnos en sus escuadrones en los que la única condición exigible es comprender al otro, al distinto, al prójimo, y donde sólo ondean las banderas epicúreas de la amistad y la verdad. Esto que sigue acabó siendo algo más que una entrevista, burlando en ocasiones los preceptos de la deontología periodística; un diálogo lleno de requiebros, de idas y venidas, que en su heterodoxia estilística concluye con unos versos en los que el alma poética del recientemente fallecido autor llanisco Pablo Ardisana se instala en la escritura de Xuan Bello. Ésta es una conversación a tres voces que tuvo lugar una mañana invernal en la casa del poeta tinetense, en Caces, parroquia del conceyu de Uviéu-Oviedo, donde más sinuoso se ofrece el río Nalón. Por compañía, el calor en la boca de un mencía berciano y una gata mimosa, Prúa, vocablo con el que los pixuetos, los naturales de Cuideiru-Cudillero, bautizaron al orbayu.</p><p>Xuan Bello escribe en asturiano. O en asturleonés, para ser filológicamente justos y precisos, una lengua de pobres que en ninguno de los territorios españoles en los que se habla y se escribe es oficial. Lo es el mirandés, un dialecto del asturllionés al que la República de Portugal reconoció en 1999 el rango de la oficialidad porque es el idioma en el que se comunican, se quieren y se odian unos 15.000 ciudadanos de varios concelhos de la región de Trás-os-Montes. Pese a ese esquinamiento social y lingüístico, Bello se ha convertido en uno de los autores más relevantes de las literaturas hispánicas de las últimas décadas.</p><p>Premiu Nacional de Lliteratura Asturiana 2017, Bello se dio a conocer a los dieciséis años con Nel cuartu mariellu («En la habitación amarilla»), al que siguieron más de una veintena de libros donde ha sabido mostrar cómo se las arregla un ser humano nacido en una aldea del suroccidente asturiano, Paniceiros, para comprender el universo y el tiempo que le ha tocado vivir. A su amplia bibliografía se han sumado en los últimos meses dos nuevos títulos: El llibru nuevu, con el que retorna a la poesía en verso después de dos décadas de silencio editorial, y Escrito en el jardín, un volumen que ve la luz primero en su traducción al castellano, donde copulan ensayo y ficción en una prosa poética impecable. No es la única novedad: Xuan Bello acaba de obtener el Teodoro Cuesta, veterano y prestigioso galardón de las letras asturianas, con Les isles inciertes.</p><p>César Iglesias.- Usted, Xuan Bello, nació en Paniceiros, ha escrito una veintena de libros, tiene una hija, vive en Caces (capital del desaparecido concejo de Ribera d’Abaxo), cuida una huerta… ¿y qué más?</p><p><br /></p><p>Xuan Bello.- Muchas cosas más…. La primera dixebra de la identidad que a mí se me propuso, cuando era niño, fue la de xaldu frente a vaqueiru. Nací en un pueblo xaldu, pero el segundo apellido de mi madre era vaqueiro: Parrondo, concretamente. Mi padre, que era guardia civil y era de El Bierzo, tuvo que pedir varios permisos para casarse, no fuera a ser que se casara con una roja. Y el cura, que era una de las personas a las que tenía que consultar, le advirtió de que el apellido de mi madre era vaqueiro. «Ten cuidado», le dijo. Así que yo ya nazco con esa suerte de estigma que es mi primera identidad. Luego fui aprendiendo otras identidades. La de asturiano y la de español vienen muy a la vez; no tengo memoria ni una idea clara de cuál vino primero. Pero no me quedo ahí, sino que heredo otra identidad más en el pueblo de mi padre, que está en El Bierzo: mis abuelos hablaban gallego, los primos que tengo allí hablaban gallego, etcétera, y yo aprendo a entender gallego desde pequeño. Al principio me costó: era como llegar a una isla acústica donde todo se parecía a lo que hablaba pero no era exactamente lo mismo. Pero finalmente fui capaz de hablar gallego y eso me hizo añadir otra identidad más a esa colección. Después me hice asturianista, que fue uno de los grandes errores de mi vida: bastante tenía con ser asturiano como para encima hacerme asturianista (risas). Luego me marché a Portugal, donde terminé mis estudios y aprendí la lengua portuguesa. Tuve una vida allá un tiempo.</p><p><br /></p><p>Pablo Batalla Cueto.- Algo portugués es también, ¿no es así?</p><p><br /></p><p>X.B.- Algo portugués me siento, más por leídas que por vividas. Pero también un poco italiano, porque después también viví un tiempo en Italia, y la poesía de Saba y Pavese me acompañarán para siempre. La vida es una colección de identidades; lo es para cualquier persona. Fíjate, los abuelos de Sonia [Fidalgo, su mujer,] nacieron en Marruecos. Cuando desapareció el protectorado tuvieron que arrear e instalarse en Melilla; de ahí pasaron a Almería, a Córdoba y a Cataluña y un azar los trajo a Asturies a trabajar en la mina. También ellos fueron coleccionando identidades; también ellos fueron encontrando sitios en los que podían aprender una nueva identidad. El género humano es eso, y creo, por cierto, que España debería estar dándole una lección al mundo en este sentido, porque España son mil espejos tal vez con la nostalgia de ser uno solo, algo que nunca consigue pues la fragmentación es una consecuencia de la vida. El gran problema que tiene el mundo, vayas donde vayas, vayas a Frankfurt —donde he estado hace unas semanas—, vayas a Ontario, vayas a Nueva York o vayas a París, es la conciliación entre culturas. No hay un discurso fuerte de integración, y con integración no me refiero a asimilar al otro, sino ae ntender al otro, a que el otro te entienda a ti, a tomar del otro lo mejor, a que el otro tome lo mejor de ti y de disfrutar de esa convivencia. Vamos por muy mal camino: lo vemos en París, donde hay muertos, dolor y miseria moral. Y España, ya digo, debería darle una lección al mundo en ese sentido. Y Asturies, en particular. Los asturianos somos un pueblo especialmente acogedor.</p><p><br /></p><p>C.I.- Lo del coreanu, el cazurru, etcétera, es un componente del mito del asturiano faltón. Había las Coreas, los Pénjamos, las barriadas donde emigrantes y asturianos, que también eran emigrantes de la aldea a la ciudad, convivían, pero no había la carga despectiva y xenófoba del métèque, del foriatu.</p><p><br /></p><p>X.B.- Bueno, tampoco éramos tan santos (risas). La concepción del andaluz como vago, por ejemplo, está ahí. Y la de portugués como muerto de hambre. En lo que no se convirtió eso, creo, es en un discurso dominante en toda Asturies. En cuanto a la palabra foriatu, la primera vez que la escuché fue con dieciocho años y me produjo urticaria. Dudo mucho que pertenezca al asturiano patrimonial y desde luego, en un discurso elevado, no debería usarse frente a palabras patrimoniales como forasteru o estrañu. La expresión más neutra es «d’allá p’alantrones». Cantabria está «allá p’alantrones», y China también. Tan cerca y tan lejos.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- No hay un discurso como el del charnego en Cataluña.</p><p><br /></p><p>X.B.- No sé cómo habrá sido en Cataluña, no creo que haya sido tan malo, vistos los resultados, ¿no? Al final todos somos ateos de estricta formación católica. Lo que pasa es que allí las cosas suceden de una manera distinta. Barcelona es una ciudad muy clasista y a la vez muy integradora. ¿Te imaginas a Roberto Bolaño viviendo en Xixón? A lo mejor habría sido feliz, pero no habría sido Roberto Bolaño, no habría escrito sus novelas. Pero bueno, hablando en general, en Asturies conseguimos armar un discurso de convivencia que es notablemente más avanzado que el que existe en otras partes, y eso es algo que deberíamos poner en valor. No sé cómo explicarlo, me da miedo teorizar sobre ello acaso por la debilidad que pudiera aparentar, pero hay algo éticamente superior en quien ha aprendido a amar la cultura de quien lo desprecia, algo que lo hace culturalmente superior a quien posee de serie esa cultura y la asume porque sí y no porque la haya aprendido a amar conciliándola con la suya. No digo que se ame a quien te desprecia, que eso sería un problema freudiano, de naturaleza obnoxia, algo así como negar nuestra propia realidad en función de la fuerza del Otro. Pero también se puede ser fuerte en la debilidad; a veces, más fuerte que quien detenta el uso legal de la violencia. Fijaos, hay un espacio en Asturies en el que la llingua asturiana es imprescindible para trabajar seas asturiano, andaluz, castellano o checo: la mina.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Es cierto: en la mina la koiné es el asturiano, no el español. Hasta los mineros checos y polacos lo hablan.</p><p><br /></p><p>X.B.- Claro, claro. Todavía ayer hablaba con un minero polaco que vive en Llaviana y que habla un asturiano perfecto. Y la comunidad rumana de Tinéu habla asturiano. Hablan lo que se habla en la circunstancia en la que están: es lo normal. También los asturianos hablaban francés o neerlandés en Bélgica, según donde cayeran. Pero me he ido por los cerros de Úbeda: me preguntabais qué soy. Soy padre de una hija —de esto estoy muy orgulloso— y presentador de televisión, periodista, lector; alguien que sigue teniendo una gran curiosidad por el mundo y ese otro que siempre va conmigo y que se tortura mucho con lo que escribe, porque a los quince años decidió ser escritor y tuvo la suerte de ir publicando aquí y allá lo que se le ocurría. Cada libro que he publicado ha sido una suerte de fracaso que me ha obligado a escribir otro para consolarme. Eso es algo que nunca he acabado de superar; nunca he sido capaz de decir: «Esta obra está perfectamente terminada y es útil para la gente que me lee». Soy una persona perpleja ante el arte. El arte del Otro me aporta consuelo, pero su confección por mí mismo no me aporta ninguno: todo lo contrario. Es un oficio en el que uno tiene que estar constantemente hurgando en sus propias obsesiones, que a veces son dolorosas por nimias que sean, y puede provocar consuelo en el lector, pero no en uno.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Borges decía que tenía menos certezas que perplejidades. ¿Lo comparte?</p><p><br /></p><p>X.B.- Absolutamente. Creo que lo compartimos todos. Certezas en esta vida sólo tenemos una, que es la de morir.</p><p><br /></p><p>C.I.– Suele citar una frase de Chéjov, algo así como que un artista se interese por lo triste no necesariamente hace de él un alma en pena.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, sí, la cito mucho, porque es una frase que me gusta especialmente. Concretamente, Chéjov decía que la gente vitalista suele escribir cosas tristes y los humoristas, en cambio, ser gente muy pesimista. En mi caso es así: escribo sobre cosas tristes, pero siempre pido al lector que no se confunda; que el Xuan Bello que ahí aparece y parece al borde de la desesperación no es el Xuan Bello real que vive su vida.</p><p><br /></p><p>C.I.- Hay mucha literatura triste, pero tan placentera e inquietante.</p><p><br /></p><p>X.B.- Considero la literatura como un puente que se construye sobre el abismo. Uno de los tópicos de la literatura adolescente es reflejar abismos y caos existenciales terribles. Generar un caos es bastante fácil y no tiene demasiado mérito. Lo que tiene mérito, y no sólo tiene mérito, sino que es la piedra de toque de la literatura, es la construcción de un puente que lleve al lector —o al espectador de un cuadro o de cualquier otra obra de arte— sobre el abismo; que lo transporte de una orilla a la otra y lo ponga a salvo. Creo en la literatura como consuelo, no como aguijón que lleve a las personas hacia el abismo. Creo que la literatura tiene que ser fundamentalmente útil. Como un carpintero hace una silla, un poeta hace un poema. Y en ese poema, el lector tiene que poder sentarse. Tan importante es el deber de cortesía que el autor debe de tener con el lector como la capacidad de un lector educado ha de tener para ser interpelado. Sólo así se consigue el poema. Un poeta hace autorretratos, pero no suyos, sino del lector.</p><p><br /></p><p>C.I.- ¿Cómo es la responsabilidad de ser Xuan Bello? ¿Cómo es convertirse, en un momento dado, en el escritor oficial de una lengua camino del cementerio? ¿Fue buscado o se lo impusimos los lectores?</p><p><br /></p><p>X.B.- A cada uno le toca lo que escoge y lo que le toca. Esto me lo preguntaron ya en la primera entrevista que me hicieron aquí en Asturies cuando se publicó la Historia universal de Paniceiros y empezó a tener cierto éxito fuera del ámbito de las letras asturianas. Me lo preguntó un amigo, pero me pareció una pregunta muy, muy, muy injusta: ¿cómo iba a ejercer ahora —me dijo— el papel de embajador de la literatura asturiana? No soy ningún embajador. A mí el Principado de Asturias no me paga por ser embajador de Asturies. Soy un escritor que empezó a escribir en lengua asturiana porque la libertad de elección que existía en el país se lo permitió, y que después siguió escribiendo en esa lengua, y se empeñó en hacerlo, porque quiso, no porque se sintiera obligado, ni porque nadie le obligara. A Ricardo Menéndez Salmón, a quien admiro, nadie le plantearía como objetivo ser embajador de Asturies ni de nada por ser un creador asturiano que escribe en castellano. Él es escritor y punto. ¿Por qué a mí ha de exigírseme ser algo más? En Asturies se ve distinto al escritor que escribe en castellano que al escritor que escribe en asturiano, y eso se debe en parte a un cierto paletismo. Y lo digo así: paletismo; cierta falta de cultura y de mundo que tiene alguna gente aquí en Asturies. Esto me recuerda una anécdota terrible que me contaba Miguel Rojo de cuando recibió en L.luarca un premio de cuentos. Se otorgaba un millón de pesetas a la mejor obra en castellano y 500.000 a la mejor obra en lengua asturiana.</p><p><br /></p><p>C.I.- Como siempre.</p><p><br /></p><p>X.B.- Exacto. Miguel llegó a la entrega del premio, se presentó, dijo que estaba muy contento por recibir aquel premio y de repente el concejal de Cultura de turno dijo: «Bueno, pero tenemos que esperar por el escritor, que todavía no ha llegado». Se refería al ganador del concurso en castellano, que sería uno de esos ganadores de concursos profesionales, mucho ruido y pocas nueces. El escritor era él; Miguel Rojo, quién sabe lo que era para ese concejal y los que le acompañaban.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>C.I.- Usted ha escrito alguna vez que el mayor problema que tenemos los asturianos es un exceso de ser que nunca se transforma en nada mejor. Lo vinculo a ese grandonismu fatu, absolutamente vacuo, tan típico de Asturias.</p><p><br /></p><p>X.B.- No sé. Mirad, hay cierta intelectualidad asturiana que hace de menos lo que sucede en Galicia. Eso es algo que no entiendo de ninguna manera. Galicia, desde mediados del siglo XIX, es Murguía, son literatos como Rosalía de Castro, como Curros Enríquez, como Eduardo Pondal y como otros intelectuales que a los asturianos se nos hacen enormes, porque esponjaron la cultura gallega de una manera asombrosa y situaron a Galicia en la Galaxia Gutenberg. He escuchado muchas veces, con respecto a ésta y otras cosas, diferentes variantes de: «Bueno, pero nosotros somos más». ¿Somos más cómo? ¿Cómo podemos ser más sin un Cunqueiro o un Ánxel Fole? Sin un Celso Emilio Ferreiro, ¿cómo se vive? Se me dirá que los asturianos prefirieron contribuir a la gran cultura española, con Clarín y Pérez de Ayala, por ejemplo; pero es que en Galicia también estaba la propia Rosalía escribiendo en castellano; o Curros Enríquez, que cuando escribe en español se antecede al modernismo; o don Ramón del Valle-Inclán…</p><p><br /></p><p>P.B.C.- A mí, de Asturias y de la manera que tenemos los asturianos de ejercer nuestra identidad, siempre me ha llamado la atención la cierta esquizofrenia que manifestamos entre ese grandonismu que comenta César y un complejo de inferioridad igual de evidente. Las dos cosas conviven en la psique asturiana en una extraña armonía.</p><p><br /></p><p>C.I.- Somos a la vez xenófobos y endófobos.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, sí, aunque creo que el principal problema de Asturies en este momento es la endofobia, el odio hacia lo propio que determinadas élites promueven. He visto a representantes políticos bailando al son de un tambor senegalés a los que dar la mano al vecino en la Danza Prima (baile tradicional asturiano) les daba urticaria; y he visto alabar el acento andaluz en una novela y despreciar por lo mismo el asturiano en otra. Creo que han tenido mala suerte en lo sentimental y afectivo.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Se dice con desparpajo que «Asturias es España y lo demás tierra conquistada», y hay toda otra serie de chascarrillos del mismo jaez sobre la grandeza sin par de Asturias, pero a la vez nos avergonzamos de nuestras señas de identidad; por ejemplo, de algo tan fundamental como la lengua.</p><p><br /></p><p>C.I.- Hay toda una mitología que va desde el covadonguismo al babayismu de pegatina.</p><p><br /></p><p>X.B.- Ahí estamos hablando de ideas políticas. Ya va siendo hora de revisar las teorías de Menéndez Pidal y de Ortega sobre España. Menéndez Pidal era un gran filólogo, pero un filólogo con causa. Encomendó su vida, su sabia vida, a demostrar que la Edad Media española no era menos que la Edad Media francesa. Y Ortega, a mi juicio, se confundía mucho cuando decía que a los catalanes (y a todos los que no somos castellanos) hay que conllevarlos. Es como establecer un código de hipocresía: a esta gente hay que aguantarla, no tenemos más remedio, decía. Estoy más con Azaña, que lo veía como un problema político que debía solucionarse políticamente. Vamos a ver: yo no niego, ni creo que tenga ningún sentido negar, que la lengua castellana sea vertebral en la península ibérica y por su fortuna histórica en buena parte del mundo. Es un hecho histórico, una realidad que no hay que interpretar tanto de Norte a Sur como se ha hecho, por esa épica de la Reconquista, como de Este a Oeste, que sería la lírica de la vertebración. ¿España nació porque había que expulsar del santo sepulcro de Pelayo a los infieles? No sé, no tengo datos suficientes para demostrar eso. Lo que sí sé es que la gente de las juderías de Zamora, Toro y Carrión de los Condes, que hablaban en asturleonés, se entendían con los de Burgos y Vitoria, que hablaban en un dialecto castellano, y éstos con los de Ejea de Caballeros y Zaragoza (que hablarían en su aragonés pero ya empezarían a asumir como propia de su clase una koiné determinada). Si miramos a los escritores determinantes en lo lingüístico del siglo XIV y XV, pues resulta que, cuando menos, según nuestro gusto aceptado actual, son casi todos judíos o muy cerca de la judería anduvieron. El español (que anuló en buena parte al dialecto original castellano) nació por una necesidad económica, como todas las lenguas. Pero el hecho es que nosotros seguimos aquí hablando en asturiano en el siglo XXI, y por algo será. Nuestra lengua llegó hasta la sierra de Aracena, en Huelva. En Aracena quedan aún unas pocas palabras asturleonesas además del mejor jamón del mundo. ¿Por qué rápidamente una parte del territorio se castellanizó y otra no? Hay que buscarle un encaje a esa fidelidad, a esa lealtad. En cien o doscientos años, se castellanizó todo su territorio excepto el que albergaba el Conventum Asturum, las actuales provincias de Asturias, León y Zamora, más Miranda de Douro. Esto no se ha explicado ni desde la historia ni desde la filología. La materia, pienso ahora, puede iluminarla la sociología o alguna rama de ésas de la antropología que estudian las relaciones desde la economía. Se ha descrito, pero no se ha explicado. Hace menos de una semana estuve en Sendim, en Miranda de Douro, en Portugal, donde se habla (cada vez menos, pero se habla a partir del tercer vino) asturleonés. Tienen un restaurante muy bueno, Casa Gabriela, con un plato único, la puosta mirandesa, una carne de xatu increíble (ellos al xatu le llaman vitiella) con una salsa maravillosa. Lleva ajo y vinagre, jugo de carne, perejil y no puedo decir más porque más no me dijeron de sus ingredientes secretos. Pero me lo dijeron en asturleonés, «porque als asturianos lles presta muito que falemos como siempre falemos ls d’esta casa». Y dicho esto, que me gusta dar vueltas a mi noria particular, a mí me atrae mucho ese concepto cultural, social y económico que es la hispanidad, cuyo potencial aún está por desarrollar, y en el que tenemos sin duda un sitio.</p><p><br /></p><p>C.I.- La hispanidad es un privilegio.</p><p><br /></p><p>X.B.- Seguir siendo es un privilegio. El español vertebra un privilegio, sin duda, pero porque tiene la fuerza de muchos. Sin la literatura catalana, ¿el prestigio de la cultura española sería mayor o menor en México? Lo cierto es que lenguas hispánicas también lo son el asturiano, el catalán, el aragonés, el gallego (con su variante asturiana, que la hay hasta el Navia), el quechua, el aymara…. Todas esas lenguas no agreden a la hispanidad, sino que enriquecen el corpus de la hispanidad.</p><p><br /></p><p>C.I.- El nacionalismo español es muy poderoso en muchos aspectos, pero siempre ha sido muy vacuo intelectualmente. Hablan por ejemplo del catalán como de una lengua ajena a la hispanidad, y eso, más que a nadie, favorece la dialéctica de los puños, al discurso España versus Cataluña, que sólo envalentona a los nacionalistas de patio de colegio.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Aunque sea en negativo, ese discurso confirma el de los independentistas; les reafirma en la idea de que lo español y lo catalán son mundos distintos y opuestos.</p><p><br /></p><p>C.I.- El catalán es algo mío, lo percibo como propio, igual me pasa con el castellano, el euskera o el aranés.</p><p><br /></p><p>X.B.- Más que del nacionalismo español, habría que hablar de ciertas torpezas. Recuerdo cuando estaban empeñados en reconquistar la unidad de España sacando a la pérfida Albión de la península. ¿Qué hicieron para recuperar el peñón de Gibraltar? Poner vallas para que no pudiera pasar la gente. Oiga, si usted quiere que esa gente vuelva, lo que tendrá que hacer es permitir y facilitar el paso para que la gente hable y comercie, no impedirles tratarse. Hay ciertas identidades que no se conciben a sí mismas como pasaportes, sino como contraseñas: eres español si hablas español. Eso nunca fue así. En Filipinas, en 1898, había muchos españoles que no hablaban una palabra de español. Y digo Filipinas como podría decir Mallorca o Asturies, donde también había gente —y estoy hablando de mayorías, no de minorías— que no hablaba ni una palabra de español y era tan española como la que más. A mí me parece bien que todos aprendamos la lengua vertebral, pero ellos también deberían aprender algo de las otras. ¿Tan malo sería que un chaval de Valladolid o de Cabra (Córdoba) supiera que gabon significa «buenas noches» en euskera, o supiera decir bona nit o bonos díes, o supiera que en Asturies decimos les vaques? ¿Tan horrible sería que el sistema educativo español enseñara a todos los niños españoles eso que también son lenguas españolas? Mirad, cada cierto tiempo, en Italia se publica una antología canónica muy consensuada y discutida y que se convierte en indiscutible: en ella, la mayoría de los poetas escriben en italiano, pero muchos otros en otras lenguas italianas. Esto es así, no sé porque aquí no se ve.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>Xuan Bello (Paniceiros, Tineo, 1965)</p><p>C.I.- Efectivamente, en Asturias hay una seña de identidad negativa que es el grandonismu, que en lo gastronómico se manifiesta en el tópico del cachopo y a veces se estira hasta el horterismo más salvaje: esas pegatinas tipo «Con fabes y sidrina nun fai falta gasolina». Después hay otra seña de identidad negativa, más vinculada a la izquierda, que es el espíritu de la Asturias borracha y dinamitera. Pero hay otras dos señas de identidad que se contraponen a éstas: una es la señaldá, un concepto sentimental, casi ontológico, que nos define, y la otra se resume en una frase: «Ye lo que hai», que algunos entienden como rendición, pero que otros interpretamos como un alegato heredero de Epicuro.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, puede ser. Pero mira, hace unas semanas el periódico en el que yo trabajo, El Comercio, publicó un editorial sobre la cooficialidad del asturiano que estaba razonablemente bien; que era muy realista, estaba muy bien escrito y que venía a decir que la cooficialidad podía ser algo bueno, pero sólo en tanto fuera el resultado de un consenso transversal; pero que también decía una cosa con la que no estoy de acuerdo, que es que hay que renunciar a cualquier tipo de ingeniería social. No sé desde cuándo el Estado tiene que renunciar a la ingeniería social. Una de las obligaciones del Estado es aportar conceptos culturales críticos a la gente a fin de ayudarla a convivir. La ingeniería social es muy importante.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Es la Ilustración.</p><p><br /></p><p>X.B.- Es la Ilustración, efectivamente. Cuando algunos dicen eso de que no se puede manipular a los niños, siempre pienso: hombre, manipular es una palabra muy fea, pero, ¿qué hay de malo en enseñar a los niños a querer, a estimar, lo propio y lo ajeno? Ésos deben ser los objetivos fundamentales de cualquier escuela progresista que aspire a formar gente inteligente y que sepa razonar y no meros obreros al servicio de un sistema económico.</p><p><br /></p><p>C.I.- Eso sí es hacer ingeniería social.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, pero una ingeniería social odiosa, filonazi y de la que estoy claramente en contra. Todos esos tópicos que comentabais antes, ese conjunto de pegatinas sobre les fabes y la sidrina y la Santina de Covadonga, nacen de un contexto determinado y de una ingeniería social determinada, que fue la del franquismo. Esas pegatinas, esa forma de identidad asturiana, beben mucho de cómo el franquismo interpretaba las culturas particulares y para qué entendía que debían valer. Lo curioso es que en Asturies, al contrario de en otros territorios de España, no hubo una ruptura cultural con el franquismo en ese sentido. Esa política cultural franquista fue asumida acríticamente por muchos sectores, no sólo de la derecha, sino también de la izquierda, y llega hasta nuestros días. Hay determinados razonamientos que siguen siendo los de la Diputación; los de aquel jerarca del fascismo que fue delegado provincial aquí y que tenía una frase para mí maravillosa: «¡Cuánto marisco hay que comer para llevarse los garbanzos a casa!» (risas).</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Hay otra idea de Asturias que es completamente transversal, porque la tiene la derecha y la tiene la izquierda, y que consiste en entender Asturias como una suerte de reserva espiritual de España; como la región que, cuando España está en peligro, se echa a España a la espalda y la salva del desastre. Esa idea es la que está detrás del mito de Covadonga, pero también del de Octubre del 34.</p><p><br /></p><p>X.B.- Tendríamos que revisar muchos mitos para darles nueva vida o matarlos definitivamente o al menos ponerlos en cuarentena crítica. Están los mitos, la interpretación que hacemos de los hechos, y los hechos. Y lo que advierto es que en este territorio, por razones que a mí se me escapan, ha existido históricamente esa vocación de españolidad. La vinculación que con España tienen Asturies, León y Zamora, probablemente sea superior a la del resto de comunidades que forman el Estado. El problema está en cómo conseguir que eso vaya en beneficio de los otros, pero también en el propio.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- El lema acuñado por el padre del andalucismo, Blas Infante: «Andalucía por sí, para España y la humanidad». Aquí tenemos claro el «para España y la humanidad», pero no existe una Asturias para sí.</p><p><br /></p><p>X.B.- He llegado a escuchar, hará año y medio, al presidente Javier Fernández decir que él no estaba al frente del Gobierno de Asturies para defender los intereses de los asturianos. Si no está para eso, ¿para qué está? Y ojo, considero a Javier Fernández un político inteligente que ha hecho cosas en defensa de los intereses de Asturies. Pero por alguna razón, él tiene y manifiesta tener una idea de su papel en la que esa defensa es secundaria.</p><p><br /></p><p>C.I.- Tal vez sea Javier Fernández uno de los políticos con mayor solidez y sensibilidad intelectual. Es ingeniero de minas, pero confiesa que su anhelo personal era haber ido para profesor de literatura o de historia. Una especie de ingeniero benetiano, que devora poesía, filosofía…, lo que se le ponga por delante. Y además, cuando escribe, lo hace con un anhelo ensayístico envidiable. Pero no sé muy bien porqué es incapaz de incorporar a su discurso ilustrado una sensibilidad por lo propio, por su cultura materna.</p><p><br /></p><p>X.B.- A mí al finalizar una entrevista me dijo en broma que no asumían el asturianismo cultural porque entonces ganarían por goleada y no habría oposición.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Tenía que dejar algo para los demás (risas).</p><p><br /></p><p>C.I.- Javier Fernández habla asturiano, un asturiano amestáu, fruto de la diglosia.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- ¿Sí? Me cuesta imaginármelo hablando asturiano, la verdad.</p><p><br /></p><p>C.I.- Sí, sí. Tampoco es nada raro: es de Mieres, uno de los concejos asturianos donde más asturfalantes hubo y hay.</p><p><br /></p><p>X.B.- El presidente Javier Fernández es, y lo es a mucha honra, Javierín el de les Cases Barates. Y es una persona inteligente, pero con una formación que como la de cualquiera, como la mía propia, viene trufada por lo que le ha tocado vivir. En los años cincuenta y sesenta, cuando la gauche divine asturiana —a la que yo llamo la gocha divina (risas)— empezó a plantear una visión distinta del mundo y a actualizar la lucha antifranquista, tenían mucho peso personalidades concretas. Uno de ellos era un señor que se llamaba Pedro Caravia, que era discípulo discreto de Ortega y Gasset y que, no sé si muy conscientemente o por necesidad de ocupar un lugar, fue sembrando de prejuicios ese discurso cultural nuevo que se estaba generando. Él vivía en Colunga, no recuerdo en qué pueblo…</p><p><br /></p><p>C.I.- Gobiendes.</p><p><br /></p><p>X.B.- Gobiendes, eso es. Pues bien, él pasaba el fin de semana y los veranos en un ambiente absolutamente asturfalante, o no, qué sé yo. Pero estaba desterrado de la Villa y Corte, y cada vez que llegaba a Casa Bango, en El Fontán, y se ponía hablar en castellano, sentía la necesidad de ridiculizar toda perspectiva asturianista que hubiera. En aquellas tertulias se formó gente que después sacó adelante un discurso muy endófobo. Recuerdo haber leído que si alguien le llegaba con una traducción de Descartes al asturiano se las tendría que ver con él. Uno se pregunta, inocentemente, ¿qué hay de malo en traducir a Descartes a cualquier lengua? Pues bien, para él sí lo había, y mucho, y como tenía alguna gracia decía: «Quieren por lengua un balbuceo, un babillage de subnormal». Caravia, a quien no conocí, pero sí leí, tiene páginas maravillosamente escritas, pero practicaba esa endofobia y tuvo una gran influencia en gente que después fue determinante en el diseño cultural de la autonomía asturiana. Y fue una pena, porque en Asturies también vivía otro discípulo de Ortega que se llamaba Fernando Vela y que era una persona muy inteligente y que no tenía esos prejuicios hacia la lengua asturiana porque había sido, entre otras cosas, el Aduanero en Tánger; aquél que llevó sobre sus espaldas el peso de la Revista de Occidente en el exilio. Fue él quien introdujo en el vocabulario científico de Ortega la palabra afayadizo, sobre la que después Ortega escribió unas páginas maravillosas. Vela estaba atento a lo que hablaba la gente, pero su magisterio no primó sobre el de Caravia, entre otras cosas porque prefirió hablar en una zapatería de Llanes que en un chigre de Oviedo.</p><p><br /></p><p>C.I.- No pontificó ante las futuras élites.</p><p><br /></p><p>X.B.- No. Y ya digo, fue una pena. Pero toda esta cuestión nos demuestra que los rasgos culturales no son inevitables; que nada de esto viene de una raíz amarga del ser asturiano. No, no: son construcciones diseñadas por una élite a la que en un momento determinado le parece útil que la gente se comporte así. En Galicia, a través del concepto de saudade y de otros, intentaron otras cosas, pero aquí sucedió eso.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Una de las desgracias de Asturias es que el antiasturianismo prendió en gente muy inteligente e influyente por lo demás: Gustavo Bueno, Emilio Alarcos…</p><p><br /></p><p>X.B.- Pero igual que el antiirlandesismo, y el antigalleguismo, y el antibretonismo… Julio Camba, que es un escritor que admiro una barbaridad, no desaprovechaba ocasión para ridiculizar a quienes escribían en gallego.</p><p><br /></p><p>C.I.- Ahí está el caso de James Joyce, por ejemplo.</p><p><br /></p><p>X.B.- James Joyce no fue antiirlandesista, aunque sí un anti nacionalcatólico, lo que entonces era fácilmente asimilable a un nacionalista irlandés (el único que no respondía a ese esquema, por socialista, era Sean O’Casey, a quien Joyce menospreciaba ampliamente). Los poemas de Joyce, muy buenos, aquéllos de la música en el agua, tienen un eco claro en la poesía celtista de Yeats; y Finnegans Wake, admirablemente traducido por Marcelo Zabaloy, ¿no es el intento de reproducir la lengua del Otro, la que ni siquiera sabes a medias? En un cuento que escribió en Dublineses, a uno de sus personajes le recomiendan que en vez de leer a Aristóteles o viajar al extranjero aprenda la lengua materna. Y ese personaje, desolado, se va a Roma (estoy fabulando) buscando ese rincón donde florece el limonero en Irlanda. El caso es que eso que leyeron, mal traducido en la versión de José María Valverde, que no lo podían entender porque no había dios que lo entendiera, se interpretó como dogma de fe. El secreto estaba en menospreciar al Otro y daba igual, a una altura de la cazalla bebida, que el Otro fuese alguien próximo.</p><p><br /></p><p>C.I.- ¿Recuerda aquellos carteles de Lliberación contra el filósofo Gustavo Bueno y el lingüista Emilio Alarcos por su beligerancia genital contra la oficialidad del asturiano?</p><p><br /></p><p>X.B.- «Ésta ye la cara que tienen», decían. ¿Cómo no me voy a acordar? Bueno, Alarcos y José Evaristo Casariego (historiador y líder del carlismo asturiano), del que por cierto recuerdo una anécdota simpática. A los que hicieron los carteles no les costó trabajo encontrar, a través de los periódicos, fotos de Gustavo Bueno y de Emilio Alarcos, pero de Casariego no eran capaces de dar con una. El caso es que un día se lo toparon por la calle y lo abordaron: don Evaristo, verá, vamos a sacar un cartel contra usted y otros diciendo «esta ye la cara que tienen», pero no tenemos una fotografía suya. ¿Podríamos hacérsela? Les dijo Casariego: «Por supuesto», y se la hicieron. Luego los diseñadores del cartel le añadieron una boina roja, la boina carlista, y yo, tiempo después, hablé con Casariego y me contó que una de las cosas de las que más orgulloso estaba en la vida era aquélla: que se hubiera empapelado Oviedo, Gijón y Avilés con una foto suya con la boina carlista (risas).</p><p><br /></p><p>C.I.- Juan Cueto, fundador de Canal Plus, ensayista y columnista de El País, pero también de Asturias Semanal y de Los Cuadernos del Norte, simboliza muy bien el relato que estamos haciendo de las élites intelectuales asturianas de la última mitad del siglo XX. Cueto tiene un libro precioso, esencial, que es la Guía espiritual de Asturias, en el que da una visión de Asturias como nación cultural. Sin embargo, en un momento dado vio incompatible su cosmopolitismo con su asturianismo ilustrado.</p><p><br /></p><p>X.B.- A Cueto el único ingrediente que le sobraba era el asturiano. Pero creo que no le sobraba del todo, ¿eh? Él lo veía como una herencia que no había prosperado, pero no era en ese libro especialmente refractario al pensamiento ecolingüista. En un primer momento, Alarcos también actuó así. Cueto siempre ofreció al otro la libertad de hacer. Hizo otras cosas, y en su derecho estaba, pero no se ofendía porque otros hicieran cosas distintas.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Siempre me he preguntado por qué ese antiasturianismo sereno, ilustrado y respetuoso brilla tanto por su ausencia. Lo que uno suele encontrarse es lo contrario: un hooliganismo, una visceralidad, un desprecio, absolutamente desatados y que yo nunca he alcanzado a explicarme. Alarcos, Bueno y compañía descuidaron sus propias carreras volcando todos sus esfuerzos en esa guerra que incluso desde unos presupuestos españolistas no tenía mucho sentido ni iba a ningún sitio.</p><p><br /></p><p>X.B.- Gustavo Bueno, hay que ver de dónde viene. Él viene de muchas fuentes y entre otras del pensamiento de Falange Española. Y no lo digo peyorativamente: con José Antonio Primo de Rivera hay que discutir. Simplemente constato un hecho: él viene de ahí, y por otro lado su vinculación sentimental con Asturies era la que era.</p><p><br /></p><p>C.I.- Veraneos en Niembru y ya está.</p><p><br /></p><p>X.B.- No lo sé. También estaba la Facultad de Filosofía y Oviedo. Lo que quiero decir es que su vinculación sentimental con otra Asturies, que a mí me parece igualmente importante, no existía. Esto no es malo en sí, puede tener hasta rasgos enriquecedores, pero se expresó por su boca o por boca de ganso en forma de argumentos dialécticamente muy violentos y muy poco convincentes.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- El caso es que hay asturianos que sí que tienen una vinculación profunda con Asturias y que no vienen, ni mucho menos, del mundo falangista y sin embargo también profesan ese hooliganismo. Puedo entender que a alguien no le importe lo más mínimo la suerte del asturiano, y también puedo entender una oposición serena y razonada a la cooficialidad, aunque mi postura sea favorable. Pero eso es algo que me he encontrado muy pocas veces en la vida. Me he encontrado lo contrario, ya digo: gentes moderadas por lo demás abominando del asturiano con una furia lindante con el infarto.</p><p><br /></p><p>X.B.- ¿Estás seguro de que no tiene que ver con Falange? Nada hay en la España actual, empezando por el independentismo actual, a lo que Falange le sea ajeno. Eso lo relaciono con algo que hay que analizar muy sosegadamente y que hace unos años quedó demostrado con el nacimiento de Foro Asturias, el partido de Francisco Álvarez-Cascos, y con cómo Foro ganó de golpe las elecciones: no hace falta rascar mucho para que aparezcan posiciones políticas que podrán ser lícitas, pero son durísimas. Estos argumentos de prietas las filas tienen un tremendo gancho popular en determinados sectores de la población e individuos que en nuestro caso, curiosamente, se interpretan a sí mismos como la Asturies auténtica. Ahí está Cherines Fernández, la portavoz del PP asturiano, tachando a los diputados de IU, Concha Masa y Gaspar Llamazares, de forasteros, para recriminarles que defiendan la oficialidad del asturiano. ¿En qué cabeza cabe eso?</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Llamazares lleva toda la vida en Asturias; nació fuera por el destino laboral de su padre, médico.</p><p><br /></p><p>X.B.- Y si no llevara toda la vida, ¿qué? ¿No puede defender el asturiano por ser de fuera? Es tremendo. No conozco a esta señora, nunca he hablado con ella. Cuando le leo cosas como esa, pienso: «Esto se ha transcrito mal, es una frase que se ha sacado de contexto». Pero nunca la he visto matizar y esa acusación es grave.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Al final la derecha española practica el mismo nacionalismo excluyente que dice denunciar.</p><p><br /></p><p>X.B.- Efectivamente. El asturianismo no nació con vocación de excluir, sino con vocación de integrar y de integrarse. ¡La reivindicación estrella es la oficialidad! A mí a veces me daba hasta vergüenza: ¿qué hago yo, que vengo de una corriente ideológica filoanarquista, gritando «¡oficialidad!» por la calle? (risas).</p><p><br /></p><p>C.I.- Permitidme volver al tema de las élites. En Asturias Semanal se formó toda una élite intelectual que no tenía nada que ver con Gustavo Bueno, aunque muchos fueran alumnos suyos —el propio Juan Cueto—, y que desarrolló un discurso asturianista heredero de los ilustrados del XVIII. Incluso hicieron propuestas temerarias para el esencialismo astur, como aquella portada en la que se proponía cambiar la letra del himno de Asturias, con renuncia a «subir al árbol y coger la flor». No sé si os acordaréis.</p><p><br /></p><p>X.B.- Yo, de las portadas de Asturias Semanal, recuerdo una en la que Alarcos decía que había que salvar el bable.</p><p><br /></p><p>C.I.- Cierto. Había esa élite cultural —esa vanguardia, por decirlo en términos leninistas— que era favorable a todas estas cosas y que en un momento dado cambió completamente y se echó para atrás.</p><p><br /></p><p>X.B.- O los echaron para atrás. En Asturies, en los ochenta, hubo un fenómeno cultural maravilloso, expresado en castellano, que dirigía Juan Cueto y que se llamó Los Cuadernos del Norte. Era un proyecto con una potencia cultural asombrosa y asentó a Asturies en el centro de la discusión universal en aquel momento. Ahí aparecían cuestiones locales de otros sitios y cuestiones locales de este sitio; el cine de Godard y los conxuros de Tineo.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Lo glocal, que acuñó Cueto.</p><p><br /></p><p>X.B.- Eso es. Un proyecto maravilloso y en el que supongo que con el tiempo habríamos aparecido nosotros. En 1982 no podía ni soñar con escribir una reseña en los Cuadernos del Norte; me faltaban muchos años de formación para poder hacerlo, pero supongo que hubiéramos acabado llegando. Publiqué un poema, eso sí. ¿Qué sucedió? Que aquel proyecto cultural fuerte, que tenía rasgos asturianistas y otros, en un momento dado se dinamitó. Y no se dinamitó por esos rasgos asturianistas, ése no fue el motivo. ¿Quién lo dinamitó? Pues quien lo dinamitó todo para hacerse con el poder. El señor José Ángel Fernández Villa, el líder del sindicato minero SOMA-UGT.</p><p><br /></p><p>C.I.- Exacto. Siempre digo que la alianza entre la tía Nemesia [familia del ex líder del PP asturiano Isidro Fernández Rozada] y el clan del SOMA fue terrible. Siendo ágrafa, tuvo una fuerza intelectual que abruma.</p><p><br /></p><p>X.B.- Tuvo una fortaleza tribal; intelectual, aunque le pongas comillas, no me atrevo a decirlo. Pero bueno, a lo mejor Fernández Rozada tenía razón cuando decía que le había enseñado aquella carta en la que lo invitaban a un acto a una tía que era asturfalante y la tía Nemesia, que supongo que en paz descanse, no había entendido nada. Seguramente la tía Nemesia no sabía leer aquella carta, escrita de una forma tan gongorina que no era la más adecuada para invitar a nadie a un acto público o a tomar un vino. Y sí, cuando el ex presidente del Principado Juan Luis Rodríguez-Vigil decía que la política asturiana se hacía alrededor de una mesa camilla, tenía más razón que un santo. Rodríguez-Vigil, por cierto, es otro de los grandes herederos de aquel proyecto asturianista truncado. Él no tenía el asturiano dentro de su horizonte de expectativas, ni mucho menos, pero sí que tenía un planteamiento en el que indefectiblemente hubiera acabado teniendo una cabida honrosa la lengua asturiana. Pero con eso fue con lo que acabaron los Villa y compañía. Es un poco aquello de Manuel Llaneza (fundador del SOMA): «Don Manuel, ¿cuándo vamos a subvertir todas las reglas y a abolir la propiedad privada?». «Cuando podamos. Mientras no podamos, pactamos» (risas).</p><p><br /></p><p>C.I.- El no toca es un mantra para todo. A mí, la reapertura del debate sobre la oficialidad del asturiano me rejuvenece, es un retorno al pasado.</p><p><br /></p><p>X.B.- La diferencia es que ahora nuestras posiciones están mucho más pulidas por la experiencia de la que entonces carecíamos, y ahora no entramos a determinados trapos. Nos llamaron de todo. Llegaron a cuestionar nuestra heterosexualidad, que es algo que a mí siempre me divirtió muchísimo. Aunque no soy homosexual, la verdad es que me hubiera gustado que me tentara.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Algo tendrá el agua cuando la bendicen (risas).</p><p><br /></p><p>X.B.- Claro, algo tendrá la homosexualidad cuando hay gente a la que le gusta tanto. Bueno, pues dijeron eso, y también dijeron que estábamos en esto por robar dinero público.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- El argumento, también desoladoramente recurrente, de que los asturianistas sólo lo son para pescar subvenciones.</p><p><br /></p><p>X.B.- Que es un argumento curioso, porque aquí lo único que se subvenciona, y poco, es la industria del libro; a la imprenta y al editor. Nunca un escritor en asturiano ha tenido una subvención asturiana.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Y a lo mejor debería tenerla. ¿Qué tienen de malo las subvenciones a escritores?</p><p><br /></p><p>X.B.- Nada. De hecho, en Suecia, en Dinamarca, en Islandia, en Letonia, en Lituania, en Alemania, en Francia, los escritores sí tienen ayudas públicas. También las hubo en España: unas ayudas a la creación del Ministerio de Cultura que después desaparecieron. Yo recibí una hacia 1994 que agradecí mucho porque aquellas 700.000 pesetas me permitieron ser escritor. Me las dio el Gobierno de España de la altura, que no veía ningún inconveniente en que escribiese en asturiano. Porque eso de que el problema del asturiano es el centralismo… Algo habrá, pero el problema está aquí en casa. En Madrid tengo que explicar es por qué el asturiano no es oficial. Dan por supuesto que lo es.</p><p><br /></p><p>C.I.- Noruega, por ejemplo, para que perviva una lengua hablada por cinco millones de personas dedica mucho dinero a que se escriba en noruego, y ésa es la razón de que exista un fenómeno de éxito internacional como Mi lucha, una novela de seis tomos escrita por Karl Ove Knausgård, que ha sido traducida a varios idiomas. En Noruega, para que perviva su lengua, al Xuan Bello vikingo el Estado le diría: «Oiga, deje de hacer periodismo y televisión y dedíquese a escribir».</p><p><br /></p><p>X.B.- A mí me gusta el periodismo. Sobre Escandinavia, fijaos, IKEA, que es sueca, compra 1.000 ejemplares de todos los libros que se publican en sueco. Son los que adornan las estanterías de ese establecimiento. Por cierto, hay una cosa curiosa que no sabe la gente, y es que una de las primeras veces que se impartió asturiano en una escuela pública fue en Noruega. Sucedió cuando a Luis Salas Riaño, uno de los fundadores de la tertulia Óliver, que vive en Noruega desde hace años y es filólogo de formación, le llegó el momento de matricular a sus hijas en la escuela pública. Allí, en ese momento, te preguntan dos cosas: por un lado, si quieres que el niño se escolarice en bokmål, que es el noruego literario y en esencia un danés norueguizado, o nynorsk, que es un nuevo noruego basado en los dialectos populares; y por otro, cuál es la lengua materna, familiar, del chaval. Él puso que era el asturiano, y a los cinco días recibió una carta en la que le decían: mire, hemos estado buscando denodadamente profesores de asturiano y no hemos encontrado ninguno, pero tenemos la obligación de dar a sus hijos una educación en su lengua materna, así que, ¿qué le parece si lo contratamos a usted mismo?</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Lo de Escandinavia es otro planeta…</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, sí. De esos extremos hablamos.</p><p><br /></p><p>C.I.- Xuan, por continuar y cerrar un poco la línea de las élites que hicieron daño o más bien pusieron obstáculos…</p><p><br /></p><p>X.B.- Creo que ni lo uno ni lo otro. Tenemos que dejar de buscar culpables: no los hay. Todos los procesos son endiabladamente complicados, y no hay culpables: lo que hay son actores culturales que en un determinado momento esgrimen unos argumentos y condicionan la realidad, que es muy terca y plantea numerosas complejidades. ¿Qué se yo lo que pensaría si hubiera pasado por la tertulia de Pedro Caravia a tomar vinos en 1973? A mí no me cabe duda de que Caravia tenía que ser muy convincente.</p><p><br /></p><p>C.I.- Sí, tiene razón. Pero por cerrar esta línea. Tenemos, por un lado, al grupo de Pedro Caravia, que no quiere, y por otro al grupo de los asturianistas ilustrados que quieren y en un momento dado pueden, pero dejan de poder. Pero hay una tercera generación que es la que nace ya en los años sesenta, la nuestra, que armoniza el interés por lo propio y el interés por lo ajeno. Sin embargo, esa generación no toca poder.</p><p><br /></p><p>X.B.- Somos una generación interregnos. La generación que no llega al poder, sí. Nuestro problema, o no sé si nuestra suerte, fue que esa generación anterior que sí llegó al poder —la de los nacidos en los cuarenta, cincuenta— llegó al poder muy joven, con veintimuchos o treinta y pocos, y lo detentó muchísimo tiempo. La larga marcha por las instituciones de la que hablaban los maoístas mientras esperaban la revolución, la cumplieron hasta jubilarse (risas). Han estado en el poder mucho más que el dictador. Y ahora que lo está dejando está siendo sustituida, no por nuestra generación, sino por otra que vuelve a ser muy joven: la de la gente de Podemos y Ciudadanos. Una generación que llega al poder, que está llegando, sin una experiencia de derrotas y frustraciones.</p><p><br /></p><p>C.I.- No obstante es su generación, la que literariamente se llama del segundo Surdimientu, la responsable de que el asturianismo ilustrado siga vivo.</p><p><br /></p><p>X.B.- Hay toda una literatura asturiana y un pensamiento ecolingüista que ha ido calando poco a poco en la sociedad y que es lo que permite ahora la posibilidad de avanzar hacia la oficialidad del asturiano. ¿Por qué de pronto va a ser oficial el asturiano? Porque se puede.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- ¿Va a serlo? Soy pesimista, la verdad.</p><p><br /></p><p>X.B.- Va a serlo. Es una consecuencia lógica de la historia. Es verdad que la próxima reforma constitucional va a ser seguramente una reforma que restrinja el Estado de las autonomías, en la que se impongan los criterios españolistas de Ciudadanos y el PP, pero…</p><p><br /></p><p>C.I.- El mensaje del nacionalismo español está claro: Primero las banderas rojigualdas al viento y después un golpe en la mesa: «Esto no puede seguir así».</p><p><br /></p><p>X.B.- Bueno, es un mensaje lícito. Pero mí me da igual, porque el problema del asturiano no es de centralización o descentralización. El Estado tendrá que seguir respondiendo de igual manera a las diferentes lenguas que se hablan en España. Soy moderadamente optimista ante la ley de la oficialidad, bien entendido que no va a garantizar nada y que el proceso seguirá necesitando un montón de apoyos, de reflexión y de aplicaciones y que estamos ante una batalla que estamos perdiendo no ya en Asturies, sino en el mundo.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Xuan Xosé Sánchez Vicente [uno de los padres del asturianismo político de la segunda mitad del siglo XX] suele criticar a quienes creen en lo que él llama la oficialidad milagrera. Y el profesor Ramón d’Andrés dice algo parecido: la oficialidad puede declararse mañana y que el asturiano desaparezca pasado.</p><p><br /></p><p>X.B.- Ésa es una de las cosas que fuimos aprendiendo: lo de la oficialidad tótem. No por tener el tótem levantado existe Dios, y el proceso no ya de dignificar el asturiano, sino de construir una cúpula de palabras, de libros, de conocimientos, de articulación social en la que resuene la voz culta de Europa, es una batalla que estamos perdiendo en todo Occidente. La están perdiendo las humanidades.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Claro, claro. En un momento dado, la batalla empezará a ser, ya lo es de alguna manera, salvar al castellano frente al inglés. Y es la misma batalla que la de salvar al asturiano.</p><p><br /></p><p>X.B.- Por supuesto. La batalla de la oficialidad del asturiano es la batalla de las humanidades, la de salvar el asturiano, pero también el latín, el castellano y en realidad hasta el inglés: el de Shakespeare frente al basic English.</p><p><br /></p><p>C.I.- Ahí estamos: salvar las humanidades. Una batalla que la Ilustración está perdiendo frente al economicismo depredador.</p><p><br /></p><p>X.B.- Hablábamos antes de la ingeniería social: hoy lo que parece quererse es un ejército de europeos que sean como los chinos, que aprenden a apretar una tuerca sin preocuparse por Li Po, por Lao Tsé o por la gran cultura china. A nosotros nos está sucediendo lo mismo, y nuestra misión no es que sea sólo salvar el asturiano, es que es salvar el latín.</p><p><br /></p><p>C.I.- Por seguir con las identidades. En uno de sus últimos libros, se ha preguntado qué es ser asturiano y da una respuesta muy metafísica: asturiano es aquél que mira por las ventanas del alma y ve que orbaya y que todo está bien junto al fuego del corazón. Refleja toda una manera de estar en el mundo más que de entenderlo.</p><p><br /></p><p>X.B.- Bueno, eso es el asturiano que era en aquel momento. Pero lo era yo. Un asturiano, ¿qué es? Pues es un individuo: la propia palabra lo dice. Cada asturiano es asturiano de una manera distinta. Yo soy un asturiano nacido en Paniceiros, en el concejo de Tineo, y con una determinada peripecia vital. Mi hermana Maya, que también es asturiana nacida en Paniceiros, en el concejo de Tineo, tuvo una peripecia vital muy diferente de la mía y es tan asturiana como yo, pero de una manera diferente. No hay identidades que se puedan resumir en una frase, ni en un verso. La asturiana es, como todas las sociedades, una sociedad plural. Muy plural, de hecho.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Y gracias a Dios que lo es.</p><p><br /></p><p>X.B.- Y gracias a Dios, sí, sí. Acordaos de aquello de las Identidades asesinas de Amin Maalouf. Yo dudo mucho de la integridad de un individuo que afirma que sólo tiene una identidad. Y esto no es sólo una frase. Alguien que dice que sólo tiene una identidad sólo puede estar mintiendo.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- También hay quien dice que no tiene ninguna; que es ciudadano del mundo.</p><p><br /></p><p>X.B.- El que dice eso es una persona que no ha reflexionado suficientemente sobre sí misma, y esa afirmación no admite ni el comienzo de la conversación. Yo no puedo hablar con alguien que no tiene identidad.</p><p><br /></p><p>C.I.- Es hablar con un fantasma.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, o más bien el hollow man de T. S. Eliot; un hombre fallido, vacío, alienado. La alienación también es una identidad, pero no tiene nada que ver con el cosmopolitismo. El cosmopolita quiere ser, como todos los quesos, famoso al menos en algún sitio (risas).</p><p><br /></p><p>C.I.- Hay todo un mundo que a mí siempre me ha atraído mucho, que es el del Imperio austrohúngaro. Usted es muy triestino: le gustan Svevo, Saba, Magris… Y también responde bien al cosmopolitismo de Stefan Zweig, de Joseph Roth, de Imre Kertèsz…; a esa identidad expansiva que reconoce muchas identidades.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, pero bueno, al margen de que a todos nos gusten los perdedores, el Imperio austrohúngaro no dejaba de ser un Estado absolutista. Sí, se cantaba el himno nacional en dieciséis lenguas diferentes: esloveno, serbio, polaco, alemán, rumano… Pero era un Estado absolutista.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Y se disolvió por algo.</p><p><br /></p><p>X.B.- Y se disolvió precisamente por las reivindicaciones nacionales, sí; por las diferentes revoluciones burguesas que fueron descollando en cada país. Por otro lado, en el siglo XIX sucedía una cosa que os parecerá poco importante, pero que no lo era. En el siglo XIX no existía el desarrollo tecnológico que existe ahora. Ahora tenemos Internet, televisión y una serie de medios de comunicación que hacen posible la convivencia de lenguas. En aquel entonces no había esas cosas, pero es que no las había en 1980. En 1980 no era posible tener abiertas escuelas en todos los pueblos de Asturies. En 2017 podemos hacer eso y muchísimo más y la centralización y la aculturación, que generaron muchas desigualdades y dos guerras mundiales, ya no tienen sentido ni son posibles. La constitución liberal ya no puede ir vinculada a una idea de aculturación del otro, para empezar porque en el siglo XX aprendimos que ya no puede haber víctimas; que ya no puede haber derrotados. Ahora de lo que hay que hablar es de la transculturación. Nos lo están diciendo desde Europa.</p><p><br /></p><p>C.I.- Antes le preguntaba qué era ser asturiano. Doy un paso más. En este momento, ¿qué es ser español?</p><p><br /></p><p>X.B.- Para mí, ser español es formar parte de la hispanidad. Significa tener una sensación de cercanía y de familiaridad muy grande con andaluces, catalanes, gallegos, venezolanos, mexicanos… He tenido la suerte de impartir charlas y conferencias sobre lo que significa ser asturiano en diferentes sitios. Y en Londres y en Nueva York tenía que esforzarme mucho en explicarlo, pero en La Habana o en Caracas, no. Allí ya sabían lo que era ser asturiano. Eso es la hispanidad: que te conozcan.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- ¿También los portugueses?</p><p><br /></p><p>X.B.- También los portugueses si damos el pequeño salto que hay que dar, que es muy pequeño, para transformar la hispanidad en iberismo.</p><p><br /></p><p>C.I.- Hay un concepto al que le he dado muchas vueltas y que en cierta medida acuñó un señor al que usted ha leído y admira, que es el berciano Antonio Pereira: Poniente, un territorio que abarca a Asturias, Galicia, León, Zamora y el norte de Portugal y en el que se hablan cuatro lenguas: castellano, portugués, gallego y asturiano, o, si queremos ser más inclusivos, asturleonés.</p><p><br /></p><p>X.B.- No más inclusivos: más exactos.</p><p><br /></p><p>C.I.- Está bien esa corrección. Bueno, pues de ese Poniente, que es una república o un reino poético, usted es uno de los padres fundadores. Paniceiros es uno de los territorios, una de las provincias o comarcas, que forman esa república, como lo son la Celama de Luis Mateo Díez, la Vetusta de Leopoldo Alas Clarín, la Pesicia de González Quevedo, la Poladura de Xandru Fernández, el Tagen Ata de Méndez Ferrín o el Mondoñedo de Cunqueiro, lugar real pero que se transmuta en geografía fantástica.</p><p><br /></p><p>X.B.- Lo que sí se inventó Cunqueiro fue la selva de Esmelle, que «quizaves mellor que decila fora pintala».</p><p><br /></p><p>C.I.- ¿Existe esa República o Reino de Poniente?</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, creo que sí. En algún momento, he defendido con respecto a esto una hipótesis que es fundamentalmente poética, pero está basada en la realidad. Mirad, en la década de los treinta, cuarenta del siglo pasado, vinieron a Asturies muchos filólogos alemanes: Fritz Krüger y otros que se dedicaron a peinar todo el territorio del noroeste ibérico, del Duero para arriba, sin distinguir fronteras administrativas. Analizaron la lengua en Cangas del Narcea, en L.leitariegos, en Ibias, en El Bierzo, en zonas de Ourense, en Trás-os-Montes… Y generaron toda una bibliografía maravillosa que tiene una gran importancia para una disciplina venerable, que son las románicas. Ellos tenían el método de palabras y cosas. Llegaban y preguntaban: «¿Cómo se llama esto?» [Xuan Bello coge un vaso], y la gente les respondía: «vasu», o «cuepu», o lo que fuera. Después iban conectando esas palabras con el latín. A lo que iba: curiosamente, todos esos trabajos comienzan con una descripción geológica del lugar. Ellos llegaban a, yo qué sé, Bisuyu, y empezaban por describir que la zona tenía una veta carbonífera por no sé dónde y así seguían. Era como si tuvieran la conciencia de que el estrato, la tierra, que la gente pisaba condicionara la forma de entender el mundo y de hablar de la propia gente, cosa que es verdad.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Una suerte de telurismo.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, sí, una cosa telúrica. Claro, la verdad inconfesable era que eran filólogos metidos a espías. Lo que andaban buscando era el wolframio que necesitaba el Tercer Reich para hacer aquellos misiles que lanzaban contra Londres (risas).</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Marxismo puro: en el fondo de todo siempre está la economía (risas).</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, sí (risas). Pero bueno, el caso es que había algo ahí que… Mirad, desde L.luarca hasta Miranda de Douro hay una pizarrona inmensa que no recuerdo cómo se llama. Me lo han contado alguna vez mis amigos de la Facultad de Geología. Es la mayor masa de pizarra que existe en el mundo. Y siempre he pensado que esa pizarra tiene algún tipo de propiedad estupefaciente que, desde hace siglos, hace a la gente de esta parte del mundo soñar de otra manera. Pensemos en lo que sucedió por esta zona en los siglos III, IV y V: de pronto, en El Bierzo, se produce una especie de milagro con unas consecuencias determinantes para la historia del pensamiento y la literatura universales, que es que san Valerio, Valerio Asturicense (era de Astorga, y de ahí lo de asturicense), y san Facundo, el que funda la Iglesia en Braga, empiezan a hacer escritos sobre el Apocalipsis y a sentar los inicios de una forma de soñar que después iría extendiéndose a lo largo del tiempo y generando una tradición ininterrumpida; una manera diferente de soñar que gusta a los que son de esta parte del mundo pero también a los que son de otras partes. En esta zona tenemos la habilidad de contar cuentos muy entretenidos.</p><p><br /></p><p>C.I.- En la última cumbre asturgalaica, el presidente Javier Fernández habló de la necesidad de una «conciencia del noroeste».</p><p><br /></p><p>C.I.- Es una gran idea por muchas razones, incluidas las económicas y las culturales. Si miramos un mapa de las grandes comunicaciones económicas de la Península Ibérica asusta el aislamiento del noroeste, del territorio que los romanos llamaron Gallaecia et Asturia. Vertebrar esta parte del territorio ibérico es muy importante en muchos aspectos. Ojalá nuestros representantes perseveren.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Una de las cosas que a mí me atrae de esa idea de Poniente es que es rupturista con todos los nacionalismos de la zona. Rompe el nacionalismo asturiano y el gallego hacia arriba y rompe el nacionalismo portugués y el español hacia abajo.</p><p><br /></p><p>X.B.- Pero no deja de responder a una unidad, que es la de lo que en lingüística se llama Gallaecia Magna.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Eso es. Desde una historicidad indudable, mayor incluso que la de muchos nacionalismos realmente existentes, Poniente tocaría las narices —valga la expresión— a todas las banderías de esta parte del mundo.</p><p><br /></p><p>X.B.- Entre el norte de Portugal, Galicia, Asturias, León y Zamora hay una unidad lingüística indudable. En realidad hablamos el mismo latín con diverso acento. Hay una unidad léxica y sintáctica que está por encima de las diferentes maneras que tenemos de hablar el latín. Y ésa es una articulación importante. Pero podríamos hacer al tiempo otro tipo de articulaciones que también estarían muy bien: hacia el oriente, por ejemplo, o hacia el norte. El celtismo es una corriente que está muy desaprovechada por falta de apoyos, pero que ha demostrado ser exitosa cuando ha podido: uno de los nuestros, Lisardo Lombardía, acabó siendo director del Festival Celta de Lorient, y grupos como Llan de Cubel o como Felpeyu han llegado a vender mucho y a ser muy conocidos en Irlanda y en Escocia.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Y es lo que comentábamos antes: ser celtistas no tiene por qué ir en menoscabo de ser hispanistas, europeístas e incluso mediterraneístas en un momento dado.</p><p><br /></p><p>X.B.- Claro, claro. El atractivo que tenemos para un británico o un nórdico es que somos medio mediterráneos.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- No dejamos de hablar una lengua gestada en el Lacio y que nos conecta con Portugal, pero también con Rumanía, Dalmacia o Sicilia, aunque haya gente, estudiosos incluso, que haya negado la romanización de Asturias.</p><p><br /></p><p>X.B.- Negar eso es como negar que uno tiene identidad. Si no hubo romanización de Asturies, ¿qué diablos estamos hablando, entonces? Hablamos latín. Un latín corrompido, pero latín. La romanización de Asturies es un hecho absoluto.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Pero hay quien la niega. Hay todo un debate historiográfico al respecto entre quienes dicen que la romanización de Asturias fue intensa, caso de Carmen Fernández Ochoa, y quienes sostienen que se redujo a Gijón, Lugo de Llanera y poco más y que el latín llegó después, ya en la Edad Media.</p><p><br /></p><p>X.B.- No estoy muy al tanto de estos estudios, seguro que son apasionantes, y seguro que todos guardan razones. ¿Cuándo se latiniza completamente Asturias? Xulio Viejo ha publicado un ensayo sobre el origen de la lengua asturiana que podría ofrecer luces en esta cuestión. Lo cierto es que en los orígenes del Reino de Asturias ya hablábamos en un latín peculiar, pero lo que no sabemos es si era la única lengua que se hablaba. ¿Quedaban reductos del antiguo astur, la lengua prerromana? Pues no lo sabemos con certeza. Hay un montón de palabras prerromanas en asturiano, palabras que no vienen del latín, y muchos nombres de lugar que se explican por esa lengua que se habló sin duda, fuera una o varias. Pero romanizados, sí que fuimos romanizados. Hace unos años me puse, sin éxito alguno, otra vez a estudiar latín. Leía el Asno de Oro de Apuleyo, que es una delicia, y advertí una coletilla estilística que me conmovió. Apuleyo, después de dar una información que quiere matizar, escribe «Lege plus»: «lee más, sigue leyendo». Pues hay en asturiano occidental una interjección, «oi chus», muy parecida. Creo que viene de «Audi plus»: «escucha más, sigue escuchando», que se utiliza en los cuentos orales con idéntica función a la que aparece en el texto de Apuleyo. A mí estas cosas me conmueven.</p><p><br /></p><p>C.I.- También se ha negado que aquí hubiera judíos.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, hasta que se comprobó que nuestro ADN era fundamentalmente semita (risas). Mira, Bello, mi apellido berciano, aparece en todas las listas de apellidos judíos. Bello es un apellido de origen gallego y signficaba «viejo» en castellano: los Bello eran los opuestos a los Novo (los nuevos, los jóvenes). Curiosamente, en el Lletres Asturianes número 1 publicamos varios poemas Llorienzu Novo Mier y yo. Novo Mier ya frisaría en los setenta, yo sólo tenía dieciséis años.</p><p><br /></p><p>C.I.- El medievalista Juan Uría, que estudió la presencia de los judíos en Asturias, hacía en aquel estudio de los años cuarenta del siglo pasado una introducción preciosa en la que decía algo así como: «Suerte que ya no queda ningún judío por aquí y no estamos teniendo los problemas que hay en otros sitios». Lo escribía cuando la División Azul combatía junto a las tropas de Hitler y Auschwitz funcionaba a pleno rendimiento. Pero bueno, Uría documenta perfectamente la existencia de judíos y posteriormente otros han ido certificando que Asturias, como el resto del Noroeste ibérico, fue refugio de quienes huían de la Inquisición; de los marranos.</p><p><br /></p><p>X.B.- Cierto. En algún momento yo fantaseé con que la familia de Baruch Spinoza procedía de la judería de Cangas del Narcea. También hubo mucho criptoislamista: ahí está el topónimo de L.lamas del Mouru para demostrarlo. Mirad, otra cosa curiosa: creo que no hay pueblo en la Tierra que no haya defendido la posibilidad de que Cristóbal Colón fuera de allí. Lo defendió Venecia, lo defendió Génova…</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Y últimamente Cataluña.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, sí, Cataluña también, y Galicia, y Portugal… Se ha defendido en todas partes. Sin embargo, nunca he leído o escuchado a nadie defender que Cristóbal Colón fuera asturiano, y no entiendo por qué. Si pensamos que Cristóbal Colón, cuando lo nombran almirante de todas las Españas, escoge como solar L.lamas del Mouru, un sitio absolutamente desolado donde nada valía nada; y que la propiedad del palacio de L.lamas del Mouru fue lo último que vendió Colón de Carvajal, aquel amigo del Rey Juan Carlos que descendía de Colón…</p><p><br /></p><p>C.I.- Bueno, ya que hemos vuelto a los territorios literarios, sigamos.</p><p><br /></p><p>X.B.- Hombre, me gustaría, la verdad (risas).</p><p><br /></p><p>C.I.- Tiene escrito que la poesía, a fin de cuentas, es lo que más le interesa. Sin embargo, pasó veinte años sin publicar poesía, aunque usted tiene un concepto según el cual poesía es todo lo que se escribe.</p><p><br /></p><p>X.B.- La poesía nace en muchos sitios. Puede nacer en una página de prosa, puede nacer en un reportaje periodístico… A mí, durante un tiempo, cuando trabajaba en un periódico, me tocó hacer los horóscopos. Y yo, como grandes dotes adivinatorias no tengo, me dedicaba a escribir un pequeño poema para cada signo; un poema brevísimo. Y había gente que me decía que acertaba (risas). Cuando hablo de poesía, hablo de palabra escrita en solución de armonía, independientemente de que esté escrita en verso o en prosa. El verso es una idealización que a veces libera y a veces constriñe; es una sensación física. Y hay textos en prosa literariamente magníficos que no son poesía, que son otra cosa; pero hay otros que son artefactos de sentido donde forma y fondo se confunden y si cambias una palabra de un sitio para otro cambia todo. A mí lo que me interesa es eso, y es un empeño que persigo en cada cosa que hago, aunque no siempre lo consiga: para un artículo en el periódico, para un relato, para un poema o para lo que sea. En ese sentido, no distingo géneros, aunque después reconozca varios géneros.</p><p><br /></p><p>C.I.- Es una reflexión muy de los últimos años, ante los anunciados apocalipsis de la novela o la poesía, pero no nos engañemos: ese adulterio siempre ha estado ahí.</p><p><br /></p><p>X.B.- Las taxonomías son necesarias. Tenemos una medicina competente gracias a la taxonomía; y desde Linneo hay una parte de la ciencia que consiste en agrupar y separar. Con la literatura sucede lo mismo: la taxonomía, a veces, es necesaria para enseñar literatura. Pero es cierto que Horacio se saltaba la poética de Horacio constantemente. Los grandes autores se saltan los preceptos continuamente. .</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Crean su propia taxonomía.</p><p><br /></p><p>X.B.- Generan otra cosa, sí, pero ahí entra el problema del analfabetismo. Yo soy de los que todavía creen, como lo creía Trotski, que es posible construir una sociedad igualitaria y con las clases abolidas en la que cualquier campesino, cualquier obrero, cualquier burgués, cualquier habitante de ese Estado, pueda dialogar de tú a tú con Sócrates o con Platón.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Esa idea está ya en el Manifiesto comunista. Hay un pasaje concreto en el que Marx y Engels fantasean con una sociedad en la que uno pueda cazar por la mañana, pescar por la tarde, criar ganado al atardecer y escribir críticas literarias después de cenar.</p><p><br /></p><p>X.B.- Ese horizonte ético, por inalcanzable que sea, hay que tenerlo. El problema es que vivimos en el sistema en el que vivimos, y la literatura está interceptada por ese sistema, y de qué manera. ¿Cómo no iba a estarlo? Hay todo un sistema de prejuicio cultural que dice que lo que vende es la novela; y de eso están convencidos editores, libreros y muchos novelistas que como es lógico quieren vender. Pero mirad, yo nunca he escrito una novela. Hasta ahora no he cedido a eso a lo que sí cedió André Breton, que también decía que nunca iba a caer en la odiosa tentación de la novela. Él cayó, pero yo, de momento, me contengo. Sin embargo, mis libros venden. A la gente le gusta la novela, por supuesto, pero también agradece otras cosas, e igual esas otras cosas venderían más o lo mismo que la novela si no hubiera una operación comercial que favorece que lo que se venda sea la novela.</p><p><br /></p><p>C.I.- Usted fue muy valiente en un momento dado, porque tenía un entorno poco favorable para dar el paso que dio con Historia universal de Paniceiros: un libro en el que hay cuentonos, pero también poemas, ensayos, historias reales…</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Hasta crónica periodística.</p><p><br /></p><p>X.B.- Pero eso estaba condicionado por el mundo en el que vivía y por la necesidad cultural que existía de fortalecer el asturiano y de dignificarlo. Fue una novedad en su momento, sí, y por ahí ando en algunas tesis de pionero de la autoficción en España. Pero no me planteaba nada de eso: simplemente disfrutaba de una libertad grande. Si escribes en una lengua que muy pocos leen, que están los más aprendiendo a leer, pues escribes lo que te da la gana pensando en ellos.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Los escritores en asturiano tenían que ser una suerte de hombres orquesta.</p><p><br /></p><p>X.B.- Algo así, sí. Un día te encargaban una canción para Llan de Cubel y al otro una traducción de Cunqueiro. Hubo que estudiar un poco, sí.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Pero entonces sí que hay un propósito militante en su obra que antes negaba.</p><p><br /></p><p>X.B.- No lo negué: dije que no me lo podían exigir. No tengo la obligación de hacerlo. Lo he venido haciendo porque la libertad de elección que he tenido me ha hecho hacerlo, no porque me lo haya ordenado nadie.</p><p><br /></p><p>C.I.- El otro día escuché a Xaime Martínez, el autor de Hibernia, decir que él no era asturfalante familiar, pero que escribe en asturiano como un acto de militancia.</p><p><br /></p><p>X.B.- Bueno, César, pero tú sabes que hubo un momento en que bastaba escribir un artículo en contra del asturiano para prosperar socialmente. Eso es así. Ahora las cosas son distintas. Xaime Martínez, a quien tuve la suerte de presentar en Oviedo, es un buen poeta y domina muy bien el asturiano.</p><p><br /></p><p>C.I.- Sin embargo, ha escrito toda su obra desde la convicción de que Dante y Fernán Coronas, el Padre Galo, compartían un mismo anhelo, salvando las distancias.</p><p><br /></p><p>X.B.- A mí el padre Galo se me cayó de las manos como poeta cuando leí los poemas que escribió en español. Cuando escribe en asturiano, sucede un milagro; cierta inseguridad lingüística puede favorecer el discurso poético. Pero sí, tienes razón: el Padre Galo no hizo nada distinto, salvando las distancias como dices, de lo que hicieron Dante o William Shakespeare: colocar el sitio del que era en el centro del Universo. Ésa es la gran lección de la literatura: hablar de lo que uno ve.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Dante, de hecho, escribió La Divina Comedia en su dialecto, el florentino; no en latín ni en provenzal, que eran las lenguas cultas y literarias de la época.</p><p><br /></p><p>X.B.- Lo de Dante es curioso. Hay un verso de La Divina Comedia que habla de «l’avara povertà dei catalani», la avara pobreza de los catalanes. Él llegó a estar en tratos con la Corona de Aragón para escribir La Divina Comedia en catalán, pero no llegaron a un acuerdo económico y, despechado, Dante pensó en escribir justamente en latín o en provenzal. De hecho, en La Divina Comedia hay tercetos escritos en provenzal. Pero en un momento dado decidió escribir en toscano. Fue una posición política. Y esa posición política cambió el universo. Si los catalanes hubieran pagado, hoy estaríamos nosotros independizándonos de ellos.</p><p><br /></p><p>C.I.- Usted se inventó una Historia de la Literatura Asturiana, todo muy borgiano y cunqueriano.</p><p><br /></p><p>X.B.- Era una sección en el periódico La Nueva España que se titulaba «Poetes que pudo haber».</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Un poco como Pessoa con sus heterónimos, ¿no?</p><p><br /></p><p>C.I.- Algo así. Cuando leía esa sección me decía: «Joder, qué putada ser asturiano y no ser gallego; no tener un Martín Codax cantando a la ría de Villaviciosa».</p><p><br /></p><p>X.B.- Nos ha faltado mucha literatura para todo; hasta para la economía. El vino Albariño, que mira que es malo, está formado fundamentalmente por palabras de Cunqueiro.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Xuan Xosé Sánchez Vicente dice que Asturias tuvo a Rosalía de Castro pero no a Murguía.</p><p><br /></p><p>X.B.- Xuan Xosé, que en tantas cosas acierta, creo que en esto se confunde.</p><p><br /></p><p>C.I.- Rosalía es mucha Rosalía.</p><p><br /></p><p>X.B.- La altura de Rosalía de Castro, no es que no la haya habido en Asturias, es que no la ha habido en Europa Occidental. La de Rosalía es una voz intelectualmente potentísima e irrepetible. Y efectivamente Murguía fue clave para que Rosalía escribiera dos de sus libros en gallego: Follas novas y Cantares gallegos. Escribió muchos otros en castellano, y entre ellos un libro fundamental para la literatura en lengua castellana, que es En las orillas del Sar, y una novela deliciosa, El caballero de las botas azules. Pero escribió esos otros dos en gallego, y los escribió gracias a un entorno intelectual que favorecía la simpatía por el débil. En Asturies hubo más simpatía por el diablo que por el débil.</p><p><br /></p><p>C.I.- En Asturias hubo una generación en la última mitad del siglo XIX, la del Grupo de Oviedo, de claro asturianismo ilustrado. ¿Qué nos pasó para que eso no tuviera un recorrido parejo al del galleguismo? ¿La pobreza?</p><p><br /></p><p>X.B.- Pues mira, justamente lo discutía en Facebook esta mañana en un hilo que abrió Leopoldo Tolivar Alas. Lo que nos pasó fue que esa gente no tuvo la altura intelectual ni la sensibilidad hacia el débil suficientes. Eran muy poca cosa. ¿La pobreza? No, todo lo contrario: el progreso económico. En 1850, 1860, ya había indicios claros de una industrialización potente de Asturias. Y eso hizo que los rumbos fueran distintos. En Galicia hubo un estancamiento económico más grande, y eso hizo a las élites culturales mirar de otra manera al país y al débil, al campesino, a la mujer que está pidiendo, al que tiene frío y hambre…</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Quizá el problema de Asturias fuera una industrialización que no fue ni lo suficientemente potente como para generar el nacionalismo de los ricos ni lo suficientemente escasa como para generar el nacionalismo de los pobres.</p><p><br /></p><p>X.B.- Puede ser. Pero el desarrollo industrial de Asturies fue muy grande. También es verdad que cuando más eclosionó fue durante una dictadura terrible en la que hubo —en este caso sí la hubo— una auténtica ingeniería social, hasta con traslados masivos de población del sur al norte. Más que social, fue una ingeniería…</p><p><br /></p><p>C.I.- Estaliniana; de plan quinquenal.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, con el método del campesino que amenaba les vaques con la guiada en la mano.</p><p><br /></p><p>C.I.- Usted se declara semicampesino semiurbano. De ahí ese sentimiento de la tierra que usted asocia con una escritura poética.</p><p><br /></p><p>X.B.- En un momento dado consideré que ése era un constructo intelectual que podía hacer diferente a la poesía asturiana, y lo trasladé a una antología que publiqué con un puñado de poemas de diversa gente y en la que esbocé una teoría sobre el sentimiento de la tierra. Tiramos por el sentimiento de la tierra y por reivindicar al poeta que tenía vínculos con un determinado sitio (la literatura con acento, por así decir) como podríamos haber tirado por la alienación de la tierra y reivindicado lo contrario: al poeta sin vínculos, sin patria, sin tierra. Podríamos haber dicho lo contrario y no hubiera pasado nada.</p><p><br /></p><p>C.I.- Tal vez sea por la señaldá o señardá de la que hablábamos antes como una seña de los asturianos, un vocablo omnipresente en las letras asturianas.</p><p><br /></p><p>X.B.- Señaldá o señardá son términos equivalentes, que significan lo mismo y que vienen del latín singularitatem. Comparte, es curioso, etimología con el francés sanglier, «jabalí», uno de los emblemas de la soledad. En unos sitios de Asturias se dice señardá y en otros señaldá. Prefiero, para escribir, la segunda forma, aunque uno de los primeros libros que me emocionó en asturiano fue Camín de señardaes, de Xuan Xosé Sánchez Vicente. Significa «nostalgia» actualmente o, más bien, extrañamiento en la soledad. En realidad significa muchas cosas, positivas o negativas, como la palabra española añoranza o la inglesa homesick.</p><p><br /></p><p>C.I.- Nostalgia, añoranza, melancolía, tristeza, extrañamiento, incluso la angustia heideggeriana… son algunas acepciones recurrentes para traducir al castellano la señaldá asturiana. ¿Se quedan cojas?</p><p><br /></p><p>X.B.- Hablaría de extrañamiento en la soledad. Intuyo que es posible una señaldá colectiva, algo así como un subconsciente colectivo algo deprimido, pero la señaldá es esa percepción individual de ver en lo presente lo ausente. A todos nos ha pasado alguna vez. En alguno de mis libros, en la Historia Universal de Paniceiros, reflexioné sobre la virtualidad revolucionaria de la señaldá. Uno de los objetivos de mis escritos fue, durante un largo tiempo, despertar la señaldá del lector por un mundo perdido. Esto hay que situarlo en el contexto de pérdida cultural en el que estamos. Si un lector mío siente señaldá por el mundo que describo, entonces intentará recobrarlo. Si recuerda que la palabra lluna, que decía su madre o su abuelo, significa algo más que «satélite de la Tierra», pues entonces la presencia en la ausencia florece, del olvido surge una nueva memoria. Digo esto reflexionando desde el plano puramente social, incluso local, cuando me planteaba la literatura al servicio de un combate. Lo que sucede es que existen, al tiempo, otras perspectivas complementarias. Un poema, por ejemplo, se puede definir como una trampa donde queda atrapado el tiempo. Esto sólo se consigue aparentemente y el estado de gracia que produce un poema se aproxima al fulgor, a la epifanía, por el camino de la señaldá.</p><p><br /></p><p>C.I.- ¿La señaldá va más allá de un estado anímico? ¿Es una forma de ser, estar y ver el mundo que tienen ciertas personas que pueblan una geografía determinada?</p><p><br /></p><p>X.B.- ¿Hay pautas culturales que conforman caracteres nacionales? Aunque aceptásemos esta premisa, deberíamos admitir que sólo de una manera muy imprecisa existen los caracteres nacionales. Existe la lengua francesa, existe Francia, existe un tópico sobre el ser francés, pero cada francés es hijo de su madre, como cada quisqui fruto del azar y de la necesidad. Habrá franceses que se parezcan entre sí y franceses que se parezcan a lo que prejuiciosamente entendemos por un alemán. Si le hablo de Verlaine y de Voltaire, emparejándolos como haría cualquier enciclopedia, si le oculto que los dos nacieron en la órbita francófona, ¿cuál sería el hilo secreto que los uniese? ¿Cierta confianza en la palabra dicha en solución de armonía? Puede ser, pero eso no los hace franceses. Una de las cosas con las que los escritores de mi generación tuvimos mucho cuidado fue la de intentar crear desde lo local símbolos universales; símbolos que valiesen para un asturiano, por eso escribíamos en asturiano, pero que fuesen traducibles a cualquier lengua. Hay mucha mística idiota sobre las lenguas. Se dice que la palabra portuguesa saudade es intraducible al castellano, se dice que la palabra portuguesa luar, «claro de luna», no se puede traducir con una palabra a ninguna otra lengua. No sé, es algo bastante estúpido. Ahora, el símbolo de los independentistas catalanes es el amarillo. ¿Por qué? Porque en catalán amarillo se dice groc, del latin crocum, azafrán; y el español amarillo viene de amarum, amargo, como el color de la enfermedad y de la bilis. Y habrá alguien que piense que el catalán es superior al castellano por esto, y viceversa. Recuerdo que en la facultad de Filosofía, me matriculé en los ochenta en algunas asignaturas, y había quien decía que la filosofía alemana era producto de la lengua alemana; que sólo quien podía decir «espacio vital» con una sola palabra, Lebensraum, era capaz de pensar como Hegel o Kant. Era curioso: quien me lo decía era alguien de la escuela de Gustavo Bueno y con ello justificaba que hasta Bueno no había habido propiamente filosofía española. Inocentemente argumenté que en asturiano existe una palabra, batura, que significa exactamente eso, «espacio vital», y no por eso se había escrito hasta había muy poco una reflexión en asturiano sobre la caverna platónica. Quiero decir que los escritores de mi generación (Milio Rodríguez Cueto reflexiona sobre ello en una página feliz) nos preocupamos por no dar coartadas ni a la reacción ni a los perezosos. ¿Existe un carácter asturiano que pueda ser reducido a una fórmula, a un concepto? Los asturianos somos descreídos, heredamos una cultura de la duda que se manifiesta comúnmente de forma irónica. La ironía es la forma de la inteligencia más ponderada por los asturianos. Recordaréis lo de aquel cura, recién salido del seminario, que acabó en una parroquia perdida de L.lena. Se puso a evangelizar, con la fuerza de su juventud, hasta que se dio cuenta de que nadie le hacía caso. Cayó en una depresión, quizás en una crisis existencial melancólica, y sus feligreses se dieron cuenta. Eran descreídos pero el don de la piedad no les era ajeno. Al domingo siguiente, para sorpresa del cura, se reunieron en la iglesia. ¿Podían acaso hacer una pregunta? El cura, animado, contestó que por supuesto, que para eso estaba. E hicieron la pregunta más inteligente que se podía hacer: «A isi San Pablo, ¿los corintios contestóren-y?». La ironía, esa sonrisa sobre el abismo, produce muchas veces el sentimiento de señaldá.</p><p><br /></p><p>C.I.- Insisto: ¿es la señaldá el rasgo singular de la ética emocional de lo asturiano?</p><p><br /></p><p>X.B.- Es el rasgo ético de algunos escritores, entre los que me incluyo. Y es cierto que desde Valerio Asturicense hasta nuestros días puedo señalar narradores de la cornisa noroccidental de la península ibérica, el territorio que componía la provincia romana de Gallaecia et Asturia, que comparten una forma de mirar a la que no es ajena la señaldá y que no encuentro con la misma densidad emocional en otras literaturas (lo más aproximado, de lo que ha ido cayendo entre mis manos, es la poesía china de la dinastía T’ang). Yo, con mi experiencia peculiar, me he sentido reflejado en obras de Enrique Gil y Carrasco, Rosalía de Castro, Teixeira de Pascoaes, Camilo Castelo Branco, Castelao, Ramón Pérez de Ayala, Álvaro Cunqueiro, Ánxel Fole, Julián Ayesta… ¿Tiene que ver eso con un determinado territorio, con una forma cultural de mirar, o con mi necesidad de tener una genealogía? No lo sé: todas las cosas son dos. Sé que si miro los lienzos de Miguel Galano o las construcciones de Álvaro Siza percibo un intento de ordenar entre paredes sentimentales lo sagrado. ¿Es eso la señaldá? No lo sé: por eso escribo.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>«Resol en Ulica Dominilkanska» (2013), de Miguel Galano</p><p>C.I.- ¿Es la señaldá el latido de ese concepto de sentimiento de la tierra que usted acuñó?</p><p><br /></p><p>X.B.- El sentimiento de la tierra, el sentimiento de pertenecer a una tierra, se complica cuando en esa tierra ya nada te pertenece. Aunque sí, se puede constatar: los mejores poemas en asturiano están movidos por ese sentimiento de la tierra y no es cosa de ahora. Xosé Caveda y Nava escribió hacia 1835 un gran poema, «La vida de l’aldea», que podría figurar en cualquier antología de la poesía universal.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>Construcción de Álvaro Siza</p><p>C.I.- Las diferentes generaciones del Surdimientu han creado un corpus literario en asturiano equiparable a cualquier literatura contemporánea europea. Pero de una lengua que está en la UCI.</p><p><br /></p><p>X.B.- Uno de los problemas políticos fundamentales de Asturies es que se considera al asturiano únicamente como patrimonio.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Como una ruina que consolidar.</p><p><br /></p><p>X.B.- Eso es. Y no: el asturiano es una lengua viva; una lengua que medra, que progresa, que se transforma, que traduce, que envía y recibe mensajes, que adquiere un vocabulario y pierde otro y en algunos casos lo recupera tal como Unamuno hizo para el castellano. Unamuno recuperó para el castellano un montón de palabras del léxico rural y de la latinidad del siglo VIII o IX. Todas las lenguas son una reflexión continua sobre la cultura. De pronto una palabra que nos parece extravagante, que no hemos oído nunca, se convierte de un día para otro en moneda de uso corriente para todos.</p><p><br /></p><p>C.I.- Un ejemplo es collaciu, que forma parte del día a día lingüístico de los que dicen no hablar asturiano.</p><p><br /></p><p>X.B.- ¡Y es un error! Collaciu viene de colactaneus, y el colactaneus era un criado, no un colega; pero en Conceyu Bable, donde todos éramos collacios, de pronto aquella palabra se convirtió en otras cosas. El otro día me sorprendió una amiga en Facebook diciéndole al mundo que ya no quería novios, que quería follacios. La lengua está para esas dos cosas, para definir situaciones pasadas y a la vez entender lo que sucede de nuevo.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Sucedió con el puxa de «¡Puxa Asturies!», también un neologismo. Alguien me contó que a su abuela aquello le desconcertaba, porque para ella puxar significaba hacer fuerza para defecar.</p><p><br /></p><p>X.B.- Creo que eso fue un chiste de Juan Benito Argüelles (catedrático ovetense de francés, secretario personal de Camilo José Cela y fundador de Tribuna Ciudadana). Puxar es empuxar, con la ene líquida elidida. Vale para decir eso que dices y para abrir la puerta, por ejemplo.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>El autor en su casa de Caces</p><p>C.I.- El llibru nuevu es su retorno a la poesía. Creo que con él ha dado un salto…</p><p><br /></p><p>X.B.- …un salto moral.</p><p><br /></p><p>C.I.- Un salto moral, que no mortal. También acaba de publicar Escrito en el jardín. Y viene de obtener el premio Teodoro Cuesta con un libro de poemas, Les isles inciertes. ¿Ha echado una losa encima de Paniceiros o esos saltos han significado una expansión de Paniceiros?</p><p><br /></p><p>X.B.- Soy un escritor absolutamente realista: hablo de lo que veo, no hay más. Describo lo que veo. El arte de la literatura por excelencia es la descripción. Yo miro por esa ventana y cuento lo que voy viendo aparecer detrás de esa zrezal [cerezo] japonesa: a mi abuela, al vecino… El mundo de Paniceiros fue concebido desde el principio como una especie de metáfora del Universo, como un espejo. Y si uno rompe un espejo, obtiene mil espejos. Esta metáfora da para mucho. Si aquel espejo estaba reflejando una nube, de pronto, si lo rompo, pasa a reflejar mil. Pero es el mismo espejo. El ritmo de las obsesiones de cada cual van marcándolo la edad, el tiempo y lo que va viviendo. Y el tema de Paniceiros no es que esté agotado: yo siempre hablaré con Soledá de Santones (hablaré con la cabeza, ¿eh? La pobre mujer ya murió), y siempre hablaré con mi familia, y con mi entorno, y con el paisaje, con unas maneras heredadas del personaje de esa obra que es una obra río detrás de la cual hay una premeditación clara. Hay un tiempo en el que se habla de la infancia, un tiempo en el que se habla de la adolescencia, otro para la juventud, otro para la primera madurez y otro para la madurez en la que estamos ahora. Al final, lo que estoy escribiendo es algo cuyo título ya me quitó Ungaretti…</p><p><br /></p><p>C.I.- Vita di un uomo.</p><p><br /></p><p>X.B.- Eso es, «Vida de un hombre». Pues bueno, ¿Paniceiros aparece? Sí, aparece continuamente en Escrito en el jardín. Aparece gente que llama a la puerta, aparece un perro que tuve que se llamaba Lupo y que me muerde la mano en sueños… Y en El llibru nuevu también está.</p><p><br /></p><p>C.I.- En El llibru nuevu hay mucha tristeza.</p><p><br /></p><p>X.B.- Hay páginas especialmente desesperadas o descarnadas, sí.</p><p><br /></p><p>C.I.- …pero también esta lleno de gente que le quiso.</p><p><br /></p><p>X.B.- De gente que me quiso y de gente que ya no me quiere, ¿eh?</p><p><br /></p><p>C.I.- Eso, desgraciadamente, nos pasa a todos.</p><p><br /></p><p>X.B.- Nuestra historia fue muy difícil.</p><p><br /></p><p>C.I.- ¿A qué se refiere con ese plural? ¿A nuestra generación, a los nacidos a partir de los sesenta?</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí. Antes hablábamos de que no accedimos al poder, y no acceder al poder no es nada prestoso [agradable, satisfactorio], ¿eh? Es algo que jode bastante. Y además estuvimos sometidos a una violencia muy grave por parte de una sociedad, o más bien de un establishment, que no dudaba en cargar con todo contra nosotros. Xandru Fernández ganó un concurso de cuentos con dieciséis años y el fallecido José Ignacio Gracia Noriega, de quien después fui amigo, sacó una reseña llamándolo etarra.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Lo del hooliganismo que deciamos.</p><p><br /></p><p>X.B.- Al menos Gracia Noriega tenía otras virtudes, escribía muy bien. Yo siempre esperaba por su artículo sobre el otoño. Pero aquella violencia no la ejercía sólo Gracia Noriega: como mínimo, estaba amparada por un periódico. Era una violencia estructural absolutamente inadmisible, y eso generó una falta de algo que he echado mucho de menos: una idea de amistad y de compañerismo más hondos. Ellos hicieron todo lo posible, tanto pública como personalmente, por limar esa fortaleza, y en alguna medida lo consiguieron. Es algo que pienso contar algún día. Mirad, otro ejemplo: yo admiré mucho a Ángel González y llegué a tener con él un trato cercano, pero la primera vez que estuve con él le llevé unas traducciones al asturiano de unos poemas suyos y él me espetó: «Marihuana para las vacas». Había un entorno verdaderamente violento contra unos chavales que querían hacer otras cosas.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Ángel González, ¿cambió de opinión después con respecto al asturiano?</p><p><br /></p><p>X.B.- No lo sé. Supongo que sí. Nunca se lo pregunté. Hablábamos de otras cosas. De poesía, muchas veces. Y de tonada. Le gustaba mucho la tonada asturiana.</p><p><br /></p><p>C.I.- Cambió de opinión cuando empezó a ver la calidad literaria de los autores del Surdimientu.</p><p><br /></p><p>X.B.- No es un problema de calidad; es un problema de simpatía por el débil. Si respeto a los gitanos no es por la calidad de lo que hacen, no es porque admire la genialidad de Camarón de la Isla. Es porque respeto absolutamente al ser humano y quiero que los gitanos reciban la misma educación que yo y exista una igualdad absoluta de oportunidades. Desde un punto de vista de izquierdas, a ver quién niega esto; y desde un punto de vista de derecha liberal, a ver quién se atreve cuando están todo el día con lo de la meritrocracia.</p><p><br /></p><p>C.I.- Pero es que además había calidad; había un trabajo bien hecho. Y eso hubo que reconocerlo.</p><p><br /></p><p>X.B.- Bueno, no sé, ¿dónde lo ves tú reconocido?</p><p><br /></p><p>C.I.- En cierta gente que dijo: coño, este Xuan Bello, este Antón García, esta Berta Piñán y muchos nombres más escriben muy bien y tienen otras cosas que contar. Aquí hay un esfuerzo intelectual serio, aquí hay alguien que se ha sentado y ha sudado encima del ordenador. Y encima vienen de fuera y lo traducen al castellano y a otros lenguas. Y esa es la realidad, muy terca, y además no se puede ignorar.</p><p><br /></p><p>P.B.C.– Impugnaron lo que decía cierto escritor a principios del siglo XX: que el asturiano era algo muy hermoso y muy digno pero sólo servía para falucar pela quintana, no para las cosas serias.</p><p><br /></p><p>X.B.- Como si falucar pela quintana fuera una cosa poco interesante (risas). Sí, efectivamente hubo que reconocer que la poesía de Berta Piñán era buena, y que Antón García hace cosas excelentes. Su última novela es maravillosa. Pero permitidme que vuelva al tema éste de los amigos perdidos. A nosotros nos tocaron tiempos muy ásperos, pero lo que uno no esperaba es que nos persiguieran por todos los sitios. Recibimos el acoso de tirios y troyanos. Recibimos del poder, pero también de los asturianistas.</p><p><br /></p><p>C.I.- Eso fue terrible. La historia de los «caínes sempiternos» que decía Cernuda.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- ¿Por qué esa persecución de los asturianistas? ¿Por no ser lo suficientemente políticos, lo suficientemente militantes; por querer ser exclusivamente escritores?</p><p><br /></p><p>X.B.- Nunca quisimos ser funcionarios del Estado. Alguno de nosotros acabó siéndolo, como todo el mundo, pero no era nuestro objetivo. Nuestro objetivo fundamental era ser escritores, y serlo con todas las consecuencias, pero había una sociedad profundamente provinciana y muy encerrada en tópicos, y si discutías con ellos enseguida te situaban en la trinchera del enemigo. Nunca entendieron que la discrepancia era el primer peldaño para el entendimiento. ¿Dónde está la excepción a todo esto? En la tertulia Óliver.</p><p><br /></p><p>C.I.- Exacto. Ahí José Luis García Martín y Víctor Botas les abrieron otros horizontes.</p><p><br /></p><p>X.B.- Fundamentalmente, García Martín. El entorno que García Martín generó es lo que hace posible que hoy existan una literatura en asturiano y una literatura en castellano decentes.</p><p><br /></p><p>C.I.- Generó un magisterio abierto.</p><p><br /></p><p>X.B.- Eso es. García Martín es el gran factótum de la cultura asturiana de las últimas décadas; de una cultura asturiana integrada en España y con una vocación universal. ¿Consiguió el asturianismo aprovechar ese terreno fértil de Óliver? Consiguió otras cosas, pero ésa no.</p><p><br /></p><p>C.I.- Xuan Xosé Sánchez Vicente, fundador del Partíu Asturianista, tiene dicho que para que el asturianismo político tocase gobierno tenía que salir del Triskel, en alusión a un bar de Gijón que frecuentaba el asturchalismo más irredento.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, hombre. Xuan pensó muchas cosas bien. Con otros de sus pensamientos no estoy de acuerdo. Pero lo del Triskel, pues sí. Yo nunca estuve en el Triskel, y mira que he tomado cervezas en el Triskel, pero tomar cervezas en el Triskel no tiene nada que ver con estar en el Triskel. Allí hubo unas rivalidades que fueron muy perjudiciales. Antes hablábamos de Galicia y de cómo en un momento dado coincide gente como Murguía, Rosalía de Castro, Pondal, Curros… Coincide gente con un peso intelectual grande.</p><p><br /></p><p>C.I.- Y con una vocación de crear. Y después, la generación Nós y todas las de la posguerra.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, sí: Bóveda, Castelao… Es una gente con un peso intelectual enorme la que coincide allí. Aquí no paso eso. Aquí coincidió la gente que coincidió, que era gente con unas limitaciones que son las que son. Y no estoy diciendo que Sánchez Vicente sea una persona limitada política o intelectualmente. No lo es, en absoluto. Me refiero a un entorno más amplio. ¿Quién acabó con la posibilidad de que el asturianismo estuviera presente en la Junta General del Principado? Una parte del propio asturianismo.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- El bombardeo del asturianismo ortodoxo a cualquier cosa que no fuera el programa máximo era constante y desolador. Eso hizo mucho daño. A mí, una persona que estuvo en contra de la ley de Uso del Asturiano, promovida por el PAS, por lo que suponía de abortar la oficialidad completa, me llegó a reconocer que aquélla fue una postura equivocada; que, visto en perspectiva, bendita ley de Uso, porque la alternativa era la nada.</p><p><br /></p><p>X.B.- Recuerdo a la Unidá Nacionalista haciendo una campaña de petición de firmas para frenar la ley de Uso. La ley de Uso la había encargado el primer presidente del Principado, Pedro de Silva, del PSOE, para solucionar el problema y era un ejercicio de realismo: no podemos llegar hasta allí, pero llegamos hasta aquí, y a partir de aquí ya iremos llegando hasta allí. Eso quedó en barbecho y después Sánchez Vicente, aprovechando una coyuntura política determinada, consiguió que el fallecido presidente Sergio Marqués, del PP, se la aprobase con cambios mínimos. ¿Vino bien la ley de Uso? Vino bien. Hombre, significaba que el asturiano volvía a entrar por la gatera, no por la puerta grande, como debía, pero entraba.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Pero es a lo que hoy nos agarramos.</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí, sí.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Usted militó en el PAS, ¿no es cierto?</p><p><br /></p><p>X.B.- Sí. Creo recordar que hasta estuve en la Ejecutiva, pero no estoy seguro, no lo recuerdo. Estuve en el PAS mientras pensé que era posible una solución socialdemócrata para el asturianismo; una posición que pudiera conciliar los extremos existentes. Me fui a Portugal y no volví a aquella militancia en la que me sentía como un pulpo en un garaje. No sé, estuve afiliado al PAS dos o tres años, no recuerdo bien, y cuando salí Sánchez Vicente todavía era diputado y parecía que el proyecto prosperaba. Simplemente pensé que no podía aportar nada.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- ¿A qué se debió la evolución hacia posiciones conservadoras que el PAS vivió después?</p><p><br /></p><p>X.B.- Pues no lo sé. Xuan Xosé Sánchez Vicente es un gran poeta, que va a publicar este año su obra completa, pero fundamentalmente es un gamberro. No lo digo peyorativamente, todo lo contrario. Es una persona a la que admiro mucho y que considero muy válida intelectualmente. Estoy de acuerdo con él en muchas cosas, pero en otras no lo estoy. La posición que él tiene ahora, él la verá coherente, pero yo no. No es la mía.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- ¿Cómo ve al asturianismo hoy?</p><p><br /></p><p>X.B.- No lo veo. No tengo trato con él. A mí me llamas mañana y me pides que vaya a defender la oficialidad a La Pola y voy. Me llama una asociación de vecinos de no sé dónde que quiere escuchar argumentos al respecto y voy encantado de la vida. Y voy si me lo pide Podemos, si me lo pide Izquierda Unida, si me lo pide el PSOE y si me lo pide el PP. Quien sea. Pero no estoy en el día a día del asturianismo.</p><p><br /></p><p>C.I.- También formó parte de la Fundación Caveda y Nava, que se disolvió hace dos años por motivos que no entendí. ¿Por qué ese cierre?</p><p><br /></p><p>X.B.- Bueno, por un lado porque la gente cansa. Pero por otro lado, la Fundación Caveda y Nava se disuelve en un momento en que el espíritu de la fundación se había extendido ya a todo el asturianismo y parecía innecesario que siguiéramos promoviéndolo. Ahora mismo, la Academia de la Llingua defiende exactamente lo que defendía la Fundación Caveda y Nava: consenso para abordar una política lingüística positiva para el asturiano en lugar de posturas rupturistas. Eso ahora ya inunda a todo el asturianismo. En realidad, la Fundación Caveda y Nava muere de éxito. Muere con mi voto en contra, eso sí, porque yo no quería disolverla. Pero la mayoría consideró que ya no éramos necesarios, y seguramente tenía razón.</p><p><br /></p><p>C.I.- Aquí en Caces, donde vive, en el Oviedo rural, ¿ha encontrado su Walden?</p><p><br /></p><p>X.B.- Aunque me gustan muchas cosas que escribió, Henry David Thoreau no me cae muy bien. Era un reaccionario que no sabía de dónde venía ni adónde iba y que, consecuentemente, se quedó dónde estaba. Yo sí sé de dónde vengo, no es mucho, pero es algo. Vengo de una familia campesina que nació en una casa grande; en una de aquellas casas patriarcales que había entonces. Aquello tenía sus ventajas y sus desventajas, pero siempre me he preguntado en qué momento vivir en una casa de quinientos metros cuadrados, con una gran finca semipública alrededor, pasó a ser peor que vivir en un piso de cuarenta y cinco de Pumarín [dos barrios del mismo nombre de Oviedo y Gijón].</p><p><br /></p><p>P.B.C.- En cierto momento empezó a haber una estigmatización de lo rural y del campesino enormemente agresiva, y no sé si derivada de otro ejercicio de ingeniería social: ahí están las películas de Paco Martínez Soria y otras en las que aparecían labriegos ridiculizados como paletos, atrasados, etcétera.</p><p><br /></p><p>X.B.- Pues sí, es verdad. En nuestro caso, el de los asturianohablantes, comenzó muy pronto. En el siglo XV se hace un teatro entre Portugal y Castilla donde un dialecto de nuestra lengua, el sayagués, que aún hoy en algunas cocinas buenas puede seguir considerándose parte de nuestro idioma, y hablo sólo de lo que comí y hablé, pasó a ser una especie de engrudo paleto, de confusión en las vocales y en las consonantes, de latinismos que no venían a cuento, de gente que tropezaba en las celebraciones cultas y finalmente por milagro del sentido común acertaba en lo esencial. No habían pasado ni doscientos años de la caída del Reino de León. Si hay que buscarle a Sancho Panza un antepasado, ese es un sayagués, aunque en la obra de Cervantes, por arte de birlibirloque, quien habla de una manera afectada y anticuada sea don Quijote y el buen Sancho lo haga con su dichos y redichos, en áspero petrarqués pero a lo llano. Eso estaba ahí con toda su potencia, con toda la potencia de esa gran obra que es el Quijote y que Cervantes no escribe para hacer mengua de ninguna lengua española. Todo se resuelve en ficción: hay un vizcaíno que grita, árabes que susurran lejos y una asturiana que se convierte en Dafne. La lengua de Cervantes: la del ideal. Y cuando eso se descubre en el XVIII, en Asturias ya era evidente que hablábamos de otra manera, a lo mejor porque nos llegó la grandeza de Cervantes desde Inglaterra por los puertos de Xixón y Candás. La tradición literaria castellana (que aún no había llegado a ser española del todo, aunque estaba en puertas) traía demasiados paletos a sus espaldas, demasiada xenofobia que aún mantiene. A los aragoneses, simplemente, se los cargaron, como se cargaron su lengua (cien años antes habían expulsado a la mayoría de la población, que eran moriscos y hablaban en aragonés, e introdujeron colonos cristianos, esto es, castellanos, en las tierras despojadas). Hay una novela preciosa, La vida de Pedro Saputo, de Braulio Foz y Burges, publicada en 1844, que intentó conciliar estos extremos en Aragón, intentando un discurso que agradase en Madrid. La novela es muy buena, pero en Madrid se han olvidado de ella y hasta ahora. El poder, probín, necesitaba construir su propia genealogía e inventó dioses, nobles, taberneros, pastores, soldados y sicarios. E inventó a Dios trino y uno con su espejo en la tierra: España una, grande y libre. Me pregunáais por los campesinos. ¿Qué pintábamos nosotros en esto? Pues nada de nada. Éramos una desviación, una anomalía mayoritaria. La desamortización de Mendizábal favoreció que algunas de nuestras familias, la mayoría, se convirtieran en pequeños propietarios (que tenían que seguir pagando al Estado o principalmente a la Iglesia lo estipulado año a año: que yo sepa, en mi casa de Paniceiros, estuvimos redimiendo foros hasta mil novecientos sesenta y muchos). El poder dibuja a su vasallo de manera ridícula: habla mal, es estúpido, desconfiado pero «buena gente» porque es útil. Patizambo muchas veces; si guapo, ridículo. No sé: algún día habrá un estudioso que indague en la endofobia en Asturias desde 1968 hasta 1998. Será un chino o un indio quien lo haga. Y todos los artículos están firmados, con lo que podrá hacer una genealogía del poder. «¿Quién les mandaba? ¿Cuánto les pagó? ¿Cómo vivieron?», etcétera. Ahora la respuesta de un marxista sería El capital, pero cuando esto suceda será un materialista sin horizontes de justicia quien juzgue. Al pan, pan y al vino, vino. La pregunta será: ¿por qué tiraron su cultura por la ventana del olvido?</p><p><br /></p><p>C.I.- En Francia, en Alemania o en Italia el mundo rural es muy sólido y aquí, históricamente, siempre hubo un erial que se extrema durante el franquismo. Así lo certifica Sergio del Molino en La España vacía, que comienza con una referencia a una película interesantísima llamada Surcos.</p><p><br /></p><p>P.B.C.- Ah, sí, la conozco. Una película de los años cuarenta dirigida por un militante de Falange, pero del sector más obrerista: una familia de pueblo que llega ilusionada a Madrid pero es devorada por la ciudad.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>Fotograma de Surcos (1951)</p><p>C.I.- El director era José Antonio Nieves Conde. Se la dejaron hacer porque era un falangista que venía del grupo de la División Azul, de los del entorno de Dionisio Ridruejo, que pese a todo tenía su fuerza. Y la película retrata muy bien ese éxodo rural tan español. Es un retrato crítico hecho en la misma dirección de lo que dice Xuan: de pronto, a los campesinos se les inculcó de que en el pueblo, en la aldea, se vivía peor.</p><p><br /></p><p>X.B.- Soy todo, o casi nada, de todo. Sólo hay una cosa que no soy: falangista. No lo soy yo, ni lo fue mi padre ni lo fue mi abuelo. Y no ser significa que a pesar de lo que te pudiera dar el poder no se quiso ser eso. Hay una voluntad ética. Dicho esto, lo mismo que decía ese señor de Surcos, pero mejor, lo decía Ramón J. Sender en el exilio bien jodido. Bueno, ahí se acaba el siglo XIX y empieza la generación de mis padres. Ya no será posible ni el Martín Fierro, el mejor poema en español del XIX, ni tampoco el Romancero gitano de Lorca. De alguna manera, siendo esenciales, se quedaron atrás, quizás agazapados, pero temo que perdidos en la traducción de los nuevos tiempos. Un campesino sabe lo que duele la helada en las manos, cómo es de oscura la noche, la reveladora verdad de las constelaciones; sabe si el viento oeste huele a jabalí o si la tierra húmeda de enero, aún sin estercolar, podrá ser fértil. Sabe muchas cosas que está dispuesto a olvidar si le dan un camastro junto a la chimenea de la fábrica donde dicen que vive una actriz de Hollywood. El campesino no tuvo más remedio. Y vamos a lo que me preguntáis: eso tiene que ver con que en un momento dado los gobiernos de Franco pasan de aquella primera perspectiva nacionalconservadora o falangista, con una contradicción extraña entre una revolución que nunca se cumplió y una pulsión conservadora que no desaparecía, a la etapa de los tecnócratas del Opus Dei, que sabían mucho de dinero y de economía y observaron que en el campo había muchísimo dinero. Su mayor deseo era captar ese dinero y acumularlo, y para ello organizaron un tránsito masivo del campo a la ciudad. Hay canciones de Víctor Manuel y otras de la época que hablan de los desertores del arado. Aquél fue un programa absolutamente exitoso en lo económico. Convencieron a la gente de que era mejor vivir en un piso en Madrid que en una casería o en un pueblo.</p><p><br /></p><p>C.I.- Nos convencieron de que vivir en la ciudad era menos duro, más cómodo, supuestamente con mejores colegios, hospitales, comercios… y, sobre todo, te cepillabas de los hombros esa supuesta caspa de aldea.</p><p><br /></p><p>X.B.- ¡Uf, con todo lo que se invirtió en el nuevo Hospital Central Universitario de Asturias (HUCA), qué flota de helicópteros podríamos tener! Podría haber casi un helicóptero por cada mil habitantes. En Asturies deberíamos reflexionar sobre en qué medida hemos acertado en estos treinta años de autonomía en soluciones que tal vez no eran las adecuadas para el territorio. Y hemos de reflexionar en lo que se ha acertado, que es mucho. Eso, hay que planteárselo para la llingua, para el tema sanitario y para el educativo. Y hay que plantearse en qué medida la connivencia de todos favoreció que las cosas no fueran tan bien como debieran. La última vez que di una conferencia en el IES de Tinéu, me quedé absolutamente asombrado y decepcionado al ver que todos los profesores, cuando acababa la jornada, cogían el coche y se venían para Oviedo. ¿Tiene eso sentido? ¿A quién estamos pagando? Los funcionarios, ¿no tienen ninguna responsabilidad social y cívica con el territorio, fuera de su jornada de trabajo? ¿Es un logro sindical eso?</p><p><br /></p><p>C.I.- Esto me recuerda algo. Hace quince años, el poeta recientemente fallecido Pablo Ardisana, que nunca quiso dejar su H.ontoria natal, en Llanes, dijo en una entrevista: «Sólo soy un superviviente». ¿Sólo somos supervivientes?</p><p><br /></p><p>X.B.- César, vuelves a situarte en un punto un tanto victimista. Los asturianos somos personas que viven en el Primer Mundo; que tienen unos derechos reconocidos y que no están en duda; que tienen una sanidad y una educación que casi nadie tiene. Podemos y debemos defender todo eso, y debemos perfeccionarnos, pero teniendo claro que somos el modelo para muchos que están empezando a tener todo eso. No creo que vivamos en el peor de los mundos. Existencialmente, todos somos supervivientes: empezando por los tres que estamos en esta mesa, porque en nuestra vida ha habido muchas ocasiones para la muerte. Estamos en un mundo bastante amable. Eso no se nos puede olvidar. No estamos en Cali, ni en Senegal, ni en Uganda, ni en Siria, ni en medio de un huracán.</p><p><br /></p><p>C.I.- Sin duda, Xuan, pero cuando cito esa frase de Ardisana lo hago porque creo que se refería al concepto del último mohicano rural.</p><p><br /></p><p>X.B.- Pablo Ardisana fue una persona muy valiosa intelectualmente que, si el establishment asturiano hubiera sido de otra manera, más inteligente, hubiera terminado siendo muy distinta a como terminó siendo. Porque el Estado, ya lo decíamos antes, tiene la obligación de hacernos mejores y de darnos un papel. Y muchas veces la persona que en Asturias piensa, el intelectual asturiano, es aquél que no encuentra un papel o un destino. Es aquél que clama en el desierto, que es algo que en nuestra cultura judeocatólica tiene una tradición impresionante y en la que hasta nos podemos reconfortar. Pienso que una persona que reflexionó sobre el paisaje de Llanes como Ardisana debería haber tenido un hueco amplio dentro del establishment. Tenía derecho a ser escuchado y a que su opinión fuera influyente.</p><p><br /></p><p>C.I.- Le sucedió todo lo contrario: fue absolutamente esquinado.</p><p><br /></p><p>X.B.- Publicó varios libros magníficos. Quiero creer que la literatura asturiana colaboró en alguna medida en que el desastre arquitectónico que pudimos ver a pie de costa en Cantabria y en Galicia no se produjese. Y la voz y la actitud de Pablo Ardisana incidió de alguna manera en la defensa de su Llanes, donde hubo desmanes urbanísticos, pero fueron mucho menos de los que los depredadores querían. Me gusta acabar esta conversación hablando de Pablo. Si cierro los ojos puedo escuchar su voz, la invento para todos vosotros:</p><p><br /></p><p>El mundu e</p><p>como pensaba qu’era</p><p>de neñu en H.ontoria:</p><p>el silenciu ente esto que ti digo</p><p>y la voz d’un dios que nin matándolu</p><p>e la voz d’esi raitán que nun sé pa qué</p><p>–¿pa qué?, ¿pa qué?–</p><p>mi recuerda tantísimu a Mozart.</p><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-69110593193379256522024-02-02T22:44:00.004+01:002024-02-02T22:44:43.854+01:00Tenemos cita el miércoles 14 de febrero a las 18.30h para hablar de "La vida anterior de los delfines", novela de Kirmen Uribe.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBQKHXdofdHPXiKh6ye0_TJ4v0Qi5MwP-lrBeC6uykiukr95TKcF59ELig9ydOpPZc8gdr4O7GXTOm5sximlbdPLNSSqdXByzZohw-ZgPXX23Kny4TC1AJR90XUwzX1F16ir_7UToieSZTYhUArUwDgs9Gaqs8ljMCJtilZNIYkjVWTFpgqm0sYIV7cJo/s1024/Kirmen-Uribe-para-JD-0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="682" data-original-width="1024" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBQKHXdofdHPXiKh6ye0_TJ4v0Qi5MwP-lrBeC6uykiukr95TKcF59ELig9ydOpPZc8gdr4O7GXTOm5sximlbdPLNSSqdXByzZohw-ZgPXX23Kny4TC1AJR90XUwzX1F16ir_7UToieSZTYhUArUwDgs9Gaqs8ljMCJtilZNIYkjVWTFpgqm0sYIV7cJo/w640-h426/Kirmen-Uribe-para-JD-0.jpg" width="640" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbmETpMQECCquU4LmQQ767O5OBXBw5Fa6amFWCtG9BsDX2VAyGfFx1hHcmeQY_wU0IEMO3iImaPsvi07SKk7F5w9rBXs6s1NhJViBAuLsFLiVOdvGavmA64DyPceItRDKRYL2RWnVkOvGb5vndRGXiNyeeJEXUfflByucNv2rV-YNFNXg-VuvJ7QGfPDo/s2560/60694859.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2560" data-original-width="1488" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbmETpMQECCquU4LmQQ767O5OBXBw5Fa6amFWCtG9BsDX2VAyGfFx1hHcmeQY_wU0IEMO3iImaPsvi07SKk7F5w9rBXs6s1NhJViBAuLsFLiVOdvGavmA64DyPceItRDKRYL2RWnVkOvGb5vndRGXiNyeeJEXUfflByucNv2rV-YNFNXg-VuvJ7QGfPDo/s320/60694859.jpg" width="186" /></a></div><br /><p><br /></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm;"><span style="font-size: 20.0pt; line-height: 115%;"><a href="https://www.revistamercurio.es/2022/03/14/alicia-a-traves-del-espejo-o-sobre-la-vida-anterior-de-los-delfines-de-kirmen-uribe/">Revista
Mercurio</a><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Alicia a través
del espejo, o sobre La vida anterior de los delfines, de Kirmen Uribe<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Escrito por
Marcos Pereda el 14 marzo, 2022<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Si ya con el
título estaba convencido. Ese título precioso, Kirmen Uribe. La vida anterior
de los delfines (Seix Barral, 2022).
Madre mía. Y luego la historia que lleva detrás, lo de las lamias, y los
marineros, y ese canto entre ellas, y ese penar para ellos. Con estas cosas me
emociono, porque pasé la infancia cerca de acantilados, y todavía huelo a
salitre algunos días, cuando sopla fuerte del nordeste. Bueno, a veces el
olorcillo es más acre, por aquello de las fábricas, pero pecatta minuta y
pelillos a la mar.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Kirmen Uribe
(Ondarroa, 1970) es uno de los escritores vascos más interesantes de la
actualidad, de esos que no temen combinar en estrofas o párrafos las raíces con
el mundo que vemos al encender la tele. Tiene varios premios, proyección
internacional, lo han traducido (él mismo, primero, otros más tarde), da
charlas y cursos en universidades de sitios raros. Más o menos. Vamos, que
rostro reconocible.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Con estilo
definido, además. La sutil línea que separa literatura, biografía, artefacto,
non fiction. Llámenlo como les dé la gana, que yo para las etiquetas voy fatal.
Lo hizo en Bilbao-New York-Bilbao, y lo repite ahora en este La vida anterior
de los delfines. Solo que de aquella manera. Y mejor, oigan.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sucede que la
obra está dividida en dos partes, casi idénticas de extensión. La primera… pues
lo que dijimos. Reflexión metaliteraria, a ratos cargando más al «meta» y otros
al «literaria». El escritor que viaja hasta la Gran Manzana para escribir sobre
una figura ya casi olvidada cuya memoria merece recuperarse. Rosika Schwimmer,
que es tan personaje como el que más aquí, y representa un contrapunto
reflexivo y evocador. Lo segundo por exótico, lo primero porque, mira tú las
casualidades, aparece la obra en tiempos donde lo del pacifismo pues oye… En
fin, para qué seguirles aburriendo con eso.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sucede que a mí
toda esta primera parte… Es cosa propia, ¿eh? Nueva York me fatiga a ratos,
aunque nunca haya ido. Demasiada gente, demasiadas cosas para ver, demasiados
museos, demasiadas escenas de pelis que saltan justo delante de ti. Yo es que
soy de pueblo, ¿saben?, y nunca entro en establecimientos que no me dejen meter
la boina. Vamos, que disfruto más con las partes de juventud y adolescencia
(también hay) que con esa megaurbe despersonalizada que me cansa solo de
pensar. Y luego el artefacto narrativo, el contar cómo se escribe para después
escribir cómo se contó… funciona, pero ya sorprende menos que en el pasado.
Entiéndame, Uribe lo hace divinamente, y te planta algunas metáforas brillantes
así, paf, como un sopapo en el morro, y tiene ese juego de identidades
lingüísticas que asoma sutilmente por los márgenes de las palabras… Que es el
autor en expresión pura, vaya. Pero resulta familiar. Esas dos historias que
discurren paralelas, ese investigar que se va desenredando poco a poco, esos
descubrimientos casi casuales que brotan aquí y allá. La vida es así, como
decían en la serie, pero también muchas novelas. Ah, muy logrados los capítulos
del confinamiento, que es algo sobre lo que tengo curiosidad en cómo será
incorporado a las narrativas de ficción (o de no-muy-ficción). No me refiero a
tramas donde sea elemento clave, sino esas otras que tienen la suerte (o la
desgracia) de transcurrir en primavera de 2020. Aquí se resuelve de forma
elegante y sin exageraciones, que es el temor cara a otros libros menos
sutiles…<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sucede que la
segunda parte da un giro absoluto a todo lo anterior. Elemento metaliterario,
sí, pero desde punto de vista ajeno. Y aquí la cosa empieza a ponerse más
original, más interesante, porque la vida de los escritores es tan cojonuda
(ejem), tan apasionante (ejem) y estamos tan embebidos en nosotros mismos
(mira, esto es verdad) que muchas veces no vemos a dos pasos de nuestro fulgor.
Y eso nos impide contemplar lo fútiles y a ratos, sí, ridículos que nos
ponemos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Tampoco es
posible hablar alegremente de mímesis, porque la narración no es concomitante
en ambas partes, sino que va avanzando. Y va avanzando, en buena medida, hacia
parajes donde una u otra voz se encuentra más cómoda. Solo que esto se produce
de forma tan sutil, tan lentamente, como cambian los tonos en la mar. Digamos
que la mano invisible del autor es más invisible cuanto más invade. Y resulta
acierto, claro. Entre otras cosas porque las dos voces son, efectivamente, dos.
Que parece de Pero Grullo, oigan, pero no lo es, porque estoy cansado de ver
novelas polifónicas donde todos hablan, piensan y actúan igual (o, como mucho,
aparecen ridículamente disfrazados con un bigote y una nariz grotesca). Aquí
no… aquí cada uno de los dos personajes razona de una manera, concede más o
menos importancia a ciertas cosas y aborda lenguaje y estructura interna de
forma particular. Así que bien.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Decía que cae
más acertada esta segunda parte porque allí hay un punto de cinismo
extraliterario, un mirar como se mira de vez en cuando a los escritores (que
son generalmente tipos pomposos e inaguantables… lo sé porque conozco varios),
que reconfigura y fija definitivamente necesidades y mundo real más allá de ese
«presente inventado» en el que vive quien escribe una novela. Presente
inventado que es profundamente ego(t)ista, huelga decirlo. Vamos, que hay mala
leche aquí, aunque expresada de manera tan dulce, tan suave, que uno no teme
caer en la tentación del sarcasmo y el señalar con dedo. Incluso, en un alarde
osado, se cita cierta conversación donde una tercera persona reconduce al
novelista sobre algunos errores en el libro. En el mismo libro que estamos
leyendo, claro. Pero todo muy blandito, todo fluye. Es un poco como las raíces
del árbol, que parecen una cosa pacífica, pero pueden romper hasta la carretera
mejor montada, oigan.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">(También el
mcguffin, si se permite expresarlo así, de esta segunda parte me resulta más
potente, pero es solo una querencia personal, así que no hagan mucho caso de
ella).<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es ficción,
claro. Ficción pura, por cuanto los narradores, ambos, transforman la primera
persona en un ojo omnisciente que está allí donde no podía, que reproduce
imágenes que no vio. Cabe la posibilidad del traslado, del conocimiento por
mirada interpuesta, pero en tal caso únicamente aumentaría la sensación de
irrealidad, por cuanto hablaríamos de un mundo construido, deconstruido y
vuelto a montar más tarde. Por eso hay capas, y entre capas encuentras cosas
bien ricas, como con la lasaña.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sumen a eso
algunos hallazgos gozosos para quien empezó a pasar páginas desconociéndolos.
Esa relación entre abere y aberats, entre ganado y rico, en euskara, que no
hace sino transportarnos a un tiempo donde la plutocracia olía a estiércol. Una
metáfora con el arcoíris de gasóleo en la mar, tan poderosa. Imágenes de Nueva
York vacía cuando lo del confinamiento (mira, aquí funciona mejor la gran urbe
que una aldea).<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ahí radica la
gracia del libro. En no tomarse demasiado en serio (que es la forma más seria
en la que uno puede tomarse). En criticar de manera inclemente al demiurgo (si
te molestan las críticas eres un demiurgo regular). En presentar, vaya, dos
rostros de un paisaje que resulta ser idéntico, sí, pero también profundamente
distinto.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 20.0pt; line-height: 115%;">En <a href="https://blogs.elcorreo.com/divergencias/2022/03/15/un-libro-cada-semana-la-vida-anterior-de-los-delfines-de-kirmen-uribe/?ref=https%3A%2F%2Fblogs.elcorreo.com%2Fdivergencias%2F2022%2F03%2F15%2Fun-libro-cada-semana-la-vida-anterior-de-los-delfines-de-kirmen-uribe%2F">El
Correo</a><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Un libro cada
semana: ‘La vida anterior de los delfines’ de Kirmen Uribe<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Martes, 15
marzo 2022, 10:00<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Para su cuarta
novela, Kirmen Uribe construye una historia compleja que transcurre a lo largo
de un siglo y en escenarios tan diferentes como el País Vasco, Hungría y
Estados Unidos. El punto de arranque es el viaje a Nueva York de un escritor
vasco (alter ego del propio Uribe, baste decir que su nombre en la novela es
‘Uri’) con su familia. Se instala allí porque ha ganado una beca de la
Biblioteca Pública de la ciudad para investigar acerca de la vida de una
pacifista y feminista húngara, candidata varias veces al Nobel de la Paz. El
material de estudio será una colección enorme de cajas con materiales de todo
tipo recogidos a lo largo de 40 años por otra mujer fascinada por esa figura
sobre la que quería escribir un libro que nunca hizo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Como en otras
novelas anteriores, Uribe entremezcla la peripecia del narrador y su familia
mientras se instalan en la ciudad, con la de las dos mujeres. No solo eso.
También aparecen otros personajes: amigos, funcionarios de la Biblioteca,
vecinos del pueblo del narrador, hasta el presidente Wilson. Y en una vuelta de
tuerca más, cambia la voz narrativa para ir contando las cosas desde diferentes
puntos de vista.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Pese a su
carácter de poeta o quizá precisamente por ello, Uribe es un narrador con una
notable capacidad para hipnotizar al lector con su relato novelístico. Un
relato en el que ilumina algunas cosas y hace elipsis con otras, y en el que al
usar varios puntos de vista permite al lector percibir cómo la mirada lo cambia
todo, cómo el mismo hecho es diferente según la posición en la escena que uno
tiene.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 20.0pt; line-height: 115%;">Entrevista en <a href="https://www.lavanguardia.com/cultura/20220314/8122037/kirmen-uribe-la-vida-anterior-de-los-delfines.html">La
Vanguardia</a><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"> FRANCESC PEIRÓN<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">NUEVA YORK.
CORRESPONSAL<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">14/03/2022
07:00<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En su primera
novela, Bilbao-Nueva York-Bilbao , con la que ganó en el 2009 el premio
Nacional de Literatura, Kirmen Uribe (Ondarroa, octubre de 1970) era un
visitante de la Gran Manzana. En la cuarta, La vida anterior de los delfines (
Izurdeen aurreko bizitza , título original en euskera), que se publica este 16
de marzo en castellano (Seix Barral) y en catalán (Edicions 62), la ciudad de
los rascacielos vuelve a gozar de protagonismo. Pero Uribe reside ahora en
Manhattan. Aquí le trajo la memoria de Rosika Schwimmer.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Qué diría
Rosika en estos tiempos bélicos en Europa?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Se llevaría las
manos a la cabeza y diría que cometemos los mismos errores que en su época.
Parece que no aprendemos las lecciones de la historia.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Quién era
esta mujer?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Fue una
feminista y pacifista húngara, judía, que luchó por el derecho al voto de la
mujeres principios del siglo XX y por los derechos laborales.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Volaba alto.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Cuando estalló
la Primera Guerra Mundial quiso pararla.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Una utopía.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Las utopías
ayudan a conseguir pequeñas cosas, a mejorar el mundo. Rosika Schwimmer habló
con el presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson para que mediara y lograra
un alto el fuego. No lo consiguió.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Y no se
desanimó.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Luego trató de
convencer a Henry Ford, que era el hombre más rico del mundo, y entre los dos
intentaron parar la guerra. No lo lograron, pero las ideas de Rosika sirvieron
después para la creación de la ONU.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Era una
adelantada?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Me encanta su
idea de la república federal mundial en la que todas las naciones tuviesen un
solo Estado. Esa idea loca puede ser que estuviera muy por delante de su época.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Ella cayó en
el olvido.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Porque no
convenía una figura que hablase tan abiertamente del pacifismo y el
militarismo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Las
feministas la dejaron sola cuando Wilson la invitó a la Casa Blanca, y con Ford
acabó mal.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ford al
principio era pacifista y, en sus escritos, se ve una posición sincera, pero a
raíz de la relación con Rosika Schwimmer se volvió antisemita.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>La
sindicalista y el empresario, una extraña relación.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En lo que
escribió Edith Wynner se cuenta que Rosika sabía de las prácticas empresariales
de Ford, pero era una mujer muy práctica, quería parar la guerra y sabía que
Ford podía financiar el barco de la paz.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Suena a
ingenuidad.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ya, ¿pero cuál
es tu actitud, quedarte callado, no manifestarte contra la guerra, dejar que
mueran millones de personas?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Ha citado a
Edith Wynner.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Fue la
secretaria personal de Rosika aquí en Nueva York. Cuando murió Rosika en 1948,
en Nueva York, Edith empezó a escribir su biografía. Tardó 40 años, es un libro
imposible, superborgiano.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>No lo acabó.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es tan
específico como la vida misma. Borges alude al mapa más perfecto, que es del
tamaño del mundo. Pues Edith quería escribir el libro del tamaño de la vida de
Rosika, más de 10.000 páginas, 166 cajas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Un legado al
que tuvo acceso. ¿Qué ocurrió al abrir las cajas?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Que empecé a
reflexionar sobre mi propio pasado, mi niñez, y pensé en ese niño rodeado de
mujeres. Éramos niños de una familia de mujeres.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Los hombres
estaban en la mar, en la pesca.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ellas se
quedaban en casa y, a su vez, eran muy progresistas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Feminismo,
su insumisión a la mili que le supuso ir a la cárcel, el conflicto vasco...<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Aparece todo de
manera personal. La agresividad, la masculinidad, la violencia nunca me han
gustado. Es una visión mía, de lo que vivimos como familia, en un pueblo
pequeño.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Si, porque
es narrador y protagonista de su narración.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">¿Por qué no? Ha
sido la gran revolución del siglo XXI, el propio autor entra en la novela como
un personaje más. Yo no me quedo fuera, también me mojo, salen cosas buenas y
malas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><a href="https://lecturassumergidas.com/2022/04/30/kirmen-uribe-entrevista-antes-de-los-delfines/"><span style="font-size: 20.0pt; line-height: 115%;">LECTURAS SUMERGIDAS</span></a><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">KIRMEN URIBE:
“LOS HOMBRES DEBEMOS CAMINAR JUNTO A LAS MUJERES”<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">FOTO CABECERA
POR RICKY DÁVILA / ARTÍCULO POR EMMA RODRÍGUEZ © 2022<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">El título de la
nueva novela de Kirmen Uribe, La vida anterior de los delfines, tiene que ver
con una leyenda vasca que habla de las personas que se enamoran de las lamias,
seres mitológicos de aspecto similar al de las sirenas. Quienes entran en
contacto con ellas sufren un cambio radical, “definitivo, irremediable”, acaban
convirtiéndose en delfines. Esta leyenda, que otorga a la historia un
cautivador cariz poético, que actúa como una especie de fondo “musical” que se
va introduciendo en el relato, tiene mucho significado, pues alude a las
transformaciones que sufren los migrantes, a los que la vida les cambia por
completo cuando cruzan la frontera.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">“Una vez
emprendido el viaje, el camino se vuelve otro, muy diferente al imaginado, y
los sueños que alimentaron nuestra partida quizá resulten tan fantasiosos como
las propias lamias (…) Los migrantes desconocemos lo que nos deparará el
futuro, pero sabemos bien que el pasado ya nunca será el mismo que fue”, leemos
en las primeras páginas de una obra que habla de viajes, de huidas, de marchas
forzosas, de búsquedas en otros lugares, lugares ajenos que representan tanto
el desarraigo como la promesa.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Kirmen Uribe
(Ondarroa, Bizkaia, 1970) desarrolla su narración en dos planos fundamentales:
pasado y presente, ayer y hoy. Todo empieza con una investigación y con una
beca de escritura concedida al autor por la Biblioteca Pública de Nueva York.
Allí tuvo la oportunidad de abrir las cajas que guardan la trayectoria de
Rosika Schwimmer, una valiente activista y feminista judía de origen húngaro,
emigrada a Estados Unidos, del mismo modo que su biógrafa, Edith Wynner,
gracias a la cual su historia sigue viva. El discurrir de esta aventura, que
nos lleva a la convulsa Europa de la Primera Guerra Mundial, corre en paralelo
al devenir de una familia vasca, la familia del propio escritor, a la que las
circunstancias conducen a la capital estadounidense. Se trata de historias, de
migrantes en cualquier tiempo y circunstancia. Mientras leemos tenemos la
sensación de que lo que sucedió renace de algún modo para intensificar
memorias, sentidos, emociones, convicciones, luchas que no deben caer en el
olvido.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">“Una vez me
habitué a desempolvar los archivos de Rosika Schwimmer como parte esencial de
la investigación, no tardé demasiado en advertir que aquellas cajas, además del
pasado, contenían secretos del porvenir, y no precisamente del de ella, sino
del mío, la vida pendiente, el tiempo por vivir”, escuchamos la voz del
escritor mientras se adentra en un destino ajeno que tiene el poder de remover
sus recuerdos, de agitar su conciencia, de fortalecer su identidad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Uribe habla de
lo acontecido en otra vida, pero lo que busca es hallar reflejos de
circunstancias, de hechos, de ideas y cuestionamientos que le han constituido
como persona, que han marcado su manera de ser, los pasos de su trayecto. “Yo
crecí entre mujeres feministas de los años setenta. Siempre tuve la sensación
de pertenecer a una familia diferente, eran mujeres laicas que se replantearon
todo: la sociedad, las relaciones personales, la propia familia. Ser un niño
diferente acarreaba mucha incomprensión, también soledad, ya que la sociedad
aún no estaba preparada para asimilar los cambios que planteaban las mujeres
que me ayudaron a crecer. / Para mi cuarta novela quería buscar un espejo en el
que se reflejase aquella niñez tan especial…”, explica el autor en un texto
titulado De Ondarroa a Nueva York, donde analiza las principales claves del
proceso de escritura.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La novela de
Uribe habla de una mujer que, en su época, fue vilipendiada por sus ideas, por
su ferviente activismo en la lucha por los derechos civiles, al tiempo que
rememora otras luchas más cercanas acaecidas en el entorno del escritor. Rosika
Schwimmer es una figura absolutamente vigente que nos recuerda la importancia
de la perseverancia y la resistencia ante las olas de regresión que están al
acecho. Esta obra que va abriendo tantas ventanas, tantas capas de sentido,
reivindica de fondo las corrientes de reivindicación, de protesta, de
insumisión, que siempre van moviendo la Historia hacia adelante. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">El feminismo en
La vida anterior de los delfines es una poderosa linterna que ilumina lo que
acontece, tanto en el ayer como en el hoy. Su fuerza se percibe en una entrega
que mira hacia atrás y a la vez deja que la inmediatez se introduzca en sus
páginas. Creación y vida; memoria e introspección; reflexión y emoción, se dan
la mano en un libro que, a fin de cuentas, habla de ideales, del deseo de
“cambiar el mundo”, un propósito que es, sin duda, una poderosa manera de
resistir, de plantear batalla, desde el territorio de la ficción. Al respecto,
en el intercambio de preguntas y respuestas mantenido con el autor, vía correo
electrónico, este menciona lo que decía Susan Sontag de que “cualquier lucha
perdida servirá de inspiración a otra” que se podrá ganar en el futuro.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– Mientras
leía la novela me planteaba, como me ha sucedido otras veces, con otros libros,
la manera en que muchas veces la literatura se adelanta a los acontecimientos o
merodea en torno a temas y conflictos que están a punto de ocuparnos, de
preocuparnos. En La vida anterior a los delfines se aborda la biografía, de una
mujer, Rosika Schwimmer, que defendió hasta las últimas consecuencias el
pacifismo, el antimilitarismo. Su tiempo fue el de la Primera Guerra Mundial.
Ahora, con la guerra de Ucrania, el pacifismo, su defensa, ha vuelto al primer
plano de la actualidad. ¿Qué opinas al respecto?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Que la
historia, en cierta manera, se repite. Aunque la sociedad cambie, la violencia,
la guerra, siempre están ahí. Son la solución fácil. La Guerra aparece ya en
las obras de Homero. La Iliada es la crónica de una guerra europea de hace
miles de años. Aunque a mí me gusta más la Odisea, que es el viaje posterior a
la guerra, el regreso, un regreso no directo, ni instantáneo, que se prolonga
durante muchos años. Es como si Ulises no quisiera volver, como si dudara de
cuál es su lugar en la tierra.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– En la
época a la que nos traslada la novela, el camino del pacifismo, la búsqueda de
la negociación, del diálogo, para parar la guerra, se veía ingenuo y resultaba
incómodo para amplios sectores de la población. La protagonista se encontró con
muchos seguidores, pero también con feroces detractores. En la actualidad
quienes defienden la diplomacia, convencidos de que se podía haber evitado la
guerra, también somos tachados de ingenuos. Ha pasado el tiempo, se supone que
deberíamos haber aprendido del devenir histórico, pero…<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Así es. El
pacifismo tuvo mucha fuerza en la sociedad estadounidense en la primera mitad
del siglo XX. También en el mundo, no hay que olvidar la figura de Gandhi.
Schwimmer fue candidata al Premio Nobel de la Paz. Pero poco después, durante
la Guerra Fría, su figura no interesaba. Fueron unas décadas marcadas por el
militarismo, con dos bloques que se armaron hasta los dientes. No fue hasta la
Guerra de Vietnam, en los sesenta, cuando se volvió a pensar en el pacifismo,
con figuras como John Lennon y Yoko Ono y su Imagine, con una letra tan
revolucionaria y tan vigente.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– ¿Hasta qué
punto la literatura puede ayudarnos a interpretar el presente, el mundo en el
que vivimos? Pienso que, en medio del ruido, del caos informativo, una novela
como esta puede añadir algo de luz, de comprensión, de perspectiva. ¿Estás de
acuerdo?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-family: "Segoe UI Emoji",sans-serif; mso-bidi-font-family: "Segoe UI Emoji";">📩</span>
Sumándote a la Newsletter de Lecturas Sumergidas estarás al tanto de todas
nuestras novedades. Unirme a la lista de correo de Lecturas Sumergidas<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Claro que sí.
No hay más que leer Guerra y Paz, de Tolstói. La literatura va a los matices,
te habla de las personas. El detalle del cometa de 1811 en la obra de Tolstói,
por ejemplo. Fue un cometa de gran tamaño, visible, similar al Hale-Bopp, que
nosotros conocimos. De repente aparece un cometa en el relato, este episodio es
bellísimo, es como si fuera una señal de que todo va a cambiar, de que habrá
otra vida después del conflicto. Estos detalles te los da solo la literatura.
El discurso político trata de unir, o de desunir, en él muchas veces se
fomentan la uniformidad y el odio. La literatura habla de las consecuencias de
esos discursos en las personas, siempre va a lo particular. Porque los seres
humanos somos únicos y diferentes, y de eso va la literatura, desde los
inicios.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">«EL PACIFISMO
TUVO MUCHA FUERZA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX. ROSIKA SCHWIMMER FUE
CANDIDATA AL PREMIO NOBEL DE LA PAZ. PERO DURANTE LA GUERRA FRÍA, SU FIGURA NO
INTERESABA. FUERON DÉCADAS MARCADAS POR EL MILITARISMO, CON DOS BLOQUES QUE SE
ARMARON HASTA LOS DIENTES», EXPLICA EL ESCRITOR.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– La vida
anterior a los delfines es una novela que se lee con facilidad, a lo que
contribuye el estilo directo, desnudo, pero es mucho más compleja de lo que
parece por sus muchas capas de sentido, por todos los puentes que tiende, entre
tiempos, espacios, circunstancias. Da la impresión de que su forma, su
desarrollo, no fue algo premeditado, sino que se fue dando sobre la marcha.
Bueno, en cierto modo, de ello se da cuenta en el discurrir de la narración; de
hecho, un aspecto muy interesante del libro es que como lectores asistimos al
proceso de su creación. ¿Puedes hablarme un poco de todo esto?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Orham Pamuk
habla del escritor naif y del sentimental. El primero escribe de manera casi
natural, sin pensarlo mucho. El segundo, aunque parte de la intuición,
construye cada paso del relato. Yo soy de los segundos. Me gusta mucho
planificar cada detalle, ir construyendo la narración con diferentes niveles,
con juegos de espejos, trabajando las transiciones. Aunque luego mis libros se
lean fácilmente, hay mucho trabajo anterior detrás. Me gusta que el lector
pueda leer el libro a diferentes niveles, que parta del superficial, claro
está, pero que luego se vaya adentrando en todas las conexiones interiores. Tal
vez en una segunda lectura se entienden mucho más las cosas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– ¿De qué
manera los acontecimientos vividos se fueron introduciendo en el relato? ¿La
pandemia, el confinamiento, influyeron en el devenir de la historia que se
estaba construyendo, contando?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Por supuesto.
La pandemia me dio el pretexto adecuado para cambiar de voz narrativa. Para
pasar de la perspectiva de Uri a la de Nora tenía que haber un pretexto muy
claro, de lo contrario el lector se preguntaría el porqué del cambio, se
perdería. La pandemia fue la excusa perfecta. Uri pierde las ganas de escribir,
está más centrado en otras cosas, le preocupa la situación emocional de sus
hijos, y deja la novela. Será Nora la que seguirá con el relato, pero tendrá
otra forma, la de una larga carta escrita a su mejor amiga, Maider. Durante la
pandemia hubo mucho de eso, nos acordamos de gente que no veíamos desde hacía
muchos años. Nora seguirá contando la historia de Schwimmer, pero desde otra
perspectiva. Y veremos al autor desde fuera, con sus virtudes pero también con
sus defectos, que los tenemos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– Hay otro
episodio, el del asesinato de George Floyd en 2021, que activa el movimiento
Black Lives Matter, que entra en la historia, y conduce a reflexionar sobre el
racismo latente en la sociedad estadounidense. ¿Consideras que la novela es un
medio idóneo para narrar el presente, para pensarlo, para evitar que lo
verdaderamente importante se pierda entre lo anecdótico, se diluya en el ruido,
entre tanta mentira y manipulación?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Lo creo. Ha
habido una gran revolución en la literatura del siglo XXI. Mientras los
políticos mienten, en la época de la posverdad, el escritor es el que cuenta la
verdad. Ha sido una reacción que se ha vivido no solo en literatura, sino
también en el arte o en el cine. La poeta Claudia Rankine, por ejemplo, cuenta
“hechos» en sus poemas. Cuenta lo que ha vivido la comunidad afroamericana. Sin
adornos. Pum. Esto es lo que hay. Pero lo hace, por otro lado, de una manera
emocional, combinando hechos y emoción, los dos grandes paradigmas de la
creación en el siglo XXI. Olvídate del “todo está dicho” borgiano. No, no todo
está dicho, aún hay muchas cosas que contar, muchas historias y vivencias que
han sido silenciadas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– ¿De qué
manera un personaje como el de Rosika surgió en tu vida y en qué medida la
transformó, abrió ventanas de reflexión, de búsqueda, de empatía?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Los hombres
debemos caminar junto a las mujeres en el camino de la igualdad. No solo es
pensar ”yo no soy machista» y ya está. No, hay que ser muy autocríticos,
deshacernos de los roles masculinos que nos han sido transmitidos durante
muchas generaciones. En eso me ha ayudado la figura de Rosika, que me interesó
también porque fue una adelantada a su tiempo, incomprendida, olvidada. No soy
mucho de victorias épicas, no me atraen.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– Supongo
que entre las grandes satisfacciones de esta novela está la de haber rescatado
a un personaje olvidado, un personaje de gran fuerza que, sin embargo,
permanecía oculto, y que, sin duda, es un gran referente del movimiento
feminista y pacifista.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Sí, pero no
quería solo escribir una biografía, o una novela histórica, todo eso no me
llena. Quería ir más allá. Hacer un experimento. Ver qué pasaba en mi mente
cuando abría esas cajas, qué pensamientos me venían. Quería escribir una novela
contemporánea, sobre nuestro tiempo, no solo hablar del pasado, sino de la
importancia del pasado, del nexo entre generaciones. Ese era mi propósito, más
que hablar solo de una persona.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– ¿Qué le ha
aportado a Kirmen Uribe, a nivel personal, la historia de Rosika Schwimmer?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Me ha llevado
a Nueva York. He empezado una nueva vida gracias a ella. He aprendido de mí y
de mi pasado. Y me ha dado un libro. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– Es mucho
lo que abarca un personaje así. La novela se detiene en su relación, en torno
al pacifismo, con el magnate Henry Ford, y se alude a su amistad con Einstein,
quien la propuso al Premio Nobel. ¿Hubo algún momento en el que te sentiste
desbordado con tanta información, con tantos archivos, detalles,
ramificaciones?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Claro.
Siempre hay momentos así. Creo que era Vila Matas quien hablaba de perder
teorías. En una investigación de este calado, uno tiene que olvidarse de muchas
cosas, quedarse con los detalles esenciales, si no el lector se puede ver
abrumado con tanta información. Una novela, estoy convencido, te tiene que
enseñar algo que no sabías. En eso estoy de acuerdo. Pero la información no es
lo más importante. Lo es más el personaje y su devenir dentro de la historia. Y
para ello, con unos pocos detalles basta. Me tuve que olvidar de muchos datos y
quedarme con lo esencial.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">«NO QUERÍA SOLO
ESCRIBIR UNA BIOGRAFÍA, O UNA NOVELA HISTÓRICA. QUERÍA IR MÁS ALLÁ. HACER UN
EXPERIMENTO. VER QUÉ PASABA EN MI MENTE CUANDO ABRÍA ESAS CAJAS. QUERÍA
ESCRIBIR UNA NOVELA SOBRE NUESTRO TIEMPO, HABLAR DE LA IMPORTANCIA DEL PASADO,
DEL NEXO ENTRE GENERACIONES», DECLARA URIBE.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– “Los
migrantes desconocemos lo que nos deparará el futuro, pero sabemos bien que el
pasado ya nunca será el mismo que fue”, leemos muy al comienzo de una novela
que habla de las dificultades de los migrantes. Si hay que buscar un gran tema
en la novela yo diría que es este, el cambio, la profunda transformación que
supone abandonar las raíces, integrarse en otra cultura, adquirir otra lengua… <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Es así. Es
una novela sobre los migrantes, sobre el cambio, sobre el derecho a una segunda
oportunidad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– El tema de
los migrantes es, por otra parte, uno de los grandes temas de nuestro tiempo.
No podemos darle la espalda. Sabemos que cada vez será más crucial, que el
proceso de cambio climático lo acentuará…<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Es cierto,
aunque, por otra parte, siempre ha sido así. Siempre ha habido migraciones. Me
acuerdo que en una visita que hice al Sahara me hablaron de la ceremonia del
té, tan importante para ellos. Pues bien, aquellas hojas de té las traen desde
China. Y eso ha sido así durante muchos siglos. La uniformización, la idea de
un país puro, eso es muy reciente. Siempre ha habido desplazamientos de
comunidades.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– La leyenda
vasca de los delfines, tan poética, tiene que ver con todo esto. “A los
migrantes nos cambia la vida cuando cruzamos la frontera”, señala el narrador.
¿Cómo se integró esa leyenda en la narración? <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Pues fue casi
al final. Para mí el título es muy importante y encontrarlo es un proceso muy
lento. El título original del proyecto que presenté a la Biblioteca era The
Book She writes (El libro que ella escribe). Pero luego me acordé de esta
leyenda vasca que cuenta que los delfines antes fueron personas y se
convirtieron en delfines por amar a las lamias, una especie de sirenas. Me
gustó esta idea para el título, el concepto de la metamorfosis, de como una
decisión puede hacer cambiar tu vida. Una vez te vas a vivir a otro país todo
cambia, tú mismo, y la percepción que tienes del lugar de donde procedes. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– La
historia de los vascos que emigraron a Estados Unidos está presente, de fondo,
en la novela. En cierto modo, por el planteamiento, por las alusiones,
encuentro paralelismos con Días de Nevada de Bernardo Atxaga, donde también el
escritor viaja a EEUU y se encuentra con sus recuerdos…<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Atxaga es
siempre un gran referente. Pero para esta novela he tenido otras lecturas, por
supuesto mi querido Sebald, y, por supuesto, Emmanuel Carrère, y también Sigrid
Nunez, Valeria Luiselli, Edna O’Brien…<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– La
reivindicación de las lenguas minoritarias, más vulnerables, es fundamental en
el libro, concretamente la defensa del euskera es otra de las líneas troncales
de la novela.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b> </b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– El euskera es
muy importante en mi identidad. Escribir en euskera es ayudar a preservar la
diversidad cultural del planeta, y por ello es un bien de todo el mundo, no
solo de los vascos. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– Me
pregunto hasta qué punto el personaje del escritor, Kirmen Uribe, sintió la
necesidad de volver a su lengua, a sus raíces, a sus tradiciones, a sus
recuerdos, precisamente por estar lejos. ¿La lejanía intensifica los resortes
de la memoria, intensifica el sentido de pertenencia?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b> </b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– La lejanía
ayuda a ver las cosas de otra manera. Es buena la distancia para la reflexión.
Y creativamente también es muy positiva. Velázquez no hubiera pintado Las
Meninas si no hubiera pasado por Italia; tampoco Joyce hubiera escrito su
Ulises si hubiera permanecido en Irlanda. A mí me ha venido muy bien, me siento
mucho más creativo ahora, he aprendido mucho.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– La
insumisión, la desobediencia civil, la lucha por la legalización del aborto en
España, la alargada sombra de ETA… De todo esto se habla en la novela, cuya
escritura actúa como un activador de lo vivido, de lo experimentado, de lo
aprendido, de lo sentido</b>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Cuento lo que
he vivido y como lo he vivido. Es mi mundo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– Aquí abro
otra línea que me lleva a dibujar un camino trascendental en la novela: el de
todas aquellas personas que no se resignan, que luchan, que activan los cambios
sociales. <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Es lo que
estamos viviendo ahora, después de la posmodernidad. Parecía que no merecía la
pena luchar por nada, que todo se había conseguido. Pues no. Hay mucho que
hacer aún. Yo no soy muy de echar la toalla. Hasta que me demuestren lo
contrario, siempre lucho por mejorar las cosas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– Otra de
las particularidades de La vida anterior de los delfines es la de las voces
narradoras. Como comentabas antes, la segunda parte de la novela, que en mi
opinión gana en emotividad, es contada por Nora, la mujer del autor que está
escribiendo sobre Rosika Schwimmer y que en un momento dado atraviesa por un
bloqueo creativo. E incluso hay una parte final, más breve, en la que son los
dos hijos de la pareja los que ofrecen su versión de lo que está aconteciendo.
¿Cómo surgió esta estructura?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Esta
estructura la tenía en mente desde el principio. Contar una historia con
diferentes voces y perspectivas. Empezar con una voz cercana a la mía y luego
ir poco a poco alejándome de mí mismo. La novela empieza con una voz masculina,
hablando de una sufragista, de las abortistas de Bilbao, de mi tía… y en la
segunda parte tenía que haber un cambio. Era necesario que el escritor hombre
callara y diese la voz a su compañera, que la mujer contase la historia desde
su perspectiva. Eso fue una especie de liberación. Dejar mi voz y ponerme en la
piel de mi mujer, verme a mí mismo desde fuera… Y luego acabar con la voz de
los niños. Son muy importantes en la novela. Ellos cuentan una escena que
ocurre en el futuro, además, en el verano del 2022.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">«PARECÍA QUE NO
MERECÍA LA PENA LUCHAR POR NADA, QUE TODO SE HABÍA CONSEGUIDO. PUES NO. HAY
MUCHO QUE HACER AÚN. YO NO SOY MUY DE ECHAR LA TOALLA. HASTA QUE ME DEMUESTREN
LO CONTRARIO, SIEMPRE LUCHO POR MEJORAR LAS COSAS», SEÑALA EL AUTOR.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– ¿Te
sientes cómodo en la autoficción? ¿Crees que La vida anterior de los delfines
se puede incluir en esta etiqueta? <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– La
autoficción la probé hace años con Bilbao New York Bilbao, mi primera novela.
Creo que esta es más biográfica, todo lo que se cuenta en la primera parte es
verdad y el lector así lo lee. Luego, al cambiar de voz, de perspectiva, nos
vamos adentrando más en la ficción. Es una novela que va de la no ficción a la
ficción.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>– Para
terminar volvamos a Rosika Schwimmer. En un momento dado, en su época, tras
tantos atropellos sufridos, se convirtió en un símbolo “para las nuevas
generaciones idealistas”? ¿Crees que hoy podemos seguir creyendo en referentes
similares? ¿En estos tiempos de descreimiento generalizado sigue habiendo lugar
para el idealismo?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">– Claro que sí,
la utopía nos enseña a caminar. Ya lo decía Susan Sontag, cualquier lucha
perdida servirá de inspiración a otra que ganará. Hemos avanzado en la
igualdad, en los derechos de las minorías, de las identidades sexuales, en la
defensa del planeta, porque ha habido muchas luchas perdidas anteriormente. El
idealismo es vital, aún hay mucho trecho para conseguir una sociedad justa. Las
utopías son necesarias en democracia, si no todo se estanca, empezamos a perder
derechos, como ya está ocurriendo en países con gobernantes populistas y de
extrema derecha.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-size: 20.0pt; line-height: 115%;">Entrevista en <a href="https://www.eldiario.es/euskadi/kirmen-uribe-escritor-no-masculino-pequeno-daban-miedo-hombres_128_8882005.html">Eldiario.es</a><o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Kirmen Uribe,
escritor: “No era nada masculino de pequeño. Me daban miedo los hombres”<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">“'La vida
anterior de los delfines' es una novela de un hombre que busca una nueva
masculinidad, por eso hablo de las sufragistas, de mi madre y mis tías, de las
abortistas de Bilbao o del acoso”, confiesa el autor<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En la segunda
parte de su nueva novela -'La vida anterior de los delfines'- Kirmen Uribe
(Ondarroa, 1970) se abandona a sí mismo y a su protagonista, Uri, para dar voz
a una mujer, Nora, quien se convierte en la narradora de la historia. “Lo que
hago como autor es dejar que hable el escritor hombre y dar la voz a la mujer.
¿Por qué? Porque ese gesto es muy significativo, es decir 'vamos a perder
privilegios y voy a dar la voz a las mujeres para que cuenten su versión de la
historia'. Entonces, me meto en la piel de una mujer”, confiesa Uribe a este
periódico.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Diez años de
Cabacas: cuando la cúpula de la Ertzaintza negó el uso de pelotas de goma con
un joven agonizando<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Según reconoce,
la clave del proceso para lograr dar voz a una mujer es algo que siempre ha
hecho: escuchar. “Me encanta escuchar a las mujeres y vivir con ellas, lo he
hecho desde pequeñito. Siempre me han fascinado como personas. Son personas
mucho más complejas que los hombres”, explica sentado en un hotel del centro de
Bilbao días antes de participar en el Festival Internacional de las Letras de
Bilbao Gutun Zuria.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En 'La vida
anterior a los delfines' Uri, un trasunto del propio Kirmen Uribe, viaja con su
familia hasta Nueva York para investigar a la histórica feminista y pacifista
Rosika Schwimmer, que trató de parar la Primera Guerra Mundial hablando con
Woodrow Wilson, el presidente de los EEUU. “La figura de Rosika Schwimmer es
maravillosa, es increíble. Ella era sufragista húngara, la pilla la Primera
Guerra Mundial en Londres y de Londres se va a Nueva York, donde quiere parar
la guerra. Para eso, habla con el presidente Wilson, no lo convence, pero
consigue hablar con él, con lo difícil que era. Luego, se las apaña para hablar
con Henry Ford, el magnate del automovilismo, para que pare la guerra también y
lo convence. Montan un barco de la paz muy utópico que trata de parar la
guerra. No lo consiguieron, pero sus ideas se mantuvieron y ahora están muy
vigentes. Entonces, aunque tú fracases en un momento dado, tus ideas duran para
siempre, por eso ninguna lucha es en vano. Ahora mismo hay que seguir
reivindicando la paz y el antimilitarismo, sin duda”, sentencia el escritor.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Su
participación en el Festival Internacional de las Letras de Bilbao Gutun Zuria
se basará en un encuentro entre usted y la escritora Sara Mesa bajo el título
'Géneros fluidos: de la ficción a la no ficción'. ¿De qué manera entrelaza la
ficción y la no ficción en su obra?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Mi novela
empieza siendo no ficción para acabar siendo ficción. Empieza con el proceso de
investigación que Uri, un trasunto mío, hace en la Biblioteca de Nueva York
sobre un personaje histórico silenciado llamado Rosika Schwimmer y, poco a
poco, muestra cómo fue nuestra llegada a Nueva York y nuestro aclimatamiento en
la ciudad con todas sus dificultades. En esa primera parte, también voy
acordándome de pasajes de mi infancia. En la segunda parte, hay un cambio de
voz y pasa de contar la historia Uri a hacerlo Nora, la compañera del
protagonista. En ese punto, la novela ya se dirige a la ficción.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cuánto de
Kirmen hay en Uri?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Hay mucho de
Kirmen en Uri, Uri es 100% Kirmen, pero Nora es 30% Kirmen, Maider es 20%
Kirmen y Rosika es 10% Kirmen. Hago una especie de ejercicio de fluido de
género en la novela porque paso de un personaje a otro y todos soy yo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cuántas
vidas hay en una vida?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Muchísimas.
Tenemos la percepción de que nuestros padres vivieron una única vida. En el
caso de los míos, que venían del franquismo, de familias humildes que después
prosperaron con el boom económico y consiguieron llevar a sus hijos a la
universidad y darles estudios, vivieron una sola vida. En nuestro caso es
diferente. Yo creo que cambiamos de vida cuando cambiamos de relación, de
ciudad, de país e incluso cambiamos de vida cuando leemos un libro.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Migrar
permite vivir más de una vida pero, ¿una persona que migra lo tiene más
complicado para encontrar una paz interna al vivir entre dos mundos?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Yo creo que no.
Una persona que vive en un entorno del que no ha salido nunca tal vez tenga una
relación conflictiva con ese entorno, porque no se siente realizada o
comprendida. A mí me gustan los personajes literarios que son incomprendidos,
desplazados, silenciados... Siempre me han interesado. La novela también tiene
un punto de eso. Mi familia y yo vamos a Nueva York, al principio estamos
centrados en el futuro, queremos asentarnos en la ciudad, pero luego el pasado
vuelve y el pasado nunca lo puedes dejar atrás, lo único que puedes hacer con
el pasado es llevarte bien con él. Uri tiene una relación conflictiva con el
pasado y Nora le ayuda a reencontrarse con él.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Siempre he
tenido una manera de ser de marino, con un punto de desarraigo, y Nueva York me
ha dado la posibilidad de mirarme a mí mismo y de mirar a Euskadi con mucha más
tranquilidad<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">¿Cómo es esa
relación conflictiva con el pasado?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es sentirte
diferente en un entorno difícil, en el que los demás no eran como tú en muchos
sentidos. Yo siempre he tenido esa sensación de ser un poco isla al haber
nacido dentro de una familia de mujeres muy progresistas y especiales que
soñaban con un mundo diferente y mejor, a pesar de que la sociedad fuera mucho
más lenta que ellas. Siempre he tenido la sensación de que mi madre iba 10 años
por delante y la sociedad, poco a poco, iba dándole la razón. Siempre he tenido
una manera de ser de marino, con un punto de desarraigo, y Nueva York me ha
dado la posibilidad de mirarme a mí mismo y de mirar a Euskadi con mucha más
tranquilidad.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Esa
sociedad de la que habla que va un poco más lenta que las mujeres de su vida es
la sociedad vasca?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">No. La sociedad
vasca no es la misma de los 70 o 80, aunque en aquella época también había
gente muy movida y reivindicativa en todos los temas, la sexualidad, la
identidad sexual, la igualdad o el antimilitarismo, pero es una sociedad que ha
ido evolucionando y, en global, es muy solidaria y abierta. Es una sociedad que
a mí me parece muy activa en temas como la ecología, las mujeres o los
refugiados.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Tiene una
obra para niños, 'Ez naiz ilehoria, eta ze?' ('No soy rubia y ¿qué?'), en ella
cuenta la historia de Amira, una chica marroquí a la que le cuesta hacer amigos
en Vitoria. ¿Por qué es importante mostrar esas realidades a los niños desde
que son pequeños?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Porque así van
asimilando nuevas ideas. Me acuerdo que yo no era nada masculino cuando era
pequeño y a mí me daban miedo los hombres, cómo gritaban y se movían, todos
esos roles desastrosos que nos han impuesto, y la novela también tira por ahí,
es una novela de un hombre que busca una nueva masculinidad, por eso en la
novela hablo de las sufragistas, de mi madre y mis tías, de las abortistas de
Bilbao o de la juventud de Nora en los 90, en un mundo en el que el acoso era
casi normal. En la segunda parte de la novela, lo que hago como autor es dejar
que hable el escritor hombre y dar la voz a la mujer. ¿Por qué? Porque ese
gesto ya es muy significativo, es decir 'vamos a perder privilegios y voy a dar
la voz a las mujeres para que cuenten su versión de la historia'. Entonces, me
meto en la piel de una mujer. Este libro es la historia de un hombre que quiere
ser otro.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cómo es el
proceso de meterse en la piel de una mujer?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es escuchar. Lo
que he hecho siempre, la verdad. Me encanta escuchar a las mujeres y vivir con
ellas, lo he hecho desde pequeñito. Siempre me han fascinado como personas. Son
personas mucho más complejas que los hombres, que tienen como una coraza difícil
de traspasar, son orgullosos y violentos, aunque es lo que nos han enseñado
también, pero creo que las mujeres son mucho más complejas, más abiertas a los
sentimientos y al afecto y eso es lo que me mueve, el afecto.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cómo
deberían ser esas nuevas masculinidades de las que habla?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Hombres que
saben compartir, que saben escuchar, que son conscientes de todo el machismo
que ha habido durante siglos y del rol que tienen ahora para abrir la puerta a
una sociedad diferente.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es una novela
de un hombre que busca una nueva masculinidad, por eso en ella hablo de las
sufragistas, de mi madre y mis tías, de las abortistas de Bilbao o de la
juventud de Nora en los 90, en un mundo en el que el acoso era casi normal<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Su personaje
investiga sobre la histórica feminista y pacifista Rosika Schwimmer que intenta
evitar la Primera Guerra Mundial hablando con Woodrow Wilson, el presidente de
los EEUU y defiende la palabra frente a cualquier acto de violencia. ¿Se puede
conseguir que la palabra combata la violencia en los tiempos que corren?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La figura de
Rosika Schwimmer es maravillosa, es increíble. Ella era sufragista húngara, la
pilla la Primera Guerra Mundial en Londres y de Londres se va a Nueva York,
donde quiere parar la guerra. Para eso habla con el presidente Wilson, no lo
convence, pero consigue hablar con él, con lo difícil que era. Luego, se las
apaña para hablar con Henry Ford, el magnate del automovilismo, para que pare
la guerra también y lo convence. Montan un barco de la paz muy utópico que
trata de parar la guerra. No lo consiguieron, pero sus ideas se mantuvieron y
ahora están muy vigentes. Entonces, aunque tú fracases en un momento dado, tus
ideas duran para siempre, por eso ninguna lucha es en vano. Ahora mismo hay que
seguir reivindicando la paz y el antimilitarismo, sin duda.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Con qué
mensaje quiere que se quede el lector tras leer la novela?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Quiero que el
lector se quede con que es un libro muy honesto, bello, pero con pasajes muy
duros de la vida, y que es un libro que trata de ser no convencional, con una
narrativa muy acorde al siglo XXI, con una forma muy diferente.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-size: 20.0pt; line-height: 115%;">Entrevista en <a href="https://revistadesbandada.com/2023/10/24/kirmen-uribe-en-alemania/">Desbandad</a>a<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Kirmen Uribe,
un escritor vasco por Alemania<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">24. OCTUBRE
2023 POR REVISTA DESBANDADA<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Conversación
con el escritor en el Instituto Cervantes de Berlín. Aunque trata
fundamentalmente de su vida como novelista, este artículo guarda una sorpresa
para los amantes de la poesía, en euskera y en castellano. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Kirmen es un
nombre poco frecuente, incluso en euskera. El autor de Bilbao-New York-Bilbao,
y de La vida anterior de los delfines, nos explica que es uno de estos nombres
laicos que salieron en la transición, sin una correspondencia religiosa, como
Mikel (Miguel), Joseba (José) o Koldo (Luis). En esa época se recuperaron
nombres como Aitor o Kirmen. Pasó algo parecido en catalán. Nos cuenta además
que su propio éxito como escritor contribuyó a hacer más popular el nombre. Así
comienza nuestra conversación con el autor vasco, en la Biblioteca del
Instituto Cervantes de Berlín, donde hicimos algunas fotos, porque poco después
iba a presentar la traducción al alemán de su última novela, traducción
publicada por Berlin Verlag.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cómo te
podrías presentar para la comunidad hispanohablante que no te conoce, incluso
para la comunidad comunidad vasca que hay en Alemania?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Bueno, yo soy
un escritor en euskera con una visión universal del arte y de la vida. Nací en
un pueblo pequeño pesquero, Ondárroa, mi padre era marino. Yo creo que tengo
esa alma marina, entonces. Me siento muy vinculado a la lengua vasca, que es mi
lengua madre. Me gusta su sonoridad, me gusta incluso estéticamente, pero
siempre he querido salir fuera y estar en conexión con escritores de todo el
mundo: un escritor vasco que ahora mismo vive en Nueva York pero sigue
escribiendo en euskera. Yo creo que escribir en euskera es una manera de
aportar a la diversidad del planeta. Yo lo veo así.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Vives en
Nueva York, tienes familia, y das clase en la Universidad de Nueva York en un
máster de escritura. ¿Lo haces en inglés?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">No, en español.
En la Universidad de Nueva York hay un máster escritura en inglés, y hay un
máster de escritura en español. Hay varias universidades que lo tienen, no
muchas, las más prestigiosas: hay en Iowa, en Texas, no sé si en Austin.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Justamente
la de Austen la lleva Cristina Rivera Garza. Estuvo aquí en el Instituto
Cervantes de Berlín, le hicimos una entrevista. <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Entonces mi
vida es trilingüe, digamos: yo nací en euskera y me crié en esa lengua, y
siento especial vinculación a ella porque escribo en ella también, ¿no?, pero
vivo en Nueva York, no vivo en el ámbito, digamos, de la lengua, sino que vivo
fuera, ¿no?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Para qué
has venido a Alemania?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Bueno, después
de esta presentación en el Instituto Cervantes de Berlín voy a Hamburgo, tengo
un acto con el traductor de mi última
novela al alemán, que es es Stefan Kutzenberger en el Instituto Cervantes de
Hamburgo. Luego me voy a la Feria del Libro de Frankfurt, tenemos un evento
organizado por la por la Dirección General del libro, dentro de la Presidencia
española de la Unión Europea. Y más tarde a Bremen, al festival GlobalE, y en
el Instituto Cervantes. Entonces he venido a Alemania a presentar la traducción
de mi última novela, que es La vida anterior de los delfines, publicada por
Berlín Verlag.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Se ha
traducido desde el euskera?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">No, se ha
traducido desde el castellano. Yo procuro siempre que mis traducciones sean
hechas desde el euskera, si es posible, pero hay traducciones que se hacen
desde el castellano, y tampoco pasa nada porque yo participo de la traducción
al castellano, que no sé si es traducción o es más bien es casi casi un
original, ¿no? Mientras escribo la novela, estoy también escribiendo la
traducción al mismo tiempo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Tú traduces
al castellano. <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, junto con
José Maria Sansi, un gran escritor vasco, que me ayuda, pero sí, me gusta
escribir las dos versiones y escribirlas casi casi al unísono. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Te lo
pregunto porque en Alemania en general, y en Berlín en concreto, últimamente se
la ha dado bastante relevancia al tema de la traducción y la importancia de los
traductores en la difusión de la literatura, como agentes activos dentro del
proceso. La Latinale, en la que tú participaste hace años, en 2005,en las
últimas dos ediciones, ha dado especial relevancia a los traductores, que eran
parte del proceso de selección de los poetas invitados, y en las presentaciones
lo hacían emparejados, traductor y autor. También lo hace un pequeño festival
de poesía llamado Festival Siesta. Por eso la traducción está cobrando una
fuerza y una relevancia en todo el proceso de difusión literaria que antes yo
creo que no tenía.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, claro, la
traducción es muy importante. Traducir está a la par de escribir. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Para
nosotros, en Europa, es evidente, con tantos idiomas en el mismo continente.
¿En Estados Unidos es tan evidente?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Cada vez más,
cada vez más. Jennifer Croft, que es la traductora de Olga Tokarczuk, está
trabajando mucho en tratar de dignificar el trabajo de los traductores, bueno,
las traductoras, porque son mayoría mujeres. Hay traductoras que han trabajado
mucho para darle valor a la traducción. Jennifer Croft dice que el nombre del
traductor tiene que aparecer en la portada, y que si no, ella no publica. Tiene
una posición muy activista por la traducción. Yo creo que ahora mismo en
Estados Unidos se traduce bastante más de lo que se traducía antes.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>De hecho,
hay un premio muy reconocido a las traducciones, un libro tuyo recibió un
premio. Recientemente la traducción de un libro de cuentos de una autora
argentina que vive en Berlín, Samanta Schweblin, recibió ese premio.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, hay dos
premios, el PEN Award for Poetry in Translation, en 2007 quedó finalista la
traducción de este libro de poemas, Mientras tanto dame la mano. Y luego está
también el premio nacional, el National Book Awards, es como el gran premio, se
da a obras de ficción, obras de poesía y obra traducida.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Estaría bien
que hubiera algo parecido en español. Bueno, vamos a tu obra más en concreto.
Tienes una obra poco extensa, aunque llevas escribiendo más de veinte años.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Mi primer libro
de poemas es del 2001, que es este. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Que fue el
primero que recibió un premio en el País Vasco</b>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, el premio
de la crítica, pero enseguida fue traducido al español, luego al inglés en
Estados Unidos, y también al francés. Fue un libro que me dio mucho. Es un
libro mágico. Se acogió muy bien por parte de crítica y lectores, tuvo m uy
buena aceptación. Lectores que no leían poesía empezaron a leer este libro.
Luego ya vino mi primera novela, que fue BilbaoNewYorkBilbao, que ganó el
Premio Nacional y se ha traducido a muchísimas lenguas. Para mí fue un comienzo
un poco abrumador: primer libro de poemas, publicado en Visor, luego traducido
también al inglés, que tiene este premio en inglés, mis poemas salen Newyorker
y en otras revistas, también en Estados Unidos. Luego ya mi primera novela, y
me dan el Premio Nacional ¡Imagínate, qué comienzo! Me sacó de mí mismo,
digamos, ¿no? Si tuve esa sensación de “¿Y ahora qué hago?”, ¿no? Después de
estos dos libros que tanta vida tuvieron, me dije, “Ahora empieza la verdadera
carrera del escritor”. Empecé a escribir otra serie de novelas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Pero tú
escribías poesía. <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, y sigo
escribiendo poesía también.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ibaia. Poema
del libro Bitartean heldu eskutik, leído por el autor. Grabado para revista
Desbandada en el Instituto Cervantes de Berlín, octubre de 2023.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">El río (Ibaia).
Poema del libro Mientras tanto dame la mano, leído por el autor. Grabado para
revista Desbandada en el Instituto Cervantes de Berlín, octubre de 2023.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cómo te
defines para ti mismo? <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Yo, escritor.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Ni
novelista, ni narrador, ni poeta. <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">No, pero yo
creo que sobre todo soy novelista. Me gusta la novela, me gustan las
estructuras novelescas. Si un un poemario es una escultura, pues una novela es
la catedral. Sí, sí. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>La pregunta
tiene un poco que ver con algo que dices en alguna entrevista sobre el lector.
¿Cómo concibes este lector que lee tus novelas? ¿Qué esperas? ¿Qué tipo de
lectura o qué recepción esperas que tenga tu novela? Porque tampoco es una
novela lineal, no tiene una estructura tradicional, la compone una
multiplicidad de textos.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, eso es. En
mi obra siempre trato de trabajar dos temas. Primero, el contenido suelen ser
historias no contadas o personajes más o menos marginales: personajes
silenciados, voces silenciadas, gente en tránsito, muchas son mujeres,
migrantes, gente que perdió la guerra, niños que salieron de su país, niños
refugiados. Me interesan estas historias, digamos, de gente que no ha sido
escuchada. Y luego, por otro lado, me gusta trabajar muchísimo la forma de las
novelas. Bilbao-New York-Bilbao es la non-novela, porque no existe en realidad.
Lo que se cuenta es que el escritor va en un vuelo de Bilbao a Nueva York, está
pensando en la novela que está escribiendo, está leyendo los materiales de la
novela, todo el proceso de investigación, se ven las novelas que lee, las
películas que ve en el propio vuelo… Por supuesto está la memoria: se acuerda
de su padre, de su abuelo, de su madre, de su propia familia. Pero la novela en
sí que está escribiendo no aparece. Entonces es el propio lector el que tiene
que imaginarse qué novela está escribiendo. ¿Y eso por qué lo hago? Porque creo
en un lector inteligente, un lector creativo, creo en un lector activo activo.
Entonces, es el propio lector el que se imagina la novela, y cada uno se
imagina su propia novela. Luego, la segunda novela es una novela totalmente
rota, tiene la forma de una caja que uno encuentra y en la caja hay fotos, hay
objetos que uno no reconoce al principio. Uno abre la caja y no reconoce esos
objetos, ni esas fotos, quiénes son. Pero, con el tiempo, va un poco
descubriendo los personajes, esclareciendo todos los hilos que unen todos estos
personajes, los hilos invisibles, ¿no? La tercera novela es una investigación
sobre una mujer que yo conocí ya mayor.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Tú la
conociste, o sea, es algo autobiográfico? <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, Karmele
Urresti, sí, la conocí. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>La historia
es increíble y, de hecho, se va a hacer una película.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La conocí en el
País Vasco. Entonces, de repente, pues te das cuenta que tiene una gran
historia detrás, y cuando ella muere, no antes, aunque siempre me habían
hablado de ella, me interesé por su historia. Empecé a investigar en diferentes
archivos, hablando con la familia, etc. Me enteré que era una exiliada de la
Guerra Civil, que luego se metió en los servicios secretos de Estados Unidos,
etcétera. Tiene una gran historia detrás.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Dos exilios
diferentes en Venezuela.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">El propio autor
dentro de la novela va descubriendo cosas, el narrador no es omnisciente, no
sabe nada de aquella persona. A medida que va descubriendo cosas, va contando
cosas, está a la altura del lector, porque tampoco sabe nada, y a mí eso me
encanta, que estén el autor y el lector al mismo nivel. No es que yo me sé todo
y te cuento, sino que yo voy descubriendo con el lector lo que le pasó a esta
señora.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b> </b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Y la última
novela, La vida anterior de los delfines, la que se ha traducido ahora al
alemán?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es una novela
escrita utilizando tres puntos de vista diferentes. Tiene tres partes. La
primera parte es la novela en sí, la segunda parte es una carta, muy larga, y
la tercera parte es un vídeo de estos de tiktok. Cuenta un poco mi propia
historia, cómo voy a Nueva York, cómo me dan la Beca Cullman de la Biblioteca
Pública de Nueva York, cómo empiezo a investigar sobre una sufragista húngara
muy interesante, pacifista y, a medida que voy abriendo esos documentos y voy
leyendo esos documentos, pues hago un ejercicio de memoria de lo que fue el
País Vasco en los 80 y en los 90, pero de repente en la pandemia todo ese
proceso se detiene, y es mi mujer la que empieza a contar. Entonces hay un
cambio de perspectiva: la primera parte es la del propio escritor que va
contando su vida, y luego en la segunda parte es la mujer que ve al escritor.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>O sea que
hay dos narradores.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Hay tres
narradores, la última parte está contada por los hijos. Cada parte es un
narrador diferente y una forma diferente: la primera parte es una novela y la
segunda parte es una carta larguísima que le escribe mi mujer a su mejor amiga,
¿no? Pero, claro, es ficción. Es ficción porque yo no soy ella, ¿me entiendes?
Pero me gusta verme desde fuera, yo creo que es un ejercicio que tendríamos que
hacer todos los varones, vernos desde fuera. ¿Cómo somos desde fuera? Entonces,
en toda esta segunda parte se ve al escritor con todas sus miserias y virtudes
que en la primera parte están disimuladas. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>He leído que
tu madre tuvo también un proceso, digamos, ideológico específico, que pasó de
unas posiciones más o menos religiosas a posiciones políticas de izquierda, más
vinculadas al feminismo, y que tú te criaste en este entorno. ¿Qué relación
tienes con los procesos y los movimientos feministas?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La novela parte
de ahí parte de ahí, de contar mi relación con el feminismo y con las mujeres
activistas. Yo quería contar un poco mi infancia. Las mujeres que pasaron de un
cristianismo de base a posiciones más de izquierdas.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Hay que
entender el cristianismo específico del País Vasco. <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, de base en
los años 60 y 70, ¿no? Luego se volvieron trotskistas. Yo me crié en ese mundo,
sobre todo de mujeres, amigas, trotskistas que eran feministas también pero que
tenía una visión escéptica también del bloque socialista detrás del telón de acero.
Eran muy críticas, con el socialismo real. Mujeres liberales de la época.
Entonces, a mí me me educaron así, de una manera muy libre. Siempre me decían
que era libre para decidir qué quería ser, cómo quería pensar, me educaron en
el respeto hacia la gente que piensa diferente. El primer impulso de la novela
era ese, contar esa infancia, pero yo quería contarla con un espejo en Estados
Unidos. Empecé a buscar un personaje que fuese feminista o artista mujer, y me
encontré con Rosika Schwimmer. Está todo el archivo en la Biblioteca pública de
Nueva York, me dieron la beca y pude investigar sobre ella. Rosika es
sufragista, es de la primera ola del feminismo. Mi madre y mis tías serían la
segunda ola. Rosike tenía unas fuertes convicciones pacifistas y trató de parar
la Primera Guerra Mundial. Yo soy profundamente pacifista también, empecé a
verme en ese personaje. También la vida de las mujeres en los 90 principios del
del siglo XXI, hay como una tercera ola que aparece en la novela y termina ya
con los niños en la época del Me too, digamos no. Sí, aparecen diferentes olas
del feminismo en el mismo libro. La primera parte es narrada por el escritor
varón, y en la segunda parte el escritor varón calla, y es la mujer la que la
que “termina” la novela.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Esto me da
pie a plantearte la última pregunta. Hace algún tiempo hicimos una entrevista a
una escritora, también vizcaína, Irati Elorrieta, ella tiene una novela que
transcurre en Berlín, Luces de invierno. <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, claro,
Irati Elorrieta, sí, sí. Le dieron un premio también, el Premio Euskadi.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Sí, publicó
en Gutenberg. En la entrevista ella habla de lo que significa ser una escritora
en euskera en Berlín. Explica que es la única que habla en euskera en su vida.
¿Qué significa ser un escritor en euskera en Nueva York, en un entorno donde
ese idioma no existe?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Yo creo que te
hace más consciente de tu propia lengua. Te hace meterte más en tu propia
lengua. Es lo que le pasó a Joyce cuando estuvo en París y allí escribió
Ulises. Él salió de Dublín para escribir la novela de Dublín. Tal vez haga
falta eso, tal vez haga falta una especie de exilio autoimpuesto para realmente
tener una distancia, para poder reflexionar sobre de dónde vienes, sobre tu
país, sobre tu lengua. Yo creo que ayuda muchísimo. Yo en Nueva York escribo
mucho más, reflexiono mucho más, porque estás como fuera. Me da mucho. La
distancia me ayuda mucho a reflexionar, a situarme, a ser yo mismo, realmente.
Desplazado eres tú mismo.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Un poco
contradictorio. <o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Yo no lo veo
contradictorio.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Pierdes tus
referentes físicos y culturales, y, sin embargo, refuerzas tu identidad. No, no
escuchas el euskera en la calle. No ves los colores del paisaje.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">No, pero ya los
tengo. Ya los tengo metidos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>El mar.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">No me importa,
¿sabes?, porque tu propia comunidad es como una familia. Las familias te dan
mucho cariño, pero también tratan de dirigirte, de llevarte por el “buen
camino”. Entonces, estar fuera de la familia, que tú amas por otro lado, te
posibilita aprender otras cosas, ver las cosas de otra manera. Un poco huir de
los prejuicios y de los complejos también. Entonces, bueno, yo creo que es
positivo. En mi caso está siendo positivo, por lo menos.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Bueno, te
agradezco mucho esta conversación, y espero que tengas mucho éxito con tu
novela en Alemania. Y que te vaya muy bien en esta ronda alemana, en Hamburgo,
el Frankfurt y en Bremen.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">El éxito se
basa en el encuentro, en el encuentro con otras personas. El éxito es el
diálogo, para mí.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-size: 20.0pt; line-height: 115%;">En ELNACIONAL.CAT<o:p></o:p></span></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Kirmen Uribe:
"Tenemos que hacer un replanteamiento total de lo que es ser un
hombre"<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Adrià Puertolas<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Foto: Montse
Giralt<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Barcelona.
Martes, 17 de mayo de 2022. 05:30<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Actualizado:
Martes, 17 de mayo de 2022. 08:30<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Tiempo de
lectura: 7 minutos<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Kirmen Uribe:
"Tenemos que hacer un replanteamiento total de lo que es ser un
hombre"<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Kirmen Uribe:
"Tenemos que hacer un replanteamiento total de lo que es ser un
hombre"<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La vida de la
sufragista húngara Rosike Schwimmer y la de un escritor que se traslada a Nueva
York para investigar sobre su vida. Sobre estos dos pilares está construida La
vida anterior dels dofins (Edicions 62), la nueva novela del escritor vasco y
Premio Nacional de Literatura Kirmen Uribe (Ondarroa, Vizcaya, 1970). Uribe la
ha escrito gracias a una beca de la Biblioteca de Nueva York, que le ha
permitido acceder a un archivo de más de 150 cajas con documentos sobre la vida
de Schwimmer. El libro se desarrolla a través un juego de espejos entre
identidades diferentes, entre la voz femenina y la masculina, entre el presente
y el pasado. El autor dice que es un libro de un hombre que busca una nueva
masculinidad, pero por sus páginas también desfilan la experiencia de migrar,
el valor del pacifismo y la distancia como forma de reconciliarse con las
raíces. "Los hombres tenemos que perder espacio y privilegios ahora",
afirma convencido.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Entrevista
KIRMEN URIBE - Foto: Montse Giralt <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Foto: Montse
Giralt<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">por Taboola Enlaces
Promovidos<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cómo llegas
a la vida de Rosike Schwimmer?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Me la encuentro
por casualidad. Como todos los novelistas soy muy de buscar historias, tanto
cuando hablo con alguien como en las bibliotecas o los archivos. Y esta vez fue
por Internet. Estaba buscando historias de mujeres migrantes y de repente entré
en los archivos de la biblioteca de Nueva York y me encontré con 176 cajas de
documentos que contenían una vida, la de Rosike Schwimer.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Quién era
ella?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Era una
sufragista y pacifista húngara de principios del siglo XX que fue a Nueva York
a vivir e intentó detener la Primera Guerra Mundial. Lo que más me llamó la
atención, sin embargo, era que su amiga y secretaría había estado durante 40
años tratando de escribir su biografía y nunca la acabó. Y cuando lo supe dije:
¡qué historia! Entonces pedí la beca Cullman de la biblioteca de Nueva York
para poder investigarla. En la novela no sólo quería hablar de Rosike sino
también de todo lo que le pasa a un autor cuando descubre un tesoro como este.
Y eso es lo que se explica.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Schwimmer es
un personaje fascinante, rompe absolutamente con los moldes de la época.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">SÍ, es una
figura sobre todo muy valiente. Ella ya desde pequeña era muy diferente. Su
madre la llevaba al teatro y a conciertos cuando entonces nadie lo hacía,
cuando a los niños se los dejaba en casa. Fue una de las primeras mujeres en
estudiar economía en Hungría y después empezó a trabajar y se implicó en el
movimiento obrero y feminista. Siempre decía lo que pensaba y eso la llevó a
Budapest, a Londres, donde le engancha la Primera Guerra Mundial, y finalmente
a los Estados Unidos. Allí, empeñada en detener la guerra, hace muchos intentos
de convencer al presidente Wilson e incluso colabora con Henry Ford. Con Ford
monta una aventura completamente utópica que es un viaje transatlántico en
barco para intentar promover la paz. Esta iniciativa fracasará pero su lucha
no.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Se están
escribiendo historias basadas en hechos reales para explicar lo que ha vivido
cualquier identidad silenciada o comunidad que se haya visto oprimida<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Porque te
interesa recuperar vidas olvidadas como la de la Rosike para hacer ficción?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En el siglo XXI
hay un gran cambio en la ficción, un cambio salvaje: se pasa de autores que se
inventaban historias o mundos imaginarios a explicar historias reales, a
explicar hechos que antes habían sido silenciados. Ahora mismo, autores como
Emanuel Carrère en Francia, Sirio Husvedt en los Estados Unidos o Chimamanda
Ngozi Adichie en África explican historias reales. Es una cosa que está pasando
en todo el mundo con cualquier identidad silenciada o comunidad que se haya
visto oprimida. Se están escribiendo historias basadas en hechos reales para
explicar lo que han vivido.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Hablas,
pues, de revisar el criterio con que se decidía qué experiencias había que
explicar o qué voces valía la pena escuchar.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">¡Claro! ¿Por
qué se habla siempre de hombres blancos heterosexuales y occidentales? Todo
este movimiento viene a llenar estos vacíos que ha habido durante muchos años
en la historia. Ahora se explican historias de mujeres, de minorías y de gente
que ha vivido en otras lenguas también. Vamos en esta dirección. A la vez,
también se escriben novelas de nueva factura. Tú para escribir sobre una
realidad silenciada no hace falta que lo hagas a la clásica. Formalmente
también dices: ¿por qué tenemos que escribir el tipo de novela que se ha
escrito hasta ahora? Planteémonos también la forma de una otro manera.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b> </b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>La vida
anterior dels dofins tiene una forma innovadora en este sentido.</b><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">No quería sólo
recuperar la historia de Rosike. No me llenaba eso. Me interesaba también al
hecho de qué repercusión tiene en mi vida el hecho de abrir todas aquellas
cajas con documentos, ir a vivir toda la familia a Nueva York, tener que hablar
otro idioma, entender un nuevo código de conducta... Rosike se marchó de Europa
a Estados Unidos y con mi familia hemos hecho el mismo camino. Quería hablar
también de lo que ella sintió al desplazarse desde el punto de vista de
nuestras vivencias.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Hay una
conexión entre el personaje y otros episodios de lucha feminista de la historia
como la de las mujeres de Basauri, en el País Vasco.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, el libro es
el de hombre que busca una nueva masculinidad, que es mi caso. Quiero
reinventarme en este tema. Y todos tendríamos que hacerlo. La novela transcurre
por varias vidas de mujeres y varios momentos en la lucha por la igualdad.
Aparece el sufragismo pero también las abortistas de Bilbao, un macro-juicio
que tuvo lugar en el País Vasco a principio de los 80 y que marcó mi infancia.
Siempre he crecido rodeado de mujeres y quería hablar de la relación que tenía
con ellas. Por eso en la primera parte del libro el narrador es Uri, el
escritor, y en la segunda su mujer, Nora.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Perder
privilegios es bueno y es lo que tendríamos que hacer los hombres<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Hablas de una
nueva masculinidad. ¿Qué podemos hacer para encontrarla?<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">¡Leer! (ríe)
Escuchar, tratar de ponernos en la piel de cómo piensa una mujer y sobre todo
darles espacio. Perder peso es bueno y perder privilegios también. Y es lo que
tendríamos que hacer los hombres ahora. Tomarnos las cosas más tranquilamente.
La masculinidad tradicional ha sido una tiranía que nos ha marcado, es
horrible. Yo pienso en la figura de mi padre, que era pescador y estaba todo el
día trabajando... Y cuando no trabajaba tenía que beber, ¡y eso estaba bien
visto! No mostraba ningún sentimiento, así no podemos vivir. Tenemos que hacer
un replanteamiento total de lo que es ser un hombre. A mí en realidad estas
figuras muy masculinas siempre me han echado atrás y me han parecido muy
agresivas y violentas, nunca he sido muy "hombre" en este sentido.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Otro de los
temas de la novela es el de migrar. Dices que los migrantes, cuando se marchan,
nunca encuentran aquello que esperan.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, siempre es
una cosa diferente. Eso está relacionado también con el título del libro y la
historia de las lamias y las sirenas. El título viene de la leyenda vasca que
dice que los delfines antes eran hombres y que se convirtieron en estos
animales para poder ser amantes de las lamias, unas criaturas fantásticas
marinas. Al migrante le pasa lo mismo: una vez has tomado la decisión de amar a
una lamia, de ir a un país diferente, ya eres otra persona. Lo que encuentras
nunca es lo mismo que has soñado. Algunos días es mejor y algunos peor pero sí
que tenemos que tener claro que migrar es muy duro y ver así a los migrantes,
como gente que ha tomado una decisión difícil.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Qué te
sorprendió en tu caso de la vida en Nueva York?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Los inputs
culturales son increíbles. Los artistas en los EE.UU. no tienen miedo al
fracaso. Es otra manera de crear, están muy locos creando y eso se ve en todo.
Te platean una película o una novela con una forma totalmente innovadora. No
miran atrás sino que miran adelante.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Aquí
estamos más limitados?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">SÍ, aquí es
como la masculinidad (ríe). No nos enseñan a ser valientes y a pensar en hacer
cosas nuevas. A mí me gusta pensar así, imaginarme una novela completamente
diferente, que desobedezca las normas que nos han enseñado de "la novela
es eso" o "la poesía es eso". ¡No! Por eso me gusta escribir
libros de género fluido, que van de la no ficción a la ficción pasando por la
poesía.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Si tú tienes
una lengua pequeña, háblala; es tan importante como la lengua más grande del
mundo<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Cuando
migramos y nos marchamos, tampoco podemos volver al mismo lugar, ¿no?<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La percepción
del pasado y de nuestro país cambia. Al principio un migrante lo que quiere es
olvidarse, mirar al futuro. Pero después las raíces y el pasado siempre
vuelven. Lo que aprendemos cuando migramos es a portarnos bien con el pasado. Y
la novela también es un relato de eso, de cómo reconciliarte con él. Por otra
parte, la distancia también nos ayuda artísticamente. Todos los poetas
románticos ingleses iban a Roma y a Grecia y después escribían como escribían.
Velázquez pasó por Italia para estudiar a Caravaggio y su pintura cambió
completamente. Entonces, eso de marcharse fuera y enriquecerte con los nuevos
inputs artísticos que tienes ayuda. Y también empiezas a mirar tu propio país
de manera diferente y a valorarlo más.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>La cultura
vasca también tiene una presencia importante en el libro. Está la paradoja que
es precisamente el euskera que le abre las puertas al narrador y le permite
viajar</b>.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Yo siempre lo
digo: la beca Cullman me la han dado para escribir en euskera. Una lengua
minorizada no tiene porque ser sinónimo de no ser publicado, traducido o no
viajar. Mi tía siempre me decía "¡has estudiado filología vasca y ahora no
viajarás y te quedarás en tu pueblo!" Y todo lo contrario. El euskera me
ha hecho como persona y me ha ayudado en mi trayectoria. Es todo lo contrario
de lo que se pensaba antes, que era necesario escribir en una lengua dominante.
Un escritor es más honesto y auténtico si escribe en su lengua. También me
importa por diversidad idiomática y cultural del planeta. Antes hablar el
euskera se vinculaba con el nacionalismo, pero yo lo vinculo con la pluralidad,
la diversidad y la libertad. Si tú tienes una lengua pequeña, háblala. Es tan
importante como la lengua más grande del mundo".<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>La historia
de Rosike Schwimmer también se conecta con la lucha por la paz.<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Rosike era
pacifista y yo también fui insumiso. Hay un juego de espejos con mi propia vida
y con mi propia generación. Ha sido una casualidad la guerra de Ucrania pero de
repente todas estas ideas se vuelven muy vigentes. El pacifismo y el
antimilitarismo se han puesto sobre la mesa inesperadamente otra vez, ante el
rearme que se está planteando. Las dos cosas pensábamos que estaban superadas
pero no. Es una locura. La lucha antimilitarista todavía es necesaria y hay que
reanimarla, volver a salir con la pancarta.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>La lucha
antimilitarista todavía es necesaria y hay que volver a salir con la pancarta<o:p></o:p></b></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">A Schwimmer
también se la acusó de ingenua por luchar por la paz, como se hace ahora contra
muchas voces que cuestionan la escalada militar en Europa.<o:p></o:p></p><p>
</p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Todas las
luchas son ingenuas al principio. Cuando Rosike empezó con la lucha sufragista,
el hecho de que las mujeres lucharan era una cosa sin sentido. Es lo que
pensaba la sociedad en aquel momento. Y poco a poco se consiguió el voto
femenino. Las utopías nos sirven para andar, para ir mejorando y siempre hay
que plantearlas. Una sociedad sin utopías se va a la mierda. La justicia social
es una cosa que tarda en llegar, pero al final llega. La dirección de la
historia es así. No tenemos que olvidar las utopías, no para conseguirlas ahora
mismo, sino para intentar ir en aquella dirección.<o:p></o:p></p><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-68171043630917400702024-01-03T20:21:00.000+01:002024-01-03T20:21:53.424+01:00NOS VEMOS EL MIÉRCOLES 10 DE ENERO A LAS 18:30 PARA HABLAR DE "BELFONDO", DE JENN DÍAZ<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj33Z8E_Ma9GZwRsU_zAfCCj9fS-nsjrCfHc8pGUQ83xhIEmtB7ORs-NCHbCRtD9R1y1yLaFoKjwzdLyTwCHRXbtjbi4o4OGCi2esMGNut0zfVZXRsztD_ZWgo2ixVbC7FDUSgkAp-yR7CaWzgtYYC0jxX0OxU9aDQHqL7Gw8AEX3Cv-omc8-ZDWqQXCN4/s1024/jenn%20d%C3%ADaz.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="608" data-original-width="1024" height="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj33Z8E_Ma9GZwRsU_zAfCCj9fS-nsjrCfHc8pGUQ83xhIEmtB7ORs-NCHbCRtD9R1y1yLaFoKjwzdLyTwCHRXbtjbi4o4OGCi2esMGNut0zfVZXRsztD_ZWgo2ixVbC7FDUSgkAp-yR7CaWzgtYYC0jxX0OxU9aDQHqL7Gw8AEX3Cv-omc8-ZDWqQXCN4/w400-h238/jenn%20d%C3%ADaz.jpg" width="400" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2M6sOXgc1PDi28mqgI08O-BanDTeSX2AEyuZpBwAFXyev0sKgabp39ff20QuUWfDpCYjZ9BLIIbveoYqMILx9PHeAzcaPI_M2ArEJIdT-7ti3gBcw4ZYnhJcrGzN3F57JV-A4jxJkmhEXcdZUQhhz00Qf4Wp9AQ7Mgsdxy-qEH2cu1nCDYQm9mIwQ194/s445/belfondo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: x-large;"><img border="0" data-original-height="445" data-original-width="279" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2M6sOXgc1PDi28mqgI08O-BanDTeSX2AEyuZpBwAFXyev0sKgabp39ff20QuUWfDpCYjZ9BLIIbveoYqMILx9PHeAzcaPI_M2ArEJIdT-7ti3gBcw4ZYnhJcrGzN3F57JV-A4jxJkmhEXcdZUQhhz00Qf4Wp9AQ7Mgsdxy-qEH2cu1nCDYQm9mIwQ194/s320/belfondo.jpg" width="201" /></span></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://reporteraliteraria.com/belfondo-de-jenn-diaz">REPORTERA LITERARIA</a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">05/08/2015 </div><div class="separator" style="clear: both;">RESEÑAS, TEMPORADA 2</div><div class="separator" style="clear: both;">Belfondo, de Jenn Díaz</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Conocí a Jenn Díaz una calurosa y lenta tarde de verano. Me topé con ella por casualidad leyendo una entrevista que compartía con Milena Busquets. Me llamaron mucho la atención su corte de pelo pixie y sus enormes ojos marrones y, después, una vez me hube internado en la entrevista, me cautivó su forma de responder, pasional, visceral, llena de sentimiento… un poco como yo. Luego descubrí que ahora tiene 28 años y que es una de las plumas más destacadas de su generación. Y no lo pude evitar, y me puse a leer… Belfondo, su primera novela publicada.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Se trata de un libro cortito en el que existe un pueblo aislado en mitad de la nada que un amo ha rellenado con un elenco de almas llenas de inseguridades y miedos. Todos ellos trabajan del alba hasta el atardecer por ganarse el techo donde duermen y la comida de la que se alimentan. El amo lo controla todo, desde la educación que recibe cada uno, el trabajo que realizan y hasta los momentos de esparcimiento.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Los días son calcados unos de otros y la cotidianeidad se adueña no solo sobre los personajes, también sobre los lectores. De hecho, la sensación que tuve mientras leía la historia es que me había instalado en un pueblo medio vacío en pleno mes de agosto en el que los días son tórridos y la brisa abrasadora… hasta que alguien del pueblo piensa “fuera de estas fronteras quizá la cosa sea distinta”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Y es a partir de aquí que surgen los cambios. Una pizca de brisa fresca sopla ligeramente en Belfondo. Los personajes que conocemos prácticamente uno a uno por capítulos despiertan de su letargo. Y no puedo evitar pensar que, en el fondo, en la sociedad que vivimos también hay un amo; y que nosotros también somos los habitantes de Belfondo. Y que quizá algún día podamos traspasar las fronteras en las que vivimos.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Pero para eso hay que ponerse de acuerdo, ser valiente y tomar decisiones… Este libro da para muchas interpretaciones… En fin, que lo leáis, y que cada uno de vosotros busque la suya.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">“… Cuando veía a su marido salir por la puerta, encendía el fuego y hervía el arroz. Esa era la distancia que había desde la fábrica hasta la casa de la esquina de la calle Freblina: un arroz hervido”</div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://www.llegir.cat/2011/06/belfondo-jenn-diaz/">LLEGIR.CAT</a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both;">Un pueblo a punto de estallar</div><div class="separator" style="clear: both;">'Belfondo', Jenn Díaz retrata una villa que esconde un mundo de frustraciones, deseos truncados, mentiras y secretos</div><div class="separator" style="clear: both;">Belfondo Jenn Diaz</div><div class="separator" style="clear: both;">FacebookTwitterWhatsApp</div><div class="separator" style="clear: both;">Manel Haro . Barcelona / @manelhc</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Es posible que tengamos pocas referencias, ahora mismo, de Jenn Díaz puesto que estamos ante una primera novela y ante una joven autora que publica a los veintidós años. Todo gira en torno a Belfondo, un pueblo asfixiante y ficticio dominado por un dueño que un día decidió levantar una comunidad de la nada y ahora mantiene a sus habitantes atrapados como en una telaraña. Belfondo no existe, como tampoco existió Macondo, Comala o Yoknapatawpha, pero de forma muy natural, se integra a la perfección en esa geografía inventada de raíces hispanoamericanas. Probablemente Belfondo tenga más de Comala que de cualquier otro pueblo, pero el paraje de Jenn Díaz contiene la particularidad de un estilo propio fruto de estudiadas lecturas.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Podríamos decir que aquí está Faulkner , Onetti, Rulfo o García Márquez , pero también está Ana María Matute marcando esta pérdida de inocencia, ese paso forzado que dan algunos personajes adolescentes en la vida adulta: «Enseguida se puso nerviosa sabiendo que cuando una niña deja de ser niña, cuando pasa a ser mujer, cuando eso ocurre, previamente hay un hombre que se fija en ella y se dispone a arrancarle la adolescencia de un tirón.» Los personajes de Belfondo son seres que necesitan ser arrancados de la vida bajo el poder del dueño. Todo lo que tienen se lo deben a él y cuando el pueblo necesita algo, el dueño les da. Pero bajo esta primera capa de sana convivencia, se esconde un mundo de frustraciones, deseos truncados, aspiraciones irrealizables y una red de mentiras y secretos guardados que hacen de Belfondo una bomba de relojería a punto de estallar.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sin embargo, el gran acierto de la autora es que no se deja llevar por la necesidad de desbordar la tragedia, sino que se limita a presentarnos a cada uno de los personajes y nos muestra lo diferente que es lo que se ve desde fuera y lo que se siente por dentro. Ésta es la auténtica tragedia de Belfondo. Cuesta creer que estemos ante una primera novela , sobre todo viendo cómo Jenn Díaz domina el tiempo de la narración: no estamos ante un relato lineal, sino que damos vueltas a través de los personajes, avanzamos pero luego retrocedemos, adentrándonos en un ambiente en el que las horas y los minutos son demasiado relativos. Prometedor despegue el de Jenn Díaz, quien, de la mano de la editorial Principal de los Libros (y con traducción posterior al catalán en Amsterdam), acaba de poner la primera piedra para que dentro de treinta años se siga hablando de Belfondo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: x-large;">EN<a href="https://www.larazon.es/historico/1665-jenn-diaz-tantas-facilidades-nos-han-complicado-la-vida-QLLA_RAZON_374488/"> LA RAZÓN</a></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Literatura</div><div class="separator" style="clear: both;">Jenn Díaz: «Tantas facilidades nos han complicado la vida»</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">CECILIA GARCÍA</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Creada: 07.05.2011 22:08</div><div class="separator" style="clear: both;">Última actualización: 07.05.2011 22:08</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">–A sus 22 años acaba de publicar su primer libro, «Belfondo» (Principal de los libros). ¿Se considera un talento precoz?</div><div class="separator" style="clear: both;">–No lo sé. La gente cuando lee «Belfondo» dice que tengo mucho mérito, algo que la verdad me viene grande. Es mucho más sencillo: escribir es lo único que sé hacer, no sé si mejor o peor, pero, insisto, es lo único que sé hacer. Lo llevo pegado a la piel, no puedo resistir ni un día sin escribir.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">–¿Se diría que tiene un mundo literario propio?</div><div class="separator" style="clear: both;">–No me corresponde a mí decirlo. Mi problema es que caigo una y otra vez en las mismas historias con algunas variaciones.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">–¿Admite influencias?</div><div class="separator" style="clear: both;">–Claro, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Miguel Delibes, José Donoso, García Márquez... Todos estos escritores marcan mi creación literaria. También leo a Marguerite Duras, pero pertenece a otro alfabeto.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">–Observo que lee a muchas mujeres... ¿Cree que existe la literatura femenina?</div><div class="separator" style="clear: both;">–La literatura femenina no sé, pero seguro que existe una literatura con sensibilidad femenina. Y eso no significa que tenga que ser escrita por una mujer. Por ejemplo, Alessandro Baricco es un escritor que hace una narrativa con una sensibilidad muy femenina.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">–¿Cuál es el principal problema de su generación?</div><div class="separator" style="clear: both;">–Mire, la generación de mis padres apenas tenía oportunidades. Por contra, la mía tiene tantas que a veces no sabemos por dónde tirar, a qué dedicarnos. Y luego llegar a la madurez es muy decepcionante porque te das cuenta de que habrás hecho tres carreras, varios másters que en el fondo no sirven para nada por el excesivo paro que hay. La verdad es que tener tantas posibilidades para todo nos ha terminado por complicar la vida.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">–Es, entonces, una generación desanimada.</div><div class="separator" style="clear: both;">– Desde que terminé «Belfondo» estoy en el paro. Mis compañeros de filología se buscan trabajos de camareros, repartidores... oficios muy respetables, pero lo cierto es que ellos están capacitados para otra cosa.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">–¿Cree que hay una pérdida de valores?</div><div class="separator" style="clear: both;">–Absolutamente, pero no sólo en la juventud. Hemos perdido el respeto a todo. A mí los niños de cinco años me dan miedo: hablan con una falta de respeto a sus padres y a los desconocidos. Ahora las peleas entre adolescentes son frecuentes. Me da vergüenza que llamen «vieja» a una mujer que ni conocen. Estamos en la época del «todo vale». Es imprescindible una regeneración moral.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">–¿Qué reto hay que abordar?</div><div class="separator" style="clear: both;">–Tenemos que ser un elemento estabilizador de la sociedad y encontrar un punto de comunión entre las distintas generaciones. Además, tenemos que reciclar los viejos valores.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://firallibre.com/2017/04/30/jenn-diaz-me-llaman-neorruralista-porque-mis-personajes-son-lentos-y-no-ubicados-espacios-urbanos-y-tecnologicos/?lang=es">FIRALIBRE</a></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;">JENN DÍAZ: “ME LLAMAN NEORRURALISTA PORQUE MIS PERSONAJES SON LENTOS Y NO ESTÁN UBICADOS EN ESPACIOS URBANOS Y TECNOLÓGICOS”</div><div class="separator" style="clear: both;">30-04-2017</div><div class="separator" style="clear: both;">La escritora Jenn Díaz (Sant Feliu de Llobregat, Barcelona, 1988) ha firmado esta mañana en la 52 Fira del Llibre su obra de relatos cortos Vida Familiar, premiada el pasado mes de diciembre con el Mercè Rodoreda de cuentos y narraciones. Desde que con 22 años Díaz publicó su primera novela, Belfondo, la crítica la ha considerado un exponente destacado de la corriente neorruralista de la literatura española del siglo XXI. “Supongo que lo dicen por el contraste con la gente de mi generación que basa sus historias en lugares muy urbanos, tecnológicos, donde internet y los teléfonos tienen protagonismo. En cambio, mis novelas acostumbran a pasar en pueblecitos alejados del centro de la ciudad y de sus prisas. Los míos son personajes de monólogo interior, con una manera de comunicarse más lenta”, ha explicado la autora.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">“Pero yo no hablo exactamente del campo, de los bosques”, matiza Díaz, “lo que pasa es que cuando no añado ningún punto de referencia, por el comportamiento de los personajes se tiende a pensar que es un lugar pequeño y al margen”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Esta tendencia, piensa, le viene de sus vivencias en el pueblo extremeño de sus abuelos, Puebla de la Calzada. “Allí he pasado muchos veranos, Semanas Santas y Navidad con mis abuelos y la generación de mis abuelos. A pesar de no ser un pueblo pequeño, el ritmo que tienen es lento, también porque laboralmente miran hacia el campo. Como niña viví una libertad que en Sant Feliu no he tenido”, ha rememorado.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La nueva obra, Vida Familiar, se publicó a principios de 2017, pero “no existiría como libro si no fuera por el premio Mercè Rodoreda, puesto que ha sido escrito para presentarme a este galardón”. De esta escritura ad hoc, ha surgido el libro más autobiográfico de la autora: “Mientras que en el resto de novelas hablo de épocas que me han explicado o que he leído, los personajes de Vida Familiar viven mi realidad o la que he vivido en los últimos diez años: padres separados, madres con un luto y una culpabilidad muy actual,… En algunos casos son episodios autobiográficos; en otros intento esconderme, pero estoy”. Esta explicación permite entender la significación de la cita que ha elegido para abrir el volumen: “Todo aquello que sucede en mis relatos, me ha pasado, o me pasará”, de la escritora norteamericana Carson McCullers.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Escritura íntima y llena de costumbrismo</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Como escritora, le ha marcado la lectura de Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, la italiana Natalia Ginzburg, y la norteamericana Carson McCullers. “De esta última ahora han sacado traducciones al catalán de sus novelas que son una maravilla”, asegura. Todas ellas han influido en su escritura “íntima, que habla del costumbrismo y del monólogo interior de todos mis personajes, es un razonamiento constante de reflexiones de los sentimientos, de los detalles más que de las grandes historias. Lo que me interesa siempre es el cómo, no el qué”, ha explicado.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">A pesar de que compagina la literatura con varias tareas lingüísticas y colaboraciones periodísticas –en JotDown y El Periódico, entre otros-, suma ya cinco novelas con su firma. A Belfondo –traducido recientemente al catalán-, le siguieron El duelo y la fiesta, Mujer sin hijo, Es un decir y Mare i filla. “Soy muy disciplinada porque si trabajas en casa sin horarios marcados, se te pasan las horas. Mi día a día es intentar resolver los otros trabajos. Acostumbro a empezar las novelas en verano, cuando me relajo”, ha concluido.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: x-large;">EN<a href="https://leerencasodeincendio.wordpress.com/2011/06/23/belfondo-jenn-diaz/"> LEER EN CASO DE INCENDIO</a></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;">‘Belfondo’, Jenn Díaz</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Poco, de momento, nos tiene qué decir el nombre de Jenn Díaz puesto que estamos ante una primera novela y ante una joven autora que publica a los 22 años. De igual modo, a poco nos tiene que sonar este Belfondo, pueblo asfixiante y ficticio dominado por un amo que un día decidió levantar una comunidad de la nada y ahora mantiene a sus habitantes atrapados como en una tela de araña. Belfondo no existe, como tampoco existió Macondo, Comala o Yoknapatawpha, pero de forma muy natural, se integra a la perfección en esa geografía inventada de raíces hispanoamericanas.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Probablemente Belfondo tenga más de Comala que de cualquier otro pueblo, pero el paraje de Jenn Díaz contiene la particularidad de un estilo propio fruto de estudiadas lecturas. Podríamos decir que aquí está Faulkner, Onetti, Rulfo o García Márquez, pero también está Ana María Matute marcando esa pérdida de inocencia, ese paso forzado que hacen algunos personajes adolescentes a la vida adulta: «Enseguida se puso nerviosa sabiendo que cuando una niña deja de ser niña, cuando pasa a ser mujer, cuando eso ocurre, previamente hay un hombre que se fija en ella y se dispone a arrancarle la adolescencia de un tirón».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Los personajes de Belfondo son seres que necesitan ser arrancados de la vida bajo el poder del amo. Todo lo que tienen se lo deben a él y cuando el pueblo necesita algo, el amo se lo da. Pero bajo esa primera capa de sana convivencia, se esconde un mundo de frustraciones, deseos truncados, aspiraciones irrealizables y una red de mentiras y secretos guardados que hacen de Belfondo una bomba de relojería a punto de estallar. Sin embargo, el gran acierto de la autora es que no se deja llevar por la necesidad de desbordar la tragedia, sino que se limita a presentarnos a cada uno de los personajes y nos muestra lo diferente que es lo que se ve desde fuera y lo que se siente por dentro. Esa es la auténtica tragedia de Belfondo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Cuesta creer que estemos ante una primera novela, sobre todo viendo cómo Jenn Díaz maneja el tiempo de la narración: no estamos ante un relato lineal, sino que damos vueltas a través de los personajes, avanzamos pero luego retrocedemos, adentrándonos en un ambiente donde las horas y los minutos son demasiado relativos. Prometedor despegue el de Jenn Díaz, que, de la mano de la editorial Principal de los Libros, acaba de poner la primera piedra para que dentro de treinta años se siga hablando de Belfondo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Manel Haro</div></div></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: x-large;">ENTREVISTA EN <a href="https://www.epe.es/es/cultura/20220322/jenn-diaz-sera-ultima-legislatura-13407714">EPE.ES</a></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Jenn Díaz: "Esta será mi última legislatura en la política institucional"</div><div class="separator" style="clear: both;">La autora, que se declara satisfecha de su labor como diputada por ERC, publica la novela epistolar 'Los posesivos'</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Elena Hevia</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Barcelona 22 MAR 2022 4:50</div><div class="separator" style="clear: both;">Hace siete años que Jenn Díaz (Sant Feliu de Llobregat, 1988) no traía una novela a las librerías y seis, de su colección de relatos Vida familiar. El plazo tiene que ver, claro, con su labor como diputada por Esquerra Republicana que la llevó a profundizar en temas sociales como la vidriosa relación de las mujeres con el poder, de la que surgió un punzante ensayo. Su nueva novela Los posesivos (Destino) coincide con su decisión de dejar la política activa.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. ¿Siente que su trayectoria política ha impregnado su trabajo como novelista?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. He trabajo mucho para que no sea así. La mayoría de los personajes de Los posesivos no siguen los valores que yo defiendo en la política institucional y el activismo feminista. Y está bien que así sea porque deben tomar su camino y no están ahí para defender mis tesis.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. La novela sigue a dos hermanas, Agneta y Emma. La primera se ha divorciado y el tema de la obsolescencia del amor romántico y el modelo tradicional de pareja se diría el motor de la novela.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. Sí, los personajes no actúan según mis valores, pero la novela es política en tanto que pone el foco en la vida doméstica y las relaciones personales, esa esfera que las derechas todavía consideran íntima y así perpetúan la trampa. En la obra he querido plantear diversos choques entre personajes de distintas generaciones sobre temas como el amor, el matrimonio y la convivencia. La idea es que la familia nuclear nos ha hecho organizarnos socialmente de una única manera y la generación de mi edad o la anterior empezamos a plantearnos que ese modelo no nos sirve y que debemos crear nuevos referentes.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. ¿Hay alguna experiencias íntima detrás de la ficción?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. Mi propia separación. Escribí esta novela después de divorciarme. El texto que escribe Agneta cuando llega a su nuevo piso de soltera es mi llegada a mi diminuto apartamento del Raval. Ahí están mis emociones y mis miedos. No es que me asusten los cambios pero vamos pasé de una vida más ordenada a otra más incierta. En la ficción, lo autobiográfico se detiene ahí, luego Agneta se va a lugares donde yo no he estado.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. ¿Las mujeres estamos construyendo nuevos modelos respecto a nuestra identidad y a nuestras relaciones de pareja?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. Las mujeres que hoy están en la treintena, como yo, somos herederas de circunstancias de las que es muy difícil desmarcarse, por eso mis personajes son tan contradictorios. Y es fácil tener muy claro un marco teórico pero primero tenemos que quitarnos la mochila para poder construir un nuevo marco social con un adversario que no quiere hacer ese cambio.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. ¿El adversario es el hombre?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. Digamos que el sistema patriarcal. Ahora ya nos podemos divorciar, ser madres solteras, tener relaciones de todo tipo vivir en comunidades o en tribus, pero para llegar a esos sitios tenemos que desaprender los roles marcados.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. ¿Es necesario ser disidente en ese terreno?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. No. Ahora hay un tanto por ciento de mujeres que se están planteando si casarse, tener hijos, una familia nuclear y una hipoteca y a lo mejor la respuesta es que sí. Lo que se plantea el feminismo es que no siempre la respuesta tiene que ser que no, que tengas frente a ti todas las puertas abiertas, sin tener que verte obligada a hacer un camino distinto al de los hombres.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. Respecto a la novela, ha elegido un modelo, la novela epistolar, que ya no está de moda. Por no estarlo, ya ni siquiera se escriben cartas.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. Yo soy muy fan de las cartas. Mis dos novelas epistolares de cabecera son Nubosidad variable de Carmen Martin Gaite y La ciudad y la casa de Natalia Ginzburg. Tenía muchas ganas de escribir una.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. ¿El título Los posesivos hace alusión a las relaciones de dependencia en las relaciones amorosas?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. En primera instancia es eso. De las relaciones de poder y dependencia en la que se mueven los distintos personajes, pero también va de pronombres posesivos de cómo los objetos reflejan nuestros sentimientos y de cómo cambia la percepción cuando estos se transforman. Uno de los personajes dice: "esta era nuestra mesa y ahora de repente es tu mesa". Es esa sensación de extrañeza.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. Con una trayectoria anterior en castellano, ¿escribir de nuevo una obra de ficción en catalán le convierte en una autora catalana?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. He escrito esta novela en catalán porque nace de emociones que he sentido en catalán. Es mi lengua política pero también en la que actualmente tengo mis relaciones y vínculos más profundos. Pero si tuviera que escribir sobre el pueblo de mis abuelos me saldría en castellano. Yo misma me versiono al castellano.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">P. ¿Tendremos que esperar siete años más para una nueva novela de Jenn Díaz?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">R. No, porque esta será mi última legislatura. No me arrepiento de haberme presentado, ha sido muy positivo y trabajar un tiempo en la política institucional es algo que recomiendo a todo el mundo pero yo soy escritora y eso es lo que debo hacer.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: x-large;">ENTREVISTA EN <a href="https://www.eldiario.es/cultura/libros/jenn-diaz_1_4132120.html">DIARIO.ES</a></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;">Los hombres de las novelas de Jenn Díaz siempre mueren</div><div class="separator" style="clear: both;">La escritora desciende a las catacumbas de los conflictos familiares entre generaciones en su última novela,</div><div class="separator" style="clear: both;">Madre e hija</div><div class="separator" style="clear: both;">(Destino, 2016)</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sofía Pérez Mendoza</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">2 de marzo de 2016 18:54h</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Mow Player</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Jenn Díaz (Barcelona, 1988) vuelve a descender a las antípodas de las tensiones familiares en Madre e hija (Destino, 2016). Parece que, tras cinco novelas, la escritora ha hecho de este infierno de manual su particular universo creativo. Un mundo literario en el que los hombres son quienes son por la relación que tienen con las mujeres. “Me sirven como amantes, padres, hermanos o hijos, pero me estorban vivos para contar lo que quiero contar”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Madre e hija habla de madres, de hijas y de madres que no lo son, como la escritora, a la que los críticos han colocado la etiqueta de heredera de Carmen Martín Gaite. Lo que tal vez no saben es que se compraba boinas y cuadernos para parecerse; que visitó su casa, conoció a su hermana y lloró un poco de la emoción. “Habría sido -reconoce- la típica fan de autógrafo”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Su universo creativo está lleno de mujeres, ¿es una decisión consciente o la escritura le lleva por ahí?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Leo a mujeres que hablan sobre mujeres, me interesan las emociones de las mujeres y soy una mujer. Necesito volcar de algún modo toda esa información de lecturas, de vivencias y de historias a mi alrededor. No es consciente, no me lo planteo, pero ya me gusta ser la escritora que habla de mujeres. Para empezar porque creo que es un hueco literario.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿Se ha ganado ese hueco?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sí, aunque no lo exploto conscientemente, llevarlo a cabo me gusta. Me gusta utilizar personajes femeninos para contar lo que yo veo. Me parece difícil crear un personaje masculino creíble y real del mismo modo que sí puedo hacerlo con una mujer. No dudo de que eso lo ha podido sentir una mujer porque lo he sentido yo, lo ha sentido aquella... En cambio con un hombre no me siento igual de cómoda. Igual que antes los escritores escribían sobre mujeres sobre la base de las relaciones que tenían con ellas (hermanas, amante, madre...), así hago yo con ellos: me sirven como amante, marido, padre, hermano.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">A esos personajes masculinos solo los conocemos desde la voz de las mujeres.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¡Y muertos! Eso sí que no es premeditado. En la anterior novela [Es un decir] me los cargaba a todos. No me lo propongo, pero es que no los necesito, me estorban vivos. Me sirven para contar una historia porque es indudable que el mundo de las mujeres está habitado por los hombres. Sería una tontería omitirlos, pero para mí ellos no son los importantes, no son protagonistas y no tengo la necesidad de crearlos con la misma intención e importancia. No acabo la novela diciendo “mídete un poco, Jenn”. ¿Por qué?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Aun muertos, los hombres siguen poniendo las normas en el mundo de las mujeres de su vida.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sí, me interesaba mucho que un hombre sin existir físicamente en un espacio fuera el importante. En este caso, cuento la historia de cuatro mujeres que viven en una casa en la que el hombre, aunque muerto, media y de algún modo juzga: “ahora tú te has equivocado, y ahora tú, y ahora tú...” Creo que aunque vamos borrando su marca, seguimos mirándonos en un espejo masculino en el plano sexual, de comportamiento, en el trabajo. Intentamos, en definitiva, alcanzar un modelo de mujer impuesto por los hombres.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿Y cuál es ese modelo de mujer?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El más convencional, el de la madre, la esposa. Pero ni siquiera ese modelo es suficiente. Siempre hay una grieta por la que se cuela alguna voz crítica, la del machismo social. Si eres madre, esposa y no trabajas, está mal; cuando entras en el mundo laboral, alguien te va a decir que descuidas la casa; cuando priorizas el trabajo sobre la familia, alguien también te lo va a reprochar. Nunca ningún modelo va a reunir todas las características para que sea el perfecto. Y si intentas reunir todo eso, vas a ser una esclava el resto de tu vida.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En esta novela intento contar que hay muchas formas de ser mujeres, pero que de todo el abanico la sociedad no va a aceptar ninguna. Lo mires por donde lo mires, siempre habrá alguien que encuentre un motivo para criticarte. Aunque yo en realidad lo único que quería era hablar de conflictos familiares en una casa poblada por mujeres, el mensaje final es: “no te mates, no importa como seas, como quieras llevarlo, que siempre habrá alguien que piensa que tienes que hacer todo lo contrario”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Ironiza a menudo con ciertos roles femeninos (“con las mujeres ya se sabe”), ¿cree que el lector puede confundirse con esa voz?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El narrador omnisciente dice todo el rato frases tópicas sobre las mujeres, pero es cierto que he corrido el riesgo de que se confundiera con mi voz al ser un narrador cercano que parece un personaje más. Me planteé si por jugar con el machismo podía caer en hacer una novela que pareciera machista. Nadie me ha dicho nada de momento, pero creo que, a poco que la gente me conozca, no puede pensar que mi intención es machacar a los personajes femeninos.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿Por qué ese narrador tan cercano y a la vez tan capaz de juzgar todo?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Quiero que mi estilo sea ese. Que te proporcione la cercanía de una primera persona, pero no estar obligada a hablar solo en boca de uno de los personajes. La novela la empecé en primera persona, hablaba Natalia [uno de los personajes]. Llevaba 30 páginas y la novela no fluía, no me podía volver loca escribiendo diez páginas al día porque había algo que no funcionaba. Desde Natalia no podía juzgar a Natalia ni a otros personajes. Estaba tan sujeta a Natalia que me iba a salir una novela cursi de amor. Ser cañera con los personajes solo me lo podía dar una tercera persona, pero no una tercera persona fría. Necesitaba ser una más y llamar a la madre mamá.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Hablando de madres, ¿le obsesiona la figura de la madre que tiene un hijo que no es suyo?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Al ser madrastra, una tiene la necesidad de justificarse y decirle al mundo que, a pesar de no ser tu hijo, a pesar de las connotaciones negativas de las palabras, a pesar de lo difícil que es cuidar a un niño que no es tuyo, hay un amor maternal. Y el amor maternal no tiene que ver con que se te hinche la barriga. Además de defenderlo viviéndolo y diciéndolo, tengo otro canal para vehiculizarlo y es creando personajes así.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">No quiero desaprovechar la oportunidad de hablar de ello porque creo que es un papel que la literatura ha explorado muy poco y me veo con el deber personal y moral de ocuparme. Con las madrastras hay que hacer un trabajo de lavado de cara y de crear personajes que sean capaces de amar a los hijos de otras mujeres como si fueran hijos propios. Eso es una constante es mi vida, y como reflejo de mi vida, en mi literatura.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿A qué se refiere con la necesidad de justificarse?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Cuando dices que eres madrastra, el mundo piensa automáticamente que odias a tu hijastro, que lo vas a tratar mal, que vas a luchar con la madre, que vas a intentar ocupar un hueco que no es el tuyo... Antes, la madrastra siempre ocupaba el espacio de la madre muerta porque el divorcio no se permitía, así que había una sustitución real. Eras la única mujer en la vida de esa niña o niño. Hoy no sustituyes sino que convives, que es mucho más difícil. Hay una lucha de posición que es agotadora. Yo educo a esta niña, pero no soy la madre; la riño, pero no tanto como la madre; la quiero, pero no como una madre... Nadie te exige que estés, pero tu estás. Y hay momentos en los que te exigen que desaparezcas. Si yo me como los marrones, ¿por qué no lo bueno? Qué mierda si solo puedo madrugar para llevarla al cole un día normal y el día que se va de colonias, un día especial, me tengo que quedar en mi casa.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿Es una forma de vivir bajo las normas de otros?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">No es una norma explícita, sino la consecuencia de llegar la segunda. Es decir, cuando tú llegas hay una vida que ya está montada. Es verdad que la están desmontando, pero hay restos de eso: una hija, unos gastos, una historia familiar. Hay una serie de cosas que debes aceptar y que son de la vida anterior de dos personas que no eres tú. Te riges por normas, por leyes y por maneras de actuar que no son las tuyas, pero que por supuesto has elegido y aceptado. De todas formas, una cosa es aceptarlo porque te has enamorado y otra comértelo día a día. Todo eso acaba saliendo por alguna parte, en este caso en los personajes.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿Sufre escribiendo?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sufro muchísimo. Normalmente empiezo la novela lenta. Escribo las primeras 50 páginas muy despacio, me desentiendo, hago otras cosas... Pero llega un momento que me obsesiono y tengo que acabarla y escribo diez páginas al día, lo cual me supone mucho estrés. La corrección es lo que más me trastorna y más tiempo me supone. Lo paso fatal, estoy deseando que la novela la coja un editor y un corrector, me digan qué tengo que cambiar y cambiarlo si me parece bien. Sufro todo el tiempo pero me encanta hacerlo. Es una mezcla entre sufrir y sentir un placer inmenso, una cosa muy rara.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Cuando vuelve sobre sus personajes, ¿qué piensa de ellas?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Que son una mierda. Hay días que pienso: “he hecho un novelón, esto gana algún premio fijo”. A la semana siguiente pienso que mi novela no le va a interesar ni a mi madre que me quiere, que ni siquiera me la van a publicar. Y a la siguiente que voy a hacer historia y mis herederos vivirán de mí [risas]. Esa inseguridad es un rollazo porque te hace no estar nunca satisfecha con tu trabajo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿Qué les dice a los que le toman como la heredera de Carmen Martín Gaite o Ana María Matute?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Que ojalá tengan razón, que Dios les escuche. Ya en serio. Me lo tomo como creo que hay que tomárselo porque aquí cada uno tiene su trabajo. Yo tengo que crear un libro, mi editora tiene que publicarlo, y los críticos literarios tienen que situarme en un panorama actual desbordante con una cantidad de novedades que los libreros no pueden asumir. Tienen que enmarcarme para focalizar en un público concreto. ¿Cómo me pueden situar? Guiándolos. ¿Y cómo se les puede guiar? Comparándome con otros. Me comparan con quienes han creado conflictos familiares de cierta época, que son las autoras que yo he leído. Porque, evidentemente, si tú las lees hay algo que filtras, asimilas y vuelcas. Quien dice que soy la heredera lo dice porque necesita dar unas coordenadas al lector. Como sé que eso es en su justa medida lo que se está haciendo, no me lo creo. Vivo más tranquila.</div></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div><div></div><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-58784549669230009242023-11-29T18:50:00.003+01:002023-11-29T18:51:43.294+01:00 Nos vemos el miércoles 13 de diciembre a las 18:30h para comentar "La maestra y la bestia", de Inma Monsó.<p style="text-align: justify;"> Nos vemos el miércoles 13 de diciembre a las 18:30h para comentar "La maestra y la bestia", de Inma Monsó.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhutU1sj3QMOeFBoidzqUxp9hD5uWGQWrDBezvdw-TtZa5wtDszdEJLIGSCwq9dCRnSUNHXbb3oBNjhT4ilg9_ArwoJeKQSLFMUlusWKd3iuFmV4cV_Jb1Mewm695Hu3OIJ8Ps5u7W1f3LvrtwYxQpUwPX4KzFoEvj3IPXG4V3BD2NWLbHI36fQT7VU6Ak/s948/INMA%20MONS%C3%93.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="465" data-original-width="948" height="314" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhutU1sj3QMOeFBoidzqUxp9hD5uWGQWrDBezvdw-TtZa5wtDszdEJLIGSCwq9dCRnSUNHXbb3oBNjhT4ilg9_ArwoJeKQSLFMUlusWKd3iuFmV4cV_Jb1Mewm695Hu3OIJ8Ps5u7W1f3LvrtwYxQpUwPX4KzFoEvj3IPXG4V3BD2NWLbHI36fQT7VU6Ak/w640-h314/INMA%20MONS%C3%93.jpeg" width="640" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWkhbssbmN7MgfpVT-AQwDQhtKF9Zkmt6Ww_5_6MQ9kldqRSK-u_l0HctW0sJY3pEDG98AOzRCK2WiM6Ns2hakB9FtR3v8_P-JjEs1Soszmn-K12lQX27bok_C4JqPH_5kBU6COKDyJrebqQrce_N7H8NqC3AJoWjGEg_QFYsjuFEtz9Jr4O7b0l7YAtA/s2598/LA%20MAESTRA%20Y%20LA%20BESTIA%20PORTADA.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2598" data-original-width="1654" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWkhbssbmN7MgfpVT-AQwDQhtKF9Zkmt6Ww_5_6MQ9kldqRSK-u_l0HctW0sJY3pEDG98AOzRCK2WiM6Ns2hakB9FtR3v8_P-JjEs1Soszmn-K12lQX27bok_C4JqPH_5kBU6COKDyJrebqQrce_N7H8NqC3AJoWjGEg_QFYsjuFEtz9Jr4O7b0l7YAtA/s320/LA%20MAESTRA%20Y%20LA%20BESTIA%20PORTADA.jpeg" width="204" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Os incluimos, como de costumbre, algunas reseñas y entrevistas que os ayudarán en la lectura.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://www.lavanguardia.com/cultura/20230219/8767761/imma-monso-maestra-bestia-estilo-voz-natural-anagrama.html">LA VANGUARDIA</a></span></p><p style="text-align: justify;">FRANCESC BOMBÍ-VILASECA. BARCELONA. 19/02/2023 </p><p style="text-align: justify;">Hay años que marcan toda una vida, como muestra Imma Monsó (Lleida, 1959) en su novela La mestra i la Bèstia (Anagrama), que el miércoles llega a las librerías en catalán y en castellano. En el libro, Severina, huérfana de padre y madre, aterriza como maestra en Dusa, un pueblecito de alta montaña en la Ribagorça en 1962. Tiene diecinueve años y mucho pocas habilidades sociales, en parte debido a la particular educación que ha recibido de su madre en casa, pues no ha ido nunca a la escuela. Será allí donde sale del cascarón y empieza a entender la realidad de sus padres y el mundo que la rodea, con la opresión de un pueblo pequeño donde también vive una Bestia que, como la del cuento, está tan dotada para lo salvaje como para la ternura.</p><p style="text-align: justify;"><b><br /></b></p><p style="text-align: justify;"><b>Qué protagonista más particular, su Severina.</b></p><p style="text-align: justify;">Yo tenía en la cabeza una chica muy joven e ingenua sobre todo en el tema de la realidad real, porque ella lee mucho y de una manera muy peculiar. Tenía necesidad de recuperar la ingenuidad perdida en los tiempos inmemoriales, porque en los últimos veinte años hay una gran aceleración y ruido. Lo sabemos todo, hasta un niño de cinco años lo sabe absolutamente todo. Esta vuelta a una especie pureza e ingenuidad casa bastante con la época franquista y con la condición de la mujer en aquel momento. Además, después de la muerte de mi madre, durante la pandemia, pensé mucho en su generación. Al mismo tiempo, casi por azar, que viene en los momentos adecuados, encontré un expediente de mi padre.</p><p style="text-align: justify;">Tenía necesidad de recuperar la ingenuidad perdida en los tiempos inmemoriales, porque en los últimos veinte años hay una gran aceleración y ruido”</p><p style="text-align: justify;"><b>¿Como represaliado?</b></p><p style="text-align: justify;">Sí. Yo tenía sospechas de su talante ideológico, pero como murió cuando yo era muy pequeña, no había sabido prácticamente nada más. Primero leí su nombre en un libro, y finalmente en el archivo de represaliados de la Generalitat.</p><p style="text-align: justify;"><b>¿Qué encontró?</b></p><p style="text-align: justify;">Supe que había tenido un consejo de guerra sumarísimo. Fue una experiencia marcadora que en la novela es marginal, pero la cuestión sobre todo fue darme cuenta de que yo no tenía ni idea de lo que había pasado. Todo este silencio todavía es muy sorprendente. Todo todo estaba terriblemente camuflado por el lema de la “paz y prosperidad”.</p><p style="text-align: justify;"><b>Severina no conoce ni las consignas de la época.</b></p><p style="text-align: justify;">Ha tenido una educación muy original y en casa por parte una madre que la quiere proteger de parecer una desafecta al régimen y al mismo tiempo tiene sus ideas republicanas, además de la problemática del marido, que es evidente que tiene alguna actividad enigmática que no sabemos hasta más adelante y que la niña no sabe.</p><p style="text-align: justify;"><b>Los padres hablan en clave delante de la niña: que si obispos, canonizaciones o el niño Jesús.</b></p><p style="text-align: justify;">Y eso la desorienta, aunque ella lea mucho para intentar saber. El conocimiento hasta hace poco estaba condensado en los libros y en el papel impreso.</p><p style="text-align: justify;"><b>La lectura le abrirá todas las puertas, le dice su madre.</b></p><p style="text-align: justify;">Sí, aunque hoy la desconfianza en la letra impresa ha augmentado mucho.</p><p style="text-align: justify;"><b>¿La clave de la personalidad de Severina es la educación recibida?</b></p><p style="text-align: justify;">La educación es una causa, y el aislamiento propio del lugar es otro. La única salida que tiene de esta educación y de esta soledad son las excursiones a Barcelona con la tía Júlia, un personaje muy original. Ella tiene un déficit de trivialidad, de un mundo más normal. No me atrevo a decir que tiene algunas características autistas, porque podría parecer una falta de respeto, pero es evidente que tiene un carácter tímido, ultrarreservado, y esta soledad te acentúa, te da también un poco de angustia y acabas generando tus recursos. Y a los siete años tiene una revelación: sabe que tiene poco y algún día de todo aquello no quedará nada.</p><p style="text-align: justify;"><b>¡Una revelación ya en el primer párrafo!</b></p><p style="text-align: justify;">Las cosas como son, no nos engañamos, tiene toda la razón. Pero esta lucidez, bastante propia de gente adulta y de muchos escritores o filósofos del género pesimista, esta sensación de vivir constantemente al lado de la muerte, es peculiar en una niña pequeña.</p><p style="text-align: justify;"><b>Su madre le dice que a veces no sabe si es superdotada o idiota.</b></p><p style="text-align: justify;">Sí, hay un contraste entre la reflexividad potente acompañada de saber libresco y a la falta de lo que suelen llamar sentido común, que viene de la socialización, de saber que eres quieras o no un ser social y por lo tanto político.</p><p style="text-align: justify;"><b>Hay también un homenaje a la literatura y a la lectura.</b></p><p style="text-align: justify;">Hay un factor de humanidad y de caldo de la condición humana en los libros, que te acaba haciendo saber que necesariamente tienes que ir hacia los demás de alguna manera. O dejar que vengan.</p><p style="text-align: justify;"><b>Le preguntan qué quiere ser de mayor y en vez de un trabajo dice: ¡“autosuficiente”!</b></p><p style="text-align: justify;">Quiere serlo en todos los sentidos, también emocionales y afectivos. Hacia la adolescencia se va dando cuenta de que eso no funciona, que tiene que hacer para ir hacia la gente. Y es cuando aparece el tema de Dusa, que es el hilo principal de la novela, el pueblo donde ella va a socializar, aunque quizá no escoge el sitio adecuado porque realmente es una comunidad pequeña, y es muy cabrona.</p><p style="text-align: justify;"><b>La llegada de Severina al pueblo se considera un acontecimiento.</b></p><p style="text-align: justify;">Era así, y eso que eran muy jóvenes. Había maestras de 17 años y todo, y aun así las tenían por una de las fuerzas vivas del pueblo. El pueblo, que no está en el mapa con este nombre, tampoco es el pueblo de mi padre, es el conjunto de anécdotas que yo había ido oyendo a lo largo de la infancia que explicaban a las mujeres de mi familia, sobre todo la madre y su hermana. Las dos eran de Girona y fueron a parar de maestras rurales al Pirineo de Lleida, porque en mi familia tenían la costumbre de irse siempre a la otra punta. Contaban unas anécdotas muy hilarantes. Ellas habían estado en pueblos todavía más pequeños que el que es propiamente el de mi padre, que sí se mencionan, como Durro o Forcat. Antes de morir mi madre fuimos al pueblo y era increíble, porque estos pueblos cuando han tenido un maestro le tienen mucha devoción y gratitud... Nada que ver con hoy día.</p><p style="text-align: justify;"><b>Hoy hay mucha hibridación del castellano, pero también del inglés.</b></p><p style="text-align: justify;">Mi generación fue la última que estuvo escolarizada en castellano siempre, acababas la escolaridad y todo tu entorno académico y libresco era en castellano, y después te has ingeniado el catalán como has podido, este bilingüismo pesa más en nosotros pero de otra manera. Hoy es habitual ver un peso habitual y excesivo de otras lenguas en las novelas en catalán. El otro día lo comentaba con Sergi Pàmies que nos hemos pasado la vida intentando ser correctos con el catalán, y buscando el equilibrio, porque la lengua también evoluciona. Pero ahora hay una interferencia muy masiva del castellano y del inglés. Hemos encontrado con novelas, sobre todo de gente muy joven, en las que un tercio está en castellano, un tercio en inglés y un tercio catalán, y alguna muy buena...</p><p style="text-align: justify;"><b>¿Y de dónde sale la Bestia de la novela?</b></p><p style="text-align: justify;">Está inspirada en alguien que conocí, que murió hace dos años, y es un personaje de aquellos indescriptibles, como dice la misma Severina. Le intriga todo aquello que no se puede reducir a palabras, tanto que queda fascinada y ni se da cuenta de que se está enamorando. Tiene aquello de que como no se puede describir tampoco nos matamos mucho. Hay personajes alucinantes que ni puedes defender, pero son curiosísimos.</p><p style="text-align: justify;"><b>Como ya sale en el título hay una expectativa...</b></p><p style="text-align: justify;">Tuve dudas, pero la Bestia tiene mucho peso, es un amor fundacional, porque ella no se ha enamorado nunca de esta manera, y hay que pensar en la represión de la época. Cuando él aparece en escena la deja descolocadísima. El otro modelo fundacional para Severina es el de sus padres bailando sobre una baldosa, ver esa pasión que a la vez es un poco angustiante porque siempre es cuando el padre se va y es una forma de ver el mundo.</p><p style="text-align: justify;"><b>Al final la literatura es emoción, y no hay nada como la música para expresar la emoción inmediata”</b></p><p style="text-align: justify;">Sofisticated lady, de Duke Ellington, y la ponían una y otra vez. La música es importante, en la novela. Al final la literatura es emoción, y no hay nada como la música para expresar la emoción inmediata, las palabras no llegan, aunque pueden conseguir bastante, pero en este sentido la música gana. En todo caso, las palabras intentan reproducir esta emoción que todos podemos tener dentro. La poesía también lo tiene, quizá más que la prosa.</p><p style="text-align: justify;"><b>¿Encontró fácilmente el estilo?</b></p><p style="text-align: justify;">El estilo es una voz que te sale de forma natural. Hace poco tuve que releer Tot un caràcter y Un home de paraula, porque se acaban de publicar en formato bolsillo, y tuve una cierta envidia de aquella agilidad que tenía en ese momento, a esa edad. Una cierta inconsciencia que tienes cuando eres mucho más joven da una cierta frescura a la escritura, pero a veces no eres tan preciso, porque si tiene que ser lo bastante preciso la cosa se enrolla más. Ahora no siento aquella frescura, tampoco siento la necesidad. Con la edad aprendes que si explicas algo es porque hace falta. Si no, me aburriría escribiendo.</p><p style="text-align: justify;"><b>Cada libro tiene su forma.</b></p><p style="text-align: justify;">Al principio lo imaginaba como un cuento de invierno y clásico, hasta cierto punto. Mi óptica de las cosas siempre es un poco diferente, pero es verdad que la originalidad no está necesariamente en el estilo sino en los personajes, en la visión, la mirada.</p><p style="text-align: justify;"><b>La realidad del paisaje se refleja en lo que sienten los personajes, y al revés.</b></p><p style="text-align: justify;">A menudo digo que los hechos que pasan en una novela no me interesan tanto como lo que va por dentro, pero sí que pasan cosas, sí, y una cosa va ligada a otra, paisaje incluido. Severina por ejemplo disfruta del emparedamiento de las montañas y siente esta necesidad de protección, cuando muchas veces este paisaje es visto como un poco abrumador.</p><p style="text-align: justify;"><b>Huye de la casa de la carretera, donde ha vivido con sus padres, justamente porque la vista es inalcanzable.</b></p><p style="text-align: justify;">El horizonte la desestabiliza, en contraste con el vecino, López, que está encantado precisamente por la luz. Es una casa que yo ubico cerca del Montgrí, pero en el libro no lo dice, no hace falta. Mi retorno a los veranos cerca de Girona, hace unos quince años, era como una vuelta a mi madre, volver a oír estos acentos, porque yo hablo así, una especie de gerundense pasado por Barcelona.</p><p style="text-align: justify;"><b>Y eso que usted también es de Lleida..</b>.</p><p style="text-align: justify;">Sí, y allí hablo absolutamente en leridano, que es como hablábamos con mi padre. Hay gente a quien le da mucha rabia que vaya cambiando de acento. Unos cogen el acento de donde va y otros no. Si son dos lenguas no sorprende, pero dos acentos sí.</p><p style="text-align: justify;"><b>En el libro las variedades dialectales marcan los personajes.</b></p><p style="text-align: justify;">Sí, y eso me fue muy bien para hacer el audiolibro en catalán. Primero pensé que prefería que lo hiciera otra persona, pero me he divertido mucho haciendo los acentos, especialmente el de la Ribagorça, que no lo domino tanto pero sí que lo tengo adentro.</p><p style="text-align: justify;"><b>Volviendo a la casa de la carretera, es un no lugar, un limbo.</b></p><p style="text-align: justify;">Sí, porque como su madre tiene este tipo de sentido de la clandestinidad, va a Barcelona o a Girona pero no se relaciona con el entorno. Yendo por la carretera es habitual ver alguna casa que no se sabe exactamente qué hace ahí, y yendo hacia donde veraneo había una en ruinas, y pensé que me iría muy bien. Ahora allí hay un almacén de manzanas.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">RESEÑA EN <a href="https://www.epe.es/es/abril/20230319/critica-maestra-bestia-inma-monso-abril-84578862">EL PERIÓDICO DE ESPAÑA</a></span></p><p style="text-align: justify;">Crítica de 'La maestra y la Bestia', de Inma Monsó: víctimas colaterales de la Guerra Civil</p><p style="text-align: justify;">En su nueva novela, la veterana autora catalana explora cómo afectan las contiendas a las personas</p><p style="text-align: justify;">Valèria Gaillard</p><p style="text-align: justify;">Barcelona 19 MAR 2023 - 7:50 CET</p><p style="text-align: justify;">Lejos de lo que el título pueda hacer pensar, La maestra y la Bestia, el último libro de la veterana Imma Monsó (Lleida, 1959), no es ninguna historia de amor con personajes asilvestrados, o no es solo eso. La escritora leridana propone aquí una revisitación de la Guerra Civil a través de Severina, una joven maestra que pasa un curso en un pequeño pueblo inventado de montaña, Dusa, una experiencia que le cambiará la vida y su visión del mundo.</p><p style="text-align: justify;">Estamos en el año 1962 y la maestra recién licenciada y huérfana llega buscando un refugio, un sitio donde echar raíces. El descubrimiento de este universo cerrado y secreto, con sus personajes marcados por la guerra, será el entorno hostil donde intentará contagiar el entusiasmo por el conocimiento a sus alumnos. Y luego está él, Simeó, a quien llama "la Bestia", un "pedazo de hombre" que la atraerá como un imán, puesto que reconoce en él un alma en pena como la suya. </p><p style="text-align: justify;">La novela, narrada en tercera persona, alterna el relato de sus peripecias en este pueblecito -y, tal como le dice una vecina, "pueblo pequeño, infierno grande"- y la historia de sus padres ya muertos, Simona y Román, cuyas acciones apenas consigue descifrar Severina de pequeña. De esta manera, Monsó retrata dos generaciones marcadas por la guerra: la de los padres, forzada a vivir en una representación constante, y la de la hija, obligada a descifrar los signos tras los cuales se esconden verdades inconfesables porqué son susceptibles de represalias.</p><p style="text-align: justify;">MARCO DE SILENCIO</p><p style="text-align: justify;">Este marco de silencio forja el carácter de Severina, discreto, solitario, arisco. Tiene muy claro que, tal como le dice una compañera, "las maestras no hablamos de política: ¡es feo!". Resignada, pues, a enseñar libros con doctrina -ella que ha sido educada por su madre sin pisar una escuela- y a tener sobre la pizarra el crucifijo y el retrato del Generalísimo, asume su tarea ante unas criaturas también divididas según el bando al que pertenecen los padres. Severina también sortea la prohibición del catalán, pero alguien le advierte de que no se dedique a comparar en clase el dialecto ribagorzano con el estándar porque la podrían delatar. </p><p style="text-align: justify;">Si bien el arranque de la novela es denso, ya que parte de una reflexión situada después de los hechos narrados, el relato fluye magnético gracias a que el personaje de Severina está bien dibujado y tiene fuerza. Seguir sus peripecias en el aula o cómo va descubriendo la verdadera cara de los habitantes de su inicialmente idolatrado Dusa resulta fácil gracias al talento narrativo de Monsó, que consigue profundizar en los personajes dándoles grosor psicológico y consistencia, aunque sean secundarios. Por ejemplo, la tía Julia, feminista liberada, o López, el inmigrante que habla catalán con acento andaluz.</p><p style="text-align: justify;">De hecho, Monsó consigue retratar muy bien los personajes a partir de su habla, y el libro, en su afán realista, recoge el catalán jugoso de montaña de los años sesenta, salpicado por ingeniosas palabrotas. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">RESEÑA EN <a href="https://www.elconfidencial.com/cultura/2023-06-08/maestra-bestia-imma-monso_3637643/">EL CONFIDENCIAL</a>, POR ALBERTO OLMOS</span></p><p style="text-align: justify;"> Cultura</p><p style="text-align: justify;">FERIA DEL LIBRO</p><p style="text-align: justify;">Un día, un libro: 'La maestra y la Bestia', de Imma Monsó</p><p style="text-align: justify;">Imma Monsó es un secreto catalán que no acaba de desvelarse para el resto de España. Este año ha publicado La maestra y la Bestia (Anagrama), en traducción propia desde su idioma materno</p><p style="text-align: justify;">Por Alberto Olmos</p><p style="text-align: justify;">08/06/2023</p><p style="text-align: justify;">Seguimos esta serie de recomendaciones durante la Feria del Libro de Madrid con esta propuesta: La maestra y la Bestia, de Imma Monsó. Imma Monsó es un secreto catalán que no acaba de desvelarse para el resto de España. Este año ha publicado La maestra y la Bestia (Anagrama), en traducción propia desde su idioma materno. La autora lleva años jugando con distintos géneros novelescos, desde que merodeara la ciencia ficción con su primer libro, Nunca se sabe (1996), con gran acierto debo decir.</p><p style="text-align: justify;">Aquí lo tienes</p><p style="text-align: justify;">La maestra y la Bestia es una novela entrañable. Trata sobre las niñas más raras del mundo: las que leen mucho y a solas y un poco contra los demás. Imma Monsó nos dibuja la personalidad esquinada de una niña que acaba, ya adulta, como maestra en un pueblo perdido, enfrentada a las historias agrestes del campo, a hombres demasiado viriles y a la presión didáctica de la dictadura. Estamos en los años 60 y hay algo más importante y ubicuo que Internet. Se llama: "Espíritu Nacional". La posguerra es interminable. Los posicionamientos, obligados. “… fue la primera consecuencia de la guerra (…): en un momento dado, todos empezaron a mirar a los demás como un producto de marca (de los nuestros, de los vuestros, de los suyos), y no había modo de escapar de aquel horror interpretativo y clasificador.”</p><p style="text-align: justify;"> Con ecos en el título de El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov, la Bestia aquí es un señor llamado Simeón. Desde los nombres a los panfletos ministeriales, se surca en el libro la ranciedad de un tiempo apenas tecnológico y tremendamente agrisado.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://efe.com/cataluna/2023-02-22/imma-monso-en-la-maestra-y-la-bestia-reuno-todas-las-perdidas-del-pasado/">EFE</a></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;">Imma Monsó: “En ‘La maestra y la Bestia’ reúno todas las pérdidas del pasado”</span></p><p style="text-align: justify;">22 febrero 2023</p><p style="text-align: justify;">Barcelona, 21 feb (EFE).- Más de cuatro años ha tardado la escritora leridana Imma Monsó en armar su último título, “La mestra i la Bèstia” (“La maestra y la Bestia”, en castellano), donde narra la peripecia de una joven y tímida maestra al llegar a un pueblo del Pirineo para su primer trabajo, una historia de iniciación en la que reúne todas sus “pérdidas del pasado”.</p><p style="text-align: justify;">Este martes, en un encuentro con periodistas, ha confesado que la primera imagen que tenía en la cabeza a la hora de sentarse frente al ordenador era la de una chica ingenua dejando su casa, muertos sus padres, para ejercer de maestra rural en los años sesenta, pero en el proceso de escritura “se cruzó el azar” y apareció la oportunidad de “ir a buscar el expediente de guerra de mi padre, del consejo de guerra sumarísimo que tuvo, y del que yo no tenía ni la más remota idea”.</p><p style="text-align: justify;">Publicada por Anagrama en catalán y castellano, en la nueva novela de la escritora, que llega mañana a las librerías, la protagonista, Severina, tendrá que adaptarse a un entorno rural, en pleno franquismo, en una época de silencios y sobreentendidos, después de prepararse desde los siete años para “perderlo todo y a todo el mundo”.</p><p style="text-align: justify;">En su nuevo hábitat, tras dejar atrás una casa junto a una carretera, en tierras gerundenses y en la que vivió hasta los 19 años con sus padres Román y Simona, contactará con diferentes personajes como la protectora Justa o Simeó, la Bèstia, por quien sentirá una especial atracción.</p><p style="text-align: justify;">NO ES UNA CRÓNICA</p><p style="text-align: justify;">“No tenía -ha señalado- ninguna intención de hablar de mis padres, pero ha pasado. Sin embargo, este libro no es una crónica y, de hecho, llevo ya muchos años obstinada en defender la ficción como tal y su peso, así como la importancia de convertir cosas que parten de la realidad. Es en este proceso que consigues un destilado que no sería si intentaras respetar los hechos reales al cien por cien”.</p><p style="text-align: justify;">En este punto, ha desvelado que solo una de sus novelas, “Un home de paraula”, en la que narra la muerte de su compañero, es totalmente biográfica, y aunque aquí se haya documentado mucho y haya hablado con mucha gente, no todo está “estrictamente vinculado con mi realidad”.</p><p style="text-align: justify;">A la vez, no rehuye que la aparición del expediente de guerra de su padre y la muerte de su madre poco antes de la pandemia han provocado que la novela haya acabado “reuniendo todos los lutos pasados, todas las pérdidas”.</p><p style="text-align: justify;">No ha escondido que su madre fue maestra rural, igual que su tía, y que su progenitor, como el del libro, había vendido máquinas de escribir (una de ellas, al escritor Jesús Moncada cuando vivían en Mequinenza) o que el pueblo ficticio de Dusa puede tener concomitancias con Vilaller (Lleida), de donde procedía su padre, al que perdió cuando contaba con apenas ocho años.</p><p style="text-align: justify;">Este hecho, ha comentado, pudo propiciar que no tuviera ni idea de su consejo de guerra sumarísimo, algo que descubrió cuando encontró su nombre en un libro como represaliado.</p><p style="text-align: justify;">En plena pandemia, pudo leer el expediente, lo que le supuso un “impacto”, a pesar de que “era consciente del talante político de mi padre, pero no de manera explícita”.</p><p style="text-align: justify;">Su madre, por otra parte, había hecho algunas insinuaciones, “pero cuando las hacía, yo era joven, y tampoco me interesaban especialmente. Y, quizá, tampoco no lo sabía todo, porque mi padre era mucho mayor que ella”.</p><p style="text-align: justify;">Por otra parte, recuerda que una vez, muerto ya Franco, un tío suyo, mirando las montañas pirenaicas, emocionado, le dijo que su hermano conocía todo ese territorio “hasta el último centímetro, pero yo no sabía por qué y cuando pregunté se inventó alguna cosa, y eso que era de la misma cuerda que mi padre”.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">EN LA WEB <a href="https://anikaentrelibros.com/la-maestra-y-la-bestia">"ANIKAENTRELIBROS"</a></span></p><p style="text-align: justify;">Argumento:</p><p style="text-align: justify;">Severina es una chica joven que en 1962 comienza a trabajar en Dusa, un pueblo inventado del Pirineo ribagorzano como maestra rural. A raíz de su educación apartada de la sociedad y viviendo con sus padres en una casa junto a una carretera, es una persona introvertida y le cuesta socializar. Nunca fue a la escuela de pequeña y fue su madre quien se encargó de su educación. A pesar de no estar mucho tiempo trabajando en Dusa, allí aprenderá a convivir con personas marcadas por la guerra y bajo una dictadura que ella no llega a comprender, y es allí donde cogerá impulso para comenzar una nueva vida.</p><p style="text-align: justify;">Opinión:</p><p style="text-align: justify;">Imma Monsó es la autora de nueve novelas, escritas en catalán y algunas de ellas traducidas al castellano, tales como "Nunca se sabe", "Como unas vacaciones", "Todo un carácter" o "Mejor que no me lo expliques". Lo mismo ha ocurrido con ésta última, "La maestra y la Bestia", publicada por Anagrama. Ha colaborado también en diversos medios de comunicación, como El País o El Periódico, y actualmente en La Vanguardia. Tiene numerosos premios entre los que figuran Cavall Verd, Premio Tigre Juan, Premio Ciutat de Barcelona o Premio Ramón Llull, entre otros.</p><p style="text-align: justify;">"La maestra y la Bestia" es su última novela y en ella conoceremos a Severina, junto con otros personajes no menos importantes. Juntos conformarán una historia escrita en tercera persona, realista, conmovedora, de pensamientos profundos y motivadora.</p><p style="text-align: justify;">Severina nace en 1942 en el seno de una familia humilde. Es hija única, y vive junto a sus padres en una casa solitaria junto a una carretera. Su madre, Simona, es la que se encarga de enseñarle a leer y a escribir, ella no va a la escuela y toda la educación se la proporciona ella. Román es su padre, quien pasa largas temporadas fuera de casa. Más tarde descubrirá asombrada que no sólo iba a trabajar. El carácter hermético de sus padres para según qué temas, siempre hablando en clave y el lugar donde se cría hacen de ella una persona introvertida, pero valiente. Después de fallecer sus padres de manera trágica, sobre todo para una niña, decide trasladarse a Dusa, un pueblo inventado por la autora, en el Pirineo ribagorzano a trabajar como maestra rural en la escuela. La sensación de pertenecer a una comunidad es muy importante para ella y, pese que al principio no es muy bien comprendida por su carácter un tanto infantil y cándido, logrará integrarse bastante entre sus vecinos. Allí conocerá a Simeó (la Bestia), un hombre mayor que ella y que le llamará la atención por la doble cara que posee, sin embargo, ella sabrá ver ambas.</p><p style="text-align: justify;">La novela está estructurada en tres partes, si bien las dos primeras se van alternando entre sí. La primera es cuando Severina era niña, la segunda cuando va a Dusa a trabajar y para descubrir la tercera hay que leerse el libro, la cual tengo que decir que me ha sorprendido y me ha emocionado. En sus 352 páginas Monsó hace que nos enamoremos de sus personajes, están muy bien perfilados, bien trabajados. Podríamos saber en qué época está basado el libro sin que nos lo dijeran, el contexto es perfecto, muy bien descrito. Pese a que los padres de Severina hablan en clave ante ella, siempre para protegerla, y por supuesto que ella no saldrá de dudas hasta bien mayor, el lector sabe de lo que hablan y lo que esconden en todo momento, sus ideologías políticas y a qué se dedica su padre. El hermetismo que vive durante su infancia hará de Severina una persona sensible, un tanto retraída y tímida, pero gracias a Julia, su tía por parte de madre, que se la lleva de vez en cuando a Barcelona, no llegará a estar apartada totalmente del mundo exterior.</p><p style="text-align: justify;">Estamos ante una historia diferente, pese a que el tema de la Guerra Civil Española es un tema bastante recurrido, la autora ha sabido darle un enfoque distinto, no es una historia de amor, sino de lucha por sobrevivir, por entender la vida y, pese a los traumas del pasado, de ganas de aprender y hacerse un hueco en una sociedad difícil resentida con un pasado muy complicado.</p><p style="text-align: justify;">La novela tiene un estilo narrativo trabajado, adaptado a cada momento de la situación; un libro muy recomendable, sobre todo para los que quieran desconectar de historias de amor y de finales felices. Este libro nos enseña la vida tal y como era después de la posguerra, escrito con maestría y logrando que queramos saber más de la vida de Severina y de los personajes que la acompañan.</p><p style="text-align: justify;">Judith L.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://www.elimparcial.es/noticia/258730/los-lunes-de-el-imparcial/imma-monso:-la-maestra-y-la-bestia.html">EL IMPARCIAL</a></span></p><p>Novela</p><p style="text-align: justify;">Imma Monsó: La maestra y la Bestia</p><p style="text-align: justify;">Lunes 11 de septiembre de 2023, 09:27</p><p style="text-align: justify;">Aránzazu Miró</p><p style="text-align: justify;">Imma Monsó ha escrito y publicado esta novela original en catalán en la misma editorial −Anagrama− en que, a la par, ha aparecido su propia versión en castellano. En ella, una protagonista con perfil psicológico tortuoso como tantos de los personajes de Monsó, la muchacha Severina recién diplomada en Magisterio y enfrentada a su primera incursión profesional, se sitúa a comienzos de los años sesenta en un presente en que la vamos a acompañar durante un año, de 1962 a 1963, a la vez que alteraremos los capítulos de ese presente con la inmersión en su infancia que será ella misma quien nos narre, intentando entenderla.</p><p style="text-align: justify;">Un tercer estadio temporal se reserva para una parte final a modo de coda que, muy bien contada, a mí me resulta del todo innecesaria: se sitúa en un presente tan cercano como el de la post-pandemia −año 2020−, con la protagonista (aquella niña y joven adulta que hemos conocido) convertida en madre y abuela; además de saber qué hizo en la vida hasta llegar aquí, sitúa el tema de la novela en el momento actual: la memoria vista desde dos perspectivas importantes: la memoria histórica de la guerra y la represión posterior en el momento de reivindicación y homenaje que estamos viviendo en la actualidad (por suerte) y la mental que, en su pérdida, también se está convirtiendo en signo de los tiempos. El deterioro cognitivo que nos puede hacer perder la memoria real frente al desconocimiento de la realidad del que ha partido la primera parte, esa tan dilatada que ocupa hasta más allá de la página 300.</p><p style="text-align: justify;">El gran tema, ya lo he dicho, es la memoria histórica. Pero, así como el final no es original, sí lo es, y mucho, el planteamiento y el gran nudo de la novela. La joven Severina se enfrenta a su nueva vida, muertos sus padres, convertida ella en maestra y necesitada de encontrar un trabajo para vivir, y lo hace ocupando una plaza de maestra en un pueblo del Pirineo catalán. Le lleva ahí, y lo manifestará en diversas ocasiones, un triple deseo: “el primero, tocar la nieve. El segundo, tener casa propia. El tercero, ser de un pueblo”. Cuando analice los logros y decida su partida, de deseos han pasado a ser objetivos, que explicará y resolverá.</p><p style="text-align: justify;">Es la suya una novela muy bien elaborada, impregnada de reflexiones para apuntar, de referencias literarias que acompañan un transcurso muy culto: su madre se despide de la vida escuchando los Cuatro últimos lieder de Richard Strauss o rememorando a los personajes y el sanatorio de la famosa montaña de Thomas Mann; son solo ejemplos.</p><p style="text-align: justify;">Lo interesante de esta narración de una niña que nace y crece en la primera posguerra, es cómo se despierta su conciencia. Al relatar su infancia desvela cómo vivió en completo alejamiento social y en el engaño ante el porqué de esa situación, mientras sus padres, pretendiendo protegerla, le encubrían la realidad en que actuaban, como miembros de la resistencia frente al régimen, y desconocía incluso la causa de la muerte de su padre.</p><p style="text-align: justify;">El juego narrativo consiste en mostrar el despertar de la conciencia de esta chica, que se enfrenta a la vida adulta sin unos conocimientos mínimos de la sociabilidad que permiten a la autora la sorpresa ante situaciones y conflictos cotidianos. Ella es una niña libre y una mujer cándida con la que Imma Monsó se permite hacernos reflexionar sobre una cotidianidad en que presuponemos tantas cosas. Reconozco que ese viaje es muy divertido, incluso entrañable, aunque me parece que en algunos aspectos chirría la contemporización de expresiones, modos idiomáticos de la toponimia de la región o el inmenso conocimiento del sexo teórico que despliega semejante alma cándida.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"> </p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-38719540799066267342023-11-01T10:33:00.003+01:002023-11-01T10:33:30.150+01:00NOS VEMOS EL MIÉRCOLES 8 DE NOVIEMBRE A LAS 18:30H PARA HABLAR DE IRENE SOLÀ Y SU NOVELA "CATO YO Y LA MONTAÑA BAILA"<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPZ8NjR8CDkPPxQk5zVOSquQnPkWUEyynYoxv_4c4SmrrpE7bNU6mI47FWfnivFLXyjioi_259sG0gW8zMVSvtHVdbCETfg-f8O3A8Ao3M4n8sWo_litIw9VgtgAtNgOV2q7Y6NiljbZkJ-pBQMHAqP4p1GG0S3r0UFIGxC9jzuJdlYHK9NasqzJdoFY0/s275/images.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPZ8NjR8CDkPPxQk5zVOSquQnPkWUEyynYoxv_4c4SmrrpE7bNU6mI47FWfnivFLXyjioi_259sG0gW8zMVSvtHVdbCETfg-f8O3A8Ao3M4n8sWo_litIw9VgtgAtNgOV2q7Y6NiljbZkJ-pBQMHAqP4p1GG0S3r0UFIGxC9jzuJdlYHK9NasqzJdoFY0/w400-h266/images.jpeg" width="400" /></a></div><div style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5I1mVa2ViduuDfuVMfToXOCdqXiOhkbqKOPinwWguvKMSvplgZcpBW3pk0n0_k37bCO5ik1rwRmjWX4ktGwAdh4F9gwO_Qq6Gn7b8KtI0wHTuf1rPCILcHV3-3xsvO4xwyLQhQOYBHQAjs37hhsXUxP9ChXlDUI6ZQCQydpiQLMhebZ_t-KdTb0t8ANQ/s281/descarga.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5I1mVa2ViduuDfuVMfToXOCdqXiOhkbqKOPinwWguvKMSvplgZcpBW3pk0n0_k37bCO5ik1rwRmjWX4ktGwAdh4F9gwO_Qq6Gn7b8KtI0wHTuf1rPCILcHV3-3xsvO4xwyLQhQOYBHQAjs37hhsXUxP9ChXlDUI6ZQCQydpiQLMhebZ_t-KdTb0t8ANQ/s281/descarga.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="281" data-original-width="179" height="281" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5I1mVa2ViduuDfuVMfToXOCdqXiOhkbqKOPinwWguvKMSvplgZcpBW3pk0n0_k37bCO5ik1rwRmjWX4ktGwAdh4F9gwO_Qq6Gn7b8KtI0wHTuf1rPCILcHV3-3xsvO4xwyLQhQOYBHQAjs37hhsXUxP9ChXlDUI6ZQCQydpiQLMhebZ_t-KdTb0t8ANQ/s1600/descarga.jpeg" width="179" /></a></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: large;">ENTREVISTA DE ALOMA RODRÍGUEZ A IRENE SOLÀ EN <a href="https://letraslibres.com/literatura/entrevista-con-irene-sola-me-interesa-el-folclore-y-lo-que-cuenta-de-como-hemos-mirado-el-mundo-como-grupo/09/10/2023/">LETRAS LIBRES</a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><p></p><div class="cs-entry__header cs-entry__header-simple cs-video-wrap" style="background-color: white; box-sizing: border-box; font-family: Manrope, sans-serif; margin-bottom: 2.5rem; position: relative;"><div class="cs-entry__header-inner" style="box-sizing: border-box; width: 1160px; z-index: 1;"><div class="header-simple-format" style="box-sizing: border-box; padding: 0px !important;"><div class="cs-entry__header-info" style="box-sizing: border-box; margin: 0px !important; max-width: var(--cs-entry-content-width); position: relative; width: 1000px; z-index: 2;"><div style="box-sizing: border-box; font-family: Newspirit, sans-serif; font-weight: var(--cs-font-headings-weight); letter-spacing: var(--cs-font-headings-letter-spacing); line-height: var(--cs-font-headings-line-height); margin: 1.25rem 0px 0px; overflow-wrap: break-word; text-align: left; text-transform: var(--cs-font-headings-text-transform);"><span style="background-color: transparent; text-align: justify;">Entrevista con Irene Solà: “Me interesa el folclore y lo que cuenta de cómo hemos mirado el mundo como grupo”</span></div></div></div></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both;">La novela más reciente de la escritora explora la oscuridad como un lugar de placer y refugio.</div><div class="separator" style="clear: both;">Por Aloma Rodríguez</div><div class="separator" style="clear: both;">9 octubre 2023</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Irene Solà (Malla, 1990) publica Te di ojos y miraste tinieblas (Anagrama, 2023), su primer libro tras el éxito de Canto yo y la montaña baila. Te di ojos… transcurre en un único día y en un único espacio, que a su vez contienen siglos y lugares, y recorre una saga de mujeres presuntamente malditas a partir de un primer pacto con el diablo, cuya ruptura habría generado una falta que van heredando. Solà estuvo en Zaragoza para presentar la novela. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿DE DÓNDE VIENE EL INTERÉS POR ESTA HISTORIA DE LA SAGA DE MUJERES QUE TIENEN EL PACTO CON EL DIABLO QUE SE VA HEREDANDO?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Hay una semilla en este libro, una cosa que yo vi muy desde el principio que estaría allí, que es este pacto con el diablo. La idea del pacto con el diablo, que es una premisa de cuento y está en muchísimos cuentos del folclore catalán, pero también en muchas otras culturas y muchos otros contextos. Y luego hay toda una serie de temas en el libro, que de alguna manera estructuran o me llevan a concretar ciertos personajes y todo un paisaje, y toda esta casa, este día, y todas estas mujeres que viven allí dentro. Trabajé mucho temas de brujería, temas sobre todo de procesos judiciales por brujería, en relación con Canto yo y la montaña baila. En el caso de esta novela creo que hay menos de eso, si bien sí que es verdad que hay el pacto con el diablo, y luego hay una mujer a la que se asesina supuestamente por bruja, por haber encantado unos cerdos de la familia. Lo que me lleva a esta estructura de mujeres dentro de esta casa son distintas reflexiones alrededor de la subjetividad, alrededor de la voz, alrededor de la no objetividad de la historia familiar, la no objetividad de la historia en mayúsculas, y toda una serie de preguntas que básicamente son: ¿Quién ha decidido que forma parte de la historia y que no? ¿La historia de quién forma parte de la historia y que no? ¿La historia de quién es relevante y la de quién no? ¿Quién ha escrito o quién ha decidido qué hechos son importantes y quién protagoniza estos hechos? Al ir haciéndome preguntas alrededor de todo esto, y al ir trabajando temas de subjetividad y perspectiva, voy llegando a esta historia que está protagonizada por aquellas que no han protagonizado la gran mayoría de hechos históricos en mayúsculas, pero tampoco la gran mayoría de historias en minúsculas, y ya no solamente es que sean mujeres, es que además son mujeres viejas, es que además son mujeres fuera del canon o supuestamente abyectas, es que además son mujeres muertas, y un poco por eso en esta novela en vez de irnos a vivir aventuras, irnos a ver el mundo, irnos a hacer guerras, pues nos quedamos en casa, y toda la novela sucede en esta casa, y no salimos de esta casa salvo en el recuerdo. Quería plantear la casa como este lugar al que históricamente se ha relegado a las mujeres. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿EN QUÉ MEDIDA HAY UNA VOLUNTAD DE CAPTAR, INCLUSO DE DOCUMENTAR, LEYENDAS, DICHOS POPULARES, TODO ESE GUSTO POR LA ORALIDAD? PERO TAMBIÉN RITOS, ES CASI UNA ESPECIE DE CATÁLOGO DE MITOLOGÍA PAGANA POPULAR. </b> </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">A mí me interesan mucho las historias en general, me interesa contar historias, pero me interesa mucho que me cuenten historias, y entender el mundo a través de qué historias contamos, y cómo las contamos, y qué perspectivas, qué ideas, qué preconcepciones del mundo están allí escondidas o detrás de estas historias. Este interés está allí desde siempre y en el caso concreto de esta novela, la semilla, que es el pacto con el diablo, tiene que ver con todo esto. A mí me interesan mucho el folclore, la narrativa oral, las canciones, las leyendas, y creo que dentro de estos productos culturales, o dentro del folclore, dentro de las leyendas, hay como una especie de ADN de quiénes hemos sido, y de cómo hemos mirado el mundo como grupo, y de cómo hemos intentado entenderlo, y de cómo lo hemos imaginado. Al imaginarlo y contarlo, también lo hemos manipulado, también lo hemos afectado, y esta manera de mirar el mundo ha ido sobreviviendo dentro de estas historias y ha ido pasando de generación en generación y ha llegado hasta nosotros. No es neutro, no es simple, al revés, es complicadísimo, está muy cargado de muchas cosas, de nuestras virtudes, pero también de nuestras complicaciones. Es un material muy interesante con el que reflexionar sobre qué hemos heredado y qué piedras cargamos en la mochila. A mí me interesa mucho usar este material y trabajar con este material desde la contemporaneidad. Por eso para mí era muy importante que esta novela, que juega con el folclore, que juega con la historia, y se va atrás y adelante en el tiempo más de 400 años, que pasara en la contemporaneidad. Lo que estamos reflexionando es desde el ahora, con una mirada contemporánea, con una mirada crítica, con una mirada feminista, ponle el nombre que quieras, pero es muy desde el ahora. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿ES IMPORTANTE PARA TI LA DOCUMENTACIÓN? </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Para mí el proceso de escritura tiene mucho que ver con el aprendizaje, con la curiosidad. Tengo formación como artista, estudié bellas artes, y mi sensación es que trabajo desde metodologías del arte contemporáneo, y eso para mí significa que el proceso es tan o más importante que el resultado final. Cuando empiezo, no decido qué novela voy a escribir, lo que yo empiezo haciendo es intentar entender qué me interesa, y a qué ideas, a qué conceptos y temas les quiero dedicar los próximos meses y años de mi vida. Es un ir tirando hilos muy diversos, muy distintos, que tienen que ver con documentarse, que tienen que ver con ir a archivos, que tienen que ver con leer mucho, que tienen que ver con ver infinitas horas de vídeos de Youtube, que tienen que ver con ir a conocer gente que es experta en ciertas cosas, o gente que sabe cosas que yo no sé. Para mí todo este proceso no está separado del proceso de escritura, no es como si primero investigo y cuando ya lo sé todo me pongo a escribir: no, para mí van muy juntos. Uso muy a menudo la metáfora de la piscina: construyo una piscina y la voy llenando de agua, el agua es todo esto, y cuando hay un poquito de agua me tiro y nado, y nadar es escribir, pero nunca dejo de meterle más agua a esta piscina, porque también el hecho de escribir te lleva a lugares que no sabías que estaban allí, y de repente tienes ganas o necesidad de explorar en más direcciones. Es muy orgánico pero sí, hay una parte que a mí me interesa muchísimo, que tiene mucho que ver con aprender, con hacer preguntas, y hacerte preguntas, y con pasarlo bien. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>EN TUS LIBROS HAY UNA VOLUNTAD DE DISOLVER LOS LÍMITES ENTRE LO HUMANO Y TODO LO DEMÁS. POR EJEMPLO, EN ESTE LIBRO HAY MUCHAS ESCENAS DE SEXO ENTRE ANIMALES, TRATADO COMO SE TRATARÍA EL SEXO ENTRE HUMANOS. </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En este libro hay un personaje, Blanca, que está obsesionada con mirar y a través de sus ojos se nos van describiendo esto que tú dices: animales copulando. Estos gestos me permiten reflexionar sobre temas diversos. Y lo que estoy reflexionando en cada caso acostumbra a ser distinto. En Canto yo… el primer capítulo está escrito desde las nubes por una cuestión concreta. En el caso de este libro, hay en esta familia una supuesta maldición, supuestamente hay unas consecuencias del trato roto con el diablo, y estas supuestas consecuencias son que a todo el mundo de la familia Clavel le va a faltar algo. A Blanca lo que le falta es la lengua y, por lo tanto, el lenguaje. Blanca me permite reflexionar sobre el lenguaje y me permite reflexionar sobre todo lo que tiene que ver con lo que no es lenguaje o con lo que no es abstracto. A Blanca no le interesa en absoluto nada que no se pueda tocar y ver, no le interesa la abstracción y no le interesa lo que se pueda comunicar desde el lenguaje. Blanca es un personaje absolutamente físico. Lo que le interesa es la fisicalidad: está obsesionadísima con estos animales que están ahí como copulando. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En el caso de Canto yo…, se empieza a describir desde la perspectiva de estas nubes que llegan a esta montaña en donde va a suceder todo, llegan mirando en picado desde arriba. Te presentan a un personaje que podría ser el héroe por excelencia: es un hombre relativamente joven, atractivo, inteligente, amante, padre de familia, poeta… Y lo que pasa es que en la segunda página estas nubes tiran un rayo que le cae al señor en la cabeza. Era un un poco decir: esta historia ya la sabemos, es la base de la mitad de la literatura y está muy bien, pero ya la sabemos. Lo que vamos a hacer en este libro es contar otras historias y mirar el mundo desde otros lugares. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>ANTES HEMOS HABLADO DE LA CASA, LOS LUGARES SON BASTANTE IMPORTANTES. LA ZONA GEOGRÁFICA ESTÁ DELIMITADA, PASA EN UN DÍA. LA LITERATURA ES TIEMPO, SOBRE TODO, PERO TAMBIÉN ESPACIO Y UN LUGAR. ¿CÓMO MANEJAS TÚ ESTAS DOS VARIABLES? </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Acaba dependiendo del proyecto y de qué esté explorando en cada proyecto distinto. Por lo que respecta al territorio, al espacio, lo importante para mí es contar una historia y utilizar esta historia y sus personajes para reflexionar sobre ciertos temas. Les construyo un contexto a los personajes y a la historia, un paisaje, un lugar en donde desarrollarse. Para mí en ningún caso ese espacio, ese lugar, es el tema de la novela. Hay muchos temas y eso no es el núcleo, no es el centro de lo que estoy escribiendo. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En relación con el tiempo, en esta novela hay un juego muy evidente, que es esta idea de que sucede toda en un solo día. Y es una cosa que voy entendiendo a medida que voy trabajando en el proyecto, a medida que voy sumergiéndome en él . Esta novela es esto: una casa, un solo día, dentro del que caben cientos de días, cientos de recuerdos, cientos de historias. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿CÓMO SE RELACIONA ESTA NOVELA CON TUS OTROS LIBROS, CON LAS OTRAS NOVELAS? </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Cada libro es como un proyecto distinto, una exploración distinta, un juego distinto. Y hay unos intereses que pueden aparecer en todos. Es como que hay una misma persona detrás, haciéndose las preguntas o tirando de los hilos. Pero sí, de alguna manera entiendo mi trabajo, la exploración que yo voy haciendo como una constante como vital en la que van apareciendo estos distintos proyectos que van tomando forma y definiéndose. Una novela se termina, pero la intención de seguir explorando, de seguir aprendiendo, sigue allí, no se para porque ya se terminó una novela. </div><div class="separator" style="clear: both;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>TÚ VIENES DE BELLAS ARTES, ¿SIGUES POR ESE CAMINO? </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Ponme la etiqueta que quieras, pero déjame hacer lo que a mí me apetezca, ¿no? Considero que las novelas son proyectos artísticos. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿TIENES ESPECIAL INTERÉS POR EXPLORAR DESDE LA ESCRITURA CUALIDADES QUE A LO MEJOR SE ASOCIAN MÁS A LO VISUAL?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Es que yo no lo separo tanto. Por ejemplo, en Canto yo… había unos dibujos y me decían: “se nota que hiciste bellas artes porque hay esos dibujos”. Para mí en lo que se nota es en el proceso, en cómo yo desarrollo, concibo, trabajo en esta novela. Lo que tiene que ver con el arte está allá. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>LAS PROPIAS PROTAGONISTAS, ESTAS MUJERES A LAS QUE LES FALTA ALGO</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Supuestamente. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>HAY UNA CIERTA ABYECCIÓN EN TODAS, O SEA, INCLUSO FEALDAD, AL MENOS DESDE FUERA, DESDE, DIGAMOS, VISIONES ESTÁNDARES. HAY UNA VOLUNTAD POR MIRAR LO CONSIDERADO FEO. LE OTORGAS, NO SÉ SI BELLEZA, PERO DESDE LUEGO SÍ ATENCIÓN. </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Me interesa mucho la idea de la subjetividad y la idea de la perspectiva. Son supuestamente feas, bueno, depende de quién las mire y de con qué ojos las esté mirando. Y sí que se describen muchas veces como feas, pero si te fijas en cuándo se describen como feas, siempre es Margarida la que está diciendo que son feas, que son feas y que todas son feas. Tiene una mirada del mundo complicada, heredera de maneras de pensar y de maneras de hacer absolutamente patriarcales. Eso se junta con lo de que supuestamente están malditas, porque de nuevo hay algo de subjetividad allí. Evidentemente Joana sospecha y luego llega a creerse que hay una consecuencia del pacto con el diablo que es que a todo el mundo le va a faltar algo. A Blanca le falta la lengua, sí, pero que a Margarida le falte un cuarto de corazón, ¿cómo lo sabemos? O que a Dolça le falte una cola de cabra o que a Bartomeu lo que le falta sea el amor por una madre y a esa conclusión llega su propia madre. Depende de cómo te mires a ti mismo o depende de cómo mires a los demás siempre vas a poder considerar que les falta o te falta algo. Hay también mucha reflexión alrededor de qué heredamos tanto de nuestro contexto como de nuestra familia. Heredamos maneras de ver, maneras de pensar y creencias. Han heredado la creencia de que están malditos y de que a todos les falta algo. Y hasta llega un momento en el que como a Alexandra, que es la contemporánea, ya no saben lo que le falta, Margarida hace una lista de lo que le falta. Sobre lo feo, a mí ellas me parecen exageradamente estéticas. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>HAY UN JUEGO EN LA NOVELA CON EL TÍTULO TE DI OJOS Y ME MIRASTE TINIEBLAS. HAY UN JUEGO EN LA NOVELA CON LA OSCURIDAD. </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La novela plantea constantemente la oscuridad como un lugar de placer, como un lugar de refugio, como un lugar de libertad, como un lugar de posibilidades. Las tinieblas aquí acaban siendo un espacio de libertad para estas mujeres, de posibilidades al menos, de placer, de risa, un refugio también. A mí me interesaba también preguntar, bueno, un momento, pero ¿quién dijo que la oscuridad era mala? </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>ES TENTADORA LA IDEA DE HABLAR DE TUS LIBROS DENTRO DE ESA TENDENCIA DE VUELTA A LO RURAL, POR LO ANCESTRAL, LAS TRADICIONES, LA HISTORIA, ¿CÓMO TE SITÚAS AHÍ? </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Hay diferentes temas que a mí me interesan y que esos temas se podrían desarrollar desde sitios muy distintos. El ejercicio que estoy haciendo allí se podría hacer desde un contexto que actualmente sea una ciudad, por ejemplo, y estaríamos haciendo el mismo ejercicio. Escribí las dos primeras novelas desde Londres y esta novela está escrita en gran parte desde Estados Unidos y moviéndome mucho por el mundo. Mi intención en los libros es que haya una mirada contemporánea, una mirada crítica que Londres me alimentó totalmente para poder escribir. Era importante no bucolizar, no poner en un pedestal ciertos espacios, al revés. Intentar entenderlos y mirarlos desde puntos de vista muy diversos. Y en el caso del Canto yo… hay, por ejemplo, este capítulo del dominguero, este turista que se va a la montaña a pasar un día y que no lo tratan bien y se enfada y tal y cual. Él nos desvela una de las cosas más tristes que se nos van a contar, pero lo hace sin darse cuenta de lo que está pasando. No conecta en ningún caso con lo que está pasando. Cuando iba a Barcelona a presentar el libro me decían, de broma, ¡cómo te pasas ahí con nosotros! De los de Barcelona, de los de la ciudad, y yo les decía: pero no me estoy riendo solamente de vosotros. Todos somos ese señor constantemente. Todos los turistas que vienen a Barcelona y se echan una foto aquí, sin conectar en ningún momento con la ciudad y con las consecuencias que su paso por esa ciudad puedan tener y usan la ciudad de fondo para sus selfies, igual que el turista está usando ese pueblo de fondo de su selfie. Es lo mismo, o sea, lo que estoy hablando es de ir por el mundo sin conectar en profundidad con lo que estamos viendo, sin entender o querer entender lo que está pasando a nuestro alrededor. </div></div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">ENTREVISTA EN <a href="https://www.lamarea.com/2020/06/17/irene-sola-todo-acto-y-todo-no-acto-es-politico/">LAMAREA</a>.COM</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Irene Solà: “Todo acto (y todo no acto) es político”</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both;">Irene Solà publica 'Canto yo y la montaña baila' (Anagrama), inicialmente publicada en catalán y premiada con el Premio de Literatura de la UE a Nuevos Talentos.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Rocío Niebla</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Las montañas dan muchas alegrías. Oxigenan el cerebro cuando las andas y, si las lees, te llevas sorpresas. En este caso, Irene Solà (1990) escribe una novela, a retazos, de una montaña. Que es como decir que escribe de todo, porque hay miles de universos en ella. Hablan los animales que conviven con hombres, canta el rayo, se explican las brujas, se deprimen o ilusionan las familias que viven en ella, pasean los turistas… Canto yo y la montaña baila es como decir que el mundo gira en torno al catalán valle de Camprodon, o que el mundo acaba o empieza en él.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿Por qué Camprodon, y no Aigüestortes, el Montseny o la Vall Fosca? ¿Tienes alguna conexión sentimental con la montaña?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El planteamiento que propongo en la novela, que es fijarme en un trozo de mundo para intentar mirarlo desde tantas perspectivas y maneras de entenderlo como me sea posible, e imaginar todas las capas de historia, anécdotas, vivencias que han tenido lugar ahí encima, se podría hacer sobre cualquier lugar, ciudad o montaña. Yo elegí el Ripollès porque lo conocía, pero no lo suficiente, porque tenía ganas de investigarlo y de pisarlo y porque diversas ideas o hechos que me interesaba tratar en la novela encajaban perfectamente con ese territorio, como por ejemplo la brujería, la retirada republicana, la fiesta del oso de Prats de Molló o las leyendas de las mujeres de agua.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿El ser humano es igual en Calella -en el mar- que en los Pirineos? ¿Hay peculiaridades en la gente que vive en las montañas?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Creo que esta es una afirmación que me quedaría una poco grande, pero sí es verdad que en la novela procuro alejarme y hasta reírme de ideas romantizadas o bucólicas sobre las montañas o la gente que vive en ellas.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Con Canto jo i la muntanya balla ganó el Premi Llibres de Anagrama. Luego, Concha Cardeñoso lo tradujo al castellano [Canto yo y la montaña baila (Anagrama)]. El pasado mes de mayo recibió una llamada de Bélgica, de la Secretaría General de la Unión Europea, para anunciarle que le habían dado el Premio de Literatura de la UE a Nuevos Talentos. La primera novela en catalán que lo gana. ¿Cómo puede la Vall de Camprodon llegar tan lejos? </b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Por un lado, tras el hecho de que una novela situada en la Vall de Camprodon y escrita en catalán haya ganado el premio de Literatura de la UE, lo primero que tengo que hacer es agradecer a toda la gente e instituciones que, antes que yo tan siquiera empezara a escribir, han estado luchando y han conseguido, entre muchas otras cosas, que el catalán se tuviera en cuenta en el premio y que el jurado que elige las obras, entendiera y leyera en catalán. En paralelo, creo que todas las historias son universales, y que tan universal es la historia de un señor o una señora que vive en Tulsa, en Estados Unidos (por poner un ejemplo), como la de un señor o señora que vive en Camprodon o en el barrio del Carmelo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Usted es de Malla, un pueblo de la comarca de Osona, justo en medio de la Plana de Vic. Aunque ha vivido en Barcelona, Londres e incluso en Islandia. Viniendo de un pueblo con 273 habitantes, y como le pasa a alguno de sus personajes, ¿las ciudades le aturden?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">He vivido la mayor parte de mi vida adulta en ciudades: Barcelona, Reykjavik, Brighton y Londres, y las ciudades me interesan profundamente. De hecho, esta novela está escrita precisamente desde Londres, donde viví muchos años y donde crecí, aprendí, escribí, disfruté y me alimenté de cultura como nunca. Un ¡hurra! también por las ciudades.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Le sorprende que le pregunten por qué escribe en catalán?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sí, mucho.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Escribir en catalán es un acto político o en su caso es únicamente porque es su idioma materno?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Todo acto (y todo no acto) es político. Escribo en catalán porque es mi lengua, porque admiro profundamente la literatura que se ha escrito y se escribe en catalán y porque se puede escribir tan buena literatura en catalán como en cualquier otra lengua. Me alegra que el premio ratifique que tiene todo el sentido del mundo: que cada cual escriba en su lengua o en la lengua que elija.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Le ha preocupado alguna vez tener las condiciones materiales cubiertas para escribir y poder vivir de ello?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El mundo de la cultura está tan precarizado que nunca pensé poder vivir de escribir o de hacer arte y siempre tuve trabajos paralelos. Aunque ahora vivo mayoritariamente de mis proyectos, aún me cuesta creerlo. Intento estar agradecida y a la vez no dar nada por sentado.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Tienen las instituciones públicas que ayudar y salvaguardar a los jóvenes creadores? ¿Por qué es importante?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sí, definitivamente. Porque la cultura es patrimonio de todos, porque se debería poder vivir de la cultura y porque sin cultura yo no sé qué nos queda.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿<b>Qué pueden aportar la literatura y, en general, el arte a la sociedad?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Muchas cosas, pero la primera tal vez sea el pensamiento.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>“Es difícil componer versos y contemplar la virtud que se esconde en todas las cosas cuando los niños lloran con la estridencia de un cerdo desollado que te acelera el corazón aunque no quieras”. No se lo pregunto, se lo afirmo: las mujeres lo tenemos más difícil para dedicarnos a escribir. Y si eres madre, el premio gordo. ¿O no?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Esta frase que citas, de hecho, hace referencia al pensamiento de un padre de familia que precisamente se está alejando de casa para poder componer poesía tranquilamente, porque sabe que hay una mujer, su esposa, que se encargará de los niños. Yo no tengo hijos, pero espero que todo el pensamiento feminista que he y hemos desarrollado me sirva de muleta también en esa situación. Estoy de acuerdo en que vivimos en una sociedad machista, y que eso afecta a las mujeres a la hora de escribir, de ser madres y de conciliar, entre otras cosas, y de que todavía nos queda mucho trabajo que hacer. Pero quiero pensar que ya estamos dispuestos a hacer este trabajo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Hay mujeres muy poderosas en su novela. Las brujas, por ejemplo, matronas que ayudan a dar vida o curanderas. Para escribir sobre ellas y los juicios leyó Orígens i evolució de la cacera de bruixes a Catalunya y Un judici de bruixes a la Catalunya del Barroc. ¿Qué sacó en claro?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Que todo lo que conservamos de esa inmensa y terrible cantidad de juicios por brujería que tuvieron lugar, en este caso, en Cataluña está escrito a mano por los hombres que acusaron, detuvieron, torturaron y luego asesinaron a estas mujeres.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Quiénes son las “dones d’aigua” en la mitología de la montaña catalana?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Son personajes femeninos (que no son exclusivos de la mitología catalana, aparecen con distintos nombres en muchos otros lugares), que se relacionan con el agua, con la noche, especialmente con la de San Juan. Se supone que son muy bellos y que tienen ciertos poderes. Una de las cosas que más me interesaba analizar y revertir de estas figuras es el hecho de que su historia casi siempre se nos cuenta desde una perspectiva y una mirada absolutamente masculina.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Cristina se entretiene en el valle recogiendo restos de la Guerra Civil: granadas, balas, revolver. La Guerra Civil cruzó la montaña, los republicanos huyeron a Francia a pie por ella. Hay un personaje que cree que “cuanto menos trato con la Guerra Civil mejor”. ¿Es partidaria de la memoria y la justicia, o de dejar las cosas como están?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Soy partidaria de la memoria y la justicia. Reales. Y creo que en el Estado español este es un viejo problema, y una herida no curada.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: x-large;">ENTREVISTA EN <a href="https://www.pikaramagazine.com/2020/06/queria-imaginar-el-otro-lado-de-las-leyendas-que-nos-han-contado-los-hombres/">PIKARA MAGAZINE</a></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;"><b>“Quería imaginar el otro lado de las leyendas que nos han contado los hombres”</b></div><div class="separator" style="clear: both;">En la bellísima novela 'Canto jo i la muntanya balla' toman la palabra las brujas, las mujeres de agua y hasta la montaña misma. Hablamos con Irene Solà de relatos patriarcales, del valor del pensamiento mágico y de todos los caminitos que nos llevan a redescubrir el mundo, empezando por nuestros pueblos y por nuestros cuerpos.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Texto: June Fernández</div><div class="separator" style="clear: both;">ENTREVISTAFICCIONES</div><div class="separator" style="clear: both;">03/06/2020</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Gracias a mi mala memoria, no retuve la sinopsis de la contraportada y me sumergí sin brújula en Canto yo y la montaña baila. A modo de adivinanza, empezamos a leer cada capítulo sin tener ni idea de quién es la voz que narra. Tardamos unas líneas, incluso unos párrafos, en entender: ah, vale, ahora hablan unas nubes gamberras, ahora una niña republicana muerta, ahora un oso que no es un oso, ahora unas setas (!). Y nos llevará varios capítulos seguir la línea argumental que trenzan esos monólogos de seres vivos y muertos, animales y humanos que habitan el Prepirineo catalán. Irene Solà (Malla, 1990) nos invita a jugar y a bailar con ella en una fiesta literaria de 188 páginas en la que se lo pasa pipa imaginándose qué siente una perra cuando ve a su compañera humana teniendo sexo con un vecino o cómo percibe un corzo recién independizado su primer contacto con el hombre. Asistimos a las distintas metamorfosis de la autora hasta reencarnarse incluso en una montaña que clama mesiánica sobre la fragilidad e irrelevancia de quienes la pisan.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El jurado del Premi Anagrama que recibió en 2019 el original en català, Canto jo i la muntanya balla, elogió la “irreverencia y atrevimiento” con que Solà combina las referencias a tradiciones y cuentos populares con “un planteamiento literario moderno”. Esta licenciada en Bellas Artes y máster en Literatura, Cine y Cultura Visual ha sido anteriormente premiada y becada por una producción que a veces toma forma de exposición o de instalación artística, y otras de poesía (Bèstia) o novela (Els dics). Solà define Canto jo i la montanya balla como una obra de arte, no tanto porque incluya ilustraciones y poemas sino por su metodología: “No me siento a escribir un argumento y unos personajes sino que me pregunto qué quiero aprender, qué quiero descubrir, qué quiero preguntar y preguntarme con este nuevo proyecto”, nos explica por videollamada, y comprobamos que su presencia es tan luminosa como su literatura.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La imaginación, la originalidad y la belleza en la prosa poética de Solà ha sido alabada con entusiasmo por la crítica literaria española. Cada reseña pone el foco en uno o dos temas de un libro caleidoscopio: el vínculo del ser humano con la naturaleza, la historia de amor marcado por la tragedia y la redención, la memoria de la retirada de las tropas republicanas durante la Guerra Civil… Para quien firma estas líneas, incapaz de quitarse las gafas violetas, los elementos más interesantes tienen una clara lectura feminista: la caza de brujas; la revisión de una mitología machista; el idilio de una mujer con un vecino mucho más joven que ella; el ambiente íntimo y mamífero de un parto en casa asistido por mujeres…</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«Y Blanca se entrega a la mujer que sabe de partos como si fuera una madre. Luego Blanca se desnuda. Eso es, eso es, como los animales. ¿Cómo te llamas, animalito? Y Blanca dice: Blanca. ¿Dónde aprendiste de partos?, le pregunta y gime. Ayudando a parir a las vacas, dice la mujer. Y tuve dos hijos. La primera, como una espiga, que no había forma de que saliera. El segundo, como una rana, que salió solo.»</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">“La novela va de muchas cosas”, me confirma Solà. “Lo que quería hacer era coger un trozo de mundo y mirarlo desde tantas perspectivas como fuera posible, relacionarme con él desde tantas maneras de vivir, de mirar, de entender y de explicar. Para mí ese es el tema central”. Señala como segundo ingrediente vertebrador “la reflexión sobre cómo se cuentan las historias, quién nos cuenta las historias, a quién les pertenecen, qué poder tiene el que cuenta una historia sobre los que son contados dentro de ella”. En la bibliografía que cita al final todos los autores son varones, pero su propósito es precisamente aportar otro relato.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Es por eso que en el libro los personajes más interesantes son los femeninos. Dice que no fue intencionado, pero lo atribuye al hartazgo ante los personajes femeninos “aburridos y planos” que abundan en la literatura masculina.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«Eulàlia les dijo que al macho cabrío se le había puesto el culo muy fino muy fino, como el de un niño de pecho, por lo mucho que se lo habíamos besado, y que tenía el miembro frío como un carámbano; y a mí me dio una risa que no podía parar y me colgaron por reírme tanto.»</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«Todas las historias son mentira. Óyeme. Todas las historias que cuentan. Las que dicen que somos malas. Mentira. Las que dicen que somos buenas y bonitas como la plata y que todos los hombres se encaprichan tanto que se tirarían a las lagunas. Mentira. Las que dicen que somos un misterio misterioso, mentira. Mentirosos son la mayoría de los hombres. Los hombres que se inventan cuentos y los que los cuentan. Los que nos recortan y nos comprimen y nos embuten dentro de las palabras para que seamos como la historia que quieren contar, con la moralidad que quieren contar».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">De hecho, el proceso creativo partió de su interés por investigar en torno a dos personajes mitológicos que han sido narrados desde perspectivas patriarcales y androcéntricas: las brujas y las mujeres de agua. Respecto a las primeras, descubrió que los textos que documentan los procesos judiciales por brujería en Catalunya “fueron escritos a mano por los mismos señores que cogieron a estas mujeres, las torturaron y luego las asesinaron”. “Sí, nos ha llegado su historia, ¿pero a través de qué voz, de qué mirada y literalmente de qué puño? Yo soy optimista, creo que el agua corre, se escapa y no se puede parar todo, que nos llegaron conocimientos, pero había una intención terrible de exterminar maneras de mirar, de hacer, de ser, con un claro sesgo de género”, abunda.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En el caso de las mujeres de agua —similares a las lamiak de la mitología vasca— la leyenda catalana también se cuenta desde la vivencia del hombre que se acerca a un río atraído por unos cantos, encuentra a una bella mujer, se enamora de ella y se casan. “Ella le dice: ‘Nunca digas en alto que soy una mujer de agua’. Viven juntos, tienen hijos, un día el señor se enfada mucho, le dice: ‘Tenías que ser una mujer de agua’, y la mujer de agua desaparece y él nunca la vuelve a ver. Pero no sabemos qué hace la mujer de agua antes de que el señor llegara, no sabemos qué siente, no sabemos adónde va cuando se marcha… Quería imaginar el otro lado. Así empiezo. A medida que voy rascando, abriendo puertas, siguiendo caminitos de ideas, voy construyendo la historia que quiero contar, los personajes y la estructura”, abunda.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">También hay una alusión recurrente a eso que no entendemos pero que sí entendemos. ¿Querías hacer un alegato a favor del pensamiento mágico, tan proscrito por el pensamiento occidental patriarcal?</div><div class="separator" style="clear: both;">A mí me interesa muchísimo el pensamiento mágico, los cuentos y las historias. Parto de la base de que todo lo que sabemos de la Historia, todo lo que se nos ha intentado vender como La Verdad, en mayúscula, se nos ha ido transmitiendo con mochilas y cargas ideológicas detrás. Todas sabemos que las historias las escriben los que vencen y los libros los escriben los que son publicados, los que tienen la voz, que han sido mayoritariamente hombres. Los cuentos, las canciones y los conocimientos orales están cargados de información valiosa, hay verdades, se pueden oler cosas que la gente ha ido transmitiendo, maneras de pensar, de hablar, maneras de entender el mundo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Leí tu novela justo después del ensayo Tierra de Mujeres, en el que la escritora y veterinaria de campo María Sánchez critica la preminencia de voces forasteras y reivindica que las mujeres rurales tienen voz. Tú no eres de Camprodon, ¿cómo ha sido tu relación con ese territorio que eliges contar?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Tienes que pensar que yo no solo no soy de esa comarca sino que escribí este libro ¡desde Londres! Es donde vivía en ese momento, pero casi cada mes volvía a Barcelona y pasaba días ahí. Es la zona del Prepirineo más cercana a donde crecí, he ido de excursión, tengo amigos que viven ahí y los padres de mi compañero tienen casa. He hecho mucha investigación sobre el terreno, he pasado ahí temporadas hablando con la gente, he trabado amistad con uno de los hombres que lleva el Museo de la Retirada… Cuando presenté el libro en Camprodón, la gente me preguntó dos cosas: “¿Pero tú de qué casa eres?” y “¿cómo es que te has interesado por este pueblo?”. Mi primera novela estaba situada en el paisaje de mi infancia y adolescencia. Para esta segunda me interesaba moverme, ir a investigar a otro lugar. Me interesaba el ejercicio de imaginar un lugar cubierto por todas las cosas que han pasado ahí, desde hitos históricos (como la retirada de las tropas republicanas) a las pequeñas vivencias del día a día. Lo que estoy haciendo al escribir la novela es hilvanar esas capas, ir arrancándolas, ir entendiéndolas todas a la vez, pero cada una con su propio contexto.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Es un territorio fronterizo…</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Es una frontera extraña, complicada, política, porque se cambió. Elegí ese trocito de mundo porque pasaban muchas cosas que me interesaban, como la retirada republicana: aún puedes pasear por esa montaña y arrancar literalmente del suelo una granada o una cantimplora. Y estaba esta cosa de la lengua, de que al otro lado de la frontera siguen hablando catalán, o la fiesta del oso, que es una de las fiestas más antiguas que se conservan, y más salvajes.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«Empezará el movimiento otra vez. El desastre. El siguiente comienzo. El enésimo final. Y vosotros moriréis. Porque no hay nada que dure mucho. Y nadie se acordará del nombre de vuestros hijos».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En el microuniverso que construye Solà hay brujas, mujeres de agua, espíritus en los bosques y en las casas, y hay mucha vida después de la muerte.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>En tu libro hay dolor y tragedia pero se imponen la vitalidad y la belleza…</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Creo que predomina una energía vital, porque muestra que no es más cruel la muerte que la vida, y que después de la muerte todo sigue adelante. Cuando dejamos de mirar el mundo desde una perspectiva únicamente humana, ciertas cosas que nos parecen muy graves se relativizan. En el primer capítulo se muere un señor al que le cae un rayo en la cabeza, arriba en la montaña, y eso es terrible para ese señor y para su familia. Pero para el resto, para la montaña, para los corzos, para las setas, es muy irrelevante. Dos minutos después de que haya muerto, todo continúa. Creo que este optimismo cruel está muy presente.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Sería muy facilón y hortera definir tu novela como realismo mágico catalán?</b></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>[</b>Ríe] Me encanta y me hace reír. Huyo de las etiquetas, incluso cuando me preguntan si soy escritora o artista. Con el libro alguna gente le pone la etiqueta de nature writing y yo no se la pondría. No le pondría ninguna, vaya, pero el realismo mágico me interesa, me reconozco como lectora. Viene de un contexto determinado y de un momento determinado, por lo que no me la quedaría, pero me interesan mucho desde Gabriel García Márquez y Juan Rulfo hasta Toni Morrison.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Me da pena no haber leído la novela original porque la lengua es un elemento muy central en la identidad del pueblo e imagino que has jugado mucho con el catalán también.</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Sí, la lengua forma parte de esa investigación. Cada personaje usa un catalán relativamente distinto. El de las brujas es un catalán muy antiguo y usé muchas frases de los manuscritos. El capítulo de la fiesta del oso está escrito con catalán del Vallespir, que tiene una sonoridad y unas palabras muy diferentes. Pedí a un escritor en catalán con DNI francés, Joan-Lluís Lluís, que me repasase el texto. Cuando hablan personas de Camprodon hay expresiones muy concretas de la zona, camufladas como guiños para sus habitantes. El capítulo de la niña republicana está escrito en castellano, porque me inspiré en un personaje real de Aragón, una niña que se llamaba Alicia, de familia castellanohablante. Me interesaba mucho que hubiera otra lengua precisamernte porque cada lengua es una manera distinta de dar nombre a las cosas y de organizar todos esos nombres para poder contar el mundo. Por eso también hay otro capítulo escrito en verso y otro a base de dibujos, que también son otras maneras de explicar el mundo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Precisamente te iba a preguntar por el capítulo que incluye poemas. Me resultó desconcertante porque no me quedó claro cuánto había de ironía en las disertaciones y las poesías de Hilari, que incluyen el verso que da título al libro.</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Es un personaje al que quiero mucho y al que defendería pero es verdad que lo trato con ironía. Yo no pienso para nada lo que él dice sobre la poesía ni firmaría esos poemas. Fue muy divertido porque me dejé poseer por Hilari para escribirlos. Es un personaje tocado por la desgracia más absoluta, la tragedia de una muerte joven, y yo quería traerle la libertad, la tranquilidad, la relativización de la que hablaba antes. Sobrevive con alegría a su propia muerte habitando esas montañas, como también hacen la palomita (la niña republicana) y las brujas.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«Aprendí a colocarme de forma que su ir y venir me rozase y me encendiera. Mi cuerpo es un buen cuerpo. Un cuerpo que aprende deprisa. Un cuerpo que se acostumbra enseguida y sabe buscar caminos. Y sabía aprovechar las embestidas, cerrar los ojos, concentrarme y atrapar el placer así, tal como venía, pequeñito, flojito, como una gota de agua que se cuela por un agujerito, y batirlo y batirlo y hacerlo crecer, y meterlo en el reguero. Y claro que procuraba yo llevar el placer como un silencio».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Me ha resultado muy interesante cómo abordas la violencia machista y la búsqueda del placer a través del personaje de Sió, la madre de Hilari.</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Quería imaginarme un personaje de mujer redondo, con todas las capas, sobre todo en cuanto a su relación con el amor, el sexo y la maternidad. De niña escuché más de una vez a las mujeres mayores expresar que nunca habían disfrutado del sexo, que era una cosa de los hombres, que ellas tenían que hacer, pero de la que nunca habían formado parte. Cuando escribes tienes un gran poder y una gran responsabilidad. [Ríe] Tú eliges lo que les pasa, lo que les das y lo que les quitas. Me interesaba mucho darle esa oportunidad de encontrar el caminito para el disfrute de su propio cuerpo. Tiene un marido guapísimo, pero no sabe quererla o no quiere quererla. Cuando él muere, ella se queda tiraba arriba en la montaña con dos niños: los quiere, pero no quería esa vida y no siempre sabe quererles. A veces me preguntan: “¿Qué personaje eres tú?”. Y yo siempre digo que no podría haber escrito ninguno si no pudiera entenderlos a todos. A Sió quería imaginarla como una mujer contemporánea, como tú o como yo, pero en esa situación de muy poca elección, muy poco margen para la libertad, para el placer y la diversión. Por eso está tan enfadada y tiene derecho a estarlo, a decir: “A mí me engañaron”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Comentamos lo distinto que se vive el confinamiento lejos de las ciudades, en pueblos como el suyo, en las que no hay ni calles, sino huertos y bosques. Le leo una cita de la socióloga Saskia Saasen en una entrevista en eldiario.es en torno a la crisis de la covid-19: “Quizá los pueblitos que existen por todo el mundo serán los que nos permitan sobrevivir”. María Bastarós cita Canto yo y la montaña baila -y también Tierra de Mujeres– en un artículo en eldiario.es escrito antes de la pandemia, en el que ironiza sobre el éxito del nature writing mientras nos asomamos a una distopía climática: “(…) mientras la España despoblada sigue vaciándose y sus representantes políticos son amenazados por grupos de ultraderecha, los ansiosos ocupantes de impagables zulos urbanos sueñan con una entelequia campestre por la que muy pocos se atreven a optar: bien por inmovilismo, por necesidad de hiperconexión o, simplemente, por la consciencia del desconocimiento que esconde nuestra abstracción romántica de lo rural”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«No me extraña que la gente aquí arriba sea más buena, más auténtica, más humana, si respiran este aire todos los días. Y beben agua de este río. Y contemplan todos los días la belleza de estas montañas mitológicas, tan hermosas que duele en el alma. (…) Qué pintoresco. Me muero de hambre, y el viejo tuerto me ha tratado fatal, pero me gana la belleza. La vida y la muerte. (…) Qué trágica es la vida aquí arriba».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Solà ironiza sobre esa abstracción romántica a través del monólogo de un dominguero que contempla Camprodon como si fuera una postal al tiempo que demuestra una nula sensibilidad hacia el luto de sus habitantes por la muerte de Hilari. “En realidad no es tanto una crítica a la gente de ciudad que va al campo sino al hecho de viajar sin querer entender cómo afecta nuestra presencia a ese sitio”, matiza la escritora. “Es un problema que pasa en Barcelona todo el día; es una ciudad que no puede absorber todo ese turismo. Y lo hacemos todos cuando viajamos por el mundo, vamos a pasarlo bien y a sacar la foto”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Confieso que me sentí interpelada, pero me identifiqué también con el relato de la madre lesbiana que decide volver a vivir a Camprodon, del que huyó en cuanto cumplió 18 años, porque “esos pueblos pequeños, raquíticos y vacíos, sin discotecas ni museos que no fueran del puñetero románico” le pesaban “como una losa, como una vaca en brazos”. ¿También en tu caso, como dice ella, la cabra tira al monte?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Sí. Crecí hasta los 18 en un pueblo de 200 habitantes. Al lado de una ciudad de 50.000, a donde iba al colegio y al instituto. A los 18 me marché a Barcelona, luego a Londres, a Nueva York. Yo tenía la sensación de que las historias de verdad pasaban en ciudades grandes, y muy lejos del campo, de la granja de mi padre, que es payés. En Londres podía ir cada tarde a una exposición distinta sin encontrarme a la misma gente. Fui muy feliz. Vivir un tiempo en Islandia me hizo un click, porque ahí se sienten tranquilamente orgullosos de sus paisajes, de sus leyendas, de su folclore. Me di cuenta al marcharme tan lejos y mirar atrás que el sitio del que venía me interesaba. Y que está cubierto de historias que quiero contar, que se pueden contar desde perspectivas feministas, desde miradas críticas. Para entender mejor todo.</div></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: x-large;">ENTREVISTA EN <a href="https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/1d2f655f-d2bf-4731-8865-6a1aa4e4da23/entrevista-con-irene-sola">REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MEXICO</a></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;">Entrevista con Irene Solà</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">“Todas las historias tienen una voz”</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Extra-Terrestre / PANÓPTICO / Septiembre de 2023</div><div class="separator" style="clear: both;">Valeria Villalobos Guízar</div><div class="separator" style="clear: both;">Solà vivía en la capital inglesa cuando escribió su primera novela, Los diques (2017), traducida al castellano por Paula Meiss y galardonada con el Premio Documenta en Barcelona. Dos años después, publicó Canto yo y la montaña baila, traducida al español por Concha Cardeñoso, laureada con el Premio Llibres Anagrama, el Premio Núvol, el Premio de Literatura de la Unión Europea, el Premio Cálamo Otra Mirada, y llevada al teatro. Es asimismo autora del libro de poemas Bestia (2012), condecorado con el Premio Amadeu Oller. En septiembre de 2023 llegará a las librerías su tercera novela: Te di ojos y miraste las tinieblas.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Ricardo Piglia decía que todos los autores tienen un mito fundacional sobre cómo se volvieron escritores, ¿cuál es el tuyo?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Mi interés por las historias, por lo que en inglés llaman el storytelling, siempre ha estado allí, desde que tengo memoria, pero ha tomado formas distintas. Estudié Bellas Artes, luego hice un máster en Islandia, en la Universidad de las Artes, después hice uno en Literatura, Cine y Cultura Visual en Inglaterra. Y me pasó una cosa graciosa: al hacer el primer máster tuve acceso a todos los talleres, a todo el material, a todas las cámaras y estudios que yo quisiera. Un día mientras hacía el segundo —mucho más teórico—, fui a la universidad y pedí que me prestaran una cámara para hacer obras de video, y se tardaron como tres semanas en dármela. Cuando la recogí, vi que era una cámara muy pequeñita, con muy poca calidad; como la que usaría mi tía durante las navidades. En ese momento, viviendo en una habitación diminuta en Brighton, sin acceso a un estudio, me di cuenta de que realmente con un papel, un lápiz y un poco de imaginación podía hacer lo que yo quisiera. No había límites para lo que podía construir. En ese contexto empecé a darle forma a lo que luego sería mi primera novela: Los diques.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Qué es la escritura para ti? ¿La consideras una labor solitaria o colectiva?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Para mí la escritura tiene mucho que ver con el aprendizaje, la diversión, la investigación, la curiosidad, la exploración. Busco en ella poder hacer preguntas, aprender y disfrutar en el proceso. Considero el trabajo literario como colectivo e invididual a la vez. Creo que tiene algo de solitario el sentarte tú sola, meterte en el mundo que estás construyendo y trabajar en él cada día, contigo misma. Pero también tiene algo de colectivo a muchos niveles. No escribirías lo que escribes si no vivieras aquí y no estuvieras rodeada de historias, de personas. Mi proceso literario tiene mucho que ver con ir a conocer a gente que sabe cosas que yo no sé o que ha vivido cosas que a mí no me han tocado; con conocer en profundidad otras maneras de ver y entender el mundo. Para mí, escribir tiene que ver con relacionarse, con alimentarse de todo lo que a una la rodea. Escribir no es solamente teclear letras en un ordenador o dibujarlas en un papel, es desarrollar ideas. Y para mí hay goce, entre muchas otras cosas, pero hay goce en todas estas partes.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿De quiénes aprendiste el oficio de escribir?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Creo que he aprendido algo de cada autor que he leído, de una manera u otra. Por ejemplo, de Salinger aprendí la irreverencia; tal vez también de Cristina Morales. De Ali Smith, el poder escribir desde un lugar muy reflexivo, muy inteligente. De Mariana Enriquez aprendí a escribir sobre lo que a una le interesa profundamente, a una y a nadie más que a una. De Toni Morrison o de Faulkner o de Virginia Woolf aprendí tantas cosas que no puedo decirte una solamente.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Cuál es tu relación con los conceptos “técnica” e “inspiración”?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Explicar el proceso de escritura propio no es sencillo, tiene algo de intangible, de único. Es diferente para cada persona que escribe o que desarrolla proyectos creativos. Es cambiante también. Pero para mí tiene mucho que ver, por un lado, con el instinto, la intuición, la confianza, el estómago. Y por otro, con el trabajo duro, la constancia, la exigencia. Con esta cosa más mental. Tal vez te diría que la inspiración forma parte del primer bloque; la técnica, del segundo.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Cuáles son los mayores retos que has encontrado tanto al escribir poesía como al desarrollar tus novelas?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">No siento haber encontrado grandes retos o dificultades; aunque eso no quiere decir que no hayan existido momentos en los que surgen dudas, caminos que parecen cortados o una sensación de estancamiento. Pero uno de mis grandes aprendizajes en el proceso de escritura ha sido el de aprender a escuchar al proyecto y a no tener prisa. A suplir sus necesidades y darle el tiempo y el espacio que pida. Entender que todos los días –aunque puede no parecerlo– son necesarios para llegar a construir y a entender el libro.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>¿Qué crees que hace a un(a) novelista un(a) buen(a) novelista?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">No te diré qué hace a un buen novelista, pero te diré qué me hace a mí disfrutar de una novela: que esté escrita desde un lugar muy propio, desde un lugar de interés muy profundo, un lugar conectado con quien escribe y donde el autor o la autora se sienta muy libre. Un lugar en el que haya puesto toda la carne en la sartén y desde el que se note que estaba creyendo en ese proyecto.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Tu obra ha sido escrita en catalán, ¿por qué has tomado esa decisión? ¿Cómo se diferencia tu relación con el catalán de tu relación con el español?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Para mí no es una decisión. Es un gesto absolutamente natural. Nunca me pasó por la cabeza escribir en ninguna otra lengua. Y este hecho para mí tiene mucha fuerza, porque significa que siempre creí que el catalán es una lengua tan increíble como cualquier otra para escribir literatura contemporánea; para que fuera leída desde todo el mundo. El catalán es mi lengua materna. El español es una lengua que aprendí en la escuela.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>En Canto yo y la montaña baila hay voces de animales, de setas y hasta de placas tectónicas; en Los diques hay también una mirada que va más allá de lo humano; haces un acercamiento al ciclo del agua, por ejemplo. ¿Qué te interesa de la descentralización de la mirada y la voz humana?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Hay algo muy primordial en mi interés por la perspectiva. En todos mis proyectos está la reflexión alrededor del hecho de que todos percibimos el mundo de manera distinta. Todas las historias tienen una voz, una mirada concreta, unas preconcepciones del mundo, unas intenciones. No existe la voz neutral, ni una historia objetiva. Aunque estemos en la misma habitación, aunque estemos viviendo el mismo evento o estemos delante de las mismas cosas, todos las entendemos, las percibimos, las recordamos, las sentimos de distinta forma. Y si añades perspectivas no humanas, esto se vuelve aun más grande. </div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="white-space: normal;"><span style="white-space: pre;"> </span>El hecho de añadir todas estas perspectivas en el caso de Canto yo… me permitía reflexionar y trabajar alrededor de distintos temas que de otra forma tal vez no hubiera podido trabajar. Por ejemplo, la idea de la muerte. Si yo trabajo la muerte desde una perspectiva solamente humana, la muerte es el final, es algo trágico. Sin embargo si me sitúo en otros lugares y miro la muerte no solo desde la perspectiva humana, desde la de aquel que muere y ya no puede contar nada más, o de aquel que ve a alguien morir y no sabe adónde va o qué pasa después, una no se queda únicamente con la pérdida. </span></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="white-space: normal;"><span style="white-space: pre;"> </span>Otra cosa que forma parte de mi escritura, y que está también relacionada con las perspectivas, es mi interés por el origen de las historias. Siempre hay alguien contándonos una historia con intenciones e intereses detrás. Tengo unas ganas constantes de hacerme preguntas sobre las voces que nos cuentan las historias: quién ha podido narrar su relato y quién no; qué voces han escrito o han dejado plasmada su visión del mundo y cuáles no; qué voces hemos elegido y cuáles hemos obviado. Mis libros y mis novelas reflexionan constantemente alrededor de estas preguntas.</span></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b>Algunos autores como Ursula K. Le Guin o Mariana Enriquez, a quien mencionabas, dicen que la literatura con componentes de fantasía es comúnmente menospreciada; sobre todo cuando se le compara con otro tipo de literaturas consideradas “más sofisticadas”, como el realismo o la no-ficción. En tu literatura hay espacio para la magia, para las narraciones orales del folclore catalán y sus misterios. ¿Por qué te parece importante darle espacio a este tipo de relatos?</b></div><div class="separator" style="clear: both;">Es en la ficción, en las historias, donde habita gran parte de la magia que nos rodea. A mí me empujan a escribir unas ganas de entender cómo funciona la narrativa, de entender los hilos detrás del tapiz, de jugar con su elasticidad infinita y absoluta. Hay algo de la magia que me interesa mucho. En Te di ojos y miraste las tinieblas hay un pacto con el demonio. A mí me interesa el pacto con el lector. Aquel que escucha o lee una historia, o que ve una película o una obra de teatro, hace un pacto con quien la construye. La persona que recibe el relato apagará sus sensores de incredulidad y en vez de decir: “Esto no me lo creo. Esto no tiene ninguna lógica. Esto no existe”, se sumergirá en la ficción para creer lo increíble e imaginará y sentirá y formará parte de esa historia, aunque sea una mágica, fantástica o una realista, yo no creo que haya tanta diferencia. La línea que separa la realidad de la ficción es fina y a la vez un territorio lleno de posibilidades. Esa línea es de mi interés. En el solo gesto de narrar un acontecimiento ya estamos manipulándolo y cambiándolo: ya estamos ficcionalizándolo. Estamos eligiendo ciertas partes y otras no; o describiendo ese acontecimiento desde unas ciertas perspectivas y otras no. </div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="white-space: normal;"><span style="white-space: pre;"> </span>Ahora, me interesan las historias folclóricas por distintas razones, pero te diré dos: por un lado, hay algo en su narrativa oral que tiene que ver con el goce de que alguien te cuente un cuento, que te deje participar y sumergirte en la historia. Por otro, estas narraciones son lo que yo nombro una serie de ADN: dicen quiénes hemos sido y cómo hemos mirado al mundo en colectivo desde hace muchos años; cómo hemos intentado explicarnos el universo y lo hemos narrado para tratar de entenderlo. Estas historias, con nuestras ganas de entender el mundo y a nosotros mismos, que cargan nuestras virtudes y nuestras faltas, han ido pasando de generación en generación, sobreviviendo hasta llegar a nosotros hoy y decirnos aún algo de nuestra contemporaneidad.</span></div></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: xx-large;">RESEÑA EN BLOG </span><a href="https://leeresvivirdosveces.com/2020/09/24/resena-de-canto-yo-y-la-montana-baila-de-irene-sola/" style="font-size: xx-large;">LEER ES VIVIR DOS VECES</a></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><p></p><p style="text-align: justify;">Reseña de Canto yo y la montaña baila de Irene Solà</p><p style="text-align: justify;">Una bellísima novela donde el estilo de la autora florece entre unos personajes únicos</p><p style="text-align: justify;">No se te hace raro que te hable una seta. Así me recomendaron este libro mis corsarios favoritos. Y creo que es un buen resumen de Canto yo y la montaña baila que ha publicado Irene Solà y con el que ha revolucionado el panorama narrativo nacional (con permiso de la gran Andrea Andreu y su Panza de burro, próxima reseña en este blog).</p><p style="text-align: justify;">Canto yo y la montaña baila es una continua sorpresa, un maravilloso sobresalto de casi doscientas páginas ambientada en una zona de los Pirineos entre Camprodom y Prats de Molló. Sus protagonistas distribuyen sus existencias, más felices, más desgraciadas o más resignadas a través de capítulos donde todos los protagonistas de la novela tienen voz. Los rayos tienen voz y saben el mal que hacen cuando lo hacen. Las leyendas participan de la fiesta de la imaginación, y lo hacen de tal manera que resulta indiferente si lo que leemos es verdad o ficción: siempre terminan conmoviendo. O interrogándonos. El contexto montañoso, montañero y, por lo tanto, rural es un alegato a la tranquilidad y la relativa importancia de la frenética urbe donde aspectos tan dispares como el tiempo, “el tiempo también tiene otra consistencia aquí arriba. Es como si las horas no pesaran lo mismo. Como si los días no duraran lo mismo, ni tuvieran el mismo color ni el mismo gusto. Aquí el tiempo es diferente, tiene otro valor”, o las pasiones “las pasiones también son más crudas aquí arriba. Más desnudas. Más auténticas. Aquí arriba la vida y la muerte, la vida y la muerte y el instinto y la violencia están presentes a cada paso. Todos los demás nos hemos olvidado de la trascendencia de la vida. Los de ciudad vivimos rebajados con agua. Pero aquí, aquí se vive todos los días. Cuando empieza el buen tiempo, aunque sea un buen tiempo delgaducho y poco convencido de primavera que empieza a asomar, necesito subir a la montaña al menos una vez al mes”, se viven de diferente forma.</p><p style="text-align: justify;">Irene Solà se nutre de algunas leyendas, mitos y cuentos de la zona para tejer una madeja de ilusiones, perdones, amores imposibles, relaciones verdaderas, proyectos inacabados, errores fatales y aciertos menores donde el narrador va cambiando de cuerpo a medida que avanza la historia. Rayos, ciervos, fantasmas incluso setas toman la palabra para dar forma a una experiencia lectora infinita. A través de todos estos protagonistas, el lector consigue ir relativizando su importancia en detrimento de la naturaleza, sus tiempos y sus leyes, por ejemplo, el testimonio de la montaña nos da una idea de lo efímera que es nuestra vida, “cómo moríais mientras nosotras nos levantábamos en el aire. Arriba. Toneladas de roca y tierra, de granito, gneis y calcita. Nos levantamos hacia el cielo, desde las profundidades. Con toda la tenacidad, con toda la paciencia, con toda la lentitud, con todo el destrozo. Nos levantaba un empuje oscuro, una fuerza bruta nos mandaba hacia arriba, la roca se retorcía, la tierra se sobreponía, se amontonaba, se doblaba, estallaba”.</p><p style="text-align: justify;">Irene Solà firma una deslumbrante novela que recoge, con el aire de atemporalidad de los cuentos, los mitos y leyendas del Pirineo catalán. La autora deslumbra con un talento diferente, valiente y libérrimo para volver a pintar las paredes de la literatura en catalán: una novela con la fuerza de las raíces y con la potencia de la magia: hacia el futuro a través de la lo heredado, hacia la renovación a partir del folclore, de lo vernáculo, de las tradiciones. Todo lo que existe tiene algo que decir en esta estupenda novela. Me ha encantado el capítulo de la perra Lluna, me parece conmovedor y me ha dejado mal sabor de boca el lío de personajes, porque la madeja que va tejiendo Irene Solà en ocasiones deja vacíos que llenará en capítulos posteriores, pero en el momento el lío frena y aleja de la lectura. Pero continuarás, porque es importante llegar al final y entender el mensaje de la autora: no debemos darnos tanta importancia, cualquier día nos parte un rayo, pero al siguiente las flores van a seguir creciendo.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">ENTREVISTA A IRENE SOLÀ EN <a href="https://www.zendalibros.com/irene-sola-en-la-vida-las-cosas-no-estan-ordenadas-no-tienen-sentido-ni-esconden-metafora/">ZENDALIBROS</a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Irene Solà: «En la vida las cosas no están ordenadas, no tienen un sentido ni esconden una metáfora»</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">13 Nov 2021/ADRIÁN VIÉITEZ / Irene Solà</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Es difícil leer a Irene Solà (Malla, Barcelona, 1990) empleando las herramientas que nos proporciona la industria editorial: es una autora joven sin demasiada presencia en redes sociales, aparentemente desapegada de los motivos generacionales y que practica una literatura sin demasiados asideros, enraizada alrededor de una noción del cuento que sabe merodear por los vértices del drama familiar, de lo mágico y del naturalismo. Las dos novelas que ha escrito hasta la fecha, Los diques y Canto yo y la montaña baila, traducidas al castellano en orden inverso al de su publicación original en catalán —Los diques ha sido editada por Anagrama este 2021, Canto yo… lo fue en 2019—, constituyen ante todo un posicionamiento estético frente a aquello que es contado. El juego marca la pauta de una tensión abrupta entre lo íntimo y lo universal, lo privado y lo público; un espacio ambiguo en el que Irene Solà se maneja con soltura y pone su imaginación al servicio de la realidad material contemporánea. Sus dos libros se anuncian como dos esferas perfectas, aunque derramadas: la implacabilidad de sus formas no limita el carácter expansivo de sus contenidos, expandidos mucho más allá del espacio que una novela puede abarcar; más allá del espacio que una persona, de hecho, abarca.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">***</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—<b>En Canto yo y la montaña baila, el mundo rural se encontraba ya en el núcleo de la novela; sin embargo, en Los diques todavía se produce un ligero extrañamiento a través del personaje de Ada, que regresa a su pueblo tras pasar unos años en Londres y poco a poco se reencuentra con las violencias y dinámicas propias de ese entorno. Me gustaría que me hablases acerca de cómo se ha ido modelando, antes y durante la escritura de estas dos novelas, tu propia relación con lo rural.</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—Yo crecí en Malla, un pueblo barcelonés de 260 habitantes; mi padre es payés, se dedica a la ganadería. Pero siempre digo que, más allá de haberme criado en el contexto de la masía, mi interés por la literatura, el arte o el cine nació cuando era muy pequeña. Tenía la sensación, durante aquellos años, de que quería marcharme de allí, irme a grandes ciudades, a Nueva York, Londres, Barcelona. Sentía que las historias de verdad, las historias verdaderamente interesantes y capaces de conectar con todo el mundo estaban en ellas. Así que me fui de Malla a los 18: viví mucho tiempo en Barcelona, pasé unos meses en Reyjkiavik y después seis años en Inglaterra. Creo que fue en ese proceso de marcharme —y concedo mucha importancia a mi estancia en Islandia en este sentido— cuando giré la mirada y me dije que quizá lo que me interesaba era contar historias desde el sitio del que venía; pensar y analizar esas violencias que mencionas, esos choques que se dan en el contexto de lo rural. También empecé a darme cuenta de que se podía escribir literatura contemporánea desde esos lugares.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Es curioso: finalmente escribí los dos libros viviendo en Londres. En medio de aquella gran ciudad a la que anhelaba marcharme para poder entender el mundo y después contarlo no hice más que darme cuenta de que no tenía que hacer nada de eso para hacer literatura contemporánea o contar las cosas que a mí me interesan. Los diques está ambientada en los paisajes y el contexto de mi infancia y mi adolescencia. Es cierto que nunca se nombra el pueblo en el que se desarrolla la acción, pero podría tratarse de Malla perfectamente: estamos en la comarca de Osona, delante de todos esos paisajes que yo había digerido y habitado desde niña. En Canto yo y la montaña baila no es así, en ella me subo al Pirineo Catalán, una zona que no conocía en profundidad. Era un espacio que me interesaba, en el que había estado y sobre el que quería investigar. Es cierto que en ambos casos se trata el asunto de lo rural —aunque yo prefiero decir que se trata de espacios que están fuera de grandes ciudades—, pero la manera de vivir en uno y otro no son para nada similares, las formas de dedicarse a la ganadería tampoco son parecidas… En el caso de Canto yo… no partía de un paisaje que conociese en profundidad, como sí sucedía en Los diques, así que empecé a subir allí muy a menudo, a investigar y hablar con gente, a caminar los paisajes en los que quería ubicar la novela.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>—Ese recorrido al que haces referencia en relación a los espacios entre una novela y otra quizá pueda trasladarse también al ámbito de sus personajes, me explico: en Los diques, más allá de los paralelismos entre tu experiencia y la de Ada, ese personaje te sirve como anclaje narrativo a través del que mirar —no en vano, Ada también escribe historias relacionadas con su entorno y con personajes que conoce, sean inventadas o no—, y también intuyo que la miríada de personajes que manejas en esa novela puede aproximarse en mayor o menor medida a unos modos de ser que tú ya dominabas —pienso en el payés Vicenç Ballador a raíz de lo que me explicabas de tu padre, etc.—. Sin embargo, en la medida en que existe una mayor distancia entre los paisajes de Canto yo y la montaña baila y tú, me pregunto si también sentiste ese extrañamiento a la hora de construir a sus personajes.</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—No sabría qué decirte. Cuando lanzamos la novela en catalán, algunos periodistas me preguntaban si Ada era un correlato de mí misma; estábamos en un momento en el que mucha gente se adentraba en formatos de no ficción o autoficción, la pregunta venía muy hecha. Siempre he respondido que no, pero es cierto que se dan ciertos paralelismos entre nosotras y que a mí Ada me sirve para un montón de cosas, fundamentalmente para dar vueltas a una serie de ideas alrededor del storytelling, de la narrativa y las historias. Me sirve para preguntarme de quién son las historias, a quién pertenecen o qué poder tiene el que escribe una historia sobre aquel otro que es escrito dentro de ella. A través de Ada pienso en el alcance de lo que vendría a ser la voz del autor, también en la finísima frontera entre realidad y ficción. Yo, en cierta medida, también juego a coger cosas de la realidad y después reconstruirla, igual que Ada. Todo esto, sin embargo, desde la conciencia de que no somos la misma persona, de que el libro no trata sobre mí sino acerca de lo que uno puede hacer con las historias, qué es lo que pasa antes y después de que las contemos.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Siento una atracción fuerte hacia las historias. También hacia las palabras, hacia las maneras de decir. Me gusta mucho contar historias, pero también escucharlas, leerlas; que me cuenten cuentos, leyendas..."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Mi sensación respecto a Canto yo y la montaña baila es que sucede otra cosa. Los periodistas, una vez más, me preguntan: «de todos los personajes de la novela, ¿cuál eres tú?» Mi respuesta es que, en cierta medida, yo soy todos, porque para construir cada mirada y cada voz he tenido que encontrar una pequeña puerta de acceso que no deja de ser mía: hay algo de mí en las nubes, hay algo de mí en el corzo. He tenido que entrar en ellos, pasando primero por mí, para poder mirar desde sus ojos o para poder entender cómo viven y cómo se relacionan con la montaña, con su entorno. Es curioso: en apariencia puede parecer que mi proximidad con Ada es mayor que la que pueda tener con cualquier personaje de Canto yo…, pero quizá por esa cercanía que ya venía dada puede ser el personaje que menos tenga de mí misma, porque no he necesitado buscar esa puerta de acceso, no he tenido que emplear algo mío para construirla a ella.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>—Antes comentabas que, cuando te marchaste de Malla, lo hiciste con la idea de escribir acerca de grandes ciudades, pero finalmente no necesitaste cruzar ese proceso: tanto tus dos novelas como Bestia —su único poemario editado— están muy ligados a la tradición oral, algo que intuyo que aterrizó en tu vida previamente a la formación literaria. Me pregunto si existió un hiato entre tu primer contacto con la literatura a través de la tradición oral y tu regreso a ella después de un periodo de formación académica.</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—Todo lo que yo escribí desde Londres fueron estas dos novelas, aunque también te diré que cuando empecé a viajar escribía, pero también estaba terminando mis estudios en Bellas Artes, con lo que dedicaba mucho tiempo a la producción audiovisual, no solo pensaba en la escritura. Pero no, nunca escribí nada sobre Londres, ni Nueva York, ni nada parecido. Siempre digo que es bastante probable que las ciudades hayan dejado un poso en mí que en algún momento recogeré, del mismo modo que recogí el poso que habían dejado todos mis años en Malla. En relación a la tradición oral, yo siento una atracción fuerte hacia las historias. También hacia las palabras, hacia las maneras de decir. Me gusta mucho contar historias, pero también escucharlas, leerlas; que me cuenten cuentos, leyendas… Todo eso me ha atraído desde que tengo uso de razón, pero también te digo que la lectura me apasionó rápido, a una edad temprana, con lo que no tengo la sensación de que mi fascinación por la tradición oral y por la literatura vayan por separado; al contrario, creo que siempre han ido de la mano. De lo que sí me he ido dando cuenta progresivamente es de que lo folclórico me interesa con un grado de profundidad que hace que yo quiera que forme parte de lo que escribo; es un rastro que remite a cómo hemos mirado el mundo a lo largo de los siglos, cómo hemos colocado magia o imaginación sobre ciertos territorios.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Antes te explicaba que mi paso por Islandia fue muy importante para mí, y en este sentido lo fue especialmente. Estuve en Reyjkiavik unos meses, en un contexto de Erasmus, y fue una experiencia que me impactó mucho: estábamos en una universidad pequeña, delante del mar, una universidad en la que podíamos quedarnos a dormir. Básicamente éramos un grupo de estudiantes internacionales de Bellas Artes, junto a un puñado de estudiantes islandeses, encerrados en una universidad y trabajando cada cuál en sus proyectos, mirando películas, pasando el rato juntos. Empezamos a viajar mucho: cuando no hacía demasiado frío, alquilábamos coches y dábamos toda la vuelta a la isla. En Islandia, el folclore está muy presente; cada piedra esconde un elfo, un enano, un gigante o un fantasma. Cuando viajábamos, me apasionaba que mis amigos islandeses me contaran historias y leyendas del país; me gustaba mucho la manera en que lo hacían, llenos de desenfado, con un aspecto de contemporaneidad que le daba mucho sentido al territorio. Fue por ahí cuando yo empecé a pensar en que ese tipo de historias también existían en el sitio del que yo venía. Diría que Islandia me quitó la vergüenza que pudiese tener al respecto, la preocupación acerca de si jugar con la tradición oral no era un asunto contemporáneo.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>—Hablabas de tu formación audiovisual, algo que creo que está muy presente en la concepción formal de tus novelas, de estructura muy secuenciada, construidas a partir de escenas breves que, al enlazarse unas con otras, van formando una especie de genealogía de lo que sucede. En un primer acercamiento, uno puede tener la sensación de que tanto Los diques como Canto yo y la montaña baila están como esparcidas, pero imagino que trabajarás con una suerte de núcleo o punto de partida desde el que improvisar, encontrar nuevos espacios e historias, nuevos personajes…</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—Sí, creo que mi manera de trabajar tiene mucho que ver con mi formación como artista. Algunos periodistas han hecho referencia a mi formación al ver las fotografías que se intercalan con el texto de Los diques o los dibujos que aparecen en Canto yo…, pero yo pienso que es en mi manera de trabajar donde se manifiesta realmente. Creo que escribo empleando metodologías propias del arte, es decir: cuando empiezo una novela no he decidido qué es exactamente lo que voy a escribir, tampoco qué va a suceder ni qué personajes van a aparecer. No he decidido cómo va a empezar ni cómo va a terminar, sino que arranco desde una serie de preguntas que me interesa hacerme en cada momento, pensando a qué temas e ideas me apetece dedicar mi tiempo y energías durante los siguientes meses, los siguientes años.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">En el momento de la escritura de Los diques estaba entusiasmada, enamorada del hecho de narrar, quería explorar todo esto de lo que te hablaba antes en relación al alcance de las historias que nos contamos. En el caso de Canto yo y la montaña baila creo que mis intereses habían variado un poco, aunque también profundicé en algunas semillas que ya había plantado en la novela anterior. Empiezo leyendo mucho, construyendo piscinas de información. Voy acumulando archivo a medida que avanzo, tomo muchas notas, guardo todo el material que leo y las imágenes que voy hallando y me acercan de algún modo a la novela. Una vez dentro de esos procesos de investigación y búsqueda descubro temas nuevos, ideas nuevas, historias nuevas que no imaginaba que pudiese encontrar, y poco a poco se va aclarando cuál es la manera en que quiero transmitir todas las ideas con las que voy trabajando: ahí construyo los personajes, la historia, etc.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Otra cosa que me interesa mucho es el concepto del juego, aunque entendido como una cosa muy seria. El juego como idea bebe mucho del arte contemporáneo; se mezcla un trabajo exhaustivo con un espacio para pasarlo muy bien. Busco cierto factor sorpresa en las novelas, no tenerlo todo controlado, que aparezcan caminos no previstos. En cualquier caso, está claro que en el fondo soy yo la que toma las decisiones y ambas novelas incluyen un esfuerzo para —pese a esa apariencia de dispersión que mencionas— llegar a un puerto, por decirlo de alguna manera, para que tengan la forma que, a medida que avanzo, decido que tienen que tener. En el caso de Canto yo y la montaña baila es fácil verlo a través de la historia, digamos, principal, de la familia que sufre dos muertes violentas en la montaña. Esa historia cruza todo el libro y, durante la escritura, yo me la imaginaba como si fuese una vena, un río subterráneo. Las voces de todo el mundo construían una montaña y por debajo de ella pasaba ese río que era la historia de Domènec, Sió, Mia e Hilari; en algunos capítulos el río es ancho y lo ocupa todo, en otros apenas se escucha de fondo o se contempla desde lejos, pero siempre está presente.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">En Los diques, el juego va por otra parte, porque mi intención era pensar acerca de cómo construimos las historias y qué esperamos de ellas. Buscaba discutir la estructura clásica de introducción, nudo y desenlace, en cierto sentido emulando la narrativa intermitente de la vida propia. Decidí escoger un trocito de la vida de los personajes, un verano que no es el principio ni el final de nada, sino una parte más. A esta novela le puse el título pronto porque ya partía de esa idea de que en la vida las cosas no están ordenadas, no tienen un sentido ni esconden una metáfora o una moraleja; más bien todo sucede a la vez, pasando como un montón de agua sucia y caótica. Lo que hacemos cuando contamos historias es coger toda esa agua y ordenarla un poco, darle forma, proporcionarle una estructura: colocarle diques, presas, construir canales para poder leerlas y sentirnos algo más tranquilos pensando que todo tiene un sentido.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>—Leyendo Los diques pensaba mucho en la manera en que estudias las relaciones interpersonales, en tu compromiso a la hora de explorar cómo el contexto rural moldea las formas que tenemos de interactuar con el otro. Se da, por un lado, un tipo específico de amabilidad, y por otro se pone en marcha un mecanismo reactivo ante lo extraño: en esta novela se explicita en el pasaje en el que un ciclista, haciendo su ruta dominical, entorpece el trabajo de Vincenç Ballador; en Canto yo y la montaña baila, en el capítulo narrado desde la perspectiva de un turista barcelonés que llega al pueblo para encontrarse una reacción bastante hostil. </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—Esas dos escenas me interesaban mucho a la hora de pensar la manera en que nos relacionamos con el espacio, con el territorio y con la propia idea de naturaleza. Estos personajes resultaban muy dúctiles porque todos hemos sido turistas en algún momento, extraños en un lugar con otros códigos. Quería explorar esa noción antropocentrista, muy presente en Canto yo y la montaña baila, de que en ocasiones visitamos un lugar e inmediatamente nos otorgamos a nosotros mismos el sentido de esos espacios, nos colocamos en el centro. Es lo que le sucede al turista en el libro. Es cierto que se trata de un capítulo muy irónico en el que cargo fuerte contra ese tipo de figura, pero no es que me ría en específico del señor de Barcelona que sube a la montaña. Cuando presentaba el libro en la ciudad, algunas personas me decían: «¡Cómo te has pasado con nosotros al escribir a este señor!», y yo les respondía que ese señor también encarnaba a las hordas de turistas que ocupan la propia Barcelona y la tratan como un decorado para sus fotos. Lo que buscaba era pensar qué es lo que sucede cuando viajamos y, en lugar de conectar con lo que tenemos delante, lo vemos como una suerte de escena de la que estamos desvinculados; no interactuamos con las personas que habitan ese espacio, no tenemos en cuenta cuál puede ser el impacto de nuestro paso por él.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">La escena del ciclista es un buen ejemplo de lo que te comentaba antes en relación a las semillas que planté en Los diques para profundizar después en Canto yo y la montaña baila: en ella buscaba narrar la misma escena —con el mismo paisaje, la misma mañana de domingo, el mismo camino rural— vista desde dos puntos de vista muy distintos, ambos con la sensación absoluta de tener la razón y de ser el sentido de la existencia de ese camino. El ciclista, para su disfrute dominical; el payés, para su trabajo de cada día. Me interesaba llevar al lector a ambos lados, hacerle comprender primero la mirada del ciclista y después girar la moneda, hacer comprensible también al otro lado. En ese caso el juego se reducía a dos perspectivas en conflicto, pero podríamos añadir la de un gato salvaje que viviese en esa parte del camino, a un corzo o al jabalí al que un día atropellarán en ese mismo lugar. Tirando hacia atrás, no dejaríamos de encontrarnos a personas que en el pasado atravesaron esa ruta, que ya pensaron que ese camino era suyo.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>—Más allá de las relaciones entre la persona local y la foránea, otra cosa que veo con claridad en ambas novelas —y de manera especialmente nuclear en Los diques— es un interés por entender las maneras en que estos espacios habilitan el acceso al cariño y a la ternura. Aunque Canto yo y la montaña baila era un libro, en cierto modo, marcado por la tragedia, también está salpicado por pequeños momentos en los que los personajes comparten algo, como esa escena hacia el final en la que Mia y Oriol conversan largamente en la cocina. En Los diques los ejemplos son muchos, pero pienso en el capítulo que dedicas a relatar cómo se enamoraron los personajes de Iván y Nàdia cuando eran adolescentes; sucede así en muchos casos: identificas un foco de cariño y rastreas con cuidado su trayecto hasta llegar a sus orígenes.</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—Claro, claro, a ver: cuando hablo de mi interés por las historias puedo sonar teórica o fría, pero en el fondo se trata de esto de lo que tú hablas, lo que hago con mis ganas de aprender e investigar es aplicarlas en este tipo de territorios. El capítulo en el que Nàdia e Iván se conocen no deja de ser el capítulo en el que Ada nos cuenta cómo se conocieron Nàdia e Iván, y de hecho Nàdia se enfada mucho con ella, le dice: «¡Qué haces con mi historia! ¡Tú no la puedes contar, no es tuya!» Siempre digo que para mí el hecho de escribir, o al menos en relación a la novela, me gusta porque me permite dos cosas: por una parte, el disfrute de construir y contar historias, de manejar las sutilezas del enamoramiento de dos personas jóvenes, los matices del cariño o el amor; por otra, reflexionar sobre la propia naturaleza de esas historias y su alcance. Cuando Nàdia se enfada con Ada por escribir su historia de amor con Iván se abre una vía para pensar acerca de la propiedad de las historias, es decir, sobre cómo se ve modificada una historia si la cuenta otra persona, si acaso existen tantas historias como sujetos susceptibles de narrarlas. Digamos que en Canto yo y la montaña baila buscaba llevar eso al extremo, dejar claro que no es posible que un corzo cuente una historia de la misma manera en que lo haría una nube, un fantasma o un hombre de setenta años.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>—En ambas novelas se da también un equilibrio bastante delicado en relación a los personajes y su temporalidad. Cuando presentas a un personaje lo haces, dentro de la cosmología particular de Canto yo y la montaña baila, siendo consciente de su caducidad. La muerte se plantea como un horizonte naturalizado, pero tratas de evitar que, frente a la eternidad de las piedras y las montañas, la mortalidad de los vivos no sea un pretexto para no prestarles atención. Pienso en el personaje de Hilari, por ejemplo: está marcado por la tragedia pero igualmente le dedicas mucho espacio, transcribes sus poemas y le das voz incluso después de su muerte; lo tratas con mucho cuidado pese a ser, al mismo tiempo, en cierto modo violenta con él.</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—Todo lo que comentas son ideas que yo buscaba trabajar en la novela y que tienen que ver con el hecho de empezar a ver el mundo desde una gran pluralidad de perspectivas, no todas ellas humanas, y darme cuenta rápido de que eso me permitía relativizar una serie de conceptos humanamente comprendidos de una manera específica. El de la muerte, tradicionalmente ligado a lo trágico, lo terrible y lo definitivo, era uno de ellos. El caso de Domènec me sirve para plantear esto: su muerte es a priori trágica, es un hombre joven con hijos todavía muy pequeños. Sin embargo, es trágica para él, su mujer y como mucho sus hijos, dentro de la conciencia que puedan tener —de hecho, escribo algo así como que son los niños sin padre más felices que hubo nunca, como si no les doliera lo suficiente que su padre hubiese muerto—. Es trágica para ellos, pero no para el resto. Un minuto, un segundo después de que el rayo parta a Domènec, todo sigue igual. Por suerte, nada se para. En ocasiones he hablado de la idea de un optimismo cruel, pero es así: ese señor se muere y por suerte todo continúa, los corzos siguen comiendo y la hierba sigue creciendo.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">También me interesaba, como mencionas, jugar con que ciertos personajes estuviesen al otro lado y pudiesen hablar de su propia muerte, reírse de ella o acaso poetizarla, como hace Hilari. Me gustaba la idea de hacer que las mujeres asesinadas por brujería pudiesen hablar y contar su experiencia de todo aquello; que las torturas, los juicios y las ejecuciones no supusiesen el final de sus historias y éstas se extendiesen a través de sus voces hasta el presente, que ellas pudiesen seguir riéndose y habitando esos espacios. Me llama la atención que digas que soy dura con el personaje de Hilari, porque no tengo para nada esa sensación. Fue un personaje muy divertido de escribir, aunque eso sí: siempre digo que las opiniones que Hilari tiene sobre la poesía no son ni mucho menos mis opiniones y que los poemas que escribe Hilari no son ni mucho menos mis poemas. Me gustó meterme en la piel de ese payés poeta, alocado, joven y muerto que escribe a su madre y a su hermana, y también disfruté mucho escribiendo esos poemas a través de él, siempre desde esa luz u optimismo propios de su juventud.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Pasa algo parecido con el capítulo narrado por Palomita, quizá uno de los más delicados a la hora de la escritura, porque buscaba hablar de las brigadas republicanas en la Guerra Civil y hacerlo desde la perspectiva de una niña que murió entonces; quería que ella misma pudiese contarnos todo eso, hablar de la guerra y de su propia muerte y hacerlo con el punto de inocencia propio de la infancia que es capaz de relativizar y naturalizar eventos de esa dureza y esa envergadura, esa inocencia que hace que a los adultos nos golpee con más fuerza la idea de que tales acontecimientos tuviesen lugar entonces y sigan teniendo lugar a día de hoy.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>—Precisamente en la escena del ciclista de Los diques a la que antes nos referíamos, Vicenç Ballador está en el tractor con su hija y le dice algo así como que se siente muy orgulloso de ella y que es una suerte para él haber tenido dos hijos tan mundanos, tan mediocres. Pensaba, mientras me contabas esto último, que pese al volumen de acontecimientos trágicos que acogen ambos libros, uno no se queda con la sensación de que sean novelas trágicas. Puede que guarde relación con lo que comentabas sobre el capítulo de Palomita y el asunto de ser justo con la voz del personaje, de narrar no partiendo del acontecimiento sino de la impresión que el personaje tiene sobre él. </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">—También me interesaba mucho reflexionar acerca de cómo se puede narrar una tragedia, pensar qué cuentas y cómo lo cuentas, qué intentas provocar en el lector con lo que estás contando… Como autora, tú eliges las historias que vas a narrar y también la forma en que las narras, y del mismo modo te haces cargo de lo que estás poniendo sobre la mesa para que el otro, el lector, reflexione. Yo prefiero no masticarlo todo, no forzar a nadie a tener que sentir unas cosas concretas o a tener que pensar de una manera determinada; lo que me interesa es simplemente invitar a hacer una reflexión en común. En el caso de Palomita, por ejemplo, la intención es clara y es dura. El tema del que hablamos tiene una gravedad importante. Como —relativamente— ha pasado poco tiempo, algunas bombas y granadas todavía descansan en esa montaña, hay gente viva que recuerda haberlo vivido todo y yo quiero hablar de todo eso, la intención es meternos ahí. Pero en la voz de Palomita cabe tanto lo más terrible como las truchas que nadan en el río y su relación con su hermano Hilari. Considero importante, en este sentido, la manera en que tratas a los personajes: la historia de Palomita podría contarse también desde la oscuridad más absoluta, y esto remite de nuevo a lo que te decía antes de que las historias simplemente están aquí y pueden ser contadas de muchas maneras distintas. Cómo decides contarlas es una decisión importante. Qué decides incluir y qué no también lo es. Cada cosa que escribes y la manera en que la escribes es el reflejo de una decisión que tomas como autor en relación con los personajes, y creo que hay una responsabilidad importante en todo ello.</div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><span style="font-size: x-large;"><div style="text-align: justify;">RESEÑA EN <a href="https://www.infolibre.es/cultura/los-diablos-azules/irene-sola-voces-montana_1_1183295.html">INFOLIBRE</a></div></span><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;"> No debería leerse esta novela como un drama neorrural o literatura ecologista, modas con fecha de caducidad, pues es una narración excelente que va más allá de etiquetas</div><div style="text-align: justify;"> Esta novela obtuvo el Premio Llibres Anagrama 2019, destinado a obras en catalán, y acaba de recibir el European Union Prize for Literature para voces nuevas</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fernando Valls</div><div style="text-align: justify;">22 de mayo de 2020 06:00h</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"Lo universal es lo local sin fronteras."</div><div style="text-align: justify;">Miguel Torga</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta novela obtuvo el Premio Llibres Anagrama 2019, destinado a obras en catalán, y acaba de recibir el European Union Prize for Literature para voces nuevas, que se concede por países, entre ellos España, en sus cuatro lenguas oficiales. Se otorga desde el 2009 y en las convocatorias anteriores lo habían ganado Raquel Martínez-Gómez, por la novela Sombras de unicornio (Algaida, 2007); Cristian Crusat, con su libro de cuentos Breve teoría del viaje y el desierto (Pre-textos, 2011) y Jesús Carrasco, con su novela Intemperie (Seix Barral, 2013), la que más éxito alcanzó en España de todas ellas. Es, por tanto, el primer libro en lengua catalana que lo obtiene. Martínez-Gómez y Solà comparten, además, el haber estudiado en la Universidad de Sussex, en el Reino Unido, y Carrasco y Solà, el ocuparse del mundo rural.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Irene Solà tiene 30 años y aunque haya nacido en Malla, un pequeño pueblo cerca de Vic, ha estudiado en Barcelona, Islandia, donde hizo un Erasmus, e Inglaterra, país en el que ha cursado un máster sobre arte y literatura. Hasta ahora había publicado un libro de poemas y una novela, que siento no conocer. El título de su nueva obra proviene del último verso del "Poema para mí, Hilari", uno de los protagonistas, el cual remeda el "Canto a mí mismo", de Walt Whitman.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el título se anuncia que, a diferencia de lo que creyeron los románticos sobre la imposibilidad del decir, el lenguaje todo lo puede, pues, con el canto, con la literatura, podemos llegar a mover montañas. La cita inicial es del escritor islandés Halldór Laxness, poco conocido en España a pesar de haber sido premio Nobel en 1955 y que uno de sus libros, La base atómica (1948), se encuentre en el prestigioso catálogo de Cátedra, o que otro de ellos, Gente independiente (1934), de donde procede la cita que anticipa el tono y la atmósfera de nuestra novela, lo haya publicado Turner. Con todo, no está de más recordar que en la segunda mitad del siglo XX a Laxness lo editó en España Aguilar, Destino y Plaza & Janés, y que su novela Paraíso reclamado (1960) fue acogida en dos colecciones populares: la Biblioteca General Salvat y Los premios Nobel de Orbis.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Canto yo y la montaña baila, de hermoso título, aparece dividida en cuatro partes: la primera y la última se componen de cuatro capítulos, respectivamente, mientras que las dos restantes tienen cinco cada una. En la versión original, el último capítulo de la segunda parte aparece escrito en castellano, la lengua de Eva, el personaje que allí habla, y sus páginas se inspiran en una célebre foto de la guerra, en la que luego nos detendremos. Estamos ante una narración coral en la que cada capítulo es contado por una voz distinta, una novela polifónica como lo era La caída de Madrid (2000), de Rafael Chirbes, por solo citar otro relato que se vale de esa técnica.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El caso es que la autora le proporciona voz a todos los seres que pueblan las montañas, sean humanos (Sió, Agustí, un innominado excursionista, Hilari, Eva, Neus, Oriol, Cristina, Jaume y Mia), elementos de la naturaleza (las nubes, como hizo Aristófanes, una seta, las montañas, un corzo, una perra o un oso) o —digamos— seres mitológicos (brujas y mujeres de agua o encantadas, una de las segundas nos cuenta que en la tercera parte, el nacimiento de Bruna, la hija de Blanca, a quien llaman ternerín).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Entre las personas, la naturaleza y los animales se producen choques violentos. Así, por ejemplo, Jaume, de la familia de los gigantes, cuyo padre es medio hombre y medio gigante, mientras que su madre es giganta y mujer de agua, causa dos muertes sin querer, por puro azar, aunque el accidente de caza nos llegue a través del relato del corzo. Este animal reaparece a lo largo de la novela en varios momentos importantes, bien se trate del mismo, bien de un corzo diferente en las distintas ocasiones. La perspectiva de las nubes al narrar es cenital, mientras que la seta utiliza el contrapicado, como la misma autora ha comentado en la entrevista que le hizo Gemma Marchena (Última hora, 22/XI/2019). Todas esas voces se valen de diversos registros del catalán, algo que solo puede apreciarse en la versión original.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Siendo una narración coral, la familia de Domènec, el campesino poeta (su mujer Sió aparece como una madre coraje, con sus hijos Hilari y Mia, el abuelo Ton, la casa de Matavaques y la perra Lluna) que carga con dos muertes trágicas, ambas producto del azar, asume un protagonismo mayor, pues su presencia se extiende a lo largo de la obra hasta formar parte importante de su esqueleto, ya que empieza la narración con la muerte del padre de la familia y acaba con el reencuentro de Mia con Jaume, su antiguo amor, responsable de la muerte de su hermano. Creo que en lo dicho hasta ahora aparecen ya los temas del libro: los ciclos de la vida, la amistad y el amor, el rencor y el odio, la soledad, el protagonismo de la naturaleza y de los animales que pueblan el bosque, de los fantasmas que rondan a los personajes, el peso de la Historia y los viejos relatos orales que han perdurado; la vida y la muerte, en suma. Pero, en lo que respecta a esta última, es Sió quien la padece más, pues su madre falleció al nacer ella; a su marido lo partió un rayo; en la noche en que se puso de parto de Mia, su padre y su tía Carme murieron axfisiados por el tufo del brasero; y su hijo murió en un accidente de caza.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No menos importante resulta el espacio en que transcurre la acción, el valle de Camprodón, con los Pirineos y la frontera francesa a mano. Y, sin embargo, no sabemos cómo se llama el pequeño pueblo de 200 vecinos, junto al río Ritort, donde habitan los personajes principales, pero sí el nombre de sus masías y el lugar que estas ocupan en el pueblo, de abajo arriba: Can Grill (pertenece a Oriol y su madre), Matavaques, Cam Prim (donde viven Agustí y Neus con sus hijas Cristina y Carla), la casa de Rei y encima de todas ellas, el pueblo propiamente dicho.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La familia Gracia Bamala en Prats de Molló, frontera francesa con España, en invierno de 1939. La imagen fue publicada por primera vez en la revista L'Illustration en febrero de ese año.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De igual modo pesan los ecos de la Guerra Civil, de la desbandada de los republicanos en su camino hacia el exilio, con los objetos y armas que tuvieron que abandonar, pero también el hartazgo que entre algunos personajes pruducen los recuerdos de la contienda, como ocurre en el caso de Cristina: "La Guerra Civil, qué aburrimiento" (p. 151). En un capítulo memorable, inspirado en la célebre foto de la familia Gracia Bamala (en la que se ve al padre, la niña y los dos hijos), aparece la guerra vista a través de los ojos de Eva, Palomita, a quien Hilari le dedica uno de sus poemas. Sabemos que, en realidad, la chica se llamaba Alicia, tenía 6 años y había perdido una pierna en el bombardeo de la aviación italiana sobre Monzón, donde murió su madre, mientras que uno de sus hermanos, Amadeo, perdió parte de una pierna.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Aparecen, además, varias reflexiones sobre la memoria, sobre los recuerdos: así, en este sentido, Sió nos previene contra las trampas de la memoria y confiesa que Domènec, su marido, "no me quería lo suficiente, como todos los hombres, que nunca quieren lo suficiente"; Neus comenta lo que le dijo su marido cuando Sió empezó a perder el juicio: "a veces, para sobrevivir, hay que echar tierra a los recuerdos, pero que el que ha sufrido mucho siembre echa demasiada tierra"; y, por último, Núria desea que Jaume, con quien trabaja en un bar, le cuente más secretos, pero este, tras varias confesiones, piensa que "no conviene abrir la puerta de los recuerdos, no trae nada bueno" (pp. 34, 123, 124 y 168).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El capítulo segundo aparece narrado por una bruja, quien nos habla entre risas de sus amigas, de los aquelarres y de las historias que cuentan y en las que ellas mismas aparecen como personajes, según ocurre en las aventis de Juan Marsé. En él se incluyen, además, dos relatos intercalados que nos refiere la bruja Eulàlia: la historia de las princesas cristianas que huyeron a caballo con sus enamorados moros para acabar congelados y convertidos en las montañas que se observan al fondo, junto con la historia de la encantada que, estando presa, logró fugarse, dejándolos sin saber para qué sirve la raíz de la acedera. De la alusión a un mantel blanco al final de ese capítulo surge el siguiente, dándole título y desentrañando los avatares de su historia. El titulado "Las trompetas" podría leerse como un poema en prosa. El séptimo capítulo posee la particularidad de representar la mirada de alguien ajeno al territorio, de un excursionista procedente de Barcelona que cae en casi todos los tópicos posibles y parece apreciar solo lo que le resulta exótico. Y en el noveno, que narra Eva, esta se hermana con Hilari, pues no en vano ambos aparecen como víctimas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ya en la tercera parte de la obra, Neus, a petición de Mia, consigue que el fantasma o espíritu que habita en Matavaques abandone la casa, pero además narra el cuento de la Reina de las Nieves, que podría leerse como un microrrelato intercalado. Al final, se alude a "un joven de pelo oscuro con un bastón", quien tomará la voz más adelante, en "El miedo". La primera y la última página del capítulo (pp. 125 y 135), narrado por Oriol, cuyo "accidente" se cuenta, están llenas de juegos con el lenguaje, de repeticiones y de variaciones de palabras y de los tiempos verbales. Pero, además, se inicia la historia del –digamos— triángulo amoroso que ocupa una parte importante del tramo final de la novela, de las relaciones de Mia con Oriol y Jaume, dos "hombres rotos". Más adelante, el primero se transforma en el segundo ante los ojos de Mia. Mientras que por la perra Lluna conoceremos la intimidad amorosa de Mia y Oriol, los olores que desprenden sus cuerpos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cristina nos cuenta la fiesta del oso y sus relaciones con Alícia, su pareja, y con Mia, además de su voyeurismo juvenil, en la cuarta parte. En los dos últimos capítulos de la novela, narrados por Jaume y Mia, respectivamente, en cierta forma se hace balance, se redondea la historia de la familia de Domènec, con el reencuentro final de ambos personajes, en busca –se dice— de su identidad. Antes, conocemos a los clientes del bar donde Jaume trabaja, completando así ese microcosmos, el espacio en que se desarrolla la narración. Y se intercalan tres nuevas historias, hasta componer un total de seis en el conjunto de la novela: la del herrero mendigo, trotamundos, quien resultó ser Nuestro Señor Cristo y convirtió al herrero del pueblo en un oso; la del origen de Jaume, un muñeco de nieve que acabó siendo un niño; y la del fantasma que le dio por apagar las luces de Matavaques.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Habría que destacar, asimismo, el autorretrato de Sió, los retratos del abuelo Ton y de Rei, quizá sea este último el personaje más antipático del libro, junto al bisabuelo de Neus y a Moi, a quien Jaume está a punto de matar, en el episodio más violento de la novela. A ninguno de estos tres seres poco dados al afecto les cede la voz. Destaca el tono reivindicativo, crítico, de algunos personajes femeninos, tales como Cristina; o de un animal, como el oso. Y debe resaltarse también la presencia de la risa en las brujas y los duendecillos del bosque, del humor a lo largo de todo el libro (lo he apreciado en las pp. 16, 19, 21, 22, 51, 150, 166 y 178).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En la novela desempeñan un papel importante los relatos orales, las leyendas y tradiciones, protagonizadas por brujas o por las mujeres del agua (pp. 24, 37, 165 y 180), que son como las janas leonesas que encontramos en la narrativa de José María Merino, y la fiesta del oso en Prats de Molló, que cuenta Cristina; aparte de la presencia y las voces de los muertos. La autora ha querido sumarse a una tradición de la literatura catalana, de la que se siente continuadora: desde el Canigó, de Verdaguer, libro que Sió guardaba en la cómoda, hasta las obras más recientes de Pep Coll (Muntanyes maleïdes, 1993) y Joan-Lluís Lluís (El dia de l'ós, 2004), aunque también confiesa haberse documentado en los estudios de Pau Castell Granados y Jaume Crosas sobre las persecuciones de brujas en los siglos XV y XVII.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se trata de una novela que pone de manifiesto la relación que mantienen las historias y el territorio, si bien es a través del lenguaje, de las variaciones y juegos de palabras que despliega (pp. 13, 19, 39, 71, 125, 139, 164, 186 y 188) y, en menor medida, de lo visual, cómo nos empapamos de una realidad compleja (véase, al respecto, el comienzo de la tercera parte, narrado por la tierra, en que imágenes y texto se complementan), al mismo tiempo que subraya lo mágico y legendario que tiene la vida, sus misterios y enigmas. La cubierta de las dos ediciones de la novela, la catalana y la castellana, algo distintas, anticipan la lucha por la existencia de unos animales con aire de prehistóricos, entre la nieve, el incipiente bosque y las montañas nevadas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La traducción suena bien y, en general, resulta muy correcta, pero se cuela algún catalanismo (parar quietos, en vez de estarse quietos, p. 36; amorrarse, por acercarse, pp. 37 y 115; muy poco a poco, en lugar de muy despacio (p. 177); e incluso a veces se complica la vida al cambiar de registro y ante una frase como: vine, que arrencarem les males herbes (p. 179), que se traduciría por: ven, que arrancaremos las malas hierbas, opta por: ven, vamos a escardar [las malas hierbas] (p. 181). En otro caso, resulta justificado para mantener la rima que se pretende, como ocurre cuando traduce: Hi havia una vegada un ferrer rabiüt, pelut, forçut ..., por Había una vez un herrero geniudo, peludo, forzudo... (p. 164), donde geniudo viene del catalán geniut (con mucho genio), que si bien no está en el original, cumple su función. No es un libro fácil de traducir y el hecho de que Concha Cardeñoso haya buscado soluciones para mantener el ritmo, tan marcado a veces, es una muestra del trabajo bien hecho, pues la prosa suena al igual que un original.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No debería leerse esta novela como si se tratara de un drama neorrural ni como literatura ecologista, modas del día con fecha de caducidad, pues estamos ante una narración excelente que va más allá de ocasionales etiquetas, de esas que –al igual que Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepulveda— atesoran un no sé qué, unas historias, una prosa y unas existencias entrelazadas que no se olvidan y, por ello, me parece que seguirá leyéndose siempre.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">_____</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona y crítico literario.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><span style="font-size: x-large;"><div style="text-align: justify;">RESEÑA EN <a href="https://www.pagina12.com.ar/419224-irene-sola-el-feminismo-forma-parte-de-mis-intereses-como-es">PÁGINA 12</a></div></span></div><div><div style="text-align: justify;">Irene Solà: "El feminismo forma parte de mis intereses como escritora"</div><div style="text-align: justify;">La joven escritora catalana expresa una voz original en "Canto yo y la montaña", novela que pone el foco en la Guerra Civil Española y que incluye un capítulo escrito por un grupo de mujeres asesinadas por "brujas".</div><div style="text-align: justify;">Silvina Friera</div><div style="text-align: justify;">Por Silvina Friera</div><div style="text-align: justify;">4 de mayo de 2022 - 00:21</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La escritora catalana Irene Solà lleva la poesía en su sangre de narradora con dos novelas de una belleza extraordinaria: Los diques (Alto Pogo) y Canto yo y la montaña baila (Anagrama), que presentó en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires junto con Mariana Enriquez. Las voces y las palabras, la música que genera esta poeta y narradora cuyo apellido significa “un lugar soleado”, combinan tristezas y melancolías. “Me interesa mucho la poesía y el lenguaje, la manera de decir y las posibilidades de las palabras y la imaginación”, cuenta esta joven escritora que nació en Malla, un pequeño pueblo de Cataluña de 260 habitantes que dejó a los 18 años para estudiar en Barcelona. Después vivió en Reikiavik (Islandia) y más tarde se instaló en Brighton y Londres, hasta que decidió volver a ese pueblo en donde nació hace 31 años.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Solà vivía en Londres cuando escribió Los diques (2017), con la que ganó el premio Documenta y fue traducida al castellano por Paula Meiss, y Canto yo y la montaña baila (2019), novela que cosechó tres reconocimientos: el Premio Llibres Anagrama, el Premio Núvol y el Premio Cálamo Otra Mirada, y fue traducida por Concha Cardeñoso Sáenz de Miera. “En Londres descubrí que escribir era lo que quería hacer”, reconoce la escritora que estudió Bellas Artes en la Universidad de Barcelona y Cine y Cultura Visual en la Universidad de Sussex y es autora del libro de poemas Bestia, publicado en 2012. Hace cinco años surgió la idea de escribir Canto yo y la montaña baila, una novela polifónica y con altas dosis de poesía que despliega 18 voces humanas y no humanas. Solà consigue que hablen hasta las placas tectónicas, los hongos y los corzos (un animal parecido al ciervo) porque narrar para ella es como un prodigio literario donde todas las voces están permitidas y solo se necesita descentrar la mirada y volver a preguntarse sobre cómo escuchar las vibraciones del paisaje y su gente.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En su segunda novela decidió situarse en el Pirineo Catalán para ahondar en la historia de una familia que sufre dos muertes violentas. “Quería escribir desde la perspectiva de todos aquellos que forman parte de ese lugar, de todos aquellos que viven o que pasaron por allí, ya sean humanos, animales o setas”, revela la escritora catalana a Página/12. Mientras avanzaba en la escritura de Canto yo y la montaña baila se preguntó “¿qué poder tiene aquel que escribe una historia por encima de aquellos que son escritos en la historia? ¿quién ha podido contar su propia historia y quién no? ¿qué voces han sobrevivido y han llegado hasta nosotros? ¿qué voces hemos escuchado y qué ideas y concepciones del mundo hemos heredado? ¿qué voces han sido negligidas?”. Un interrogante sutil hilvana conexiones entre las novelas; es el hilo de ciertas cuestiones acerca de dónde vienen las historias y a quiénes pertenecen.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Malla es más parecido al pueblo de Los diques, novela en la que narra la historia de Ada, una joven que regresa después de haber estado un tiempo lejos de su casa. El paisaje de los Pirineos Catalanes visualmente es muy distinto. “Yo tuve que viajar y hacer investigación sobre el terreno. Creo que era Faulkner que decía que un escritor bebe de tres fuentes cuando escribe: de lo que le ha pasado, de lo que imagina y de lo que le ha pasado a otros y les roba. En Los diques todo el libro reflexiona sobre qué es de Ada, qué es de la imaginación y qué es de los otros y Ada les roba", explica la escritora. "Lo que me preocupa, me interesa y me llama la atención lo investigo; voy llenando una piscina de conocimientos, de información, y voy usando todo eso para construir los personajes. Me ha pasado que algún periodista me ha preguntado ¿quién eres de los 18? Y mi respuesta siempre es yo no soy ninguno, pero a la vez hay algo de mí, una puertecita por donde pude meterme dentro de ellos. Aunque estemos hablando de una seta, de un temporal o de placas tectónicas. Tuve que encontrar esas puertecitas para meterme dentro de estas voces y de esas miradas”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No es invención de la escritora catalana que uno de los personajes, Cristina, una adolescente de 14 años, encuentre una granada en la montaña. “Quería hablar de la Guerra Civil Española y de la retirada republicana por esas montañas porque es una marca de la historia que aún está allí", plantea Solà. "Si te paseas por el Pirineo aún puedes encontrar granadas, pistolas, balas, cantimploras, latas de comida vacías. De hecho trabajé mucho con Lluís Bassaganya, un gran experto de la retirada republicana que se ha pasado toda su vida con un detector de metales buscando estas cosas. Él tiene cientos de pistolas y granadas y acaba de abrir un museo en Camprodon con el material que ha acumulado. Me interesaba mucho esta idea de la historia dejando rastros físicos en el territorio. La historia de un montón de gente que tuvo que huir de la España franquista en un viaje que fue terrible, muy largo y muy duro, y que no se terminaba al cruzar la frontera porque no encontraron ni un lugar seguro ni acogedor”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“Hombres repugnantes que matan lo que no se comen. Hombres que lo quieren todo, que se adueñan de todo”, dice el Oso, una de las voces de Canto yo y la montaña baila. “No sé si usaría la palabra animalización, pero me interesa preguntarme por la manera en que los humanos tenemos de mirar, de entender y hasta de clasificar lo que nos rodea. En el arte contemporáneo y en la teoría académica hay una línea de pensamiento que se llama animal studies, que reflexiona alrededor de la mirada con la que los humanos, a quienes nos llaman animales humanos, miramos a los animales, a quienes llaman animales no humanos. En nuestra manera de mirar a los demás estamos diciendo mucho de nosotros mismos”, advierte la escritora catalana.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">“Mi escritura parte de una mirada crítica hacia el mundo, una mirada feminista, una mirada contemporánea”, afirma Solà y recuerda que el segundo capítulo de Canto yo y la montaña baila está escrito desde la voz de un grupo de mujeres fantasmas, a quienes asesinaron por brujas. “Para trabajar este capítulo estuve leyendo procesos judiciales por brujería y esos documentos conservados están escritos de puño y letra por unos señores que las torturaron y asesinaron. No hay transcripción femenina y su versión de los hechos está perdida porque las mataron. Eso no se puede recuperar. Mi intención es reflexionar sobre qué ha llegado a nosotros y qué no. El feminismo forma parte de mis intereses como escritora”, concluye Solà.</div> <p></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-43762134327802076732023-09-16T17:42:00.004+02:002023-09-16T17:42:49.635+02:00COMENZAMOS NUESTRO XV TALLER CON "VIRTUDES (Y MISTERIOS)" , DE XESÚS FRAGA. 27/09/2023 A LAS 18:30H<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5PxRaZJlqb_K_iEpttTqHVV_XUCYWn-S4FCFRgSn9PKxlpzxGR7swgGyZn3zwT9T9jU_VpLjg_lroKST8Dd5SoNNkRliUrBLn0eijm746StPPvSWx-C3dUakxcIV9wl91svnKEPsJ9r-toOt0izzVA2M9u-qAeS_Vab4XY6VQhW8WO2ouUTVuTiZyd0c/s1248/xesus-fraga-kVFB-U160475439603fAI-1248x770@RC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="770" data-original-width="1248" height="394" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5PxRaZJlqb_K_iEpttTqHVV_XUCYWn-S4FCFRgSn9PKxlpzxGR7swgGyZn3zwT9T9jU_VpLjg_lroKST8Dd5SoNNkRliUrBLn0eijm746StPPvSWx-C3dUakxcIV9wl91svnKEPsJ9r-toOt0izzVA2M9u-qAeS_Vab4XY6VQhW8WO2ouUTVuTiZyd0c/w640-h394/xesus-fraga-kVFB-U160475439603fAI-1248x770@RC.jpg" width="640" /></a></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikzTKAGgumEBhLiSZv68L-L05yc7UPFw-wC9y-MAQBT95MYC5_b3f-E3q6TdqaxphlIrP_navcBmOrYqoFbLjR0cR34dPcGfh3Q_keZnsXD-b-wpPiSSccgkXqMh3d8m-d11ORUqGTIJL03ULpaM71ztkNCXQJvYTCYvnLcor2lPXnmD0yLMMyyHQu9Oc/s450/md30763403885.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="300" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikzTKAGgumEBhLiSZv68L-L05yc7UPFw-wC9y-MAQBT95MYC5_b3f-E3q6TdqaxphlIrP_navcBmOrYqoFbLjR0cR34dPcGfh3Q_keZnsXD-b-wpPiSSccgkXqMh3d8m-d11ORUqGTIJL03ULpaM71ztkNCXQJvYTCYvnLcor2lPXnmD0yLMMyyHQu9Oc/w266-h400/md30763403885.jpg" width="266" /></a></div><br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4G9em_MnVG1qYSFj2VFvJiDGo9hKgjy8W9g0328oGFRNgMa-wvr5GC3pvu4ZVOb2VVd8ec2LsqtY2q1_JeW3QvobsrD2Ei1cues0ElMTIiQIolG9HDg-3NCCSvfPlhAEyxWu1l4RwW5lyg7UqxV66Yc0agTGR1oIGXGQxGGAMz_HGjCF6o9EMpMtFM6Q/s900/La%20abuela%20de%20Xes%C3%BAs%20Fraga,%20autor%20de%20'Virtudes%20(e%20misterios)',%20en%20el%20centro%20de%20una%20foto%20con%20sus%20hijas%20Leonor,%20Elena%20e%20Isabel%20C.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="506" data-original-width="900" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4G9em_MnVG1qYSFj2VFvJiDGo9hKgjy8W9g0328oGFRNgMa-wvr5GC3pvu4ZVOb2VVd8ec2LsqtY2q1_JeW3QvobsrD2Ei1cues0ElMTIiQIolG9HDg-3NCCSvfPlhAEyxWu1l4RwW5lyg7UqxV66Yc0agTGR1oIGXGQxGGAMz_HGjCF6o9EMpMtFM6Q/w640-h360/La%20abuela%20de%20Xes%C3%BAs%20Fraga,%20autor%20de%20'Virtudes%20(e%20misterios)',%20en%20el%20centro%20de%20una%20foto%20con%20sus%20hijas%20Leonor,%20Elena%20e%20Isabel%20C.jpg" width="640" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p></p><div style="text-align: justify;">Incluyo una serie de reseñas y entrevistas a Xesús Fraga con motivo de la edición del libro y la concesión del Premio Nacional de Narrativa y el Premio Blanco Amor de Novela.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Os recomiendo leer especialmente la entrevista de la revista JOTDOWN. Recordad que empezaremos la seisón con este libro leído o, al menos empezado, Y si no os ha dado tiempo, no pasa nada... El objetivo es que os disfrutéis de su lectura, Nos vemos el 27 a las 18:30h. Abrazos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 18.0pt;"><a href="file:///E:/LITERATURA%20TALLERES%20RESE%C3%91AS/XES%C3%9AS%20FRAGA/avozdegalicia.es/noticia/coruna/2021/11/27/virtudes-gran-regalo/0003_202111H27C4992.htm">LA
VOZ DE GALICIA</a><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">ALFONSO ANDRADE<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">CRÓNICAS CORUÑESAS<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">27 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Cuando estalló la Guerra Civil, Manuel abandonó una aldea «tan querida
como miserable en la que ni patatas había para comer». Cruzó el golfo de
Vizcaya en un bote de remos, y de Francia saltó a Buenos Aires. «Ilustre
analfabeto», como le gustaba bromear, se dejó la sangre para ganarse la vida
como camarero en un restaurante junto al río de la Plata, donde en
conversaciones con otros paisanos seguía soñando despierto con aquella aldea
querida y miserable. Su hija es universitaria.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En Argentina conocí a otros gallegos ejemplares que se partieron el
lomo para ganarse el pan, soportando las mayores adversidades. A uno de ellos
lo llegaron a meter en un horno unos panaderos envidiosos que no asumían la
competencia de un inmigrante. Y no lo asaron de milagro.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Son gallegos imprescindibles, héroes como la abuela Virtudes, la
protagonista del libro Virtudes (e misterios) con que mi compañero de La Voz de
Galicia Xesús Fraga acaba de ganar el Premio Nacional de Narrativa.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Esta novela, maravillosamente escrita y una buena idea para regalar
estas Navidades, da voz a la dignidad, a la decencia y al coraje con que
nuestros paisanos más humildes supieron abrirse camino en un mundo desconocido:
Londres en el caso de Virtudes.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Virtudes (e misterios) sigue el rumbo que trazaba Syd Field, maestro de
guionistas, cuando explicaba que la acción es el personaje. Y esto ya lo sabía
muy bien Dickens, porque qué sería de Oliver Twist sin Fagin o la señora
Bedwin, ¿no? Hay mucho del estilo de Dickens en Virtudes (incluido el humor),
pero esto no me sorprende lo más mínimo, porque comparto con Xesús Fraga la
suerte de que, de joven, me pusiesen en las manos Los papeles póstumos del Club
Pickwick.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-size: 18.0pt;">En <a href="https://librujula.publico.es/xesus-fraga-no-se-puede-renunciar-al-pasado-hay-que-mirarlo-para-entenderlo/">LIBRÚJULA</a><o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga: “No se puede renunciar al pasado, hay que mirarlo para
entenderlo”<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">ENTREVISTAS<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Hacía casi veinte años que el Premio Nacional de Narrativa no recaía en
una obra escrita originalmente en gallego. Lo ha logrado “Virtudes (y
misterios)” (Galaxia/Xordica), una historia familiar marcada por la emigración
en la que el autor sigue los pasos de su abuela Virtudes, emigrada desde su
Betanzos natal hasta Londres en 1961.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Texto: Javier Pintor Foto: Asís G. Ayerbe<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Virtudes emigra a Londres cuando tiene 27 años y deja tres hijas en
Galicia, una de ellas Isabel, la madre de Xesús Fraga. El marido de Virtudes se
había marchado a Venezuela y de él apenas se volvió a saber. Su historia es la
de la clase trabajadora gallega que puso rumbo a Europa entre 1951 y 1975 en
busca de una vida mejor y a la que, en este caso, la cultura le abrió otros
horizontes.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga es redactor de la sección de Cultura en La Voz de Galicia,
ha publicado tres libros anteriormente y ha traducido del gallego al castellano
a Nabokov, Jack Kerouac o Sylvia Plath. Es una persona tímida, introvertida y
reflexiva, que ha tenido que hacer un ejercicio mayúsculo de introspección para
escribir un relato muy personal en el que desvela algunas intimidades de su
historia familiar. Ese mismo tono íntimo domina nuestro encuentro, salpicado,
como en toda conversación con él, por notas de erudición, anécdotas asombrosas
y toques de fino humor.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Qué sentiste cuando recibiste la llamada del ministro comunicándote
el premio?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Llevaba unas horas de jornada laboral cuando recibo la llamada del
Ministerio de Cultura. Como ya se habían fallado todos los otros galardones de
ámbito cultural de este año, tuve la certeza de que había ganado el premio. Me
pareció un sueño pero que este sueño obedecía a una lógica por el trabajo bien
hecho. Me inundó un gran alivio, una euforia tranquila. Era la confirmación de
que tantos años dedicados a este libro, con una inversión emocional tan grande,
había merecido la pena. Me sentí un poco como Nadal después de un largo partido
lleno de tensión. Me liberé de tanta presión tirándome en la moqueta del
periódico con los brazos en cruz y las piernas abiertas. Había conseguido lo
que cualquier escritor anhela.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Esta historia te llevaba rondando desde hacía mucho tiempo, tanto
como corresponde a una historia que es la de tu propia vida. ¿Cuándo decides
que tienes que ponerte con ella?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Tuvo que ser la muerte de mi padre la que me situó ante el espejo y me
hizo consciente de la fragilidad de nuestras vidas y me dio el impulso
definitivo de la escritura. Tardé mucho tiempo en decidirme, pero todos estos
años de espera me sirvieron para reflexionar más hondamente sobre todas estas
vivencias familiares. Desde que me pongo con el proyecto definitivo me paso
cuatro o cinco años dándole forma, aunque la idea estaba en mi cabeza desde
mucho antes.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Desvelar algunos episodios incómodos de tu historia familiar fue un
freno durante el proceso creativo? En una ocasión te escuché contar que Julian
Barnes te había aconsejado que guardases la historia en un cajón y que la
publicases solo cuando ya no estuvieran vivas las personas de tu familia a las
que pudiera afectar lo narrado en este libro.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Yo tenía claro que era una historia que solo podía contar yo, que tenía
que tratar de contarla lo mejor posible. Me cargué seguramente con un exceso de
responsabilidad que paralizaba y me impedía seguir adelante. Era excesivamente
riguroso con lo que llevaba escrito. Esta fue una de las grandes dificultades
que tuve al empezar con este libro. Cuando hablaba con mi familia sobre los
avatares de su vida y me relataban algunos episodios para mí desconocidos de la
historia familiar, me daba cuenta de que el abandono y la ausencia de mi abuelo
habían creado un trauma profundo en la familia, sobre todo en mi madre y en mis
tías. Si yo escarbaba en esas heridas corría el riesgo de que se volviesen a
abrir. No quería causar un dolor gratuito a mi familia, ni hacer un ajuste de
cuentas ni juzgar a nadie. Tampoco quería hacer de mi abuela una heroína y de
mi abuelo un demonio. Yo solo pretendía entender lo que había pasado y contarlo
de la manera más sencilla y digna posible, sin caer en sensacionalismos ni en
sensiblerías. No se puede renunciar al pasado, hay que mirarlo para entenderlo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>En esta historia aparecen tus abuelos, tus padres, tus tías, junto
con una cantidad de personajes secundarios también fascinantes. También estás
tú mismo, pero el eje de la narración será tu abuela</b>.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Realmente, ella fue el motor de la familia, ella fue la que dio el
impulso para que la familia saliese adelante. Mi abuela Virtudes asumió el rol
que se entendía que tenía que haber asumido mi abuelo. Emigra a Londres
pensando en la familia. Como es una presencia habitual en tu vida y además es
tu abuela, no eres consciente de sus posibilidades como personaje literario.
Ella tenía una mezcla de mal genio y sentido del humor que la convertía en una
persona irresistible. Cuando empiezo a tomar notas y a reflexionar sobre lo que
tengo entre manos, me doy cuenta de que era una mujer excepcional. Y entonces,
por derecho propio, sabes que tiene que asumir el protagonismo de la historia.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cómo encaraste escribir una novela sobre la emigración siendo este
un tema tan presente en la literatura gallega?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La historia de la emigración está repleta de epopeyas, historias de
hombres hechos a sí mismos, de triunfadores y también de algún fracasado. Pero
yo quería incorporar al repertorio de la emigración un relato más doméstico,
basado en las emociones de esas mujeres que renunciaron a tantas cosas por
ayudar a su familia y se incorporaron a la vida de urbes tan grandes como
Londres. Ese fue el caso de mi abuela y de mis padres. La emigración gallega a
Europa, acontecida mayormente en los años sesenta y setenta del pasado siglo,
apenas estaba narrada. Me propuse hablar también de la emigración del retorno y
contar el desajuste con el que se encuentra el emigrante que retorna a su lugar
de origen y no encuentra la Arcadia con la que había soñado y que tantas veces
había recreado en su imaginación. La emigración, con todo lo dura que es y las
problemáticas que acarrea, tuvo sus ventajas y permitió reinventarse a muchas
personas. A mi abuela le dio unas oportunidades laborales que aquí no tenía.
Ella obtuvo un respeto por parte de sus patrones que aquí no alcanzó. Le dio la
oportunidad de volver a empezar y de llevar una vida digna. Mi madre, gracias a
la adquisición de otro idioma, pudo acceder a una cultura globalizada que la
reafirmó en su idea sobre el poder transformador de la cultura y de las artes.
Y todo esto me lo transmitió a mí. Para mi madre fue una llave de oro. También
están latentes las circunstancias de la siguiente generación emigrante, la de
los hijos de los emigrantes, que nacen con un pie en una cultura y otro pie en
la otra.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>No sé si podemos decir que este libro es una novela, una historia
autobiográfica… ¿en qué molde genérico lo encuadrarías?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Cuando comencé este proyecto me planteé si escribir una novela o
utilizar otro género narrativo. La novela implicaba recrear, fabular, crear una
ficción a partir de hechos reales, lo que me daría más libertad creativa.
También pensé en una novela sin ficción que recorriese no solo esos años de mi
infancia londinense, sino todas las circunstancias que desembocaron en que yo
naciese allí. Una historia de tanta entidad y fuerza como esta requería un
registro más apegado a la realidad, así que finalmente se impuso este modelo.
Al principio del libro digo que no quiero inventar porque sería un falso
ejercicio de fabulación, pero luego admito que tiro de la memoria y eso también
es fabular.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿La historia de tu familia ha quedado definitivamente cerrada
después de Virtudes…?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Como dijo Sean Connery, a quien mi familia conoció porque le limpiaba
la casa, “nunca digas nunca jamás”, aunque por ahora ya he contado lo que tenía
que contar. Quizás queden ángulos nuevos que varíen la historia familiar o
nuevos episodios que puedan cambiar mi perspectiva de los hechos y me hagan
replantear esta decisión. Hay historias maravillosas que tienen que ver con mi
fascinación por la ciudad de Londres que quizás deban esperar porque no quiero
escribir dos libros seguidos tan emparentados temáticamente. Desde la ficción
he pensado en otras historias que tienen que ver con la familia. El tema de la
familia es un entorno muy propicio para un narrador por ser un microcosmo donde
está reflejado en miniatura el mundo. Todos los temas de la literatura están
incluidos en una historia familiar. Muchos de nuestros libros favoritos tienen
que ver con la familia. Desde la Biblia, la historia de muchas familias, o la
Odisea. El comienzo de Virtudes (y misterios) es un homenaje a un libro para mí
fundamental, Léxico familiar de Natalia Ginzburg.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Cómo piensas que cambiará tu vida de escritor después de este
premio?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Por un lado, me abre perspectivas con las que no contaba. Ahora voy a
llegar a más lectores y me va a abrir puertas que antes estaban cerradas. Para
mí es la confirmación de que el esfuerzo ha valido la pena y de que hay un
camino que merece la pena explorar. Ahora tengo la garantía de afrontar con
garantías este camino. Si antes me atenazaba la responsabilidad de hablar de mi
familia, ahora tendré la responsabilidad de llevar el premio conmigo y lo que
eso supone. La literatura consiste en afrontar siempre nuevos retos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">10-05-2022/POR JAVIER PINTOR<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-size: 18.0pt;">EN <a href="https://www.jotdown.es/2022/06/xesus-fraga/">JOTDOWN</a><o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">ENTREVISTAS ARTE Y LETRAS LITERATURA<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga: «La base del gran estado del bienestar británico estaba en
mujeres gallegas, extremeñas, portuguesas…»<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Escrito por Álvaro Corazón Rural<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Fotografía David Airob<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Tras varias décadas trabajando en La Voz de Galicia, desde el
periodismo local al cultural universal, y escribiendo, Xesús Fraga (Londres,
1971) ha recibido el Premio Nacional de Narrativa por su quinta obra, escrita
originalmente en gallego, y la más íntima, la que trata la historia de su
familia. Virtudes (e misterios) es un libro que pone de manifiesto que el
género heroico, ya sea Marvel o el bélico, bien puede ser superado por las
peripecias de una trabajadora emigrante. En esta obra destaca la figura de
Virtudes, la abuela del autor, una mujer que, abandonada por su marido, tuvo
que marcharse a Inglaterra, no sin dificultades por la legislación machista del
franquismo, a trabajar como limpiadora para procurar la manutención de sus
hijos y, después, un futuro mejor a todos ellos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Hemos vivido rodeados de esas mujeres de pelo corto con el lomo
doblado, a las que muchas veces se ha llamado despreciativamente marujas, y
ahora, con la perspectiva del tiempo, en narraciones como esta podemos aprender
el verdadero y más profundo significado del amor y el sacrificio que muchas
silenciosamente encarnaron. Un componente de nuestra sociedad y de nuestro
pasado que no puede ser ignorado ni castigado con nuestra indiferencia de
nuevos ricos en derechos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Desde Rosalía, la emigración es un tema central en Galicia.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Pero el relato migratorio se ha ido matizando a la vez que iba
cambiando la emigración. No es lo mismo la de Rosalía en el XIX que la de hoy.
Ella hablaba de las viudas de vivos, mujeres cuyos maridos se iban y ellas se
quedaban encargadas de todo el trabajo, el de fuera y el doméstico en casa,
porque en esa época solo se iban los hombres. Ahora esa tendencia se ha
igualado y hay casos en los que se ha invertido, son ellas las que se van.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En Galicia, prácticamente todos tenemos de forma directa o indirecta
experiencia migratoria. Yo nací en Londres, mi abuelo emigró a Venezuela, un
hermano de bisabuela fue a Argentina, un hermano de mi abuelo paterno a
Francia, unos tíos de mi madre fueron a la República Dominicana. Todo esto en
el siglo XX.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Incluso en el caso de personas que no han emigrado, lo han vivido.
Aunque solo fuera por las nuevas ideas que se traían de fuera. La primera
discoteca que se abrió en Betanzos en el siglo XX fue de unos emigrantes que
estuvieron en Londres, vieron las discotecas y montaron lo mismo en su pueblo.
La gente que su familia no emigró iría a esa discoteca, de modo que también
guardaban una relación con el fenómeno.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ahora hay una nueva emigración de doctorados, científicos, sanitarios,
pero sigue saliendo también una proporción considerable de trabajadores
manuales. Al mismo tiempo, somos un país de acogida. A Galicia llegan desde
argentinos a senegaleses. Galicia exporta emigrantes, pero necesita
inmigración.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Esto es importante porque nuestra experiencia histórica nos puede
ayudar a generar empatía con esa gente que está viniendo en condiciones muy
adversas. Por ejemplo, mi madre, cuando decidió ir a Londres con mi padre, se
lo pensó porque el Reino Unido no permitía la entrada de embarazadas. Ella lo
estaba de mí. Las mujeres no podían entrar ni embarazadas ni con hijos, los
tenían que dejar atrás con lo que supone de fractura familiar. Mi madre se
arriesgó y, cuando llegó a Inglaterra, le hicieron un examen médico, una
matrona le hizo una exploración. Debí esconderme muy bien entre los pliegues de
su cuerpo, porque no me encontraron y nací en el Reino Unido.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Por eso, ahora, cuando veo esas noticias de que ha llegado una patera
con cien personas y entre ellas hay varias mujeres embarazadas, tengo que
empatizar con ellas. Su situación es peor que la que enfrentaron mis padres,
pero es parecida. A lo mejor ellos huyen de una guerra y nuestros abuelos de
una posguerra, pero no olvidar tus circunstancias te ayuda a ver la situación
de los demás con otros ojos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Cuentas en el libro que a ti tu madre te hablaba en inglés, incluso
cuando volvisteis de Inglaterra a Betanzos lo seguía haciendo. Yo cuando veo a
parejas de inmigrantes que entre ellos hablan en su lengua, pero a su hijo le
hablan en castellano, me da mucha pena. Parece como que hay una jerarquía de
culturas por una cuestión económica o de necesidad y no me parece bien.</b><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es un fenómeno complejo. Para entenderlo en el contexto de mi familia
hay que ver la situación de mi madre. Ella siempre quiso ser maestra,
disfrutaba en el colegio, en la escuela, siendo la ayudante de la maestra, pero
con 14 años le dijeron que ya no podía seguir. Como la familia no tenía medios,
tuvo que ponerse a trabajar. No había para pagarle libros, pensión y que
estudiara. Siempre estuvo frustrada por no haber cursado Magisterio y tenía un
hambre de cultura brutal que en la Galicia de entonces no podía satisfacer. Al
final, cuando se fue con su madre a Inglaterra, descubrió las bibliotecas
públicas, los conciertos, el teatro en el parque gratis, los museos… y abrazó
todo aquello como el paraíso.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Las carencias la habían marcado profundamente. Con sus primeros
ahorros, inmediatamente se compró fue una máquina de escribir. Entonces el
inglés para ella era una llave que abría muchas puertas. Permitía un acceso a
una cultura enorme, a leer muchos libros… Cuando yo nací, vio que el sistema
británico tenía un método de aprendizaje de lectura y escritura muy
desarrollado y me inculcó ese amor por los libros y la lectura, por ampliar tu
mundo. De esta manera, el inglés se convirtió en mi lengua vehicular. Cuando
volvimos, yo tenía cinco años, ella se situó de profesora de inglés, y seguía
manteniendo ese vínculo conmigo. Hay casos, conozco varios, de niños que sabían
alemán u otras lenguas y que, al volver, perdían por completo lo que habían
aprendido, que no es que pasase a un segundo plano, es que lo olvidaban
totalmente. Su cerebro lo formateaba.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En mi caso, ella insistió contra viento y marea, porque había mucha
presión social. La gente irrumpía en nuestras conversaciones para que no
hablásemos en inglés. Nos reñían. Al final llegamos a una situación de
diglosia, ella me hablaba en inglés y yo le contestaba en castellano para no
verme estigmatizado por la presión. Luego creces y maduras y te das cuenta de
que ese otro idioma es una riqueza que llevas incorporada de serie y que no
debes renunciar a tu identidad, que de hecho si lo haces te puede ser
perjudicial, porque yo luego he trabajado traduciendo libros del inglés.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Mencionas en el libro que venías de Londres a la última en música y
estética y en Betanzos eso no era tan cool, más bien despertabas algún recelo
entre los chavales de tu edad.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Hace unos años, uno de aquella época en una boda me confesó que cuando
iba al instituto todo de negro daba miedo. Yo eso no lo entendía, cómo
disfrutar de la música y reflejarlo en tu estilo podía generar ese tipo de
reacciones, pero también les pasó a los de La Movida, que vivían en una capital
como es Madrid y se encontraban con reacciones muy parecidas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Incluso hoy. Antes les decían que eran putas y maricones y, ahora,
como eso no se puede decir, les dicen que eran elitistas y pijos, pero son los
mismos a los que les sigue molestando que hicieran lo que les dio la gana.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En mi caso fue una especie de epifanía muy similar a la de mi madre. Si
ella vio los museos y las bibliotecas, para mí Londres era los discos y los
grafitis. Ahí estaba todo a tu disposición.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Te marcó el documental Style Wars.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, me lo grabó un amigo en VHS y yo a su vez hice copias y se lo
pasaba a mis amigos. Me había comprado un walkman y grababa los programas de
radio que pillaba en Inglaterra, que luego los escuchaba una y mil veces y me
compraba los discos de los artistas que me gustaban. Yo esto luego se lo
grababa a mis amigos en España en cintas de varios de, por ejemplo, ragamuffin;
material al que era muy difícil tener acceso si no vivías en una gran ciudad. A
los demás emigrados que volvían a casa en verano recuerdo que les asaltabas
para ver qué música habían traído.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>En tu libro, la parte de más peso es toda la relativa a tu abuela.
Una matriarca proveedora. Una mujer que se sacrificó por toda la familia. En
otra época esto igual no hubiese resultado tan interesante, porque estábamos
siempre rodeados de estas mujeres trabajadoras, pero ahora con el paso del
tiempo, lees una biografía como la de tu abuela y te das cuenta de que es una
superheroína.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Esto tiene que ver con que buena parte del trabajo que era femenino
estaba invisibilizado, sobre todo el doméstico, que tiene una carga de dignidad
y merece un respeto que no se puede obviar. Yo crecí con esa realidad, mi
abuela trabajaba limpiando hospitales y casas. A mí nunca se me ocurrió
minusvalorar lo que hacía. Además, luego creces y maduras y te das cuenta de lo
que significaba el trabajo que esas mujeres realizaron por sus familias. Mi
abuela se vio abandonada por su marido, con tres hijas pequeñas, una situación
muy complicada, y gracias a la emigración, aunque pagando el precio del
desarraigo, pudo sacar adelante a toda su familia. Soy consciente de que las
oportunidades de las que yo me he beneficiado se las debo a ella. Sería muy
ingrato por mi parte no reconocerlo, pensar que todo ha llegado caído del
cielo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Cuando hablamos de que España ha pasado de ser una dictadura a un país
integrado en la UE, con todos sus defectos, que los tiene, pero homologable a
otras naciones europeas; hablamos de una historia de éxito colectivo. Hubo
gente que venía del campo y, con su trabajo, permitió que en dos generaciones
sus hijos o sus nietos pudieran ir a la universidad, como fue nuestro caso.
Estas personas venían de haber crecido en un mundo agrario en el que todavía
pervivían muchos aspectos medievales y con su trabajo dieron un salto
impresionante.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Luego, cuando se habla de que el estado del bienestar británico en los
años 60 era un ejemplo para todo el mundo, y que era digno de imitar y de
admirar, yo pienso que en la base de todo eso estaban mujeres como mi abuela,
que eran inmigrantes gallegas, extremeñas, portuguesas… que con su trabajo
sostenían ese sistema. Limpiaban en los hospitales, cocinaban… Mi padre fue
cocinero de hospital. Y mi madre y mi abuela trabajaban en residencias de
enfermeras, que cuando volvían del trabajo tenían la comida hecha, la cama
hecha, la ropa limpia, seca, planchada. Todo eso lo hacían las mujeres
emigrantes. Eran los cimientos de ese estado del bienestar, que como los
cimientos de los edificios, eran invisibles, pero eran las que lo estaban
sosteniendo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Por eso creo que hay que hablar de ellas con la dignidad que se merece.
De hecho, con la ola neoliberal que vivió el Reino Unido en los 80, cuando se
cargaron el estado del bienestar, fue debido en buena medida a que eliminaron
estos puestos de trabajo. Si socavas la base, dejas a todo el edificio en una
situación de inestabilidad. Si antes para limpiar había veinte, dejaban cinco.
Un ejemplo muy claro también es la fusión de hospitales. En nuestro barrio,
Kensington, en 1980 había tres funcionando. Al acabar la década, solo quedaba
uno. El hospital donde yo nací, y donde había muerto Jimi Hendrix poco antes,
el St. Mary Abbot, lo reconvirtieron en una urbanización de lujo. Antes, tenía
un jardín y ahora todo eso está vallado con una garita de seguridad y no puedes
acceder si no eres residente. Supuestamente, un gran hospital asumió todas esas
funciones, pero en ese proceso muchos trabajos se convirtieron en redundantes y
muchos inmigrantes se vieron abocados a irse.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Me gustan las expresiones de tu abuela, como «estás wrong» o
«fucking merda».<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Pasó treinta años allí, se le pegaron los modismos lingüísticos y los
llevó a su terreno. Hay que tener en cuenta que mi abuela se llamaba Virtudes,
pero en Inglaterra nadie la llamaba Virtudes, sino Betty. Había cambiado su
interlocución con la sociedad que la acogía y ella había fabricado su propia
versión del idioma, que le resultaba muy útil en todo tipo de escenarios. Al
final muchos idiomas o formas de hablar se forjan así. Se dice que incorporar
términos foráneos empobrece un idioma. Creo que cuando sustituyen términos más
precisos, puede ser, o cuando es por esnobismo, pero también es una realidad
humana, si estás en contacto con varias realidades lingüísticas es natural que
acabes fusionándolas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Cuando erais niños en Londres os hacía gracia oírla hablar en
gallego.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Veníamos de un contexto sociológico en el que el gallego estaba
empezando a sacudirse el estigma de pobreza y de atraso. Nosotros no teníamos
una burguesía comercial que hubiese hecho del gallego su forma de expresión
preferente. En un momento, el gallego era como un residuo folclórico.
Muchísimas expresiones las ignorábamos y nos resultaban chocantes e incluso
hilarantes, no tanto por las expresiones en sí, sino por el contexto. Recuerdo
un chiste que había antiguamente en Santiago a raíz de que muchos gallegos
castellanohablantes de toda la vida, en la universidad se pasaban al gallego
cuando conocían una pareja que era la lengua que empleaba. Se decía que el
gallego era una enfermedad venérea [risas].<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Tu abuela estaba marcada por el abandono de su marido. Un hombre que
se fue a Venezuela, en parte, porque no podía soportar ganar menos que su mujer
en Galicia, y pensaba que de allí volvería rico.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Posiblemente, en la España de esa época debía de estar muy mal visto
que el cabeza de familia ganase menos que la mujer, que tenía que cuidar la
casa. No sé si ganó más que él, pero mi abuelo era zapatero remendón y mi
abuela encadenó muchos más trabajos. Él se marchó, mantuvo el contacto durante
seis años, pero no llegó a mandar dinero nunca y la comunicación cada vez se
espaciaba más.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Ahí hubo dos figuraciones. Una, tu abuela que tras hablar con un
cura pensó que su marido se había vuelto bígamo y tendría otra familia en
América; dos, la tuya ahora de pensar que posiblemente si no volvía o daba
señales era porque estaba avergonzado por no haber sido capaz de ganar dinero.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Posiblemente, ambas cosas son compatibles, aunque hasta donde yo he
investigado creo que no hubo bigamia. Se debió ver atrapado en un agujero en el
que se había metido él solo y debió sentir la vergüenza de volver pobre después
de haberse marchado para ser rico.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Pero dejó a tu abuela casi en la indigencia después, por cierto, de
algo muy contemporáneo, una subida del alquiler.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ella no paraba de trabajar y apenas podía sacar adelante a sus tres
hijas. Pensaba que si un día se ponía mala no tendría forma de pagar el
alquiler. De hecho, con gran sacrificio por su parte, una de las primeras
decisiones que tomó cuando ya estaba emigrada fue comprar un piso. Era un
cuarto sin ascensor, todo lo precario que quieras, pero para ella fue una
conquista radical, era un piso propio. Debió ser el primer escalón que subía y
que daba sentido a todo el esfuerzo que había hecho por irse.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Es curioso que tu bisabuelo y tu otro abuelo fuesen anticlericales,
llamasen cuervos a los curas, y hay esa escena tan berlanguiana que narras,
cuando uno estaba muriendo, que fueron seis curas a ver si lograban que se
confesase para darle la extremaunción, pero al estar los seis fumando dentro de
la habitación casi que lo estaban matando ellos. Sin embargo, luego, fuera de
España, cuando tu abuela estuvo en Inglaterra, fue vital para ella la red de
apoyo que suponía la iglesia católica romana allí.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La religión tenía una doble dimensión. Para mi abuela formaba parte de
su identidad espiritual y su paisaje emocional y vital. De hecho, mi madre es
católica devota y no creo que nunca se haya cuestionado su fe. Eso puede tener
un papel de bálsamo y estabilidad en una situación difícil. Luego hay una
dimensión colectiva con la gente con la que, fuera de tu país, compartes eso.
El escenario migratorio está presidido por la soledad y el desarraigo y la
religión ahí servía para crear vínculos con esa sociedad que has dejado atrás.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>El primer trabajo que tuvo tu abuela al emigrar a Inglaterra fue en
condiciones de esclavitud.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Prácticamente la mataban de hambre. Era una familia británica que le
racionaba hasta las rodajas de patatas que comía, las contaban. Vivía con
ellos, lo hacía todo las 24 horas, y le limitaban la comida. Sobre todo los
hidratos, que es el combustible de los pobres. Mi abuela en Galicia era de
extracción humilde, infraalimentada, pero patatas nunca le habían faltado. Eso
es algo que nos conecta con los irlandeses. Trabajando ahí empezó a adelgazar,
a enfermar, y un domingo en misa otra mujer emigrante gallega<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>vio su estado y le dijo que no podía seguir
en esa situación. Fueron a hablar con el cura, que era irlandés, y dijo que
había que sacarla de ahí. Ya no era solo que pasase hambre, es que estaba en
una situación muy delicada.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ese cura le encontró trabajo en un hospital que gestionaba una
congregación de monjas francesas. Curiosamente, ese hospital, el Covent Garden,
ahora es un hotel de lujo. Cuando entró, la tuvieron en la cama un mes o seis
semanas por el estado de salud que traía de esa casa.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Es muy interesante la parte del carácter, que ella nunca expresase
emociones, aunque vosotros sabíais que os quería.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Lo asocio con que ella tuvo que crecer y desarrollarse en un contexto
económico en el que no te podías permitir dejar a la vista tus debilidades. Es
como el consejo que le daba Q a James Bond: «nunca dejes que te vean sangrar y
siempre ten un plan de escape». Eso de no dejar que te vean la sangre es lo
mismo que le pasaba a mi abuela. Siempre tenía una coraza, quizá un poco
brusca, malhumorada, pero era porque la vida no le había permitido el lujo de
ser amable y encantadora, porque siempre habrá alguien que se aproveche de eso
sobre todo si eres pobre. Pese a ese carácter, sé que se sentía muy orgullosa
de sus nietos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Es curioso que no te dejase fumar, pero sí que te fueras a beber
cerveza con ella por Londres. Hay una escena muy curiosa en la que estáis los
dos en un bar de moda bebiendo, en la que me llama la atención cómo describes
la actitud hacia vosotros de los yuppies ingleses, dices «su tolerante
indiferencia».<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Yo iba a beber pintas de cerveza con mi abuela siendo menor de edad.
Eso habla de la tolerancia con el alcohol que ha habido aquí siempre. Cuando
era niño ya nos daban vino dulce, vino Sansón, Kinito… vino con gaseosa.
Socialmente, estaba aceptado el alcohol para niños. Ahora parece inconcebible.
Sin embargo, mi abuela lo que veía que era malo era el tabaco, a una cerveza
tomada de vez en cuando como algo recreativo no le veía problema.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Lo de la tolerante indiferencia es algo que se ve mucho en Londres, que
se ha fundado sobre el comercio y el intercambio. Desde que los romanos se
establecieron a orillas del Támesis para comercializar con tribus vecinas, esa
ha sido una de las razones de ser de la ciudad, porque esa situación requiere
un espíritu de tolerancia. Allí también ha habido expulsión de los judíos en la
Edad Media, disturbios de toda clase, problemas raciales cuando llegaron los
jamaicanos a Notting Hill, pero no es extraño que Londres votase por abrumadora
mayoría en contra del Brexit y contra ese discurso antiinmigración.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Aquel día bebiendo cerveza ahí con mi abuela, pues estaban estos
empresarios tomando las suyas tranquilamente y nosotros, una abuela gallega con
un adolescente, no les molestábamos lo más mínimo. No había miradas censoras,
no se preguntaban qué hacíamos ahí ni por qué íbamos así vestidos. Iban a lo
suyo y nosotros a lo nuestro. A mí me resultaba muy reconfortante. Igual si
hubiésemos ido a un club de tories no nos hubiesen dejado entrar.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Sobre el carácter de tu abuela, hablas de que su desapego era tal
que parecía «un vacío de corte zen». Rechazaba de mala manera hasta los
regalos.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ella nos lo compraba todo a los demás, siempre estaba pensando en cómo
mejorar tu vida. En cambio, para sí misma no compraba nada. Su austeridad era
monacal. Me fascina cómo asumió el rol de proveedora al ser abandonada por su
marido. Empezaba con ropa de cama y detalles así, pero luego cuando mi madre
empezó con la enseñanza le iba comprando libros, a mí me compró un ZX Spectrum
cuando tenía 12 años, a comienzos de los ochenta. Mis amigos españoles no lo
tenían y, luego, cuando fueron llegando a España, los tenían el hijo del
dentista, el hijo del ingeniero, pero no el hijo del albañil, como era mi caso.
Esto fue por mi abuela, porque ella, aunque figuraba como analfabeta en el
censo de Betanzos del año 35, tuvo la audacia de ver cuando llegó la informática
y los ordenadores personales que ese era el futuro. No quería que sus nietos se
quedasen atrás. Envolvió el ordenador en ropa, que luego se distribuyó entre la
familia, y por eso yo aprendí a programar en Basic. La vida no me llamó luego
por ahí, pero ella me posicionó por si acaso.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Otro detalle es que en las casas donde limpiaba tu abuela los
teléfonos tuvieran candado.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Ahí no puedes generalizar, no todo el mundo trataba a los inmigrantes
de la misma manera, pero sí que había casos donde la desconfianza presidía la
relación. También es verdad que sobre todo los gallegos tenían fama de ser muy
diligentes y honestos y luego la relación, aunque fuese asimétrica, llegó al
cariño y la incorporación a la esfera doméstica. Cuando mi abuela se
restableció en Betanzos en el 91, muchas familias le siguieron escribiendo y
mandando postales por su cumpleaños, en Navidad, le contaban cómo iban las
cosas, fotos de sus hijos y nietos…<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Es interesante la ayuda que recibió tu abuela para poder irse de
España, porque necesitaba el consentimiento de su marido y este había
desparecido.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es importante que sepamos de dónde venimos para poder valorar lo que
hemos logrado en todos estos años y seguir mejorando, como toda sociedad.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Pero para poder ingresar dinero en el banco, como Juan Carlos, tuvo
que tirar de testaferros.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Los bancos hacían mucho negocio con la divisas de los emigrantes.
Tenían oficinas para captar su dinero. Era una entrada de recursos en España
muy importante.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Hablas de un don Javier de la Banca Núñez que le hizo el favor.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Pudo haber un componente de solidaridad, de echar un mano a esta
persona que estaba en determinada situación para que pudiera emigrar, pero
también había un componente de negocio. Piensa que en Betanzos, en los años 70,
los betanceiros en Inglaterra eran el diez por ciento de la población. Eso no
solo era dinero, también se construían casas y eso tiraba de otros sectores
económicos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Antes de emigrar, estuvo trabajando en la vendimia, en una fábrica
de quesos, en un bar de estación, de lavandera…<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Lavando tenía sabañones en los dedos de la temperatura del agua.
Después no podía ni encender una cerilla. Ese trabajo era en un lavadero que
habían construido unos emigrantes retornados, los hermanos García Naveira, que
se marcharon en el XIX analfabetos y pobres a Argentina y allí se hicieron
ricos. A su retorno, desplegaron una actividad asistencial y benéfica en el
Betanzos de la época. Dos escuelas, en una estudió mi padre; en la otra mis
tías y yo mismo; un asilo que sigue funcionando; una residencia para
discapacitados; un parque que estuvo en ruina y ahora se está restaurando, y el
lavadero.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Tu madre quería trabajar en la central telefónica de Betanzos, pero no
pudo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Como en muchas otras poblaciones, la intimidad de las comunicaciones no
era muy segura. Las personas que se encargaban de gestionar las llamadas sabían
quién llamaba a quién, a veces escuchaban, y esas informaciones son poder. Eso
te da la idea de que en la España de los 60 y 70 la intimidad no era la actual.
Quien trabajaba ahí lo gestionaba Acción Católica.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Como la Stasi.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Y muchas veces para un trabajo se necesitaba un certificado de buena
conducta que lo expedía la Guardia Civil o el párroco.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Me ha llamado la atención la escena en la que, cuando tu madre se
instala en el convento de Londres, las monjas le depilasen el bigote.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Tendrían que divertirse con algo. Una diversión inocente. Ella era como
un juguete. Cuando pones a personas a vivir en esas situaciones, igual que en
un cuartel del ejército, se dan esas dinámicas, como las novatadas, aunque esta
fuera un poco pueril. Mi madre nunca le había dado importancia a su aspecto
físico, nunca había sido coqueta, ni era consciente de la imagen que
proyectaba, y las monjas, aun siendo monjas, tenían rasgos de coquetería,
porque son personas, y quisieron ponerla más guapa. A ella no se le había
ocurrido en su vida.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Te bautizaron como Jesús en Londres, pero como allí nadie se llama
como el hijo de Dios, tiraron por tu segundo nombre, Antonio, que se convirtió
en Tony. Ahora eres Xesús, tres nombres. Nominalmente tienes una triple
identidad.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es un poco como le pasaba a mi abuela, que era Virtudes pero la
llamaban Betty. Tengo compañeros de trabajo que me llaman Suso. Mis amigos de
adolescencia y mi mujer me llaman con otro apodo. Debo tener unos seis nombres.
Son las formas de verme de los demás. Para algunos soy Tony, para otros Suso.
Somos lo que somos, pero también lo que los demás ven en nosotros. Si ese
nombre viene de la buena fe o del cariño, no me molesto en corregirlo o
enmendarlo. Hasta me parece divertido. Hay gente que se llama José y le
horroriza que le llamen Pepe, pero yo dejo esa libertad. Apelan a diferentes
versiones de uno mismo. Como Peter Parker y Spiderman [risas]. Yo soy Xesús,
pero puedo ser Tony en Inglaterra. La capacidad de moverte en diferentes
escenarios es como un superpoder, una ventaja que puedes aprovechar.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>En La Voz hace años firmabas como Jesús ¿por qué diste el paso a
Xesús?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En el carné sigue siendo Jesús. Cuando empecé a publicar en gallego me
parecía lo coherente. Mi percepción del mundo no cambia por eso.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Creciste en Londres, volvisteis a Betanzos y, en lugar de verte
abrumado, te fascinó estar en plena naturaleza.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Al principio me maravillaba.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">«Fiesta continua», dices.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Fui el primer nieto, la familia me daba mucho cariño, todo eran risas,
sol, luminosidad, playa… luego se produjeron desajustes por el idioma, falta de
intimidad, que la gente te impusiera su punto de vista sin dialogar, y la
experiencia se matizó.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>En clase corregías el inglés al profesor y te decía que en España el
inglés se pronunciaba como él decía.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La comunicación era muy autoritaria en la educación, no había diálogo y
ni mucho menos podías debatir o refutar aunque tuvieras razón. Y el profesor
del que hablo era muy bueno, tenía mucha vocación y una gran habilidad
pedagógica para sacar partido a unos recursos muy básicos, había una falta de
medios abrumadora, pero era capaz de hacernos llegar su mensaje de forma muy
efectiva gracias a su imaginación. No obstante, al mismo tiempo, era un
contexto en el que un alumno nunca replicaba a un profesor. En vuestra
publicación leí una entrevista maravillosa a Nuccio Ordine que hablaba de esto,
decía que la autoridad del profesor no cae del cielo, sino que emana de su
conocimiento y del ejercicio de su oficio, es una autoridad que hay que
ganarse. En esa época, se ejercía desde la autoridad. No se podían permitir que
un alumno les llevase la contraria en el aula.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Aunque os volvierais a instalar en Betanzos, tu familia pensó en
volver a Londres. Sin embargo, un amigo etíope de la primera estancia os lo
desaconsejó.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Mi padre aquí estaba mucho en el paro, le costaba mantener un trabajo
fijo o estable en su sector. Además, mi madre echaba en falta la vida en una
gran ciudad, donde no hay que rendir cuentas a nadie por cómo vistes, ni por lo
que haces con tu dinero ni con quién te relacionas. La suma de todos los
factores les llevó a considerar su decisión de volver. Este amigo etíope que mi
madre había conocido allí, un exiliado socialista, fue la primera persona que
le habló de García Lorca, ella no sabía quién era. Trabajaba como contable y le
explicó detalladamente y de forma esclarecedora cuánto se había encarecido la
vida en Inglaterra. Sobre todo, les dijo que los trabajos que desempeñaban los
inmigrantes se los habían cargado, con lo que su situación iba a ser complicada
si decidían volver. Les desaconsejó el regreso, pero se ofrecía a ayudar en lo
que necesitasen si se animaban. Al final, vieron que era demasiado complicado y
no les compensaba.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Les recomendó quedarse en España, que acababa de ganar el PSOE, y
eso indicaba que había un futuro prometedor.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, eso fue lo que les dijo. A mi padre le costó unos años
estabilizarse, se dio de alta como autónomo y se dedicó a hacer pequeñas
reformas hasta que fue encadenando y ya no le faltaba trabajo, porque era muy
cumplidor y muy pulcro. Muy exigente consigo mismo y no era caro.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Al final en la novela ocurre algo con el abuelo que había
desaparecido que es increíble, no lo desvelaremos, y luego llega un momento en
el que ves que tu abuela empieza a dejarlo todo arreglado porque ve que va a
morir.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Un día me llamó para ir al banco con ella. Entramos en la sucursal y
dijo: «este es mi nieto, quiero sacar un millón de pesetas para él». Me tuve
que llevar los billetes en el calzoncillo porque no me cabían, eran muchos.
Esto dice mucho de la relación de mi abuela con el dinero. Recuerdo que cuando
me mandaba libros y cómics desde Inglaterra, metía billetes entre las páginas y
los envolvía en papel de calco. Creía que así no los localizarían en Correos,
porque creía que tenían una máquina para detectarlos. Ese día no pensó en hacer
una transferencia, prefirió darme el dinero en mano. También habla de su
generosidad, con ese dinero y mis primeros sueldos di la entrada para un piso.
En ese momento, creo que percibía que estaba mayor y pensó en ir dejando esas
herencias en vida. Hay que ser muy responsable y muy austero para llegar a
ahorrar ese dinero y muy generoso para regalarlo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Hay quien se pregunta por qué, pudiendo elegir una lengua
mayoritaria para proyectarte, como el castellano, e incluso el inglés, todavía
más extendida, te decidiste por el gallego para ser escritor.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Pues es una pregunta que nos hacen con bastante frecuencia. No sé si a
un islandés le hacen esta pregunta, pero su país tiene el diez por ciento de
habitantes de Galicia. Cuando eliges la lengua en la que escribes, muchas veces
no tienes en cuenta la comercialización de tu obra. Para mí fue muy importante
pasar cinco años como periodista en Lugo, estuve en contacto con muchos
escritores gallegos y eso me arrimó mucho al uso del gallego como lengua
literaria.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Con esto entramos en el juego de las centralidades y las periferias ¿El
castellano y el inglés, al tener más hablantes, deberían tener un papel central
en la creación literaria? Yo creo que no. Cualquier idioma es absolutamente
válido para escribir literatura en él, decir lo contrario nos llevaría a los
prejuicios raciales. Si dices que un idioma no vale para la literatura es como
decir que sus hablantes no valen.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Perciben el gallego como un nicho.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Espero que no sea un nicho de cementerio. Agustín Fernández Paz, un
gran escritor gallego de literatura juvenil, premio nacional, finalista del
Premio Andersen, que tiene muchos lectores y ha sido traducido a muchos
idiomas, decía que cuando uno elige el idioma en el que va a escribir está
trazando el meridiano cero de su mundo. No hay periferia, él está en el centro,
da igual el idioma en el que escriba. Es cierto que hay una serie de
condicionantes que influyen a la hora de llegar a tus lectores, pero eso ya no
es tu trabajo como escritor, tu trabajo es escribir.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Hay en España un desinterés deliberado hacia la escritura en
gallego?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, pero a mí no me gustan los victimismos; no me gusta ir diciendo que
no nos hacen caso. A veces hay quien usa esa estrategia para tapar sus propias
carencias. Prefiero caer en la autoexigencia y pensar que es una cuestión de
calidad literaria, pero es cierto que no solo en el ámbito literario, también
en otros muchos, en España hemos vivido de espaldas unos a otros. Durante años
un gallego no podía ver la televisión autonómica catalana, vasca o andaluza,
cuando son públicas y las estamos pagando entre todos. A mí eso me parecía un
atraso. El contacto es una buena forma de conocernos, de estar en relación, de
que haya realidades compartidas, de que nos resulten próximas las culturas que
hay aquí. Incluso creo que el sistema educativo debería promover más el
conocimiento de las lenguas cooficiales.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Y hay también otra forma de verlo. Si te gusta el ribeiro y las
zamburiñas y bañarte en las islas Cíes ¿A qué viene esa alergia al idioma?
Galicia sí, su comida también, pero el idioma es «no me hables, que no te
entiendo» Cuando prácticamente con un poquito de voluntad que pongas nos
podemos entender sin ningún problema.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Qué opinas de una literatura híbrida, que pueda ser en varios
idiomas? En el caso del gallego y el castellano está cargado de significado
cuándo se usa una y otra, da más profundidad a una obra. En tu caso, serían
tres. De hecho, inglés, castellano y gallego están presentes en tu libro.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Creo que los personajes de un libro cuando se relacionan ponen en juego
una serie de habilidades y destrezas que tienen que ver con quiénes son y con
sus propias identidades. Tú no te manifiestas de la misma forma en tu entorno
íntimo y doméstico que en tu entorno laboral, eso pasa también con los idiomas.
No son cuestiones abstractas, ajenas a tu personalidad, están ahí dentro de ti
y tú haces uso según tus necesidades y apetencias. Si lo reflejas, creo que al
lector le llevas a determinados lugares, les arrimas a esa época y a ese
personaje. En mi caso, la versión en castellano de mi libro la he hecho yo,
aunque puede que haya palabras que a un castellanohablante le resulten lejanas…<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Solo decir que algo «te presta» mucha gente no lo debe entender
bien, pero es una palabra que se usa en castellano en Galicia y es muy precisa,
porque yo no diría que sea exactamente gustar, es que algo te gusta pero con
unas pequeñas dosis de placer añadidas…<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, pero así acercamos a ese lector a esta cultura. Hacer una versión
asimilada o adaptada creo que le restaría interés al libro.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Hay un polo de atracción en ambos sentidos hacia la
homogeneización, el de castellano quiere que esté todo en castellano y el de
gallego lo quiere todo en gallego?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es posible. No sabría decírtelo a ciencia cierta. Hay un hecho, el
castellano con sus variedades geográficas también tiene ese debate. Hay
lectores en Argentina que también quieren leer en su español, que es tan
español como el de España. Entonces ¿Es mejor una edición estandarizada y
consensuada de forma tácita o es mejor reflejar las diferencias que hay? La BBC
tuvo este debate hace unos años con respecto al acento de sus presentadores.
Tenían una estándar y hubo un movimiento en contra que decía que ni en Gales,
ni Escocia, ni en las Midlands se habla así. A los que la variedad nos parece
una riqueza nos gusta que eso se vea reflejado.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Fíjate que en el cine español la tendencia ha sido a que todos
hablen con un castellano neutro que no se parece al real, ni siquiera la gente
de Madrid habla así.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Además, en el Reino Unido las palabras que se eligen, los acentos y la
forma de pronunciar dice también mucho de la clase social de tu interlocutor,
aquí eso, quizá, históricamente, no se ha tenido tan en cuenta.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Me comenta un lector gallego que tu obra pasó desapercibida en
Galicia hasta recibir el premio nacional, y le gustaría saber si crees que el
mundo editorial gallego, dominado por Xerais y Galaxia, limita una crítica
opresiva sin interés comercial.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Yo siempre he publicado en gallego. Este libro salió en Galaxia y,
luego, en Xordica meses después. Creo que inicialmente tuvo una aceptación
bastante buena dentro de lo que es el mercado de venta de libros tanto en
Galicia como en España. En Galicia si vendes mil o mil quinientos ya se
considera un triunfo. Desde la irrupción del móvil y las plataformas, no es
ningún secreto que las tiradas de los libros son cada vez más pequeñas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Creo que en el caso gallego, la crítica, con todo lo importante que es
en un sistema literario, no tiene una capacidad de prescripción con fuerza
comercial. Es decir, si un libro funciona, seguramente tenga que ver con otros
canales, como la popularidad de la persona que lo ha escrito, o también ese
fenómeno en el que los propios lectores se van comunicando unos a otros su
interés en un libro y eso hace que funcione.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Qué supuso recibir el Premio Nacional de Narrativa?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pude comprar tiempo. Llevaba 25
años dedicados al periodismo. En los últimos años lo simultaneé con la
escritura de mis propios libros y con traducciones, y con mi vida personal, y
era muy cansado. El premio me ha permitido coger una excedencia y atender a la
repercusión del libro en presentaciones, coloquios, clubes de lectura. Sin el
premio no habría tenido la oportunidad de llegar a más gente. Aunque cuando
escribes no eres portavoz de nadie, ni siquiera lo eres a veces de ti mismo, sí
que creo que también ha servido para llamar la atención sobre la literatura en
gallego. Al menos para que se vea que hacía años que el premio no recaía sobre
un gallego.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>¿Te ha defraudado o estás contento con la atención mediática
recibida tras ganarlo?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Le he mandado el libro a medios y muchos ni se molestan en contestar,
otros te dicen que van apurados, entre estos algunos después del premio se han
puesto en contacto, en cambio, otros siguen sin hacerme el más mínimo caso.
Como soy periodista, respeto escrupulosamente la libertad del periodista y su
medio, si ellos no lo consideran pertinente, sus motivos tendrán.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Lo que es cierto es que hay una inclinación en los medios por prestarle
atención a los hypes, o a lo que han escrito personas que ya son famosas, o si
despierta más interés el autor que su obra, o a libros que contienen un
discurso que por lo que sea le va bien a la actualidad y, sin embargo, por
criterios literarios poco espacio se dedica…<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Se me escapan las dinámicas que hacen que un libro o un autor tenga más
o menos éxito. A veces por lo que te cuentan desde las editoriales y las
agencias hay factores literarios que para ellos mismos resultaban
imprevisibles, como la personalidad del autor, su forma de comunicarse o que el
libro trate un tema que en un determinado momento tenga una resonancia mayor
que la que hubiera tenido si hubiese aparecido unos años antes o después. A mí
este libro me llevó entre diez y doce años escribirlo. No sabía ni cuándo se
iba a publicar y ni siquiera si se iba a publicar. No tenía mucho sentido
preocuparse por el zeitgeist, o por si estaba de moda la autoficción o no.
Quería contar la historia de mi familia de la mejor forma posible, me llevó
mucho tiempo por mi vida laboral y familiar y, por qué no decirlo, porque
dudaba de mí mismo, de mis capacidades. Como consideraba que era la historia
más importante que iba a contar nunca, quizá me cargué en exceso con la
responsabilidad. Al final salió, no sé si en buen o mal momento, si ha tenido
más o menos repercusión, solo sé que me ha llevado a sitios donde no había
llegado.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Xosé Luís Méndez Ferrín decía hace unos meses en Luzes que ya no hay
grandes escritores gallegos en castellano, pero que hay dos tendencias muy
recientes: ignorar como escritores gallegos a aquellos que como tú reciben
galardones o tienen éxito con una obra traducida al castellano o a los
escritores que se pasan al castellano por ser directamente ignorados por el
sistema en Galicia.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Me imagino que estará pensando en Cela y en Torrente cuando habla de
grandes escritores. Puede que hoy no haya figuras equivalentes, pero el
panorama literario actual no es el mismo que cuando ellos publicaban. Extraer
esas conclusiones desde el presente cuando a lo mejor necesitarías el beneficio
de la perspectiva, a mí se me escapa por completo. Esto va por oleadas, hace
unos años Manuel Rivas y Suso de Toro eran prácticamente los únicos escritores
gallegos que se conocían fuera de Galicia, pero ahora también se habla de Berta
Dávila, de Ledicia Costas, de Pedro Feijoo… autores que escriben en gallego,
tienen reconocimiento en Galicia y una proyección fuera gracias a las
traducciones en castellano de sus libros. Para una lengua como el gallego ese
tipo de activos son siempre beneficiosos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Estamos en una posición en la que nos interesa sumar. Los escritores
gallegos que escriben directamente en castellano y su obra tiene que ver con
Galicia a mí también me interesan. El hecho de elegir otra lengua para
expresarse entra dentro del terreno de la libertad creativa individual del
autor. No se me ocurriría por nada del mundo afeárselo. Luego, para tener
repercusión fuera, hay una serie de dinámicas que nada tienen que ver con el
acto de crear, sino con la editorial en la que publicas, el medio en el que
caes en gracia, tu capacidad para seducir, tu discurso…<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Sobre la escena literaria gallega, dicen las malas lenguas que hay
tantos premios y tan pocos autores que con un simple cálculo se ve que cada
autor acabará ganándolos todos. Tú vas a premio por libro, por cierto….<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">No sé si has escuchado el dicho este de que cuando coinciden un
periodista y un dato, siempre hay un error. Con los números en la mano,
veríamos que hay muchos premios, pero muchos más autores. También hay otro
dicho malintencionado, que en Galicia se publican más libros de poesía que
poetas, lo que demuestra, por las ventas, que los poetas no se leen entre
ellos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Es cierto que a veces se dice que el sistema de premios en Galicia
replica el famoso minifundio del campo. Hay muchos premios, algunos simbólicos.
Esto hace pensar que para algunos la forma más rápida de figurar sea crear un
premio. Se compra una figura de Sargadelos para entregar y ya está, pero, por
otro lado, los premios son una forma de dar estabilidad económica a los que se
dedican a esta actividad y permite su profesionalización. Puede que a veces
eches en falta imaginación, que hubiera premios en los que se hubiera dedicado
más tiempo a pensar en su sentido, no tantos y tan poco dotados, pero yo soy
muy diplomático, si alguien te reconoce y te quiere dar un premio, también es
bonito y hay que corresponder esa amabilidad. Además, mucho escritor necesita
el dinero y a lo mejor mil o tres mil euros de un pequeño premio le van a
ayudar a tirar hacia delante.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Aún así, creo que en Galicia se publica mucho sin premio, pero lo
cierto es que un libro en gallego aguantará más en un escaparate si tiene el
respaldo de un premio, aunque sea pequeño. Es una debilidad que tenemos, para
mantener un mínimo de apariencia de profesionalidad, dependemos de los premios
y de la capacidad de prescripción del sistema educativo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Pero no te creas, también se dice sobre toda España que hay más
escritores que lectores, pero más editoriales que escritores…<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Sí, pero lo que se ha llamado bibliodiversidad creo que es importante.
Gracias a eso se están publicando títulos de autores que de otra forma habría
sido imposible. Es cierto que hoy la tecnología permite abaratar gastos, como
en el punk. Puede que les cueste luego llegar al lector, pero hay ejemplos de
editoriales que trabajan conjuntamente en coediciones o en red y crean foros
para compartir sus problemas y recursos. Una especie de cooperativismo
editorial, mantienen su identidad y trabajan conjuntamente. Creo que es una
lección bonita y beneficiosa por lo que logran hacer llegar a las mesas de
novedades.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">También has trabajado como traductor, incluso has llegado a entablar
amistad con algún autor, con Julian Barnes, concretamente, que no parece muy
fácil de conseguir.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Traduje al gallego Arthur and George y El sentido de un final y la
verdad es que la relación empezó por ahí. Al traducir el primero le planteé una
serie de dudas y mantuvimos el contacto y tenemos una relación que ha ido
profundizando en el tiempo. Ahora nos consideramos amigos. Tenemos puntos en
común, gustos literarios que nos aproximan. A él le interesa mucho la cocina,
que a mí también me atrae. Mantenemos un contacto fluido y regular, cuando voy
a Londres solemos comer juntos. Para mí es muy importante esa amistad, es un
escritor al que admiro, no creo que se me haya pegado nada de su talento
traduciéndole, pero modestamente sí que he podido aprender algo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Estuve en la cena de su 70 cumpleaños que fue muy simbólica porque fue
en la que se celebró el referéndum del Brexit. Estábamos algunos de sus
traductores, sus editores, una representación nutrida de la edición europea, de
búlgaros a Jorge Herralde, y el encuentro estaba cargado de significado porque
no sabíamos que Reino Unido estaba a punto de separarse de Europa. Había un
moderado optimismo, pero Julian avisó que no nos confiásemos porque no estaba
ni mucho menos decidido.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Creo que la traducción es muy importante para todo autor. Es la forma
más lenta de la que puedes leer un libro, la más detallada y demorada. Ves cómo
funciona y puedes recomponer todas esas piezas en otra lengua siendo fiel al
espíritu de la obra. Quieras o no es un buen ejercicio como también lo es el
periodismo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Como periodista de cultura qué márgenes de libertad tenías.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Como siempre he trabajado en el mismo medio no tengo posibilidad de
comparar. Creo que todos en nuestro trabajo aspiramos a una satisfacción
completa a la que nunca llegamos. Supongo que esto pasa en el periodismo, pero
también en la sanidad o en cualquier trabajo. Las propuestas que yo puedo hacer
en el periódico a veces no han tenido encaje, pero por muy diversos motivos. Me
podían decir que no lo veían porque era muy minoritario. Hay muchos factores,
sobre todo los intereses de tu público. Siempre he trabajado en prensa
generalista, que la leen tanto catedráticos como gente con una formación
básica. Tan válida me parece la lectura de uno como la de otra, yo lo que hago
es responder a los intereses de uno y de otro. Esto no es fácil y acota tu
campo de trabajo y tu capacidad de expresión.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">También hay otra forma de verlo, a veces pones mucho empeño en un tema
determinado porque crees que es maravilloso y le va a interesar a mucha gente y
tiene un eco menor que el que esperabas. Esto lo puedes ver con las
herramientas que hay para medir el tráfico en la web. Trabajas con la libertad
de la gente que te lee y a veces hay un desajuste entre tus expectativas y lo
que le interesa a los lectores, sobre todo en el tema cultural, que siempre
tendrá menos repercusión que el deporte, la política o la economía. Sin
embargo, a veces te llega a alguien a darte las gracias por haber reseñado un
libro que no conocía, que se lo ha comprado y le ha encantado. Esto me ha
pasado con Anne Sexton, por ejemplo. Ahí te sientes muy reconfortado al haber
aplicado un pequeño grano de arena que ha hecho que la vida de esa persona se
enriquezca de alguna manera. Porque tú no trabajas para los autores, sino para
el público. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 18.0pt;">EN EL <a href="https://www.eldiario.es/galicia/historia-voces-bajas-emigracion-gallega-le-valio-xesus-fraga-premio-nacional-narrativa_1_8483804.html">DIARIO.ES</a><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La historia de las voces bajas de la emigración gallega que le valió a
Xesús Fraga el Premio Nacional de Narrativa<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">'Virtudes (y misterios)' es la emocionante narración de las
experiencias de la familia del escritor, marcadas por la busca de una vida
mejor en otros países<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">— Xesús Fraga, galardonado con el Premio Nacional de Narrativa 2021<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La habitación de Virtudes en Kensington Square era rectangular. Tres
metros de ancho por cuatro de largo. Dentro, una cama, una mesa de noche, un
viejo armario, una mesa redonda, una cocina portátil. Fuera, la inconmensurable
ciudad de Londres, donde fue a parar en 1961, emigrada desde su Betanzos natal.
Tenía 27 años, tres hijas que quedaron en Galicia y un hombre que había
marchado a Venezuela y del que apenas volvió a saber. Su historia, una entre
las del medio millón de gallegas y gallegos que pusieron rumbo a Europa entre
1951 y 1975 en busca de una vida mejor, es la historia de Virtudes (y
misterios) (Galaxia en el gallego original, Xórdica en castellano, 2020), la
novela con la que Xesús Fraga (Londres, 1971) ganó el último Premio Nacional de
Narrativa concedido por el Ministerio de Cultura.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Virtudes pasó 30 años en Inglaterra. Sus compañeras, y también las
patronas con las que tropezó, la rebautizaron: Betty. A ella, que había nacido
en una aldea de As Mariñas siete años antes de que se proclamara la II
República y había recogido lúpulo, oficiado de lavandera en el monumental
lavadero del río Mendo, embutido chorizos en el matadero de Montellos, dado
forma a la leche cuajada para elaborar quesos de bola, servido como camarera en
la cantina de la estación de tren. Siempre en Betanzos, lo que fuese necesario
para sacar adelante a las tres niñas que había tenido con el zapatero
Marcelino, quien en 1955 zarpara en dirección a uno de los presuntos Eldorados
de la emigración gallega, Venezuela.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">“Son ya cuatro años en Venezuela, de sobra para confirmar que las
promesas de riqueza fácil eran solo eso, promesas cuya solidez desapareció en
cuanto puso pie en tierra”, escribe Fraga, periodista de profesión en La Voz de
Galicia y de cuyas herramientas –entrevista, multiperspectivismo, contraste de
fuentes, documentación, hemeroteca– se vale para trazar un libro que es además
la comprobación de su memoria. Porque la primera persona es el nudo en que
convergen las 362 páginas de la obra, un estudio literario sobre el trabajo y
la otra historia de Galicia. Al fin y al cabo, la de las voces bajas que
reivindicaba el indio Ranahit Guha: “Si las voces bajas de la historia han de
ser escuchadas […] eso solo se logrará interrumpiendo el hilo de la versión
dominante, rompiendo su argumento y enredando su trama”. Guha, que aún vive y
se encuentra a dos años de cumplir un siglo, reclamaba cortocircuitar la
“narratología burguesa” de la historia. Algo así consigue Fraga al disponer la
mirada doble la propia familia y contar la existencia de aquellos que subsisten
gracias a sus manos, nunca al trabajo ajeno. Las víctimas de la división
internacional del trabajo y el combustible con el que creció la Europa de los
Treinta Gloriosos. A la vez, expone un léxico familiar con aires de Natalia
Ginzburg: “Hay más en la olla” como divisa de quien conoció el hambre y vivió
al borde de ella.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Pero antes habían sucedido otros episodios. Su abuelo Marcelino había
atravesado el océano y había dejado atrás la familia. Nunca envió dinero. Había
ido espaciando la correspondencia y solo remitido algunas fotos, incluidas en
Virtudes (y misterios) como una pieza más de la narración, que mostraban
seriedad y un inédito bigote. El silencio se hizo total. El abandono se
consumó. Es entonces cuando Virtudes cambia la brújula y, descartada la idea de
viajar ella misma a Venezuela para reunirse con un hombre que ya no respondía a
sus cartas –el fantasma de que Marcelino había fundado otra familia en el
trópico la amenazaba–, coloca proa al norte. Parte hacia Londres, vía puerto de
Southampton, aconsejada por una vecina que había hecho lo mismo tiempo antes. La
emigración gallega a Europa, acontecida mayormente en los 60 y 70 del pasado
siglo, apenas estaba narrada. El propio Xesús Fraga lo había ensayado en un
volumen de relatos, A-Z (Xerais, 2003) y Xohana Torres, cuya poesía se
encuentra entre las cumbres de la literatura gallega contemporánea, en su única
novela, Adiós, María (1971). No mucho más.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Virtudes (y remedios) se adentra en ese territorio con una prosa clara
y una arquitectura bien trabada, en que la linealidad temporal es saboteada
pero sin que la lectora pierda pie. En la experiencia de Virtudes en Londres,
con todo, también se adivinan las diferencias entre las migraciones a América y
la Europa. Mientras las trabajadoras y trabajadores que embarcaban hacia
Argentina, Venezuela, Cuba o Brasil –millones de gallegos desde el siglo XIX–
perdían a menudo el contacto con el país natal, los que contribuyeron a la
acumulación de capital en la Europa central y del norte sí viajaban
periódicamente a Galicia. Fue el caso de la abuela del autor, cuyas travesías
entre las islas británicas y su Betanzos fueron constantes. Entre otras
razones, porque las hijas habían quedado en el pueblo a cargo de su madre. Una
de ellas fue Isabel, cuyo hijo es Fraga.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La trama del libro, que es la trama de las vidas de la clase
trabajadora gallega en los años de la paradójica eclosión económica de la
dictadura franquista, se va desplegando al tiempo que la descendencia de
Virtudes va construyendo sus propios caminos. Isabel marcha con su madre al
cumplir 18 años, vuelve a Galicia dos años después, conoce a su marido en
Betanzos y en 1970 la pareja regresa a Londres. El trabajo sigue siendo la
columna vertebral. Jornadas interminables, empleos múltiples –el padre de Fraga,
Tito, albañil; la madre, de vuelta en Galicia, profesora particular de inglés–,
y en el caso de Isabel una ansia por la cultura que, de alguna manera, recuerda
los obreros de La estética de la resistencia de Peter Weiss: el conocimiento
del arte y la literatura alimentará la liberación. O, por lo menos, a la
ampliación de los horizontes vitales. Pero en Virtudes (y misterios) no hay
mirada programática, lo que se cuenta es una historia, emocionante y a ras de
suelo, con esa “sensación contenida de desespero y determinación en la voz de
las mujeres” que Ranahit Guha echaba a faltar en la historia oficial, en su
caso de un levantamiento campesino en Telangana (India).<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">“A los sesenta no recibió la jubilación como una oportunidad para
descansar o dar por concluidos sus años londinenses, sino que celebró el poder
dedicarse por completo a sus clientes particulares”, cuenta Xesús Fraga sobre
su abuela Virtudes en las primeras páginas, “la impulsaba una voluntad de
hierro, el trazo que, junto con el mal genio –trazos emparentados–, mejor la
definía ante los demás, asombrados por su fuego inextinguible”. Porque es sobre
esa voluntad de hierro, ese fuego inextinguible, que informa las migraciones,
sobre lo que trata también, y quizás nuclearmente, Virtudes (y misterios).<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 18.0pt;">EN <a href="https://www.cronicasdelaemigracion.com/articulo/galicia/xesus-fraga-gustaria-libro-fuera-homenaje-abuela-emigrantes-pasaron-dificultades/20200325185759098788.html">CRÓNICAS
DE LA EMIGRACIÓN</a><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Galicia<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">ESTE PERIODISTA ES AUTOR DE LA NOVELA ‘VIRTUDES (E MISTERIOS)’, PREMIO
BLANCO AMOR<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga: “Me gustaría que el libro fuera un homenaje a mi abuela y
a los emigrantes que pasaron dificultades”<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">‘Virtudes (e misterios)’, de editorial Galaxia, es la nueva novela de
Xesús Fraga. Escrita en gallego, al igual que sus anteriores creaciones
literarias, el pasado noviembre se hizo con el Premio Blanco Amor de Novela
2019 y recientemente fue presentada en la Diputación de Ourense y en el Liceo.
El confinamiento por el coronavirus obligó a posponer otros actos previstos.
“Me gustaría que el libro fuera un homenaje a mi abuela y a los emigrantes que
pasaron dificultades”, dice.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">ELENA FERNÁNDEZ, VIGO<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">25/03/20 - 18:57<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Poco hay tan identitario de Galicia como su lengua y su diáspora. Con
‘Virtudes (e misterios)’, un libro sobre la emigración y escrito en gallego, se
adentra el periodista Xesús Fraga en ese mágico, a la vez que traumático, mundo
de los expatriados. Una experiencia que le tocó vivir muy de cerca, incluso
como protagonista, y de la que entresaca aspectos positivos a la vez que
negativos. Con ella se hizo merecedor del Premio Blanco Amor de Novela 2019,
que le comporta una responsabilidad añadida: la de ver su nombre unido al de
tan insigne figura de las letras gallegas. La entrevista nos deja dos
sensaciones: un profundo cariño hacia Virtudes, en la que todos podemos ver
reflejadas en algo a nuestras abuelas, y un desasosiego: qué se esconde detrás
de ese abuelo. La historia quizá tenga continuidad en otro libro.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">‘Virtudes (e misterios)’, de editorial Galaxia, obtuvo el Blanco Amor
el pasado noviembre y recientemente fue presentada por su autor en la
Diputación de Ourense y en el Liceo. El confinamiento por el coronavirus obligó
a posponer otros actos previstos. La versión en castellano, programada para
mayo o junio, espera en la editorial zaragozana Xordica a que pase la pandemia.
“Ahora imagino que también se retrasará”, asegura el autor.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>Pregunta. ¿Qué fue lo que le motivó a escribir esta novela?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Respuesta. Yo nací en Londres y viví allí los primeros cinco años de mi
vida. Luego volví con mis padres para Betanzos, de donde es originaria mi
familia. Durante todo ese tiempo, viví entre la cultura española y la
británica. Mi madre hablaba en inglés, tenía muchos libros en inglés, mis
referentes y personajes eran también de la cultura británica, y como muchos
niños, hijos de emigrantes, fui creciendo entre dos culturas. La diferencia es
que, muchas veces, los hijos de emigrantes crecen en el país de acogida y
mantienen la cultura de los padres, en cambio, yo estaba otra vez de vuelta en
el país de mis padres, pero seguía en contacto con el país donde se
desarrollara la emigración. Ayudó el hecho de que mi abuela siguió viviendo en
Londres mucho tiempo. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Todas esas circunstancias influyeron o moldearon mi biografía, y ese
era el material con el que quería trabajar. Tratar de ver cómo la emigración
fue tan decisiva para mucha gente, a nivel general e individual; cómo influye
en lo que te conviertes, en tus referencias, en sus experiencias, en los
lugares que visitas. Todo eso influye en tu biografía y esa fue la motivación
última de tratar ese material desde el punto de vista literario.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. Cuéntenos la historia. ¿Por qué emigró la abuela?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Mi abuela se vio obligada a emigrar porque su marido, que había
emigrado a Venezuela, no enviaba dinero, no quería volver ni tampoco que ella
se fuera para allá a reunirse con él. Ella trató de explicarle todo lo que
trabajaba, y que no le daba el dinero para mantener a tres hijas, a una madre y
pagar una casa alquilada... Llegó un momento en que perdieron la comunicación. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. ¿Cómo le fue a Virtudes como emigrante en Londres? Hablamos de
una mujer sola en aquellos tiempos en una gran ciudad. ¿Cómo consiguió salir
adelante?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Mi abuela, como muchas otras mujeres de su generación, casi no tuvo
formación, ni escolarización, digamos que fue a la escuela lo básico, y tuvo
que ponerse a trabajar para ayudar a la familia. Se casó muy joven, con 19
años, y enseguida llegaron las tres hijas, mi madre y mis tías. Emigró ella
sola, las hijas quedaron con la abuela, o sea con mi bisabuela.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Fue una vecina con la que se cruzó en el camino la que le habló de otra
vecina que había emigrado a Londres. Por aquel momento era cuando empezaba la
emigración a Europa, y ella estaba tan desesperada que se fue para allá. En
aquellos años del franquismo las mujeres no podían tener un pasaporte sin
autorización del marido. Así que, con la ayuda de un funcionario, hubo que
falsificar, o ‘amañar’, los papeles para que pudiese salir. Se puso a trabajar
con una familia, pero al principio fue nefasto. Trabajaba muchísimo, pero la
señora de la casa era muy egoísta con las raciones. Entre el muchísimo trabajo
y la malnutrición, empezó a adelgazar. Hasta que un día, en misa, otras
emigrantes la vieron, hablaron con el cura y la sacaron de allí. Le buscaron
trabajo en un hospital que regentaban unas monjas, pero, cuando llegó, la
tuvieron en cama tres semanas para que se recuperase de la situación de
debilidad en la que se encontraba. Luego empezó a trabajar en una residencia
para enfermeras, en la limpieza y cocinando, y en un hospital. Al mismo tiempo
también tenía otros trabajos por su cuenta, limpiando oficinas o domicilios
privados. Eso le permitió convertirse en la proveedora de la familia.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La separación fue muy dura, tanto la del hombre como la de las hijas,
que también fue muy traumático. Pero ella pensó que si todo ese sacrificio
podía tener algún sentido era para que a su familia no le faltase de nada. Todo
el dinero que ganaba allá iba destinado a ese fin, a asegurarse de que a la
familia le fuese bien. Empezó a mandar muchas cosas, como hacían otros
emigrantes: ropa, objetos necesarios para uso doméstico, todo tipo de comidas
exóticas que había en Inglaterra…, y consiguió comprar una casa propia y que
mis tías y mi madre pudieran estudiar. Yo y mis primas somos la primera
generación de la familia que hemos ido a la universidad y soy consciente de
que, en buena medida, debemos ese privilegio al esfuerzo que hicieron tanto mi
madre como mi abuela.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Los inicios fueron muy duros, pero cumplió su propósito, que fue el de
suplir ese vacío que dejó el marido, tanto emocionalmente como en la familia.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. ¿‘Virtudes (e misterios)’ pretende ser pues un homenaje a esa
abuela?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Sí, desde luego. Para mí la heroína en la vida real fue mi abuela.
Además del sacrificio que hizo y de la generosidad, tenía un humor genial,
podía ser muy brusca y muy arisca, porque tenía un genio muy fuerte, pero al
mismo tiempo era cariñosa y tenía muchísimo humor. Era uno de esos personajes
que supera la ficción. Yo siempre me sentí muy unido a ella, un poco también
porque yo estaba creciendo en ese contexto de la cultura británica y ella
estaba allá. Podíamos visitarla, nos acogía en su casa. Cuando llegué a la
adolescencia comencé a viajar yo solo a Londres. Me alojaba en su vivienda, un
cuarto pequeño que compartíamos, y recuerdo que ella me daba mucha libertad. Yo
andaba por Londres haciendo mis cosas y viendo a mis amigos, pero también
estaba tiempo con ella. Iba a limpiar casas u oficinas con ella y desarrollamos
una relación muy entrañable y muy próxima. Me gustaría que el libro, que es un
libro difícil y complejo, con muchas emociones y que me supuso un esfuerzo por
condensar la historia de mi familia, fuera entendido como un homenaje a ella y
al resto de las personas que en algún momento tuvieron que emigrar y que
pasaron por esas dificultades y emociones por las que pasó ella.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. ¿Estamos pues ante un libro biográfico o autobiográfico?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. La idea es hacer una novela sin ficciones, una novela de hechos
reales. Está tratado como una novela, como una pieza literaria, pero el
material es biográfico y autobiográfico. Además, me interesaba no solo contar
el punto de vista de los emigrantes, que creo que ya hay bastantes libros que
hablan de eso, sino cómo se ve este fenómeno desde la óptica de un niño,
observando a sus padres, a su familia. Ese crecer entre la cultura del país
emigrante y la cultura propia y cómo a veces se dan desajustes, pero también se
dan ventajas, como el poder vivir a caballo entre dos culturas. Quería destacar
ese punto de vista.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. Por lo que cuenta, años después de recalar en Londres, Virtudes
vivía en una habitación. ¿No le daba el dinero para más, o todo lo que tenía lo
quería enviar a Galicia?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Ella lo que prefería era sacrificarse en su bienestar material a
cambio de poder seguir enviando cosas para la familia. No reservaba
absolutamente nada para ella. Todo lo que hacía, como las visitas a los
mercados, era para comprar cosas para las hijas, para la madre, para las
hermanas, para los nietos. Poco para ella, o nada, y todo para los demás. En
ese sentido, yo enmarco también su vivienda. Seguramente pensaría que para ella
le llegaría y que a cambio podía disponer de más dinero para seguir ayudando a
los demás.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. En ese ir y venir de Londres del que habla, ¿nunca tuvo la
intención de quedarse a vivir allí?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Esa es una pregunta que me hice muchas veces. Cuando nos volvimos,
no era consciente de lo que estaba pasando. Una vez en España, cuando se desató
la crisis de los 70, mi padre no encontraba empleo, y ambos pensaron en volver
a Inglaterra, pero ya estaba Margaret Thatcher como primera ministra y en el
país empezaba el desmantelamiento del estado del bienestar, que significó que
muchos de esos trabajos que hacían los emigrantes desaparecieran. Al final, se
quedaron, pero yo siempre me hice esa pregunta: qué tipo de vida habría llevado
de haberme quedado en Inglaterra, qué tipo de amigos tendría, qué tipo de
gustos, de aficiones, de trabajo. Ahora soy periodista, pero de haberme quedado
allá no sé por qué hubiera optado. La literatura te permite explorar o
investigar en esa vida que pudiste llevar y no llevaste. De hecho, cuando
finalicé la carrera, durante un tiempo, estuve pensando en ir a Londres y hacer
vida allí, pero me ofrecieron prácticas en Radio Voz y acabé con un contrato
indefinido en el periódico ‘La Voz de Galicia’. Pero no descarto, como uno de
esos sueños, una de esas aspiraciones que algún día podrías llegar a cumplir,
el volver a ese lugar. No sé si es atraído por el hecho de haber nacido en él o
por otras implicaciones biográficas o culturales, pero siempre hay esa pulsión.
Creo que, de momento, resuelvo con la idea de que puedo estar con un pie en un
lugar y en otro, a lo mejor no físicamente, pero mantengo el contacto con
Londres, leo periódicos, traduzco libros de autores británicos, me gusta la
comida inglesa… Ese crecer entre las dos culturas sigue presente en mi vida
actual.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. Y en ese sueño, ¿siempre aparece Londres como lugar de
referencia? ¿No piensa en recalar en otro país de Europa o del mundo para poder
saber cómo es la vida en esos lugares?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Sí, sí. Yo no soy un viajante consumado, pero conocí otros sitios:
Tánger, Praga, Polonia, Alemania… Pero no es lo mismo viajar por conocer, por
ampliar horizontes, que ir a Londres, que es como regresar a un lugar que
también forma parte de tu vida y con el que tienes un vínculo íntimo. Durante
el tiempo que vivió allá mi abuela, era como volver a casa. Yo llegaba e
inmediatamente recuperaba mi rutina; me sentía bien, cómodo y a gusto. Ahora
que voy con mi familia, con mi mujer y mis hijos, hay una parte turística, pero
sigue habiendo ese volver al lugar donde naciste y donde viviste los primeros
años de tu vida. Digamos que tiene una connotación diferente de cuando viajas a
lugares que a lo mejor, como es el caso de Nueva York, conoces mucho por el cine,
por la música y por la literatura, pero que tienen un componente de
descubrimiento que hace que sea una viaje con otras características. Eso no
quiere decir que cuando vas a Londres todo sea sabido o conocido, porque
siempre estás descubriendo cosas nuevas. Es una ciudad infinita. Los que viven
allí saben que hay muchos Londres dentro de la ciudad y que abarcarlos todos es
imposible.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. Visto desde la distancia, como hijo de emigrantes, ¿qué cree que
le aportó la emigración a título individual y también a su familia?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Fue decisivo. En el lado bueno, le permitió a mi abuela poder
mantener y darle oportunidades a una familia que, de otro modo, no serían
posibles. Mi madre, que siempre quiso ser maestra y que aquí en Galicia no pudo
estudiar, una vez en Londres, aprendió el idioma y cuando volvió pudo dar
clases particulares en su casa. De alguna forma, el idioma que le dio la
emigración le permitió cumplir con su vocación. En mi caso, gracias a eso puedo
traducir y comunicarme en ese idioma. Por otra, mi madre tenía clarísimo que
una ciudad como Londres le ofrecía muchas llaves en el mundo de la cultura para
su crecimiento personal y profesional; las de todas esas puertas que abre el
estar con culturas de otro mundo, que son importantes y que te abren la mente.
La emigración te puede dar unas oportunidades laborales y un bienestar material
que, por las circunstancias que sean, tu país no te puede dar, como le está
pasando a muchos jóvenes hoy en día, que son una generación muy preparada pero
que aquí no encuentra empleos aceptables y tienen que seguir emigrando. Por
otro lado, también hay una connotación negativa, que es el hecho de la
separación. En este caso, no podemos olvidar que son situaciones dolorosas y
tristes, y que de algún modo acaban por influir en tu personalidad.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. Puesto que hace referencia a esos jóvenes que tienen que dejar
Galicia para abrirse camino fuera, ¿qué siente cuando oye hablar de ejemplos
concretos?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Yo tengo una relación conflictiva con eso. Por una parte, pienso que
es bueno viajar, conocer otros lugares, poder trabajar en otros contextos.
Digamos que ese intercambio de ideas y de iniciativas al final enriquece, y
creo también que esas circunstancias producen un retorno beneficioso para la
sociedad, como la aportación de los emigrantes americanos, que luego hacían
casas de indianos y escuelas –en Betanzos tenemos los ejemplos de los hermanos
García Naveira, que hicieron escuelas como en la que estudié yo o mis padres– o
asilos, o lavaderos. Todas las iniciativas de tipo social que pusieron en
marcha los emigrantes conforman un retorno positivo para su sociedad, así como
las ideas muchas veces innovadoras que traen consigo. Lo que me da pena es que
esa situación se prolongue durante mucho tiempo. Gente muy buena, formada y con
talento, está bien que esté en el mundo, pero todo lo que ello pueda dar de
positivo siento que muchas veces no se esté aprovechando aquí.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. Para tratar de revertir esa situación a la que hace referencia,
la Administración gallega está poniendo en marcha programas de retorno con
incentivos para la creación de empresas y concede becas (BEME) a jóvenes
talentos de la emigración gallega para que desarrollen su futuro profesional en
Galicia. ¿Cómo lo valora? ¿Piensa que una iniciativa de estas características
puede dar los frutos esperados?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. No conozco con detalle esos programas, no fui beneficiario de ellos
ni conozco a nadie que directamente tenga esa experiencia, pero creo que todas
las iniciativas que contribuyan a aprovechar el potencial de la gente que está
emigrada, que pueda contribuir al desarrollo del país, me parece bueno. Creo
que hay muchos gallegos repartidos por el mundo que pueden aportar mucho a
Galicia. Y canalizar eso me parece importante, sobre todo desde la evidencia y
la realidad de que la emigración históricamente tuvo un peso importante para
nosotros y para el país, y que sigue siendo una realidad por los descendientes
de emigrantes. Así que darle la espalda a esa realidad, o ignorarla, o no
tratar de buscar los puntos positivos que tiene me parecería un error. Las iniciativas
que se puedan dar me parecen muy interesantes.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. Volviendo al libro. La foto de portada muestra a una señora con
dos chicas. ¿Es una foto familiar?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Sí, la persona que ocupa el protagonismo es mi abuela, acompañada de
mi madre y una de mis tías. La foto se la envió mi abuela al abuelo cuando
emigró, algo que se hacía con frecuencia. En las cartas iban imágenes que eran
una prueba de cómo iba creciendo y evolucionando la familia. Es un testimonio
gráfico y directo de lo que supuso la marcha del abuelo. En sus rostros se
puede interpretar cómo están viviendo la situación, porque para ellas fue muy
dura.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b>P. La novela le valió obtener el premio Blanco Amor 2019. ¿Qué
supone para usted este premio? ¿Qué le sugiere la figura de Blanco Amor?<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">R. Para mí fue importante, porque fue un libro en el que estuve
trabajando muchos años y lo rehice varias veces. Tuve que confrontar cómo
quería contar esa historia. Fue un proceso que tuvo muchas dudas, muchas
incertidumbres, y tuve que tirar muchas páginas a la papelera. Cuando acabé y
lo mandé fue como un mensaje tirado al mar. Pero el hecho de que al final
obtuviera el premio, es una confirmación de que esa decisión y que la forma de
contar la historia fue la correcta. O que por lo menos convenció al jurado.
Respecto a Blanco Amor, es una figura referencial para la literatura gallega.
Él también fue emigrante y conoció esa realidad. La calidad de su obra es
indiscutible. ‘A esmorga’, ‘Os biobardos’, ‘La Catedral y el niño’, son libros
maravillosos de Blanco Amor y para mí es una responsabilidad añadida el que, a
través del premio, mi nombre tenga un vínculo, aunque sea mínimo, con esta
figura.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="font-size: 18.0pt;">EN <a href="https://www.comarcasnarede.com/colaboracions/o-meu-andel/xesus-fraga-virtudes-e-misterios/">COMARCASNAREDE.COM</a>
</span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="background: white; line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; vertical-align: middle;"><span style="color: #444444; font-family: "Open Sans",sans-serif; font-size: 8.5pt;"><a href="https://www.comarcasnarede.com/author/manrique-fernandez/"><b><span style="color: black; text-decoration: none; text-underline: none;"><br />
Manrique Fernández</span></b></a><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="background: white; line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify; vertical-align: middle;"><span style="color: #444444; font-family: "Open Sans",sans-serif; font-size: 8.5pt;"><time class="entry-date updated td-module-date" datetime="2020-04-26T14:02:26+02:00" style="box-sizing: border-box; vertical-align: middle;">26/04/2020<o:p></o:p></time></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">‘Virtudes (e misterios)’ é, cando menos, unha desas novelas peculiares
nas que a ficción parece deixarlle paso ao relato veraz e contrastado sen por
iso perder a súa capacidade de entretemento que é, á postre, unha das
finalidades de calquera novela. Esa mistura entre realidade e ficción, aínda
que sería máis correcto falar de “realidade ficcionada”, valeulle a Xesús Fraga
a concesión dun premio da categoría do Blanco Amor. E iso xa é dicir moito.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">A pesar do título, que parece centrar a nosa atención nun dos
personaxes principais da trama, a avoa do protagonista, o certo é que a
historia esténdese ao longo de tres xeracións dunha mesma familia que se viron
marcadas por un elemento común: a emigración. De primeiras, por parte dun avó
que marcha a Venezuela e que desaparece por completo das súas vidas; despois,
por parte da súa dona, Virtudes, que ve en Londres a mellor oportunidade de
progreso e de alicerzar un futuro que se lle escapa no entorno inmediato. Máis
tarde, Virtudes verase acompañada pola súa filla maior e, co tempo, verá nacer
ao seu neto, o relator da historia, á beira do Támesis. Asistimos, xa que logo,
a toda unha saga familiar que se espalla ao longo da segunda metade do século
pasado e os primeiros anos do actual, e que mesmo garda para o final unha
sorpresa que, de non ser pola veracidade dos feitos, mesmo parecería algo
novelesca de máis.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Destacaría dous elementos que considero esenciais dentro da trama. O
primeiro é o papel da muller galega como verdadeiro celme familiar. A cotío
vémolo dende a perspectiva das “viúvas de homes vivos”, que dicía Rosalía; aquí
vémolo ademais, dende o outro lado. A afouteza de Virtudes e de Isabel, a súa
filla, soportan o peso da narración con resignación e bravura. O segundo sería
a evolución da sociedade betanceira en todo este tempo; a bisbarra da Cidade
dos Cabaleiros e, en menor escala, A Coruña, son o centro neurálxico no que as
personaxes desenvolven as súas vidas. Mesmo no que lle dan pulo ás súas arelas,
incluso cando estas se perfilan dende alén da fronteira. O retorno ás veces
soñado, que se pode transformar nunha realidade moi distinta da imaxinada,
debúxase a través do contraste entre as dúas sociedades, a británica e máis a
betanceira, con meridiana claridade.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Nesta novela, que mesmo poderiamos chamar hiperrealista, o que fai o
autor vén sendo, no fondo, un recoñecemento a ese enorme corpus de familias
galegas que comparten algunha galla na emigración, centrándose na que mellor
coñece, a europea. Pero Xesús Fraga, amais de escritor e tradutor, é tamén
xornalista. E iso déixase notar dunha maneira moi clara ao longo de todo o
relato. Esa linguaxe directa e sen adobíos, ese coidado polos detalles máis
nimios, esa visión global aínda falando de miudezas, ese xeito de enfatizar e
contrastar os datos, denotan un amplo dominio dos recursos xornalísticos ata o
punto de que poderiamos considerar o libro coma unha longuísima reportaxe. E a
pesar das grandes diferencias que hai entre ambas as dúas linguaxes, a
literaria e a puramente informativa, consegue acadar un equilibrio que non
sempre é doado e co que fai da lectura algo ameno e, por momentos,
transcendente.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-size: 18.0pt;">En <a href="https://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2020/11/19/la-estirpe-de-emigrantes-y-sus-enigmas-de-xesus-fraga-1406007.html">HERALDO
DE ARAGÓN</a><o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><b><span style="font-size: 18.0pt;"><o:p> </o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">NARRATIVA. 'ARTES & LETRAS'<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La estirpe de emigrantes y sus enigmas de Xesús Fraga<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La editorial zaragozana Xordica publica la novela familiar 'Virtudes (y
sus misterios)' del escritor, traductor y periodista de 'La Voz de Galicia'<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">ANTÓN CASTRO<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">NOTICIA<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">JUEVES, 19 NOVIEMBRE 2020, 08:18<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga publica en Xordica la historia de su familia.La edición tan
cuidada de Xordica, con portada de Alberto Gamón.Xordica.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">La emigración es una constante en la narrativa gallega del siglo XIX y
XX, desde Castelao, Dieste o Xavier Alcalá, y también asoma a la literatura del
siglo en algunos contadores de historias. Uno de ellos, quizá de los más
persistentes, es el periodista y escritor Xesús Fraga (Londres, 1971). Lo había
hecho en ‘Galegos en Londres’ y lo ha vuelto a hacer, con otra intensidad y
ambición, en la que ya puede considerarse la novela de su familia y de su
existencia: ‘Virtudes (y otros misterios)’. La edición original del libro en
gallego mereció el premio Blanco Amor de novela en 2019; ahora, Xordica, en
versión y recreación del autor, la incorpora a su catálogo. Chusé Raúl Usón es
muy fiel a sus autores de cabecera –José Luis Melero, Fernando Sanmartín,
Severino Pallaruelo, Ismael Grasa, Cristina Grande y Chesús Yuste– pero también
sabe mirar las periferias: edita al asturiano Xuan Bello, al vasco Bernardo
Atxaga y ahora a Xesús.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga estaba obsesionado con la narración de su abuela Virtudes,
una mujer de carácter, con gran coraje y personalidad, que se puso el mundo por
montera; su marido Marcelino se marchó a mediados los años 50 a Venezuela –que
estaba de moda y lo estuvo muchos años: a Cela le encargaron ‘La catira’– y
anduvo por allá sin dar señales de vida: unas pocas cartas, nunca llegó nada de
dinero para colaborar en el mantenimiento de sus tres hijas, y luego un
silencio pesado. Años de plomo y suspicacia. Un sacerdote arrojó una sombra en
la familia: si no escribía era más que probable que tuviese otra familia, como
le sucedió al padre de María Moliner. Este relato en realidad, sería el segundo
capítulo del libro, porque el primero es la historia de Virtudes, en Londres,
yendo y viniendo a España y haciéndose un sitio, trabajando en diversas casas e
incluso en hospitales. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Xesús Fraga hace una reconstrucción minuciosa y detallada del carácter
de la abuela, de su forma de ver el mundo, de su sabiduría popular, de su
terquedad de Mamá Grande y de esa facilidad tan espontánea que tienen algunos
gallegos para adueñarse de la tierra extraña, sin dejar de tener melancolía o
morriña por la suya. El narrador también se suma al desarrollo de los hechos:
nació en Londres y vivió allí hasta 1976, y le sacó mucho partido. Era un
perfecto inglesito.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En la novela hay muchas cosas. Con una cierta libertad cronológica, el
escritor cuenta los orígenes de sus padres, su noviazgo y su marcha a Londres.
Allí, el padre, Antonio o Tony, alternó varios trabajos para sobrevivir con su
pasión por la historia y los museos, adonde solía llevar a su hijo único. La
historia de la madre, Isabel, es espléndida: como su madre Virtudes, era todo
determinación. Emprendedora, obstinada, con un sueño entre ceja y ceja. Quería
estudiar, y lo hizo al principio en varios colegios de monja, y quería ser
maestra. Aprendió a escribir a máquina e incluso llevó en sus primeros años de
casada en Londres un diario donde hablaba de la maternidad y de algunas rarezas
de su único hijo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Lo que dicen las fotos<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">En 1976, la familia volvió a Galicia y se instaló en Betanzos. A partir
de ahí, aunque ya lo había ido haciendo, Fraga cuenta la vida campesina, las
romerías, las fiestas, indaga en los oficios y en los secretos de familia, que
era de entrada el origen o la pregunta que le llevó a investigar, hablar con la
parentela y vecinos, desempolvar un portentoso álbum de la memoria, que tiene
de todo desde una sólida construcción de los personajes y que contiene, como ha
escrito Martínez de Pisón, "una epopeya de mujeres".<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">El libro, sin perder nunca su condición de friso de familia, con todos
sus contextos y los enigmas a los que alude el título, incorpora una jugosa
colección de fotos, que Fraga detalla, y dialoga con ellas,, porque esas
instantáneas le dicen muchas cosas. "Empecé a escribir en busca de
respuestas y acabo sin ellas (…) Los misterios permanecen igual que las
virtudes de los que ya no nos acompañan", escribe Fraga, tras su viaje de
casi una década.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;">Nadie lo diría porque en su novela está todo: el éxodo, el amor a la
tierra y a la lengua, rasgos de carácter coral, crónicas de matrimonios,
incertidumbres, la dicotomía ciudad-campo y, también, también, un puñado de
entierros. Una novela estimulante que atrapa y emociona y que es una intensa
lección de vida y literatura.<o:p></o:p></p><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-24143101630876395422023-06-03T12:41:00.006+02:002023-06-03T12:41:53.758+02:00EL PRÓXIMO MIÉRCOLES 7 DE JUNIO NOS VEMOS A LAS 18.30H PARA HABLAR DE "ANNA", NOVELA DE NICCOLÒ AMMANITI<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYOxCEBLWnTS5uZzce-58chbMo1GIBDLlzhNcbqvRvf42kE6UqJ77vTEfCNKGu7fhpvIqbN7OhNG1UP3_m2WcYagZ-JkfhEyuLwaqnqgOaA1Py072vAWThuJ6A1HsrOJPuuKbeConMIKBRWI70NQ3O50NjOgd8WRvf_4Sh_2CGoyM6TcDGEjmbxtoK/s1256/NICCOLO%20AMMANITI.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="620" data-original-width="1256" height="198" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYOxCEBLWnTS5uZzce-58chbMo1GIBDLlzhNcbqvRvf42kE6UqJ77vTEfCNKGu7fhpvIqbN7OhNG1UP3_m2WcYagZ-JkfhEyuLwaqnqgOaA1Py072vAWThuJ6A1HsrOJPuuKbeConMIKBRWI70NQ3O50NjOgd8WRvf_4Sh_2CGoyM6TcDGEjmbxtoK/w400-h198/NICCOLO%20AMMANITI.jpg" width="400" /></a></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSwNTFWJ27hdGiU1vdNzTTiEjvev9m0glBqdO-3vSwJmTEpwQF949OBqkmH0tUg5ZkgJPljJ8Vj2ULUd8rLEH2KL5T5qZ81PxQbg2VWQkgtdZ4ICzYGsKdLgyefSOEyz025wAtzI8aodfTSeezQINDxj7c1vWNDf1we1-iSPofekZNRjFueIw5fjBL/s282/ANNA.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="282" data-original-width="179" height="282" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSwNTFWJ27hdGiU1vdNzTTiEjvev9m0glBqdO-3vSwJmTEpwQF949OBqkmH0tUg5ZkgJPljJ8Vj2ULUd8rLEH2KL5T5qZ81PxQbg2VWQkgtdZ4ICzYGsKdLgyefSOEyz025wAtzI8aodfTSeezQINDxj7c1vWNDf1we1-iSPofekZNRjFueIw5fjBL/s1600/ANNA.jpeg" width="179" /></a></div><br />RESEÑAS<p></p><p><b><span style="font-size: large;">ENTREVISTA A NICCOLÒ AMMANITI EN DIARIO CLARIN CON MOTIVO DEL ESTRENO DE LA SERIE "ANNA".</span></b></p><p>Sigue la historia de una joven siciliana de 13 años que debe abrirse paso por un mundo devastado por un virus que ataca solo a quienes hayan alcanzado la pubertad. Una trama inquietante, escrita antes de la pandemia del coronavirus.</p><p>Niccolo Ammaniti ganó el Premio Strega, el galardón literario más importante de Italia, por "Come Dio comanda". Foto Archivo Clarín</p><p>Niccolo Ammaniti ganó el Premio Strega, el galardón literario más importante de Italia, por "Come Dio comanda". Foto Archivo Clarín</p><p>Ammaniti es toda una personalidad en Italia. No sólo ganó en 2007 el Premio Strega, el galardón literario más importante de su país, sino que trabajó anteriormente con directores de la talla de Marco Risi y Bernardo Bertolucci.</p><p>De un libro a la televisión</p><p>En el caso de Anna, Niccolo tomó a su cargo la adaptación de su propia novela de 2016, en la que retoma inquietudes de otras obras como la infancia y la adolescencia, la ciencia ficción distópica, el género de aventuras y el relato de iniciación.</p><p>Dividida en seis episodios, Anna propone una trama donde los adultos, víctimas de un virus letal, ya no están. La sociedad como se conocía ya no existe, y los niños y niñas, inmunes hasta que lleguen a la pubertad ante la enfermedad, viven en manadas salvajes peleando por los recursos que quedan</p><p>En el caso de Sicilia, la naturaleza gana terreno asfixiando a las ciudades con su vegetación, y allí Anna (Giulia Dragotto) busca rescatar a su hermano menor, secuestrado por una tribu de chicos que se hacen llamar "los azules". Su objetivo es cruzar juntos el estrecho que separa a la isla del continente, donde quizás encuentre el modo de salvarse antes de que la enfermedad la alcance.</p><p>Para llevar a cabo su misión, cuentan con la asistencia de una bitácora y un cuaderno de tapa marrón que les escribió su madre bajo el título "Las cosas importantes", en el que deja anotadas instrucciones útiles para sobrevivir.</p><p>A pesar de un recorrido lleno de retos y aventuras en un mundo desesperanzador, Anna encuentra siempre la forma de seguir adelante. Como dice el propio Ammaniti, "su historia constituye una parábola de amor y fuerza vital enraizada en los impulsos y las historias que nos contamos a nosotros mismos para navegar en este mundo".</p><p><br /></p><p>Habla Niccolò Ammaniti</p><p>-¿Te sorprende el éxito que viene teniendo Anna en los países donde se estrenó?</p><p>-Sí, mucho. Fue algo inesperado, porque salió durante la pandemia y yo tenía miedo que no gustara el tema, pero realmente anduvo muy bien en todo el mundo y estoy muy contento.</p><p>-Muchos de tus libros se adaptaron al cine. ¿Cómo fue tu experiencia anterior con los directores?</p><p>-Tuve experiencias diversas, todas ellas muy interesantes. La primera vez que un libro mío se pasó al cine fue con Marco Risi, y la última fue con Bernardo Bertolucci. En general tuve poca participación en las películas hechas a partir de una novela mía, salvo aquella vez con Marco Risi.</p><p>-¿Cuál fue la idea inicial que te llevó a escribir "Anna"?</p><p>-Era una idea muy simple, casi antropológica: imaginar un mundo sin adultos. Entonces inventé un virus, donde a escala global solamente quedan los más pequeños. </p><p>-¿Para crear esta historia de aventuras te basaste en alguna lectura que tuviste de chico, como Jack London o Julio Verne?</p><p>-Exactamente. Fui un gran lector de libros de aventuras cuando era chico. Me encantaban La isla del tesoro y las aventuras de Jack London. Recordé esos libros tradicionales pero ubiqué la acción en un escenario post-apocalíptico.</p><p><span style="font-size: large;"><b>RESEÑA EN EL BLOG <a href="https://anikaentrelibros.com/anna">"ANIKAENTRELIBROS"</a></b></span></p><p>Argumento:</p><p>Un virus que procede de Bélgica acaba con la vida de los adultos, dejando solos a los niños de todo el planeta. En Sicilia, una pequeña de nueve años se queda a cargo de su hermanito de cuatro años. Su madre, al verse enferma, le escribió un bloc con todo lo importante que debía saber, y con las anotaciones de ese bloc sobreviven cuatro años sin salir de su ciudad -el pequeño Astor, incluso, sin salir de su hogar-.</p><p>Anna, que lleva años saliendo en busca de comida y conoce la ferocidad de los perros callejeros, se encuentra un día con que Astor ha desparecido, pero tiene una idea de quién se lo puede haber llevado. Y ahora su meta es encontrarlo, recuperarlo y cruzar el mar para llegar a Calabria donde, según su madre escribió, quizás los adultos ya tendrán una vacuna.</p><p>Esta es la historia de un mundo en el que desaparecen los adultos y cómo los niños sobreviven en él. Esta es la historia de Anna y Astor, que acabarán haciendo camino con Pietro y con un perro abandonado.</p><p>Me siento afortunada de poder leer historias como la de "Anna".</p><p>Lo primero que debes saber es que existe una película con la misma base (mueren todos los adultos y sólo quedan vivos [en este caso] menores de 18 años) titulada "No crezcas o morirás" (Don't Grow Up, 2015) pero NO es comparable con esta novela.</p><p>Lo segundo que debo deciros es: Leed la novela, os guste el tema o no, leedla. Porque está llena de emociones, desde el dramatismo de la tragedia a la esperanza en la fe y hasta en la magia. Cuando iba a mitad de libro me subí a retomar su lectura. Alguien me preguntó si era triste en plan desgarrador o triste en plan esperanzador. Las dos cosas, es emoción para lo bueno y para lo malo. Hubo momentos en que me bailaban las lágrimas en los ojos, otros en los que casi había dejado de respirar temiéndome lo peor, y otros en los que me emocionaba y pensaba que cuando lees algo así parece que la vida es más importante que nunca. Y no tiene nada que ver con la literatura juvenil a pesar de que la protagonicen una chiquilla que aún no ha tenido su primera regla y un pequeño de siete años que no recuerda cómo es una feria.</p><p>Lo que más me ha gustado después de ese dominio de las escenas que provocan emociones, es otra capacidad de Niccolò Ammaniti: la de incluir en la novela todo tipo de infancias, todo tipo de niños. En una situación así habría niños que no sobrevivirían, otros que se harían fuertes en la adversidad, los habría solitarios y los habría que se unirían a grupos como las manadas de perros salvajes -que también los hay en esta novela-, los habría miedosos y los habría osados, los habría manipuladores y los habría manipulados… Aquí no hay una infancia, hay muchas infancias. Y también hay niños que pasan por diversos estados, desde el más valiente -a su pesar; Anna, por ejemplo, no tiene más remedio que ser valiente porque Astor es demasiado pequeño-, que acaba teniendo miedo, o al más miedoso que acaba siendo osado.</p><p>Todos los niños incuban el virus pero éste se despierta a partir de los catorce años aproximadamente.</p><p>Y en este nuevo mundo donde no quedan más que ruinas, saqueos, incendios y tras cuatro años, muy poco que comer, algunos niños, cercanos a la edad en la que pueden enfermar, muestran su cara más cruel o más solidaria. Muchos se convierten en salvajes -recordándonos la gran obra de William Golding "El señor de las moscas"-, la bebida y las drogas alivian a muchos su dolor aturdiéndolos -y una no puede evitar recordar a esos niños adictos a esnifar pegamento que vivían en un metro ruso, o en Barcelona (porque estas cosas acaban siendo tan reales como universales)-, y conforme lees se te parte un poquito más el alma.</p><p>Hay un pequeño texto en la novela que puede daros una idea de cómo es este mundo tan lejano y desconocido para nosotros: "En el mercado del regateo, un reloj costaba lo mismo que un móvil, un ordenador o un Boeing 747. Menos que un caramelo Smarties" (pág. 172)</p><p>Pero también tiene momentos de ilusión y esperanza, porque todos creen en un ser especial capaz de curar a los enfermos (la parte dedicada a la Picciridduna, la "salvadora" de los infectados, te pone la piel de gallina), o en que en algún momento encontrarán adultos vivos con una vacuna que los salvará… De hecho, es curioso, leyendo "Anna" te pasa como a ella, dejas de creer en Dios y acabas creyendo en la magia de unas zapatillas deportivas. Porque en esta novela se sufre con ellos, con los niños, y quitándote a ti, lector, Anna y Astor sólo tienen a un amigo, a un perro y su esperanza por llegar a Calabria.</p><p>Es trágica, pero es maravillosa porque te hace amarlos y desear que todo acabe bien. Y ese ansia por saber qué va a pasar en la que te describen escenas diarias -que podrían ser de lo más natural pero en ese ambiente no dejan de ser días especiales-, descubres cómo Anna va creciendo, cómo se despiertan sus sentimientos por Pietro, y no puedes dejar de leer. Y leer. Y leer.</p><p>Trágicamente maravillosa. Y sí, tiene un punto esperanzador. Si crees en los milagros. Yo decido creer. Yo creo, yo creo, yo creo en las hadas.</p><p>Anika Lillo</p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;"><b>EN REVISTANEO.COM</b></span></p><p>Anna, la miniserie de Niccoló Ammaniti se estrena en AMC</p><p>Profile picture for user GabyGarcia</p><p>By GabyGarcia on Jue, 09/06/2022 - 23:37</p><p> El mundo como lo conocemos ya no existe: los adultos se han ido, la sociedad se desmorona y no existe ni orden ni reglas. Un virus está acabando con los adultos y devastando el planeta que empezó a manifestarse en Bélgica y que se ha extendido por el mundo. Pese a circular diversas teorías sobre supuestos modos de inmunizarse de ‘la roja’, la enfermedad que el virus produce, los contagios están fuera control. Los niños, que son inmunes hasta la pubertad, viven en manadas salvajes, peleando por las pocas sobras comestibles que han quedado por ahí. </p><p>Anna, la miniserie de Niccoló Ammaniti se estrena en AMC</p><p>Lo mismo ocurre en Sicilia, la naturaleza está recuperando lo que una vez fue suyo, asfixiando las ciudades de la isla con su vegetación. Sicilia en un futuro próximo con todo en ruinas y un virus, es el escenario para la historia de “Anna”, un drama de seis capítulos, concebida y dirigida por el destacado escritor Niccoló Ammaniti. </p><p>Anna, con 13 años, luego de perder a su madre, busca rescatar a su hermano menor secuestrado por una tribu de chicos que se hacen llamar ‘los azules’ para después conseguir su objetivo: cruzar el estrecho y alcanzar el continente, donde Anna, a la que por edad la muerte ya la acecha, podría encontrar el modo de salvarse.</p><p>Cuentan con una bitácora, un cuaderno de tapa marrón que les escribió su madre bajó el título “Las cosas importantes”, en el que deja anotadas instrucciones útiles para sobrevivir. A pesar de un recorrido lleno de retos y aventuras en un mundo desesperanzador, Anna encuentra siempre la forma de seguir adelante. Su historia constituye una inquietante parábola de amor y fuerza vital enraizada en los impulsos y las historias que nos contamos a nosotros mismos para navegar en este mundo.</p><p> Niccolò Ammaniti, escritor del libro en el cual se inspiró la miniserie y a su vez director y guionista de la misma, ya ha abordado la infancia y la adolescencia en algunas de sus novelas anteriores que combinan la ciencia ficción distópica, la narración de aventuras y la novela de iniciación. La serie es estelarizada mayormente por talentos incipientes, jóvenes; Anna es interpretada por Giuglia Dragotto y Viviana Mocciaro junto con los reconocidos histriones italianos Elena Lietti, Roberta Mattei y Nicola Nocella. 'Anna' llega a AMC el lunes 13 de junio a las 22: 00 hrs. y cada lunes estrenará un capítulo.</p><p>La miniserie se rodó en 2020 en medio de todos los conflictos globales de la pandemia por coronavirus, reflejando los sentimientos y preocupaciones de una emergencia sanitaria como si los profetizara desde su novela de 2015. El paso de la niñez a la edad adulta, se encrudece en cada episodio con el caos habitual imperceptible de su nueva realidad y la lucha esperanzadora de buscar un mejor futuro.</p><p><br /></p><p><b><span style="font-size: large;">RESEÑA EN FABULANTES.COM</span></b></p><p><span style="font-size: large;"><b>ANNA, NICCOLÒ AMMANITI: INFANCIA, VIDA Y APOCALIPSIS</b></span></p><p>Escrito por Francisco Martínez Hidalgo | 10 Nov, 2016 | Ciencia-ficción | 0 | </p><p>La ciencia-ficción contemporánea afronta el post-apocalipsis desde el punto de vista de personajes y sus procesos internos, lo que le confiere un mayor pesimismo vital. Anna es uno de los más brillantes y bellos ejemplos de esta tendencia; también es novela de aprendizaje y estudio sobre la adultez.</p><p>En estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivir, donde casi nada semeja razonable o sujeto a cierta predictibilidad, y sí móvil o líquido hasta el mareo o la náusea, la ciencia-ficción se ha enganchado con uñas y dientes a los contextos apocalípticos. Este panorama era algo común también en el pasado. Cada vez que las circunstancias no parecían augurar algo bueno, el género ha querido contribuir al saber colectivo con su análisis sobre hacia donde, por qué caminos o meandros o vericuetos, podrían discurrir las cosas. Sin embargo, a diferencia de lo que era habitual antaño, la ciencia-ficción contemporánea renuncia a ir pegada a las circunstancias presentes, para tomar distancia y dirigirse a un tiempo post-apocalíptico lejanísimo respecto al caos y la violencia de los primeros momentos.</p><p>Ahora el género ha invertido el punto de vista para centrarse en los personajes y en sus procesos internos de adaptación: cómo son capaces de sobreponerse, física y mentalmente, para poder vivir en un contexto donde la vida ha dejado de tener sentido. Una inversión del foco que ha llevado aparejado, además, un mayor pesimismo vital. Si en lecturas clásicas como La guerra de los mundos (1898) la esperanza estaba esperando siempre al final del túnel, en la actualidad los contextos post-apocalípticos suprimen cualquier tipo de salida o esperanza más allá de una muerte en condiciones lo más dignas posibles.</p><p>Otra consecuencia de este cambio se observa en la forma cómo la ciencia conecta con el apocalipsis. De un tiempo a esta parte no es ya un agente externo (civilización alienígena o enemigo exterior) la causa de la crisis, ni se recurren a tecnologías esotéricas o a reglas científicas espurias para justificar esas causas, ni tienen tampoco que ver estos avances técnicos con una esperanza o una salida viable para regresar al punto de partida: la ciencia-ficción contemporánea usa a la ciencia como una excusa.</p><p>Un leitmotiv para, a partir de ella, desarrollar un análisis interior de los personajes, dando además por supuesto que ha sido el propio sujeto (individual o colectivo) el que ha causado su propia desgracia. La trama narrativa nos pone ahora ante la experiencia de leer cómo los personajes afrontan esa desgracia.</p><p>La consecuencia de todo es que el género parte de una peor concepción de la condición humana. Ahora mismo estamos tomando decisiones que motivan y condicionan a este apocalipsis. A través de nuestras actitudes ante los retos medioambientales, económicos, políticos o científicos, todos estamos tomando partido, y somos corresponsables de la construcción de las circunstancias que desembocarán en ese contexto. Hasta el punto en el que el género ya da por supuesto que el lector conoce, de primera mano y con pocas dudas, cuáles son las causas y los síntomas de todo lo previamente sucedido a su narración.</p><p>Precisamente es aquí, en el grado de pesimismo respecto a la condición humana, donde la ciencia-ficción viene desplegando su mayor grado de libertad en cuanto a las circunstancias y matices de cada contexto y personaje, haciendo posible una variabilidad inmensa de tramas y argumentos, caracteres e historias, que nos ha regalado novelas hermosísimas como Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro, La constelación del perro, de Peter Heller, o la tiernamente encantadora obra de Niccoló Ammaniti (Roma, 1966) Anna (Anagrama, 2016). Las tres son novelas con importantes trazos en común, pero a las que separa un abismo respecto a la calidez de la mirada con que el autor trata a sus personajes y, por extensión, nos retrata a todos los que contribuimos al desastre que los lleva a pasar por lo que pasan.</p><p>El punto de partida de Ammaniti es básico, directo y claro: un contagio vírico surgido desde Bélgica, de lenta incubación pero altamente infeccioso, se ha extendido rapidísimamente por todo el planeta. De hecho, cuando se descubren los primeros síntomas ya es demasiado tarde para evitar una infección global que, afectando directamente a las hormonas humanas, acaba matando a todas las personas cuando entran o están en la edad adulta -a partir de los catorce o quince años de edad en adelante-. En pocos meses, la población se ha reducido drásticamente. En pocos años, solo quedarán las personas más jóvenes con vida. Y con el tiempo, ni siquiera ellos se mantendrán en pie. La Tierra está destinada a quedar vacía de seres humanos como consecuencia de su juego temerario e irresponsable con los virus de diseño y las amenazas biológicas.</p><p>Ajenos a las causas de todo esto, en la localidad siciliana de Cefalú viven Anna y su hermano pequeño Astor. Anna ha visto morir a su madre, ha debido deshacerse del cadáver, ha tenido que cuidar de su hermano y, por supuesto, ha afrontado unas situaciones de riesgo y de peligro impropias para una persona de apenas trece años de edad. Para conseguirlo, ha diseñado un mundo a su alrededor donde el «Afuera «está lleno de amenazas y, para su hermano Astor, de una muerte segura. Con estas premisas fantásticas la situación permanece estable y controlada, con unas vidas incluso monótonas a pesar del caos que los rodea, hasta que un día todo cambia de repente.</p><p>La novela nos introduce de cabeza en el tema de la madurez, de cómo nos enfrentamos a la vida desde la tierna infancia, de cómo crecemos y aprendemos a salir adelante. Y para ello nos sitúa en un contexto post-apocalíptico donde no queda otra alternativa, para Anna y su hermano, que seguir sobreviviendo y saliendo adelante un día tras otro. Con la particularidad, en este caso, de una espada de Damocles, cruel y definitiva, que se cierne sobre la cabeza de la niña, con plena consciencia por su parte. A ella nadie la ha engañado, sabe que va a morir, e intenta aprender las claves de la vida al ritmo que mejor puede, con la única guía de un cuaderno que su madre le ha dejado, el cuaderno de “Las Cosas Importantes”, donde están las instrucciones claras y precisas sobre qué hacer en los difíciles casos con los que se va a encontrar desde ese momento y hasta su muerte.</p><p>Pero igual que la vida no está sólo en los libros, tampoco lo está sólo en los cuadernos. Anna se enfrenta a situaciones imprevistas e inesperadas y, en base a ellas, tomará decisiones que le servirán para realizar nuevas anotaciones en un cuaderno que, algún día, tendrá que heredar su hermano. Aquí tenemos a la hermana, a Anna, convertida en madre. A una Anna en la pubertad, convertida de repente en una persona adulta. A una Anna inocente y hasta hace poco ingenua, enfrentándose a decisiones que la exponen de la forma más brusca ante una realidad cruel y alocada. El mensaje de Ammaniti parece claro: la adultez no es una cuestión biológica sino social y personal. Los retos de la vida son los que nos hacen madurar y prepararnos para la supervivencia, no el llegar a una edad concreta, a desarrollar unas características biológicas concretas, o a alcanzar un status concreto dentro de nuestro grupo.</p><p>Para que este mensaje quede más claro, a lo largo de la novela Anna se enfrenta con grupos de niños y niñas altamente jerarquizados, donde se desarrollan relaciones de poder basadas en el estatus o en la fuerza, pero en las que la inteligencia propia de las personas adultas está totalmente fuera de lugar. En estos grupos se tiende al ritualismo o al salvajismo (como en El señor de las moscas), a vivir en condiciones caóticas y paupérrimas, pues el ejercicio del poder ha desplazado no ya al bienestar sino a la misma idea de bien y mal.</p><p>Otro punto interesante de esta bellísima y cautivadora novela está en su forma de dibujar el concepto de adultez. Para evitar caer en una idea idealizada y monolítica, tanto con Anna como con sus compañeros de andanzas (su hermano Astor, un chico que conoció durante sus andanzas llamado Pietro, o un cánido de tres nombres conocido por ella como Mimoso), enlaza sus personalidades con las de sus familiares más próximos, para trazar una línea genealógica de continuidades y discontinuidades que nos permite vislumbrar no sólo un mensaje de fondo respecto a la importancia de la familia sino también de la importancia de la educación en valores. Todos estos personajes tienen un pasado conectado con la familia y amistades que los determina y explica su forma de ser. Sólo en el caso de los personajes donde esos lazos no existen o, si lo han hecho, han sido olvidados o relegados hasta el punto de perder influencia, surge la naturaleza humana caótica y pérfida como guía de una vida vivida sin sentido ni del ser ni del hacer -irónicamente, sí del tener-.</p><p>Anna se define también como una novela de aprendizaje. Durante el camino, todos los personajes principales han experimentado profundos cambios en sus vidas. Por supuesto Anna, como personaje principal y guía de los demás, es el que más cambios experimenta. Pero, más allá de lo estrictamente cuantitativo, el lector percibe con claridad que están habiendo transformaciones morales y éticas profundos en todos ellos. Anna accede a los cambios biológicos de la menstruación, a los psicológicos de sentirse amada, a los emocionales de sentirse responsable de la vida de otras personas, etcétera. Astor siente la fascinación por una realidad que le es ajena y totalmente desconocida, la necesidad de querer sentirse parte de algo formado por otros distintos a él, o el orgullo de tener un perro bueno y obediente que otros quisieran para sí. Nuevamente: las experiencias, y no la edad, son las que nos van curtiendo y enseñando a progresar en la vida.</p><p>La belleza del texto está también en un manejo del ritmo absolutamente perfecto. El tiempo es una variable relevante para los personajes, pero sólo va afectando a la trama en la medida en que son conscientes de ello. Al principio, claro, cuando viven en su mundo protector de fantasía, el tiempo nos aparece en suspenso, sin relevancia alguna en su cotidianeidad o en sus posibilidades de existencia. Pero va tomando poco a poco cuerpo y velocidad, a medida que los sucesos y los cambios se van produciendo, haciéndolos a cada uno, en su justa medida y a su momento, más o menos conscientes de la importancia de cada instante vivido. De forma que el elenco formado por esta pequeña joven familia se individualiza, se diferencia y personaliza, en sus ritmos y formas de acceder al sentido de la vida; demostrándonos un amplio elenco de recursos y posibilidades a la hora de buscarle un significado al día a día.</p><p>La nueva mirada de la ciencia-fición hacia el apocalipsis ha enriquecido al género. Al liberar a las tramas de la necesidad de construir escenarios científico-técnico elaboradísimos, donde la coherencia científica no desentonase respecto a los demás elementos ficcionales, ha permitido también el centrarse más en los personajes y en sus vivencias. Con un nuevo sentido de la vida, más trágico en cuanto a lo definitivo de su final, nos lleva también a reflexiones creativas de mayor profundidad y densidad, con un marcado acento existencialista y humanista en el cual todos podamos participar, pues todos somos partícipes. La ciencia-fición contemporánea ya no nos manda flotadores salvavidas en forma de nuevas sorprendentes tecnologías, naves espaciales evacuadoras o generosas civilizaciones extraterrestres. Ahora todos somos corresponsables de un destino global compartido, y de un posible definitivo final sin remedio, ante el que se nos expone cara a cara, sin tapujos ni paños calientes.</p><p>Una nueva forma de mirar hacia el futuro en la que Anna destaca como una de las formas más bellas, inteligentes y positivas de afrontarlo. Ammaniti ha creado una novela post-apocaliptica maravillosa, adictiva e hipnótica. Posiblemente, una de las novelas sobre esta línea temática que quedará para siempre en nuestra memoria, pues olvidarla se me antoja, sencillamente, un imposible.</p><p><b><span style="font-size: large;">RESEÑA EN ELPERIODICO.COM</span></b></p><p><b>ANNA, NICCOLÒ AMMANITI: INFANCIA, VIDA Y APOCALIPSIS</b></p><p>La fe en el futuro de Niccolò Ammaniti</p><p>El escritor italiano publica 'Anna', una fábula distópica sobre el paso de la niñez a la edad adulta</p><p>ELENA HEVIA / BARCELONA</p><p>Quizá la crítica reciba con opiniones dispares las novelas de Niccolò Ammaniti (Roma, 1966), pero lo cierto es que el público jamás lo ha abandonado desde que apareció 'No tengo miedo' (Premio Viareggio) y algo más tarde logró otro premio mayor, el Strega por 'Come Dio comanda', todavía no traducida en España. Lo que trae ahora al italiano a Barcelona es 'Anna' (Anagrama / Angle), una fábula apocalíptica con ecos de 'La nube púrpura' de Shields, 'Soy leyenda' de Matheson y, sobre todo, de' El señor de las moscas' de William Golding, porque como en aquella unos niños en el filo de la adolescencia luchan solos frente al mundo. Aquí en una Sicilia distópica donde un raro virus solo ataca a los adultos. El problema para Anna, la adolescente protagonista, es que ella misma está a punto de traspasar esa línea roja, con los presumibles resultados.</p><p>El autor puede cambiar mucho en tono y en temas, aunque en buena parte de sus libros hay una mirada comprensiva pero sin complacencia al complejo tema del paso de la infancia a la edad adulta. ¿Por qué? “Prometo, dice el escritor en tono divertido, no volver a reincidir y no escribir una novela más en torno a la adolescencia. Ya lo prometí en otras ocasiones pero luego me olvidé y aquí tienen una novela sobre ese asunto”. Le fascina -asegura- la transformación que se produce en esa etapa, no solo desde el punto mental sino sobre todo desde el punto de vista físico. Lo que ocurre es una sorprendente metamorfosis, “como cuando el renacuajo se convierte en rana”. De su habilidad para relatar ese momento delicado dice mucho que el septuagenario Bernardo Bertolucci eligiera su novela 'Tu y yo' (también sobre el mismo tema) como base de su última película.</p><p>‘Anna’ se construye sobre una fantasía infantil del autor. “De niño yo quería que los mayores desaparecieran y así nadie pudiera obligarme a ir al colegio o impedirme comer chuches en el supermercado”. Más tarde, adolescente, se veía a sí mismo, como el último chico vivo en el mundo, cogiendo un aeroplano para sobrevolar la casa de la actriz de moda, Edwidge Fenech (la Susana Estrada de la comedia erótica italiana de los 70) con una pancarta: “Edwidge, búscame estoy vivo”.</p><p>Para él, como escritor, ha sido muy estimulante imaginar un mundo donde no existen reglas. “Uun mundo donde no existen reglas. “n territorio deshabitado que es necesario reconstruir, algo parecido a un western”. Y aunque el resultado a algunos les pueda resultar desesperanzado, Ammaniti sostiene que este es su libro con más carga de esperanza . “En las épocas más oscuros la esperanza es el motor de cambio del hombre, está en nuestro adn. Mi protagonista, Anna, no está impulsada por la fe sino por las ganas de descubrir lo que hay al otro lado del mar.</p><p>Relativiza el autor esta sensación de crisis europea, de pérdida de confianza en un futuro difícil de imaginar, que ahora impera. “Hay que contemplar la historia de la humanidad en periodos muy largos, más allá de tu propia vida y la de tus hijos. Lo que viene después es solo una idea filosófica”. Siguiendo esta regla, su desazón es a corto plazo. Ammaniti, el Ammaniti tan preocupado por los adolescentes, no tiene hijos. “Así puedo estar más tranquilo”, dice con sorna. </p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;"><b>RESEÑA EN CULTURAMAS.ES</b></span></p><p>«Anna», la sorprendente aventura distópica de Niccolò Ammaniti</p><p> 26 junio, 2016 Benito Garrido </p><p>«Eran criaturas desesperadas, que iban a la deriva en medio de un mar de cenizas. Había visto muchos. Tenían calvas en el pelo, las orejas llenas de garrapatas que colgaban como racimos, se les marcaban las costillas. Se mataban por los restos de un conejo».</p><p>Llega a las librerías Anna (Editorial Anagrama), último trabajo del escritor italiano Niccolò Ammaniti, una distopía íntima y apocalíptica que una vez más demuestra la capacidad narrativa de un autor en estado de gracia. Ammaniti, que ya había abordado la infancia y la adolescencia en varias novelas anteriores, insiste en el tema, y lo hace combinando la ciencia ficción distópica, la narración de aventuras y la novela de iniciación. Un mundo poblado mayoritariamente por niños en el que platean muchas cuestiones: ¿Cómo sobreviven? ¿Cómo se interrelacionan sin la presencia dominante y represora de los adultos? ¿Cómo afrontan los miedos y las incertidumbres?</p><p>«Despertó de repente en medio de la oscuridad y el silencio. Tardó unos segundos en recordar dónde estaba. Pensó en salir a hacer pis pero cambió de idea. No había luna. No vería nada y estaría indefensa».</p><p>Un virus, que empezó a manifestarse en Bélgica, se ha extendido por el mundo como una epidemia. Tiene una particularidad: sólo mata a los adultos. Los niños lo incuban, pero no les afecta hasta que crecen. Sicilia en un futuro próximo. Todo está en ruinas. A la enfermedad que el virus produce la llaman La Roja, y circulan extrañas teorías sobre supuestos modos de inmunizarse. Anna, que tiene trece años, debe rescatar a su hermano pequeño Astor y emprender con él un viaje que los llevará hasta Palermo y después hasta Messina. El objetivo: cruzar el estrecho y alcanzar el continente, donde acaso Anna, a la que por edad la muerte ya acecha, encuentre el modo de salvarse. Les acompaña un perro, y cuentan como bitácora con un cuaderno de tapas marrones que les dejó su madre antes de fallecer. Lo tituló “Las cosas importantes” y anotó en él algunas instrucciones útiles para sobrevivir.</p><p>«Era ese momento del alba en que la noche y el día tienen el mismo peso y las cosas parecen más grandes de lo que son. Al fondo de la llanura se veía una franja blanquecina y el viento susurraba en los trigales que se habían salvado del fuego»</p><p>Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) es la gran figura literaria italiana de su generación, alabado por la crítica, galardonado con el Strega y el Viareggio, los premios más prestigiosos, con incontables lectores y traducido a 44 lenguas. Entre sus novelas destacan Te llevaré conmigo y No tengo miedo. De él se ha escrito: «Está en lo más alto del muy fecundo y brillante grupo de jóvenes escritores de nuestros días» (Renato Barilli); «Un talento extraordinario, el escrito más versátil» (Antonio d’Orrico); «La nueva palabra italiana para el talento es Ammaniti» (The Times); «Ammaniti ha creado un retrato convincente de la Italia contemporánea, y ha aportado un necesario contrapeso a los retratos románticos y turísticos del país. Y aun así, a pesar de la dureza de su mundo, el calor humano burbujea entre sus grietas. Preferiría perderme en el mundo alienado de Ammaniti que en muchos otros» (Matthew Kneale, Financial Times); «Un escritor de una gran imaginación y una notable sutileza moral» (Times Literary Supplement). Otras obras del autor: Que empiece la fiesta, Tú y yo.</p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;"><b><br /></b></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-25525506057758662972023-05-02T18:31:00.006+02:002023-05-02T18:31:48.630+02:00Nos vemos el 10 de mayo a las 18.30h para comentar la lectura de "Dime una palabra más", de Iaia Caputo.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCNRdEdtV0cRbIDhFL70XDDS2vWfVGcykRDjM-WfZqn1_wOSCgfsCZPpZvLT9UuIqeIQYY84QVIvQaDNhySVI7ZHX6eChIjHD7fsgp0YA3ked1Xy70a9IWF8bK2f1GtKk61c4bOOETKWXSU30WLymRApWXWbeJIt2gWRzGQxUCcYJS-bQdL3at141U/s277/iaia%20caputo%20foto.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="182" data-original-width="277" height="421" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCNRdEdtV0cRbIDhFL70XDDS2vWfVGcykRDjM-WfZqn1_wOSCgfsCZPpZvLT9UuIqeIQYY84QVIvQaDNhySVI7ZHX6eChIjHD7fsgp0YA3ked1Xy70a9IWF8bK2f1GtKk61c4bOOETKWXSU30WLymRApWXWbeJIt2gWRzGQxUCcYJS-bQdL3at141U/w640-h421/iaia%20caputo%20foto.jpeg" width="640" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJQNNu1T9dHo1XYD8A-LXG_gCIi0g0L7PcsY1UM_ZoYGgKTePtFVAMI2Yc_yHqR6bHBCd_Vosj2-sHNqFsWSP7vCdQS0VKsD9NbWKT5Y6KTAjz_zemZJFDVe1bKp2DhQlJiWDSKf5P9CizClqEtPTLG9L_QBzAf_s6PI-iv5_BJYyklcsr2bH0UvLw/s947/iaia%20caputo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="947" data-original-width="622" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJQNNu1T9dHo1XYD8A-LXG_gCIi0g0L7PcsY1UM_ZoYGgKTePtFVAMI2Yc_yHqR6bHBCd_Vosj2-sHNqFsWSP7vCdQS0VKsD9NbWKT5Y6KTAjz_zemZJFDVe1bKp2DhQlJiWDSKf5P9CizClqEtPTLG9L_QBzAf_s6PI-iv5_BJYyklcsr2bH0UvLw/w420-h640/iaia%20caputo.jpg" width="420" /></a></div><br /><p></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;">Nos vemos el 10 de mayo a las 18.30h para comentar la lectura de "Dime una palabra más", de Iaia Caputo.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>SANTIAGO GASCÓN ENTREVISTA A IAIA CAPUTO PARA HERALDO DE ARAGÓN, SUPLEMENTO DE "ARTES Y LETRAS"</b></span></p><p style="text-align: justify;">Iaia Caputo: «La memoria es infiel a la realidad»</p><p style="text-align: justify;">El escritor y psicólogo Santiago Gascón dialoga con Iaia Caputo</p><p style="text-align: justify;">SANTIAGO GASCÓN</p><p style="text-align: justify;">ACTUALIZADA 13/4/2011 A LAS 22:28</p><p style="text-align: justify;">La escritora Iaia Caputo publica su obra «Dime una palabra más».Iaia Caputo: «La memoria es infiel a la realidad»</p><p style="text-align: justify;">Iaia Caputo publica en Xordica Editorial «Dime una palabra más», con traducción al castellano de Eduardo Martínez de Pisón de su novela «Dimmi ancora una parola».</p><p style="text-align: justify;">Iaia Caputo (Nápoles, 1960) es escritora y periodista en «Diario di Repubblica» o la RAI. Sus libros giran en torno al papel de la mujer en diversos ámbitos, los abusos a menores o el paso del tiempo. Comprometida con los derechos de la mujer, participa en diversos organismos y es promotora del movimiento «Se non ora quando?», nacido en respuesta al trato sexista de la prensa italiana respecto a los escándalos sexuales protagonizados por Silvio Berlusconi.</p><p style="text-align: justify;">Su mejor carta de presentación son los ensayos: «Di cosa parlano le donne quando parlano d’amore» (De qué hablan las mujeres cuando hablan de amor) y ‘Le donne non invecchiano mai’ (Las mujeres no envejecemos nunca). En ‘Dime una palabra más’ describe las dificultades, contradicciones y conflictos de una mujer, que pueden ser muchas mujeres en una época de grandes cambios con un estilo y un tono sobrio que calificaría de amarga belleza.</p><p style="text-align: justify;"><b>Sé que es un argumento manido, pero ¿no le molesta cuando se afirma que esta novela gustará a las mujeres?</b></p><p style="text-align: justify;">La cuestión es que nunca se habla de narrativa para hombres. La literatura es universal y se ha creado un subgénero al que llaman narrativa femenina, una etiqueta que degrada a la autora. Las mujeres constituimos casi el 80 por ciento de los lectores, leemos a escritores y a escritoras, contribuimos a su éxito. Como consumidoras somos de interés, como escritoras se nos condena al ghetto de escribir para una parte.</p><p style="text-align: justify;">Me gusta leer a Ginzburg, a Morante, a escritoras estadounidenses y de esta tierra, como Cristina Grande o Eva Puyó. Creo que describen el mundo externo e interno de una forma diferente.</p><p style="text-align: justify;">Bueno, afirmamos que los hombres han escrito de guerras y de aventuras, pero ¿dónde colocamos a Flaubert o a Proust? No creo que para un poeta, para un narrador, que se haya visto obligado a salir de sí mismo, a describir lo que nunca ha vivido, valgan las diferencias de género.</p><p style="text-align: justify;"><b>En literatura, el sentido del humor no goza de prestigio y algo similiar ocurre con las emociones.</b></p><p style="text-align: justify;">No estoy de acuerdo, la literatura es la historia de los sentimientos, de contradicciones inconfesables, del miedo que nos acompaña y de las debilidades más terribles.</p><p style="text-align: justify;"><b>La protagonista de tu novela trata de comprende el mundo con la necesidad de encontrar referencias, no posee de más modelo que un padre viejo y una madre demasiado inmadura.</b></p><p style="text-align: justify;">Quería narrar la educación sentimental de una mujer que fue muchacha en los setenta, en medio de grandes transformaciones, de lo complicado que resultaba construir una identidad femenina. Ella no puede reconocerse en el modelo materno, debe inventarse, pero corre el riesgo de perderse y ser excluida como miembro de su género.</p><p style="text-align: justify;"><b>Pertenecemos a una generación que vivió su juventud en blanco y negro. Afirmas que si no es posible escapar a la ficción, podemos morir aplastados por la realidad. Toda novela tiene una antesala autobiografía y hay mucha vida en esta historia.</b></p><p style="text-align: justify;">Que exista autobiografía no es lo importante. Lo que cuenta es si quieres hablar de ti o desde ti. Una novela debe ser capaz de afectar al lector, que se formule preguntas, ojalá servir de espejo. Volviendo a tu pregunta, sin duda hay gran parte de mí, pero huyo de contar mi historia, sino la de muchas mujeres de mi generación. En ‘Dime una palabra más’ podemos encontrar parte de nosotros, tengo la esperanza de que un gran número de varones reconozcan a las mujeres que han amado.</p><p style="text-align: justify;"><b>Recordar es reconstruir, una posibilidad de reparar, de ajustar cuentas.</b></p><p style="text-align: justify;">«No se escribe gracias a la memoria, sino contra ella», es una frase de la novela. La memoria no tiene nada que ver con los recuerdos, sino con la invención. Es infiel a la realidad, una mentira a través de la que podemos llegar a la verdad.</p><p style="text-align: justify;"><b>¿Puede ser una terapia escribir?</b></p><p style="text-align: justify;">Por supuesto, sólo tomando distancia podemos perdonar, reconciliarnos incluso con recuerdos tremendamente dolorosos. Escribir ayuda porque es una tarea que requiere de voluntad de controlar el estilo y de un trabajo agotador que resucita pasiones y necesitamos dejar que afloren.</p><p style="text-align: justify;"><b>La protagonista describe sus primeras experiencias con el sexo como una unión del cuerpo, del corazón y de la cabeza. Es una concepción poco acorde con los tiempos. ¿De qué hablan las mujeres cuando hablan entre ustedes de amor?</b></p><p style="text-align: justify;">De lo que durante milenios ha sido nuestro espacio de sabiduría. El amor es algo que las mujeres han debido reinventar y otorgar los cuidados de un fuego sagrado. Se nos privó de la experiencia del mundo, así que los afectos fueron nuestro reino y nuestra prisión. Lo que podemos rescatar de esta historia de apartheid es un conocimiento profundo de los sentimientos que ahora debemos compartir con el hombre. El amor ya no es nuestro espacio, estamos en el mundo, aunque falte camino por recorrer y amar sea cosa de dos.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">EN LA WEB DE LA LIBRERÍA PALAZZO ROBERTI (BASSANO DEL GRAPPA)</span></b></p><p style="text-align: justify;">jueves 8 septiembre 2022</p><p style="text-align: justify;">a las 17:00</p><p style="text-align: justify;">Té de septiembre con libros con Iaia Caputo</p><p style="text-align: justify;">Nuestro club de lectura</p><p style="text-align: justify;">Cita con el autor para este especial de septiembre "Té con libros". De hecho, estará con nosotros Iaia Caputo que presentará su novela La versión de Eva , Mondadori.</p><p style="text-align: justify;">La versión de Eva : Cuando muere, Eva Perón sigue siendo una niña, una niña que se ha ganado la devoción amorosa de su pueblo y ha dejado huellas sensibles en el imaginario del mundo entero. Desde 1952 no ha dejado de volver a escena como fantasma, como aparición, como alegoría. Se la revive en el cine, en las biografías históricas, en los musicales, y sigue siendo un personaje del siglo XX que traspasa el límite del milenio y se presenta, en una luz tornasolada y casi feroz, cantando su canción. </p><p style="text-align: justify;">Iaia Caputo se escapa de la "canción", entra a Evita y al mismo tiempo la espía a través de los ojos de diferentes testigos, la sigue desde su adolescencia desgarrada hasta la juventud de una redención que llega bocado tras bocado: haber llegado a la cima del poder, encarnar El alma misma del peronismo pronto salió de escena bajo la luz cegadora de una santidad enfermiza. La "versión de Eva" es en realidad una versión que multiplica las voces y dibuja un destino aún inacabado, casi como si la determinación de una mujer que se inventó a sí misma y que creció demasiado rápido hubiera ido de la mano de las máscaras a través de las cuales el mundo pensó que lo sabía.</p><p style="text-align: justify;">Iaia Caputo cuenta la historia de la niña "bastarda", la joven en busca del éxito en la despiadada y deslumbrante Buenos Aires de los años treinta y la Dama de Argentina, la fiebre de los gestos y el candor de la inspiración, la retórica inclusiva y la teatro tras bambalinas, vulgaridad y elegancia, inteligencia política y el exceso de sus pasiones, cuenta la espiral de voces que la acompañó, y nos sorprende con un nuevo grano de voz, capaz de reescribir y reinventar no tanto ese personaje como la obsesión que se ha convertido en su imaginación.</p><p style="text-align: justify;">Iaia Caputo(Nápoles, 1960) Vive en Milán. Imparte cursos y talleres de escritura creativa y autobiográfica. En el área de no ficción ha publicado De qué hablan las mujeres cuando hablan de amor (2001), Las mujeres nunca envejecen (2009), El silencio de los hombres (2012). Sus novelas son Dime una palabra más (2006), Ella era mi madre (2016) y El sabor de una vida (2020).</p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;">EN LA WEB SOLOLIBRI.NET, RESEÑA DE ISABELLE BOLONDI</span></b></p><p style="text-align: justify;">Dime una palabra más sobre Iaia Caputo</p><div class="row-flex" style="-webkit-box-direction: normal; -webkit-box-orient: horizontal; box-sizing: border-box; display: flex; flex-flow: row wrap;"><div style="box-sizing: border-box;"><h1 class="titolo-articolo" style="box-sizing: border-box; line-height: 1.1; margin: 0px 0px 5px; text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: small;">Nápoles, años 60. Tras presenciar la dolorosa separación de sus padres, la pequeña protagonista de la novela da rienda suelta a su rebeldía, buscando en las numerosas historias sentimentales conquistar por sí misma la estabilidad emocional. Una novela escrita con gran capacidad para dominar un tema a menudo mélo, que sin embargo se redime con intensas páginas de reflexión sobre la condición de la mujer que paga un alto precio por el deseo de libertad y el deseo de afirmación profesional.</span></span></h1><h1 class="titolo-articolo" style="box-sizing: border-box; line-height: 1.1; margin: 0px 0px 5px; text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></h1><h1 class="titolo-articolo" style="box-sizing: border-box; line-height: 1.1; margin: 0px 0px 5px; text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: small;">Isabel Bolondi</span></span></h1><h1 class="titolo-articolo" style="box-sizing: border-box; line-height: 1.1; margin: 0px 0px 5px; text-align: justify;"><span style="font-size: medium; font-weight: normal;">Estamos en Nápoles, en una familia burguesa de finales de los 60. La protagonista de la historia, narrada en tercera persona, es solo una niña, que vive con una madre niña y un padre influyente, rico, poderoso... Pronto es testigo de la violenta separación de sus padres y es precisamente en el clima de ruptura del equilibrio familiar que hace valer ella misma su rebeldía, dirigida sobre todo a conquistar una estabilidad emocional que se engaña a sí mismo que los hombres, numerosos, pueden darle. A lo largo de su vida estará la sombra de un hombre maduro, el amante, que fue el primero en seducirla cuando era muy joven, y que representa lo negativo de la relación entre hombre y mujer. Todos los encuentros que la protagonista realizará en los años siguientes serán una frustrada repetición de su incapacidad para establecer una relación de verdadera confianza e igualdad con el sexo opuesto.</span></h1><h1 class="titolo-articolo" style="box-sizing: border-box; line-height: 1.1; margin: 0px 0px 5px; text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></h1><h1 class="titolo-articolo" style="box-sizing: border-box; line-height: 1.1; margin: 0px 0px 5px; text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: small;">En el fondo de la narración, el Nápoles de la redacción del periódico, las fugas a Capri, escondidos en autos lujosos en la colina de Posillipo, y luego la fuga hacia el norte, con un marido tranquilo y la ausencia de deseo de tranquilidad en la parte del protagonista.</span></span></h1><h1 class="titolo-articolo" style="box-sizing: border-box; line-height: 1.1; margin: 0px 0px 5px; text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></h1><h1 class="titolo-articolo" style="box-sizing: border-box; line-height: 1.1; margin: 0px 0px 5px; text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: small;">Una novela escrita con gran capacidad para dominar un tema a menudo mélo, que sin embargo se redime con intensas páginas de reflexión sobre la condición de la mujer que paga un alto precio por el deseo de libertad y el deseo de afirmación profesional, que han sido la característica biográfica de las últimas décadas para muchas mujeres jóvenes.</span></span></h1><div style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-large;"><br /></span></b></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>EN LA WEB ILMIOLIBRO, RESEÑA DE LARA CRINÒ</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: normal;"><span style="font-size: small;"><br /></span></span></div><div><span style="font-size: small;"><div style="text-align: justify;">Las reseñas de Repubblica y la red Gedi</div><div style="text-align: justify;">Érase una vez</div><div style="text-align: justify;">de Lara Crinò, Mujeres "Lib"09 de septiembre de 2006</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Autobiografía sentimental, reflexión sobre el sentimiento amoroso, microhistoria femenina de una generación.</div><div style="text-align: justify;">Con Dime una palabra más Iaia Caputo vuelve a escribir después de De qué hablan las mujeres cuando hablan de amor y nos regala un libro incierto entre géneros pero seguro en el relato de emociones. “Es una novela por necesidad de una etiqueta”, dice el autor, “pero aún mejor la llamaría una memoria falsa. Porque cuando recorremos el pasado, inventamos recuerdos”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un libro de memorias que, a lo largo de la corriente de los amores, narra la vida de una niña napolitana desde los años 60 y 70 hasta la actualidad. Infancia en una familia burguesa, con una hermosa madre joven y un padre que vino de la nada y se hizo poderoso. Luego la adolescencia en una Nápoles elegante y borrosa, atravesada sobre un deportivo o captada por el humo y el parloteo de la redacción de un periódico. Y la aparición del Amante, mayor y casado, con los "gestos confiados de un varón que considera el mundo</div><div style="text-align: justify;">un campo de batalla".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un amante a la Duras, fuente y destino de ese “deseo arrogante, arrogante pero inocente” que forma parte de la juventud y deja pesar en la vida del protagonista. Entregándolo a una edad adulta que no sea infeliz sino seca, de esa sequedad que llega cuando has llorado demasiado. Con una hija, un trabajo en el Norte y un marido por el que sentir un profundo e inquieto afecto. Como adulta, a esta mujer le parece que ya no conoce hombres sino solo "niños mayores".</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Escribo en un momento que un hombre quizás no sea más que una nostalgia. Por los varones de la generación de nuestros padres, que salieron de la guerra. Dotados, incluso cuando eran muy jóvenes, de su propia "edad adulta" que ahora ha desaparecido. Luego estaba el hombre arquetípico que sale al mundo. Egoísta pero también capaz de creer en el futuro y hacerlo realidad. Sin embargo, los hombres del pasado también trajeron consigo un silencio. Dejaron a las mujeres esperando una palabra que nunca llegó. Oh, pero eso tiene que ver con otra cosa. Con una barrera interior entre hombres y mujeres que no ha desaparecido del todo. En efecto, aquellos hombres tan silenciosos, el Padre o el Amante, disponían de las palabras justas. Hoy es difícil hablar de amor.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div></span></div></div></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-69489038717190419282023-04-05T18:38:00.007+02:002023-04-05T18:38:50.759+02:00MIÉRCOLES 12 DE ABRIL A LAS 18.30h, CHIARA GAMBERALE Y "LA LUZ EN CASA DE LOS DEMÁS"<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggJ7BNbgsDRBg_h8-lxVK6Ukt8LXx86neiup5RWPnN32mQH-HuxwJK8dR4H9txpsfiXic9UDwmcn7kF59A7mgPL2fvCCllARZNRLdouzJblaJrcRv9TTjqUN2NhmjHC3sue43hqmhcB7ynhRb_P7Q31E8OQwcJZyWc8YXkII33_2_VnD563wVJtpVq/s1110/194339813-5f34001c-e5d5-4919-9ad3-e5c81a9b594f.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="740" data-original-width="1110" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggJ7BNbgsDRBg_h8-lxVK6Ukt8LXx86neiup5RWPnN32mQH-HuxwJK8dR4H9txpsfiXic9UDwmcn7kF59A7mgPL2fvCCllARZNRLdouzJblaJrcRv9TTjqUN2NhmjHC3sue43hqmhcB7ynhRb_P7Q31E8OQwcJZyWc8YXkII33_2_VnD563wVJtpVq/s320/194339813-5f34001c-e5d5-4919-9ad3-e5c81a9b594f.jpg" width="320" /></a></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglQFrBaDrxUTzJsVwCist27VxpiPwXjGOum-HJI_vhzTdyomgtwa9HwACS_OHFJmc6z4AG7l-WCKGo_o9AU_NVk08QvHZ5G2vz52stvoYRvvrxz8082STf2zaXVGxgToK946vEUBx9CRAkNgOQbLyVMhT8I2WgsJYaL_PNHCyCkk7aQoPQsNY6ek9m/s350/9788432224669.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="350" data-original-width="229" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglQFrBaDrxUTzJsVwCist27VxpiPwXjGOum-HJI_vhzTdyomgtwa9HwACS_OHFJmc6z4AG7l-WCKGo_o9AU_NVk08QvHZ5G2vz52stvoYRvvrxz8082STf2zaXVGxgToK946vEUBx9CRAkNgOQbLyVMhT8I2WgsJYaL_PNHCyCkk7aQoPQsNY6ek9m/s320/9788432224669.jpg" width="209" /></a></div><br /><p></p><p>Nos vemos el miércoles 12 a las 18.30h para hablar de Chiara Gamberale y "La luz en casa de los demás". Os incluyo algunas reseñas de interés:</p><p><br /></p><p><span style="font-size: x-large;">EN "EL ESPAÑOL"</span></p><p style="text-align: justify;">14 septiembre, 2012 </p><p style="text-align: justify;">Rafael Narbona</p><p style="text-align: justify;">Chiara Gamberale</p><p style="text-align: justify;">Traducción de I. Glez. Gallarza. Seix Barral. Barcelona, 2012. 474 pp., 20 e. ebook: 13'29 e</p><p style="text-align: justify;">Chiara Gamberale (Roma, 1977) ha conseguido el reconocimiento internacional con una novela rebosante de humor y ternura. Con una prosa fluida y ligera, que consigue imprimir al relato el ritmo vertiginoso de una "screwball comedy", pero con ese tono entrañable y disparatado del cine italiano de finales de los cincuenta, La luz en casa de los demás se adentra en la sociedad contemporánea, donde el concepto de la familia tradicional ha experimentado una profunda crisis que ha cedido paso a fórmulas alternativas, cuya diversidad no impide un anhelo común de felicidad. Maria es una mujer de unos treinta años que trabaja de administradora del 315 de Grotta Perffeta, cuando el caótico tráfico de Roma se cobra su vida en un accidente de moto. La muerte no acontece como la consumación de un destino trágico, sino de una forma banal. El último pensamiento de Maria antes de rodar por el asfalto y golpearse contra un coche aparcado en segunda fila es un recuerdo difuso sobre su cita con el dentista. Al margen de su independencia y su carácter inconformista, sólo deja una carta dirigida a su hija Mandorla, escrita al poco de nacer la niña. La comunidad de vecinos decide cuidar a la pequeña, adoptando su tutela de forma colectiva.</p><p style="text-align: justify;">Mandorla significa Almendra. Es un nombre hermoso y enigmático, que contiene un secreto, pues su madre ha señalado en su carta que el padre es uno de los vecinos. Alterando la letra para reproducir la presunta caligrafía de la madre, la carta expresa el deseo de que la recién nacida conozca la felicidad de amar y ser amada, sin renunciar a su necesaria autonomía para viajar, trabajar, aprender idiomas, ilusionarse y desilusionarse, comprometerse y tal vez desencantarse. Maria aconseja a su hija que mantenga el corazón abierto a lo insólito, sin repudiar lo que escape a su comprensión. No hay en la carta amargura ni pesimismo, sino una vitalidad desbordante que no contempla el rencor o la desesperanza.</p><p style="text-align: justify;">Mandorla llevará a cabo su aprendizaje en cinco hogares, con escenarios completamente diferentes: Tina vive sola, los Barilla son una familia convencional, Lidia y Lorenzo conviven como pareja de hecho, Caterina y Samuele acabarán separándose y Paolo y Michelangelo no ocultan su identidad homosexual, involucrándose cada año en la fiesta del Orgullo Gay. Entre los 6 y los 17 años, Mandorla contempla los estragos de la soledad, los problemas de pareja, la absurda preocupación por las apariencias, el miedo a los sentimientos reprimidos, la militancia homosexual desinhibida, las brechas generacionales, la imposibilidad de conocer al otro, los conflictos de una comunidad que ya no se ajusta a un único modelo social, sino que reivindica el derecho individual a escoger caminos divergentes.</p><p style="text-align: justify;">Mandorla crece, conoce el amor, el desengaño, el miedo al rechazo y el deseo de agradar. Necesita forjar su identidad, pero las dudas de la adolescencia se multiplican en un contexto donde todos los valores son reversibles y ninguna opción resulta inaceptable, salvo la mentira y el infortunio. Chiara Gamberale maneja con soltura los diferentes planos narrativos, integrando todas las historias en una trama que avanza sin experimentar caídas o incongruencias. Aunque algún personaje afirma que "la vida es un asco", no es esa la sensación que predomina en una novela donde el autor muestra afecto e indulgencia hacia sus criaturas. Tal vez el único reproche que se pueda hacer al relato es la contención de los componentes trágicos y ciertas reacciones previsibles, que a veces acercan a los personajes al estereotipo.</p><p style="text-align: justify;">No es el universo de Ammaniti o del primer Visconti, con sus personajes marginales, autodestructivos y atormentados, sino la Italia de Melania G. Mazzucco aplacada por las ficciones cinematográficas de Monicelli, donde la penuria se combatía con ingenio e ironía. Gamberale absuelve al ser humano y se muestra comprensiva con sus flaquezas. Los vecinos del 315 de Grotta Perfetta son un retablo de nuestra especie en un tiempo de mudanzas, donde las cosas no son perfectas, pero aún existe la posibilidad de cambiarlas. Los amores acaban, pero los afectos renacen. Mandorla finaliza su educación sentimental cuando comprende que el fracaso y éxito se alternan en un baile concertado por el azar y la necesidad.</p><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">EN EL BLOG <a href="https://evasan24.wordpress.com/2014/03/02/chiara-gamberale-la-luz-en-casa-de-los-demas/">"MIL Y UN LIBROS PARA DISFRUTAR"</a></span></div><div style="text-align: justify;"><div>Chiara Gamberale. La luz en casa de los demás</div><div><br /></div><div>Mar 2014</div><div>Posted by Eva </div><div><br /></div><div>la-luz-en-casa-de-los-demas_9788432209727Sinopsis: Maria, una mujer libre y carismática, es la administradora del 315 de Grotta Perfetta, en Roma. Cuando muere repentinamente, deja una hija de seis años; y deja también una carta. La niña se llama Mandorla —Almendra—, y ya sólo su nombre encierra todo el encanto y el absurdo del que será su destino, ya que Maria ha dejado escrito que el verdadero padre de Mandorla es uno de los hombres que vive en el edificio.</div><div><br /></div><div>Tras una asamblea de vecinos en la que nadie confiesa su paternidad, deciden criar a la niña entre todos. Así, Mandorla irá cambiando de casa de los 6 a los 17 años, adaptándose a cinco modelos de familia: será testigo de la soledad de Tina; vivirá la separación de Caterina y Samuele; acompañará a Paolo y Michelangelo al Orgullo Gay; se sentará a la mesa de los Barilla, una familia tradicional, y vivirá las turbulencias de la eterna pareja de hecho, Lidia y Lorenzo.</div><div><br /></div><div>Y mientras Mandorla crece, se enamora y busca a su padre, Chiara Gamberale nos recuerda que, antes de ser mujeres, maridos, padres o hijos, somos personas: maravillosas y terribles, con una infancia que nos persigue. En esta luminosa novela descubrimos que la familia es una alquimia indefinible: quien la tiene es consciente de su peso, hasta el punto de querer librarse de ella, y quien no la tiene la desea como el único escenario posible de la felicidad.</div><div><br /></div><div>Novela con un argumento original y con una frescura de la que carecen otras, se la ha comparado con la elegancia del erizo, pero yo con aquella no pude ni con treinta paginas, en cambio en esta la autora italiana le ha dado un toque cálido al tema a la vez que amargo.</div><div><br /></div><div>Ante la perdida de tu madre a los seis años como le ocurre a la protagonista se le plantea el eterno dilema de quien es su padre, algo que desde los once años se va metiendo en su cabecita, hasta que a los 18 no sabe si quiere en realidad saberlo o no.</div><div><br /></div><div>Nos presenta a los personajes, a medida que Mandorla cada año va cambiando de piso, todos ellos la profesan un enorme cariño y a la vez que vemos la relación que mantienen con la niña también nos ofrece una visión de los mismos con sus virtudes y defectos.</div><div><br /></div><div>Yo destacaría a dos personajes que tienen especial cariño a la niña, uno la Señorita Polidoro, una mujer sola que se vuelca totalmente en Mandorla y la Señora Barilla, que es una autentica madre. Sin menospreciar el afecto del resto de los personajes, cada uno lo hace lo mejor que sabe.</div><div><br /></div><div>Creo que es una novela sobre gente buena, novelas que no abundan mucho hoy en día.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;">EN EL BLOG <a href="http://juntandomasletras.blogspot.com/2013/02/la-luz-en-casa-de-los-demas-de-chiara.html">"JUNTANDO MÁS LETRAS"</a></span></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div>jueves, 28 de febrero de 2013</div><div>"La luz en casa de los demás", de Chiara Gamberale: defendiendo la diferencia</div><div> De un tiempo a esta parte, quizá desde que he sido madre, me interesa especialmente el niño como personaje literario, el esfuerzo que debe hacer un adulto para hablar, pensar y sentir como un niño y contarlo dentro de una buena historia. Por eso, he leído varios libros protagonizados por niños en los últimos meses. Desde luego, éste es uno de los que más me ha gustado.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Argumento:</div><div> </div><div> Si las reuniones de las comunidades de vecinos suelen ser largas y estériles a pesar de discutir problemas tan tontos como el color de los toldos o la ubicación exacta del aire acondicionado en la fachada, imagínate una comunidad que tuviera que ponerse de acuerdo sobre el futuro de una niña de seis años. ¿Y si decidieran hacerse cargo de ella entre todos los vecinos, convirtiendo cada uno de los pisos en un hogar para ella? Entonces… ¿cuánto durarían las reuniones de vecinos?</div><div><br /></div><div>Opinión:</div><div> </div><div> Bajo la anécdota, este libro esconde mucho más. La trama es sorprendente ya desde el comienzo: Mandorla es una niña de seis años cuya madre, Maria, acaba de morir en un accidente de moto. Ambas vivían solas en el 315 de Grotta Perfetta, en Roma. Solas… en su piso, porque todos los vecinos del inmueble sienten una gran admiración y cariño por Maria y, por extensión, por Mandorla. Por eso, cuanto la primera fallece, convocan una reunión de vecinos urgente y extraordinaria para decidir qué hacer con la niña. Por eso… y por la carta que Maria escribió en su día en la que confiesa que el padre de su hija es uno de los vecinos del edificio. El silencio de los hombres y el miedo de las mujeres a tener que enfrentarse a una situación así hace que los vecinos aplacen la prueba de ADN que podría darles respuestas y tomen una decisión muy poco común: harán del edificio el hogar de Mandorla, turnándose para cuidar y educar a la niña.</div><div> </div><div>Así es como Mandorla pasará su infancia cambiando de piso y conviviendo con familias muy dispares entre sí: desde el tradicional matrimonio con dos hijos, hasta la pareja gay, pasando por la solterona, la familia que acaba de tener descendencia o la pareja que prefiere tener perro a tener niños. Así descritas, las familias pueden parecer típicas, prototipos familiares en la sociedad actual. Y, en cierto modo, lo son. Pero más allá del cliché, permiten a Mandorla (y al lector, con ella) descubrir las diferencias y semejanzas, las frustraciones y las pequeñas dichas cotidianas que todos sentimos tras cerrar la puerta de nuestra casa. Por eso decía que este libro es mucho más que la anécdota: porque ofrece una galería de personajes variopintos, diferentes, que se completan y se construyen mutuamente, investigados literariamente no en su individualidad sino (y ahí está la diferencia con otros libros y otros autores) en su condición de miembros de unidad familiar. Una unidad familiar cambiante, no sólo por la influencia que cada uno de sus componentes ejerce sobre los demás, sino por la llegada temporal de un nuevo integrante, en principio ajeno al núcleo familiar, al que hay que tratar, querer y cuidar como si fuera miembro de pleno derecho.</div><div> </div><div>Quizá porque cada uno queremos ver reflejado en los libros una parte de nosotros, La luz en casa de los demás me ha parecido un elogio a la diversidad, a un sociedad dinámica en la que muy pocos se atreven a decir qué es una familia y qué no… y quienes lo hacen suelen equivocarse, agarrándose a modelos trasnochados que no responden a una realidad mucho más rica y fructífera para cada uno de los miembros de esas familias y para la sociedad en su conjunto.</div><div> </div><div>Mandorla tendrá la oportunidad de saberlo de primera mano. Convivir con familias bien diferentes entre sí le permitirá abrir su mapa del mundo, aceptar la diversidad social como algo natural y romper los férreos esquemas bajo los que algunos tratan de encasillarnos. Pese al misterio que recorre la novela y que planea sobre el día a día del edificio (¿quién será el padre de Mandorla?), reina un clima de entendimiento, de fraternidad, de unión en la crianza de la niña.</div><div> </div><div>Pero Mandorla, ya adolescente, se mete en problemas. Será entonces cuando un recién llegado al bloque se plantee el éxito o el fracaso del modelo elegido por los vecinos para educar a la niña. Será quien cuestione la formación sentimental, ética, moral, escolar, cognitiva… de Mandorla, quien crea (no desde el conservadurismo, sino desde el espíritu crítico) que andar de acá para allá no es lo mejor para el desarrollo como persona de un ser humano, precisamente en años vitales para su configuración como tal: entre los seis y los diecisiete. Ejerciendo de abogado del diablo (y también legal), forzará a Mandorla a revistar sus once años siendo hija del edificio, siendo hija de todos y de ninguno, a hacer balance y a hallar una conclusión final que le permita seguir adelante.</div><div> </div><div>Precisamente, éste es el punto del que parte la novela: el balance que hace Mandorla. Por eso, conoceremos los detalles de su infancia desde el futuro (o sea, con una narración en pasado) y en primera persona. Una exposición, pues, narrativa y descriptiva… pero también analítica. A este narrador en primera persona se une un segundo narrador, omnisciente, que completa las vivencias, las experiencias y el pasado de los habitantes del inmueble, completando así el cuadro que permite descubrir por qué cada uno es como es en la actualidad y qué influencia tiene sobre Mandorla.</div><div> </div><div>El perspectivismo conseguido con el cambio de narrador (marcado tipográficamente con el uso de cursiva) se refuerza con los continuos desplazamientos temporales a los que ambos nos invitan; saltos cronológicos que abarcan un amplísimo arco temporal (en algunos casos, retratan la infancia de varios de los vecinos) y conceden un gran dinamismo, rompiendo la linealidad del relato y ayudando a entender a los personajes.</div><div> </div><div>Inevitablemente, surge la reflexión sobre el peso del componente genético y del componente ambiental en la educación y desarrollo de una persona. Y, pese a la convivencia en sociedad, la soledad que todo ser humano siente en alguna ocasión. Una soledad convertida en agujero en el medio de su cuerpo en el caso de Mandorla, un agujero que se traga todos sus sentimientos, que no deja que concilie el sueño por las noches, que tiene su raíz en la pérdida de su madre (¿hay algo más triste y doloroso que un niño al que sólo responde el silencio cuando llama a su mamá?) y hará que durante toda su vida desee (y elabores oraciones para ello) convertirse en objetos incapaces de sentir. Mandorla, que ha visto cómo su madre era sustituida por un pedazo de papel, por la materia de la carta que le escribió, también reza por convertirse en cosa, por dejar de ser una persona, cargada de historia y de sentimientos. Por eso, en el fondo, siempre se sentirá una impostora. Mandorla sabe que no es como los demás, que hay algo en ella que hace que tenga que esforzarse para parecerse a los que la rodean, sobre todo, a sus compañeros de clase, con los que no tendrá muy buena relación. Pero, ¿qué es lo que la ha hecho diferente? ¿La muerte de su madre? ¿Su propia personalidad? ¿Su variable educación? Y, lo que es más importante, ¿qué consecuencias tendrá para el futuro?</div><div> </div><div> La luz en casa de los demás es, pues, una novela que, bajo su aparente sencillez, esconde reflexiones vitales y sociales muy importantes. Y lo hace de una forma natural, integrando estas preocupaciones en una narración bien armada, que entrelaza, además, la descripción de las costumbres familiares de los vecinos del edificio y de las experiencias individuales de Mandorla con ese misterio sobre la identidad del padre. Además de esa naturalidad, el gran éxito de la obra es su tono. A pesar de la profundidad de mucho de lo que se cuenta (y se insinúa) en esta novela, el tono en positivo en la mayoría de las ocasiones, claramente humorístico muchas veces (a pesar de los latigazos que la cruda realidad siempre pinta en nuestras vidas) y con los toques de inocencia propios de una niña de seis años. Una novela, pues, muy fácil de leer, muy entretenida pero que siembra semillas muy diversas y muy productivas en la mente y en el corazón de quien la lee.</div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;">EN EL BLOG <a href="http://lecturileando.blogspot.com/2017/04/resena-la-luz-en-casa-de-los-demas-de.html">"LECTURILEANDO"</a></span></div><div><br /></div><div><div>viernes, 28 de abril de 2017</div><div><br /></div><div>Sinopsis:</div><div>Maria, una mujer libre y carismática, es la administradora del 315 de Grotta Perfetta, en Roma. Cuando muere repentinamente, deja una hija de seis años; y deja también una carta. La niña se llama Mandorla—Almendra—, y ya sólo su nombre encierra todo el encanto y el absurdo del que será su destino, ya que Maria ha dejado escrito que el verdadero padre de Mandorla es uno de los hombres que vive en el edificio. Tras una asamblea de vecinos en la que nadie confiesa su paternidad, deciden criar a la niña entre todos.</div><div><br /></div><div>Opinión personal:</div><div>Recuerdo que cuando en su día escogí este libro en el pedido de Círculo de Lectores me llamó la atención la idea de una novela en la que una niña era criada por todos los vecinos de un edificio. Me apetecía leer algo diferente y el libro se vino a casa.</div><div><br /></div><div>He tardado unos cuantos meses en ponerme con él pero en cuanto lo empecé me duró cosa de un par de días. La peculiar historia de Mandorla, huérfana de seis años y criada por todos sus vecinos, me pareció muy amena y entretenida.</div><div><br /></div><div>La trama no es compleja ni revirada, no es desde esa perspectiva desde donde cautivará al lector. Es mucho más básica pero también sorprendente, aunque parezca contradictorio. Y es que nos presenta a los inquilinos del edificio en un momento muy particular y surrealista al ser conocedores de que la hija huérfana que dejó Maria es también hija de uno de los hombres que viven en uno de esos pisos. Y, cuando tenemos por un lado a una mujer soltera de cierta edad y a cuatro parejas relativamente bien avenidas es fácil que los resultados de la prueba de ADN terminen con la paz y la armonía de uno de esos hogares. Así que, en un momento muy propio del vecindario de La que se avecina, deciden no hacer las pruebas de paternidad y que todos los hombres y todas las mujeres del bloque sean padres y madres para Mandorla.</div><div><br /></div><div>Así las cosas, la niña irá creciendo entre las mudanzas de un piso a otro. Viviendo una etapa de su vida con cada familia del edificio y dándonoslos a conocer a todos ellos con sus inseguridades, errores y aciertos. Mandorla será testigo y protagonista de algunos de los secretos del edificio y así irá madurando hasta llegar a la situación límite desde la que nos relata cómo fue su infancia en el 315 de Grotta Perfetta.</div><div><br /></div><div>Mi puntuación no ha sido superior a un Bien porque, si bien es cierto que es un libro que se me hizo muy ameno y entretenido, también lo es que la historia no da más de sí. No es un memorable por los siglos de los siglos. Pero sí una buena lectura para pasar el rato y desconectar con unos personajes carismáticos y muy diferentes entre sí.</div><div><br /></div><div>¿Qué no me ha gustado? </div><div>En determinados momentos Mandorla se me hacía excesivamente madura para su edad. Con comportamientos, pensamientos y razonamientos que no me cuadraban en una niña pequeña.</div><div>La resolución de quién es el padre biológico de Mandorla.</div><div><br /></div><div>¿Qué es lo que más me ha gustado?</div><div>La pluralidad de personajes.</div><div>Determinadas situaciones en las que algún personaje parecía recién salido de Aquí no hay quien viva o La que se avecina.</div><div>Lo ameno de la historia.</div></div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;">EN EL BLOG <a href="http://enelrincondeunacantina.blogspot.com/2012/08/la-luz-en-casa-de-los-demas.html">"EN EL RINCÓN DE UNA CANTINA"</a></span></div><div><br /></div><div><div>domingo, 19 de agosto de 2012</div><div><br /></div><div> MI OPINIÓN </div><div><br /></div><div>"La luz en casa de los demás" es un libro que narra la vida de cinco familias que viven en un mismo edificio que deciden quedarse con la hija de la administradora que al morir la deja sola con una carta en la que insinúa que el padre de la criatura, Mandorla, es uno de los hombres que viven en la finca. A través de los ojos de la niña, que tiene apenas tres años cuando ocurre la desgracia, vamos conociendo a estos personajes, ya que ella pasa temporadas con cada uno de ellos. Están representados varios tipos de familias, una pareja de homosexuales, una pareja de novios que conviven, un matrimonio con un niño pequeño y otro que tiene dos hijos y que representa el modelo clásico de familia. Hay también un mujer que vive sola, Tina. Todos ellos marcarán y en cierto modo condicionarán la vida de Mandorla en mayor o menor medida.</div><div><br /></div><div>Está narrado en primera persona, Mandorla se encuentra en un buen lío al comienzo, y a partir de ahí rememora su infancia y parte de la adolescencia hasta llegar al momento actual. Hay partes narradas en tercera persona donde se nos da a conocer lo que pasa en momentos importantes en los que ella no está presente.</div><div><br /></div><div>Es un libro muy entretenido, el ritmo es ágil y se lee muy rápido aunque hay varios pasajes en los que se pone a divagar y no llega a ninguna parte, tiene cierto aire filosófico y resulta pesado a parte de que entorpecen el ritmo. Son pocos, por suerte.</div><div><br /></div><div>Los personajes, a pesar de representar estereotipos sociales son humanos y Mandorla consigue que su vida nos importe. No es ningún cuento de hadas y aunque hay ciertos toques de humor, en general es un relato de desencanto, a veces muy duro.</div><div><br /></div><div>Hay "peros". Uno de ellos tiene que ver con la edición del libro, como dije antes hay capítulos en tercera persona y están escritos con letra en cursiva y resulta un poco molesto, al menos para mí. Otro y el más importante es que al final, una de las incógnitas se resuelve con una trampa y no puedes evitar cierta sensación de estafa. Por último, Mandorla narra varios viajes a los que la autora no les saca partido. Una pena.</div><div><br /></div><div>En conclusión, aunque no es perfecto, es un buen libro y yo lo recomendaría. </div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;">EN EL BLOG <a href="https://dorothycontacones.blogspot.com/2013/01/la-luz-en-casa-de-los-demas-concepcion.html">"DOROTHY CON TACONES"</a></span></div></div><div><div><br /></div><div>enero 23, 2013</div><div>'LA LUZ EN CASA DE LOS DEMÁS', CONCEPCIÓN MISTERIOSA EN EL 315 DE GROTTA PERFETTA</div><div><br /></div><div>Confieso: comencé este libro sin muchas ganas. Confieso: lo he acabado emocionada. Emocionada con la historia de Mandorla. Emocionada con la decisión de Maria, su madre, antes de morir. Emocionada con la comunidad de vecinos del número 315 de la calle Grotta Perfetta. Y todo eso a pesar de que las primeras 50 páginas me costaron un mundo. Pero quizás no es que Chiara Gamberale no se aclare en los comienzos de esta singular novela, sino que yo no estaba muy concentrada. No lo sé. Pero el caso es que las primeras 50 páginas se me hicieron un mundo. Pero luego apenas me he podido despegar de Mandorla, sus sentimientos, sus aventuras, su vida, su día a día desde la muerte de su madre, a la que todos los vecinos del edificio adoraban. María fallece, dejando una carta, una bomba para la comunidad: el padre de Mandorla vive en el 315 de Grotta Perfetta. María vivió una tarde de pasión con uno de los hombres de la comunidad en el cuarto de la lavadora, en el sexto piso. Sin más familia a la que la niña pueda recurrir, en una junta de vecinos deciden que Tina Polidoro, la maestra soltera del primer piso, adopte a Mandorla, que vivirá una temporada con cada uno de los vecinos hasta que descubran quién es su padre. Así, Mandorla pasa de los amigos imaginarios de la señora Polidoro, a las marchas del Orgullo Gay con Paolo Michelangelo, a las infidelidades de Samuele Gró, las divagaciones entre porro y porro de Lorenzo Ferri, los ambientes elitistas y el amor entre los adolescentes de buena familia con los Barilla. La vida de Mandorla está llena de momentos divertidos, pero todos ellos teñidos de una gran tristeza, de una melancolía de la que la niña, a la que todos quieren pero a quien nadie quiere realmente, no puede despegarse en ningún momento, desde la muerte de su madre hasta la mayoría de edad. Ni siquiera cuando cree enamorarse siente que la quieren. Ni siquiera entonces se libra de sus miedos, del miedo al abandono, a la sociedad, personalizados en Mundoperro, un heroinómano del barrio que aparece siempre en sus pesadillas y con el que teme encontrarse en cualquier momento, a pesar de que hace años que nadie ha visto.</div><div><br /></div><div>"María murió como se muere a mediados de diciembre, como se muere un martes, como se muere siempre si no te lo esperas en absoluto y, un momento antes de salir despedido de la moto y caer al suelo, rebotando sobre un coche aparcado en doble fila, estabas pensando: mañana, a las seis menos cuarto, dentista.</div><div>Tenía el pelo por debajo de la cintura, una falda de un color vivo, treinta años más o menos, una hija de seis, un trabajo fijo en una gestoría de administración de fincas y bastantes personas que la querían de verdad, observa el chico de la funeraria, lo bastante experimentado ya para no preguntarse más por qué ocurren ciertas cosas, pero no lo suficiente como para dejar de observar de vez en cuando a quiénes les ocurren.</div><div>y es que funerales como ése no se veían todos los días."</div></div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://www.lainformacion.com/arte-cultura-y-espectaculos/chiara-gamberale-una-escritora-italiana-con-el-don-de-la-emocion-infantil_dgMPVB6nUvS3kXc5T1ZJZ/">"LA INFORMACIÓN"</a></span></div><div><br /></div><div><div>Chiara Gamberale, una escritora italiana con el "don" de la emoción infantil</div><div>Almudena González.</div><div><br /></div><div>LA INFORMACIÓN NOTICIA</div><div>02.06.2012 - 00:00h</div><div>Almudena González.</div><div><br /></div><div>Madrid, 2 jun.- Chiara Gaberale es una escritora italiana con el "don" de transmitir la sobrecogedora ternura de las emociones infantiles y, por eso, ha podido crear a "Mandorla", un delicioso personaje de seis años, divertida y excéntrica, que es adoptada por una comunidad de vecinos.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>"Estoy convencida de que cada uno tiene una edad interior. La mía se ha quedado en siete años. Mi emotividad se ha quedado ahí, y eso es una faena para la vida, porque ando sin defensas, pero para escribir es un don. Es fácil ponerme en el lugar de Mandorla", explica la novelista a Efe.</div><div><br /></div><div>"La luz en la casa de los demás" (Seix Barral) es la séptima novela de esta escritora (Roma, 1977), que ha dirigido y presentado diversos programas de radio y televisión, y colabora con periódicos y revistas, desde Vanity Fair a La Stampa.</div><div><br /></div><div>"Este libro es una gran alegría para mi. Le he dado muchísimo a esta novela, tres años, y ha sido una gran compañía", admite Gamberale, quien se ha dado a conocer internacionalmente con este trabajo, presentado en la actual edición de la Feria del Libro de Madrid, cuyo país invitado es Italia.</div><div><br /></div><div>Ante la repentina muerte de María -su mamá-, Mandorla es adoptada por los vecinos del número 315 de Grotta Perfetta.</div><div><br /></div><div>María, un torbellino de libertad y frescura, deja escrito en una carta que el padre de Mandorla es uno de los vecinos de esta comunidad de propietarios, donde ella ejercía como administradora de la finca.</div><div><br /></div><div>"Mandorla es mi personaje favorito. La llevo en el corazón, aunque reconozco en ella mis propias inseguridades y torpezas y, por eso, a veces me irrita y me da rabia", admite la escritora, quien habla así de la figura (omnipresente en la novela) de María: "Me gusta su libertad y su coraje. Está llena de defectos, pero todos juntos la hacen positiva".</div><div><br /></div><div>La pequeña irá cambiando de casa hasta los 17 años, pasando por los distintos modelos de familia que conviven en este particular universo, entre lo fantástico y lo ásperamente cotidiano.</div><div><br /></div><div>"Me fascina la relación entre el erotismo y cotidianeidad, que es, al fin y al cabo, como se organiza una familia", declara la escritora, quien está convencida de que vivimos en una "democracia sentimental", en la que podemos elegir el tipo de convivencia que deseamos.</div><div><br /></div><div>No obstante, advierte: "Hay que tener el coraje y la valentía de reconocer el modelo que es apto para cada uno. Quizá nos gustaría tener un modelo más moderno y menos tradicional, pero para el que realmente estamos preparados".</div><div><br /></div><div>El nombre de la protagonista significa "almendra" en italiano, una palabra "musical y bella" en todas los idiomas (motivo por el que no se ha traducido), y que escogió porque este personaje debía contar con "un nombre especial dada la vivencia que iba a tener".</div><div><br /></div><div>Esas vivencias literarias tienen mucho de "realismo mágico", porque la propia Chiara Gamberale reconoce la influencia cinematográfica y literaria de este género, incluso en su comportamiento.</div><div><br /></div><div>"Yo vivo en el realismo mágico. En mi cabeza funciono así. Es mi manera de tolerar la realidad", concluye, entre risas, la creadora de esta pequeña "almendra", cuya versión en cómic ya se prepara en Italia.</div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div></div><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-72206815411821885282023-02-25T11:12:00.001+01:002023-02-25T11:12:08.953+01:00El miércoles 8 de marzo, a las 18.30h, nos vemos para hablar de "Araceli", novela de Elsa Morante.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqJqHJ04W2XdYUMHG0ezCHsxTdA7Kfj31Z8cYlgBgfwNxUsthkQObkrekNcwjlDYRUmJufLtLDGwDZmWK4vCHZVcc-Y1GwKQoZ9GtQmpeTXLocn0lxkN1FtouGdhWMmZl59EcWoHkVYtNiL30KwyC3fxDrIfpvhOn3uzKo71f-y1O2QXLjfvrRnHmP/s1919/Morante-Elsa.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1080" data-original-width="1919" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqJqHJ04W2XdYUMHG0ezCHsxTdA7Kfj31Z8cYlgBgfwNxUsthkQObkrekNcwjlDYRUmJufLtLDGwDZmWK4vCHZVcc-Y1GwKQoZ9GtQmpeTXLocn0lxkN1FtouGdhWMmZl59EcWoHkVYtNiL30KwyC3fxDrIfpvhOn3uzKo71f-y1O2QXLjfvrRnHmP/w640-h360/Morante-Elsa.jpg" width="640" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCC4jRzIe9hpOHvTKd7Cp8_Qv_6RaxGZF0OWsCKJ0n3icziR03jxjBwlMyljjFTBXOW7b4Gvx94SZO3Few0cmDQjCW6ee1gJ_IAlL38vQar0yPcC_ygjaecH5VBj5GlowZ1igPAoCelNd0D06j0sVEPCzQNDABn8tzIJsuSK3vyuNgrVBrBqH8kEMU/s499/41VutABdFdL._SX324_BO1,204,203,200_.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="326" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCC4jRzIe9hpOHvTKd7Cp8_Qv_6RaxGZF0OWsCKJ0n3icziR03jxjBwlMyljjFTBXOW7b4Gvx94SZO3Few0cmDQjCW6ee1gJ_IAlL38vQar0yPcC_ygjaecH5VBj5GlowZ1igPAoCelNd0D06j0sVEPCzQNDABn8tzIJsuSK3vyuNgrVBrBqH8kEMU/s320/41VutABdFdL._SX324_BO1,204,203,200_.jpg" width="209" /></a></div><div><br /></div><div><br /></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">EN <a href="https://www.diariodealmeria.es/ocio/IEA-recordara-Elsa-Morante-Gergal_0_146686011.html">EL DIARIO DE ALMERÍA</a></span></p><p style="text-align: justify;">DIEGO MARTÍNEZ / ALMERÍA</p><p style="text-align: justify;">04 Mayo, 2008 </p><p style="text-align: justify;">El Instituto de Estudios Almerienses en colaboración con la Librería Picasso y el Ayuntamiento de Gérgal está preparando una serie de actos en memoria de las escritora italiana Elsa Morante, fallecida en 1985 y esposa de Alberto Moravia.</p><p style="text-align: justify;">El hecho de que se recuerde a esta gran escritora viene motivado porque su ultima novela Aracoeli, traducida al castellano sería Araceli, escrita en 1982 está ambientada en una zona denominada El Almendral de Gérgal. Precisamente, la protagonista de la novela, Araceli nace en esa pedanía y se marcha a vivir a Roma.</p><p style="text-align: justify;">En la novela, el hijo de Araceli, que se llama Manuel, una vez fallecida su madre visita de nuevo la zona de El Almendral, meses antes de la muerte del dictador Franco. La novela fue un gran éxito, ya que obtuvo en 1984 el premio Médicis.</p><p style="text-align: justify;">Con este antecedente, el Instituto de Estudios Almerienses, dirigido por Miguel Naveros y la Librería Picasso presentarán el 20 de junio una nueva edición de la novela, que ha sido editada en esta ocasión por Ediciones Gadir, cuando la primera traducción al castellano fue editada por Editorial Bruguera, pero la novela estaba hasta ahora agotada.</p><p style="text-align: justify;">En ese presentación estarán presentes dos expertas en la obra de Elsa Morante. Por un lado, asistirá Elisa Martínez Garrido, del Departamento de Filología Italiana de la Universidad Complutense de Madrid y Flavia Cartoni, profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha.</p><p style="text-align: justify;">Tras la presentación de esta nueva edición, el día 21 de junio se hará una visita guiada por Gérgal y sobre todo por la zona de El Almendral, lugares que recoge en su novela, la italiana Elsa Morante.</p><p style="text-align: justify;">Elisa Martínez mantiene que "no existe constancia clara de cuando estuvo Elsa Morante en Almería, aunque todo apunta a que fue en un viaje que hizo con Alberto Moravia sobre el año 1965 ó 1966 a Almería. En la novela aparece el puerto de Almería, también la ciudad y esa pedanía de El Almendral, patria chica de la protagonista de Araceli".</p><p style="text-align: justify;">Por su parte, Flavia Cartoni apunta en un interesante trabajo sobre la última obra de Elsa Morante que "Manuel, el protagonista central del relato, encuentra necesario reconstruir la historia de su vida, centrándose en los dolorosos años de su infancia, cuando la muerte de la madre impone un alto en la evolución de su niñez y la consiguiente separación representa un punto y a parte".</p><p style="text-align: justify;">Según Cartoni, "el protagonista emprende el viaje de su vida hacia la tierra de origen de Araceli, una Andalucía árida y desértica que contrasta con el imaginario colectivo que ubica en esa misma zona sureña de España un oasis alegre y perfumado. El pueblo natal de Araceli es un punto geográfico tan pequeño, que ni siquiera aparece en el mapa. Dificultad que Manuel consigue superar, porque su vuelta atrás en el tiempo es una "cita de amor", como él dice, es decir, un encuentro con la figura materna simbólico y físico al mismo tiempo".</p><p style="text-align: justify;">El Instituto de Estudios Almerienses de esta manera junto al Ayuntamiento de Gérgal rendirán tributo a una mujer que fijó un buen día su mirada en un lugar ta n apartado y tan pequeño como el Almendral para situar a uno de sus personajes, precisamente los de su ultima novela.</p><p style="text-align: justify;">En Gérgal se realizará algún acto institucional el día 21 de junio aprovechando la visita de distintas personalidades del mundo de la cultura. De momento se está cerrando las actividades que se vayan a realizar.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><a href="https://www.facebook.com/ahoraqueleo/videos/el-d%C3%ADa-que-elsa-morante-se-enamor%C3%B3-de-el-almendral-un-pueblo-de-un-%C3%BAnico-habitan/974705123156567/?locale=ms_MY">VIDEO SOBRE EL ALMENDRAL</a></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">EN </span><a href="http://carlostarsitano.blogspot.com/2012/08/elsa-morante-en-el-fuego-de-la-escritura.html" style="font-size: x-large;">EL BLOG DE CARLOS TARSITANO</a> (podéis acceder al texto íntegro de Carlos Tarsitano clicando en este enlace)</p><p style="text-align: justify;">Apuntes a contraluz</p><p style="text-align: justify;">Cuaderno de anotaciones. Fragmentos de la realidad cultural. Arte visto. Estela de los libros, huellas musicales. Relatos, crónicas urbanas. Madrid-Buenos Aires, una alternancia. Textos e imágenes de un tiempo incierto, tan presente como pasado.</p><p style="text-align: justify;">lunes, 20 de agosto de 2012</p><p style="text-align: justify;">Elsa Morante en el fuego de la escritura</p><p style="text-align: justify;">La escritora italiana Elsa Morante (Roma, 1912-1985) ha dejado en su obra una huella literariamente indeleble de su paso por este mundo. Su presencia en la cultura italiana de la segunda mitad del siglo XX fue discontinua, pero ha estado igualmente movida por la pasión. Tuvo momentos iniciales de soledad, épocas de popularidad, reconocimientos y premios, lecturas críticas minoritarias, ocupó un relativo segundo plano al lado de sus pares, atravesó silencios y afrontó polémicas públicas. Esta misma semana de agosto –el sábado 18-- se ha cumplido el centenario de su nacimiento, y con ese motivo se realizarán en Roma, en octubre próximo –el verano europeo no parece propicio para esas celebraciones--, actos, lecturas y reediciones de su producción, integrada por novelas, cuentos, relatos infantiles, poemas, diarios y artículos (1).</p><p style="text-align: justify;">ELSA MORANTE</p><p style="text-align: justify;">En su mesa de trabajo, escribiendo a mano una de sus novelas.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVD1S7VEwHhat7OxIteIkbsIBh5YA_2HdR5dhmJEwFtMCUOyFnBk7kfzbIVRFAdPju0nyJ8VCtCh8jptF5ARMFRfgKosrj33jvs0XolXTA4lU0JJ3esWcHewsJ0HfYvvOzZ8n7XLmw2Up22BKpHGj7cPhPRd2m71CPDH8JW6TwEusRhPt7197yxjmb/s896/elsa_escribiendo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="606" data-original-width="896" height="216" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVD1S7VEwHhat7OxIteIkbsIBh5YA_2HdR5dhmJEwFtMCUOyFnBk7kfzbIVRFAdPju0nyJ8VCtCh8jptF5ARMFRfgKosrj33jvs0XolXTA4lU0JJ3esWcHewsJ0HfYvvOzZ8n7XLmw2Up22BKpHGj7cPhPRd2m71CPDH8JW6TwEusRhPt7197yxjmb/s320/elsa_escribiendo.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Todas ellas fueron redactadas pausadamente en decenas de cuadernos similares a este</p><p style="text-align: justify;">LA ESCRITORA EN SU JUVENTUD</p><p style="text-align: justify;">En una calle de la isla de Capri</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUy9y2tXe3C2S_C9RTO4DAdfvUlpdpgJYZifJ9V-53KMH9VlVkVQHq7QawCfObA9uwzWIkUd__T9-p4S6lJqJyAOdUn1w9BAaGHe3KMS6yBaWm2gsxuINLDHJuQIOWDZI0AQpkHwLQJnkvXB5F9uPSftbLtBPt3Typ370bzsooQfVpAkCx5tEe477q/s320/elsa%20en%20capri.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="205" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUy9y2tXe3C2S_C9RTO4DAdfvUlpdpgJYZifJ9V-53KMH9VlVkVQHq7QawCfObA9uwzWIkUd__T9-p4S6lJqJyAOdUn1w9BAaGHe3KMS6yBaWm2gsxuINLDHJuQIOWDZI0AQpkHwLQJnkvXB5F9uPSftbLtBPt3Typ370bzsooQfVpAkCx5tEe477q/s1600/elsa%20en%20capri.jpg" width="205" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Como contribución española a esa conmemoración, la Editorial Lumen ha presentado en la reciente Feria del Libro de Madrid la traducción de la primera de las cuatro grandes novelas de Elsa Morante, Mentira y sortilegio (Menzogna e sortilegio), publicada en 1948 en Italia y que bastante más de medio siglo después no había sido editada aún en castellano (2). Aunque siempre mediando algunos años respecto de la publicación original en italiano, las tres novelas restantes –La isla de Arturo, La Historia y Araceli—habían sido traducidas al español, y algunas de ellas cuentan con recientes reediciones (3).</p><p style="text-align: justify;">“Son más autobiográficas las novelas que cualquier otra cosa que pueda contar de mí misma. Porque en las novelas sucede como en los sueños: una mágica trasposición de nuestra vida, tal vez más significativa aun que la vida misma, ya que está enriquecida por la fuerza de la imaginación”. Esta declaración formulada por la narradora en 1972, y repetida en distintas ocasiones durante las cuatro décadas que duró su actividad creadora, resume una idea central para comprender su obra. Pese a su aparente simplicidad y al hecho de que son muchos los escritores que podrían hacerla suya, la idea de “trasposición” tiene en Morante una especial constancia y radicalidad, y está presente en los distintos géneros y registros elegidos por la autora para expresarla.</p><p style="text-align: justify;">Infancia romana. Nacida en Roma en 1912, la escritora creció en una familia integrada por su madre, la maestra judía Irma Poggibonsi, y el educador de origen siciliano Augusto Morante, quien le otorgó el apellido a ella y a sus tres hermanos pese a no ser su padre biológico. “Irma Poggibonsi, al constatar que no podía tener descendencia con su marido Augusto, encargó la paternidad a un familiar siciliano, Francesco Lo Monaco, quien realizaba visitas periódicas a la casa de los Morante…La escritora observaba lo que sucedía, todavía incapaz de comprender”, señala Flavia Cartoni en la intoducción al libro de cuentos El chal andaluz (4). Y agrega: “Sin duda alguna, ese misterio marcó la percepción de la familia y de los afectos de un modo especial en Elsa, algo fundamental para entender la relación familiar y sus mutuas hostilidades”.</p><p style="text-align: justify;">RELATOS PARA NIÑOS</p><p style="text-align: justify;">La infancia de la escritora transcurrió en el barrio popular de Testaccio, aunque por un tiempo vivió en una zona rica de Roma en casa de su madrina, que brindaba esporádicamente ayuda económica a la familia. Desde muy joven, y estimulada por su madre, Elsa Morante comenzó a escribir numerosos relatos, novelas cortas y poemas para niños, cuya publicación en distintas revistas le sirvió para mantener una precaria independencia económica. Veinte de esos relatos fueron recopilados en su primer libro, El juego secreto (5). Al año siguiente, 1942, se publicó la primera versión del libro para niños Las extraordinarias aventuras de Caterina, ampliado en 1959 (6).</p><p style="text-align: justify;">Morante se casó en 1941 con el escritor Alberto Moravia, a quien había conocido varios años antes. La pareja, que en los primeros dos años vivió en Roma (pasando largas temporadas en Anacapri), al enterarse de que el escritor podía ser represaliado por actividades antifascistas abandonó la capital italiana ocupada para ocultarse casi hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en el sur del país, en el pueblo de Fondi, de la región del Lazio. En ese tiempo, Morante escribió la primera versión de Mentira y sortilegio, y envió años más tarde la redacción definitiva a la escritora Natalia Ginzburg, quien trabajaba entonces en Einaudi junto con Cesare Pavese e Italo Calvino. Esa editorial publicó la novela en 1948.</p><p style="text-align: justify;">Al recordar este hecho, Ginzburg (Palermo, 1916-Roma, 1991) escribió: “Leí Mentira y sortilegio de un tirón y me gustó inmensamente. No estoy segura de haber tenido en aquel momento plena consciencia de su importancia y su esplendor. Sólo sabía que me fascinaba y que hacía mucho tiempo que no leía nada que me diese tanta alegría y felicidad". Al poco tiempo de mandar el original, Elsa Morante viajó a Turín para corregir las pruebas del libro. Por las tardes, cuenta Ginzburg, se reunían todos ellos en un café próximo a la editorial. Morante y Pavese no estaban de acuerdo en nada y discutían por cualquier cosa, “pero sin animadversión”. Y agrega: “Durante aquel verano aprendí a amar las carcajadas de Elsa, agudas y cristalinas, su manera de sujetarse siempre el cabello con el fular, la boca grande y amarga, y las manos pequeñas y blancas; aprendí a temer sus cambios de humor, su cólera y sus juicios drásticos (…) Son imágenes lejanas; desde entonces pasaron muchas cosas, a ella, a mí y al mundo entero, que fueron cubriendo aquellos días lejanos con una densa cortina de niebla, tierra y ceniza” (2).</p><p style="text-align: justify;">De aquellos días lejanos procede también el recuerdo del éxito de ventas y la repercusión obtenida por la segunda novela de Morante, La isla de Arturo, editada en 1957 y precedida, como todas las suyas, por largos años de elaboración. En la obra, el protagonista adolescente “recorre el camino de iniciación en el mundo de los adultos”, señala Flavia Cartoni. “Su historia es compleja; su familia, incompleta (como las familias morantianas). El padre pasará de ser un ejemplo a imitar a ser un ejemplo a evitar; del mito a la desmitificación”. Una versión cinematográfica de esta obra fue realizada en 1962 por el director Damiano Damiani.</p><p style="text-align: justify;">El retorno de la historia. Todas las fuentes biográficas destacan las complejas relaciones del matrimonio entre Morante y Moravia, que duró veinte años de gran intensidad, hasta la separación en 1961. Eran dos personalidades “muy independientes y dominantes”. “Teníamos temperamentos muy distintos. Ella decía que yo era una mezcla de Aquiles y de Hamlet, y que ella era Don Quijote o Mme Bovary”, comentó Moravia. En esos años la escritora mantuvo relaciones apasionadas con el director Luchino Visconti y con el joven pintor norteamericano Bill Morrow y una profunda amistad con el cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini.</p><p style="text-align: justify;">EL MATRIMONIO MORAVIA-MORANTE</p><p style="text-align: justify;">Los años sesenta, con sus convulsiones, propiciaron en la autora romana una revisión crítica de su propia narrativa; trabajó entonces en una novela que nunca sería editada (Senza i conforti della religione), dio a conocer en 1965 un libro ensayístico de intervención en las polémicas de la época (Pro o contro la bomba atómica e altri scritti) y en 1968, año de las rebeliones estudiantiles, publicó el poemario Il mondo salvato dai ragazzini, animado por la utopía de una existencia libre de las ataduras y los condicionamientos de una sociedad estructurada. En él figura la canción de los “Felices Pocos” frente a los “Infelices Muchos”. A los primeros les dice: “Vuestra libertad consiste en saber / que toda meta de victoria, toda expectativa de aplauso/ es servil”.</p><p style="text-align: justify;">La historia vivida en Italia en los años cuarenta, la tragedia de la guerra, el antisemitismo y la sombra del Holocausto, nutren la sustancia narrativa de la tercera novela, La Historia, en la que a través de los dramas de una familia romana, víctima de múltiples violencias, y de numerosos personajes que componen una copiosa novela-río, Morante intenta formular una acusación “contra todos los fascismos del mundo”, subrayando el drama de los sacrificados anónimos de la historia, “sujetos de servidumbre” y carne de cañón de “abstracciones ideales”. La escritora extrema aquí su notable capacidad narrativa manteniendo un estilo descriptivo llano y directo, diferenciado del de sus otras novelas, para enlazar los acontecimientos históricos, descritos de forma documental, con la andadura de los personajes de ficción. La obra fue publicada, por voluntad de la autora, en ediciones de bolsillo, y adquirió una gran popularidad. En 1986 Luigi Comencini realizó una adaptación televisiva, interpretada por Claudia Cardinale, de esta extensa novela.</p><p style="text-align: justify;">A las puertas del cielo. Las relaciones entre las figuras de madre/ padre y de hija/ hijo, presentes obsesivamente en la obra de Elsa Morante y cargadas de una densa virtualidad, tienen en la última novela de la autora, Araceli, su manifestación más profunda y desesperanzada. Obra de madurez, dotada de un fluido desarrollo de los cambios temporales y de una rica elaboración de la psicología de los personajes, reúne en la búsqueda del origen muchas de las pulsiones humanas que la escritora trató de diversas formas en su producción. El origen ya no es un territorio edénico sino probablemente el lugar en el que anida el fracaso de la existencia. </p><p style="text-align: justify;">Si bien en otros de sus libros hay referencias a personajes y textos españoles, en Araceli esa vinculación es sustancial. El narrador de la historia, Manuele, empleado de una editorial de Milán, homosexual cuarentón, viaja –en el tiempo y en el espacio— al pequeño pueblo almeriense de El Almendral en el que nació Araceli, su madre andaluza, en busca de una respuesta al misterio de su vida. El recorrido físico a España lo realiza --cuando su madre ya ha muerto— a finales de 1975, en las últimas semanas de la vida y de la dictadura de Francisco Franco. Ese mismo año se produjo en Italia la muerte de Pasolini, por lo que algunos críticos relacionaron ciertos rasgos del personaje de Manuele con la figura del cineasta.</p><p style="text-align: justify;">Araceli, altar del cielo. Morante no renuncia a estas formas explícitas de evocación contenidas en los nombres de sus personajes. La narradora de Mentira y sortilegio, Elisa, remite a la pauta de elaboraciones autobiográficas imaginarias que persigue su autora, Elsa. La construcción de esas figuras-máscaras también es reveladora, ya que pueden adoptar la óptica de niños o adolescentes, mujeres u hombres de una sexualidad desplazada, que aparece con frecuencia como interpuesta en la consumación del amor, sólo posible en el terreno de las fantasías infantiles, las aproximaciones incestuosas o las evocaciones mágicas del pasado. La vía de los sentimientos es, en Morante, un riesgo permanente para los personajes, ya que la acechan la humillación o el sufrimiento.</p><p style="text-align: justify;">El crítico literario Lorenzo Mondo, del diario La Stampa, vio en esta última novela, que culmina en más de un sentido la obra de la escritora, un viaje a las raíces del dolor, a través del lento y minucioso análisis de los sentimientos del protagonista, en el que “se confunden la añoranza y la protesta, el horror y el éxtasis”. En la apelación a un Dios inexistente, esa búsqueda se tiñe, concluye, “de una oscura sacralidad”.</p><p style="text-align: justify;">Tras los cinco años que le llevó la escritura de Araceli, la resistencia física de Elsa Morante cedió y comenzó entonces un período de infortunios y males físicos que le impidieron moverse y salir de su casa. Después de un intento de suicidio, la escritora sobrevivió durante largos meses en una clínica romana, en la que murió en 1985, a los 73 años de edad.</p><p style="text-align: justify;">LOS ÚLTIMOS AÑOS</p><p style="text-align: justify;">Morante murió en una clínica de Roma en 1985</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiykUbS3xwsvlvqXmU2Rf7OQFD5T7VJyEri3SgVtsBM_WLKMydaBJ8WIUrn-Wgzr3TEpUs4ZxBDALpnVOrE3hlzY6GAZ_x0XTpzPIP_IKdJ5ShfG94AIGe5LdvAS7KGltTXP-Asw4rBVt_a1emYiw5n3AnZCloDv30iGONiHzo5KLihId0xQl7weIy/s274/elsa%20anciana.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="184" data-original-width="274" height="184" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiykUbS3xwsvlvqXmU2Rf7OQFD5T7VJyEri3SgVtsBM_WLKMydaBJ8WIUrn-Wgzr3TEpUs4ZxBDALpnVOrE3hlzY6GAZ_x0XTpzPIP_IKdJ5ShfG94AIGe5LdvAS7KGltTXP-Asw4rBVt_a1emYiw5n3AnZCloDv30iGONiHzo5KLihId0xQl7weIy/s1600/elsa%20anciana.jpg" width="274" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">La palabra como una rosa. La recepción crítica de la obra morantiana ha sido tan contrapuesta como variada de registros y ajena a modas se manifestó ésta en el panorama literario italiano y europeo. En un excelente estudio (7) sobre las relaciones entre autobiografía y escritura en Elsa Morante, la profesora y ensayista Vanna Zaccaro subraya que la literatura no es para esta autora “una actividad compensatoria o consoladora, sino que coincide con un verdadero recorrido existencial que atraviesa la entera parábola de su vida, desde sus primeros relatos, escritos cuando aún era una niña, hasta la última novela, Araceli, escrita ya en edad avanzada”.</p><p style="text-align: justify;">Este registro no se constituye “sólo como transcripción de una conciencia particular sino que, por el contrario, para Elsa, la escritura es una operación que trasciende los límites de una conciencia individual para convertirse en la voz del alma universal, para restituir la integridad de lo real”. El arte como lo contrario de la desintegración. Más adelante, puntualiza: “Elsa cree en el valor cognoscitivo y ético de la escritura, pero necesita comprender hasta qué punto y en qué medida la literatura puede encauzar el desorden y la irrealidad del mundo…Esta búsqueda, este estudio problemático y perplejo, se manifiesta en la tensión íntima de la página literaria, en las vibraciones y en las distorsiones del lenguaje, en su ambigüedad y complejidad, en su movimiento cambiante y dinámico”</p><p style="text-align: justify;">La palabra es, entonces, irrenunciable. En 1959, Morante escribe: “La palabra se renueva siempre en el acto de la vida y (a menos que ocurra un enorme desmoronamiento de la civilización) no puede disminuirse convertida en objeto práctico, apagado y gastado…La palabra renace junto a la vida, cada día, fresca como una rosa”. Así, interpreta Zaccaro, si bien de modo problemático y plagado de obstáculos, la autora continúa obstinadamente ejerciendo su mandato; no renuncia a la palabra y con ella “no renuncia a amar”.</p><p style="text-align: justify;">De la juventud a la madurez. Mentira y sortilegio se publica, pero sobre todo se gesta en su versión definitiva, en los años de la Liberación y la posguerra italiana, cuando el entusiasmo por edificar el futuro impulsaba a los creadores, y, en el caso de la literatura, el neorrealismo era la tendencia predominante. Se van publicando no obstante las primeras obras de escritores bastante diferentes entre sí: Vasco Pratolini, Primo Levi, Carlo Emilio Gada, Alberto Moravia, Leonardo Sciascia, Italo Calvino, Giorgio Bassani, entre otros.</p><p style="text-align: justify;">Uno de los principales especialistas en la obra de Elsa Morante, el ensayista y crítico Cesare Garbori (Viareggio, 1928-Roma, 2004) subrayó ese hecho: mientras los ojos de todo el mundo apuntaban hacia el futuro y hacia la realidad, la mirada de la escritora se apartaba del presente para fascinarse con la profundidad de un escenario espectral y lejano: “Esta es una de las tantas singularidades –escribe--, la primera, sobre las cuales la fábula de Menzogna e sortilegio, fábula de fuego fantástico y fatuo, incandescente al extremo de transformarse en ceniza sin atravesar pasajes intermedios, nos invita a reflexionar. Esta novela central en la historia literaria de nuestro siglo parece nacida fuera de la Historia, ideada en la más completa ignorancia de la tragedia que apenas había finalizado y aún se consumaba en nuestro país”. La propia autora señaló, en un texto de finales de los años cincuenta, la forma en que la guerra trastornó sus imaginaciones juveniles: “El pasaje de la fantasía a la conciencia (de la juventud a la madurez) significa para todos una experiencia trágica y fundamental. Para mí, tal experiencia ha sido anticipada y representada por la guerra; es allí donde, precozmente y con ruinosa violencia, he hallado la madurez. Todo esto lo he dicho en Menzogna e sortilegio, aunque en la novela no se habla para nada de la guerra”.</p><p style="text-align: justify;">Garbori recuerda que parte de la crítica objetó “la ambigüedad de la ambientación histórica de la novela”. “No se perdonaba fácilmente a una novela de 1948 ser al mismo tiempo fantástica y realista, deudora de la realidad y de su contrario, narrada con una minuciosidad de orfebre y tratada con las tintas fuertes de un folletín”. La objeción era una trampa, añade, ya que la novela muestra una delimitación precisa: cubre un arco de tres generaciones, desde las décadas finales del siglo XIX a la primera del XX y su acción se desarrolla en Sicilia antes de la guerra del 14.</p><p style="text-align: justify;">Finalmente, Garbori –que ganó el Premio Elsa Morante de ensayo en 2002-- se pregunta si puede llamarse amor el representado en Mentira y sortilegio: “El síndrome del amor morantiano no es fácilemente clasificable. En ella el amor es una pasión sublime pero infecta; es el viento que todo lo trastoca, pero también la planta inseparable de su oscura y soterrada raíz social. Ese nexo entre las pasiones del corazón y su determinación social es uno de los rasgos más originales de la novela”, concluye.</p><p style="text-align: justify;">Meditación sobre la parodia. El filósofo Giorgio Agamben (Roma, 1942) cree por su parte que la parodia constituye la clave estilística del universo de Elsa Morante. En uno de los breves ensayos de su luminoso libro Profanaciones (8) –el titulado precisamente “Parodia”— Agamben recuerda que esa palabra comparece en la novela La isla de Arturo como un epíteto que obliga a Arturo, que no entiende bien su significado, a consultar el diccionario, donde obtiene la siguiente definición: “Imitación de los versos de otro autor, en la cual aquello que en el original era serio se vuelve ridículo, o cómico, o grotesco”. La palabra acompaña un momento de revelaciones que llevan al personaje a separarse finalmente del padre, de la isla y de la infancia.</p><p style="text-align: justify;">El ensayista sostiene que “según una especial intención alegórica –de la que no es difícil encontrar precedentes en los textos medievales, pero que resulta casi única en la novela moderna-- Elsa Morante ha hecho de un género literario –la parodia— el protagonista de su libro. La isla de Arturo se presenta, desde esta perspectiva, como la historia del desesperado amor infantil de la autora por un objeto literario que al principio parece muy grave y casi legendario, pero que se revela, al final, sólo accesible de forma paródica”. Además: “La dedicatoria poética al inicio de La isla de Arturo instituye una correspondencia entre la `pequeña isla celeste´, que es el lugar donde transcurre la novela (¿la infancia?), y el limbo. La correspondencia tiene, sin embargo, un final amargo, que enuncia: fuera del limbo no hay elíseo. Amargo, porque implica que la felicidad sólo puede existir de forma paródica (como limbo, no como elíseo, otra vez un cambio de lugar)”.</p><p style="text-align: justify;">Probablemente más que en sus relaciones con otros escritores, la amistad iniciada en los años cincuenta por Morante y Pasolini involucra a la literatura de ambos de manera especial. Agamben recuerda que el poeta Franco Fortini aconsejaba leer al último Pasolini en estrecho diálogo con Morante. Precisamente en un comentario sobre La isla de Arturo, Pasolini formula en 1957 una lúcida visión sobre la escritura de su amiga: “Indudablemente”, dice, “si se la compara con otras obras de los últimos años, parece una excentricidad surgida de un fondo existencial cuya única orientación es psicológica: de modo que el primer paso para aceptarla es tener una sensibilidad empática”. Al referirse a la lengua utilizada en la novela, Pasolini encuentra “una sustancial ingenuidad que contradice íntimamente cualquier exceso `decadentista´, a causa de un cándido respeto de la escritora hacia los objetivos lingüísticos tradicionales más comunicativos”. Y concluye: “La obra de Morante es excéntrica e irrepetible sólo en la medida en que estos son rasgos necesarios de toda obra de arte. No sólo guarda una estrecha relación con su marco histórico, sino que lo modifica por dentro con su propia presencia”.</p><p style="text-align: justify;">LA ESCRITORA CON PASOLINI</p><p style="text-align: justify;">Durante el rodaje de un film del cineasta</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi64hnHicG4GVwmA3OJJ5Km4NV0xP8HZb_JSDRHP0V-8JcWX7BqvmUb_XcLqMbfeJNymTMBbN0V3aAzm-MbExmEM-yoJVB9Vl6MwthUIWhDdJu4GGRnu_laB8ZnUJbhgq-DYOvwwKRvq6ok0ApWZMRH6HgPEwOmz1GXHYEhyztabHyslyvy6BAoeK1Y/s249/Elsa%20con%20pasolini.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="249" data-original-width="243" height="249" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi64hnHicG4GVwmA3OJJ5Km4NV0xP8HZb_JSDRHP0V-8JcWX7BqvmUb_XcLqMbfeJNymTMBbN0V3aAzm-MbExmEM-yoJVB9Vl6MwthUIWhDdJu4GGRnu_laB8ZnUJbhgq-DYOvwwKRvq6ok0ApWZMRH6HgPEwOmz1GXHYEhyztabHyslyvy6BAoeK1Y/s1600/Elsa%20con%20pasolini.jpg" width="243" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">El nuevo Rimbaud. Desde los primeros momentos en que se conocieron, Pasolini se le apareció a Morante “como un nuevo Rimbaud”, al ser uno de los pocos autores italianos del siglo XX en repetir “una experiencia como la de Rimbaud un siglo antes”, indica la filóloga Sandra Bardotti en su artículo La Reina exigente y la Madre consoladora. Posteriormente, ambos compartieron temas, intereses, intentos, una proximidad ideológica que pese a las polémicas mantenidas entre ambos se manifestó especialmente en los años sesenta. También hubo intercambios literarios no siempre elogiosos. Ya en el pasoliniano Poesia in forma di rosa Morante advertirá una raíz narcisista y una cierta mala fe ideológica que no le gustan. Tras la lectura del libro, en 1964, le envía a su amigo un cáustico texto manuscrito, Madrigale in forma di gato, que finaliza con estos versos: “El chico que se considera protagonista del mundo/ (protagonista aunque sea bandido, y mucho más al ser bandido…) / estará siempre feliz en el centro de la rosa. / Y feliz ignorará a los otros pecadores alejados de la rosa/ y alejados de sí mismos/ solos sin ningún adiós. Agonías sin ningún llanto y ninguna/ rosa/ El gato que no muere.</p><p style="text-align: justify;">Morante ha ocupado un lugar central hasta los últimos años de la vida de Pasolini, afirma Bardotti, y cita el retrato que el escritor ofrece de Elsa en Petróleo (9), novela publicada póstumamente en Italia en 1992. En sus páginas, el Pasolini-narrador formula esta recreación literaria: “…Ella, la persona que había buscado Tetis, era en cambio dulce, humana, dueña de su pensamiento, por más que su fondo pudiera ser pasional, visceral y tempestuoso (…) Sus cabellos eran castaño claro, abundantes y ondulados como los de las mujeres de unos veinte años antes. Los ojos eran azules como los de ciertos gatos, y oblicuos, ora pacíficos –hasta demasiado--, ora relampagueantes, pero de manera inestable, de una agresividad neurótica e intelectual”. La descripción finaliza con este enigmático reproche: “Era muy probable que aquella persona que Tetis había escogido como confidente –vale decir, como depositaria de un secreto que no podía sino ser de un enorme valor público, una vez revelado— hubiese tenido la valentía, más aún, la extremista temeridad de hacer buen uso de él; pero evidentemente no quería (…) Pasaron quince días y siempre Tetis se mantuvo a su lado. Pero ella, por partido tomado, a esas alturas, o, como se suele decir en nuestro horrible lenguaje, por elección ideológica, había decidido no escucharlo”.</p><p style="text-align: justify;">`Moranteana´</p><p style="text-align: justify;">(cinco fragmentos para un final)</p><p style="text-align: justify;">"El amor por mi madre era algo sagrado y denigrante al mismo tiempo, semejante al sentimiento de un salvaje ante una aparición mágica. Para mí, su grandeza era tal que no me habría sorprendido verla sentada en un trono. Ni siquiera se me pasaba por la cabeza pensar que las señoras y las damas de más categoría, entre las cuales yo la habría considerado reina, pudiesen darle de lado o despreciarla (…) Su brusca y seca severidad me tenían en un estado de perpetua sumisión y angustia. Pero lo raro es que este sentimiento no me resultaba odioso; todo lo contrario, anhelaba continuamente la compañía de mi tirana. La verdad es que, cuando el corazón me latía fuerte, no era solo por miedo; sentía un incurable deseo de conquistar su cariño, qué digo, incluso su admiración”.</p><p style="text-align: justify;">(De Mentira y sortilegio, p.645/646, Lumen).</p><p style="text-align: justify;"> “Mi voluntad me exigía permanecer toda la noche despierto, pero al mismo tiempo hubiera querido caer en un gran letargo, que durase días, meses y siglos, como en los cuentos. Mis párpados ardían, pero no tenían sueño. Después de un rato, encendí la luz y escribí una carta para mi padre. No conservo en mi memoria, naturalmente, el texto exacto de esa carta, pero recuerdo muy bien los conceptos. Más o menos, debía decir lo siguiente: `Querido Pa, mis últimas palabras, que ahora te escribo, son éstas. Te has equivocado esta noche si creíste de verdad que yo todavía deseaba viajar junto contigo, como cuando era niño. En aquel entonces quizás fuese verdad que lo deseaba, pero ese deseo se terminó. Y te equivocas también si crees que siento envidia de tus amigos. Cuando niño, quizá es cierto que los envidiara, pero ahora sé que son unos monstruos delincuentes y unos seres horribles y hediondos. Y espero que alguna vez, allá en las ciudades donde te encuentras con ellos, alguno te mate. Porque te odio, y hubiera preferido nacer sin padre. Y sin madre, y sin nadie. Adiós. Arturo´.”</p><p style="text-align: justify;">(De La isla de Arturo, p. 260/261. Planeta/Bruguera).</p><p style="text-align: justify;"> “En seguida llegaron a la cabaña donde Andrea, después de quitarse la ropa de calle, hizo el ademán de ponerse de nuevo el hábito; pero Giuditta (que se había entristecido con sólo ver esa ropa negra) le disuadió, con argumentos muy acertados, de mostrarse esa noche vestido como un cura joven. Y como, al quitarse la ropa prestada, Andrea no tenía qué ponerse, le cubrió con un gran chal andaluz, que formaba parte de una ropa suya de teatro que no había cabido en la maleta y que llevaba doblado en el brazo. Además (argumentó para convencer a su hijo) desde la cabaña hasta el establo no podía encontrarse a nadie (…); y en el hotel, a esa hora, sólo encontrarían al portero de noche (medio dormido detrás de su mesa, en el vestíbulo oscuro); y éste, habituado al ir y venir de la gente de teatro, seguramente no se interesaría por el paso de un chal andaluz y, a lo mejor, tomaría a Andrea por una muchacha”.</p><p style="text-align: justify;">(De El chal andaluz, p.216/217, Cátedra).</p><p style="text-align: justify;"> “Se había acostado vestida, e igual de vestido había dejado a Useppe; y ni siquiera había tomado el somnífero, para evitar que los alemanes, si venían a buscarla durante la noche, la sorprendieran desprevenida. Estrechaba contra sí a Useppe, pues había decidido que, apenas oyese afuera los inconfundibles pasos de los militares y sus llamadas al portón, intentaría escapar por los prados, descolgándose desde el tejado con su hijo en brazos: y si la perseguían correría a todo correr hasta el canal para ahogarse con el niño. Los miedos incubados durante años, al romperse en el terror inmediato de esa noche, crecían en una fantasía excitada y sin desahogos (…) De nuevo, como en el pasado, sus contradictorios temores perseguían al final un misterioso cometa, que la invitaba a seguirla hacia los judíos; prometiéndole, allá al final, un establo maternal, cálido de alientos animales y de grandes ojos no juzgadores, sólo compasivos”.</p><p style="text-align: justify;">(De La Historia, p.295/296. Círculo de Lectores).</p><p style="text-align: justify;"> “Ya entonces estaba claro que en mi convulsa inocencia me hacía trampas a mí mismo. Y el juego no ha cambiado, porque aún hoy esta especie de monólogo desordenado que voy recitándome a mí mismo yo lo tejí desde el comienzo con los hilos del equívoco y de la impostura. Anda, niño, anda. Como un huerfanito del campo me voy contando a mí mismo fabulillas parroquiales. Y corro tras mi madre-novia y su icono musical rechazando como una intrusa a aquella otra Araceli hecha mujer que, en realidad, me ha dejado obscenamente huérfano aún antes de estar muerta. Hoy intento ocultarme a mí mismo que esta segunda Araceli también es mi madre, la misma que me llevó en su seno (…) Por más que me empeñe en rechazarla, ella no me libera de sus visitas, en las que a menudo se empareja con la primera Araceli, semejante a una sosias desfigurada. Una Araceli me roba a la otra, y se trasmutan y se doblan y se desdoblan la una en la otra. Yo amo a ambas, no como alguien desgarrado entre dos amores, sino como el amante de un híbrido cuya especie, en el orgasmo, no reconoce, ni cuyas tramas comprende”.</p><p style="text-align: justify;">(De Araceli, p.35/36. Bruguera).</p><p style="text-align: justify;">--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------</p><p style="text-align: justify;">(1) Para mediados de octubre de 2012 está prevista la publicación por la editorial Einaudi del libro L´amata. Lettere di e a Elsa Morante, a cargo de uno de los sobrinos de la escritora, Daniele Morante. Incluye la correspondencia intercambiada con personas vinculadas a su vida, desde Alberto Moravia a Giacomo Debenedetti y Pier Paolo Pasolini.</p><p style="text-align: justify;">La misma editorial reeditará Il mondo salvato dai ragazzini e altri poemi, con prólogo de Goffredo Fofi.</p><p style="text-align: justify;">La antología de poemas Alibi, por su parte, se acaba de reeditar en bolsillo, con el apéndice titulado Quaderno inédito di Narciso.</p><p style="text-align: justify;">El Premio Morante, cuyo jurado está presidido por Dacia Maraini, se amplía este año con nuevas disciplinas, entre ellas la música; la ganadora ha sido Gianna Nannini, que prepara un álbum con textos de Elsa Morante. En la apertura del Premio, cinco actores leerán fragmentos de las novelas de la escritora.</p><p style="text-align: justify;">Un año antes de que se cumpliera el centenario se publicó un libro de homenaje, Feste per Elsa, coordinado por Goffredo Fofi y Adiano Sofri, que incluye textos de escritores y críticos sobre la autora romana. Sellerio, Palermo, 2011.</p><p style="text-align: justify;">En 2009 se editó Elsa Morante, de Lily Tuck, una biografía realizada por la escritora norteamericana sobre la base de entrevistas a personas que conocieron a la autora de La Historia. Circe Ediciones, Barcelona.</p><p style="text-align: justify;"> (2) Mentira y sortilegio, novela de Elsa Morante. Traducción de Ana Ciurans Ferrándiz. Incluye el texto A modo de prólogo, escrito por Natalia Ginzburg en 1985. Colección de Narrativa de la Editorial Lumen. Barcelona, junio de 2012. 1.020 páginas.</p><p style="text-align: justify;">Menzogna e sortilegio. Primera edición italiana, 1948. Giulio Einaudi Editore, Torino. La reedición de 1994 cuenta con una introducción de Cesare Garboli.</p><p style="text-align: justify;">La novela obtuvo el Premio Viareggio.</p><p style="text-align: justify;"> (3) La isla de Arturo, novela de Elsa Morante. Traducción de Eugenio Guasta. Espasa Libros, 2004. 296 páginas. Las primeras ediciones, prácticamente inhallables, fueron: en Argentina, Editorial Sudamericana: 1960. En España: Bruguera (1969), Planeta (1984) y RBA Coleccionables (1995).</p><p style="text-align: justify;">L´isola di Arturo. Einaudi, primera edición italiana, 1957.</p><p style="text-align: justify;">La novela ganó el Premio Strega.</p><p style="text-align: justify;"> La Historia, novela de Elsa Morante. Traducción de Esther Benítez. Gadir Editorial, 2008. 692 páginas. Anteriores ediciones: 1991 (Alianza Editorial), 1992 (Círculo de Lectores).</p><p style="text-align: justify;">La Storia. Einaudi, primera edición italiana, 1974.</p><p style="text-align: justify;"> </p><p style="text-align: justify;">Araceli, novela de Elsa Morante. Traducción de Ángel Sánchez-Gijón. Gadir Editorial, 2008. 448 páginas. Edición de 1984 (Bruguera), en España, y del mismo año (Emecé), en Argentina.</p><p style="text-align: justify;">Aracoeli. Einaudi, primera edición italiana, 1982.</p><p style="text-align: justify;">La novela fue ganadora del Premio Medicis.</p><p style="text-align: justify;"> La editorial Gadir, a la que pertenecen la mayor parte de la reediciones de la obra de Morante, se ha especializado en los últimos años en publicar un amplio catálogo de obras de la literatura italiana del siglo XX traducidas al castellano.</p><p style="text-align: justify;"> (4) El chal andaluz, cuentos de Elsa Morante. Edición y traducción de Flavia Cartoni. Ediciones Cátedra, 2006. Madrid. 232 páginas.</p><p style="text-align: justify;">Lo scialle andaluso. Einaudi. Primera edición italiana, 1963.</p><p style="text-align: justify;"> (5) Il gioco segreto. Racconti. Garzanti, Milano, 1941.</p><p style="text-align: justify;"> (6) Las extraordinarias aventuras de Caterina, libro de relatos para niños de Elsa Morante con ilustraciones de la autora. Traducción de Salustiano Masó. Gadir Editorial, 2005. 142 páginas. Edición de 1989 (Alfaguara).</p><p style="text-align: justify;">Le straordinarie aventure di Caterina. Einaudi 1942/ 1959.</p><p style="text-align: justify;"> (7) “La palabra fresca como una rosa: autobiografía y escritura en Elsa Morante”, de Vanna Zaccaro. Versión española de M. Dolores Ramírez Almazán.</p><p style="text-align: justify;"> (8) Profanaciones, de Giorgio Agamben. Traducción de Edgardo Dobry. Editorial Anagrama, Barcelona, 2005.</p><p style="text-align: justify;">Profanazioni. Primera edición italiana de Nottetempo, Roma, 2005.</p><p style="text-align: justify;"> (9) Petróleo, de Pier Paolo Pasolini. Traducción de Atilio Pentimalli. Seix Barral, Barcelona, 1993. Páginas 27 a 29.</p><p style="text-align: justify;">Petrolio, primera edición italiana de Giulio Einaudi Editore, Torino, 1992.</p><p style="text-align: justify;"> (10) Estos fragmentos han sido seleccionados de las ediciones de la narrativa de Morante existentes en España, consignadas, igual que sus traductores, en las notas 2, 3 y 4.</p><p style="text-align: justify;"> 11. ENLACE AUDIOVISUAL:</p><p style="text-align: justify;"> Le stanze di Elsa: vida y obra de la escritora romana. Artículos, reseñas, entrevistas:</p><p></p><p style="text-align: justify;"> http://193.206.215.10/morante/index.html</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_RcgUvduEa4pRUvjg2lDPDqpjLm0jnxiAdJRPDCrkVstQigkn0jPJWS5CLhE39MnU79hXBemQSOaKAhqljYBpnmpF27B_FV-T8fsXBCve4I4y3Y5cErOakvjb6WSz8INtymCgRWMuq3uH83nZRAwZKN3LAyw7YYhZ_yzLRW4aYNMvVj35Y49g9-V8/s291/elsa%20con%20gato.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="291" data-original-width="190" height="291" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_RcgUvduEa4pRUvjg2lDPDqpjLm0jnxiAdJRPDCrkVstQigkn0jPJWS5CLhE39MnU79hXBemQSOaKAhqljYBpnmpF27B_FV-T8fsXBCve4I4y3Y5cErOakvjb6WSz8INtymCgRWMuq3uH83nZRAwZKN3LAyw7YYhZ_yzLRW4aYNMvVj35Y49g9-V8/s1600/elsa%20con%20gato.jpg" width="190" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEholGalFsnqJD5EBiHT-VxFS_Ch8P8hhTzKt_9jOdi2b3rNzHIRE2U6itR-14o3QWupbEvf3q47N_Ti2GdJu43zcO0a3gjPUAKa_XHNzTIqgIczl_6g_6cwHa4uEnNq0S8Fxp7ydXYpMV8bOqvV6fqBdUGGJfZMm_pSqEJ_euHC8O1Fb7j9evqt29hB/s320/Elsa%20mayor.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="229" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEholGalFsnqJD5EBiHT-VxFS_Ch8P8hhTzKt_9jOdi2b3rNzHIRE2U6itR-14o3QWupbEvf3q47N_Ti2GdJu43zcO0a3gjPUAKa_XHNzTIqgIczl_6g_6cwHa4uEnNq0S8Fxp7ydXYpMV8bOqvV6fqBdUGGJfZMm_pSqEJ_euHC8O1Fb7j9evqt29hB/s1600/Elsa%20mayor.jpg" width="229" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">EN <a href="https://theobjective.com/cultura/2022-06-16/elsa-morante-araceli/">THE OBJECTIVE</a></span></p><p style="text-align: justify;">Elsa Morante conjuró en 'Araceli' los demonios que le acompañaron hasta su muerte</p><p style="text-align: justify;">Galardonada con el premio Médicis Étranger, ‘Araceli’ es la obra de madurez de una de las escritoras italianas más admiradas de todos los tiempos</p><p style="text-align: justify;">Elsa Morante. | Foto cedida por Editorial Lumen</p><p style="text-align: justify;">Winnie Martínez 1</p><p style="text-align: justify;">María Paredes</p><p style="text-align: justify;">Publicado: 16/06/2022 • 03:30</p><p style="text-align: justify;">Un buen autor sabe que su escritura será más efectiva en tanto no cuente, punto por punto, la anécdota tal cual la vivió, sino la emoción que vivirla le produjo. Eso es justo lo que hizo Elsa Morante en la que se considera su novela más desgarradora, Araceli, en la que explora el vínculo maternofilial y que ahora reedita la editorial Lumen. El nombre propio que le da título lo tomó de la hermana de María Zambrano, con quienes mantuvo una extraordinaria relación de amistad cuando estas se exiliaron en Italia durante la guerra civil española. Y el lugar donde se desarrolla, el desértico pueblo almeriense de El Almendral fue, tanto para la autora como para el protagonista que más tarde crearía, el elegido para conjurar sus demonios y dejar que estos camparan a sus anchas.</p><p style="text-align: justify;">Sucedió de este modo: Elsa Morante eligió al azar un lugar en el mapa y, días después, se plantó en el punto resultante, Almería, acompañada de un amigo. Al coger el taxi en el aeropuerto de la ciudad, le rogó al conductor que los llevara al lugar más solitario que conociera, y de este modo una de las escritoras italianas más conocidas y valoradas de todos los tiempos desembocó en El Almendral, un pueblo de la comarca de Los Filabres cuyos últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, pertenecientes al pasado año 2021, confirman que allí viven dos únicas personas.</p><p style="text-align: justify;">Cuando Morante llegó, corrían los años setenta y aquel rincón de nuestro mapa ibérico ofrecía lo mismo que ahora: una abrumadora soledad que, en cambio, despertó en la autora una cautivadora sensación. Por fin sentía que un lugar reflejaba con una crudeza certera su propio estado de ánimo, depauperado terriblemente tras haber cosechado una larga serie de enfermedades, depresiones, y pérdidas tan sentidas como la de su amigo Pier Paolo Pasolini, el también escritor y director de cine italiano, asesinado brutalmente en 1975.</p><p style="text-align: justify;">Su protagonista, Manuele, vive a su modo este desgarro, solo que por motivos distintos a los de la autora. De él puede decirse que es uno de los personajes más desarraigados de la literatura contemporánea. Vive mudándose constantemente, huyendo de todo lo que tenga el mínimo aura de hogar: «Desde hace meses cambio a menudo de alojamiento, llevándome en cada mudanza todas mis propiedades, contenidas en un petate en bandolera. Últimamente me había mudado a un hotelito cerca de Porta Ticinese, al que no quería volver a mi regreso», escribe en uno de sus pasajes Morante. Sin embargo, sus fantasmas van con él en todas sus rutas. Sobre todo, en la mayor que emprende, tal y como reza su contra: «Dejar Milán y aventurarse hasta un pueblo perdido de Almería, de donde procede la familia materna». Es así como termina en el mismo lugar recóndito que su creadora, en su caso, buscando el rastro de su madre fallecida.</p><p style="text-align: justify;">De este modo, Araceli (Lumen, 2022) reproduce el viaje del héroe, solo que el héroe que Elsa creó en la que se considera su obra de madurez no hace por ganarse la admiración, ni siquiera la complicidad, del lector. Al contrario, despierta una cierta repugnancia en quien lee, al igual que en la novela el personaje se granjea la animadversión de todo aquel con el que se topa. Manuele no hace más que espantar, a conciencia, a quien está a su lado. A uno de sus amantes, al que define como su «segundo extremo amor», lo agrede con esta fiereza verbal: «¿Por qué no te vas a Vietnam? ¿O a la India? Bueno ve a donde cojones te dé la gana, pero lárgate de aquí. ¡Lárgate! ¿No comprendes que me das asco? Tienes ojos de bacalao podrido, la barriga grande y las piernas secas como una vieja, los pies planos…». </p><p style="text-align: justify;">Y esa es precisamente la grandeza de la que es considerada como la mejor novela de Elsa Morante: la hondura psicológica que permite relacionar un duelo no superado con la semilla de maldad y de desprecio que germina en los adentros de su protagonista. Y, también, la doble vertiente que deja en él el recuerdo no sanado de su madre: por un lado exacerba su amor; por otro, muchas veces la repudia. </p><p style="text-align: justify;">Por ejemplo, a sus 43 años, a Manuel le asaltan de continuo ensoñaciones muy vívidas de cuando mamaba: «Su leche tiene un sabor dulzón, tibio, como el del coco tropical recién arrancado del cocotero. De vez en cuando, mis ojos enamorados se alzan para dar gracias a su rostro que se inclina enamorado hacia mí, entre los racimos negros de sus rizos de desigual longitud que le llegan a los hombros (ella no quería cortárselos. Era una de sus desobediencias)». Tal es la devoción que su madre y él se profesaban que, tras perderla, ningún otro amor le es suficiente ni válido. «Desde que perdí a mi primer amor Araceli, nunca más nadie me dio un beso de amor». Manuele lamenta sin descanso que el nacimiento fuera su primera separación: «Ya debo haber sabido que a aquella nuestra primera separación sangrienta le seguiría otra y otra hasta la última, la más sangrienta. Vivir significa aprender la experiencia de la separación y yo debo de haberlo aprendido aquel 4 de noviembre con el primer gesto de mis manos, que fue el de buscarla a tientas». </p><p style="text-align: justify;">Los extremos de amor suelen llevar a situaciones enloquecidas, y Morante lo plasmó en su última obra con una prosa voluptuosa y, por momentos, opresiva; tal es la rabia que le impregna a algunos de sus párrafos cuando, en vez de palabras de amor, le dedica a su progenitora malos deseos: «Malas noches a ti, Araceli, que recibiste la semilla de mí como una gracia y la incubaste en tu vientre calentito como si fuera un tesoro y luego te liberaste de mí con gozo para entregarme, desnudo, a tus sicarios. (…). Habría sido mejor que me abortaras o me ahogaras con tus manos al nacer, antes que alimentarme y criarme con tu amor infiel, como un animalito que se cría para el matadero».</p><p style="text-align: justify;">El carácter de Manuele se completa con una profunda misoginia, pues solo a su madre respeta y ensalza. «Nunca había visto, ofrecido a mi vista tan de cerca, un sexo de mujer, y el que ahora se me desvelaba me pareció un objeto de ruina y de pena horrenda, semejante a una boca de animal degollado», dice del sexo de una prostituta con la que intenta, sin éxito, iniciarse. Y cuando ya empieza a relacionarse con hombres, estos son en su mayoría, como describe, adolescentes que aman, a su vez, a las mujeres. «De ellos no podía esperar amor ni la última y deseada herida. La máxima gracia que podían concederme era la de dejarse chupar por mí. Previo pago. Ellos, semejantes a estatuas reales. Yo, como si fueran santos, de rodillas a sus pies».</p><p style="text-align: justify;">Así, Araceli es la historia de un viaje repleto de frustración en el que aparece también el recuerdo de su tío (el hermano de Araceli), fallecido en la Guerra Civil, su hermana Encarnación Carina, que murió también, en su caso al poco tiempo de nacer y de su padre, un noble piamontés que se convierte en el eterno rival de Manuele. Eso, a pesar de que su peor enemigo, no deja nunca de ser él mismo. La propia Morante también fue su peor enemiga y murió en el año 1985, encerrada en la habitación de una clínica, tras haberse intentado arrebatar la vida dos años antes.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">EN <a href="https://www.elimparcial.es/noticia/242870/los-lunes-de-el-imparcial/elsa-morante:-araceli.html">EL IMPARCIAL</a></span></p><p style="text-align: justify;">Lunes 12 de septiembre de 2022, </p><p style="text-align: justify;">Por Aránzazu Miró</p><p style="text-align: justify;">Recorre la novela el impulso en los vivos de buscar a sus muertos. O como dirá la autora, un «pulso desesperado» que origina esa búsqueda no solo en el tiempo sino también en el espacio. Una temprana frase nos propone qué encontraremos a lo largo de las páginas: «Hay quien los persigue hacia atrás, en el pasado, y quien se lanza al espejismo de alcanzarlos en un futuro último, y quien, no sabiendo ya dónde ir sin ellos, recorre los lugares tras su posible pista». Desasosiego es lo que genera esa búsqueda del protagonista. De su madre, Araceli; de su espacio, ese reducto almeriense donde nació; de su propia vida en Italia y sus angustias. Yendo y viniendo de uno a otro, entrelaza el viaje en pos de su madre, sus propios recorridos y el recuerdo de la historia familiar, en unas idas y venidas que van del momento presente hacia un pasado lejano, aunque lo hagan sin una estructura clara, en lo que parece un discurso lleno de altibajos que a veces se demora y a veces pasa raudo. Entenderemos, o descubriremos cuando menos, el trasiego de una familia en busca del amor, que conduce a la muerte.</p><p style="text-align: justify;">Es una escritura de mujer fortalecida, la de Elsa Morante, compañera de Alberto Moravia, que se arriesga a mostrar la visión del mundo masculino del muchacho que comete la fechoría de ser engendrado varón donde solo se espera y desea una chica. Araceli es la última novela de la italiana, publicada a comienzos de los años ochenta del siglo pasado, poco antes de que una fractura de fémur degenerase, la recluyese en cama y precipitase su muerte en el cercano 1985. Es una última novela de una autora que, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, venía demostrando la potencia de su voz de mujer para hacer ver y entender el mundo que nos rodea.</p><p style="text-align: justify;">Así, Araceli, la madre de Vittorio Emanuele Maria, será analizada y sobre todo investigada por un hijo con «los estigmas de "señorito" y de "mariquita"», que se permite recurrir al sueño para rememorar situaciones, como la de su propio nacimiento, imposibles de recordar. Aunque sea lo de menos. La novela es la búsqueda de las razones que a su protagonista y a su madre les hacen ser como son. Y a nosotros, lectores, nos hacen entender que una vida se compone de todo aquello que muchas veces no queremos ver. ¿Son engaños las cosas que no entendemos pero que en el fondo nos explican, a nosotros y a nuestro entorno? «Algunos recuerdos apócrifos se me descubren más reales que los verdaderos», nos explicará el protagonista.</p><p style="text-align: justify;">Buscar a su madre no es documentarse, sino marchar tras ella, seguir las huellas de su antiguo paso. Todo en la demanda única en la vida: la de ser amado. Eso es lo que hace en la novela Manuelino, explicarse a sí mismo y narrar esa búsqueda, en un viaje a la Andalucía más recóndita desde su entorno italiano: Roma y el Piamonte donde transita su infancia, primero con su madre y tras su temprana muerte, con los abuelos turineses, para recalar en Milán donde se hace adulto y de donde parte la novela y su viaje hacia el pasado de su madre y de sí mismo, que nos irá desvelando poco a poco, mientras «la culpa y la vergüenza perduran».</p><p style="text-align: justify;">Etapas de su vida que nos irán desvelando su infancia después de conocer su vida actual, siempre en esa búsqueda de ser amado y la imposibilidad de lograrlo. Tiempo detenido en forma de eternidad: «sufrí la más negra infelicidad terrestre: la de estar vivo donde nadie nos ama», nos dirá, para concluir que «algunos individuos son más proclives a llorar de amor que de muerte”.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b>EN <a href="https://www.katia-escritora.com/blog/araceli-elsa-morante">KF</a></b></span></p><p style="text-align: justify;">ARACELI de Elsa Morante</p><p style="text-align: justify;">Lecturas</p><p style="text-align: justify;">28 sept. </p><p style="text-align: justify;">Escrito por Katia Fdez.</p><p style="text-align: justify;">Esta novela ha sido una auténtica sorpresa para mí. Hace hace unos meses ni siquiera había oído hablar de Elsa Morante. Me gusta investigar autores de diferentes países, sobre todo del siglo XX, e Italia era un país del que casi no había leído nada. Sorprendentemente no se traducen tantos autores italianos al español… </p><p style="text-align: justify;">Este libro estaba entre las novedades editoriales de esta primavera (2022) de Lumen, parece que hace bastantes años que esta novela estaba descatalogada, porque la traducción, maravillosa, hecha por Ángel Sánchez-Gijón es 1984. </p><p style="text-align: justify;">Esta es una novela de 1982, última que pudo escribir la autora y yo no tenía ninguna expectativa. Evidentemente esperaba encontrar algo que me gustase… Por lo poco que encontré sobre Elsa Morante en Internet, antes de decidirme a comprar el libro, parece que es una autora muy querida y bien valorada en Italia. </p><p style="text-align: justify;">Para mí lo mejor es no tener expectativas al empezar una novela, me gusta empezar bastante en blanco, sin saber demasiado… pero eso no siempre es posible. Por ejemplo, si estás leyendo esta reseña lo que estoy a punto de hacer es generarte unas expectativas enormes, monumentales, porque esta novela me ha maravillado, me da dejado exhausta y sin palabras… de hecho llevo varias semanas intento escribir algo que tenga un mínimo de sentido… y aquí estoy, por fin parece que algo sale…</p><p style="text-align: justify;">A lo que íbamos, que voy a generarte un montón de expectativas, que a lo mejor luego cuando leas la novela no se ven cumplidas, o quizás en este caso sí… </p><p style="text-align: justify;">Voy a intentar ser lo más racional posible, aunque se trata de una historia pasional de una manera casi absoluta. </p><p style="text-align: justify;">Lo primero que voy a decir es que acompañamos a nuestro protagonista, que también es nuestro narrador, Manuele, en un viaje, en una búsqueda. Pero debo advertirte de que es una búsqueda muy particular, primero porque ya desde el principio Manuele sabe que no va a poder encontrar nada, y segundo, porque vamos atrás en el tiempo. Y en el espacio. </p><p style="text-align: justify;">“Y aunque al iniciarme en esta peregrinación maniaca yo me inventase una dirección y una meta, en realidad no se me ocultaba desde la partida que yo era el pelele de mí mismo: allá en la sierra, ni más ni menos que en cualquier otra parte, nadie me espera de parte de Araceli.”</p><p style="text-align: justify;">Araceli es la gran protagonista que recorre estas páginas, o más bien debería decir el gran fantasma, porque solamente conocemos a la Araceli que está en los recuerdos y en los sueños de Manuele. Unos recuerdos por los que ha ido pasando el tiempo y se han ido transformando, adoptando formas y tamaños insospechados y ni él mismo sabe ya distinguir, después de mas de 30 años, cuales pueden ser verdad y cuales son solo un producto de su imaginación. </p><p style="text-align: justify;">Manuele, desperado y desilusionado con la vida, decide emprender un viaje físico, al pueblo de Andalucía donde nació su madre, Araceli. Con ninguna esperanza, realmente. Pero este viaje, esta búsqueda es lo único que puede hacer. Ya ha llegado a un punto en su vida en el que todo es insoportable, la realidad no le interesa nada, y lo único que quiere y que siempre ha querido es… ser amado.</p><p style="text-align: justify;">“Entre los varios y posibles bienes de que la gente es ávida yo, todo el tiempo, solo pedía este: ser amado. Pero pronto me quedó claro que yo no puedo gustar a nadie, del mismo modo que no me gusto a mí mismo; y sin embargo, no sabía renunciar a mi obstinada ilusión o pretensión; y mientras, mi demanda angustiosa se iba vinculando inexorablemente para mí al tema de la culpa y la vergüenza. Al final, he renunciado a toda demanda, pero la culpa y la vergüenza perduran.”</p><p style="text-align: justify;">Es un libro oscuro, escrito de una manera hipnótica y bellísima. En algunos momentos me recordaba un poco a Proust, pero un Proust casi macabro, perdido en sus propios recuerdos como en un laberinto, tratando de volver a ver a su madre, de escuchar su voz, de volver a sentirla en su piel… pero el drama es completo, porque sabe que no es posible. </p><p style="text-align: justify;">“A veces -especialmente en ciertas situaciones de extrema soledad- en los vivos empieza a latir un pulso desesperado que los impulsa a buscar a sus muertos no solo en el tiempo, sino en el espacio. Hay quien los persigue hacía atrás, en el pasado, y quien se lanza al espejismo de alcanzarlos en un futuro último, y quién, no sabiendo ya dónde ir sin ellos, recorre los lugares tras su posible pista. Semejante reclamo puede sobrevenir inesperado e ir acompañado del mismo desasosiego que se apoderaría de un mísero indigente, el cual -después de una larga amnesia- recordase que posee un diamante escondido. Pero él mismo ignora donde lo escondió, toda señal ha sido borrada. Y no le sirve de nada invocar un indicio cualquiera que le valga para recuperarlo, y ya no le es dado poseer otro bien.</p><p style="text-align: justify;">En este otoño de niebla, desde hace varios días, me siento tentado a seguir a mi muchacha Araceli en todas las direcciones del espacio y del tiempo, menos en una en la que no creo: el futuro. En realidad, en la dirección de mi futuro no veo mas que una vía sinuosa a lo largo de la cual mi habitual yo mismo sigue moviéndose arriba y abajo como un viajero borracho. Hasta que sobreviene un choque enorme y todo movimiento cesa. Es el punto extremo del futuro. Una especie de mediodía cegador, o de medianoche ciega, en la que ya no hay nadie, ni siquiera yo.”</p><p style="text-align: justify;">Esta es una novela perfecta, que te va llevando más y mas profundo a la oscuridad mas grande, aquella de la que no hay salida. La estructura que tiene es como una espiral, que va desde lo mas real y lo mas lejano en el tiempo, es decir el “ahora”; hacía lo más profundo y secreto de los recuerdos y los sueños del protagonista, que es lo más cercano a lo que él quiere estar. A través de este viaje en el tiempo, en el que vamos retrocediendo poco a poco, girando en círculos cada vez mas cerrados, hasta la última gota, hasta el último día que tiene algún sentido… o no. </p><p style="text-align: justify;">Espero haber conseguido generarles algo de curiosidad, y que le den una oportunidad a esta magnífica obra de arte, y puedan así juzgar por su cuenta. </p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">EN <a href="https://www.librosyliteratura.es/araceli.html">LIBROS Y LITERATURA</a></span></p><p style="text-align: justify;">Araceli</p><p style="text-align: justify;">12 de julio de 2022 por Mónica Baños</p><p style="text-align: justify;">Reseña del libro “Araceli”, de Elsa Morante</p><p style="text-align: justify;">Araceli</p><p style="text-align: justify;">En Araceli, la escritora italiana Elsa Morante nos presenta la historia de la española Araceli Muñoz Muñoz, la madre del narrador y figura sobre la cual orbitarán los recuerdos de Manuele. Morante nos narra la obsesión del hijo de Araceli a través de un viaje un tanto onírico a su pasado, a los momentos que compartieron juntos en los años que éste vivió con su madre.</p><p style="text-align: justify;">Araceli supone así un retrato femenino increíblemente complejo, de una mujer misteriosa, a la que apenas Manuele conoció y de la que pretende saber más mediante un viaje que emprenderá a lo largo de unos días a El Almendral, pueblo almeriense de la que Araceli es oriunda.</p><p style="text-align: justify;">Elegí leer Araceli porque no escondo en primer lugar, mi obsesión por las autoras italianas y en segundo lugar, porque Elena Ferrante (mi escritora preferida) siempre se ha referido a Morante como su maestra. Lo cierto es que me hubiese gustado empezar por su novela La historia, pero cuando supe de la existencia de esta reedición de la última novela que Elsa Morante escribió, pensé que sería buena idea empezar a leer su literatura por aquí. Y aunque considero que no debería haber leído primero Araceli, dada su complejidad y densidad, y aunque ha sido una novela turbia y que me ha traído de cabeza, me ha gustado. Me ha gustado como si de un secreto oscuro se tratase, Araceli me atrapaba, me fascinaba igual que a Manuele. Creo que su atractivo reside precisamente en eso: no podemos saber más de ella que de los recuerdos que éste guarda de su madre, igual que nos sucede en la vida real. No siempre es posible saber todo de una persona, porque en ocasiones, nosotros mismos solamente tenemos un punto de vista y es el nuestro, el cual no deja de ser limitado. Y durante su lectura no lograba parar de pensar en ello. No conoceremos a Araceli en profundidad, qué piensa, qué la impulsa, más allá de los ojos de un Manuele niño, de unos ojos infantiles que no logran entender los motivos por los cuales Araceli se lanza a esa vorágine de femme fatal y de enfermedad.</p><p style="text-align: justify;">Manuele por su parte, se trata de un hombre entrado en la mediana edad que narra los hechos de su infancia, de su soledad, de esa madre que adoraba sin límites y de esa absoluta indiferencia que mostraba por su padre. Pienso que, a la vez, el viaje a El Almendral es una excusa de Manuele para encontrarse con sus propios recuerdos, dado que la historia se nos presenta como el motivo por el cual el hijo de Araceli acude allí, en busca de respuestas. Pero esas respuestas no las hallará más allá que en el propio pasado que arrastra, siendo este demasiado incompleto e incomprensible en ocasiones para él y para el propio lector.</p><p style="text-align: justify;">Es una novela densa, complicada, pero comprendo a la Ferrante. Elsa Morante era un genio, usaba el lenguaje de un modo especial, su pluma estaba provista de una inteligencia y sensibilidad especial. Oscura, retorcida e incómoda, pero precisamente eso es lo que busco en la literatura: que me remueva. Y Araceli me ha removido completamente.</p><p style="text-align: justify;">Por lo tanto, recomendaría esta novela a los amantes de la literatura italiana contemporánea, a los amantes de los libros de Elena Ferrante ya que creo que puede tratarse de una apuesta segura y sobre todo, a aquellos y aquellas que como yo, busquen literatura desde las entrañas, que les sacuda. Os aseguro que Elsa Morante lo hará sin ningún atisbo de dudas.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">EN <a href="https://www.elmundo.es/elmundo/2009/01/14/cultura/1231951830.html">EL MUNDO</a></span></p><p style="text-align: justify;">El siglo XX visto por Morante</p><p style="text-align: justify;">El libro fue censurado en España por sus críticas al franquismo</p><p style="text-align: justify;">Fue una de las grandes figuras de la literatura europea, aunque durante décadas su obra quedó eclipsada por la celebridad de su marido, Alberto Moravia. Las novelas de la italiana Elsa Morante (1912-1985) llegan definitivamente a España de la mano de Gadir Editorial, que tras la publicación en 2008 de 'Araceli' (1982), ha lanzado 'La Historia', su relato más conocido y al que sucederán 'Mentira y Sortilegio' —todavía inédita en nuestro país— y 'La Isla de Arturo'.</p><p style="text-align: justify;">'La Historia' sucede con crudeza a las poesías y cuentos infantiles con los que Elsa Morante se estrenó en la escritura, justo cuando se disponía a salir de la adolescencia. Esta obra coral sobre el drama de las víctimas anónimas de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto dio reconocimiento internacional a una autora que ya tenía voz en los círculos culturales de la Italia de la posguerra.</p><p style="text-align: justify;">Separada de Moravia después de más de 20 años de matrimonio, en 1974 no era sólo la escritora de talento y segundo plano —siempre pesó la larga sombra de su pareja— que ideó al comienzo de su carrera 'Las aventuras de Caterina'. Más bien se trataba de una intelectual radical capaz de generar agrios debates con sus novelas, avivados por su atracción por la provocación política en una época propensa al extremismo: los años de plomo de la Italia de Aldo Moro y Giulio Andreotti.</p><p style="text-align: justify;">Desde su casa de Capri, Morante tomó al paupérrimo sur de Italia como escenario de sus obras, aunque prefirió ambientar 'La Historia' en diversos espacios de Roma. Los personajes deambulan por las miserias de la guerra presididos por Ida, una matriarca viuda que intenta la supervivencia frente a la adversidad y horrores de la guerra.</p><p style="text-align: justify;">Sus hijos y los numerosos personajes que trufan la novela explican a través de la autobiográfica pluma de Morante el realista drama de ver cómo la Historia acaba repitiéndose con su crudeza una y otra vez, siempre para desgracia de los desheredados. Tan dramática como la profética desdicha de sus personajes, que recuerdan el final solitario y amnésico de la autora, internada hasta su muerte en 1985 en un centro médico, tras un intento de suicidio que le quitó la salud y acabó por dejarla sin medios para pagar su convalecencia.</p><p style="text-align: justify;">El pesimismo antropológico que acompañó las últimas obras de la escritora romana estaba sin duda azuzado por la situación política que rodeó a esta anarquista convencida. Elsa Morante quiso hacer todo "un acto de acusación contra las injusticias del siglo XX" en pleno régimen de la Democracia Cristiana, según explica Flavia Cartoni, encargada de editar y prologar esta última edición de 'La Historia'.</p><p style="text-align: justify;">Esta exhibición de sus posturas políticas, especialmente en lo referente al fascismo y las dictaduras, le valió el reconocimiento internacional, aunque también le trajo problemas en España, como recuerda Cartoni.</p><p style="text-align: justify;">'La Historia' se publicó por primera vez en 1976, apenas meses después de la muerte de Franco y con los rotuladores rojos de la Dictadura aún en manos de la censura. Bajo el título 'Algo en la historia', Plaza y Janés publicaba una traducción de Juan Moreno en la que, para cólera de la autora, faltaban referencias al general.</p><p style="text-align: justify;">Alianza Editorial recuperaba en 1991 la novela, esta vez con traducción de Esther Benítez, la misma que en esta última edición. Entonces sí se subrayó la relevancia de un trabajo excepcional en la trayectoria literaria de Morante, antes unida al simbolismo, y fascinada por Pasolini, Ginzburg y Calvino. Con la intención de recuperar la novela típica italiana del siglo XIX, el realismo se instala en esta historia "sobre lo animal de cada humano, y lo humano de cada animal", en palabras de la editora.</p><p style="text-align: justify;">Este repaso a la historia universal a través de lo mundano nació en la mente de Morante a partir de una larga reflexión personal, tras escribir 'La isla de Arturo' (1957), y de una novela embrión, 'Sin el apoyo de la religión', que nunca terminó. Su popularidad en la bota creció con la versión cinematográfica que hizo en 1986 Luigi Comencini, con Claudia Cardinale y Francisco Rabal, y una adaptación para una radionovela en la RAI.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">EN <a href="https://gatosyrespeto.org/2017/02/23/gatos-elsa-morante-maria-y-araceli-zambrano/">GATOS Y RESPETO</a></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Gatos, Elsa Morante, María y Araceli Zambrano</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj71KU6NC8vzY38D8kPoiwtSPhax7YkAspEVr_B_gXMyxuwKbUv70isxJx16WmrpM_DrmBP1sSZk7U_u2VilSdJA0Ivqfe0iz1Smws9hn327btsoLbK3IA0TcaAwAgdEJG7FCpZFH8D7uTWNdIby0gTmIMrxPVmd_PeNb6c3Br65b1MxqfzAM0my1Es/s480/yooniqimages_100837085.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="379" data-original-width="480" height="253" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj71KU6NC8vzY38D8kPoiwtSPhax7YkAspEVr_B_gXMyxuwKbUv70isxJx16WmrpM_DrmBP1sSZk7U_u2VilSdJA0Ivqfe0iz1Smws9hn327btsoLbK3IA0TcaAwAgdEJG7FCpZFH8D7uTWNdIby0gTmIMrxPVmd_PeNb6c3Br65b1MxqfzAM0my1Es/s320/yooniqimages_100837085.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Elsa Morante conoció a María y a Araceli Zambrano durante la estancia de las hermanas en Roma, ciudad en la que vivieron desde el año 1953 hasta 1964. Las tres sentían un profundo amor por los gatos, y compartían las mismas inquietudes filosóficas y políticas. Araceli prestó su nombre al título de la última novela de la escritora italiana, inspirada en su gran amiga y ambientada en España.</p><p style="text-align: justify;">Elsa Morante en Via dell'Oca 27, Roma</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJLWNxN7-QZAwk1wRYYYSEuKjA_a4NufCIvH383_7yMAzaOhgDcg1nBh63zIYx4fWHCssbcdfGZ4sOfWQe8i9GO3VlMRwweO6A-F9KVaHjkqh9KqSj1Pj9hc0l0F8FvfMyvpsdi34RIsgftrcNkucNmqk1iv3TILBEUNlnfNy7rzi8fkTUCcxa-3-n/s537/elsa-morante-en-via-delloca-27-roma.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="428" data-original-width="537" height="255" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJLWNxN7-QZAwk1wRYYYSEuKjA_a4NufCIvH383_7yMAzaOhgDcg1nBh63zIYx4fWHCssbcdfGZ4sOfWQe8i9GO3VlMRwweO6A-F9KVaHjkqh9KqSj1Pj9hc0l0F8FvfMyvpsdi34RIsgftrcNkucNmqk1iv3TILBEUNlnfNy7rzi8fkTUCcxa-3-n/s320/elsa-morante-en-via-delloca-27-roma.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">María nació en 1904, Araceli en 1911 y Elsa en 1912. María y Araceli Zambrano vivieron en el exilio a partir de 1939 y recorrieron un sinfín de países, como dice la propia filósofa: «He escrito y vivido en España, Chile, Cuba, Puerto Rico, Francia, Italia y Suiza. De hecho era una locura. En 1939 comenzó mi exilio. Crucé la frontera francesa con mi madre y mi hermana, y tras vivir en París durante un breve periodo, residí en Nueva York, La Habana, México, y finalmente en Puerto Rico. Volví a París en 1946 para reencontrarme con mi hermana, al borde de la locura tras ser torturada por los nazis. Mi madre murió dos días antes de mi llegada. Mi hermana y yo decidimos volver a Puerto Rico y a Cuba juntas y en 1953 nos fuimos a vivir a Roma. (…) En 1964 me persiguió un vecino fascista al que le molestaban ¡mis gatos! Me fui con ellos a Suiza… En 1984 volví a Madrid, donde me quedé hasta el final de mis días».</p><p style="text-align: justify;">Araceli y su madre, años cuarenta, París</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWochwFU1ZR2yP4C_GyJ6lhcfD_hOvKODA0dZhqs6kzuCM_f2pKffeEqmUgLIncg8RWh_D-S_Bjo6bTvq005tIZ5gD5gIPFyy4V1NIewk5jof1iuAv3Zu6rd8wD6Ier6mN84gwK-FDuThtiZRSBVKFBlnMm5AseMcH95JI_Z1H8TbSxj_7qkOy1Uq7/s321/araceli-y-su-madre-ac3b1os-cuarenta-parc3ads1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="321" data-original-width="212" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWochwFU1ZR2yP4C_GyJ6lhcfD_hOvKODA0dZhqs6kzuCM_f2pKffeEqmUgLIncg8RWh_D-S_Bjo6bTvq005tIZ5gD5gIPFyy4V1NIewk5jof1iuAv3Zu6rd8wD6Ier6mN84gwK-FDuThtiZRSBVKFBlnMm5AseMcH95JI_Z1H8TbSxj_7qkOy1Uq7/s320/araceli-y-su-madre-ac3b1os-cuarenta-parc3ads1.jpg" width="211" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Aracelí cruzó los Pirineos con su madre, su hermana y su marido Manuel Muñoz. Con la caída de París en 1940, Muñoz no se sentía seguro y se refugió en el Finisterre francés, pero la Gestapo le arrestó antes de poder huir a México. Fue entregado por la Gestapo a las fuerzas franquistas y fusilado en España el 1 de diciembre de 1942, después de pasar largos meses en la cárcel parisina de La Santé. Aracelí permaneció en la capital francesa para estar cerca de su marido, aunque sin poder verle.</p><p style="text-align: justify;">Elsa nació en Roma, en el popular barrio del Testaccio. Hija ilegítima, fue reconocida por Augusto Morante después de casarse con su madre. Empezó a publicar cuentos, relatos y poemas a partir de 1933 en importantes diarios romanos. En 1936 conoció al famoso escritor Alberto Moravia, con el que se casó en 1941. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial se trasladaron cerca de Cassino, en el sur de Italia, para huir de las represalias nazis. Se separó de Moravia en 1961. A partir de ese momento siguió escribiendo de forma esporádica. Su última novela, la antes mencionada «Aracoeli», se publicó en 1982.</p><p style="text-align: justify;">Alberto Moravia y Giuseppe</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL-oC0CRJ8fEJWyFJ0Ke3NabenGDjMBH-3uAG355BhBsqfeOc2vLtcL6FXwlTNhC86uwZ6EHilNGq8b2wO2uQnn3B8jVr-6EluMk9Hd94XomdY-to8ihKb76WdiLXJPFDYDkoZJLH40oFOwi49dXsHaF1UEltyQmU6M3hbzaLNkwIrxvs39oGtlGNb/s400/alberto-moravia-y-giuseppe.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="298" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL-oC0CRJ8fEJWyFJ0Ke3NabenGDjMBH-3uAG355BhBsqfeOc2vLtcL6FXwlTNhC86uwZ6EHilNGq8b2wO2uQnn3B8jVr-6EluMk9Hd94XomdY-to8ihKb76WdiLXJPFDYDkoZJLH40oFOwi49dXsHaF1UEltyQmU6M3hbzaLNkwIrxvs39oGtlGNb/s320/alberto-moravia-y-giuseppe.jpg" width="238" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Las tres adoraban a los gatos. Incluso en París, durante la ocupación nazi, Araceli y su madre tenían un gato, como lo demuestra la pequeña fotografía que incluimos. En una entrevista, María Zambrano dijo que «llegué a tener 24». Y efectivamente, tuvieron que dejar Roma después de que un senador de pasado fascista firmara una orden de expulsión por culpa de sus numerosos gatos. El 14 de septiembre de 1964, las dos hermanas y trece gatos emprendieron el camino a Francia. Eso sí, las autoridades italianas avisaron a la policía francesa de que eran «personas peligrosas». ¿Los gatos también?</p><p style="text-align: justify;">Canto por el Gato Alvaro - El amor tiene forma de gato</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXBK_nHntBQlaQZjupdBfOpVTS4Ry7ARWa0tXwhIz9VW_kgKirb9lqkQ0uPFOzXA2_Ixo8lKaIz1l4XMb4AI90JfIB8r4Zu_Lgozb80I5kjesqRzL714p52GsvRWAHpSPm3xk13fwJAHZZNo5Bb8IztFd_rbGlALFsTJZEEVjxL8sfupBu15gqWzVE/s409/6820b140de1690ca1cfb7688be81d810.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="356" data-original-width="409" height="279" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXBK_nHntBQlaQZjupdBfOpVTS4Ry7ARWa0tXwhIz9VW_kgKirb9lqkQ0uPFOzXA2_Ixo8lKaIz1l4XMb4AI90JfIB8r4Zu_Lgozb80I5kjesqRzL714p52GsvRWAHpSPm3xk13fwJAHZZNo5Bb8IztFd_rbGlALFsTJZEEVjxL8sfupBu15gqWzVE/s320/6820b140de1690ca1cfb7688be81d810.webp" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_To-KWEh5UqoAAmF1nsP6MfUetgRF-vMvj_AWYSRvLlgxf0u9O_VSmBwGz-Cn7zeTFC7LczAHIaJmQWKu-VbjA3b54YI6OYC9AzAOIehy8rlciO3WNyjApnjE_pY7ACkFBknPSUu01pvKnRf1r5y5DACURyDQZtPmMtoiiC-JfpZtxvl0rM9Ffu_u/s648/canto-por-el-gato-alvaro-el-amor-tiene-forma-de-gato.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="648" data-original-width="481" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_To-KWEh5UqoAAmF1nsP6MfUetgRF-vMvj_AWYSRvLlgxf0u9O_VSmBwGz-Cn7zeTFC7LczAHIaJmQWKu-VbjA3b54YI6OYC9AzAOIehy8rlciO3WNyjApnjE_pY7ACkFBknPSUu01pvKnRf1r5y5DACURyDQZtPmMtoiiC-JfpZtxvl0rM9Ffu_u/s320/canto-por-el-gato-alvaro-el-amor-tiene-forma-de-gato.webp" width="238" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Elsa Morante tenía sobre todo gatos siameses y llegó a decir que si los gatos eran ángeles, los siameses eran arcángeles. Su primer gato, Giuseppe (Useppe, Mandolino o Alvaro), que murió el 1 de agosto de 1952, fue muy importante para ella. En su diario afirmó que «era la mitad de mi alma». El mismo gato, bajo sus numerosos nombres, aparece en la novela «Menzogna e sortilegio» (1978) y en la colección de poemas «Alibi» (1978). Siempre hablando de este gato, en su diario escribió: «Sus ojos eran los más maravillosos que jamás había visto. Es imposible creer que se han apagado para siempre».</p><p style="text-align: justify;">Según la escritora, todos los animales viven en estado de gracia. No solo desconocen el bien y el mal, también nos ofrecen «la más tierna de las amistades libre de juicios». Citamos el artículo de Luca Fontana «Elsa Morante: A Personal Remembrance», publicado en la revista PN Review: «Sentía una verdadera devoción por los gatos. (…) Los millones de gatos que habitan las ruinas de Roma la conocían personalmente, y ella a ellos. Siempre daba un nombre a cualquier callejero que se cruzaba en su camino, y le reconocía años después. Además de cuidar de sus gatos siameses, salía de noche para recorrer ruinas y foros con dos enormes bolsas llenas de callos, mollejas y otras exquisiteces para alimentar a los gatos. Pero no estaba sola, se encontraba con docenas de mujeres que practicaban el mismo ritual, en su mayoría viudas solitarias con exiguas pensiones, conocidas como ‘gattare’. Entonces sufría una metamorfosis, se transformaba en una más, hablaba el mismo dialecto romano que ellas y pasaban horas charlando. Conocía su vida y llevaba unos cuantos sobres en su bolso para las más necesitadas».</p><p style="text-align: justify;">María y Araceli Zambrano vivían muy cerca de Piazza del Popolo. Cuenta el escritor Jorge Guillén que a veces quedaban para cenar en un café en la plaza y que María, antes de acabar, se levantaba y decía: «Volveré». Y se iba a llevar comida a los gatos que la esperaban en alguna esquina.</p><p style="text-align: justify;">Después de Roma, las hermanas Zambrano se trasladaron al Jura, a una casa llamada La Pièce, no lejos de Ginebra. Araceli falleció en 1971 en la clínica Belair, y poco antes de morir se preguntaba: «¿Sirvió de algo perder?»</p><p style="text-align: justify;">En los últimos años que pasó la filósofa viajando entre Grecia, Roma y Francia, ya sin su hermana, su nombre comenzó a escucharse en España cada vez más y regresó el 20 de noviembre de 1984, después de 45 años de exilio.</p><p style="text-align: justify;">Siguió escribiendo rodeada de gatos. Murió en Madrid el 6 de febrero de 1991 y fue enterrada entre un naranjo y un limonero en el cementerio de Vélez-Málaga, donde luego se trasladaron también los restos mortales de sus «dos Aracelis», su madre y su hermana. Dicen que siempre hay gatos en su tumba.</p><p style="text-align: justify;">Elsa Morante, gran escritora y gran gattera romana, enfermó después de fracturarse el fémur e intentó suicidarse en 1983. La salvó in extremis su ama de llaves. Se sometió a una complicada operación que, sin embargo, no mejoró mucho su condición.</p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-58615030643431927922023-01-31T18:47:00.001+01:002023-01-31T18:47:09.988+01:00El MARTES 7 DE FEBRERO (recordad el cambio de fecha) tenemos una cita para comentar "La vida agria", de Luciano Bianciardi<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFtLuAGls8a3iXfw3PvbOQ1xL2UdBLd5uMQrsEZ_rpXkHuAmC7qklTZrB3HlPeP8QwT6GRyfhLzb02P1_lHWg_8uviWPL1S7nVN61TszU5PuZBAt60yDbmA8xvGkhZ-HizOhIWabKEuJ17j2-bSXGh3Ob-Y0KD5BnbT5epDs14ggP3q3v4cFr8qQyf/s500/humprey-bianciardi-500x370.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="370" data-original-width="500" height="474" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFtLuAGls8a3iXfw3PvbOQ1xL2UdBLd5uMQrsEZ_rpXkHuAmC7qklTZrB3HlPeP8QwT6GRyfhLzb02P1_lHWg_8uviWPL1S7nVN61TszU5PuZBAt60yDbmA8xvGkhZ-HizOhIWabKEuJ17j2-bSXGh3Ob-Y0KD5BnbT5epDs14ggP3q3v4cFr8qQyf/w640-h474/humprey-bianciardi-500x370.jpg" width="640" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0UJd0DM0pAEEGH5a8Un1UK0o-XyGFV28m-N7G0Vg1lULBSUZT7qCa6oHa5NgG-tPRjRazewUImI01wSH8GSZOhJbFAvY8U1gC-fboYxGAd80vpJbyd7Ydmd15jUQZ-DdQ1aiOn_TwjyFvnScDv2iAY8DumvI3f05JJj7FQc9jY-4bd3atAUINj4UV/s2539/Portada-La-vida-agria2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2539" data-original-width="1649" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0UJd0DM0pAEEGH5a8Un1UK0o-XyGFV28m-N7G0Vg1lULBSUZT7qCa6oHa5NgG-tPRjRazewUImI01wSH8GSZOhJbFAvY8U1gC-fboYxGAd80vpJbyd7Ydmd15jUQZ-DdQ1aiOn_TwjyFvnScDv2iAY8DumvI3f05JJj7FQc9jY-4bd3atAUINj4UV/s320/Portada-La-vida-agria2.jpg" width="208" /></a></div><br /><p></p><p><br /></p><p><br /></p><p>De la web de la editorial Errata Naturae:</p><p><i>"(Grosseto, 1922 – Milán, 1971) Es una de las figuras fundamentales de la cultura italiana de los años cincuenta y sesenta. Rebelde y romántico, anarquista y revolucionario, Bianciardi era un hombre versátil: además de escritor, fue bibliotecario, profesor, editor, periodista y traductor (firmó un centenar de traducciones de algunos de los más importantes escritores norteamericanos: Faulkner, Steinbeck, Miller, Bellow, Brautigan…). En 1954 se muda a Milán, donde empieza a trabajar en la editorial Feltrinelli, con la intención de llevar a cabo en esa ciudad la «revolución cultural» que había resultado imposible en la provincia. Intolerante con las imposiciones empresariales y deseoso de romper los esquemas culturales de su época, es despedido al poco tiempo. Comienza entonces su larga trayectoria como traductor y la redacción de La vida agria y El trabajo cultural, ambos publicados en castellano por Errata naturae. Inconformista, se niega a plegarse a los dictados de la industria cultural que lo rodea incluso después del gran éxito de sus novelas. Cada vez se encierra más en sí mismo y se entrega al alcohol, que lo conducirá a la muerte en 1971."</i></p><p><i><br /></i></p><p><i>De la web de la <a href="http://www.fondazionebianciardi.it/luciano-bianciardi/biografia/">Fondazione Luciano Bianciardi</a></i></p><p>BIOGRAFÍA DE LUCIANO BIANCIARDI</p><p><i>escritor, traductor, periodista (Grosseto 1922 - Milán 1971)</i></p><p><i>Desde muy joven se apasionó por el Risorgimento, gracias a la lectura de I Mille de Giuseppe Bandi, un garibaldiano de Gavorrano.</i></p><p><i>Estudió en la escuela secundaria "Carducci-Ricasoli" en Grosseto y luego se matriculó en la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de Pisa en noviembre de 1940. A fines de enero de 1943 fue reclutado. y enviado a Foggia donde presencia el bombardeo aliado y, tras el armisticio, en 1944 se une a una unidad de soldados británicos, como intérprete.</i></p><p><i>En noviembre de 1945 retornó a los estudios universitarios, licenciándose en filosofía en febrero de 1948 bajo la dirección de Guido Calogero con una tesis sobre el pedagogo estadounidense John Dewey.</i></p><p><i>De regreso en Grosseto, se casa con Adria Belardi, recibe del Municipio de Grosseto el encargo de ordenar la biblioteca "Chelliana", recorre el territorio con el bibliobus (una camioneta que transportaba libros para leer en las aldeas y haciendas dispersas), enseña a los idioma inglés en la secundaria y filosofía en la secundaria, organiza el cine club, da vida junto a Carlo Cassola y Marcello Morante a la experiencia política del movimiento de la Unidad Popular, inicia sus primeras colaboraciones periodísticas: dedicará las páginas de Il lavoro a la vida en el Grosseto cultural .</i></p><p><i>A finales de junio de 1954, tras la tragedia minera de Ribolla (sobre la que escribió el célebre reportaje I minatori della Maremma con su amigo Cassola ), Bianciardi emigró a Milán para trabajar como redactor de la nueva editorial Feltrinelli; despedido, se especializa como traductor (son famosas sus traducciones de Los trópicos de Henry Miller , en total "entregará", como dijo, más de 100 libros al italiano), comienza a escribir novelas, continúa su actividad como el periodista.</i></p><p><i>Frecuenta el mundo bohemio de Brera, intelectuales, fotógrafos, hombres y mujeres del mundo del espectáculo.</i></p><p><i>Tras el éxito de La vita agra (1962), se trasladó a Rapallo en 1964 y se dedicó a su gran pasión, el Risorgimento (escribiendo La Battaglia soda , Daghela Avanti un passo , Open fire ), intensificando su labor periodística con artículos de vestuario. , deporte (sobre el deportivo Guerin dirigido por Gianni Brera) y sobre todo crítica televisiva (su columna Telebianciardi es famosa ) y cine.</i></p><p><i>Pasa por algunos procesos por ser un escritor mordazmente satírico, lo que le amarga mucho.</i></p><p><i>En los últimos años volvió cada vez más a Grosseto con sus hijos Ettore y Luciana (en Milán vivió con la escritora Maria Jatosti y su hijo Marcello).</i></p><p><i>Murió en Milán el 14 de noviembre de 1971 y fue enterrado en Grosseto.</i></p><p><i><br /></i></p><p style="text-align: justify;"><i> P. Corrias, Agra vida de un anarquista: Luciano Bianciardi en Milán</i></p><p style="text-align: justify;"><i>“Los italianos estamos llenos de deudas con Bianciardi. Le debemos todos los libros que hemos leído, desde Bellow hasta Mailer, Faulkner, Henry Miller... le debemos una historia inolvidable en la que tradujo lo que había en su corazón... todavía le debemos la negativa del éxito. ..".</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Alvaro Bertani, De Grosseto a Milán: la corta vida de Luciano Bianciardi</i></p><p style="text-align: justify;"><i>“Nunca he conocido personalmente a Luciano Bianciardi, he conocido y conozco Milán como la palma de mi mano. Conozco y he frecuentado Brera y su fauna humana desde finales de los 60 hasta los 70, formando parte de ella a lo largo de las noches locas de tabaco y alcohol…”</i></p><p style="text-align: justify;"><i></i></p><p style="text-align: justify;"><i>Edición ExCogita</i></p><p style="text-align: justify;"><i><br /></i></p><p style="text-align: justify;"><i><span style="font-size: x-large;">En <a href="https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20221214/luciano-bianciardi-que-enseno-la-pelota-a-los-italianos">NAIZ</a></span></i></p><p style="text-align: justify;"><i>Luciano Bianciardi, el escritor que enseñó pelota a los italianos</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Hace 100 años nacía este intelectual toscano, un verdadero outsider en la literatura del siglo XX. Parte de su obra maestra, ‘La vita agra’, está ambientada en el viejo frontón Jai Alai del centro de Milán, ciudad que odiaba desesperadamente.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>A Luciano Bianciardi no le habría gustado nada ver un recuerdo de su nacimiento, a 100 años de distancia de aquel 14 de diciembre de 1922. No era un tipo amigo de celebraciones. Mejor dicho, se trataba de una persona eminentemente práctica y que, pese a ello, es considerada como una de las más infravaloradas de la cultura italiana del siglo XX.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Su obra maestra, ‘La vita agra’, de 1962, es el retrato anticonformista de una sociedad posbélica ya proyectada hacia el capitalismo salvaje. Pero junto a ello, Bianciardi ha sido el autor que ha hecho conocer al público del Belpaese algo tan vasco como la pelota.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Vía Palermo</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Guardo un recuerdo personal, de cuando trabajaba en ‘La Gazzetta dello Sport’. Su redacción se encontraba en Vía Solferino, justo al lado del coqueto barrio de Brera, en el centro histórico de Milán. Una zona llena de talleres de artistas en callejuelas peatonales, a las que ir en bici o andando, especialmente en la tarde-noche, era una gozada.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Una de estas calles es Vía Palermo, de un solo y estrecho carril, que une Vía Solferino y Corso Garibaldi. Yo pasaba por allí y siempre me encontraba con el viejo Jai Alai. Mejor dicho, con el cartel rojo magenta pintado de blanco, ‘Pelota Jai Alai’.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Ni mas ni menos que el antiguo frontón donde se podía asistir a los partidos de cesta punta entre las décadas de los 50 y los 90. Luego la pelota pasaría de moda y siendo Milán una ciudad basada en la facturación, directamente sería sustituida por algo más rentable: un sitio para desfiles y eventos.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Pero sí, desde 1947 hasta 1997, la capital lombarda mantuvo su frontón para la cesta punta, llamado Sferisterio. Era realmente el símbolo de otra época, donde durante la semana siempre había algún partido y los fines de semana, el lugar se llenaba hasta con 1.200 personas dispuestas a gritar y apostar. Dentro de la cancha, los pelotaris vascos: Zubiza, Echeva, Ugarte, Zarasola, Oleaga...</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Este mundo era la Meca para los aficionados de la ciudad y también para la gente de ese entorno, artistas a menudo sin un duro, pero enamorados del juego de la cesta punta. Por decir un nombre, Luciano Bianciardi, que habitaba con su pareja en un tristísimo piso con poca calefacción en la misma Vía Solferino.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Las primeras páginas de ‘La vita agra’, el libro que ha llevado el escritor a la gloria, están ambientadas en el Jai Alai de Vía Palermo. Huele a humo de cigarros, a gritos, a ruido de pelota contra las paredes, hay aplausos e insultos.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Escribe Bianciardi en la novela sobre sus amigos pelotaris: «Entraban dos a la vez desde una jaula allí al fondo, vestidos de blanco, atándose la cesta en la muñeca, serios y trapicheando, la mayoría dando largos pasos, pocos corren, como por ejemplo Angel, alardeando. Ya los conocía a todos: el viejo Arata, listo, imprevisible con sus truques, sus saques bajos y lentos que caían justo por encima de la chapa. Poderoso y callado Luis […] Gruñon y de cara lívida Aldezabal, como todos los que tienen bronquitis crónica».</i></p><p style="text-align: justify;"><i>«A quien admiraba más era a Gazaga, llamado ‘brazo de hierro’. Sabía sobre Franco, Asturias, la pobreza de su familia, y también cómo era Tampa», escribe Bianciardi</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Bianciardi no elude el entorno histórico de la vida de los pelotaris: «A quien admiraba más era a Gazaga, llamado ‘brazo de hierro’. […] Hablé con él, era un hombre muy serio: sabía sobre Franco, Asturias, la pobreza de su familia, y también cómo era Tampa, en Estados Unidos, adonde iba a jugar por lo menos dos veces al año».</i></p><p style="text-align: justify;"><i>El escritor nos acerca muchísimo a este mundo y a sus personajes. Habla del «maldito que no deja de toser» Aldezabal y de otros que vivían en pisos subalquilados de Brera, en esta Milán de los años 50-60 donde, después de los partidos, los espectadores volvían a sus casas, mientras Bianciardi se iba con los vascos a comer platos simples, pero cargados de proteínas en las tabernas del barrio. Donde igual a veces, ya pasada la medianoche, se encontraban pintores, escultores y fotógrafos: el más famoso, un verdadero lugar de culto, el Bar Jamaica, que todavía existe.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Luciano Bianciardi era ‘agro’, amargo, como la tierra donde nació: la Maremma. Un lugar que se extiende al sur de la Toscana y desborda hasta el norte del Lazio, y donde la vida se mide siguiendo tradiciones y rituales milenarios. Los colores principales son el amarillo oscuro o el marrón, tanto hoy como en el pasado, cuando ya se notaban en el arte preimpresionista de los Macchiaioli, pintores casi todos de esta zona entre Livorno y Grosseto, donde elaboraban grandes telas representando escenas burguesas o de ambientación histórica pero reciente, en un momento en que se estaba unificando Italia.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>La Maremma tiene sus perros llamados ‘pastori’ y ganaderos inmersos en una vida laboriosa, con poco ocio. Estos cowboys se mueven a caballo entre los pastos y tienen un nombre que les define perfectamente: ‘Butteri’. Una vida rural alentada por el alma toscana, una región hecha de gente que si tiene algo que decir, no se esconde, orgullosa y dispuesta a dar su vida por un ideal. Pero no una Toscana de postal, no Florencia ni Pisa ni Siena y sus colinas del Chianti, ni siquiera la elegante Lucca, sino la Maremma donde hoy día todavía se trabaja en los campos o en el sector de las minas y del metal.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>La mecha que prendió la carrera de Bianciardi fue un accidente en una mina que provocó 43 muertos cerca de su ciudad, Grosseto</i></p><p style="text-align: justify;"><i>En la segunda posguerra, hubo una mecha que llevó a Bianciardi a empezar su carrera como autor: un accidente en 1954 en una mina que provocó 43 muertos en Ribolla, una urbanización cerca de su ciudad natal, Grosseto. Suficiente para escribir junto a Carlo Cassola, otro gran intelectual italiano del siglo XX, el ensayo ‘Los mineros de la Maremma’.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Bianciardi venía de una familia de nivel medio y durante la Resistencia, había hecho de traductor para las tropas anglo-estadounidenses. Brillante estudiante en la Universidad de Pisa, una de las más prestigiosas de Italia, quería convertir su Grosseto en un intenso centro cultural. Desafortunadamente llegó a ser solamente el responsable de la biblioteca de la ciudad. Sus aspiraciones, de todas formas, eran muy distintas y para lograrlas, había que conquistar el corazón cultural de la Península, la ciudad donde todos querían un escaparate: Milán.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>«Toda Italia será como Milán»</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Después de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad lombarda era el motor económico de un país devastado por el conflicto. El epicentro del ‘boom’, una explosión laboral sin precedentes, inflada por el dinero del Estado, que a su vez llegaba desde el extranjero.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Prácticamente desde toda Italia, la gente cogía un tren y llegaba ilusionada hasta el Duomo. Desde ahí, como un hormiguero, se desparramaba en busca de un trabajo que tarde o temprano llegaba, sobre todo en el sector industrial. Empresas pequeñas y grandes fichaban, los negocios se multiplicaban y los ritmos empezaban a ser muy «milaneses», extremos y para alguno insostenibles.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Suponía una avalancha que se notaba en otros sectores, como la cultura. Leer era un pasatiempo habitual, la televisión casi no existía y los nuevos editores invertían en traductores, porque desde el extranjero iban llegando autores a veces más interesantes que los italianos.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Bianciardi era uno de estos. Empezó a traducir para la editorial Feltrinelli desde su pequeño piso de Vía Solferino: eran 10 liras por línea, un salario que le permitía vivir al límite, sin ahorrar. El de Grosseto había pensado ingenuamente que llegar a Milán iba a significar convertirse en un autor respetado, gracias a su anterior trabajo. ‘Los mineros de la Maremma’ había dado mucho que hablar, sí, pero de momento, su oficio sería traducir a Henry Miller y John Steinbeck, por ejemplo, desde el lunes hasta el sábado. El domingo lo dedicaba a escribir sus obras y Feltrinelli le publicó la primera, ’El trabajo cultural’, en 1957.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Sin embargo, la vida de Bianciardi era frustrante y alienante. De esta rabia acumulada nació el proyecto ‘La vita agra’ (cuyo subtitulo es ‘La amarga historia de un intelectual de provincias’), novela autobiográfica y al mismo tiempo ensayo sociocultural, un libro único en la literatura italiana.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>El protagonista de la historia, además de dedicarse a la pelota en Vía Palermo, tiene como objetivo real vengarse por los mineros de Ribolla. ¿Y cómo? A través de un atentado, una bomba en la sede de la Montecatini, uno de los símbolos del boom económico. No lo consigue y se convierte en un engranaje de la máquina, un traductor mal pagado. «En veinte años, toda Italia será como Milán», es uno de sus epitafios.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>‘La vida agra’ convirtió a Bianciardi en el autor de moda, el «anarquista de provincias». Pero rechazó ofertas editoriales</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Corría el año 1962, Bianciardi había sido despedido por Feltrinelli por «escaso rendimiento», pero gracias a ‘La vita agra’ se convirtió en el autor de moda, el «anarquista de provincia». Y es que el libro era un éxito absoluto, con miles y miles de copias vendidas.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Como suele suceder, el poder intentó asimilarlo ofreciéndole de todo a nivel editorial, pero el maremmano se mostró coherente con sus ideales y no lo aceptó. Siguió ejerciendo de traductor y colaborando a saltos de una revista a otra, incluidas deportivas como ‘Guerin Sportivo’.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Bebía, bebía muchísimo, en cantidades industriales. Intentó la fuga, se fue a Rapallo en la costa de la Liguria, pero tenía que volver a Milán, a la que odiaba y despreciaba, pero donde estaba su mundo, el editorial y cultural. Era ya un muerto que caminaba, la cirrosis le estaba destrozando el hígado y el alma: murió prácticamente solo, en noviembre de 1971, sin haber cumplido 49 años.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Lentamente todo el trabajo de Bianciardi ha sido recuperado por la crítica: hoy es un nombre casi de culto, un intelectual outsider cuya opinión sobre el día de hoy sería muy interesante conocer.</i></p><p style="text-align: justify;"><i>Al mismo tiempo, sus amigos pelotaris vascos, después de haber ahorrado bastante dinero, han abierto en Milán su propio restaurante, por supuesto euskaldun: la Taverna Basca.</i></p><p style="text-align: justify;"><i></i></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://www.ajoblanco.org/blog/luciano-bianciardi-contra-la-cultura">AJOBLANCO</a></span></p><p style="text-align: justify;">Luciano Bianciardi contra la cultura</p><p style="text-align: justify;">BLOG POR MARIO S. ARSENAL</p><p style="text-align: justify;">Hay novelas que sin ser brillantes, definitivas o incluso excepcionales, acaban convirtiéndose en libros inagotables. Sucede porque su peculiar sentido de la verosimilitud nos invita a trazar un puente entre tiempos aparentemente remotos. Y esto hace que algunas narraciones que no se han prodigado en elogios, beneficiado de la repercusión mediática, o suscitado unanimidad de alguna clase, alcancen la categoría de obras necesarias. Digo necesarias porque cuando el tiempo se diluye y deja de existir en ese voladizo tectónico que es la historia, la obra —una novela, una pintura— comienza a hablar el lenguaje inagotable de lo universal. En tiempos de hiperactualidad, donde el día a día lo engulle todo sin un fin concreto más allá del revuelo, la monitorización y la persecución de clicks en cascada, la reflexión sigue siendo, mucho más que el sentido crítico, una forma efectiva de combatir nuestra fiebre odierna. Por eso existe la figura del editor venturoso, que se lanza a publicar libros que no engrosan su bolsillo, libros que resumen sus facturas con un signo negativo, libros que son fruto del delirio y no de la supervivencia. Todos esos obstáculos inimaginables son una realidad; por tanto hay que reconocer a esos cafres de las editoriales el mérito de enriquecer nuestras vidas y, con ellas, también el mundo. Aquí es donde entra precisamente la necesidad de las cosas, de los libros y de la memoria.</p><p style="text-align: justify;">En ese sentido, es cosa de Errata Naturae que presentar a Luciano Bianciardi (1922-1971) en España no sea un ejercicio inédito. Acaban de traducir El trabajo cultural, pero ya hicieron lo propio con La vida agria, dos obras entre las que media un lustro (el mismo entre ambas traducciones) y que sirven de corolario a más de tres décadas de profesión al servicio de las letras por las que Bianciardi obtuvo el reconocimiento definitivo —aunque asoslayado— de la comunidad literaria. Desconocido en medio mundo y en parte del otro, su trabajo gozó de cierta aceptación pero su obra no ha envejecido de igual modo, pasando prácticamente inadvertida hasta nuestros días. Por suerte, nada bueno llega con retraso. Dado que la actualidad es una sustancia volátil que tan pronto nos irrita como nos consuela, el criterio y el valor requieren de un muro de piedra donde marcar con una tiza su envergadura. Hemos olvidado el significado del reposo, el sentido del sosiego, el tamaño que adquieren las palabras cuando las paladeamos. Esto explica que Bianciardi, con una carrera literaria abrumadora a sus espaldas, entre los 70 y los 90 desapareciera del imaginario —¿se llama canon?— literario. El porqué se intuye, pero no se sabe.</p><p style="text-align: justify;">El trabajo cultural (1957) es una novela que narra la transformación de un país, Italia, que ha logrado sobrevivir a dos conflictos mundiales y que ahora se encuentra agitado por el aguijón del comunismo. Bianciardi escoge un pueblo cercano a su ciudad natal, Grosseto, una zona de la Toscana donde «pellizcarle la mejilla a un hombre y decirle que se vaya a la cama es una ofensa cruenta», y esboza un ensayo irónico en defensa del origen de las cosas (como etimología de la ciudad, qué significan los nombres), un canto emotivo a la memoria de la tierra (pastores que predicen la lluvia en los ojos de las reses) y un lienzo social, político y cultural en el que podemos vernos reflejados a pesar de los años que nos separan. Tiene para todos: «Ahora, más que un partido político parecía una mezcla entre secta de conspiradores y círculo de viejos amigos», dice de los republicanos. «Ya no eran la sal de la tierra, los perros guardianes de la sociedad, los pioneros del futuro, los ingenieros del alma», refiriéndose a los intelectuales. Y cuando se refiere a los jóvenes: «Siguen sentados a las mesas en la acera del café; están todos un poco más gordos, pero siguen silbando, con los labios en forma de culo de gallina y los párpados entornados. Sólo los abren cuando pasa una chica. ¿Y esa qué?, se preguntan, ¿folla? ¿Es fácil?». Sus dardos apuntan meridianamente a la clase media burguesa que nació con la democracia y los primeros destellos del libre mercado, a ese tipo de amigos que «tomaban el té, hacían horóscopos chinos, [y] se leían los unos a los otros sus relatos, sus poesías».</p><p style="text-align: justify;">Traductor incansable y garibaldino confeso, Bianciardi jamás ocultó sus esperanzas de ver abrirse paso a una Italia nueva capaz de superar el lastre de su historia. Operó con rabia y, al final, más que enterrar su pasado, predijo su futuro. A finales de los 50 se atrevió con los grandes nombres de la literatura mundial: Bellow, Conrad, Stevenson, La Rochelle, Faulkner, Steinbeck, Barth o John Berger se encuentran entre los que fueron objeto de una labor de traducción inseparable de su propia literatura. El resultado fue una obra que nunca pudo desligarse de la vida de su autor, obra y vida militantes (por las que se entiende la omisión del mercado editorial) al servicio de un mundo mejor que él sólo pudo soñar en sus libros. Se dice en un momento dado: «La cultura carece de sentido si no nos ayuda a entender a los demás, a socorrer a los demás, a evitar el mal». Ahora reflexionen sobre el significado del verbo convivir y piensen cuál es la vigencia de esas palabras.</p><p style="text-align: justify;"><a href="https://www.estandarte.com/critica/la-vida-agria-de-luciano-bianciardi_77.html"><span style="font-size: x-large;">EN ESTANDARTE</span></a></p><p style="text-align: justify;">La vida agria</p><p style="text-align: justify;">09 de abril de 2012. David Cano</p><p style="text-align: justify;">Hace poco, y al hilo de la recomendación de otro libro, El caracol obstinado, novela corta de Rachid Boudjedra para Cabaret Voltaire, poníamos de manifiesto esa tendencia, más proclive de lo humano, a la misantropía febril que al onanismo filantrópico, tan aparente y cívico, por otro lado. Hoy, aunque también mañana, seguro, y tras leer las páginas que Luciano Bianciardi dedica en La vida agria a repasar su experiencia personal, su paso por la vida, sólo podemos subrayarla. Sin embargo, en este caso el recreo no es obsesivo ni tan lacerante, aunque igualmente carcome, sino que la mirada del protagonista (suerte de álter ego de Bianciardi) dilata y obtura objetivo para, repasando el cauce abrupto de su historia y siguiendo unos episodios decisivos en el curso de su tiempo, hacer una crítica al sistema, pero ya no tanto desde el mismo, sino abanderando cierta disidencia. Otra de las posibles revoluciones, cuando no salidas, u otra forma de rebullirse y posicionarse ante semejante disposición natural tan fatigosa: la vida. Algo que siempre llevó a gala como autor, como personalidad y periodista rebelde, inconformista con pedigrí y anarquista ligeramente incendiario. Y, también muy significativo, sobre todo en determinados ámbitos profesionales, como defensor de la cultura al margen de los mecanismos que han angostado y viciado su esencia trasladándola al terreno de la industria. Y como informador honesto. Como para no encerrarse en sí mismo y entregarse al alcohol. Ley de vida, diríamos. La vida agria.</p><p style="text-align: justify;">Errata Naturae publica, por primera vez traducido al castellano, la más personal, vigorosa (y vigente, sea dicho de paso) novela de Luciano Bianciardi y nos promete que será sólo el comienzo de otras tantas publicaciones del italiano. Nos alegramos. Lo hace en su colección El pasaje de los panoramas, porque tiene a la ciudad, un Milán que no se dice ni desdice, pero que interviene, como escenario determinante, como protagonista (vivo) de la narración. Ciudad absorbente como lo es Berlín o París, también repensadas como tablero de encrucijadas, pasadizos y nuevas realidades para la suerte o la desgracia de lo humano. A la ciudad es donde se dirige el bibliotecario de provincias que lidera la narración en primera persona de esta novela en gran medida autobiográfica ambientada en los años de impacto económico de la Italia de los 50. Deja tras de sí mujer e hijo con el interés de denunciar, desde un periódico y ya en la ciudad, una supuesta negligencia profesional que acabó con la vida de cuarenta y tres personas en una mina de esa población de la que, también en parte, huye. Allí se instala en varias casas de acogida y hostales y se estrena con nuevas amistades, trabajos en la redacción y otros estilos de vida, paseando ante el lector con una ironía, de natural, resignada y revenida, por lo agrio de unas circunstancias que no son solo molestas en lo político y en lo social (en ese motivo suyo, frustrado, de delación primera), sino que lo son también a nivel económico, cívico e incluso consuetudinario. De ordinario.</p><p style="text-align: justify;">Y, sin dramas especiales y entre la narrativa ligera de sus reflexiones resignadas, el diario testimonial y el periodismo, seguimos con él sus movimientos y vicisitudes en el gremio profesional (como periodista y como traductor editorial), su paulatino desengaño, sus fobias a determinados puntos aquí (como esos dos pasos de cebra tan simbólicos) o personas estigmatizadas, como las secretarias de tez térrea y gesto de oler pis; en una lectura dinámica e íntima que, salpicada de humor y mucha risa de sí mismo, ensalza la vida mediocre y la mediocridad de la vida. Del personaje, y como la hace Anna, su indulgente amante, nos encariñamos sin solución en su caída en una decadencia paulatina que es, en últimas, puro romanticismo y una de las grandes evasivas de la vida. La que, con total desencanto, nos ha tocado vivir. ¿Pero qué, qué es lo que queréis ver vosotros, so ectoplasmas? La vida es así.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-37444048137706301132023-01-05T08:55:00.000+01:002023-01-05T08:55:13.756+01:00El miércoles 11 de enero nos vemos a las 18.30h para comentar la lectura de "La sustancia del mal", de Luca D'Andrea.<p> El miércoles 11 de enero nos vemos a las 18.30h para comentar la lectura de "La sustancia del mal", de Luca D'Andrea</p><p><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXMzeIsx7noTYkiddHdFxOnO858yAtFfDrzlsnQ9V7FY8HBfLTj3_1zYIrSKb7MfsiEBTqxWMMOORd-vYnSaUkSiC02rP4OozkGnje9ksDp4wPrVTmHyPWd6Qb0b130QbkkzFDpX4Jb0I8Ac-ltg9jWn1M-dLmgp4wZNkJRqtZHjHPTq8nDCUm7fhM/s1200/Luca-Dandrea.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="696" data-original-width="1200" height="372" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXMzeIsx7noTYkiddHdFxOnO858yAtFfDrzlsnQ9V7FY8HBfLTj3_1zYIrSKb7MfsiEBTqxWMMOORd-vYnSaUkSiC02rP4OozkGnje9ksDp4wPrVTmHyPWd6Qb0b130QbkkzFDpX4Jb0I8Ac-ltg9jWn1M-dLmgp4wZNkJRqtZHjHPTq8nDCUm7fhM/w640-h372/Luca-Dandrea.jpg" width="640" /></a></div><span style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEyG-kKAJqNv39J2RHg84dW3U-kBo6eT7dBhwPgjXLjua2Mjxe-eqh5uA6Ca11dV68h_Bk0olRxLJxbZLABVtHtP7JekzBTeYFhHV2N1JFlWtGoBdo2ael2PvNRflsy5Q2iWPz61Ov6ZpUgmnjs026CVpqdYURTFP4ju25NjNPZV02mkE08IbXlVyD/s650/LUCA%20D'ANDREA.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="341" data-original-width="650" height="336" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEyG-kKAJqNv39J2RHg84dW3U-kBo6eT7dBhwPgjXLjua2Mjxe-eqh5uA6Ca11dV68h_Bk0olRxLJxbZLABVtHtP7JekzBTeYFhHV2N1JFlWtGoBdo2ael2PvNRflsy5Q2iWPz61Ov6ZpUgmnjs026CVpqdYURTFP4ju25NjNPZV02mkE08IbXlVyD/w640-h336/LUCA%20D'ANDREA.jpg" width="640" /></a></span></div><br /><br /><p><span style="font-size: x-large;">RESEÑA EN </span><a href="https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20170613/luca-dandrea-sustancia-mal-critica-6101907" style="font-size: x-large;">ELPERIODICO.COM</a></p><p>RAMON VENTURA</p><p>La sustancia del mal', de Luca d'Andrea: un sorprendente rompecabezas detectivesco</p><p>Luca d'Andrea sitúa su misterio en la cordillera alpina de las Dolomitas</p><p>Siempre explico que me resistí al embrujo de 'Los hombres que no amaban a las mujeres', el primer tomo de la trilogía Larsson. Fue la perseverancia de mi mujer la que me hizo superar la página 50 para luego, absolutamente deslumbrado, entender la fascinación que aquel magnífico libro generaba. Ha vuelto a suceder; y les insistiré como entonces mi esposa hizo: 'La sustancia del mal', al inicio, parece una novela tan solo destinada a gente que ama la escalada, la alta montaña, las excursiones o la BTT; la medicina también; e incluso la televisión. Pero hay que superar ese inicio y progresar. Y el libro os iluminará salvajemente y entenderéis por qué se ha traducido a más de 30 idiomas. Pues, como decía más o menos Pierre Lemaitre, en literatura, el crimen es tan poderoso como el amor. Y (aquí) hay mucho de ambos.</p><p>'La sustancia del mal' es -claramente- un 'whodunnit', un rompecabezas detectivesco que se rige por tres criterios: el crimen es un enigma, la resolución es el proceso, desvelar la autoría el objetivo; el investigador será un amateur y dispondrá (como el lector) de los mismos datos y posibilidades de resolverlo; y -finalmente- la identidad del asesino o asesinos no se nos revelará hasta la última página. Por entre medio gozaremos de múltiples indicios, líneas de sondeo que son un atolladero, giros inesperados y escenas de magnífica ternura en oposición a otras de gran tensión y discreta elegancia narrativa.</p><p>¿Similitudes con 'La verdad del caso Harry Quebert'? Sí, en que os lo pasaréis igual de bien, pese a que aquí no hay ningún síndrome de página en blanco. Será para muchos un libro sorprendente y una obra de eclécticas influencias, que el mismo autor registra: Jeffery Deaver, Jo Nesbo, Stephen King.</p><p>Toda la trama gozará de un único y magnífico decorado: las Dolomitas, la montaña carismática del Tirol, la majestuosa cordillera alpina, sugerente e implacable: es la dimensión amenazadora de la naturaleza que Arthur Machen describió -maestro romántico- en sus libros. Y el Bletterbach, un cañón arcaico y galería de fósiles, 8.000 metros de largo y 400 de profundidad, maravilloso parque alpino, museo al aire libre de la formación del Planeta, donde los temporales martillean la tierra y escenario del mutilación en masa protagonista del libro, una incógnita matanza que como una maldición contaminará (a lo largo de 30 años) la memoria de un idílico paraje -en el Alto Adige italiano- con el eco de la imborrable sospecha.</p><p>Y el otro protagonista será un foráneo, el esposo de una joven del valle, un norteamericano que sufrirá el choque de los usos sociales y culturales, un documentalista atónito por un trauma en la nieve y que carga sobre sus hombros todo el peso de sus remordimientos. Las villas típicas y los parajes espléndidos deberían sosegar los dolorosos recuerdos pero despertaran la necesidad de redención, la búsqueda de los homicidas y el compromiso con la verdad. Todos serán presuntos homicidas: los vecinos, la familia, un monstruo antediluviano y... el diablo, ¿como una metáfora o una figura al fondo? El mal difuso, esquivo, nunca muy evidente, en la negrura.</p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;">en <a href="https://www.zendalibros.com/la-sustancia-del-mal-luca-dandrea/">ZENDA LIBROS</a></span></p><p>La sustancia del mal, de Luca D’Andrea</p><p>23 Ene 2018/DANIEL FOPIANI / </p><p>La sustancia del mal, de Luca D’Andrea</p><p>La sustancia del mal fue el último libro que leí en 2017. Me pregunté varias veces si no había esperado demasiado para hincarle el diente a la novela que muchos catalogan como el thriller del año. Pero a medida que fui pasando las primeras páginas supe que no. Que había acertado: estaba disfrutando del libro en las fechas perfectas para su lectura.</p><p>La sustancia del mal hay que leerla en invierno, con frío. Y si llueve, mejor.</p><p>La ambientación de esta novela es una pasada. Luca D’Andrea consigue que, una vez nos sumergimos en la historia, los paisajes vayan sucediéndose con la misma claridad que en las tomas de los documentales de National Geographic. ¿Documentales? Claro. El protagonista, Salinger, es un guionista de documentales que decide irse a pasar una temporada al pueblo alpino del que procede su esposa: Siebenhoch. Nieve, montañas, tejados cubiertos de blanco, trineos, guantes de lana y un buen café junto a la chimenea. Si se acercan este libro a la nariz verán que huele a madera, tabaco y leña. El autor sabe jugar perfectamente con los cambios de temperatura durante toda la narración, haciendo que verdaderamente se experimenten las bajas temperaturas de la montaña y el calor reconfortante del hogar. De la familia.</p><p>"¿Soy yo el único que ve en la portada del libro el rostro de un hombre y los ojos de la bestia entre las montañas?"</p><p>Pero Salinger no es uno de esos tíos a los que le gusta estar encerrado en casa, así que pronto descubre el equipo de rescate que opera en aquellas montañas. Lo tiene claro: grabar un documental donde ellos sean los verdaderos protagonistas será un éxito absoluto. Pero por desgracia, el helicóptero en el que rodaba un rescate en un glaciar sufre un accidente fatal. Eso lo lleva a conocer, cara a cara, la oscura maldad que parece habitar esas montañas: hace años que allí se cometió un triple asesinato. Un crimen que nunca se resolvió y del que nadie parece querer saber nada. Los habitantes del pueblo se muestran reacios a hablar sobre los cadáveres que aparecieron en el pasado en aquellas montañas.</p><p>Salinger se obsesiona con este caso, iniciando una investigación por su cuenta. Esto lo lleva a verse envuelto en un bucle de secretos, confesiones y autodestrucción que irá sucediendo las páginas a un ritmo vertiginoso.</p><p>¿Soy yo el único que ve en la portada del libro el rostro de un hombre y los ojos de la bestia entre las montañas?</p><p>"La sustancia del mal es una novela bien trabajada, un thriller que, después de todo, ha recibido las mejores críticas del año 2017."</p><p>D’Andrea conoce las palabras, son sus herramientas, las domina y juega con ellas. A veces con el número de letras que tiene cada palabra; otras con las consonantes que contiene. Y yo, con estos malabares narrativos disfruto tanto como si los hubiese escrito yo mismo. Luca es uno de esos escritores que hace que escribir parezca fácil con su lenguaje intuitivo y natural.</p><p>Lo mejor de la novela: la ambientación. Y sé que lo he dicho tres o cuatro veces. Pero es con lo que más he disfrutado. Lo peor: el final. En el clímax la novela parece desinflarse un poco. La manera de resolver los problemas y la tensión argumental no me convenció del todo en las últimas páginas. Aun así, tampoco creo que sea peor libro por ello. La sustancia del mal es una novela bien trabajada, un thriller que, después de todo, ha recibido las mejores críticas del año 2017.</p><p>Aún quedan unos meses de lluvia e invierno. Póngase la bata, encienda el calefactor y échele un ojo a La sustancia del mal. Si tiene suerte, saldrá indemne de las garras del Bletterbach.</p><p><span style="font-size: large;">OPINIONES EN <a href="https://www.ratacorneronline.com/es/libro/la-sustancia-del-mal_12347">RATACORNER</a></span></p><p>El thriller literario del año. No devorarás este libro: este libro te devorará a ti. En 1985, durante una terrible tormenta, tres jóvenes son brutalmente asesinados en el Bletterbach, un enorme cañón tirolés cuyos fósiles cuentan la historia del mundo. Treinta años más tarde, el documentalista estadounidense Jeremiah Salinger se instala en la pequeña localidad alpina junto a su mujer y su hija pequeña y, a medida que va conociendo a los habitantes de la comunidad, se obsesiona con ese caso nunca resuelto. Nadie a su alrededor desea remover el pasado, como si aquel sangriento acontecimiento llevara consigo una maldición, y todos parecen esconder secretos inconfesables. Reseñas:</p><p>«El libro os iluminará salvajemente y entenderéis por qué se ha traducido a más de 30 idiomas. Pues, como decía más o menos Pierre Lemaitre, en literatura, el crimen es tan poderoso como el amor. Y (aquí) hay mucho de ambos. [...] La identidad del asesino o asesinos no se nos revelará hasta la última página. Por entre medio gozaremos de múltiples indicios, líneas de sondeo que son un atolladero, giros inesperados y escenas de magnífica ternura en oposición a otras de gran tensión y discreta elegancia narrativa.»</p><p>Ramón Ventura, El Periódico de Catalunya «Hay libros que de pronto estallan, como los volcanes. Es muy raro que esto pase con una primera novela, pero nadie sabe en realidad por qué sucede. D'Andrea ha escrito libros para niños y guiones para series de televisión. Pero tenía una historia que contar. [...] Impresionantes las escenas del protagonista con la Bestia, el alma del hielo blanco que te acompaña suavemente a la muerte. El enorme éxito no es casualidad.»</p><p>Luis Algorri, Tiempo «Brutalidad humana y natural. Secretos y silencios. Sospechas a primera vista sólidas que se quiebran como algunas piedras. Suspense oscuro hasta el final bajo la claridad de las nieves.»</p><p>Fernando García, La Vanguardia «Se ha relacionado esta novela con el mejor Stephen King, con Jo Nesbo y Patricia Highsmith. Un thriller traducido a 30 idiomas que, por su atmósfera de niebla y pinos, su crimen sin resolver y su pueblo de secretos, bien podría ser Twin Peaks.»</p><p>Harper's Bazaar «Un thriller electrizante y adrenalínico [...]. Una obra que atrapa porque combina los mejores ingredientes del género -ritmo muy ágil, giros sorprendentes y una espantosa amenaza del pasado- y en la que encontramos rastros de Stieg Larsson, Joël Dicker y de los grandes Stephen King o Jo Nesbø.»</p><p>Mía «Excelente novela. Sobresaliente. Stephen King es el REY, pero que se aparte Nesbo, este es superior. MUY RECOMENDABLE.»</p><p>Pere Sureda, director editorial de Navona «El thriller italiano que todo el mundo quiere publicar.»</p><p>Il Post «En el campo del thriller es difícil ser original, pero Luca D'Andrea ha logrado escalar, hacha de hielo en mano, la pared rocosa de la ficción internacional de suspense.»</p><p>Luca Crovi, Il Giornale «La naturaleza es la verdadera estrella, amenazadora, indomable. Una montaña que no perdona, un horror en las alturas.»</p><p>Il Corriere della Sera «Con la fuerza de una avalancha, el thriller de este joven escritor italiano ha barrido como una tormenta el mundo de la edición. Su historia es tan magnífica como sus montañas.»</p><p>Christopher MacLehose (editor de Stieg Larsson, Joël Dicker y Pierre Lemaitre en el Reino Unido)</p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;">EN <a href="http://laantiguabiblos.blogspot.com/2017/12/la-sustancia-del-mal-luca-dandrea.html">LAANTIGUABIBLIOS</a></span></p><p>La sustancia del mal - Luca D'Andrea</p><p>La novela italiana atraviesa un periodo brillante como pocos. Basta pensar en escritores de la talla de Camilleri, Manzini, De Luca, Ferrante, Donna Leon (bueno, es italiana de adopción) para darse cuenta del gran nivel que tiene actualmente la novela italiana.</p><p>A la puerta de este club llama ahora Luca D’Andrea con esta obra, un thriller apasionante sobre obsesiones que anulan la realidad y hacen creer lo que uno se imagina como cierto.</p><p>El protagonista, Jeremiah Salinger es un documentalista americano que se instala en el pueblo de su mujer en los Alpes Dolomitas, una zona de conflicto étnico desde antiguo entre alemanes e italianos. Sufre heridas al participar en una operación de rescate alpino que pretende rodar, hay víctimas entre los socorristas y durante toda su convalecencia queda marcado por un sentimiento de culpa al haber sobrevivido. Durante ese periodo tiene conocimiento de un crimen brutal ocurrido hace treinta años con tres víctimas jóvenes en las que el criminal se ensañó de forma animal. El asunto llega a ser una obsesión, más aun cuando ve que los intentos de obtener información chocan indefectiblemente con el hermetismo de los habitantes de la montaña y el deseo de no reabrir un tema pasado.</p><p>El autor juega con la figura del forastero, igual que en los western, que llega al pueblo, hace preguntas incomodas, crea líos y él solito se mete de lleno en situaciones conflictivas.</p><p>El interés de la historia es tanto hallar al culpable del crimen, la resolución del misterio, como ver la reacción de las personas ante una presión muy fuerte que les lleva al limite. Las normas, códigos, leyes de nuestra civilización se vuelven frágiles y en situaciones extremas, se pueden poner en entredicho.</p><p>La historia presenta giros inesperados, pistas que conducen a caminos equivocados, sospechas cambiantes hasta llegar a un final completamente inesperado. La acción es trepidante, de ritmo intenso, adictiva. Los capítulos cortos ayudan a mantener la tensión y el interés. El estilo es desenfadado, cercano, casi coloquial; hay críticos que lo comparan con Jo Nesbo y con Stephen King. A mi personalmente me recuerda mucho a Joel Dicker: en el fondo tienen en común que ambos son de origen alpino.</p><p>Luca D’Andrea nació en Bolzano, al norte de Italia en 1979. Fue un lector incansable desde su infancia, no era raro encontrarle de niño en la biblioteca de su ciudad. La lectura de Stephen King le animó a escribir con el fin de emularlo. A los 20 años escribió una trilogía para niños de la que no se siente especialmente satisfecho. Ha sido profesor de Geografía e Historia y de Literatura en su ciudad.</p><p>En 2013 participó como guionista en una serie sobre el socorro alpino, y el trato directo con estos héroes de la montaña y sus dificultades le animó a escribir este libro. Su vida metódica y tranquila cambió completamente tras la publicación de esta su primera novela con la que le ha llegado el éxito internacional; se ha publicado en más de treinta países.</p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-30503796196725852732022-11-30T16:42:00.003+01:002022-11-30T16:44:11.853+01:00MIÉRCOLES 14 DE DICIEMBRE A LAS 18.30H, NICOLA LAGIOGIA Y "LA CIUDAD DE LOS VIVOS"<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYhhQJdyJk6X5m0EwtJjXbhDB2Zh3BvDxjbvZThVbN12gSSm4LWnNCiNMaeUyCNmVBWugVw5vyTa2l0RBHKJfRxjS3habktQYlXvMr7XnlYPd3aU-dX18Gfe3P_kaHXs3B9zRpyX6G2KkoEocFiJ00w4-0yJHKohcIuLocyz5HdxDq2dloJiZ7oTJK/s1920/nicola-lagioia-2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="1920" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYhhQJdyJk6X5m0EwtJjXbhDB2Zh3BvDxjbvZThVbN12gSSm4LWnNCiNMaeUyCNmVBWugVw5vyTa2l0RBHKJfRxjS3habktQYlXvMr7XnlYPd3aU-dX18Gfe3P_kaHXs3B9zRpyX6G2KkoEocFiJ00w4-0yJHKohcIuLocyz5HdxDq2dloJiZ7oTJK/w640-h426/nicola-lagioia-2.jpg" width="640" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPgTIdKHjvrhD59UKRG8p6V92AC94SCmEsGyLg7Phk1Y9kRmEpIQjgevjVk8Zy2Nnn7pr2Gut2ONabPNXSZEjqWBZD8ZtFJh7lUmyq43JrfO-sApsQocWK0vE7GsQFNnQa9GF381rk3mbx1tjBeEGsRCLzGOnUJJoV1Yn3MCj0y0VSlYAvdMVrKjtv/s941/LA%20CIUDAD%20DE%20LOS%20VIVOS.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="941" data-original-width="552" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPgTIdKHjvrhD59UKRG8p6V92AC94SCmEsGyLg7Phk1Y9kRmEpIQjgevjVk8Zy2Nnn7pr2Gut2ONabPNXSZEjqWBZD8ZtFJh7lUmyq43JrfO-sApsQocWK0vE7GsQFNnQa9GF381rk3mbx1tjBeEGsRCLzGOnUJJoV1Yn3MCj0y0VSlYAvdMVrKjtv/s320/LA%20CIUDAD%20DE%20LOS%20VIVOS.jpg" width="188" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Os adjunto algunas reseñas de interés y un vídeo con entrevista a Nicola Lagiogia sobre el libro que trabajaremos el próximo 14 de diciembre a las 18:30h</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><span style="font-size: x-large;">RESEÑA EN <a href="https://www.elconfidencial.com/cultura/2022-07-08/ciudad-vivos-libro-recomendado_3455410/">El confidencial</a></span><p></p><p style="text-align: justify;">'La ciudad de los vivos': un crimen monstruoso en una Roma feroz</p><p style="text-align: justify;">Nicola Lagioia escribe un lúcido y angustioso memorial de un delito que conmovió la sociedad italiana en 2016 y que desenmascara el lado oscuro y cómplice de la decadente capital</p><p style="text-align: justify;">Por Rubén Amón</p><p style="text-align: justify;">08/07/2022 - 05:00</p><p style="text-align: justify;">Cuando Hannah Arendt aludía a la banalidad de mal, enfatizaba la categoría extrema del genocidio, pero también se refería a los crímenes que confrontan a un verdugo sin causa y a una víctima sin culpa. De ahí, acaso, arranca el estupor que produjo en Roma y en Italia la tortura y ejecución de Luca Varani, un buscavidas de 23 años convertido en la víctima sacrificial de la fiesta sanguinaria que se cobraron un par colegas alienados. Alineados por el alcohol. Y por la cocaína. Y, más todavía, estimulados por la banalidad del mal y por el aburrimiento. Se llamaban Marco Prato y Manuel Foffo. Veintitantos años. De buena familia. Íncubo y súcubo de la reencarnación del mal, hasta el extremo de que el general de los 'carabinieri' involucrado en la investigación, Giuseppe Donnarumma, no podía explicarse la matanza de marzo de 2016 sin reparar en la mediación del demonio.</p><p style="text-align: justify;">Así se lo contaba al novelista Nicola Lagioia en su despacho. Y quien dice novelista dice más bien periodista, pues la reconstrucción del brutal asesinato tanto ha dado cuerpo a un 'bestseller', 'La ciudad de los vivos' (Penguin), como es el reflejo de un memorial híbrido que entremezcla la prosa trepidante, los testimonios ajenos, las reflexiones propias y la descripción de una sociedad enfermiza cuyas pulsiones extremas se describen en la eterna decadencia y abyección de Roma. Porque Roma es la protagonista atmosférica de la crónica negra, la cómplice necesaria de una ejecución que no se explica sin la maldad gratuita de los artífices y sin el hedor criminal de la capital 'tricolore'. No ya por la degradación de la ciudad misma, entre las basuras, la corrupción y el incivismo de los taxistas, sino porque la antigua sede del imperio se resiente de un pecado original al que dio cuerpo un aforismo de Giulio Andreotti: “No atribuyamos los problemas de Roma a los excesos de población. Cuando los romanos eran dos, uno asesinó al otro”, decía el patriarca democristiano.</p><p style="text-align: justify;"> Se refería a Rómulo y Remo. Al fratricidio embrionario. Y al linaje salvaje de ambos. Porque los crio una loba. Y porque la leche les inoculó una ferocidad que define la masacre de Luca Varani en el apartamento de Manuel Foffo. "No atribuyamos los problemas de Roma a los excesos de población. Cuando los romanos eran dos, uno asesinó al otro" Estremecen los detalles de la masacre. Y sorprende las excusas que trataron de aportar los verdugos, no ya echándose la culpa el uno al otro, sino exponiendo sus respectivas angustias e incertidumbres. Foffo aludía en el juicio a la discriminación con que lo trató su padre. Porque el favorito era su hermano. Y porque nunca se tomaron en serio la 'startup' con que el muchacho pretendía distanciarse del negocio familiar de la hostelería. Pretextos baratos, claro. Y excusas inmejorables para abandonarse a las drogas, al alcohol y a la promiscuidad de la noche. Es el contexto en que conoció a Marco Prato. Un tipo carismático y brillante cuyas crisis de identidad le condujeron a una tentativa de suicidio. Y cuya fama de fiestero en la comunidad gay de Roma predispuso la gestión de algunos locales de moda. Un fetichista era Prato. Un seductor. Y un monstruo. Así lo identificó la prensa. Y así lo evoca el relato de Nicola Lagioia en una reconstrucción del crimen y de su intrahistoria, muchas veces interpelando el histerismo de los medios informativos, la curiosidad obscena de la sociedad romana (e italiana), la maldición que destruye a todos los familiares involucrados y el descubrimiento hipócrita de la doble vida.</p><p style="text-align: justify;">¿Quiénes somos realmente?, se pregunta Lagioia implícitamente. No quiere decir que cualquiera de nosotros podríamos implicarnos en un crimen monstruoso, pero la excepcionalidad de aquella matanza no contradice el enigma con que encubrimos nuestra existencia. Bastaría indagar en cualquiera de nuestras biografías y ejecutorias para delatar el lado oscuro. O para demostrar cuánto extraños somos para nuestros allegados. O cuánto extraños serían nuestros allegados si cualquiera de ellos fuera expuesto a una arbitraria investigación policial, periodística o inquisitorial. Luca Varani es un trágico ejemplo. El proceso judicial atravesó su intimidad. Y le hizo descubrir a su propia novia que se prostituía, que traficaba con drogas. Y que había frecuentado a sus propios asesinos. Llegó a organizársele un juicio paralelo y póstumo, como si los detalles escabrosos de su existencia clandestina dieran sentido a una ejecución inexplicable. Describe muy bien Lagioia la manera en que el crimen diabólico desquició a la sociedad italiana. No solo por el morbo y la proliferación de chacales mediáticos —expertos, testigos, periodistas, amigos, familiares—, sino porque se disparataron los debates paralelos. La extrema derecha criminalizó al movimiento gay, por ejemplo. Y se puso en juego el escarmiento de la pena de muerte. Y retumbaron los espectros de los mártires y de los gladiadores.</p><p style="text-align: justify;">La sangre se purifica con la sangre en una ciudad hermosamente podrida. Así la descubrió Lagioia cuando recaló desde Bari. Una Roma caótica, vital, tremendamente cínica, incapaz de tomarse en serio su propia maldad. Una ciudad que existe desde hace 2.700 años. Que aloja la capital de la cristiandad. Que reúne el artificio retórico de la política italiana. Y que ha creado el “mundo del medio”, un lugar abstracto entre los vivos y los muertos donde se naturalizan el fraude, el tráfico de influencias, las mordidas, la extorsión, las cloacas, la superstición, la lujuria y la santurronería. Se ha atrevido Nicola Lagioia a desenmascarar la ciudad más enigmática de universo. Y, para hacerlo, ha utilizado a una especie de personaje fantasmal. Un turista holandés que aparece y desaparece en la narración. Y que sobrevuela el hedor y el sudor de una ciudad que desciende en su caída hacia el infierno, descubriendo que nunca termina de tocar fondo.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">RESEÑA EN <a href="https://www.huffingtonpost.es/entry/nicola-lagioia-los-monstruos-no-existen-pero-podemos-hacer-cosas-monstruosas_es_6218d40ce4b03d0c80377792">HUFFINGTON POST</a></span></p><p style="text-align: justify;">Nicola Lagioia: "Los monstruos no existen, pero podemos hacer cosas monstruosas"</p><p style="text-align: justify;">El escritor presenta 'La ciudad de los vivos', la crónica de un crudo asesinato en el caos de Roma.</p><p style="text-align: justify;">Por Uxía Prieto</p><p style="text-align: justify;">El 6 de marzo de 2016 el escritor Nicola Lagioia (Bari, 1973) estaba pegado a la televisión en su apartamento de Roma, viendo las noticias que hablaban de un cruel asesinato que conmocionó a la ciudad entera. Manuel Foffo y Marco Prato, dos veinteañeros de buena familia, habían matado dos días antes a Luca Varani, de 23 años, a cuchilladas y martillazos después de tres días drogándose en un apartamento.</p><p style="text-align: justify;">Lagioia se obsesionó con el homicidio y decidió investigar, hablar con los amigos, familiares y conocidos del entorno de los asesinos y las víctimas, además de cartearse con Manuel Foffo. Todo eso desembocó en La ciudad de los vivos, libro que acaba de llegar a España a través de Literatura Random House y que cuenta la historia del asesinato bajo la atmósfera de una ciudad sumida en el caos donde los turistas conviven con las ratas.</p><p style="text-align: justify;">El escritor charla con El HuffPost a través de una videollamada, y confiesa que el interés por tratar de entender el crudo asesinado “nació inmediatamente”. “Apenas escuché en el telediario la noticia, pensé que era una cosa que me gustaría explorar, investigar. Por varios motivos, el primero por la violencia de este homicidio. Al final Roma es una ciudad tranquila, no hay homicidios así tan violentos como este, este parecía casi un asesinato ritual por cómo se llevó a cabo, por cómo se organizó, por cómo se hizo”, relata el autor.</p><p style="text-align: justify;">Tampoco entendía la ausencia de un móvil del crimen, puesto que apenas se conocían entre ellos. Tal y como se narra en el libro, Prato y Foffo invitaron a casa del segundo a Luca Varani, que ejercía la prostitución, con el pretexto de darle dinero y drogas. “No había ningún motivo, ninguna ventaja que Manuel Foffo y Marco Prato podrían haber obtenido matando a un pobre chico que apenas conocían, en el caso de Prato, y que no conocían de nada, en el caso de Foffo, que no sabía quién era la persona a la que habían matado. Ni siquiera el nombre. Cuando el padre de Foffo le pregunta, ‘¿A quién habéis matado?’ en el momento en que Foffo le confiesa en el coche el asesinato, este le responde ‘no lo sé’ y en ese momento al padre y al hermano de Foffo les viene la sospecha de que es todo falso, que el hijo es un mitómano, también porque es más fácil imaginar que tu hijo es un mitómano que un asesino”, reflexiona sobre los hechos.</p><p style="text-align: justify;">Ni Prato, conocido relaciones públicas de la noche gay romana, ni Foffo, habituado a empezar proyectos y no terminarlos, eran criminales. “Eran personas consideradas normales hasta el día anterior y aquí hay que preguntarse qué es la normalidad, que significa normal”, se plantea Lagioia, que cuenta que le impresionó que confesaron rápidamente pero que no parecían del todo conscientes de lo que habían hecho.</p><p style="text-align: justify;">“No había un culpable al que ir a buscar porque ya se sabía quién era, pero ellos tenían una grandísima dificultad para tomar conciencia de lo que habían hecho. Por un lado sabían que habían matado a una persona, pero por otro es como si la información no se convirtiera nunca en conciencia. Cuando les preguntan cómo era posible que hubiera sucedido lo que sucedió, Foffo en un momento dice ‘Metedme en la cárcel, pero explicadme vosotros qué coño ha sucedido, porque yo no consigo entenderlo’. Habitualmente es al contrario, porque son los jueces o la fiscalía, los que preguntan al imputado lo que ha sucedido y él intenta huir de la justicia. Aquí ocurre lo contrario y por desgracia ellos son sinceros cuando dicen estas cosas. Es decir, ellos hablan como si hubiesen sido arrastrados por una fuerza superior que en un momento no llegaron a controlar, esto a mí me afectó mucho”, revela Lagioia.</p><p style="text-align: justify;">“Ellos hablan como si hubiesen sido arrastrados por una fuerza superior que en un momento no llegaron a controlar”</p><p style="text-align: justify;">El escritor, también director del Salón del libro de Turín y ganador del Premio Strega, no podía comprender cómo el asesinato podía haber sucedido a pocos barrios del suyo. “Es una cosa más personal pero es que si cojo la moto ahora y voy hasta casa de Manuel Foffo tardo 15 minutos, 20 si hay tráfico. Es como si detrás de mi casa hubiera caído un meteorito y yo hubiera salido a buscar qué ha sucedido. Yo pensaba, ‘¿cómo es posible que cerca de mi casa haya pasado una cosa así de increíble?’, y así comenzó todo”, cuenta sobre cómo empezó a investigar y a recabar cientos de testimonios para intentar contextualizar el asesinato.</p><p style="text-align: justify;">Durante el primer año de trabajo, Lagioia no escribió “ni una línea”, leyó miles de documentos judiciales y se entrevistó con policías y decenas de personas, un proceso “más difícil que contarlo después”. “Conocí a los padres de Luca Varani, al padre de Manuel Foffo, los amigos de Marco Prato, los amigos de Foffo, los fiscales, los abogados…”, enumera el escritor. “Todas estas personas estaban marcadas por lo que había sucedido, a algunas la vida se les había puesto patas arriba, así que al principio para mí era difícil, yo me decía ‘quizás estos no quieren hablar, quizás están enfadados, quizás puedan pensar que yo soy, yo qué sé, uno que quiere aprovecharse’. La realidad es que desde el principio, aunque es verdad que había algunos más reticentes, la mayor parte de ellos tenían ganas de contar, ¿sabes por qué? Porque se quedaron muy tranquilos de que yo no fuera un periodista que tenía que escribir un texto para el día siguiente, ellos tenían miedo fundamentalmente de esto. Cuando yo les decía ‘Mira, no, quiero escribir un libro’, y me preguntaban ‘¿Cuándo sale, en cinco meses?’ y yo les respondía ‘Mira, no, igual sale dentro de cinco años’, en ese momento, se relajaban, les parecía extraño porque estaban más acostumbrados a los periodistas”, cuenta el autor, que para las primeras charlas no llevaba ni grabadora.</p><p style="text-align: justify;">Lagioia confiesa que la investigación podría no haber terminado nunca y que se preguntaba repetidamente cuándo parar y comenzar a escribir. “Entendí que era suficiente, y esto lo cuento en el libro, el día que fui a llevar flores a la tumba de Luca Varani con sus padres. Fueron tan amables de invitarme a su casa, así que fuimos después de ir al cementerio, me ofrecieron un licor que hacen ellos, charlamos y en un momento la madre de Luca me dice ‘¿Quieres ver la habitación?’ Y me lleva a la habitación del hijo que, como ocurre en muchos de estos casos, se había quedado completamente idéntica, parecía que Luca podría volver de un momento a otro. Cuando entré en esa habitación me pareció entrar tan de lleno en la intimidad de esta historia, que era suficiente. Pensé: ’Ya está, basta, más profundamente que aquí no es justo que vaya”, revela el autor.</p><p style="text-align: justify;">A partir de ahí, cuenta, comenzó a escribir, algo que le resultó mucho más fácil que en otros trabajos gracias a toda la preparación que llevaba acumulando desde hacía un año. La historia salía sola. Lo que no fue tan fácil fue la correspondencia con Manuel Foffo, el único protagonista de la historia que queda vivo ya que Marco Prato se suicidó en prisión. “Manuel no me parecía una persona consciente de lo que había sucedido. Me ha mandado tantas cartas y muchas eran contradictorias. En una parecía arrepentido y en la siguiente decía que era inocente y que él no tenía culpa de nada porque había sido manipulado por Marco Prato. En otra decía que estaba reflexionado sobre lo que había hecho y en la siguiente me decía que él, como estaba completamente drogado, no era capaz de saber cómo había cometido el homicidio”, explica Lagioia, que revela que también tuvo reacciones dispares cuando se publicó La ciudad de los vivos.</p><p style="text-align: justify;">“Me decía que había leído el libro y le había hecho sufrir, pero había sido importante recorrer lo que había sucedido. Después decía que yo había sido muy duro con él, que él era inocente y que yo había exagerado. Me parece una persona que todavía no ha entendido lo que ha sucedido. Comprendo que es difícil entender que un chico primero estaba vivo y ahora está muerto por tu culpa. Creo que esto es tan doloroso para él que en ciertos momentos prefiere imaginar que no tiene ninguna culpa o que la culpa es de la cocaína o de Marco Prato”, cuenta el autor.</p><p style="text-align: justify;">“Apenas hablan de Luca Varani. Hablan muchísimo de su vida, de que han sido poco afortunados, de cómo han sido manipulados el uno por el otro, hablan de que su vida ahora está destruida, pero de la víctima poco. Tienen un problema de narcisismo.”</p><p style="text-align: justify;">Lagioia cree que Foffo “sigue metabolizando lo que sucedió” y considera que tanto él como Prato tienen “un problema de narcisismo”. “Me parece que ellos son muy conscientes del hecho de haber cometido un acto que les ha destruido la vida, pero poco conscientes de la víctima, apenas hablan de Luca Varani. Hablan muchísimo de su vida, de que han sido poco afortunados, de cómo han sido manipulados el uno por el otro, hablan de que su vida ahora está destruida, pero de la víctima poco”, añade.</p><p style="text-align: justify;">¿Son monstruos?</p><p style="text-align: justify;">Desde que se conoció el asesinato y durante todo el proceso judicial, los ciudadanos se hicieron varias veces la misma pregunta: ¿son monstruos? “Somos todos seres humanos. Creo que los monstruos no existen y que quizás podemos hacer cosas monstruosas, somos capaces de hacerlo, pero no somos monstruos”, responde el escritor.</p><p style="text-align: justify;">″¿Entonces por qué dibujamos a estas personas cómo monstruos? Creo, y quizás me equivoco, que esto sucede por dos motivos: si ellos son monstruos y pertenecen a una especie diferente a la que pertenecemos nosotros, si no tienen dos piernas, dos brazos y una cabeza como la nuestra, entonces nosotros no seremos nunca capaces de cometer actos barbáricos. Es la conciencia preventiva. Otro motivo por el que los definimos como monstruos es porque pensamos que si los definimos como seres humanos reduciríamos su culpa. En realidad no es así, en el sentido de que, que ellos sean personas como nosotros y que sean capaces de cosas buenas no quiere decir que su culpa se reduzca, su culpa sigue siendo gravísima”, añade Lagioia.</p><p style="text-align: justify;">Para él, “el problema es que somos personas contradictorias”. “Una persona que trata bien a su prójimo, puede en una situación concreta matarlo. Los grandes criminales quieren a sus hijos, a sus amigos, son muy generosos en algunas situaciones pero luego no tienen escrúpulos para cometer asesinatos. Esto forma parte de nuestra complejidad, somos criaturas complejas, no somos unidimensionales. Estos dos son dos asesinos, pero son dos seres humanos”, reflexiona.</p><p style="text-align: justify;">“Si ellos son monstruos y pertenecen a una especie diferente a la que pertenecemos nosotros, si no tienen dos piernas, dos brazos y una cabeza como la nuestra, entonces nosotros no seremos nunca capaces de cometer actos barbáricos”</p><p style="text-align: justify;">Tanto Prato como Foffo tenía problemas consigo mismos. El primero estaba dolido con su madre, que nunca fue a verlo a la cárcel, porque no aceptaba su homosexualidad y había intentado suicidarse en varias ocasiones. El segundo se sentía la oveja negra de la familia, que su padre prefería a su hermano mayor y estaba más preocupado de que los italianos pensaran que era homosexual que de que fuera un asesino. En la novela se trazan perfiles psicológicos de ambos, pero nada explica el asesinato.</p><p style="text-align: justify;">“Seguramente es verdad que tenían problemas con la familia, ¿pero cuántos de nosotros no los tenemos? ¿Quién no ha luchado para independizarse de sus padres? ¿O ha podido tener conflictos? Y esto vale en lo referente a la familia pero también para las drogas. Ellos se ponen hasta arriba de cocaína, probablemente si no hubieran tomado tanta no se habrían puesto tan violentos, esto importa. Pero no basta para explicar esto, porque teniendo en cuenta el consumo de cocaína, entonces habría 20 mil o 30 mil homicidios al día. Cada uno de estos elementos tiene un rol en lo que pasó, pero ninguno es suficiente para explicarlo”, sentencia el autor.</p><p style="text-align: justify;">Roma, un personaje más</p><p style="text-align: justify;">Los hechos se desarrollan en un período el que Roma estaba sumida en un caos absoluto: sin alcalde, con toda una administración investigada por corrupción y aplastada por montones de basura. Agujeros en las carreteras, autobuses en llamas, jabalíes en el centro de la ciudad y una plaga de ratas son la tónica habitual, y Lagoia lo plasma en el libro, en el que el asesinato de Luca Varani es el pozo más fondo de la degradación de la capital.</p><p style="text-align: justify;">“No creo que Roma sea culpable, porque es una ciudad bastante tranquila. Hay pocos homicidios cada año. Si la comparas con otras capitales es menos violenta que París, Londres o Bruselas. Roma no es responsable pero crea ese tipo de personalidades. Hay un modo de ser un fracaso, que es típicamente romano”, señala el autor. “La ciudad da una huella importante en este libro por la atmósfera que rodea todo y por cómo sucede”, reflexiona el escritor, que señala que personajes como Álex Tiburtina, son “clásicos romanos que podrían haber salido de una novela de Pasolini”.</p><p style="text-align: justify;">Lagioia, que vive en Roma después de pasar un año en Turín y “sufrir una nostalgia terrible”, cree que la ciudad puede renacer pero también piensa que vendrán cosas peores. “La ciudad renacerá porque en sus 2700 años de vida ha muerto y renacido muchas veces. Las ciudades van por ciclos y en los últimos años ha estado en un momento de caos, y el hecho de que la ciudad fuera un desorden, hacía que fuera una ciudad vital, llena de cosas que sucedían, de inspiración”, añade revelando que cree qua a la capital italiana le falta “una clase política y una clase dirigente que tengan una visión clara para el futuro”.</p><p style="text-align: justify;">“Una cosa buena de Roma es que puedes hacer cualquier cosa. Te puedes esconder tranquilamente que nadie irá a buscarte, y eso es precioso”</p><p style="text-align: justify;">A pesar del caos que se transmite en cada página de la novela, Lagioia valora que “es una ciudad en la que te sientes muy libre y en la que es muy difícil sentirse solo”. “Decía Marcello Mastroianni en La dolce vita que Roma le gustaba porque era como una jungla en la que es fácil esconderse. Una cosa buena de Roma es que puedes hacer cualquier cosa. Te puedes esconder tranquilamente que nadie irá a buscarte, y eso es precioso. Es una ciudad que en 2700 años ha visto tanto de todo que no se escandaliza por nada ni se sorprende por nada”, reflexiona el escritor desde su casa en pleno corazón de la ciudad.</p><p style="text-align: justify;">Y cierra la conversación con una anécdota que refleja el carácter de la ciudad: “Recuerdo hace unos años que los Rolling Stones hicieron un concierto en el Circo Massimo. Ese día estaba en el Pigneto —un barrio romano— tomando algo con unos amigos y pasa un tipo en una moto y dice: ‘¿Chicos os venís al Circo Massimo?’ Y responde el otro, ‘¿pero por qué? ¿Qué están haciendo en el Circo Massimo?’ ‘Yo qué sé, hay cuatro que están tocando’. Los Rolling Stone se habían convertido en cuatro que tocan. Esto no sucede en otro sitio. Esta capacidad de relativizar todo es verdaderamente interesante”.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p><span style="font-size: large;">RESEÑA EN <a href="https://www.zendalibros.com/la-ciudad-de-los-vivos-de-nicola-lagioia/">ZENDALIBROS</a></span></p><p><br /></p><p style="text-align: justify;">La ciudad de los vivos, de Nicola Lagioia</p><p style="text-align: justify;">29 Jul 2022/SILVIA @MIENTRASLEOS / Nicola Lagioia</p><p style="text-align: justify;">En el año 2016, Manuel Foffo y Marco Prato, dos jóvenes romanos, mataron a Luca Varani, saltando así a las noticias y convulsionando a una ciudad que no comprendía lo que había sucedido. Nicola Lagioia se adentra en ese misterio en una novela de pulso escalofriante en la que se habla más de los verdugos que de las víctimas porque, como el mismo autor expresa, a todos nos resulta más fácil ponernos en el papel de víctima y pensar en la pesadilla de ser atacado de alguna manera. Articula por tanto su novela en girar el miedo a que te suceda y convertirlo en el miedo a ser el ejecutor, y para ello nos presenta a dos jóvenes que no parecen diferenciarse de cualquier otro, con problemas de relación con su familia, que no difieren esencialmente de las de nadie y que hacen pensar al lector en que realmente cualquiera puede cometer el asesinato, ya que seguramente esos dos jóvenes jamás hubieran pensado que iban a ser protagonistas de su propia noticia. El autor ficciona unos hechos conocidos en los que Marco y Manuel se conocen por personas en común y quedan en una fiesta en la que se produce una relación entre ellos que parece van a repetir en un segundo encuentro pese a los azares de la primera. Será entonces cuando inviten a Luca, este de los suburbios y con carencias económicas, también gracias a una tercera persona que usa de sus servicios, y acaben con su vida. Y es esta ficción la que resulta atronadora para el lector que lee desde los asesinos y no desde la víctima o la policía, ni siquiera desde un familiar, como cualquiera puede llegar a realizar algo así. Explora de este modo el límite que la mayor parte de nosotros vemos como una barrera infranqueable pero que puede tener agujeros por los que se cuela la duda, el mal, la posibilidad. Una posibilidad que parece convertirse en real incluso en la propia ciudad de Roma, ese lugar idílico que se presenta aquí con una decadencia fea que impregna las calles a partir de un mísero ratón, un lugar sin gobernante pero con dos papas. Una ambientación convertida en personaje, en mundo, en sociedad y suciedad que sirve como causa y consecuencia del hecho central de la historia. Y es precisamente la capacidad del autor para no dejar al lector olvidar la veracidad de los hechos presentados la que convierte la historia en pesadilla. Porque cada detalle, cada mota, cada vocablo, están destinados a que los lectores sepan que toda la novela es, en esencia, real.</p><p style="text-align: justify;">"Dicen que el trabajo de un escritor es convertir lo sucedido en algo verosímil, pero esta vez el autor ha ido más allá"</p><p style="text-align: justify;">Dicen que el trabajo de un escritor es convertir lo sucedido en algo verosímil, pero esta vez el autor ha ido más allá. Tras una labor de investigación exhaustiva se esconde algo más profundo, que es la eterna pregunta que se hacen los familiares de las víctimas: ¿por qué? Y la respuesta de una sociedad contemporánea a esa pregunta nos la deja el autor en la novela, desde la que nos mira a los ojos y nos dice: «¿Y por qué no?, ¿por qué tiene que haber un motivo?, ¿por qué lo necesitas?«. Y es que quizás la necesidad del motivo sea una manera de mantenernos lejos de los asesinos, pero esa no es la intención del autor, que bombardea con frases concisas y miradas frontales a lo largo de una trama que se vuelve incómoda en la misma medida que imposible de soltar. Pero lo realmente llamativo, con lo que el lector se queda una vez finalizado el libro, es con la sensación que el autor ha conseguido meterle bajo la piel, que es esa doble lectura de la que hablaba al principio y que bien podría resumirse diciendo «líbrame del mal». Sea como sea y a uno u otro lado.</p><p style="text-align: justify;">Autor: Nicola Lagioia. Traductor: Xavier González Rovira. Título: La ciudad de los vivos. Editorial: Literatura Random House. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p><span style="font-size: large;">RESEÑA EN EL BLOG <a href="http://lamedicinadetongoy.blogspot.com/2022/08/una-aproximacion-la-ciudad-de-los-vivos.html">LA MEDICINA DE TONGOY</a></span></p><p style="text-align: justify;"> Una aproximación a “La ciudad de los vivos” de Nicola Lagioia</p><p style="text-align: justify;">Resulta sorprendente la facilidad con la que jóvenes heterosexuales italianos que por lo general no beben, no se drogan y no tienen relaciones homosexuales, se encuentran, repentinamente, cuando ellos no querían, no querían, no querían, con una copa en la mano, con raya en la mesa y con una boca en la polla.</p><p style="text-align: justify;">Pues bien, a novela la Lagioia es un relato pormenorizado de esto y poco más.</p><p style="text-align: justify;">También hay un crimen, cierto. De hecho, hay varios. Uno lo comenten los protagonistas, otro el autor. Mientras en primero muere alguien, en el otro se viola la intimidad de dos personas hasta un punto que supera con mucho aceptable. Sé que no es lo mismo, pero una cosa es el ejercicio de tratar de entender los motivos por los que dos seres humanos torturan y matan a un inocente cuando drogas y el alcohol proporcionan la excusa perfecta para satisfacer la perversa curiosidad de saber qué se siente al matar, y otra muy diferente el ejercicio de, amparándose en periodismo de investigación o la satisfacción personal, exponer una intimidad con la única intención —no cabe interpretarlo de otra forma— de acabar con su dignidad como justo castigo.</p><p style="text-align: justify;">Me explico.</p><p style="text-align: justify;">En esta novela, dividida en seis partes, se puede encontrar de todo: la primera, y hasta cierto momento de la segunda, en las que se relatan cronológica y detalladamente los hechos, o la cuarta, en que se detalla el crimen, son ejercicios que podríamos considerar brillantes, tanto por su calidad literaria, o valor periodístico como porque a mí, que a priori me importaba un cuerno esta historia, me anclaron al libro como hacía tres o cuatro días que no me ocurría. Sin embargo, la tercera parte (y algún otro fragmento, ya que en la quinta y sexta se mezcla un poco de todo), dan al traste con lo que hasta ese momento se las podía dar de ejemplar.</p><p style="text-align: justify;">A Lagioia, una suerte de Carrere italiano bastante más comedido que el francés, le proponen que haga seguimiento y posterior reportaje de este crimen prácticamente el mismo día que sale a la luz. Movido por cuestiones personales (intuimos que paralelismos) que en un principio no desvela —porque ante todo el misterio, y porque al fin y al cabo de lo que se trata es de dosificar y alimentar una intriga que de otra forma no se sostiene cuatrocientas páginas— acepta el caso, que al final desemboca en este libro, libro para el que no duda en recurrir a todos cuantos trucos sean necesarios, el “yo mismo” entre ellos (1), pero también el de desnudar, literal y metafóricamente, a los culpables.</p><p style="text-align: justify;">Durante cuatro años Lagioia investiga investiga investiga. Según sus propias palabras, la «reconstrucción es el fruto de un largo proceso de documentación que incluye documentos judiciales con informes periciales, escuchas telefónicas, sentencias ya definitivas, documentos de audio y de vídeo, declaraciones oficiales y entrevistas».</p><p style="text-align: justify;">Pero entrevistas a quién.</p><p style="text-align: justify;">Puesto que tanto los autores de crimen como sus familiares resultan prácticamente inaccesibles —fuera de programas de televisión, a los que recurren ninguneando a los cientos de periodistas anónimos que cubren el caso, entre los que se encuentra el sádico Lagioia—, como son inaccesibles, decía, no le queda otra opción que recurrir a las redes sociales. Pues bien, el capítulo tres de ese libro, que no se llama Coro porque sí, es exactamente eso: cuatrocientos chavales y no tan chavales destrozando la intimidad de los acusados, con los que no se tiene ninguna compasión. Llegamos a saberlo todo de ellos: si vienen o van, si fueron o no fueron, si bebieron y qué, si fumaron y qué, si eran pasivos o activos, si cuanto pagaban por mamada, si cuanto cobraban por mamada, si la disfrutaban, si no; si robaban, si procrastinaban, si trabajaban y en qué y cómo y por qué. Si lo que sea. Como si todo valiese, quizá porque todo vale. Como si el filtro fuese cosa del lector; como si el periodismo fuese únicamente preguntar, transcribir y puntear, lo que sea, cualquier cosa, aunque el entrevistado no tenga absolutamente nada que decir:</p><p style="text-align: justify;">«ANTONELLA ZANETTI [una perfecta desconocida]: Esa mañana me topé con Luca Varani [la víctima]. Lo conozco desde hace años, íbamos juntos al colegio. Me encontraba con él cuando iba a trabajar, porque solíamos tomar el mismo transporte. Esa mañana nos vimos en el bar de la estación La Storta-Formello. Yo me tomé un café, él se compró un paquete de cigarrillos. Estuvimos charlando un rato, le pregunté qué tal estaba. «Bien», me contestó. Luego montamos en el mismo tren. Yo me senté donde suelo ponerme, mientras que él se fue al compartimento de arriba, donde están los enchufes porque tenía que recargar el móvil. Entre Appiano y Valle Aurelia, un cuarto de hora después, se asomó a las escaleras y me hizo señas. Me acerqué. Me pidió información para llegar a Tiburtina. No entendí bien si tenía que ir justo a la estación o simplemente a la zona. Luego nos despedimos, nos deseamos un buen fin de semana y no nos volvimos a ver».</p><p style="text-align: justify;">Íbamos juntos al colegio. Nos vimos en un tren. No nos volvimos a ver. Me pregunto por qué lo llaman periodismo cuando quieren decir basura. Pero bueno, es lo que hay. Y lo más triste es que lo hay durante cien, doscientas páginas. Sin filtros, insisto. Lo que sea. Todo vale que por algo me lo he currado, parece decir Lagioia. Lo importante ocupa medio libro, el resto es cotilleo: qué se pone o qué se quita o si mete o es metido. Lagioia no es periodista. Lagioia es un voyeur con lápiz.</p><p style="text-align: justify;">«Si se nos observa con un microscopio o por el ojo de la cerradura —dijo Marco [Prato, uno de los asesinos]—, todos tenemos un lado oscuro más o menos moral, más o menos aceptable. El mío, simplemente, ha salido a la superficie. Sí, me drogaba, pero no en exceso. Sí, tenía sexo, pero como cualquier otro treintañero. Las peticiones más extremas, las más raras, venían de los hombres de quienes me rodeaba, me las sacaban ellos. He sufrido mucha violencia para complacer a varones heterosexuales de los que me prendaba y que me hacían sentir femenina. Es obvio que, cuando se hacen de dominio público, a la conciencia colectiva esos detalles picantes le sirven para señalar con el dedo en vez de mirarse al espejo. La condena pública nos satisface porque nos mantiene alejados de nuestros monstruos, nos hace sentir íntimamente más normales. Convencido como estoy de que la normalidad es un concepto abstracto, yo eliminaría las tres primeras letras de la palabra «perversión». Son todas versiones diferentes de humanidad, distintos matices de individualidad, a veces vividas con sufrimiento.»</p><p style="text-align: justify;">Ya termino. Perdonen la extensión.</p><p style="text-align: justify;">Honestamente, no sé qué sentido tiene este libro si al final el autor se limita a la mera exposición de miserias. Si el centro, real y metafórico, lo marcan detalles escabrosos que tuvieron lugar semanas, meses o años antes de unos hechos que, probablemente, solo encuentren explicación en la cosificación de la que es victima el ser humano en tanto que individualismo y tal. Personalmente dudo mucho que el nivel de deshumanización que demuestran estos dos personajes con este asesinato tenga mucho que ver con aquello a lo que más atención presta Lagioia, esto es, su sexualidad o el consumo de drogas o alcohol.</p><p style="text-align: justify;">Ojalá fuera todo tan sencillo; tan fácil de identificar.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">RESEÑA EN <a href="https://theobjective.com/cultura/2022-02-11/nicola-lagioia-ciudad-de-los-vivos/">THE OBJECTIVE</a></span></p><p style="text-align: justify;">Nicola Lagioia captura en su crónica la noche en que Roma esnifó a sus hijos</p><p style="text-align: justify;">Fue un crimen que conmocionó a Italia: el hijo adoptivo de unos vendedores ambulantes fue apuñalado cien veces por dos chicos de clase alta</p><p style="text-align: justify;">Albert Gómez</p><p style="text-align: justify;">@kadmonidas</p><p style="text-align: justify;">Publicado: 11/02/2022 • 04:45</p><p style="text-align: justify;">¿Qué puede suceder entre tres muchachos romanos en una espiral destructiva de tres días con más de mil quinientos euros de cocaína esnifados? ¿Se agrava la situación en el caso de haber dobles vidas o identidades sexuales confusas? ¿Qué lleva a alguien a trazar arabescos con un cuchillo sobre la piel de un prostituto?</p><p style="text-align: justify;">En La Ciudad de los Vivos (Literatura Random House, 2022) el escritor italiano da la respuesta a todas estas preguntas de un modo muy literario pero a ritmo de puro true crime, con el resultado final de una obra magnífica en el descenso al pozo humano que solo puede compararse con similares proyectos como A sangre fría de Truman Capote. Pero mientras el americano se inmiscuía en un ambiente rural aquí encontramos que el autor italiano es incapaz de separar el crimen de las propias dinámicas de la ciudad de Roma, por lo que paralelamente la ciudad se convierte en protagonista clamando su decadencia.</p><p style="text-align: justify;">Los pasajes psicogeográficos de Roma, o incluso políticos al ejemplarizar la situación de muchos alcaldes de grandes ciudades de referencia internacional, son el bálsamo para una historia complicada de tragar. Dos chavales de clase alta mataron de una forma muy cruel a un prostituto de clase baja, algunos llevaban dobles vidas que sus parientes no sospecharon, había varias adicciones de por medio y, además, el choque político y social entre las víctimas polarizó la sociedad italiana.</p><p style="text-align: justify;">Era muy difícil aclarar el caso y por ello Lagioia emplea un largo recorrido que va a ser adaptado en forma de serie para Sky TV. Por ello indaga en la construcción de identidades y orientaciones sexuales tanto como gestiona la comunicación con los familiares. </p><p style="text-align: justify;">Asistirá al festival BCNegra 2022 para presentar la traducción al castellano de la crónica y participará en una mesa el viernes 11 de febrero a las 18: ‘Tlön, J.L. Borges’ junto a Cruz Morcillo moderada por el periodista Miquel Molina.</p><p style="text-align: justify;">Nos sentamos para hablar con Lagoia y empezamos charlando de los aspectos más logísticos de un proyecto así. Hubo una primera fase de casi dos años de quedar con gente, gestionar el recuerdo de gente devastada, algo que se hacia difícil pero humano, con la ventaja que a veces parecía que hablar sirve para exorcizar. Luego necesitó dos años más para ordenar el material que efectivamente tiene una estructura más cercana a la crónica que a la novela negra: «Dar orden a algo que no lo tiene forma parte del trabajo del escritor».</p><p style="text-align: justify;">En la novela quedan cristalinos sus motivos para obsesionarse con el crimen y me sabe mal volver a preguntar lo que ya ha explicado perfectamente: la rabia de juventud con sus padres lo llevaron a cometer imprudencias que, solo por azar, no terminaron de forma horrenda. Esa empatía con la juventud furiosa es la del autor, pero también podría ser un elemento generacional de la trama pues gran parte pivota sobre las relaciones millenial con los progenitores. El libro en este sentido es como un terremoto a cámara muy lenta que permite ver como se destruye segundo a segundo la imagen que los padres tienen formada de su descendencia.</p><p style="text-align: justify;">Como poco a poco la conversación deriva hacia el tema del mal es hora de hacerle la pregunta: ¿por qué mete al demonio de por medio en una historia tan humana? Al inicio pensé que era un componente demasiado tentador para los romanos, luego recordé que también hubo esos visos en algunos casos macabros españoles. Lagioia incluyó los comentarios sobre la posibilidad de posesión porque quien se lo dijo fue precisamente un coronel de la policía.</p><p style="text-align: justify;">Añade: «Conviene hacer una lectura darwiniana de la posesión. Durante milenios la violencia fue una garantía para la supervivencia. Es como si ese mal se hubiera quedado dentro. Cuando nos enfadamos, si somos sinceros, podemos ver que cuesta controlarse y que no somos amos de nuestras acciones emotivas. Hablar de posesiones es una puerta abierta para reconocer históricamente la existencia del mal para poder dominarlo».</p><p style="text-align: justify;">Hay un aspecto de la crónica que me resulta obsesivo: la negativa de la joven pareja del asesinado a aceptar que su pareja era prostituto y que así conseguía el dinero para cenas y regalos. Es inevitable preguntarle qué piensa que rumiará esa chica cuando lea su libro y, por ende, todos los afectados. «Al escribir se asumen riesgos. He pensado mucho en Marta». A continuación me explica que el único de los asesinos que sigue con vida tuvo reacciones contradictorias: en una carta dolorosa se vio reflejado y en la otra furiosa opinaba que lo había culpabilizado demasiado. Los amigos del otro implicado afirmaron encontrar destellos del mundo que habitaban entonces. </p><p style="text-align: justify;">Un último elemento de la trama me parecía también generacional: la atención a la construcción de sus masculinidades y orientaciones sexuales. No había ese detalle en Truman Capote. Choca de forma frontal y dramática el aparente progresismo interior con todos los prejuicios sobre la homosexualidad compartidos por los afectados. Nicola precisa el asunto: «También me fascinaba que a Manuel le preocupara más parecer homosexual delante de toda Italia que un asesino. Eso sucedía en la Italia del orgullo de 2016. Queda mucho por hacer».</p><p style="text-align: justify;">La Ciudad de los Vivos se presenta pues como un viaje sin retorno. Primero a una Roma que se muere ahogada en la basura del ser un escaparate turístico. Segundo al abismo cruel en el que caen las máscaras familiares y las amistades, donde el amor se convierte en chantaje. Esa duda es la que siembra el autor y deja un malestar con sabor a true crime que perdura al cerrar el libro</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b>ENTREVISTA DE ENRIC GONZÁLEZ A NICOLA LAGIOGIA EN "LA NOCHE MÁS NEGRA"</b></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/gQTvglRxHog" width="320" youtube-src-id="gQTvglRxHog"></iframe></div><br /><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">ENTREVISTA EN <a href="https://librujula.publico.es/la-mirada-literaria-al-asesinato-de-luca-varani/">LIBRÚJULA</a></span></p><p style="text-align: justify;">La mirada literaria al asesinato de Luca Varani</p><p style="text-align: justify;">ENTREVISTAS</p><p style="text-align: justify;">El escritor italiano Nicola Lagioia narra en “La ciudad de los vivos” la historia de no ficción del homicidio del joven romano Luca Varani.</p><p style="text-align: justify;">Texto: Susana PICOS</p><p style="text-align: justify;">Luca Varani era un joven de 23 años, hijo de un vendedor ambulante de la periferia de la ciudad de Roma, que la madrugada del 4 al 5 de marzo de 2016 fue asesinado en un piso por dos jóvenes de buena familia que tras varios días de fiesta con drogas y alcohol le llamaron para participar en un trío sexual. Lo torturaron y lo mataron golpeándolo con un martillo y al día siguiente se entregaron a la policía. Esta noticia que convulsionó la sociedad romana, hizo mella en el periodista y escritor Nicola Lagioia que quiso entender cómo dos jóvenes llegan a cometer tal atrocidad.</p><p style="text-align: justify;">El resultado ha sido la novela La ciudad de los vivos que publica en España Literatura Random House, donde Lagioia, ganador del Premio Strega y director del Salón del Libro de Turín, ha escrito una historia literaria basada en hechos reales que nos plantea varios interrogantes sobre nuestra sociedad y nuestros valores como seres humanos.</p><p style="text-align: justify;"><b>Vd escribe sobre un hecho real: el asesinato de Luca Varani. ¿Qué es lo que le lleva a descartar la crónica para embarcarse en una novela?</b></p><p style="text-align: justify;">La ciudad de los vivos es un libro de difícil clasificación. Podríamos decir que es una novela; una obra literaria que renuncia a la ficción. La obra literaria a diferencia del reportaje te permite indagar, por su estructura dramatúrgica y por el lenguaje, en el componente emotivo del homicidio. La implicación emocional de la voz del narrador posibilita entrar en la vida de los personajes para no solo explicar el qué sino también entender el porqué.</p><p style="text-align: justify;"><b>¿Cuántos años estuvo trabajando en este caso?</b></p><p style="text-align: justify;">Estuve cuatro años dedicado a este libro. En ese tiempo escribí, leí las actas judiciales…y también conocí a las personas de este caso, por ejemplo, a los familiares de Luca Varani, la víctima, o por correspondencia al propio Manuel Foffo.</p><p style="text-align: justify;"><b>¿Llegó a comprender el porqué del asesinato?</b></p><p style="text-align: justify;">El libro no pretende en ningún caso dar respuestas definitivas a lo que sucedió, más bien lanzo hipótesis. Una buena obra literaria no debe dar respuestas definitivas sino plantear las preguntas adecuadas para que después el lector en plena libertad pueda interpretar lo que sucedió. Yo intento dar algunas hipótesis sin contar con un 100% de certidumbre sobre lo que les pudo pasar a los asesinos por la cabeza. Lo que sí está claro es que si no se hubieran conocido nada de esto habría pasado. No son dos criminales profesionales ni tienen antecedentes policiales. Son dos personas, y ahí viene seguramente uno de los aspectos más inquietantes de este caso, normales o que se consideran normales. De hecho, ellos mismos se sorprenden. Si una semana antes les hubieran dicho lo que iba a suceder no se lo hubieran creído.</p><p style="text-align: justify;"><b>¿Cuáles fueron los detonantes de esta tragedia?</b></p><p style="text-align: justify;">El primer aspecto fue el de conocerse, que resultó ser fatal. Entre ellos se creó una relación muy íntima que sacó de cada uno lo peor. Jugaron con fuego, arriesgaron mucho y se metieron noche tras noche en una situación cada vez más peligrosa Fueron muy imprudentes durante días. A pesar de ser dos personas muy diferentes: tendríamos a un Marco Pratto brillante, histriónico, y a Manuel Foffo quizá más tímido y taciturno, les une el hecho de que ambos son bastante racistas y están bastante solos y, sobre todo, son narcisistas. Tienen interés en sí mismos; les cuesta reconocer a los demás, piensan constantemente en sus propios problemas y dificultades. La soledad en la que están, de alguna manera, es consecuencia de ese narcisismo desesperado. Si a eso le añadimos las drogas, el hecho de que ninguno de los dos sabe qué hacer con su vida ni con su futuro, el resultado es una combinación de elementos que por sí solos no serían suficientes para llegar a cometer un homicidio, pero todos juntos acaban desencadenando en el asesinato de Luca.</p><p style="text-align: justify;"><b>En un momento dado en la novela dice que no son monstruos, que han hecho una monstruosidad.</b></p><p style="text-align: justify;">Básicamente nadie es un monstruo, somos todos humanos. Sí que es cierto que cuando hay algún hecho muy grave, como cuando alguien se mancha las manos en un acto tan terrible, tendemos a decir que son monstruos. Es como para determinar que son una especie distinta, como si no tuvieran ni cabeza ni dos brazos ni dos piernas. No pueden ser como nosotros porque han hecho algo horrible. Somos criaturas complejas, como tales, Pratto y Foffo pueden tener puntualmente sus sentimientos, querer a las personas que les rodean y mostrarse amables y simpáticos si hace falta y también cometer un acto terrible. Todo esto puede convivir en un mismo ser humano porque somos complejos, somos contradictorios. Retomando la primera pregunta es lo que también la literatura intenta capturar a la hora de explicar episodios trágicos</p><p style="text-align: justify;"><b>Habla del miedo que tenemos de ser víctimas por azar, como le ha pasado a Luca Varani, pero ¿podríamos ser verdugos?</b></p><p style="text-align: justify;">Es muy difícil que lleguemos a ser asesinos. De hecho, es de lo más improbable. Yo nunca pensaría algo así. Ahora bien, sin necesidad de llegar a ser asesinos, por el simple hecho de existir nos equivocamos, cometemos errores, podemos hacer daño a los demás y eso sin evocar episodios extremos como los que se narran en este libro. Vivimos en un clima cultural que nos hace casi imposible admitir que nosotros somos capaces de hacer mal a los demás. El mundo actual es muy polarizado: somos víctimas o somos verdugos y en medio parece que no haya nada cuando es en medio justamente donde se encuentra la humanidad. Somos frágiles, somos contradictorios, somos complejos. Causamos mal y, a veces, ese mal que causamos puede ser porque queremos o a veces puede ser por superficialidad. Si lo admitiésemos de una vez tendríamos una visión más realista de quiénes somos. Si nos imaginamos puros y buenos, y que nunca nos equivocamos, estamos eludiendo que el que mata también forma parte de nuestra especie. Si somos conscientes de que podemos hacer mal, seguramente cuando lo hagamos nos daremos cuenta y admitiéndolo podremos quizás controlarlo un poco más. Somos imperfectos y esa, quizás, es la idea que nos tendríamos que quedar.</p><p style="text-align: justify;"><b>Cuando en la novela se descubre que Luca Varani tiene un lado oscuro, que no es ese chico bueno que tiene novia y trabaja en un taller, alguna gente considera que a lo mejor se merecía lo que le ha ocurrido. ¿Hay víctimas de primera y segunda categoría?</b></p><p style="text-align: justify;">No. Varani no deja de ser una persona inocente que entra en ese piso en el momento equivocado y sin sospechar nada de lo que le va a ocurrir a pesar de tener esa doble vida. En cambio, los que pasaron antes que él por el piso ya sospecharon y vieron algo raro en Marco y Manuel. Es cierto que hubo gente que conectó el hecho de que se prostituyese con lo que le ocurrió porque eso les consuela, así piensan que no murió por el azar sino porque se prostituía y se engañan pensando que “como nosotros no nos prostituimos no nos va a pasar nunca una cosa igual.” Pero no va por aquí la cosa, simplemente fue un hecho de muy mala suerte y eso nos puede pasar a todos, lo que obviamente nos da mucho miedo</p><p style="text-align: justify;"><b>La ciudad de Roma es también protagonista de la novela. Nos presenta una Roma caótica, sucia, corrupta. ¿Ese ambiente puede propiciar que se produzcan casos como este?</b></p><p style="text-align: justify;">Roma es caótica, sucia, pero también es maravillosa. Es de los lugares donde hay mayor concentración de arte en menor espacio. Convive lo más bonito con lo más feo. Si nos fijamos desde un punto de vista estadístico no deja de ser una ciudad relativamente tranquila en cuanto a homicidios. El número de asesinatos respecto al número de habitantes al año son pocos comparados con otras capitales más violentas como podrían ser Bruselas, Londres o París. Roma no influye para que ocurran actos terribles, pero sí influye en el carácter de las personas, en la manera cómo se relacionan, cómo se comportan, cómo actúan. En los personajes de Marco, Foffo y Alex sí que se nota un poco la huella de la ciudad, se respira que los personajes son típicamente romanos.</p><p style="text-align: justify;"><b>Nos cuenta que Roma es una de las ciudades donde el paso del tiempo es más evidente porque en cualquier rincón se puede encontrar un objeto artístico que nos lleva a otra civilización, a una cultura que no existe, pero ¿el ciudadano romano es consciente de ese paso del tiempo?</b></p><p style="text-align: justify;">Eso me recuerda un poco a la historia del pez que no sabe qué es el agua porque está sumergido en ella. Es cierto que cuando llevas un tiempo viviendo en Roma te acostumbras, y a lo mejor no te das cuenta que estás pasando a diario por un museo al aire libre, pero Roma tiene un carácter fuerte y eso se percibe. Se dice de Roma que es la ciudad eterna, pero yo en cambio pienso lo contrario. No hay ciudad como Roma que te transmita precisamente el paso del tiempo, en el sentido de que nada es eterno, que todos estamos de paso y que todo es transitorio, que nadie está en el centro del universo básicamente porque el centro del universo no existe. Este mensaje solo lo pueden transmitir ciudades con una historia tan larga y tan antigua a las espaldas como Roma, por la que han pasado emperadores, papas, dictadores. Es interesante que esta ciudad, con esta atmósfera donde se sabe que nada es eterno y todo se termina, coexista con la Ciudad del Vaticano, donde la cuestión de la eternidad es fundamental.</p><p style="text-align: justify;"><b>En la novela aparecen muchísimas voces que van complementando la historia, ¿fue una decisión del yo periodista o del yo escritor?</b></p><p style="text-align: justify;">Del yo escritor. Hay una vertiente de cronista en la organización de la información, pero la novela se estructura de forma muy literaria.</p><p style="text-align: justify;"><b>La historia es muy dramática, pero incluye algunos toques de humor, por ejemplo cuando los carabinieri van a buscar el cuerpo y se equivocan de puerta en el bloque, ¿no le preocupó restar dramatismo o banalizar la historia? </b></p><p style="text-align: justify;">De alguna manera todo se puede llegar a banalizar, incluso la historia más excepcional si no se explica bien puede caer en la banalidad. Pero esto no ocurre cuando tú sientes dentro la historia, cuando puedes incluso ponerte en lugar de los protagonistas. La atención al detalle y la implicación emotiva es fundamental en literatura.</p><p style="text-align: justify;"><b>En la novela hay un personaje, un turista holandés que no tiene que ver con la trama principal, pero con el que empieza el libro y lo termina, ¿por qué tanto protagonismo?</b></p><p style="text-align: justify;">Necesitaba una mirada externa sobre la ciudad. No solo quería reflejarla desde dentro sino también desde fuera, y además quería que esa mirada fuera la de un depredador. Y justamente ese turista holandés es un depredador y también un verdugo. Ese es el segundo motivo: quería poner enfrente dos tipos de verdugo. El turista holandés es consciente del mal que está haciendo, es un pedófilo. Marco Pratto y Manuel Fofoo podrían ser una nueva especie de culpables, porque no son conscientes de lo que hacen hasta que no llegan a hacerlo. No eluden la justicia ni actúan a escondidas, de hecho, al día siguiente se entregan a la policía y son incapaces de explicar porqué han asesinado. Esa falta de conciencia hace que todo sea más inquietante.</p><p style="text-align: justify;"><b>¿En la novela se hace justicia?</b></p><p style="text-align: justify;">Habría que hablar de sobre qué entendemos por justicia. Si entendemos por justicia que se castigue a los culpables del homicidio, entonces sí que ha habido justicia, porque uno está en la cárcel condenado a 30 años y el otro, Marco Pratto, se suicidó. Si esta justicia es suficiente, si es una solución efectiva, seguramente tendríamos dudas. Por ejemplo, las tres familias nunca llegaron a comunicarse. El padre de Luca Varani ha lamentado que no le llamaran para pedirle perdón. Yo tampoco voy a entrar a juzgar esto ni mucho menos, porque realmente hace falta mucho valor para levantar el teléfono y llamar. Pensemos que esa familia también ha perdido a un hijo. Las tres familias han sido golpeadas por la tragedia y acaban quedando solas.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b>RESEÑA EN <a href="https://www.epe.es/es/abril/20220911/huele-podrido-roma-75236069">EL PERIODICO DE ESPAÑA (EPE)</a></b></span></p><p style="text-align: justify;">Algo huele a podrido en Roma</p><p style="text-align: justify;">En ‘La ciudad de los vivos’, Nicola Lagioia reconstruye uno de los crímenes más mediáticos de la sociedad italiana</p><p style="text-align: justify;">Marta Marne</p><p style="text-align: justify;">El sábado 6 de marzo de 2016 Manuel Foffo sale de su casa poco después de las siete de la mañana. Ha quedado con algunos miembros de su familia para asistir al entierro del tío Rodolfo. Tras un buen rato en la carretera, el padre de Manuel presiente que algo no va bien. Ha pasado algo, su hijo no es el mismo de siempre. Le pregunta por qué no respondió a sus llamadas cuando quiso avisarle de la muerte de su tío. Este le dice que iba de coca hasta las cejas. Su padre no da crédito. ¿Cómo pudiste caer tan bajo?, le interpela. A lo que Manuel le dice que ha caído todavía más bajo, porque ha matado a alguien con la ayuda de otra persona. </p><p style="text-align: justify;">Este es el arranque de La ciudad de los vivos de Nicola Lagioia (Literatura Random House, 2022); un true crime que nos cuenta la historia de cómo Manuel y Marco se convirtieron en dos de los asesinos más famosos de Italia. El libro se divide en seis partes. La crónica de lo sucedido se concentra en las partes uno, dos y cuatro. Si en la primera y la segunda se nos narran los acontecimientos posteriores al descubrimiento del asesinato de Luca Varani a manos de Manuel y Marco, en la cuarta se reproducen los días previos y el crimen en sí. </p><p style="text-align: justify;">Todo este relato está basado en documentación judicial, sentencias en firme, declaraciones oficiales y entrevistas. Algunos de los sucesos narrados en La ciudad de los vivos son de una crudeza tal que como lectores debemos hacer el ejercicio de no olvidar que nos encontramos ante una obra de no ficción. No frivolizar, no confundir con una invención. Las otras tres partes se centran, en esencia, en dos elementos. El primero, el proceso de escritura de Nicola Lagioia. Cómo se enfrenta al caso, sus obsesiones, las implicaciones que tiene esta historia para él. Ahí juega un papel fundamental su relación de amor con la ciudad de Roma. Tanto es así que transmite la sensación de que todo esto no habría podido suceder en otro lugar. Y pegado a ese romanticismo también está la dureza del retrato de la sociedad italiana.</p><p style="text-align: justify;"> A lo largo de las páginas veremos que se desprende un molesto tufo a homofobia y misoginia. Todo lo que se percibe como femenino o como algún tipo de masculinidad poco canónica es susceptible de ser castigado. </p><p style="text-align: justify;">El segundo aspecto, que encontramos sobre todo en la tercera parte, serían las declaraciones aleatorias de aquellos que se relacionaron en algún momento con los asesinos. Recoger las opiniones de personas que no tienen que ver con el caso, que en ocasiones apenas conocían a Manuel y Marco, puede parecer un tanto irresponsable. No obstante, debemos recordar que estos acontecimientos sucedieron en 2016. No existe ya un solo crimen susceptible de convertirse en un circo de feria. Las tertulias en los programas de televisión y la desinformación asociada a las redes sociales, llevan en muchas ocasiones a dar por válidos este tipo de testimonios tan poco fiables. Pero que, nos guste o no, influyen en el desarrollo de las investigaciones policiales. El juicio mediático llega a determinar el transcurso del procedimiento legal. Y sea acertado o no, esta obra recoge la importancia de las cloacas que configuran la imagen que construimos entre todos de un presunto criminal.</p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-78809926518842353152022-10-25T05:58:00.006+02:002022-10-25T05:58:52.550+02:00MIÉRCOLES 9 DE NOVIEMBRE: "ATADURAS", DE DOMENICO STARNONE.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhym7LAOZPhd4oH0iFCCRwWDgUhC5vvsZsCJ7bi-44Qp2EB-AME5QCnqCtg6UdhjXn6wI6NSAo9hC4Nczk-M3qmk4eT6aL_-c1UhG12n7mqNeKHXLA-_FAeImGmmhnF79XnZI-E6_gtgzS5EClEl-T6F8R8jQJaTEjEiT1ga0jacXFVIMp-DtSCYPVr/s980/FKLWHKKATMN555LSU3HY337LIA.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="653" data-original-width="980" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhym7LAOZPhd4oH0iFCCRwWDgUhC5vvsZsCJ7bi-44Qp2EB-AME5QCnqCtg6UdhjXn6wI6NSAo9hC4Nczk-M3qmk4eT6aL_-c1UhG12n7mqNeKHXLA-_FAeImGmmhnF79XnZI-E6_gtgzS5EClEl-T6F8R8jQJaTEjEiT1ga0jacXFVIMp-DtSCYPVr/w640-h426/FKLWHKKATMN555LSU3HY337LIA.jpg" width="640" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiy-0Y2TofzribFzvXQxeYfYrbPGPlwJl4uASo4gG77O4nAR1kha83oD0JDVq1y5b2kMIrHTd2ZNNTCOcvejdbjf3m-01j0NV6ulsT11Qns5Ydg1_ABeMysNEbFY49CAO7DuA-vHQQvdtLSFoycpuQWc7Fo0dRTYzDEEcPyp8Wt1wRSGEBiAMgpHSd/s1563/screenshot_20181005-070147879697211.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><i><img border="0" data-original-height="1563" data-original-width="1060" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiy-0Y2TofzribFzvXQxeYfYrbPGPlwJl4uASo4gG77O4nAR1kha83oD0JDVq1y5b2kMIrHTd2ZNNTCOcvejdbjf3m-01j0NV6ulsT11Qns5Ydg1_ABeMysNEbFY49CAO7DuA-vHQQvdtLSFoycpuQWc7Fo0dRTYzDEEcPyp8Wt1wRSGEBiAMgpHSd/w434-h640/screenshot_20181005-070147879697211.webp" width="434" /></i></a></div><br /><p><br /></p><p>Nos vemos el miércoles 9 de noviembre para hablar de <i>Ataduras</i>, de Domenico Starnone.</p><p>Adjuntamos algunas reseñas para facilitar la lectura.</p><p><span style="font-size: x-large;">En <a href="https://wmagazin.com/domenico-starnone-lo-que-sucede-en-italia-es-el-resumen-de-lo-que-pasa-en-europa/" target="_blank">WMAGAZINE</a></span></p><p><span style="font-size: x-large;">Domenico Starnone: “Lo que sucede en Italia es el resumen de lo que pasa en Europa”</span></p><p>Por WINSTON MANRIQUE SABOGAL</p><p>El autor de 'Ataduras', una exitosa novela que explora la ruptura de una pareja por parte del marido que obedece a otro deseo, analiza los laberintos del sentimiento amoroso y reflexiona sobre la política de su país y del continente</p><p>El amor es un mundo con grietas que al principio nunca se ven. Aparecen al azar, y una de las más desestabilizadoras y profundas lleva en el fondo el veneno de la pregunta eterna de con quién es la principal responsabilidad de la felicidad en una pareja, si cada persona consigo misma o con quienes la aman.</p><p>Domenico Starnone (Nápoles, 1943) explora esa grieta: “El ser humano debe desear realizar sus propios deseos para conseguir placer, pero debe esperar luego un castigo”.</p><p>Lo que Starnone ha visto es un camino de binomios: amor y/o dolor, deseo y/o duda, responsabilidad y/o cobardía, pasado y/o futuro, estabilidad y/o aventura. Un mundo que el escritor italiano resume en una palabra: Ataduras. Y ese es el título que puso a su novela editada por Lumen. Es su debut en España, aunque ya lleva más de una veintena de libros y este se ha traducido a otros tantos idiomas, además de que él es muy conocido en su país por obras como Via Gemito, Premio Strega 2001.</p><p>Su nombre se hizo internacional hace poco más de diez años cuando se rumoreó que era la persona detrás del seudónimo de Elena Ferrante, aunque en 2016 se dijo que no era él, pero sí su esposa, la traductora Anita Raja, que trabaja en la editorial que publica a Ferrante.</p><p>Lo cierto es que los hilos entre Ataduras (2016) y Los días del abandono (2001), de Ferrante, han sido señalados por la crítica de su país, aunque bien es verdad que los temas de ambas novelas son de los más tratados en la literatura: amor, desamor, abandono; aquí en una mujer con dos niños es abandonada por su marido quien en esta ocasión se va con una mujer más joven y regresa en una falsa reconciliación que los mantiene unidos solo por la fuerza invisible de ciertas ataduras.</p><p>La novela de Starnone está estructurada en tres partes, tres voces, tres puntos de vista: la primera son las cartas que Vanda, la esposa abandonada, dirige a su marido, Aldo; la segunda es el relato sobre Aldo, sus motivos y su relación con Lidia; y la tercera son los hijos. Así se arma el mundo esférico de esa pareja.</p><p>Silencio ha sido la respuesta oficial que han dado Starnone y Raja ante el revuelo del culebrón Ferrante. No quieren distracciones en sus oficios.</p><p>Como silencio guarda el escritor frente al fútbol del que pasa olímpicamente porque simplemente no le gusta. Así no se amarga este Mundial en Rusia al cual la selección de su país no clasificó.</p><p>Lo cuenta sentado en la cabecera de una larga mesa del Instituto Italiano de Madrid. Ríe al recordar sus fiascos como jugador de niño. Luego habla de su paso por el periodismo y lo que atisba, por el laberinto emocional de Ataduras y por la difícil situación que afronta Italia bajo el gobierno del partido de ultraderecha Liga Norte y el antisistema Movimiento 5 Estrellas, que tiene como ministro del Interior a Matteo Salvini y sus políticas xenófobas y antieuropeístas.</p><p><b>Winston Manrique Sabogal. ¿Cómo ve las revistas culturales y literarias en este duelo entre lo analógico y lo digital?</b></p><p>Domenico Starnone. Estamos en una fase en la cual los periódicos de papel pierden terreno y las revistas online ganan seguidores. En la última década, además, ha habido un cambio de perfil importante del escritor, del intelectual. Los periódicos piden a los autores comentarios marginales para enriquecer sus páginas, pero ya no son las intervenciones centrales que buscaban orientar y crear conciencia en la opinión pública. Su papel central ha desaparecido de la esfera política, y corren el riesgo de hablar solo a sus propios compañeros. En Italia, por ejemplo, los autores se están transformando para dirigirse al mundo del espectáculo: es autor, actor, toca la guitarra, baila… Se mezcla y se confunde con el hombre del espectáculo en su afán por ganar lectores.</p><p><b>W. Manrique. ¿Qué grado de responsabilidad tienen los medios de comunicación en esta metamorfosis y pérdida de peso de los autores e intelectuales?</b></p><p>D. Starnone. Los medios de comunicación han entendido rápidamente esta transformación que tiende al espectáculo. Por otro lado, antes las editoriales buscaban el libro de calidad y hora buscan el libro que más se parezca al último libro que más ha vendido. A su vez, los medios de comunicación en Internet han tomado otra línea de actuación al dar espacio a todos. Esto coincide con otra transformación: la de que el público ya no quiere hacer solo de público pasivo, quiere ser activo, comentar los artículos. Quiere ser escritor, poeta, fotógrafo… Quiere ser protagonista. Este es el cambio más grande, este público rebelde que quiere dar su opinión y se manifiesta en otras vías, incluidas algunas feroces en la red y se convierten en los llamados odiadores.</p><p>Es un mundo intelectual que ya no se parece nada a la generación a la cual pertenezco. El error es pensar que esto es malo, porque es solo una transformación enorme con nuevos instrumentos que han entrado en nuestras vidas…</p><p>Por otro lado, es una comunicación basada en la escritura, algo paradójico porque hace unos años se decía que la escritura estaba muerta, y ahora todo se basa en la escritura, aunque es una escritura de masa, no de élite. Habrá que afrontar esta nueva intelectualidad de masa, pero no confrontarla, porque lo mejor no se sabe de dónde llegará. Pero algo llegará y hay que buscarlo dentro de esta generación e instrumentos de comunicación rápida.</p><p>Domenico Starnone lo dice con el tono didáctico del profesor escolar que fue tantos años. Y se toma el tiempo suficiente antes de cada respuesta, pero una vez empieza es un torrente. Ahora para hablar de las relaciones de pareja, la pasión, la fidelidad, la lucha entre el amor, la responsabilidad y deseo de obedecer al impuso amoroso.</p><p><b>W. Manrique. En Ataduras plantea dos maneras de ver, vivir y asumir las relaciones de pareja. ¿Cree usted que los hombres y las mujeres conciben una relación de pareja de manera distinta?</b></p><p>D. Starnone. Como todas las cosas. Hay una manera femenina de mirar al mundo y una masculina. El amor es un sentimiento fuerte para ambos, pero la mujer da una centralidad al amor, mientras los hombres no le conceden la misma fuerza pero toma otras formas.</p><p><b>W. Manrique. ¿Qué es el amor?</b></p><p>D. Starnone. …Es una reacción del organismo. Un sentimiento complejo, una droga. Es una fuerza que nos transforma… Es un sentimiento que nos gustaría que durase siempre… Es un sentimiento que… nos llena de plenitud de nosotros mismos. Ser amados nos hace fuertes. Descubrir que creíamos que nos amaban pero en realidad no nos amaban nos destruye, nos humilla… El amor es todo esto.</p><p><b>W. Manrique. Hay un momento clarificador y central en la novela, cuando un grupo de amigos de Aldo le dicen que no se puede ni se debe resistir a las pulsiones del deseo, que él hace bien y no debe sentirse culpable.</b></p><p>D. Starnone. …La novela transcurre en un momento importante, en los años setenta del siglo XX, cuando la mayor culpa era la idea de no realizar nuestros deseos. Y Aldo cree en esta tesis. Por eso vive esa relación con otra mujer y crea un dolor indescriptible a su alrededor y a sus hijos. Para él seguir el deseo es una necesidad justa, pero la verdad es que esto puede generar dolor en otros.</p><p><b>W. Manrique. Entonces, ¿con quién cree que es la principal responsabilidad de la persona, consigo misma o con los demás?</b></p><p>D. Starnone. …Es un problema irresoluble… La síntesis de Freud es que la civilización es represión, que la civilización no es compatible con la realización de nuestros deseos si no es dentro de ciertos límites. Por lo tanto, el ser humano debe desear realizar sus propios deseos para conseguir placer, y si lo hace debe esperar luego un castigo. Esto convierte la vida en algo imposible. La literatura plantea múltiples soluciones a esto, si no fuera posible no habría nada que contar.</p><p><b>W. Manrique. ¿La responsabilidad de quedarse en la pareja puede ser, también, la fachada de una cobardía?</b></p><p>D. Starnone. A veces… Sí… No es caso de Aldo que obedece al impulso de su deseo más sincero y luego regresa, pero no por responsabilidad.</p><p><b>W. Manrique. Una vez amortiguado o acabado el sentimiento amoroso, en la novela parece que la mujer es más fuerte y decidida en situaciones como esta.</b></p><p>D. Starnone. …La mujer en estas situaciones es más determinante. Las mujeres dan un peso fuerte al amor, diferente de la importancia que le dan los hombres. Mientras, ellos asimilan amor y sexo y le dan la misma importancia y van consumiendo más sexo y así consumen más rápidamente el amor lo cual los hace más frágiles. En cambio, las mujeres al dar más importancia al amor viven el sexo con mayor intensidad y más en el tiempo.</p><p><b>W. Manrique. ¿Por qué esa diferencia?</b></p><p>D. Starnone. El sexo es igual para hombres y mujeres, pero adquiere más importancia cuando la mujer siente un fuerte sentimiento de amor hacia el hombre con quien tiene sexo. El hombre se confunde, no sabe si es un fuerte deseo sexual o es un sentimiento que lo atrae, que lo lleva hacia la persona. El hombre confunde sexo y amor porque no sabe diferenciarlo, mientras la mujer sí.</p><p>Detrás de todas estas palabras y escritura de Domenico Starnone están autores que lo han inspirado como Italo Calvino, de quien destaca la manera como estilizaba los personajes femeninos y masculinos. “Escritores que escarbaban en el alma”. Un Calvino que miraría extrañado la Italia que gira a la derecha, que parece no recordar su pasado no lejano.</p><p><b>W. Manrique. ¿Cómo ve la situación de Italia, cómo cree que influirá en la cultura de su país y europea este nuevo gobierno?</b></p><p>D. Starnone. …Todos los viejos partidos tienen enormes responsabilidades en lo que está pasando porque han hecho políticas que han empobrecido a la gente. La clase política ha pensado que el mundo se parecía a la clase a la cual ellos pertenecían y olvidaron a las demás clases. La consecuencia es que los olvidados de la última década se han ido a otras formaciones o han dejado de votar. El Movimiento 5 Estrellas, por el que no tengo simpatía especial, ha tenido la capacidad de unir y organizar a los olvidados. Los viejos partidos pensaron que 5 Estrellas era un partido peligroso para ellos y lo demonizaron. No se dieron cuenta de que existía otra organización política, Liga Norte que como tenía solo un 4 o 5% de votos la consideraban poco peligrosa, pero llegó un personaje como Matteo Salvini y captó el descontento de tal manera que pasó del 5 al 18% y luego al 29%. A diferencia del Movimiento 5 Estrellas, Salvini es la peor derecha de Italia, xenófoba y racista que tiene como modelo a Putin, Trump y Erdogan, lo peor de hoy en el mundo.</p><p>Ellos sienten un total desprecio hacia los intelectuales y la cultura en cuanto producto de lo intelectual. La situación italiana es preocupante porque lo que Salvini representa es la encarnación de un descontento popular que es siempre más amplio y que crece y se multiplica y se alimenta del miedo hacia el otro. Si no cambia la tendencia, la Liga cogerá buena parte del Movimiento 5 Estrellas y de Berlusconi, lo que da origen a un gobierno totalmente de derecha.</p><p><b>W. Manrique. ¿Ve a Europa en una sin salida?</b></p><p>D. Stanorne. Estamos en una Europa de la que sentimos poco o nada y que amplias masas la sienten como opresión, como una enemiga. Por otra parte este enemigo es extremadamente débil en algunos casos. Por ejemplo, no hay una unidad política, ni económica, ni militar. Pero amplias masas se sienten oprimidas por algo que es débil.</p><p>Otra cuestión alarmante es que este fenómeno italiano es un poco el resumen de la situación europea. Inglaterra se ha salido de Europa, en Austria y Alemania crecen fuerzas de partidos de derecha como Salvini. En Francia, Macron tiene graves problemas con los trabajadores y si se equivoca ahí está Marie Le Pen para tomar el gobierno. El riesgo es que la situación italiana se amplíe. Tenemos que confiar en que haya un cambio brusco de tendencia y darnos cuenta de que el camino que se está empezando a recorrer es muy peligroso.</p><p><b>W. Manrique. ¿Y el papel de los medios de comunicación?</b></p><p>D. Starnone. Los medios de comunicación debería actuar en esta línea de orientación y seriedad, pero es un problema de audiencia, del mercado, y la línea de mercado no es la cultural. Harán lo justo para tener espectáculo y audiencia.</p><p><br /></p><p><span style="font-size: x-large;">EN <a href="https://www.zendalibros.com/domenico-starnone-hay-contar-verdad-propia-experiencia/#:~:text=%E2%80%9CHay%20que%20contar%20la%20verdad,luego%20retratar%20a%20sus%20personajes.">ZENDALIBROS</a></span></p><p><span style="font-size: x-large;">Domenico Starnone: «Hay que contar la verdad de la propia experiencia»</span></p><p style="text-align: justify;">El sol cae a plomo sobre la calle Mayor en una de las últimas tardes de junio. En una pequeña y luminosa sala del majestuoso Instituto Italiano de Cultura de Madrid, Domenico Starnone aguarda en un pequeño sofá ubicado bajo un ventanal por el que la luz se derrama a raudales. Menudo, sereno y paciente, Starnone (Saviano, 1943) pasa desapercibido en las calles madrileñas, no en vano Ataduras es su primer libro traducido al español.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">No ocurre lo mismo en Italia. El napolitano que viviese las estrecheces de la posguerra en su infancia reside hoy en Roma consagrado como escritor, docente, guionista y periodista. Fue ganador del Premio Strega ya en el año 2001 por Via Gemito —máximo galardón literario en Italia—, al que seguirían el Premio Castiglioncello con Labilità, el Comisso por Spavento y el The Bridge por Ataduras. Además ha publicado otras obras como Prima esecuzione, Fares cene y Autobiografia erotica di Aristide Gambía y Scherzetto, sumando una veintena de libros publicados.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Soñó con ser escritor desde la adolescencia pero ejerció como maestro de escuela durante tres décadas, publicó su primer libro con casi 42 años, y ahora acumula a sus espaldas los galardones literarios más codiciados de Italia, traducciones a una veintena de idiomas —al inglés, sin ir más lejos, por la ganadora del Pulitzer Jhumpa Lahiri—, y ha escrito guiones, obras de teatro y artículos para Il Manifesto, L’Unità, La Repubblica o Il Corriere della Sera.</p><p style="text-align: justify;">Lumen publica ahora en español Ataduras con una brillante labor de traducción, una novela construida a partir de tres relatos que hilvanan la disección en canal de las interioridades de una pareja, de una familia, de un fracaso… desde todos los puntos de vista implicados. Algo de profesor queda en el hombre reflexivo y tranquilo en apariencia que se empeña en mostrar en sus libros aquello que no queremos ver o que intentamos ocultar. “Hay que contar la verdad de la propia experiencia”, afirma. Ello implica usar esas propias experiencias para dar forma y desgranar las historias. Historias donde el detalle lo es todo, así que él acumula detalles en su vida diaria como mecanismo para luego retratar a sus personajes.</p><p style="text-align: justify;">Es uno de esos extraños casos aclamados por igual por la crítica y el público. Ataduras ha sido adaptada por el propio Starnone al teatro, donde lleva unas 200 representaciones, al tiempo que se prepara su versión cinematográfica.</p><p style="text-align: justify;">Starnone habla de madurez. A sus 75 años se muestra satisfecho. A las menciones al largo recorrido que hay desde la pobreza de la posguerra en su Nápoles natal a su éxito actual se encoge de hombros. El hombre que declarase a la prensa italiana ser hijo de una costurera y de un hombre celoso y con mal genio que trabajaba para el ferrocarril hoy se confiesa apasionado de la vida. De la propia y de la de otros, precisa. En cuanto a su obra, asegura que los libros siempre abren puertas, dan ideas, son como escaleras que llevan al siguiente relato. No se puede escapar de la escritura.</p><p style="text-align: justify;">La forma de atarse los cordones de un niño, el nombre de un gato, una caja en lo alto de una estantería… son pequeños hilos que muestran las inmensas grietas de una familia rota. Escrita con maestría y condensada en pocas páginas, la novela versa sobre un matrimonio y sus crisis. Un argumento simple y cotidiano que narra con una habilidad literaria poco común y que retuerce las entrañas. No esperen ñoñerías. Starnone nos cuenta la vida misma con sus remordimientos, rencores, venganzas, egos, cobardías, egoísmos, dolores, fracasos y rabias sin ahorrarnos ni un solo detalle de las miserias del ser humano y su afición a los lazos, las jaulas, las ataduras o las obligaciones. Y a huir de ellos sin mirar atrás, sin prestar atención a las consecuencias, no importa cuán drásticas sean.</p><p style="text-align: justify;">Es un libro con múltiples niveles, igual que esos lazos o ataduras: sociales, emocionales, económicas y psicológicas. Una descripción afilada y cortante de algo que de amor sólo tenía el nombre. Desde el primer momento se espera la catástrofe en un infierno que somos nosotros mismos. Dos personas han cambiado, el mundo ha cambiado, y no son capaces de reconstruirse ni a sí mismos ni a sus roles. Él muta en cobarde, ella en cruel. Ambos son cómplices al perpetuar una mentira que vivirán sus hijos. Su narrativa alude a una esfera brutalmente íntima, donde todo impacta.</p><p style="text-align: justify;">Afirma el napolitano que estamos convencidos de que la vida es como en las películas, que los amores son eternos o las reconciliaciones perfectas, que si tienes un trauma vas al psicólogo y todo se cura. Su libro grita que nada se arregla y que el dolor, llegado el momento, desborda mutando en rabia descontrolada. Y es que más que sobre el abandono, Ataduras versa sobre la mentira de una falsa reconciliación. De una convivencia envenenada por una ruptura y unas grietas jamás soldadas. De una sensación de fracaso que se palpa en casa personaje magistralmente construido. De la incapacidad de perdonar y olvidar.</p><p style="text-align: justify;">Vanda y Almo, los protagonistas de la novela, se han casado jóvenes, en los 50, se han visto desgastados por la rutina, por la infidelidad que empujaban los vientos de libertad de los 70, y aún así permanecen juntos. Hay una esposa que no concibe el divorcio y una joven amante que busca su propia autonomía.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Si estamos dispuestos a sacrificarlo todo para huir de una trampa, de una jaula, en pos de la libertad, tal vez la pregunta correcta sea: ¿qué perdemos cuando volvemos sobre nuestros pasos? ¿Es posible volver atrás después de una transgresión tan brutal? ¿Qué precio habremos de pagar, y haremos pagar a otros? La novela está estructurada en tres partes, tres voces, tres puntos de vista: las cartas que Vanda, la esposa abandonada, escribe a su marido, Aldo; el relato sobre Aldo y su vida actual ya jubilado con su esposa, su relación con su amante, Lidia, y sus motivaciones; y el tercero es el de los hijos del matrimonio. Así se construye el claustrofóbico y poliédrico mundo de esta pareja.</p><p style="text-align: justify;">Toda pareja es un enigma para quienes observan desde fuera. A veces, incluso para sí mismos. Ataduras también nos habla sobre eso, sobre los secretos inconfesables y las pulsiones que nos ciegan, que nos empujan y nos zarandean en la vida.</p><p style="text-align: justify;">—¿Somos así?</p><p style="text-align: justify;">—¿Así, como en el libro? Oh, sí. [risas]</p><p style="text-align: justify;">—Sorprende que una novela tan corta sea de una complejidad tan condensada, con unos personajes tan bien construidos, con tantas capas.</p><p style="text-align: justify;">—Gracias. Es el fruto de la vejez.</p><p style="text-align: justify;">—Sobre la vejez, llama la atención ese momento en el que Aldo mira los libros enrollados y no se reconoce.</p><p style="text-align: justify;">—El mundo cambia, y de la misma forma cambia nuestra mirada. La huella de cómo veíamos el mundo se conoce por los libros que leímos, por lo que nos gustaba de ellos y por lo que subrayábamos en ellos. Y luego, después de diez o quince años te preguntas por qué he subrayado esto, por qué me gustaba aquello…</p><p style="text-align: justify;">—Es un libro que abarca mucho tiempo, unos cincuenta años, y varias generaciones. Y lo que hay es mucho acumulado: rencores, pasiones, papeles, secretos… hasta que todo eso se desploma sobre la generación siguiente.</p><p style="text-align: justify;">—Sí. Lo has leído bien. Es eso lo que caracteriza a una vida. Piensa por ejemplo en una casa: lo que está en el centro de esta novela es un apartamento, un piso, que recoge todos los signos de una vida, colocados según un orden determinado. Los libros en las estanterías, objetos de fondo, álbumes de fotografías… y una caja en un estante.</p><p style="text-align: justify;">—La caja de Pandora.</p><p style="text-align: justify;">—Todo está en orden, y de repente un pequeño elemento introduce un desorden. Un desorden en el que también habita quien vive en ese piso.</p><p style="text-align: justify;">—Es una vida rota. Está el eterno tema clásico del abandono de una mujer, pero también el del regreso. ¿Por qué volver a lo que se dejó atrás, a esa jaula?</p><p style="text-align: justify;">—No hay desorden introducido por una traición, sino un falso orden producto de una falsa reconciliación. La complejidad de la narración ocurre porque hay muchas razones que ni siquiera Aldo y ni siquiera Vanda, la pareja protagonista, conocen. Es lo que ocurre en la vida. En las novelas hay explicaciones, pero en la vida no. Hacemos locuras sin explicación. Te expongo las posibles razones de Aldo: se ha terminado el clima cultural y político que le daba fuerza, y se ha acabado la primera oleada de pasión que sentía hacia Lidia, al tiempo que teme que ella, más joven y abierta, lo abandone. Ha visto a una mujer por la calle, mal vestida y con dos niños y entonces se ha dicho: «Tendría que estar con ellos, con los míos, y no lo estoy». Entonces vuelve con sus hijos, y el punto de partida de todo esto fue un hecho banal, el hecho de parar a atarse los cordones de los zapatos por la calle. De repente, con este gesto tan cotidiano, ha sentido la paternidad y la necesidad de los hijos de tener un padre. En la novela lo hago volver con ellos y luego lo aplasto. Para Vanda es algo totalmente distinto. “Si vuelve es porque valgo más que la mujer por la que me dejó». Ponemos todos estos elementos juntos y sale una tragedia.</p><p style="text-align: justify;">"En las novelas hay explicaciones, pero en la vida no. Hacemos locuras sin explicación"</p><p style="text-align: justify;">—Es una tragedia, hiperrealista además, y muy intimista. Se está diseccionando el fracaso a través de una pareja. No hay perdón, no hay curiosidad, y son incapaces de construirse un nuevo rol. Ella se convierte en cruel y vengadora, y él… en un cobarde.</p><p style="text-align: justify;">—Sí. [risas]</p><p style="text-align: justify;">—Creo que nunca me habían dicho tanto que sí en una entrevista.</p><p style="text-align: justify;">—Sí. [risas] Es que has leído bien. En la realidad es lo que ocurre. En las novelas, las parejas reconducen su camino y todos viven felices. Es un tema común en su generación, pero esto no quiere decir que las reconciliaciones no sean posibles. Pero para que ocurran, no solo en una pareja, sino en la política o en la sociedad, es necesaria la fuerza del olvido. Si la humillación y el recuerdo de la mujer por la que he dejado a mi esposa sigue estando en una caja en casa, entonces se corre el riesgo de una falsa reconciliación. No existe un verdadero perdón.</p><p style="text-align: justify;">"Para que las reconciliaciones ocurran, no solo en una pareja, sino en la política o en la sociedad, es necesaria la fuerza del olvido"</p><p style="text-align: justify;">—Incluso en esto, parece que la importancia está en los pequeños detalles: la forma de atarse los cordones, la trampa que encierra el nombre del gato…</p><p style="text-align: justify;">—Por supuesto. En un relato los detalles lo son todo, son lo que declaran —o esconden— el sentido de la narración. Cuando el carabinero dice «el gato va a volver luego, ahora habrá ido a buscar novia», los hombres se ríen pero Vanda no.</p><p style="text-align: justify;">—Es una historia en la que no hay buenos ni malos, son personajes reales, llenos de grises, pero al final las víctimas de esa relación, como en la tragedia de Medea —mujer traicionada por antonomasia—, son los hijos.</p><p style="text-align: justify;">—Así es. Quien construye la historia tiene que querer a todos sus personajes y si no, se convierten en caricaturas, tanto los buenos como los malos. Los personajes más queridos de un relato, aunque todos lo sean, son los que sufren más. Aquí quienes más pagan con su sufrimiento son los hijos. Son los más amados, pero en este relato parecen los malos, porque parece que no quieren a sus padres.</p><p style="text-align: justify;">—La tercera parte, que es la de esos hijos, a mí me parece más de un dolor que estalla en furia en lugar de maldad.</p><p style="text-align: justify;">—A estos hijos los han amado como a subalternos, no como a niños, y por eso no han conseguido crecer. Es el dolor y la furia de criaturas bloqueadas, y por eso parecen los malos, pero simplemente son víctimas. Incapaces de crecer.</p><p style="text-align: justify;">—Incapaces también de sentirse queridos. De hecho, en toda la novela hay una atmósfera muy intensa y claustrofóbica.</p><p style="text-align: justify;">—Sí, porque la acción se estructura dentro de un apartamento y también dentro de compartimentos estanco, fijos. La parte de Aldo no necesita a las demás. La parte de los dos ancianos y el robo en su piso es autónoma también. Y para la parte de los hijos tampoco hace falta saber lo que ha ocurrido antes. Si no hubiera un lector que pone juntos los tres bloques, los tres apartados serían autosuficientes.</p><p style="text-align: justify;">—Juntos dan una visión mucho más poliédrica.</p><p style="text-align: justify;">—Además, en la estructura de la narración todo está cerrado ya, no hay posibilidad de comunicarse.</p><p style="text-align: justify;">—Igual que es imposible la comunicación entre ellos. He visto que la obra se ha adaptado ya al teatro y va camino del cine, y que además usted ha sido guionista. ¿Cómo suele llevar las adaptaciones de sus libros?</p><p style="text-align: justify;">—Se puede hacer una adaptación solo si piensas que estás utilizando la escritura de otra manera. La escritura teatral es más desnuda. Los diálogos de los personajes en teatro dicen las cosas de una manera más directa, sin los encubrimientos de una novela. Y en el cine todavía más. Lo que marca la diferencia, y es algo que hay que tener en cuenta, es que el libro original es mío, autónomo, me pertenece desde la primera palabra a la última, pero en el teatro y en el cine el texto se transforma en espectáculo, que es lo que importa de verdad al final. Por contra, quien escribe cuenta las cosas poco a poco.</p><p style="text-align: justify;">—¿Y el guionista también?</p><p style="text-align: justify;">—El guionista es el primero que se imagina la película, pero luego lo hacen otros y al final es quien menos pinta. En cine, el guionista tiene que hacer cuentas entre lo que él ha imaginado y lo que ve en la pantalla. Y lo que ve siempre es peor que lo que imagina.</p><p style="text-align: justify;">Domenico Starnone se expresa con fluidez y sin prisas. Y sin embargo, bajo la superficie tranquila del napolitano, se adivinan profundidades ocultas. Como en su novela. Aguda, profunda y emocionalmente brutal, no sabemos si nos ha llegado gracias al buen ojo de la editorial Lumen o a la polémica con cierto nombre de mujer que ha rodeado a uno de los mejores novelistas italianos vivos con afición por la metanarrativa: Elena Ferrante. Una sombra que persigue a Starnone y a su mujer, la traductora Anita Raja, desde hace una década. ¿Es él Elena Ferrante? ¿Es ella? ¿Ambos a cuatro manos? Mientras las ventas de la misteriosa autora crecían el interés internacional lo hacía a la par. Il Corriere della Sera llegó a publicar un cuadro comparativo apostando porque la prosa de Starnone tenía un inmenso parecido con el de la escritora. En 2016 una investigación periodística trató de seguir las facturas de la editorial de Ferrante, afirmando que tras ella se escondía Anita Raja. Ellos no se han pronunciado. Starnone sigue ocupado con sus guiones, sus adaptaciones, sus libros y las giras promocionales. Raja continúa traduciendo.</p><p style="text-align: justify;">En cuanto a la similitud de las temáticas Starnone asegura que la deseperación femenina es un tema universal, pero que él prefiere centrarse en la del ser —no importa su sexo— que descubre que todo aquello en lo que creía no eran más que espejismos. Y sobre su tierra, Nápoles, asegura que siempre queda algo por decir. Lo mismo diría yo del autor. La aguja del reloj corre, lo esperan en la radio, y apenas tengo la sensación de haber rascado la superficie.</p><p style="text-align: justify;">—El suyo es un viaje muy largo desde la Nápoles de la posguerra hasta su éxito actual como profesor, periodista, guionista y escritor premiado.</p><p style="text-align: justify;">—Setenta y cinco años. Digamos que soy un apasionado de mi vida, y también de la de los demás.</p><p style="text-align: justify;">—¿Por qué cree que su obra ha tardado tanto en llegarnos a España?</p><p style="text-align: justify;">—No tengo ni idea. Quizá porque nunca he tenido un agente. Los escritores italianos están consiguiendo poco a poco que se les traduzca a otros idiomas, con mucho esfuerzo, muchísimo, y es algo de lo que estamos orgullosos.</p><p style="text-align: justify;">—Suele usted citar como referentes a Italo Calvino y a Franz Kafka. ¿Lo siguen siendo?</p><p style="text-align: justify;">—Son dos escritores diferentes, que leí en el mismo año, cuando tenía diecisiete, y que me enseñaron que se podían hacer grandes cosas. A Kafka lo estudié mucho hasta los treinta y cinco años o así y luego lo dejé, pero a Calvino he seguido estudiándolo toda la vida. Ahora he vuelto a leer a Kafka, y lo considero el autor más grande del siglo XX.</p><p style="text-align: justify;">—Volviendo a la novela, ¿qué estamos dispuestos a sacrificar para no sentirnos atrapados, y al mismo tiempo, por qué corremos de una jaula a otra para que nos den sensación de seguridad?</p><p style="text-align: justify;">—Dispuestos a sacrificar, todo. Mujer, hijos, todo. Y entonces descubrimos que tras abrir una jaula aparece otra, y así sucesivamente, hasta pensar que la libertad puede ser un fantasma, y que es mejor una jaulita con una serie de compromisos donde poder envejecer pacíficamente. Esta fue la primera decisión de Aldo, sacrificar todo, y la segunda volver a la jaula a envejecer pacíficamente. Lo que pasa es que pacífico no hay nada.</p><p style="text-align: justify;">—Lo que hay más bien es sadomasoquismo.</p><p style="text-align: justify;">—La vuelta de Aldo conlleva algo de masoquismo, sí, pero también ha sido sádico antes con su mujer. Vanda, que primero fue una víctima y luego es la que ejerce el sadismo hacia Aldo. Podemos decir que dentro de las jaulas el ejercicio es más difuso, es sadomasoquismo.</p><p style="text-align: justify;">—¿Hay parejas y familias que no sean disfuncionales?</p><p style="text-align: justify;">—Por supuesto que sí, pero no hay familias que funcionen sin una serie de compromisos.</p><p style="text-align: justify;">El amor de esta historia, de amor sólo tiene el nombre, comento. Y el autor me responde que todo amor tiene grietas que al principio no se ven, sobre todo porque «siempre se plantea una pregunta envenenada: ¿quién es el principal responsable de la felicidad, quien te ama o tú mismo?» Evoca a Freud y su teoría de que la civilización, y por tanto la familia, es represión. Que el ser humano debe intentar realizar sus deseos y esperar luego su castigo, como su protagonista. Afirma que «eso convertiría la vida en un infierno imposible, y que hay otras soluciones… si ambas partes se comprometen».</p><p style="text-align: justify;">Es el fantasma de la libertad versus una seguridad pactada con sus límites. Amor y dolor, deseo y castigo, cobardía y responsabilidad, realidad y apariencias, perdón o venganza… La historia y los personajes de Starnone se debaten en un mundo de dualidades. Y aún así el autor asegura que sí, que el amor existe, pero que es un sentimiento complejo que nos transforma, que nos hace fuertes. Descubrir que no nos amaban nos destruye. De nuevo las dos caras de la moneda.</p><p style="text-align: justify;">—¿Los personajes femeninos de esta historia son… más listas, más fuertes, más crueles? No sé si tiene algo que ver su rol tradicional como víctimas, pero cuando el dolor o la ira se las traga, borran totalmente a los personajes masculinos.</p><p style="text-align: justify;">—Es mi manera de pensar en las mujeres, pero no de ahora. De toda la vida, con los hombres de aburro y con las mujeres me lo paso bien. No es que intente escribirlas así, es que siempre las he visto así, más listas, más fuertes, las escribo como las veo.</p><p style="text-align: justify;">"Con los hombres de aburro y con las mujeres me lo paso bien. No es que intente escribirlas así, más listas, es que siempre las he visto así, las escribo como las veo"</p><p style="text-align: justify;">—Son también las más afectadas por los cambios sociales durante el libro.</p><p style="text-align: justify;">—Sobre todo Vanda. Cuando se abre el relato es una mujer de finales de los 50, que se casa, que tiene hijos, que no trabaja y que jamás piensa en el divorcio. El cambio en las mujeres, que a veces se atribuye desde el punto de vista teórico al feminismo, en la práctica ha ocurrido debido al trabajo remunerado fuera de casa.</p><p style="text-align: justify;">—Italia y España han ido a la par en eso. Mi madre, nacida en los 50, empezó a trabajar a los diecinueve y era una anomalía en su entorno. Lo que se esperaba de ella era lo que ha dicho usted: establécete, cásate, ten hijos, cuídalos… Esa generación de mujeres tuvo que mutar de piel varias veces.</p><p style="text-align: justify;">—Y lo que no se valora ni se cuenta lo suficiente es cómo ese cambio ha causado grandes sufrimientos a las mujeres. De todo esto se habla alegremente, como si fuera un proceso de libertad, de emancipación, pero las mujeres han tenido que destruir, principalmente dentro de sí mismas, una manera de ser mujer. Y cuando se destruye un modelo, la persona sufre, porque tiene que desgarrarse desde dentro. Y al revés, con la crisis económica, muchas mujeres acostumbradas a estar fuera, trabajando, ahora de repente se encuentran sin empleo y ya no pueden volver al viejo modelo anterior, porque ya no existe. La verdad es que hoy el feminismo debería ser mucho más fuerte. En literatura se está viendo algo, cierto cambio. A los hombres les avergüenza decir que leen novelas, es más difícil relatarnos. Mi personaje, Aldo, es negativo. Si el lector lo ama, se siente culpable.</p><p style="text-align: justify;">Disparo la cámara a contrarreloj mientras avisan al taxi que les llevará a la radio. En italiano veloz, Starnone se dispara. Posa en la escalera y ante el espejo mientras me habla de la situación política en Italia y la responsabilidad que tienen los viejos partidos por haber puesto en práctica políticas que han empobrecido a la gente. No muestra ninguna simpatía por el Movimiento 5 Estrellas pero asegura que han sido capaces de aglutinar y movilizar a esos olvidados. Nadie prestó atención a la Liga Norte. Asegura que Salvini es “lo peor de la derecha italiana, racista y xenófoba que se alimenta del miedo hacia el otro”. Lo peor del mundo. “El tipo de gente que desprecia la cultura y a los intelectuales”.</p><p style="text-align: justify;">Cuando consigo hacer entender mi respuesta, que no se trata de un caso aislado en una Europa que parece desintegrarse y en la que se votan Brexits mientras la derecha gana fuerza en muchos países, asiente y asegura que «en esta Europa no hay unidad». Y sin embargo, pese a su debilidad, amplias masas la perciben como un «enemigo opresor». “El camino que se está empezando a recorrer es muy peligroso”, sentencia.</p><p style="text-align: justify;">Ya en la puerta y mientras el taxi se hace esperar, repasamos el cambio del modelo periodístico y literario de los últimos años. “Hoy prima el espectáculo y el ganar lectores. El papel pierde terreno. El escritor y el intelectual desaparecen de la esfera política”. Luego está el tema de las editoriales, los libros, las cifras de ventas. “El público ya no se fía de los críticos y sus recomendaciones”, me traduce la asistente de dirección del Instituto Italiano. “Yo tampoco”, respondo ante las carcajadas de Domenico. Lo cual no quita que a veces comprendas por qué un ejemplar vende miles de libros y otras no consigas entenderlo, mientras historias maravillosas quedan sin publicar o sin traducir porque apenas venden unas decenas. Starnone asegura que en Italia es igual, “el mercado es el mercado”, añade nuestra traductora. “Sin embargo ese público exige, y merece, respeto. Porque al fin y al cabo está comprando esos libros por algo. Y ahora además todos quieren ser activos, comentar, reseñar, participar en las redes, ser autores, periodistas, fotógrafos…”, dice señalando mi cámara. “Ser protagonistas”</p><p style="text-align: justify;">Bajo el sol intenso de la tarde, hablando de la dificultad de los autores italianos para lograr traducciones, me menciona «un autor maravilloso, ya fallecido». El año pasado sólo vendió 80 ejemplares. “Me temo que pronto su obra desaparecerá de las librerías”. Al llegar a casa el nombre —que no apunté mientras despedía a autor, traductora y responsable de prensa de Lumen— ha volado de mi mente. Decidida a buscarlo, escribo a Blanca, de Lumen, pero el nombre que me llega suena distinto. Sospecho que esta noche no pegaré ojo intentando recordar a ese escritor que no conozco, “de prosa magistral”, que tal vez pronto desaparezca de las librerías. Puede parecer banal, pero Domenico diría que lo banal no existe, que no es más que “la superficie a la que nos hemos acostumbrado y que hay que rascar para ver lo increíble. No es más que un modo de no contar”.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">en <a href="https://elpais.com/cultura/2018/06/18/babelia/1529323384_034585.html" target="_blank">BABELIA</a></span></p><p style="text-align: justify;">ANDREA AGUILAR</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: xx-large;">Domenico Starnone: “Los hombres tenemos cada vez más dificultad para relatarnos”</span></p><p style="text-align: justify;">'Ataduras' reabre el enigma sobre la relación de este autor con la ficción de Elena Ferrante</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">La cita en Roma tiene lugar en una pastelería de barrio próxima a la plaza de Bolonia, a principios de mayo. Ese lugar sin rimbombancia ni historia, perfectamente corriente y anónimo, parece agrandar el misterio que rodea al escritor Domenico Starnone (Nápoles, 1943). Al fin y al cabo él sostiene que lo superfluo no existe: "Lo banal es la superficie a la que nos hemos acostumbrado, pero si uno rasca, aparecen cosas increíbles. Lo banal es un modo de no contar, de aparcar las cosas. El trabajo de un escritor es mostrar que lo obvio no lo es tanto". Los detalles importan en literatura y resulta difícil olvidar esto al entablar una conversación con Starnone, recién llegado de un viaje de promoción por EE UU con Jhumpa Lahiri, su traductora al inglés.</p><p style="text-align: justify;">Ganador del Premio Strega en 2001, Starnone se muestra discreto, reflexivo y paciente, como el buen maestro de escuela que fue durante 30 años. Sacó su primer libro a los 42 años y es autor de una veintena de novelas, además de guiones, obras de teatro y artículos. En su primera novela traducida al español, Ataduras, el detalle nimio son los cordones de un zapato de niño, los hilos que tiran hasta recomponer una familia rota. "En el mundo civilizado se tiende a pensar que hay recursos como el psicólogo para arreglar las cosas. Lo que dice este libro es que nada se arregla. El dolor es el dolor, y cuando no hay manera de contenerlo se reacciona con rabia".</p><p style="text-align: justify;">“Yo no soy Ferrante. Sería demasiado fácil ser ella por haber escrito 19 páginas en las que una mujer se lamenta”</p><p style="text-align: justify;">El misterio que ronda a Starnone tiene nombre de mujer y, transcurrida una hora de entrevista, él mismo lo pronuncia enfáticamente: “Yo no soy Elena Ferrante. Sería demasiado fácil ser ella por haber escrito 19 páginas en las que una mujer se lamenta”. Su afirmación trata de zanjar las comparaciones que la crítica italiana y anglosajona ha hecho entre la primera novela de Elena Ferrante, Los días del abandono, y Ataduras. La obra de Ferrante la protagoniza una mujer en la treintena abandonada por su marido y madre de dos hijos que narra su calvario; la de Starnone arranca con las nueve cartas que a lo largo de un par de años una madre de dos niños, también treintañera, le dirige al esposo que la ha dejado. “Es una historia sobre una falsa reconciliación con 19 páginas que hablan de la desesperación de una mujer. También habría podido copiar Medea. Este tema tiene una larga tradición que solo el gusto chismoso de la prensa reduce a su conexión con Los días del abandono”, insiste. En Ataduras Starnone ensambla otras dos voces en una poliédrica historia familiar. “Hay tres voces independientes, tres libros que podrían ser leídos por separado. El experimento ocurre en la cabeza del lector que, al leerlos todos, compone la historia”. ¿Es la desesperación femenina una gran veta? “Es un tema universal. Pero en mi libro la reacción de la esposa no creo que sea exclusivamente femenina, es la que tiene una persona que descubre que las cosas en las que ha creído, que son su vida se han esfumado. Es la misma que tendría un campesino a quien le quitan la tierra”.</p><p style="text-align: justify;">Lo cierto es que la sombra de Ferrante lleva persiguiendo a Starnone desde hace casi dos décadas. ¿Se escondía el napolitano detrás del seudónimo? ¿Era su segunda esposa, Anita Raja, traductora de la editorial que publica a Ferrante, quien firmaba esos libros? ¿Escribían a cuatro manos? El fenómeno en torno a la misteriosa autora de la tetralogía Dos amigas crecía internacionalmente y la intriga también. El apodo de Starnone era Nino, como el personaje de la saga de Ferrante (Nino Sarratore), y él también era hijo de un ferroviario. El Corriere della Sera llegó a publicar un cuadro comparativo para demostrar que la prosa de Starnone tenía un parecido algo más que razonable con la de la escritora. Una investigación periodística en 2016 trató de cerrar el caso: siguiendo las facturas de la editorial de Ferrante se afirmaba que Anita Raja, la esposa de Starnone, estaba tras el seudónimo. Estalló un debate sobre el derecho al anonimato. Ni Starnone ni Raja se pronunciaron.</p><p style="text-align: justify;">Aunque quiso ser escritor desde la adolescencia, Starnone aparcó la literatura y se dedicó a la enseñanza. Décadas después empezó a escribir en el periódico Il Manifesto, fundado por Rossana Rossanda y Luigi Pintor. Aquellas columnas de los setenta sobre la vida cotidiana en la escuela le empujaron de nuevo a la literatura, fueron el detalle banal que resultó ser trascendental en su vida. “Ahora no sé si soy un profesor o un escritor”, confiesa. La literatura ¿qué debe instruir? "Debe mostrar aquello que nos resistimos a ver, o que escondemos porque nos da miedo. Con la escuela todo el mundo dice lo malísima que es la enseñanza que se imparte hoy en comparación con la que ellos recibieron, no analizan honestamente su experiencia. Con la literatura se corre el riesgo de que pase lo mismo: la que no funciona enseña el mal y el bien en lugares donde es fácil verlo. Pero hay que contar la verdad de la propia experiencia, eso es lo único que tiene un escritor. Y esto no significa hacer autobiografía, sino usar la experiencia para trazar las historias".</p><p style="text-align: justify;">El escritor ¿debe imponer una distancia? “Como decía Flannery O’Connor, yo cuando escribo si mi personaje corre, corro; si ama, amo; y si se enfada, me enfado. La escritura es algo mimético, pero no es un trabajo de mero registro”, explica. “Un escritor es un mimo que acumula detalles. Poco a poco, esto se convierte en un hábito, y esos detalles en el momento oportuno sirven para retratar el modo de pensar de un personaje”. El novelista habla de casos “afortunados” de un único y maravilloso libro como los de Manzoni y Lampedusa, pero él siente que la literatura más que una larga escalera --como la que trepa su personaje Aldo en una escena de Ataduras— es un conjunto de estancias: “Un libro siempre queda parcialmente completo, porque abres una puerta que te lleva a otra cosa, otra posibilidad de relato. Por eso, si escribes, lo haces para toda la vida”.</p><p style="text-align: justify;">“Un escritor es un mimo que acumula detalles. Poco a poco esto se convierte en un hábito, y esos detalles en el momento oportuno servirán para retratar a un personaje”</p><p style="text-align: justify;">Starnone habla de la revolución en la enseñanza ocurrida a partir de 1968 y de cómo quedó a medio camino: “Mi generación quería mejorarla pero no encontramos el tiempo ni la forma de hacerlo. Lo mismo ocurre con el matrimonio de mi novela, el cambio queda bloqueado”. El arranque de Ataduras tiene como telón de fondo el feminismo de los setenta: la esposa que no concibe el divorcio, y la joven amante que tiene un fuerte sentido de sí misma. “Hoy el feminismo debería ser todavía más fuerte”, apunta Starnone, y señala un movimiento en el campo literario: “Las cosas están cambiando muy rápidamente. A los hombres les da vergüenza decir que leen novelas, y tenemos cada vez mayor dificultad para relatarnos. El personaje de Aldo, en mi novela, es negativo. No puede ser amado por los lectores, si lo hacemos, somos culpables”. Ataduras ha sido adaptada por el propio Starnone al teatro y lleva cerca de 200 representaciones, también está en preparación una versión cinematográfica. “Se dice que mi libro es sobre el abandono, pero es sobre la falsa reconciliación fundada en la mentira. La esposa lo acepta de vuelta para tomar represalias, no porque le necesite. Él vuelve porque se siente débil, pero no cesa en la traición. Los dos son totalmente culpables. Cuando una familia se rompe es como si se rompiera la idea misma de convivencia".</p><p style="text-align: justify;">¿Qué dificultad tiene crear una voz femenina creíble? “Ninguna. Si tienes capacidad, escribes voces de hombres, mujeres, niños, ancianos. Escritores de todos los tiempos han creado voces femeninas creíbles. Eurípides ya lo hizo. Un escritor hábil cuenta todo, no solo su punto de vista. El problema es cómo los lectores oímos esas voces”. Las suyas tienen un tono por momentos desgarrado, ¿típicamente napolitano? Starnone al responder se refiere a las culturas que en esa ciudad se han solapado desde hace siglos. “La napolitana es una mujer apasionada y en muchos aspectos más liberada que la media, más explícita en su discurso, que muestra sus sentimientos y dramatiza. En Nápoles hay un tipo de teatro particular, la sceneggiata, y es ese mostrar sin filtro, algo característico del sur”. Su ciudad, sostiene, es un lugar complejo que no puede encajar en un estereotipo: “Sobre Nápoles siempre hay algo más que decir”. Sobre Starnone cabe pensar que también. Como en esas cuevas habitadas, los bassi napolitanos, en este autor se adivina una historia subterránea, un enigma tan real como literario.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">En <a href="https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/20180720/ataduras/323969160_0.html" target="_blank">EL ESPAÑOL</a></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Ataduras</span></p><p style="text-align: justify;">Rachel Donadio</p><p style="text-align: justify;">Ataduras no es solo la novela más delgada, más sutil y más poderosa en el plano emocional de Domenico Starnone (Nápoles, 1943) -el menos conocido de los principales novelistas de Italia en el resto del mundo, un postmodernista consciente de sí mismo al estilo de Italo Calvino, con una tendencia para las bromas literarias y las metanarrativas-, sino que es también un texto clave en el candente misterio literario de qué novelista está tras el seudónimo de Elena Ferrante. Se da la circunstancia de que Starnone está casado con Anita Raja, la traductora literaria que fue identificada como Ferrante en un reportaje del periodista de investigación italiano Claudio Gatti, quien desató la furia entre muchos de los admiradores de la autora, que no querían saberlo. Gatti basó su trabajo en registros financieros, en concreto un aumento en los pagos a Raja de la empresa matriz de Europa Editions, la editorial de Ferrante que ha publicado Ataduras. Pero en literatura, a diferencia del periodismo de investigación, contar algo es más importante que la moraleja. Ataduras responde a la novela de Ferrante de 2002, Los días del abandono -el segundo libro publicado con el nombre de Elena Ferrante, tras El amor molesto 10 años antes- y la vuelve del revés. Los libros comparten la misma trama universal: un hombre deja a su mujer e hijos y se va con una mujer más joven. Pero los dos autores dan diferentes direcciones a la historia y tienen estilos de prosa diferentes. Ataduras es, en algunos aspectos, una secuela de Los días del abandono, y en otros, una pieza más del puzle u otra voz en una conversación más dilatada. Los días del abandono está narrada desde la perspectiva de Olga, una mujer cuyo marido, Mario, acaba de dejarla a ella y a su hijo e hija pequeños por otra mujer. La historia se desarrolla a base de pinceladas psicológicas a menudo tediosas, a medida que Olga se desmorona y después se recompone. Tenemos poco acceso a la vida interior de Mario. Ataduras pasa los mismos elementos de la trama por un caleidoscopio, contando la historia desde tres perspectivas diferentes: primero la de la mujer, Vanda, después la del marido, Aldo, y, finalmente, la de sus hijos ya adultos, saltando hacia delante y hacia atrás en el tiempo por un arco de varias décadas. “Por si se te ha olvidado, muy señor mío, ya te lo recuerdo yo: soy tu mujer”, empieza la novela. Estas son las palabras de Vanda, escribiéndole a Aldo, quien la ha dejado después de 12 años de matrimonio para mudarse con Lidia. “Nos ves como un obstáculo para tu felicidad, una trampa que reprime tus ansias de placer”, escribe. Estamos en 1974 y de fondo está la política. “Te topaste con una joven respetable a la vuelta de la esquina y, en nombre de la liberación sexual y la disolución de la familia, te convertiste en su amante,” afirma Vanda. En el momento en que tiene lugar este enfrentamiento, Aldo solo le dice a Vanda que ha “estado con otra mujer”, no la verdad más dolorosa de que está profundamente enamorado de Lidia. Sabremos años más tarde que le falta el valor. Varios años después de su dramática ruptura, Aldo y Vanda vuelven a estar juntos, un proceso doloroso que requiere tiempo; su nuevo equilibrio exige que se oculten cosas uno al otro. Viven juntos durante décadas. Un día, regresan de unas vacaciones en la playa y encuentran su apartamento en Roma desvalijado. En medio del caos, el pasado irrumpe en el presente. Se cae una caja en la que Aldo había guardado fotos de Lidia y la carta de Vanda que abre la novela. Él rememora ese periodo difícil, el día en que le dijo a su mujer que se iba. “Traté de explicarle que no se trataba de traición, que la tenía en mucha estima, que la verdadera traición era traicionar el propio instinto, las propias necesidades, el propio cuerpo, a uno mismo”, rememora Aldo, pero Vanda, rabiosa, no quería saber nada.</p><p style="text-align: justify;">No consigo pensar en dos novelistas cuyos libros conversen de forma tan inteligente y cómplice como los de Starnone y Ferrante</p><p style="text-align: justify;">Los niños crecen. Nos enteramos de cómo la separación de sus padres ha forjado sus “yo” adultos. Pero, en Ataduras, nadie tiene la última palabra. Todas las diferentes verdades se presentan ante nosotros, cada uno recibe lo que se merece y cada personaje queda plenamente plasmado, con la empatía y la perspicacia de una novelista con talento. La prosa de Starnone es sumamente competente sin llamar la atención sobre sí misma. En esta novela, a diferencia de otras suyas, la inteligencia no obstruye el impacto emocional. No por casualidad, Aldo y Vanda son ambos de Nápoles. Al igual que Aldo, Starnone también fue un profesor de instituto que con el tiempo alcanzó el éxito como escritor para la televisión italiana. En entrevistas con la prensa italiana, Starnone ha contado que su madre era costurera y su padre un hombre hosco y celoso que trabajaba en el ferrocarril. Estos son también los antecedentes del narrador de su novela Via Gemito, con la que ganó el prestigioso premio Strega. Si esta biografía parece familiar, es porque repite el parentesco que reivindica Elena Ferrante en La Frantumaglia: un viaje por la escritura, una recopilación de entrevistas. Por otro lado, en otro punto de La Frantumaglia, Ferrante cita a Calvino, quien dijo una vez: “No doy datos biográficos, o doy unos falsos, o bien trato siempre de cambiarlos de una ocasión a la siguiente”. Ataduras es la única novela reciente de Starnone que no se convierte en metaficción. En vez de historias dentro de historias, tenemos “una serie de cajas chinas”. El título italiano es Lacci, literalmente “lazos”, y hay una escena clave en la que Aldo le enseña a su hija a atarse los cordones de los zapatos. Pero la palabra también significa lazos que atan, un significado que evoca el deseo de Aldo de liberarse de sus ataduras conyugales y después volver a dejarse aprisionar por ellas. Toda pareja es un enigma para quien los ve desde fuera y a menudo incluso para sí misma. Ataduras también trata de esto, de los misterios tácitos que nos atan, que nos alejan unos de otros y nos reúnen. Quizá no sepamos nunca qué habas se cuecen en la cocina de Starnone y Raja. Pero no consigo pensar en dos novelistas, de los que escriben actualmente, cuyos libros conversen de forma tan inteligente y cómplice como los de Starnone y Ferrante. Tal vez no haya aquí una prueba irrefutable, pero, por fortuna para nosotros, hay muchas cajas chinas</p><p><span style="font-size: x-large;">En <a href="https://elpaxaruverde.blogspot.com/2019/06/ataduras-domenico-starnorne.html" target="_blank">ELPAXARUVERDE</a></span></p><p>ATADURAS - DOMENICO STARNORNE</p><p>«La casa así destrozada era como un estímulo para lanzarlo todo por los aires todavía más».</p><p>Destrozado. Así se encuentran su piso Aldo y Vanda cuando regresan de una semana de vacaciones. La primera palabra que se me ocurre para describir su estado, sin embargo, es desvalijado. Pero no, desvalijar implica un vacío, un despojamiento, y en esa casa hay desorden, hay destrozo pero, a excepción del gato de nombre Labes, al que Vanda adora, no parece haber desaparecido nada más.</p><p>Labes es un vocablo latino que significa ««caída», «derrumbamiento», «hundimiento», «ruina»». Eso Vanda no lo sabe; solo lo conoce Aldo, quien le puso el nombre al minino hace años. Porque sí, cualquier mínimo estímulo es suficiente para lanzar por los aires lo que ya había saltado tiempo atrás, lo que después se recogió y se intentó recomponer. Así que sí, tal vez lo del desvalijamiento no sea una idea tan errónea por mi parte; tal vez todos los enseres que ahora no son más que un magma de caos tuviesen antes por función tapar y enterrar el gran vacío que se revela ahora como un mar de escombros.</p><p>«Se han ocultado el uno del otro, no sin antes dejar caer la amenaza de descubrirse en cualquier momento».</p><p>Aldo y Vanda son un matrimonio de septuagenarios. Llevan juntos más de cincuenta años. Qué bonito, exclamaréis algunos; qué condena, pensaréis otros. Esta novela podría haber comenzado con ese regreso de vacaciones con el que yo he comenzado esta entrada. También podría haberlo hecho con los momentos inminentes a la partida, tan significativos entonces y tan reveladores después para Aldo. Comienza sin embargo en un punto temporal muy anterior, con la primera de las cartas que Vanda le escribiera a su marido cuando este la abandonó por una mujer más joven, cuando Aldo se enamoró de otra mujer.</p><p>Aldo se gusta más a sí mismo al lado de esa mujer. Es como si se hubiera ido diluyendo en la rutina del matrimonio y los hijos y ya no se reconociera a sí mismo. Se casó con Vanda en unos años en los que los papeles de hombres y mujeres estaban bien delimitados y sigue viviendo en un país, Italia, en el que la tradición pesa y mucho.</p><p>Vanda no asimila el abandono. Con todo lo que ha sacrificado por esa familia, por su matrimonio y la casa, no concibe el abismo al que se siente lanzada. No son celos lo que siente; es despecho. No es dolor por pensar que el amor que su marido sentía por ella lo ha trasladado a otra persona; es la escisión de sentir que ha hipotecado su vida y se ha quedado arruinada y fracasada.</p><p>«A la menor oportunidad -me decía- podría tener un amor: es como la lluvia, una gota choca al azar contra otra gota, se forma un regato. Bastaría con insistir en la intriga inicial, y la curiosidad se convertiría en atracción, la atracción crecería hasta llevar al sexo, el sexo impondría la repetición, la repetición crearía una necesidad y una costumbre. Pero creía que debía amarte para siempre solo a ti, así que miraba para otro lado, me ocupaba de los caprichos de los niños. Qué tontería. Suponiendo que alguna vez te haya querido -y hoy no estoy segura: el amor es un contenedor en el que metemos de todo-, la cosa duró poco».</p><p>Vanda, además, considera el abandono de Aldo extensible a sus hijos y juega esta carta injustamente para uno y otros, pero tiene también su punto de razón al considerar a Aldo un padre negligente.</p><p>«A los hijos siempre acabas haciéndoles daño, por lo tanto, debes esperar que te lo devuelvan con creces».</p><p>Aldo pertenece a esa generación de padres presentes a la vez que ausentes, que delegaban en las madres la educación y el cuidado de los hijos y que, por tanto, cuando tenían que ejercer como único progenitor se sentían perdidos. Sin embargo, no es capaz de cortar el lazo, de abandonar a sus hijos completamente. Como dirá su hija años después: «Su verdadero error fue no conseguir rechazarnos hasta el fondo. Su error fue que una vez que has actuado para herir profundamente, para matar o marcar para siempre a otros seres humanos, no debes retroceder, debes asumir la responsabilidad del crimen hasta el fondo, un crimen que no se comete a medias».</p><p>Aldo no consigue borrar las huellas del crimen, así que vuelve al lugar del mismo para intentar resucitar el cadáver de lo que ha matado. Años después, cuando intente poner orden en el desbaratado salón de su casa ultrajada, abrirá libros leídos tiempo atrás y se sorprenderá al releer frases que un día subrayó y que hoy no le dicen nada, como si fuera incapaz de reconocer en ellas al hombre que un día fue. Su identidad de antaño es tan irrecuperable como lo son los primeros años de su matrimonio.</p><p>«¿Qué les pasa a las frases hermosas que nos entran en la cabeza, cómo nos conmueven, cómo se vuelven carentes de sentido o irreconocibles o incómodas o ridículas?»</p><p>Domenico Starnone es un escritor reconocido en Italia. Con Ataduras ha tenido la primera (y espero que no la última) oportunidad de ser conocido en España. Con ella nos encierra en ese piso de Roma y también en la mente de sus habitantes. Reconozco que las partes, sin desmerecer a las otras, en las que el autor italiano da voz a Aldo, son las que más me han gustado y en mi opinión alcanzan cotas de ejercicio literario soberbio y magistral. «A mi edad es fácil transformar una sospecha en hipótesis fundada, una hipótesis fundada en certeza absoluta, una certeza absoluta en obsesión», nos confiesa el septuagenario que solo aspira ya a «protege[r] los días, los meses, los años que [l]e quedan». Su obsesión juega al thriller psicológico y su brillante análisis de lo que ha sido su vida familiar deshilvana un sutil terror doméstico.</p><p>«-Cuánta violencia hay por ahí.</p><p>-Siempre la ha habido.</p><p>-Pero nunca había llegado a nuestra casa.</p><p>-¿Te parece?»</p><p>Cuando Aldo vuelve a la casa que abandonó, que no es el piso de Roma, pues en esta novela hay dos casas al igual que hay un antes y un después, sella con su regreso las ataduras que regirán el nuevo orden familiar. Unas ataduras que, imperceptiblemente, irán apretando más y más a medida que pasan los años. Unas ataduras que solo se pueden soltar a riesgo de que los fragmentos que mantienen pegados se desmoronen dejando expuestas las ruinas de unas vidas desvalijadas.</p><p>«Esta historia del lazo nos implicó a todos».</p><p><br /></p><p><span style="font-size: x-large;">En <a href="https://www.publico.es/culturas/estreno-pelicula-lazos-domenico-starnone-me-interesa-escasa-coherencia-personalidad-masculina.html" target="_blank">Público</a></span></p><p>Domenico Starnone: "Me interesa la escasa coherencia de la personalidad masculina"</p><p>El escritor napolitano firma el guion de 'Lazos', adaptación al cine de su novela 'Ataduras', retrato de una convivencia tóxica, de la "incertidumbre" masculina y de las consecuencias de las falsas reconciliaciones en los hijos.</p><p> MADRID18/09/2021 08:25BEGOÑA PIÑA@BEGONAPINA</p><p>"Esta es la historia de dos personas que están juntas, pero sin querer estarlo". Así describe Domenico Starnone su novela Ataduras una disección de la relación de pareja y de sus grietas, de las profundas heridas que existen en la familia, y un retrato del delirio de malgastar toda una vida a cambio del placer de hacerse daño unos a otros. Ahora, el autor, "el mejor escritor vivo de Italia" para algunos, ha escrito la adaptación de su libro para el cine.</p><p>Dirigida por Daniele Luchetti y con Luigi Lo Cascio y Alba Rohrwacher en los papeles principales, la película –título que inauguró en 2020 la Mostra de Venecia- presenta a Aldo y Vanda, en Nápoles a finales de los años 70 y en el momento en que están a punto de separarse. Tiempo después, él regresa a vivir con su mujer y sus hijos. Estos llevarán para siempre sobre sus hombros el resentimiento inagotable que han visto siempre en sus padres y que, desgraciadamente, les ha mantenido unidos.</p><p>Convivencia tóxica, falsas reconciliaciones, desigualdad y discriminación hacia la mujer, deslealtades y venganzas se reproducen en este relato de pareja, desde el que Domenico Starnone aboga por nuevos modelos de familia y de parejas que destierren el odio y el resentimiento. El escritor habló desde su casa de Nápoles con Público sobre la historia y la película.</p><p><b>Hay quienes describen 'Lazos' como la historia de un abandono, ¿pero no es más un relato de falsa reconciliación y de convivencia tóxica?</b></p><p>El relato empieza con la ruptura del matrimonio. Hay arrepentimiento por parte de Aldo, pero cuando éste vuelve a su casa, su mujer había ya encontrado el equilibrio, tenía un trabajo y estaba a punto de empezar otra vida. Pero a Aldo le falta el suelo debajo de los pies, su relación con Lidia, su amante por la que abandonó a su familia, seguirá adelante hasta el final de su vida. Él vuelve porque Vanda le dice que él necesita estar en su familia. Aldo vuelve, pero sin estar convencido. Son decisiones que se toman por los lazos que están ahí, lazos que no son siempre el amor. Tan pronto como se reajustan las cosas entre los dos, él empieza a engañar a la mujer otra vez. Es la historia de dos personas que están juntas, pero sin querer estarlo. Y de todo esto pagan los platos rotos los hijos, porque no consiguen quitarse de encima su presencia. Ellos mismos dicen que sus padres han entrado en su cabeza y lo han hecho todo al revés.</p><p><b>Es corriente en sus libros que aparezcan hombres desleales, ¿cree que lo son más que las mujeres o es que le interesan especialmente?</b></p><p>Soy hombre y, por tanto, describo la realidad masculina. No creo que los hombres sean más o menos desleales que las mujeres, pero sí que son más frágiles y tienen más fisuras y son menos constantes que las mujeres. Lo que me interesa es la escasa coherencia de la personalidad masculina, su incapacidad de tener juntas todas las piezas para no dañar a los demás. Las mujeres, en las relaciones hombres-mujer, pierden su aspecto compacto cuando se enfrentan a lo masculino, porque masculino es sinónimo de incertidumbre. A mis ojos, la relación de pareja está basada en encuentros y desencuentros, en modelos antiguos, y eso se tiene que ir modificando. En caso contrario esas relaciones están abocadas a la muerte. Hoy hay nuevas formas de parejas que se crean gracias a estas modificaciones.</p><p><b>La excusa de la reconciliación muchas veces son los hijos, como en esta historia, ¿las consecuencias para ellos son siempre nocivas?</b></p><p>El error grandísimo de Aldo y Vanda es volver a vivir juntos sin condiciones. El error es esa reconciliación, volver a intentarlo pero sin convicción y sin analizar su relación. Es mucho mejor que una pareja se separe y encuentra formas civilizadas de convivencia con los hijos. Los hijos rechazan la forma de vivir de sus padres. Ana no tiene pareja fija, aunque sí tiene relaciones con hombres y mujeres, pero todo esto fuera del esquema de sus padres. Mientras que Aldo, el hijo, tiene distintas mujeres y ha conseguido establecer un equilibrio. Pero su comportamiento no es el fruto de su decisión, es más bien la reacción a lo vivido por sus padres.</p><p><b>¿Es posible que los lazos de odio y rencor sean más fuertes que los del amor?</b></p><p>Si la relación está enferma, es como la de la historia, el odio y el rencor puede ser mucho más fuerte que el amor. Ahí lo que entra en juego es un enorme placer en estar juntos y atormentarse. Cuando una sociedad y sus instituciones están enfermas, el odio y rencor forman una especie de cemento en las relaciones.</p><p><b>En una sociedad más igualitaria, donde las mujeres sean independientes, ¿las relaciones son más sanas?</b></p><p>Cuando la historia empieza Vanda es el personaje más débil, Aldo se ha ido durante cuatro años en los que ella ha seguido un proceso de independencia y de autonomía, consigue un trabajo… Lo que genera el drama es la vuelta de él y la aceptación de la situación por parte de ella solo para cobrarse venganza. En una sociedad más igualitaria, con mujeres independientes, las relaciones serían mucho mejor, pero no basta con corregir algo en el mundo socioeconómico de una pareja si en el mundo exterior hay opresión, agresión, tormento y todo esto prevalece sobre el amor, el cariño y la solidaridad.</p><p><b>En sus historias siempre está la familia, pero ésta a veces es venenosa ¿por qué nos aferramos tanto a ella?</b></p><p>La familia es el primer núcleo, el entorno donde aprendemos a amar a los padres y a los hermanos, pero también donde aprendemos a odiar, es fundamental para nuestro crecimiento. Es el núcleo donde se constituye el afecto primario. Pero no es algo de los países mediterráneos, aunque las familias en nuestros países tienen una especificidad, eso es verdad. Pero, por ejemplo, en las películas americanas de catástrofes suele haber un personaje que dice que hace algo por su familia, que su familia es lo primero, antes que el Estado, y ante la llegada de un asteroide, corre a su casa a rescatar a su mujer y a sus hijos, y ellos no tienen lazos religiosos. Entonces, eso de la familia es lo primero de todo no es solo nuestro, es de todo el universo, de países católicos, protestantes… es algo que mantenemos obsesivamente.</p><p><b>Cuando ve su historia en la pantalla, con rostros y cuerpos para sus personajes, ¿cambia esa historia para usted?</b></p><p>Lo cambia absolutamente todo. Cuando se escribe, se vive. Imaginamos lo que escribimos, no imaginamos necesariamente cuerpos y rostros, es algo indeterminado. Primero en el teatro ya se va determinando un poco y en el cine se avanza un poco más. Así que sí, es un choque, lo cambia todo. Además, por ejemplo, en el libro son tres monólogos y en la película es un punto de vista más objetivo. El cine necesita más corporeidad.</p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-2689804456911072022-09-29T19:22:00.004+02:002022-09-29T19:22:52.266+02:00EL MIÉRCOLES 5 DE OCTUBRE A LAS 18.30H ESTAMOS CITADOS/AS PARA HABLAR DE "LÉXICO FAMILIAR" DE NATALIA GINZBURG<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnlbymM7zApkJyoQ4KDF1koh9ZZ6Oj1RGVOW3qvrirqbi7v2eEr_XbSpxcyyFHnmhKGMAadgT3VwGoxUiTDifMXGhozVA6TETQ2XBmi7qOtKOgJUPl1pBKf_TOpu61bNh7LhosbCM0DS92y0UQF193867wo7sogvYmup3qqPuLlNuwEkPq8px9LtvL/s500/L%C3%A9xico%20familiar.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="326" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnlbymM7zApkJyoQ4KDF1koh9ZZ6Oj1RGVOW3qvrirqbi7v2eEr_XbSpxcyyFHnmhKGMAadgT3VwGoxUiTDifMXGhozVA6TETQ2XBmi7qOtKOgJUPl1pBKf_TOpu61bNh7LhosbCM0DS92y0UQF193867wo7sogvYmup3qqPuLlNuwEkPq8px9LtvL/s320/L%C3%A9xico%20familiar.jpg" width="209" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEin1WJ_HkUoSqUcrdI2RLrxMDukDUJuo6xVoOhQ52r036bhL9BwzXm0m-K1V7bAGj4U99rD5mlSq4tLNXqq3vY79gsu_t_9wby0md8JU9m7iwu1yClE48k2DD-mLbtucAzwpSOXRrS5-JqilRERLgsp0UiS3_ceH1v0LzBxkqP7tjnj45kg9vUewhuo/s300/Natalia%20Ginzburg.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEin1WJ_HkUoSqUcrdI2RLrxMDukDUJuo6xVoOhQ52r036bhL9BwzXm0m-K1V7bAGj4U99rD5mlSq4tLNXqq3vY79gsu_t_9wby0md8JU9m7iwu1yClE48k2DD-mLbtucAzwpSOXRrS5-JqilRERLgsp0UiS3_ceH1v0LzBxkqP7tjnj45kg9vUewhuo/s1600/Natalia%20Ginzburg.jpg" width="300" /></a></div><br /><p>Empezamos el curso 22-23 de nuestro taller de lectura "Libros para entender el mundo". Nos vemos este miércoles con la primera... Un libro extraordinario: "Léxico familiar" de Natalia Ginzburg. </p><p>Adjunto algunas reseñas y entradas de blog que pueden iluminar la lectura. ¡Hasta el miércoles!</p><p><br /></p><p><br /></p><p>JAVIER APARICIO MAYDEU EN "LETRAS LIBRES"</p><p>En Léxico familiar (1963), su obra más admirable, leída hasta la saciedad en varios idiomas desde su aparición, se reúnen las razones de la narrativa entendida como catarsis y las pequeñas virtudes del narrador de raza que no necesita de alardes técnicos o laberínticas intrigas para ganarse a un lector que ella convierte párrafo a párrafo en su compañero de viaje, en su amigo invisible. La vasta cultura de Natalia Levi, de otro lado –nacida del entorno familiar, de su esposo Leone Ginzburg, incansable antifascista turinés, y de Cesare Pavese y sus amigos de la editorial Einaudi, en la que trabajó tantos años– no la condujo a la hojarasca retórica, sino al esmero de querer narrar acariciando los detalles y haciendo de su entorno cotidiano y de su universo emocional un lugar que el lector, sin saber muy bien cómo, hace suyo. Pertrechada con infinitas lecturas de Proust, heredadas de su mamá, que le dieron el tono intimista y los mecanismos de la memoria afectiva, Ginzburg relata aquí su infancia envuelta en la vida cotidiana de una familia judía y antifascista en los tiempos revueltos de Mussolini y la tiranía nazi en que la ideología pudo con la vida humana. Luminosa en algunas páginas llenas de griterío y de color, esa infancia se oscurece en otras por la rigidez con la que Beppo Levi, su padre agridulce, ateo y librepensador, conduce su educación y la de sus hermanos. Y llegado el momento de los sombríos episodios del destierro a los Abruzzos con Leone y sus niños pequeños, la muerte del marido en la cárcel de Roma o el suicidio de su amigo Pavese (“Había hablado durante años de suicidarse. Jamás le creyó nadie. Cuando los alemanes invadieron Francia y venía a vernos a Leone y a mí comiendo cerezas, ya hablaba de ello”) la obra podría adquirir unos tintes melodramáticos que Ginzburg evita siempre desde la contención narrativa. Léxico familiar teje con palabras un tapiz sentimental que en ocasiones avanza parsimonioso porque conviene elegir adecuadamente la palabra que mejor convenga en cada encrucijada del recuerdo. Se diría que las palabras de Ginzburg saben que están ahí, en las líneas de la página, cumpliendo a rajatabla con su papel trascendente y testimonial. En las palabras que un día se escucharon o se pronunciaron, como en las imágenes o en los olores, se agazapa nuestro pasado, y ellas parecen determinar el paso del tiempo y nuestra propia identidad. Así, en “Las relaciones humanas”, uno de los ensayos recogidos en su célebre Las pequeñas virtudes (1962), que habría que entender como un texto a todas luces precursor de su novela Léxico familiar, la autora de Nuestros ayeres (1952) escribe que “entramos en la adolescencia cuando las palabras que se intercambian los adultos entre sí nos resultan inteligibles”. El tejido verbal de las palabras sustenta el tejido social de las relaciones personales (“en el centro de nuestra vida está el problema de nuestras relaciones humanas”, señala en su ensayito de Las pequeñas virtudes), y es en la infancia cuando se aprende esta lección que Ginzburg ilustra en Léxico familiar, un ejercicio narrativo de autobiografía que su autora, sabedora de las traiciones de la memoria y de aquella máxima que Gabo no se cansa de repetir –a saber, que la vida no es como la vivimos sino como la recordamos, y el recuerdo bebe del mismo venero que la imaginación– arrima a la ficción subrayando que “sólo he escrito lo que recordaba. Por eso, quien intente leerlo como si fuera una crónica, encontrará grandes lagunas. Y es que este libro, aunque haya sido extraído de la realidad, debe leerse como se lee una novela”. Las anécdotas y vicisitudes aquí narradas de sus hermanos, de los Balbo, de las charlas en el Café Platti de Turín, frente a Einaudi, de su amiga Lisetta (que “no había cambiado demasiado desde la época en que montábamos en bicicleta y me contaba las novelas de Salgari”), de sus hermanos Gino o Mario con trajes nuevos del sastre Maccheroni, de su tío Silvio musicando poemas de Verlaine, se dan la mano con las de Madame Verdurin, Odette o monsieur Swann. Ginzburg, esa voz atormentada y sutil que atesora buena parte de la grandeza narrativa de la literatura italiana contemporánea, aprendió de sus inicios neorrealistas y se convirtió en una retratista excepcional que fotografía con palabras con tal precisión que llegamos a pensar que formamos parte de la imagen que leemos, y que también nosotros recordamos haber visto cómo “a medianoche, Pavese cogía su bufanda del perchero, se la echaba rápidamente al cuello y cogía el abrigo. Se iba por la avenida Francia, alto, pálido, con las solapas levantadas, la pipa apagada entre sus dientes blancos, su paso largo y su huraña espalda”. Léxico familiar, novela de poderoso magnetismo, resulta una amalgama de fraseos simples, palabras justas, irónicas sutilezas y proustianas banalidades aparentes que en realidad recrean la psicología de todo un mundo, costumbrismo en el más alto sentido de la palabra, terrores personales que menguan cuando se narran, la música callada de un debate insinuado entre el valor de la acción y el valor de la palabra (estás páginas son también las memorias de una mujer de acción y de palabra) o una reflexión no confesada acerca de la soledad y del diálogo con uno mismo a través del acto de escribir.</p><p><br /></p><p>Más allá de su posición central en la cultura italiana de la segunda mitad del XX, leyendo manuscritos de Calvino, Primo Levi o Elsa Morante, coetánea de Bassani y actriz en El Evangelio según San Mateo de Pasolini, no existe duda de que las musas del arte le concedieron el don de la palabra, que ella supo enseguida aplicar con esmero a la tarea de escribir para sentirse viva, en realidad para confesar que ha vivido, y confesárnoslo de la mano del discreto encanto de la autobiografía que siempre acompañó su obra, desgarradora, porque vivió un infierno, y a un tiempo entrañable, porque escogió contárnoslo con una afectividad redentora, con las palabras convertidas en un cielo protector. </p><p><br /></p><p>LARA SISCAR EN ZENDALIBROS</p><p>Natalia Ginzburg, léxico familiar o el respirar de las palabras</p><p>22 Jun 2016/LARA SISCAR / Natalia Ginzburg</p><p>32</p><p>Natalia Ginzburg</p><p>“¡La de veces que he oído contar esa historia!”.</p><p><br /></p><p>Así se cierra Léxico familiar. Natalia Ginzburg escogió de ese modo la mejor manera de terminar. Así enlaza con el inicio de la novela y también con lo que se intuye fuera de ella. Porque esta autobiografía es una novela. Lo dice ella: “Sólo he escrito lo que recordaba. Por eso, quien intente leerlo como si fuera una crónica encontrará grandes lagunas. Y es que este libro, aunque haya sido extraído de la realidad, debe leerse como se lee una novela”. Cuando Natalia Ginzburg se retrata en estas páginas no miente, aunque inventa.</p><p><br /></p><p>Nació en Italia en 1916 con apellido inequívocamente judío, Levi. Lo de Ginzburg le vino por su marido. En esta, que es su historia, Natalia apenas se mira directamente. Siente pudor por prestarse atención, se avergüenza al concederse un lugar preferente. Como la gente sensata. Como quien tiene la vida con todo su contexto siempre en mente.</p><p><br /></p><p>Si hay fragmentos novelados en Léxico Familiar es imposible reconocerlos porque la autora respeta los nombres reales haciendo de sus personajes, personas. Con un lenguaje falsamente sencillo y exento de piruetas retrata el día a día de una familia instruida y de clase media en la Italia más despreciable del siglo XX. Natalia Ginzburg cuenta con un entorno altamente épico: el surgimiento, encumbramiento y derrumbe del fascismo. Y lo que conlleva una guerra. Y la resistencia. Y algunas sangrantes pérdidas.</p><p><br /></p><p>Es la historia del constante discurrir del día, de todos los días, aunque uno se desespere por intentar detener un momento la vida. Y eso hizo alguno de los que salen en esta novela-biografía, pararse la vida. Pararse en la vida. Vamos por partes.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>"En Léxico familiar se trata con el mismo estilo directo y la misma carencia de sentimentalismo las situaciones más dramáticas o las más cariñosas."</p><p>Natalia Ginzburg narra cómo era su existencia en una casa en la que nunca sobró el dinero pero jamás faltó una criada. Giuseppe Levi, profesor de Anatomía, reputado investigador en Histología y Biología y amante de la montaña intenta dirigir con mano dura una familia de cinco hijos, tres hombres y dos mujeres, y una esposa tendente al infantilismo capaz de sentir celos de las amigas de sus hijas. La autora retrata a su madre, Lidia Tanzi, como una señora vivaracha y dispuesta al disfrute, dulce e inasequible a la amargura. De lo escrito sobre sus actos también se trasluce, o al menos así puede entenderse, que la madre de Natalia Ginzburg fue una mujer educada para ser una dama, poco dada a cualquier actividad práctica y con un juicio más propenso a crear atmósferas ficticiamente amables que a encarar la realidad tal cual. Hubo una época, no tan lejana, en la que eso se consideraba encantador. No hay que olvidar que hablamos de principios del siglo XX. No es mi intención señalar a la mujer con excesiva dureza por resultar irritante. Que lo resulta. Pero esa no es la cuestión.</p><p><br /></p><p>La familia Levi-Tanzi promulgaba ideas socialistas y tanto el padre como los hermanos, Gino, Mario y Alberto, fueron detenidos y procesados durante el régimen fascista. En Léxico familiar se trata con el mismo estilo directo y la misma carencia de sentimentalismo las situaciones más dramáticas o las más cariñosas. Y de eso está hecha también esta obra. De las tragedias y de las anécdotas. De la cárcel y los chistes de sobremesa. De los recuerdos agarrados con las uñas a la mente de la autora.</p><p><br /></p><p>“¡La de veces que he oído contar esa historia!”.</p><p><br /></p><p>El espacio para la Natalia adulta es escaso. Se nota en sus recuerdos el apego por la infancia. O tal vez no sea apego. Es posible que se trate de nostalgia. Una nostalgia que pesa. En cuanto a la Natalia mayor, concede parte de su historia a la del primer marido con cuyo apellido firma, Leone Ginzburg. Un judío ruso, intelectual, profesor de literatura y antifascista practicante, a quien conoció a través de sus hermanos. A su padre no le acabó de gustar.</p><p><br /></p><p>“Pero es muy feo – dijo mi padre-. Ya se sabe, los judíos son todos feos.” “¿Y tú? – le preguntó mi madre -. ¿Tú no eres judío?” “De hecho yo también soy feo”, respondió mi padre.”</p><p><br /></p><p>Más allá de su escasa fotogenia, se ve que Ginzburg era un hombre callado y reflexivo. O eso se entiende de la siguiente afirmación, no falta de ironía: “Sabía escuchar a los demás con gran atención, incluso cuando estaba profundamente ensimismado pensando en sí mismo”.</p><p><br /></p><p>No hay nada sobre su enamoramiento, si es que se dio. Ni sobre cortejo alguno. Después de una breve descripción del origen, carácter e inquietudes de aquel hombre en apenas una página, dedica una frase a su historia juntos: “Leone y yo nos casamos y nos fuimos a vivir a la casa de la calle Pallamaglio”.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>"Natalia Ginzburg vivió años difíciles y supo retratarlos. También los aprovechó."</p><p>Ginzburg, políticamente activo, fue enviado al destierro por Mussolini y Natalia con él, desde 1940 hasta 1943. Cuando volvieron a Turín, al ruso se le detenía por precaución cada vez que acudía alguna autoridad política. En 1944 se trasladaron a Roma. Por fin creyó Natalia que podrían vivir felices. Eso dice. Aunque también sostiene que su marido dirigía un periódico clandestino. Lo detuvieron a los 20 días y murió torturado en la cárcel. Eran los tiempos de la ocupación alemana. Antes de todo eso les dio tiempo de tener tres hijos.</p><p><br /></p><p>Cuando esto ocurre, Natalia ya está ligada a la editorial Einaudi, donde además de Ginzburg se daban cita otros intelectuales igualmente disconformes con el régimen de Mussolini. Italo Calvino, Elio Vittorini o el que se convirtió en su gran amigo, Cesare Pavese, poeta, novelista, traductor y crítico. Uno de los mejores escritores italianos de su siglo.</p><p><br /></p><p>Tras el anuncio al lector de la muerte de su marido, ni una palabra sobre ella y sus sentimientos. Nada. No quería ser personaje principal de su historia. La pena se proyecta en el sufrimiento de Cesare Pavese. “Había sido su mejor amigo. Seguramente enumeraría aquella pérdida entre las cosas que lo desgarraban”. Un desgarro que se sumó a otros que ya llevaba de antes y a otros que le llegaron después. La cuestión es que todo junto empujó a Pavese al suicidio en 1950. “Había hablado durante años de suicidarse. Jamás le creyó nadie. Cuando los alemanes invadieron Francia y venía, comiendo cerezas, a vernos a Leone y a mí ya hablaba de ello.” Cesare Pavese se guardaba las cerezas en el bolsillo de la chaqueta.</p><p><br /></p><p>Lamenta Natalia que tras su muerte no queda rastro de la ironía, la sonrisa maligna que Pavese guardaba para sus amigos. Sólo para sus amigos, ya que “al amor y a la escritura se entregaba sin embargo con un estado de ánimo tan enfebrecido y tan calculado que nunca sabía reírse de ellos ni llegaba a ser él mismo por completo”.</p><p><br /></p><p>Léxico familiar, de Natalia GinznburgLas palabras dedicadas a Pavese en la última parte de Léxico familiar son también las más sentidas. Tal vez por cercanas. Tal vez por la contención mantenida cuando habla de ella y de su familia durante toda la escritura. Como una exhalación última después de mucho aguantar la respiración. Con este ejemplo de escaso sentimentalismo narra la desaparición de los padres de su cuñada durante la deportación sistemática de judíos a los que “habían apresado como a muchos desventurados que no habían creído en la persecución”. No creyeron necesario esconderse porque eran gente tranquila, como muchos otros. ¿Qué iban a hacerles? Los alemanes se llevaron “a la madre bajita, cándida, alegre y enferma del corazón; al padre alto, gordo y tranquilo.” Jamás volvieron a saber de ellos.</p><p><br /></p><p>Natalia Ginzburg vivió años difíciles y supo retratarlos. También los aprovechó. Se expandió en su obra y en sus amigos y, aunque tanto escribió sobre ella misma, se la puede ver haciendo de otra, de María de Betania en Los Evangelios según San Mateo de Pasolini, otro de sus acompañantes en la vida.</p><p><br /></p><p>Y así en una época en la que “todos creían ser poetas, y todos pensaban ser políticos”. Ella supo serlo en la medida justa en la que lo requirió la necesidad de desbordamiento. Pero insisto, lo justo. Un grito sostenido en el tiempo “después de tantos años en que pareció que el mundo había quedado enmudecido”.</p><p><br /></p><p>Y no parecía que el fascismo fuese a acabar pronto… apuntó Natalia.</p><p><br /></p><p>“¡La de veces que he oído contar esa historia!”</p><p><br /></p><p>EN EL BLOG <a href="http://elmomentoderaquel.blogspot.com/2017/01/lexico-familiar-natalia-ginzburg_16.html">ELMOMENTODERAQUEL</a></p><p>Lo que más me ha gustado: lo identificada que me he sentido con Natalia, con su fragilidad confesa, con su familia, con ese léxico familiar que me ha hecho reencontrarme con mi propio léxico familiar. Me gustan los libros que me llevan a conocerme mejor, a plantearme preguntas. En este caso me he preguntado: "¿cuál es el mío?"</p><p><br /></p><p>Lo que menos me ha gustado: ¿Tengo que decir una? Allá va: buscaba en este libro encontrar respuestas a la vida más sentimental de la Ginzburg. ¿Qué fue lo que le enamoró de su marido? ¿Cómo vivió su maternidad? ¿Cómo aprendió a convivir con el dolor, la decepción, la muerte? Ninguna de estas preguntas son contestadas de forma directa. No puedo culparla. Ella misma adelanta en su prólogo que “Ésta no es mi historia, sino (incluso con vacíos y lagunas) la de mi familia”.</p><p> «Somos cinco hermanos. Vivimos en distintas ciudades y algunos en el extranjero, pero no solemos escribirnos. Cuando nos vemos, podemos estar indiferentes o distraídos los unos de los otros, pero basta que uno de nosotros diga una palabra, una frase, una de aquellas antiguas frases que hemos oído y repetido infinidad de veces en nuestra infancia, nos basta con decir: «No hemos venido a Bérgamo a hacer campamento» o «¿A qué apesta el ácido sulfhídrico?», para volver a recuperar de pronto nuestra antigua relación y nuestra infancia y juventud, unidas indisolublemente a aquellas frases, a aquellas palabras». (Pág. 37)</p><p><br /></p><p>Normalmente, cuando quieres explicar de qué va un libro, comienzas por el principio: "Érase una vez una mujer nacida en el seno de una familia judía... bla, bla, bla". Sin embargo, con Léxico familiar hay que empezar por el final: «¡La de veces que he oído contar esa historia!» Esta frase que pronuncia el padre de Natalia Ginzburg, y con la que acaba el libro, resume su esencia pues la historia de Natalia podría ser nuestra historia con ese padre gruñón, esa madre siempre activa y esas palabras que vuelan por la casa de un lado a otro y que, a veces de forma inconsciente, se quedan grabadas formando nuestra identidad, nuestra memoria, nuestra historia, uniendo todo como el pegamento.</p><p><br /></p><p>Y es que de esto trata Léxico familiar, escrita en 1963, y que contituye una de las mejores novelas de Natalia Ginzburg, y también una de las más conocidas, de corte autobiográfico, que no histórico, como la propia autora aclara en el prólogo. Natalia Ginzburg en su día fue relegada a un segundo plano precisamente por lo mismo que la ha convertido en una de las escritoras italianas más importantes del S.XX: su relato de los microcosmos familiares. Natalia no cuenta grandes historias con enrevesados giros, espectaculares momentos o dramáticos desenlaces, no porque no los viviese, sino porque ella prefería observar la realidad con la lupa que aumenta los pequeños momentos del día a día, las cotidianidades tan necesarias como imprescindibles para entender un país o una vida. La Ginzburg nos abre la puerta de su casa haciéndonos sentir a veces incómodos ante tanta intimidad, como si a escondidas estuviésemos levantando el visillo de su ventana para observar a su familia o como si sigilosamente estuviésemos pegando la oreja al tabique de nuestro salón para escucharles gritar, discutir, reír y hablar, hablar y hablar.</p><p><br /></p><p>Pero Léxico familiar también es el testimonio imprescindible de un país: Italia; de una época: la llegada del fascismo de Mussolini y el estallido de la Segunda Guerra Mundial; y de un sector de la población: los judíos y los antifascistas. Natalia, nacida en el seno de una familia judía (su apellido de nacimiento, Levi, ya nos da una pista clara) de fuertes convicciones antifascistas, es la menor de cinco hermanos -en otra ocasión publicaré un post con su biografía, para los más curiosos-. Por su hogar, ya desde pequeña, ve entrar y salir continuamente a futuros políticos, activistas e ideólogos socialistas, comunistas y antifascistas; a algunos los refugiaron en su propia casa; muchos murieron o se exiliaron durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el libro, en la cuidada edición de Lumen, incluye una addenda de notas de la traductora con aclaraciones sobre la identidad de los personajes que van apareciendo.</p><p>«Paola no estudiaba, pero a mi padre no le preocupaba, pues era una chica. Él tenía la idea de que no pasaba nada porque las chicas no tuvieran ganas de estudiar, pues después se casaban.» (Pág. 84).</p><p><br /></p><p><br /></p><p>Giuseppe Levi</p><p>Natalia nos habla con un tono de ironía y de nostalgia de ese padre políticamente progresista pero socialmente conservador que preveía para sus hijas un único futuro, a saber, casarse y ser mantenidas económicamente. Sin embargo, Natalia consiguió lo que en esa época pocas mujeres lograban: contar con sus propios recursos gracias a su escritura. Giuseppe, conocido en el entorno familiar como Beppino, tenía un carácter despótico y temperamental con unos arrebatos que explotaban de repente por los motivos más nimios, convirtiendo la convivencia de esa casa en una “pesadilla” en palabras de la propia Natalia. Beppino les llamaba “palurdos”, “cataplasmas”, tronaba como Neptuno con su tridente: «¡No hagáis groserías!», «¡No hagáis mejunjes!», dando miedo a todo el mundo. Sin embargo, Natalia no nos transmite ese ambiente de terror en su relato sino que lo asume como una cualidad más de su padre que se equilibraba con otras muchas virtudes.</p><p> «Mi madre no había elegido ninguno de esos dos mundos (el científico al que pertenecía su marido y el cultural que adoraban sus hijos), pero vivía un poco en uno y un poco en el otro, y en ambos estaba con alegría, porque su curiosidad nunca rechazaba nada, se nutría de todo tipo de bebida o de alimento.» (Pág. 74)</p><p>Con un tono más dulce y tierno recuerda a su madre, esa mujer que discutía con todo el mundo pero que luego hacía como que no pasaba nada. Lidia era una mujer con muy poco contacto con sus emociones que, a diferencia de Beppino, que manifestaba su cariño a través de una exigencia y una dureza constantes, ella lo hacía a través de su ingenuidad: “Mi madre era muy inconstante e inestable en sus simpatías y relaciones: o veía todos los días a alguien o no quería verlo nunca”. Era una apasionada de las historias: recitaba, cantaba, componía poesías de un toque casi infantil pero culto y relataba anécdotas de todos sus conocidos. Lidia conserva la ingenuidad infantil, la visión curiosa del niño, que le hace parecer a veces poco inteligente pero muy práctica: “la tristeza se le pasaba pronto. Por la mañana se levantaba cantando e iba a encargar la compra” (Pág. 95). Preocuparse no entra en sus planes, no sabe sobrellevarlo, y por eso está constantemente haciendo cosas, aprendiendo, haciendo y deshaciendo, con esa hiperactividad tan propia de algunas madres.</p><p><br /></p><p><br /></p><p>Natalia, frente a toda esa familia gritona, comprometida, sociable, se muestra como una niña retraída centrada en sus libros (aunque era una pésima estudiante), en sus poesías y en sus novelas. Su madre siempre la mantuvo al margen de los conflictos familiares “Mi madre a mí no me contaba nada, porque me consideraba pequeña, y además decía que yo «le daba poco cordel»” (Pág. 105) con una actitud protectora incluso cuando Natalia ya estaba casada y tenía hijos. La distancia que todos en la familia mantenían respecto a ella por ser la más pequeña y la más reservada la aprovechó Natalia para convertirse en una meticulosa observadora, aguda y afilada, de cuanto sucedía a su alrededor. Tenía dos opciones: pasar de todo o analizarlo todo a fin de encontrar sus propias respuestas. Afortunadamente optó por esta segunda opción que, años después, la catapultaría al éxito como escritora.</p><p><br /></p><p>Uno de los pasajes que yo, personalmente, más esperaba con avidez era el momento en el que conoce a su primer marido, el judío antifascista Leone Ginzburg. ¿Cómo lo relataría? ¿Daría detalles como que fue lo que le enamoró de él? Sin duda si esperaba encontrar algún detalle morboso o sentimental me equivocaba de todas a todas, pues la Ginzburg, con un minimalismo innato, hace entrar al que fue su primer gran amor casi de puntillas.</p><p> «Un día mi padre lo vio (a Mario, uno de los hermanos de Natalia) en la avenida Re Umberto con uno al que conocía de vista, un tal Ginzburg. «¿Qué es lo que hará Mario con ese Ginzburg?», preguntaba a mi madre.» (Pág.115).</p><p><br /></p><p>Leone Ginzburg</p><p>Natalia no entra en detalles sobre cómo empezaron a hablar, se enamoraron o formalizaron su relación. Se limita a contarnos cómo su hermano Mario huye a Suiza evitando ser detenido por meter de contrabando propaganda antifascista y cómo en una posterior redada son detenidos su padre, sus hermanos Gino y Alberto y el propio Leone Ginzburg. Es especialmente emotiva esa imagen que la Ginzburg, a pesar de su frialdad en el relato y su tono cuasiperiodístico, nos crea al hacernos imaginar a su madre paseo arriba por la calle Re Umberto con los hatillos de comida y ropa en dirección a la cárcel y paseo abajo por la misma Re Umberto de regreso a casa con los hatillos vacíos de comida y ropa y el corazón lleno de incertidumbre y dolor.</p><p> “«Ginzburg es un hombre –dijo mi madre- cultísimo y muy inteligente, y hace unas bellísimas traducciones del ruso.» «Pero es muy feo –dijo mi padre-. Ya se sabe, los judíos son todos feos.» «¿Y tú? –le preguntó mi madre-. ¿Tú no eres judío?» «De hecho yo también soy feo», respondió mi padre.” (Pág. 115)</p><p>¿Acaso nos oculta Natalia la gran admiración que siente por Leone? No. Natalia, muy sutilmente, con esa discreción propia de su carácter, nos expresa el amor que siente por ese hombre. ¿Cómo? Haciendo uso de los puntos suspensivos, signo que apenas usa y que por ello nos llama la atención.</p><p><br /></p><p> «Leone... Su capacidad de escuchar era inmensa. Sabía escuchar a los demás con gran atención, incluso cuando estaba profundamente ensimismado pensando en sí mismo». (Pag. 153)</p><p> «Leone... Su verdadera pasión era la política. Sin embargo, además de esta vocación, fundamental para él, tenía otras pasiones: la poesía, la filología y la historia». (Pág. 155)</p><p><br /></p><p>Natalia y Leone.</p><p>Esos tres pequeños puntos contienen tantas cosas… Es un silencio parlanchín, hablador y evocador. Tres puntos que contienen amor y nostalgia; cariño y admiración; tristeza por no tenerle ya a su lado y alegría por haberle conocido. Nunca nadie había usado los puntos suspensivos con tanta magia. Leone introduce a Natalia en el fiel círculo que la acompañaría toda su vida, incluso tras su muerte: Pavese, Giulio Einaudi, Bobbio… Al salir de la cárcel contraen matrimonio, así de repente, pues en el relato no nos da más detalles. Y otra vez, como un jarro de agua fría en una noche helada:</p><p>«Leone había muerto un gélido febrero en el sector alemán de la cárcel de Regina Coeli, en Roma, durante la ocupación alemana». (Pág. 188)</p><p>Con la misma pulcritud, casi aspereza, con la Natalia nos anuncia la existencia de Leone, nos comunica su asesinato. Ni una lágrima en forma de palabra, aséptico como un telegrama. Las emociones que sintió por esa muerte no se atreve a enfrentarlas en el relato de forma directa sino que lo hace indirectamente a través de sus amigos, de la admiración que todos mostraban hacia él, de los retratos que colgaban de Leone en las paredes de sus despachos, o del mutismo que mantenían porque mencionar su nombre era desgarrador. Natalia nos habla a través del dolor de los demás e intenta, sin éxito, retener el suyo propio. </p><p><br /></p><p>Pero, ¿cómo consigue Natalia convertir su léxico familiar en algo reconocible por nosotros, los lectores? Primero nos cuenta algo característico de alguien, por ejemplo, que su padre “temía que nosotros «comiéramos de gorra» en casa de otros”; no le basta con contárnoslo sino que después pone al personaje hablando sobre ese temor: “«¡Has comido de gorra en casa de Frances! ¡No me gusta!»” y a continuación nos repite una y otra vez esa característica: “mi padre protestaba: «¡Antipático! ¡Pero bien que has comido de gorra!».” (Pág. 88) De esa manera, cuando páginas después volvemos a ver a su padre aleccionando de nuevo “«¡No debéis comer de gorra!» no podemos evitar sonreírnos porque ya formamos parte de esa familia, ya Natalia nos ha hecho miembros de ella.</p><p><br /></p><p>EN EL BLOG <a href="https://www.tiposinfames.com/libros/lexico-familiar/55019/">TIPOSINFAMES</a></p><p>El libro más fascinante de Natalia Ginzburg, por cuyas páginas autobiográficas se pasea en bata la historia de la Italia antifascista y donde brilla todo el talento de la autora. «Aunque esté basado en hechos reales, me gusta pensar que Léxico familiar va a leerse como una novela, pidiéndole a este libro todo lo que solemos pedir a la ficción.» Así se expresaba Natalia Ginzburg hablando de este magnífico texto que cuenta su infancia y su juventud, y donde aparecen los nombres reales de parientes y amigos, entre ellos Cesare Pavese y Elio Vittorini. Léxico familiar habla de los Levi, una familia judía y antifascista que vivió en Turín, en el norte de Italia, desde 1930 hasta 1950. Natalia era una de las hijas del profesor Levi y fue testigo privilegiado de los momentos íntimos de la familia, de ese parloteo entre padres y hermanos que se convierte en un idioma secreto. A través de este léxico tan peculiar vamos conociendo al padre y a la madre de Natalia, unas personas que inundan de vitalidad el libro; veremos también a los hermanos de la autora, a su primer esposo, a políticos de gran valía y a muchos de los intelectuales que animaban las tertulias en estas décadas tan importantes del siglo XX.</p><p><br /></p><p>La crítica ha dicho...</p><p><br /></p><p>«Ginzburg recrea los sentimientos y las relaciones, las simpatías y antipatías, los amores y odios de todas las familias, tan predecibles y caprichosos, pero también, una generación tras otra, la singularidad de los hijos.»</p><p>Italo Calvino</p><p><br /></p><p>«Llegué a Natalia Ginzburg vestida con los trapos sucios del desarraigo. Ella se reveló ante mí como una mujer que vivía en mi cabeza sin saberlo. Ella me enseñó a lavar mi propia ropa, llorando.»</p><p>Karina Sainz Borgo</p><p><br /></p><p>«Distante, divertida y melancólica. ¿De dónde viene su estilo? ¿Está conscientemente construido o inconscientemente ocultado? ¿Inventado o heredado? El sello de Ginzburg es inconfundible. [...] Ella nos dio un nuevo modelo para la voz femenina.»</p><p>Rachel Cusk</p><p><br /></p><p>«Su obra cumbre. Autobiografía de infancia y juventud, se lee como novela. Por sus páginas pasea en bata la historia de la Italia antifascista de la mano de los Levy, su propia familia. Anécdotas cotidianas se mezclan con precisas y profundas reflexiones, rescatando los secretos y sucesos que se esconden en la intimidad de los que la rodean.»</p><p>Miguel Polo, Gentleman</p><p><br /></p><p>«Léxico familiar son todas esas expresiones únicas que funcionan tanto como chistes privados como elementos de enorme capaz evocadora, capaces de volvernos niños en un momento sentados otra vez en el comedor familiar. Son las pequeñas historias que transcurren en la intimidad de la familia y que tanto significan para nosotros aunque las creamos olvidadas.»</p><p>Cuchitril Literario</p><p><br /></p><p>«Una de las escritoras más influyentes del siglo XX. La sencillez de su estilo y la claridad de su prosa siguen seduciendo.»</p><p>Aloma Rodríguez, Ahora</p><p><br /></p><p>«Natalia Ginzburg es una autora que hay que leer.»</p><p>Luis Soravilla</p><p><br /></p><p>«Un libro fascinante y autobiográfico, por las páginas del cual se pasea en bata la historia de la Italia antifascista. Con su discreción y su sutileza habituales, Ginzburg siempre consigue hablar de nosotros cuando parece que en realidad habla solo de sí misma. Una escritora imprescindible en nuestra era.»</p><p>Gentleman</p><p><br /></p><p>«No soy ella, pero aquí -en esta lectura, ante este libro-, por arte de literatura, me siento Natalia Ginzburg, quizá porque haya dicho algo de mí que yo no sospechaba, y espero que, al cerrar la última página de Léxico familiar, todos sus lectores nos reconozcamos en ella.»</p><p>Elena Medel</p><p><br /></p><p>«Hay algo de Beckett en la prosa de Ginzburg; de Chéjov, que ella admiraba profundamente; y de las últimas obras de Shakespeare, donde la tragedia suele ocurrir entre bambalinas. Una de las ironías de la vida es que lo que convierte en soportable la tragedia es lo mismo que la hace insoportable: que la vida continúa.»</p><p>Cynthia Zarin</p><p><br /></p><p>«La belleza cruda de la prosa de Ginzburg no nos deja apartar la mirada. Primero constatamos con emoción la calidad de su escritura y luego, inevitablemente, reconocemos el mundo que evoca, siempre con una claridad inquebrantable.»</p><p>Hilma Wolitzer</p><p><br /></p><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-41520396330233309702022-07-03T11:54:00.003+02:002022-07-03T11:54:54.130+02:00PROGRAMA DE LIBROS PARA EL TALLER DE LECTURA DEL CURSO 22-23<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhYhaYHtXXKWUM6IDIFXWMF59l7jko14n19o6VFxHSgP58x10zteSbTPavJ4icC6x1KTHeGa0JwBdhSE-fzxrJvSRpaUDDmUkjOPNiilUksN7ix4fDf0SMKtEFr_rSa4tgdZ5Nbm7kWkDuIYdoH2sKVNoSdJPW3cjmVGML89Kx4Bb4kSrC55SahIrnL" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="719" data-original-width="332" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhYhaYHtXXKWUM6IDIFXWMF59l7jko14n19o6VFxHSgP58x10zteSbTPavJ4icC6x1KTHeGa0JwBdhSE-fzxrJvSRpaUDDmUkjOPNiilUksN7ix4fDf0SMKtEFr_rSa4tgdZ5Nbm7kWkDuIYdoH2sKVNoSdJPW3cjmVGML89Kx4Bb4kSrC55SahIrnL=w296-h640" width="296" /></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhYhaYHtXXKWUM6IDIFXWMF59l7jko14n19o6VFxHSgP58x10zteSbTPavJ4icC6x1KTHeGa0JwBdhSE-fzxrJvSRpaUDDmUkjOPNiilUksN7ix4fDf0SMKtEFr_rSa4tgdZ5Nbm7kWkDuIYdoH2sKVNoSdJPW3cjmVGML89Kx4Bb4kSrC55SahIrnL" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjO7A6yEP56xr5rcAJFX9dzRDdW18vRzVNQvrXEiDuTRRnksmFU0hXOcR9TdIAPzZd5N5RGIO-83SwLJzj8sqXSlp2sGWj4987nNM0dWlL6-VyGWEvy_J-zEnEdvYIjjZOwVZJs0WOFD8pOoVkJshT9T-9oUnBMnCyaz6xDCigqhBlZA7pRQ96JJELy" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="551" data-original-width="695" height="507" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjO7A6yEP56xr5rcAJFX9dzRDdW18vRzVNQvrXEiDuTRRnksmFU0hXOcR9TdIAPzZd5N5RGIO-83SwLJzj8sqXSlp2sGWj4987nNM0dWlL6-VyGWEvy_J-zEnEdvYIjjZOwVZJs0WOFD8pOoVkJshT9T-9oUnBMnCyaz6xDCigqhBlZA7pRQ96JJELy=w640-h507" width="640" /></a></div><br /></div>Un abrazo para todas y todos y feliz verano. Nos vemos en octubre con el libro de Natalia Ginzburg ya leído. Descansad, disfrutad, vivid...<p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-75183914482974331992022-07-03T10:20:00.003+02:002022-07-03T10:20:26.492+02:00<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjudP6X5-E1eg7a3HFMkhE8AumskxLta3Y4gWVARB1hMiAnSAkbexnFITX04_0NvG6e91Pkur1eCHiMFnJoDnZG9IuGR3VYpFtydCKnXD3BsOaG8tH-7lxWvs9fZR4UbQ38GBJOBejUJuGFAiQR6dZdZuPv576mVJzoaMPRedibpbOC1BK_RemRAVdo/s991/WhatsApp%20Image%202022-06-30%20at%209.24.04%20PM%20(1).jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="559" data-original-width="991" height="361" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjudP6X5-E1eg7a3HFMkhE8AumskxLta3Y4gWVARB1hMiAnSAkbexnFITX04_0NvG6e91Pkur1eCHiMFnJoDnZG9IuGR3VYpFtydCKnXD3BsOaG8tH-7lxWvs9fZR4UbQ38GBJOBejUJuGFAiQR6dZdZuPv576mVJzoaMPRedibpbOC1BK_RemRAVdo/w640-h361/WhatsApp%20Image%202022-06-30%20at%209.24.04%20PM%20(1).jpeg" width="640" /></a></div><br /> Mañana lunes 4 de julio a las 9.30h en la Aljafería, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017<p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-53146967242414303452022-06-25T11:47:00.001+02:002022-06-25T11:47:08.849+02:00NOS VEMOS EL JUEVES 30 DE JUNIO A LAS 18:30H PARA HABLAR DE GIOVANNA RIVERO Y "TIERRA FRESCA DE SU TUMBA"<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkGPhQZ1fcPpuRrlPRSmRZOMU3WjwSoFr8hgg2ztT33byir3qIUSLSyhQf8-fpjunYQWW-qbis250_lbyI3HUCq62IfRnpE_wpoxsugIV5RgHjojgbhvZ4vmPjhmuS4yk3s0Goc02h4y9VB-bVdmgmiwd57IqV7UXbz47-zwk6l7DuGeQFawseOlLL/s1187/71+W3h8nptL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1187" data-original-width="800" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkGPhQZ1fcPpuRrlPRSmRZOMU3WjwSoFr8hgg2ztT33byir3qIUSLSyhQf8-fpjunYQWW-qbis250_lbyI3HUCq62IfRnpE_wpoxsugIV5RgHjojgbhvZ4vmPjhmuS4yk3s0Goc02h4y9VB-bVdmgmiwd57IqV7UXbz47-zwk6l7DuGeQFawseOlLL/s320/71+W3h8nptL.jpg" width="216" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpoPi8dA3mns4FxxdH6bTISTsKxewlq_fwBwkY8vk8PlXTrwr3KBAJcV5U_qk3wX9BaXleLOHu5XM_xwXpyqruV_WdAofAAKIKq-lkGAIncKvXvTTYNgs3dAcSmZW6-uOBmXGEa3x7W85-iZ9MLHTBocqW1qKcyhcWIH6cMIZYCGxboFpAnN8f5vI4/s948/6197b1dc288c2.r_d.452-345-10316.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="465" data-original-width="948" height="314" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpoPi8dA3mns4FxxdH6bTISTsKxewlq_fwBwkY8vk8PlXTrwr3KBAJcV5U_qk3wX9BaXleLOHu5XM_xwXpyqruV_WdAofAAKIKq-lkGAIncKvXvTTYNgs3dAcSmZW6-uOBmXGEa3x7W85-iZ9MLHTBocqW1qKcyhcWIH6cMIZYCGxboFpAnN8f5vI4/w640-h314/6197b1dc288c2.r_d.452-345-10316.jpeg" width="640" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>EN ALTAVOZCULTURAL.COM</b></span></p><p style="text-align: justify;">Bolivia alberga un secreto literario de tamaño espacial. Universal, podríamos decir, añadiendo al merecido halago una espectacular realidad: la voz de Giovanna Rivero le pertenece a ella y, después, a todos nosotros, a sus lectores alrededor del globo. No son pocos, son legiones enteras que admiran profundamente la calidad de su prosa, el talento innato que traza sus sucesivas publicaciones.</p><p style="text-align: justify;">Hace tiempo que hablar de Rivero se convirtió en las tertulias literarias en una melodía tan simplista como feroz: “una de las autoras latinoamericanas más importantes de su tiempo”. La figura de Giovanna Rivero es más que eso, con permiso. Su trascendencia avanza salvaje entre la selva de rankings, críticas, listas de geniales autoras contemporáneas, clasificaciones entre los más leídos… Nosotros, las personas que la disfrutamos, somos su herencia: tendremos el placer de mostrarles sus textos a nuestros nietos, como nuestros abuelos nos mostraron aquellos de renombre de su generación.</p><p style="text-align: justify;">¿Pero cómo se llega a este hecho? ¿Cómo se logra la inmortalidad? Hoy vamos a descubrirlo empíricamente, mediante Tierra fresca de su tumba, porque no hay mayor prueba de amor hacia una pluma que leer sus frutos.</p><p style="text-align: justify;">Editorial Candaya -gracias siempre por su labor, su generosidad y su pasión por la Literatura- nos entrega en mano este tesoro: un cofre a rebosar de tantas historias contenidas en seis cuentos que tal vez necesitemos, además de las pertinentes e inevitables relecturas, muchas, muchas de esas tertulias para poder exprimir cuantísimo reside en sus páginas.</p><p style="text-align: justify;">Como decimos, son seis los títulos que conforman la obra, esta magnífica antología de autora que honra al Terror, a la Vida y a ese hilo de sangre que une ambos desde el horror más carnal, desde la difusión de sensaciones que tiene en la naturaleza su origen, su potentísimo ventilador. La hermosa atmósfera poética que envuelve la narrativa de Rivero es un maravilloso amortiguador para la poderosa colección de imágenes devastadoras que explosionan en nuestra mueca. Primer rasgo de inmortalidad: el dominio del qué y el dominio del cómo; fondo y forma, los dos en el mismo altar. Entremos, por favor.</p><p style="text-align: justify;">LA MANSEDUMBRE</p><p style="text-align: justify;">Historia de transformación en múltiples niveles de la quinceañera Elise Lowen. Ocho capítulos que cabalgan sobre los campos del pecado, la inocencia y el animalismo más gráfico. Manitoba es el epicentro de un entorno rural que alberga abuso, eco de deshonra y ausencia de justicia, abrochado todo ello por un apestoso hedor a religiosidad autoritaria y caprichosa. Elise, encarnación física y anímica de su abuela Anna, sufre en sus carnes el embiste del diablo. El exilio de los Lowen ante tal escándalo alcanzará en la distancia el ángulo suficiente para, despojados de la falsa protección del Pastor Jacob y sus contradictorios sentidos de moral y corrección, implantar un nuevo enfoque sobre el sacrificio, sobre la venganza, sobre la más llana humanidad: aquella que debe ser auspiciada por la Pachamama como elemento clave para el reparto de destinos.</p><p style="text-align: justify;">El espejo en Leah Welkel, el legado de la abuela Anna y la representación más visceral de tantas otras mujeres, como las compañeras mencionadas igualmente mancilladas bajo el sobrio y eufemístico paraguas de la selectiva moralidad, dota de un fuerte carácter femenino al sentimiento expulsado y de un contundente sabor denunciatorio a un relato cuyos juegos estéticos entre lo real, lo soñado y lo animalizado desprenden una simbología riquísima y fresca, como abundante cascada de imágenes y referencias. El indio es el abrigo perfecto para el instinto saciado; la Pachamama es la verdadera Diosa de lo justo. Por la tierra y sus hijas.</p><p style="text-align: justify;">PEZ, TORTUGA, BUITRE</p><p style="text-align: justify;">La tierra, el mar y el aire reunidos en una voracidad imparable como respuesta a una desgracia natural. El naufragio fue la perdición de Elías Coronado, convertido en cuerpo quieto para la eternidad y masticado por el hambre. Porque la gran protagonista de este segundo corte de la precisa cirujana literaria que es Rivero es el Hambre, con mayúscula. Amador, el superviviente y ultimísimo compañero del devorado, vive ahora la vida post-muerte agujereado por la casera investigación de la madre del difunto a golpe de tortilla: el hambre como chantaje, soborno, incluso secuestro. Búsqueda de La Verdad en clave de mordisco.</p><p style="text-align: justify;">Afuera todo es mar. Tras las puertas de la casita de la mujer todo se atisba marino, hondo, azulado. Leemos desde dentro, siempre desde dentro. Pareciera que la morada no es sino una isla en mitad del agua que ha tragado los restos del muchacho. El crecimiento de la marea entre recuerdos, flashbacks, mentiras piadosas y empujones de dientes contra la masa dorada y blanda es imparable. Regresa la venganza, el veneno intrínseco al alma rota. La supervivencia vs. el dolor materno. Y las consecuencias de cada uno de ellos. La lejana belleza que traslada la brisa desde las descripciones de Amador contrasta de manera sublime con el coloridamente detallado surtido de tortillas caseras. Qué delicia de duelo.</p><p style="text-align: justify;">CUANDO LLUEVE PARECE HUMANO</p><p style="text-align: justify;">Arrullada por una lírica estética excelsa y un marcado choque horizontal y vertical, esto es, cultural y generacional, la historia de la señora Keiko y su inquilina Emma nos expone ante el rostro del pasado, del misterio y la distorsión de la certeza en las sombras de la línea que separa deseos, anhelos y dudas. Heredado el título del haiku que, a modo de corazón, aparece inscrito en una de las primeras páginas, Japón se instala en Bolivia a través de las costumbres, la educación y los hábitos implícitos a la protagonista más longeva. El origami se revela como una técnica narrativa paralela.</p><p style="text-align: justify;">La tierra se funde de manera impresionante con las dos mujeres en una sucesión de escenas trufadas de reflejos de tiempo, afloramiento de emociones y vínculo vital. Las relaciones humanas quedan desnudas ante la tremenda carga de luz que prevalece sobre la contextual oscuridad del paisaje. El ritmo es aquí considerablemente más pausado, alimentado por la milimétrica figura de Keiko, que maneja el tempo de acción soberanamente. Estamos ante un texto de gran belleza.</p><p style="text-align: justify;">SOCORRO</p><p style="text-align: justify;">El único título denominador directo del personaje central nos presenta a Socorro, enloquecida mujer que descarga desde su rol de tía de la voz narradora una cascada de drama familiar, obtusa realidad azotada por incontables tics forzadamente justificables y una gran cicatriz trágica que tiembla roja como una insoportable alerta cuando alguien la nombra. La clarividencia en la locura a pesar del pastoso proceso de corresponderla.</p><p style="text-align: justify;">La riqueza descriptiva alcanza en este cuarto cuento una dimensión más panorámica, aupada por el recurso del dron volador. Dicha amplitud del escenario coincide con un mayor número de actores activos en el mismo: el número de personajes, así como la fortaleza de sus lazos, es más elevado y sugiere por momentos el prisma del personaje colectivo como un todo cerrado. Los puntos de fuga -Socorro, la mujer narradora y la figura recordada- son las claves de la vertebración de la acción entre un estupendo campo de secundarios muy bien perfilados, entre los que debemos destacar a la mamá -y hermana- de las coprotagonistas. El texto quizás más angustioso de todo el conjunto, amén de ausencia de una resolución explosiva que despeje lo agrio hacia una gloria superior por justicia, venganza o paz encontradas.</p><p style="text-align: justify;">PIEL DE ASNO</p><p style="text-align: justify;">Nadine Ayotchow es la ‘osa del góspel’ en Piel de asno, el relato más extenso -y agitado- del maravilloso compendio que estamos masticando. Es también único por otro motivo formal: la voz narrativa pertenece a la protagonista central de la historia, que se desdobla en presente -ante expertos clínicos y asideros religiosos- y pasado -como personaje dentro de su narración situada pretéritamente-. Cierto es que comparte foco en gran medida con el personaje de Dani, si bien consideramos que no le discute el eje decisivo de la trama -como sí hace el amado Joaquín en Hermano ciervo respecto de la mujer principal-.</p><p style="text-align: justify;">El pestazo a alcohol, la expresiva detonación tribal y la abundante violencia -velada y descarnada- constituyen una atmósfera altamente vertiginosa: la supervivencia de Ayotchow es una consecuencia de azar, coraje, saber estar y, digamos, esa providencia que ella traduce en decisión deliberadamente divina. El fuego es una densa nube roja que colorea un largo porcentaje de las escenas rememoradas en el discurso de la superviviente. El otro gran elemento es el aire: el del góspel, el de la vida. La originalidad del testimonio es culminada por la originalidad del propio planteamiento textual y de la comunicación in situ del mejor ejemplo de renacimiento: la osa que respira profundo.</p><p style="text-align: justify;">HERMANO CIERVO</p><p style="text-align: justify;">Los límites de la experimentación biológica teñidos de sangre y dinero. ¿Qué recompensa puede sostener el constante afán de atravesar nuestro cuerpo con química y fatalidad? Ubicados en una cabaña tan lejana de su tierra natural como fría por la permanente asepsia y querencia por la evasión de riesgo alguno que lapide el experimento, Joaquín se somete al sospechoso A-Contrarreactivo con su amada como mano firme de apoyo, cuidado y comprensión. Afuera (qué importante es el binomio dentro-fuera en la narrativa espacial de Rivero) se mueve paralela la vida de un grupo de ciervos, tan ilustrativos en las diferentes fases del proceso.</p><p style="text-align: justify;">El incipiente giro hacia la Ciencia Ficción es atajado por una cruda realidad amorosa: el interés común por salir adelante de cualquier situación. La figura de ella nos ofrece la tierra, el suelo, el ahora, el realismo más ajado. Asistimos a una de las escenas más demoledoras del conjunto de la obra en esa despedida entre supertrajes y cláusulas que ruedan bajo el torrente sanguíneo negro convertido en una gran X. Como si de una marca para encontrar el tesoro se tratara, el texto que hace de broche a Tierra fresca de su tumba es un fascinante viaje astrológico por los rincones de nuestra vulnerabilidad y su entrega a los otros. Nótese ese otros como un ellos y nosotros mixto.</p><p style="text-align: justify;">Paladeamos las penúltimas monedas de valor precioso que se desprenden de esta obra que recoge la semántica del desplazamiento, del viaje, de la huida o de la distancia amplificada, y la sintaxis del arraigo, del origen, del punto cálido inicial, de la revelación primaria de lo vivo y lo presente. Giovanna Rivero construye desde una asombrosa verosimilitud y una tal vez indirecta semilla de moraleja, con una cierta recurrencia de la óptica psicológica y su tantas veces inoportuno binomio con la locura; siempre con la voz femenina -propia de personajes protagónicos o de la autora-narradora- como guía de los acontecimientos.</p><p style="text-align: justify;">Debemos destacar en esta elocuencia un denso repertorio dedicado a la maternidad y sus tan diversos ápices; debemos señalar, además, y complementariamente a dicha voz, la importancia del silencio: los personajes fallecidos, las sombras, los recuerdos, las ausencias y los tormentos son una constante atronadora en el hilo argumental de esta colección que, tomados sus pedazos dos a dos, nos sugiere tres enfoques del concepto de desenlace: i) presente y rudimentaria justicia deseada; ii) rabioso abrazo del pasado herido; iii) futurible horror en las sospechosas manos de la ciencia.</p><p style="text-align: justify;">Estamos ante una pieza artística de extrañísima -en tanto en cuanto genuina- hermosura; una obra brutal sobre juventud y muerte, mundos tan aparentemente alejados desde la cronología vital estática, tan fusionados en estas páginas de coordenadas góticas, latitudes sobrenaturales -o extraordinarias- y sinfonía eminentemente animal, compuesta por fauna relevante al nivel de los más definidos personajes. Tierra fresca de su tumba es, con su constatada infinitud, un libro definitivo.</p><p style="text-align: justify;">Altavoz Cultural</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>EN LA VANGUARDIA</b></span></p><p style="text-align: justify;">LARA GÓMEZ RUIZ</p><p style="text-align: justify;">BARCELONA</p><p style="text-align: justify;">22/11/2021</p><p style="text-align: justify;">“Todo tiene potencia de ser relato. Las historias están en todas partes”, asegura Giovanna Rivero, quien se ha nutrido de algunas experiencias personales y de historias reales para escribir su nuevo libro de relatos Tierra fresca de sus tumbas (Candaya).</p><p style="text-align: justify;">Rivero, cuyas obras aglutinan lo macabro, la ciencia ficción y el realismo más extremo, visitó Barcelona con motivo del Festival 42. Ahora, en una entrevista a La Vanguardia, ha confesado que este trabajo se empezó a gestar en 2015 a raíz de leer noticias sobre un caso de violación masiva en Manitoba, una colonia menonita de su Bolivia natal.</p><p style="text-align: justify;">Cuando Rivero conoció un caso de violación masiva de la colonia manonita de Manitoba, supo que tenía que investigar más</p><p style="text-align: justify;">“Me impactó brutalmente y supe que tenía que investigar más. No podía surgir un relato de mi imaginación, ya que en este caso tenía que entender la comunidad culturalmente. Esto me llevó a pensar mucho en cómo en Bolivia hemos estado familiarizados con la fotografía social de los menonitas viniendo a vender sus productos a la ciudad. Sin embargo, no ha habido a mi entender suficiente reflexión sobre quiénes son ellos realmente”, admite.</p><p style="text-align: justify;">Con esta historia en mente acabó llegando a la conclusión de que “todos los personajes que crearía para este nuevo trabajo tendrían un elemento en común: su condición de extranjería […] Todos los cuentos tienen personajes que o por la violencia económica de un capitalismo que permea absolutamente todo, o por la violencia religiosa y la intolerancia han tenido que moverse de sus lugares”. Así, apunta que, “escribir este primer relato, La Mansedumbre, y documentarme para ello me hizo preguntarme qué es realmente una nación, y como esta pregunta nos llega a trastornar y a enfermar, ya que puede generar socialmente exclusiones terribles”.</p><p style="text-align: justify;">“En este primer cuento, algunos menonitas abandonan la comunidad. De hecho, uso la palabra desertores porque quería expresar un corte violento. Un querer autoexiliarse de un lugar y una religión que te ha hecho daño y ha herido lo más profundo y digno de una adolescente. Por eso, quería usar ese término, porque en ese movimiento había algo más que el simplemente irse […] Los protagonistas del resto de historias también experimentan ese exilio doloroso, sí, pero no en esta medida tan brutal”.</p><p style="text-align: justify;">De la migración nació también otro de los relatos, Cuando llueve parece humano. “Junto con el de La Mansedumbre, este cuento fue también el que me impulsó a seguir escribiendo. Me inspiré cuando empecé a recordar a algunas compañeras de escuela que eran hijas o nietas de japoneses que habían buscado en Bolivia un refugio durante la posguerra y la brutalidad de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki”, desvela.</p><p style="text-align: justify;">Son varios los nexos que unen cada una de las píldoras de este conjunto. Sin embargo, Rivero destaca otro más allá del de la condición de migrantes de los personajes, previamente mencionado: “la muerte como un refugio y como un proceso de otra vitalidad […] Todos los relatos tienen un gran anclaje en lo que consensualmente llamamos realidad. Todos ellos tienen un referente que disparó algo en mí y a lo que yo fui envolviendo con mis propias estrategias narrativas y mis propias obsesiones”, reconoce.</p><p style="text-align: justify;">Siguiendo con lo personal, señala que “cada vez que leo el cuento Hermano ciervo, regreso a un momento de mi vida muy duro, en el que estaba rodeada de esa Ítaca fría, rural, alejada del mundo urbano. Fue un momento de transformación interna, de comprensión de mi propia profesión. Tomé distancia de la academia y el cuento tiene como esa crítica implícita, o quizás explícita, a los procesos de una academia estadounidense que puede volverse muy elitista. El cuento en ese sentido tiene la impronta de mi crítica”.</p><p style="text-align: justify;">Por otro lado, aborda otros temas como “la admiración hacia el poder de los animales por mantenerse físicamente dueños de ellos mismos y limpios. Si los humanos nos olvidamos por una semana, nos convertimos en unas bestias. Y entonces, quiere decir que lo que hace la civilización es tratar de suprimir en nosotros esa zona de bestia, de animal profundo y oloroso. Por ello, observar a un animal como dueño de él mismo es algo que me sorprende y para mí es una prueba de que nosotros nos hemos inventado un discurso de superioridad que nos permite un dominio injusto. Por ello, mi acercamiento a ellos en estas páginas tiene que ver con reconocer una suerte de hermandad utópica”.</p><p style="text-align: justify;">Tras la promoción de este libro, Rivero asegura tener muchos planes. De hecho, confiesa estar escribiendo ya un nuevo libro en el que, avanza, “también habrá un ciervo, como lo hay en Tierra fresca de sus tumbas, y no puedo avanzar mucho más”. La escritora, que ha cosechado múltiples galardones, es autora de libros de cuentos como Para comerte mejor (Aristas Martínez, 2015) o y ha escrito novelas como Helena 2022 (La Hoguera, 2011) y 98 segundos sin sombra (Caballo de Troya, 2014), que fue llevada a la gran pantalla de la mano del cineasta boliviano Juan Pablo Richter.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>EN REVISTA DE LETRAS</b></span></p><p style="text-align: justify;">Tierra fresca de su tumba</p><p style="text-align: justify;">Con una prosa de aliento poético, la escritora boliviana Giovanna Rivero ahonda en el horror íntimo y la violencia que aqueja a los débiles en su último libro de relatos | Foto: Alexander Torres</p><p style="text-align: justify;">Minimal Logo</p><p style="text-align: justify;">Anabel Gutiérrez León</p><p style="text-align: justify;"> 1 junio 2021</p><p style="text-align: justify;">A veces, los libros guardan dentro de sí mismos la clave de su propia lectura. En el caso de los sobrecogedores cuentos que componen Tierra fresca de su tumba de Giovanna Rivero, podemos acercarnos como la señora Keiko lo hacía con las lecturas de su infancia: «los leía para temblar», porque esos breves poemas “lo dejaban a uno sin respiración”. Como estos seis relatos. La señora Keiko −un personaje al que la memoria lectora guardará con cariño− comprende que solo “alguien que ha vivido en el fondo de los tiempos” permite al lector reflejarse en los charcos que salen de su pluma. A juzgar por estos relatos, la de Giovanna conserva un aliento antiguo cuyo vaho se fija en la actualidad intemporal de las pasiones y el desasosiego humanos.</p><p style="text-align: justify;">La precisión y belleza de la poesía japonesa −la que leía, aguantando la respiración, la señora Keiko− están presentes en estas historias, así como el acierto de su pulso al captar el punto exacto donde palpitan las heridas, esas que nos llenan de dudas, de amor, de miedo. Los cuentos que componen este volumen escarban en el accidentado y árido páramo de los tabúes más fieramente asentados en la psique social; indagan en torno a la fractura de los afectos y de la familia y de la identidad. El horror íntimo que subyace bajo estas historias, no obstante, es tratado con una compasión tan poética como firme y generosa; concisa, a la vez que tierna y aguda, es la voz que recorre experiencias al borde de un abismo existencial, pequeñas tragedias inmensas que no detienen al mundo; pero saben dejar el alma en vilo.</p><p style="text-align: justify;">Mientras se carga sobre el demonio la responsabilidad de sucesivas violaciones a jóvenes pertenecientes a una secta religiosa vemos, en Mansedumbre, cómo Elise desde la ensoñada ignorancia de sus quince años va adquiriendo una intuitiva compresión de lo que ocurre a su alrededor. Pero ningún dios la asiste, ni explica, ni salva. Es el padre quien acude a otras deidades para consumar la justicia que los regentes de su fe no otorgan a su hija. En Pez, tortuga, buitre también es una madre la que inquiere y, acaso condena, en un ímpetu por saber los pormenores de la muerte de su vástago.</p><p style="text-align: justify;">Los insondables pliegues del amor y el desamor materno se muestran, asimismo, en el maravilloso cuento Socorro, donde el infierno se levanta despacito cuando las cosas que no se dicen salen para inundarlo todo de su lava caliente; aunque sin hacer demasiado ruido. El dolor explota contenido y estridente en el llanto de la protagonista sobre los pechos enfermos de su tía loca. Llora mientras aprieta los dientes para no despertar a nadie más. Al contrario que Nadine, la locuaz narradora de Piel de asno, cuya voz ha sido tomada por una osa justiciera y redentora a quien solo la música ha podido dispensar del abandono, la soledad y los riesgos de una vida azarosa, de la orfandad, de la no pertenencia. Si es una osa quien redime a los hermanos de esta historia, hay otro animal que también cumple un papel emancipador. Ante el cadáver de un ciervo, conjura los sombríos augurios de un futuro incierto la protagonista de Hermano ciervo, un relato tan dulce como acre que quita cualquier pátina de idealismo a la migración académica, a la que muestra en su faceta más precaria, despojada de todo romanticismo bohemio o triunfalista.</p><p style="text-align: justify;">El componente social y político es, de hecho, otro de los niveles de lectura que admiten estos relatos. Si bien no de forma subsidiaria ni condescendiente y bajo una alta exigencia literaria, los cuentos de Giovanna Rivero abordan temas como la violencia en todos sus niveles, la precariedad laboral y económica del migrante, el alcoholismo, la enfermedad, la soledad, la orfandad de padres y de hijos, la locura, la muerte. Estas son algunas de las líneas que cruzan estas historias, tratadas siempre con una mirada piadosa y lúcida, que sabe atender el desgarro individual sin escindirlo del contexto social que lo conjuga y, a veces, lo ahoga. En Tierra fresca de su tumba, vemos cómo opera la venganza de los débiles, las víctimas que se saben marginales e invisibles, personajes que no ignoran que la justicia no tendrá en cuenta sus historias, sus afrentas, las sucesivas pérdidas que han ido segando sus vidas. A pesar de ello, los protagonistas de estos relatos no han sido privados de misericordia ni de la valentía necesaria para actuar y reparar su daño.</p><p style="text-align: justify;">Es lo que persiguen estos personajes, ya sea enseñando a las reclusas de una cárcel a hacer figuritas de origami o trasplantando la tierra del jardín para que respiren las semillas debajo de la tierra, como la señora Keiko; cantando góspel desde la garganta de una bestia, como Nadine; ofreciendo su cuerpo a la ciencia para salvar una tesis doctoral, como Joaquín; rallando las cartas de una baraja y luego lanzando una cuerda a la viga del techo, como el hijo de la tía Socorro; comiendo con avidez atrasada las empanadas de la madre de su compañero de naufragio, como Amador; o haciendo una ominosa ofrenda a tierra, como el padre de Elise.</p><p style="text-align: justify;">“A flor de tierra, amante” pedía Juana de Ibarbourou que la enterrasen; así el tránsito sería más breve y más simple “la lucha de mi carne por volver hacia arriba” continuaba el poema. Ella sabía “que acaso nunca allá abajo mis manos/ podrán estarse quietas”, porque tierra y carne son cuerpo, abrigo, cobijo; pero también fosa, evasión, estorbo, impedimento, cierre. La tierra y la sangre son elementos que atraviesan toda la narrativa de Giovanna Rivero. Tierra y sangre hablan de raíces: identitarias, genéticas; son dos marcas que definen, dan nombre y asidero. Aquello que nos mueve y nos sujeta.</p><p style="text-align: justify;">El fondo atávico de estos cuentos, a la vez que la compasiva y desafiante mirada desde la que son atendidos estos personajes, nos hace pensar en Antígona, ese personaje trágico que desafió la Ley solo para cubrir de tierra el cuerpo de su hermano insepulto. En un gesto equiparable, los personajes de Giovanna escarban la tierra fresca para ejercer sus propios ritos y salvar −o condenar− sus espíritus de los fangos existenciales que los aquejan.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>EN LIBROS-PROHIBIDOS.COM</b></span></p><p style="text-align: justify;">Tierra fresca de su tumba — Giovanna Rivero</p><p style="text-align: justify;">POR JENNIFER CAMACHO HACE 10 MESES </p><p style="text-align: justify;">Tirra fresca de su tumba recoge seis cuentos de la escritora boliviana Giovanna Rivero. Una muestra perfecta para iniciarse en el panorama actual de narradoras latinoamericanas.</p><p style="text-align: justify;">Aunque bastante prolífica y premiada, Giovanna Rivero es casi una desconocida en nuestro país. En 2014, Caballo de Troya publicó su novela 98 segundos sin sombra, para nuestro pesar, ya agotada, y hasta 2020 no volvió a estar presente en nuestras librerías, con la edición de Para comerte mejor de Aristas Martínez. Tierra fresca de su tumba, que edita Candaya, es una muestra perfecta para iniciarse en el panorama actual de nuevas cuentistas latinoamericanas: su narrativa es fresca, engañosamente mundana, la realidad se trastoca y se vuelve espeluznante sin necesidad de recurrir a la imaginería típica de la literatura de terror.</p><p style="text-align: justify;">El diablo se apodera de nuestras voluntades</p><p style="text-align: justify;">«La mansedumbre» es el cuento que abre este compendio y que nos traslada a un escenario rural, una comunidad de menonitas de Manitoba, un ambiente opresivo y represor para una adolescente como Elsie Lowen, cuya violenta desgracia es achacada al diablo. Tras el suceso, los Lowen son desterrados de la comunidad, y enviados a Santa Cruz, una tierra lejana y extraña que deberán empezar a trabajar desde cero. El planteamiento de este relato me recuerda al drama experimentado por Nefer, la joven protagonista de Enero de Sara Gallardo, pues las dos se encuentran en el mismo punto de no retorno, aunque por distintos motivos. Sin embargo, el desenlace de este cuento es sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta que los Lowen son pacifistas y extranjeros. Quizá el diablo se ha apoderado de las voluntades de todos los personajes, o puede que sea la Pachamama restableciendo el equilibrio natural de las cosas y bendiciendo a la familia de advenedizos.</p><p style="text-align: justify;">De la misma forma, en «Pez, tortuga y buitre» los protagonistas parecen haber sido desprovistos de carácter y arrojo, sin duda, por encontrarse en una situación tan extrema. Esta segunda historia es el relato de un naufragio y de la muerte de un joven, un recuento que su madre exige, en todo detalle, al único superviviente de la catástrofe. Una atmósfera asfixiante, en plena mar y a la deriva; Amador, el marinero que cuenta la historia, parece ocultar un secreto sobre el fallecimiento de Elías, una incógnita que la madre está dispuesta a descubrir.</p><p style="text-align: justify;">Bolivia es una enfermedad mental</p><p style="text-align: justify;">Los migrantes que se llevan la tierra natal a cuestas son una constante en algunas de estas historias, especialmente patente en «Socorro» y «Piel de asno». En ambos cuentos, además, cobra mucha importancia la figura de la tía, enferma mental o alcohólica, que de alguna manera debe sustituir la figura materna, y que nos sumerge en la fantasía y lo imposible. En «Piel de asno», tía Anita se llevará a sus sobrinos a vivir cerca de una reserva de indios métis que iniciarán a los jóvenes en los misterios del mundo salvaje. Socorro es la tía que nadie cree, ni toma en cuenta, la mujer enferma e infantilizada. En este relato angustioso, Socorro, a quien se le inflan los pechos como si estuviera buscando a un lactante, es el receptáculo de las miserias y violencias de la familia, su memoria histórica.</p><p style="text-align: justify;">La idea de que Bolivia es una enfermedad mental, que persigue y afecta a su progenie, aunque esté lejos de la tierra, que los condiciona y deforma, nos hace sentir extrañeza. Como si Bolivia fuera una ansiedad, no haberla experimentado es no poder comprenderla, observar desde fuera e intentar buscar la respuesta. Las historias de Giovanna Rivero nos dejan con la boca abierta porque nos somos capaces de pensar igual y adivinar el siguiente paso.</p><p style="text-align: justify;">Tierra fresca de su tumba. Santa Cruz, Bolivia. Libros Prohibidos</p><p style="text-align: justify;">La señora Keiko</p><p style="text-align: justify;">El cuento más lírico y tradicional quizá sea «Cuando llueve parece humano». En este texto se nos cuenta la historia de la señora Keiko y su familia, que tras la Segunda Guerra Mundial abandona Japón para buscarse la vida en Bolivia. Keiko se nos presenta como una figura delicada, que ha tenido una vida dura, pero ha salido adelante. Imparte talleres de origami en la cárcel, cuida de su jardín y aloja a una joven inquilina estudiante de literatura por muy pocos pesos. Incluso le prepara la comida. Cuando la anciana ya nos ha seducido y nos imaginamos tomando un té en su casa y ayudándola a plantar en el jardín, Rivero suelta la bomba. Un juego donde nada es lo que parece.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">La señora Keiko tomó la víbora colorada y la asentó con delicadeza sobre la palma de su mano derecha. Paseó en silencio con la víbora por entre las demás alumnas como si exhibiera un trofeo. Era un trofeo. Era la victoria de la constancia, la concentración mental y el dominio manual sobre la mediocridad y la prisa de lo fugaz, de lo que moría antes de respirar.</p><p style="text-align: justify;">El ciervo sin final</p><p style="text-align: justify;">Y para finalizar este estupendo recopilatorio, «Hermano ciervo» se vive como una historia sin final, que nos deja en un suspenso. Cuando más absortos estamos, la autora nos abandona a nuestra imaginación. Es un pequeño shock. En este cuento un experimento científico es esencial para acabar una tesis, y el autor de la misma presta su cuerpo como cobaya humana. Este texto casi se acerca al bodyhorror, pero es más onírico, más sutil.</p><p style="text-align: justify;">Los habrá que considerarán que estos cuentos no son terror propiamente, sino narraciones extrañas, diversas, quizá recurran por procedencia de la autora a categorizarlo como realismo mágico. Pero no es magia lo que desprenden las historias de Tierra fresca de su tumba, sino violencia, miedos, venganzas y castigos. Con Bolivia o las montañas canadienses de fondo, los personajes son los principales agentes, así como los muertos en sus tumbas olvidadas. Son unos cuentos magníficos y os animo a adentraros en ellos.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>en EL DIARIO.ES</b></span></p><p style="text-align: justify;">Materia, tierra y desarraigo: una lectura de 'Tierra fresca de su tumba', de Giovanna Rivero</p><p style="text-align: justify;">No cabe en una reseña breve como esta delimitar el género, describirlo en profundidad o discutir si este “fantástico”– término predilecto desde que Borges y Bioy Casares empezaran a mapear la fantasía en América Latina – es más o menos “gótico”, o más o menos “nuevo”</p><p style="text-align: justify;">Jesús Montoya</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">La crítica literaria suele proponer etiquetas en su tarea principal: desbrozar el corpus de la literatura contemporánea y sugerir las formas en que la misma resulta comprensible. No obstante, con más frecuencia – aunque esto no sea en sí mismo negativo –, esas etiquetas alcanzan más modestamente a servir de puente entre el mercado editorial y los lectores. Uno de estos marbetes, ahora, pasa por el llamado “nuevo gótico latinoamericano”, que describe una veta que ha ganado importancia en la narrativa latinoamericana que recupera en los últimos años motivos de la narrativa fantástica, el cine y la novela de terror, el weird y la ciencia ficción, en su vertiente más oscura o tenebrosa, una veta cultivada por un número relevante de autores y, llamativamente, autoras, que goza hoy día de una nueva visibilidad. En recientes estudios sobre el género, críticos como Justin Edwards y Fred Botting reflexionan sobre la globalización del gótico apuntando cómo este “modo” narrativo provee un lenguaje, en el mundo moderno globalizado, útil para expresar cambios que afectan implacablemente y de diversa forma a diferentes tradiciones y pueblos, de ahí su extraordinaria difusión. Los cambios sociales y culturales fruto de estos procesos globalizadores producirían nuevos terrores con frecuencia encarnados por versiones de viejos tropos góticos que, en cada proceso de adaptación/transculturación, establecen conexiones con tradiciones míticas y culturales diversas, en relación dialéctica con específicos procesos de modernización en cada caso. De ahí también que se haya acuñado el término “gótico andino” para celebrar esta literatura en países como Perú o Bolivia.</p><p style="text-align: justify;">No cabe en una reseña breve como esta delimitar el género, describirlo en profundidad o discutir si este “fantástico”– término predilecto desde que Borges y Bioy Casares empezaran a mapear la fantasía en América Latina – es más o menos “gótico”, o más o menos “nuevo”. Baste apuntar que el modo en que el mismo está colonizando desde los márgenes la narrativa más mainstream tiene mucho que ver hoy no solo con cuestiones de oportunidad de mercado, sino con la necesidad de ensanchar las fronteras del realismo en nuestro siglo. A través de lo imaginativo y lo distópico, la literatura dibuja interrogantes que afectan a nuestro futuro como especie, en concomitancia con algunos planteamientos a cargo de los nuevos feminismos, ecologismos y poshumanismos teóricos. Mirada en perspectiva, la literatura latinoamericana de la segunda década del siglo XXI parece verse crecientemente interpelada por la complejidad de un presente en crisis ante el que debe postular, como apunta la catedrática Francisca Noguerol, “alguna forma de compromiso ético”. El cultivo de estos géneros por parte de algunas de las poéticas más exigentes quizás pueda leerse desde ahí. Si la modernidad había construido una sólida separación de la esfera de la cultura humana respecto de la naturaleza, concibiendo al ser humano como una especie autorizada a someter al planeta a su antojo, y eso había hecho nacer monstruos que bajo la aparente promesa de salvarnos nos llevarían a nuestro autoexterminio, la tarea del pensamiento estribaría – como afirmaba hace dos décadas el antropólogo Bruno Latour – en restablecer esas conexiones entre el mundo natural y la cultura para, así, “aminorar, desviar y regular la proliferación de los monstruos representando oficialmente su existencia” (Latour, 2007: 29-30). Este trabajo de representación de los monstruos que emergen en las grietas de un proyecto moderno/colonial, en su etapa global, que se derrumba, buscando superar la parálisis posmoderna e incorporando en la mirada un diálogo con el medio ambiente, podría ayudar a iluminar el malestar cultural del que parte el resurgir de esta corriente imaginativa – llámese gótica o fantástica– en la literatura de América Latina, una corriente que tiene en Giovanna Rivero (Montero, 1972) a una de sus mejores representantes. En Tierra fresca de su tumba (Candaya, 2020), la narradora boliviana explora esta veta con un lenguaje de poderoso aliento poético, en seis extensos y magistrales cuentos. En ellos reverberan ecos de la mejor tradición del gótico anglosajón (Lovecraft, Shelley, Poe, Hawthorne…), pero también del mejor fantástico (Quiroga, Arreola, Levrero...), e incluso del existencialismo (Bombal, Onetti, Rulfo…) hispanoamericanos, y a estos se suma también, en algunas de las ficciones, el influjo de la ciencia ficción.</p><p style="text-align: justify;">Desde el mismo título, la materialidad de la tierra se vuelve protagonista en el libro: esa tierra fresca parece quererse la materia prima a partir de la cual articular todo un juego de metáforas que permiten explorar un sentido transversal. La tierra predomina en la poderosa imagen que aparece en la portada de la edición de Candaya: un buitre gobernando un camposanto, posado sobre un montón de tierra removida. Esa materialidad informe impregna todos los textos del volumen. Destacan sus cuentos por apelar a una extraordinaria sensorialidad. Rivero escribe con los cinco sentidos. La materia no solo se ve, sino que se masca, se exprime, se sorbe, se devora, se siente en la piel y en los huesos. El primero de los relatos, “Mansedumbre”, concluye frente a un montón de esa tierra, como el de la portada que acabamos de ver, pero comienza con la pregunta “¿Era caliente el líquido viscoso que te dejaron ahí? (…) ¿Era un líquido como la clara de un huevo?” (9). Desde la primera frase, pronunciada por el cínico personaje “pastor Jacob”, la fecundación contra natura se refiere como un fluido que se identifica con algo comestible. Pronto el relato revela su motivo: la violación de una serie de jóvenes y adolescentes en una comunidad religiosa que recuerda a las más de ciento cincuenta realmente ocurridas entre 2005 y 2009 en Manitoba, Bolivia. Un líquido viscoso que es semilla maldita, semilla que fertiliza la tierra en que devienen los cuerpos que somos, como el de Elise, una de las víctimas, integrante de esta secta menonita de origen alemán que vive en la total aculturación respecto del contexto que los rodea, de espaldas a la modernidad y en conflicto con la cultura de los pueblos originarios. La semilla también es, en el cuento, la palabra de un dios extranjero que ahoga las almas en una cultura de la opresión patriarcal. El cuento subraya, en su lenta progresión, cómo lo simbólico es la primera forma de lo carcelario: cómo, desde un determinado lenguaje, resulta imposible concebir los términos justicia o reparación. Por eso, será la tierra, la Pachamama, a la que rinde culto la cultura aymara, marginada en el universo que se nos dibuja y en las antípodas de la palabra de ese dios alemán, lo que restituya una posible justicia ajena a los códigos foráneos, devorando al violador, que deviene semilla, cerrándose un círculo.</p><p style="text-align: justify;">En varios de los relatos de Rivero la tierra se convierte en un disolvente que deshace el imposible aislamiento de los seres humanos respecto del mundo material y natural, para, paradójicamente, devolver la visión a los personajes a menudo a través de su oscuridad. En la poética de Rivero, ambas, luz y oscuridad, se dan en “un mismo pliegue” (79). Así lo expresa la narradora de “Cuando llueve parece humano”, un cuento que pone en juego dos planos que acaban confluyendo en un final donde un pasado y un presente violentos se iluminan mutuamente. La tierra deviene también la metáfora para pensar cómo se relacionan cuerpos y territorios de modo complejo en las identidades globalizadas – o mejor, glocalizadas – del presente, donde se vuelve imposible el arraigo y toda pureza es borrada, pero también donde los cuerpos llevan consigo las marcas culturales que impiden que podamos escapar de una tierra que nos alcanza tarde o temprano, por muy lejos que vayamos. Todos los personajes de estos cuentos presentan vidas atravesadas de parte a parte por la migración física o por diferentes procesos de desterritorialización cultural. En el caso de “Cuando llueve parece humano”, Rivero toma como protagonista de su relato a la cultura japonesa, minoría que forma parte desde hace un siglo de la idiosincrasia boliviana. La cultura del lacónico haiku y del sutil origami encierra también sórdidos secretos si se está dispuesto a escarbar bajo tierra. Por eso, en este cuento la tierra también se revuelve, se desordena, como ocurría en la imagen de la portada del libro, como ocurría en el cuento anterior, como desordenadas están las raíces culturales de Keiko, la protagonista, quien bucea en sus recuerdos en el jardín de su casa en Santa Cruz, un jardín que la anciana se obstina en cuidar y abonar. La tierra aquí será el puente a la verdad de los cuerpos, como nos enseñó Rulfo. Así, si la señora Keiko deja pisotear a su hija “la grama nutrida con abono, los huesos de sus plantas” (75), cuando ya sepamos que lo terrible ha sucedido, leeremos cómo deseará cerrar los ojos y “aspirar el aroma” del “pelo mineral de la muchacha” (79), ser una con la tierra para, de algún modo, dejar atrás el dolor. El cuento propone una aterradora forma material – por contigüidad táctil –, más allá de lo simbólico, de recuperar la memoria. Su macabro final, que rompe el verosímil realista, puede pensarse acaso también como un modo de reconciliarse con los pecados que determinan la trayectoria errática de los personajes y, por ende, de los seres humanos.</p><p style="text-align: justify;">Varios de los cuentos, en la tradición de un gótico que cabe leer iluminado desde el poshumanismo y la ecocrítica, involucran a animales, incluso en los mismos títulos. En estos cuentos los animales no se humanizan, no son representaciones de fuerzas sobrenaturales, no se desnaturalizan ni tampoco forman parte del decorado: son presencias inquietantes que tienen un enorme peso simbólico y colaboran en la transformación psicológica de los personajes. “Hermano ciervo”, “Piel de Asno” o “Pez, tortuga, buitre” son ejemplos de ello. Este último tiene como protagonista a Amador, un marinero salvadoreño que se enrola en un barco pesquero para huir de la Mara Salvatrucha: de nuevo, una subjetividad en tránsito ahora en un relato anfibio, entre la tierra y el agua. La narración principia en un diálogo entre Amador y la madre de Elías Coronado, su joven compañero mexicano de naufragio, muerto trágicamente en alta mar. Amador aparece sentado en la cocina de la madre de su “hermano de naufragio” para presentarle sus respetos. Las tibias tortillas que ella le ofrece contrastan con el hambre, la sed y las penurias que vivieron en su propia carne y que Amador cuenta en su relato, una y mil veces reproducido por los medios de masa, versión que Rivero también nos entrega. Pero el cuento nos habla del contraste entre los hechos y ese juego de versiones que funda y enmascara la realidad. A cada bocado de esas tortillas, redondas como una hostia – en la tradición cristiana, el cuerpo sacrificado de Cristo–, Rivero obliga a su personaje a atravesar las máscaras en pos de la verdad de la que fue testigo y que pasa por la rotura de los compartimentos estancos que articulan las ficciones que construimos, ficciones que nos secuestran bajo la aparente promesa de salvarnos de la sinrazón o el caos. Por eso, Amador parece aflojar la resistencia a recordar al final del cuento, para reconocerse al fin en las metonimias de un espacio y un tiempo acuáticos que parece no poder abandonar. Amador comulga, así, por medio de esas tortillas, con la verdad del cuerpo de su amigo muerto, que se impone a todas las ficciones: “soy pez, soy tortuga, soy agua, soy red, soy buitre” (50). El desiderátum final expresado por este personaje, ser uno con el mundo animal o natural, en el fondo, resulta vía de salvación y, a la vez, castigo, en Nadine Ayotchow, la protagonista del cuento “Piel de Asno”. Este relato involucra la cultura indígena norteamericana, la tradición cultural del gótico europeo, el weird americano y diferentes referencias bolivianas y latinoamericanas, referencias que se cruzan en los complejos orígenes de los migrantes adolescentes protagonistas. Nadine, narradora en primera persona, cantante de góspel en un templo religioso, relata a toro pasado cómo en compañía de su hermano David escapa por la gélida geografía canadiense de una infancia terrible y un futuro incierto hasta llegar a esa comunidad religiosa. El cuento propone una reflexión sobre la errancia, sobre el maltrato, sobre los hilos precarios que mantienen unida a la familia o nos convierten en comunidad, sobre el modo en que la violencia, los cruces culturales y los encuentros azarosos constituyen a los individuos a lo largo de sucesivas migraciones. “Piel de Asno” insinúa también el influjo de lo mágico-mitológico, pues el contexto de la confesión que da formato al texto resulta una investigación conducente a gestionar un fenómeno sobrenatural: la hibridación entre ser humano y animal. La violencia biopolítica es, sobre todo, el tema central de “Hermano ciervo”, un aterrador relato slipstream donde, quizás, lo de menos sea el componente científico. El relato muestra la precariedad de la vida de una pareja de jóvenes migrantes bolivianos vinculados con la academia estadounidense, perdidos en el duro invierno de Ithaca, en el Estado de Nueva York, localidad donde se erige la prestigiosa Universidad de Cornell. Ambos discuten sobre la posibilidad del retorno al país de origen o la de permanecer allí, sin que ninguna de las dos opciones se abra en el horizonte como una solución para sus vidas, al tiempo que él participa como conejillo de Indias en un peligroso estudio farmacológico. En este magistral relato de desamor, de un poderoso lirismo, un ciervo muerto a balazos mancha con su sangre la nieve y la tierra frente a la ventana de la casa junto al lago Cayuga que habita la pareja. Dejado descomponer durante días a la intemperie, el animal resulta una presencia que da pie a toda una serie de reflexiones que harán progresar la trama hasta su final abierto y cruel, donde la muerte se asume y naturaliza como algo tolerable en la experimentación médica, máxime si quienes participan en ella son sujetos migrantes. Por último, también “Socorro” – el que quizás sea, junto con el anterior, el mejor relato del libro – se halla protagonizado por una académica afincada en los Estados Unidos, esta vez sí aparentemente exitosa, que retorna a la provincia de Santa Cruz en compañía de sus hijos y su marido para reunirse con la familia boliviana. El relato explora el territorio de la locura; la idea de la familia como enfermedad colectiva; los motivos del incesto, de la culpa y su silencio; la ineficaz represión química del dolor emocional cada vez más común en nuestras sociedades, y la imposibilidad de tomar distancia respecto del pasado y la tierra de origen. De nuevo, el cuerpo femenino y sus fluidos – en este caso, la leche generada como efecto secundario del consumo de fármacos y la violencia biopolítica sobre la mujer– será la imagen simbólica que permitirá bucear en un oscuro secreto familiar. En el cuento, en el que Rivero construye un universo de extraordinaria densidad poética, brilla especialmente el inquietante y magnético personaje de Socorro, nombre propio que remite al angustioso grito que reclama un lugar en medio de la noche, a pesar del éxito aparente que parece haber alcanzado la protagonista, en una lejanía imposible de la tierra donde nació y de los muertos que aún aguardan allí. Socorro es, a fin de cuentas, el espejo negro que devuelve la imagen de nuestros propios miedos.</p><p style="text-align: justify;">Asesinas inesperadas, cadáveres que aguardan para abrazarnos bajo la tierra, magia negra, enterramientos en vida, violaciones en serie, tumbas, naufragios, pájaros de mal agüero, híbridos entre ser humano y animal, locas lúcidas, experimentos médicos más allá de los límites éticos, caníbales y suicidas pueblan estos seis oscuros relatos llenos de lirismo. Seis cuentos que dibujan un universo entre lo local y lo global, más rural que urbano, en el que Rivero, escritora de origen boliviano y residente en los Estados Unidos, inscribe un fructífero diálogo con las tradiciones globales, continentales y nacionales. En todos ellos, Bolivia y América Latina, lejos de desaparecer, forman parte esencial del modo en que los personajes experimentan su desarraigo. Libros como este, de Rivero, dan muestra de cómo la narrativa latinoamericana está escribiendo un capítulo de enorme interés en los últimos años de la mano de sus autoras. Giovanna Rivero es ya una de las voces más importantes de la literatura de su país y con Tierra fresca de su tumba se consagra como una de las cuentistas más a tener en cuenta de la actual literatura en español.</p><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-32310150524474718712022-06-21T18:59:00.006+02:002022-06-21T18:59:53.855+02:00Mañana miércoles 22 de junio a las 19h nos vemos con Marta Sanz y Juan Marqués en "Conversaciones en La Aljafería"<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-DozWkkwsEec0KIM0FXgnNMqCln-uVMm5DpmVezWXVUrg8GEXe5nTX8IpD6RMJZRiWad3e9qXKzThqvs0hWtL6d5jKto63Sm0UUpC5hi5jBh22cILcAF_wIkmbjINEq0tcpY3Z35CM98p6fXn8IszgQzUHtxe0NR2a_ruGaKcNwVJDfyHqUjmS_ZQ/s809/MARTA%20SANZ.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="714" data-original-width="809" height="282" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-DozWkkwsEec0KIM0FXgnNMqCln-uVMm5DpmVezWXVUrg8GEXe5nTX8IpD6RMJZRiWad3e9qXKzThqvs0hWtL6d5jKto63Sm0UUpC5hi5jBh22cILcAF_wIkmbjINEq0tcpY3Z35CM98p6fXn8IszgQzUHtxe0NR2a_ruGaKcNwVJDfyHqUjmS_ZQ/s320/MARTA%20SANZ.jpg" width="320" /></a></div><br /> Mañana miércoles 22 de junio a las 19h nos vemos con Marta Sanz y Juan Marqués en "Conversaciones en La Aljafería"<p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-9071683219300353192022-06-16T09:00:00.002+02:002022-06-16T09:00:19.324+02:00CELEBRAMOS HOY JUEVES 16 DE JUNIO EL BLOOMSDAY EN SEDE DE GRUPO SAN VALERO, PLAZA DE SANTA CRUZ, S/N<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_vDOLXMFCEFVfkZ8V18Rqyrkb8q1LTvTZ-u6HVLffQYLRHApkWNPz5yOP5awRr_0HkkR09BGKBHvU8_uV2nZfmdLQZjfgmGk_AvDJ1xgYDjjHiS9lrj2W-FgbbZRgDWB66ZEmmij7uvEoeV63qtTUeuuhyB99NqG9_QxTQH0TSUZIQtht0_55QudM/s640/cartel-bloomsday-2022.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_vDOLXMFCEFVfkZ8V18Rqyrkb8q1LTvTZ-u6HVLffQYLRHApkWNPz5yOP5awRr_0HkkR09BGKBHvU8_uV2nZfmdLQZjfgmGk_AvDJ1xgYDjjHiS9lrj2W-FgbbZRgDWB66ZEmmij7uvEoeV63qtTUeuuhyB99NqG9_QxTQH0TSUZIQtht0_55QudM/s320/cartel-bloomsday-2022.webp" width="320" /></a></div><br /><span style="background-color: white;">Hoy jueves</span><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;"> 16 de junio y en Zaragoza va a ocurrir una buena noticia. Vuelve la celebración del Bloomsday de forma presencial. El grupo músico-vocal Celtic Airs regresa a los escenarios en el año del centenario de la publicación del</span><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;"> </span><em style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Ulises</em><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;"> </span><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;">de James Joyce, la novela que alumbró la narrativa contemporánea. La cita es el</span><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;"> </span><strong style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">16 de junio </strong><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;">a las</span><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;"> </span><strong style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">20:00 horas</strong><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;"> </span><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;">en el Salón de Actos del</span><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;"> </span><strong style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Palacio de Santa Cruz </strong><span style="background-color: white; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px;">(nueva sede del Grupo San Valero), en la Plaza Sta. Cruz, s/n, en el casco histórico de Zaragoza. Yo que vosotros no me lo perdería.</span><p></p><h2 style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; clear: both; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-weight: normal; line-height: 1.5em; margin: 0px 0px 20px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="background: transparent; border: 0px; color: green; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Bloomsday Zaragoza 2022: “Cien años de Ulises”</span></strong></h2><p data-adtags-visited="true" style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Desde 1954, Dublín celebra su “Bloomsday” cada 16 de junio y se rinde a Leopold Bloom, su más ilustre ciudadano, protagonista del “Ulises” de James Joyce, novela centenaria. La gente se viste de época, lee pasajes del libro y festeja la vida. La ciudad se detiene ante un evento especial. Ese 16 de junio, Bloom salió de su casa para evitar un conflicto con Molly, su esposa. Sin salir de Dublín, en un solo día hizo un periplo tan singular como el de Ulises hasta llegar a Ítaca.</p><p data-adtags-visited="true" style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="background: transparent; border: 0px; color: maroon; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">No es tan difícil leer “Ulises”: basta con no tomárselo demasiado en serio. Con este libro pasa como con la vida: si quieres entenderlo todo, te vuelves loco. Si no quieres leerlo, pero te pica la curiosidad, ven, que te lo contamos nosotros. Y te lo cantamos, además.</span></strong></p><p data-adtags-visited="true" style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Los miembros del grupo <strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Celtic Airs</strong> llevamos una década cantando y contando las letras inglesas del universo musical y literario. En nuestro Bloomsday aragonés combinamos canciones irlandesas y unas gotitas de buenas letras, siempre Joyce, quizá otros autores y autoras que han seguido su senda. Te explicamos qué dice el Ulises de Joyce acerca de la vida, el amor, la política, la inmigración, el exilio, la amistad, el desencanto, las palabras y otras nimiedades. Y mucha música: es la esencia de nuestro<span id="more-17019" style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"></span> espectáculo.</p><p data-adtags-visited="true" style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">La celebración del Bloomsday corre a cargo del grupo <strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Celtic Airs</strong>: Bárbara Arizti, Ana Hornero (Departamento de Filología Inglesa y Alemana, Universidad de Zaragoza), Jorge Sanz Barajas, Clara Lorente, Clara Mata, Alberto Miranda, Carlos Revuelto y Toño Pérez.</p><p data-adtags-visited="true" style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Os esperamos el jueves <strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">16 de junio a las 20:00 horas en el Salón de Actos del Palacio de Santa Cruz (nueva sede del Grupo San Valero), Plaza Sta. Cruz, s/n. </strong>Dirigido al público en general.</p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-86395192576502161052022-06-11T18:04:00.008+02:002022-06-11T18:04:54.284+02:00Mañana domingo 12 de junio estaré en la Feria del Libro de Zaragoza con "Volar alto"<p><span style="font-size: x-large;"> Mañana domingo 12 de junio estaré en la feria del libro de Zaragoza firmando la segunda edición de Volar alto, en la caseta 20, de 11 a 14h y de 18 a 21.30h. Os espero</span>.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjdyjFQ0v-m9I2fVPaixckW1eZUjs28PnGD3qvKi2AohV1qllQcLQlIdWKaN03tBbFaXaP1QebkdfNq2WZJZeyMScQ8Q60bJ4K6EJ5FCdGIYYrKmbw2JvDA7obBX-5dljUIgIBJ9o99bmLfZpxWPZeibqoKo1wxXyFI-z6NmlZ2xgQffPb2bTnBa0s/s810/WhatsApp%20Image%202022-06-10%20at%209.42.05%20AM.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="538" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjdyjFQ0v-m9I2fVPaixckW1eZUjs28PnGD3qvKi2AohV1qllQcLQlIdWKaN03tBbFaXaP1QebkdfNq2WZJZeyMScQ8Q60bJ4K6EJ5FCdGIYYrKmbw2JvDA7obBX-5dljUIgIBJ9o99bmLfZpxWPZeibqoKo1wxXyFI-z6NmlZ2xgQffPb2bTnBa0s/w426-h640/WhatsApp%20Image%202022-06-10%20at%209.42.05%20AM.jpeg" width="426" /></a></div><br /><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-49179005178378072222022-06-04T18:48:00.001+02:002022-06-04T18:48:08.724+02:00El miércoles 8 de junio nos vemos a las 18:30 con "Nombre de perro" de Elmer Mendoza (os incluyo reseñas)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb94FA5Ued7UnfNUCdtKWt3NPGZjZnl3e0rR_4e3-sEiG_Llu2C2zDaEISx5RBLce1mAvrJPJFI_aMqKUPj2T5mcKY-aQSvTWkhD64G-2OfW3ujDdFOu5yQTHFYE76OrfajR-191MsJs8634A87q28jTzKppYwWwqrLPlgSsj7sHRHgH_oYi-TuIPc/s627/elmer-mendoza.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="363" data-original-width="627" height="185" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhb94FA5Ued7UnfNUCdtKWt3NPGZjZnl3e0rR_4e3-sEiG_Llu2C2zDaEISx5RBLce1mAvrJPJFI_aMqKUPj2T5mcKY-aQSvTWkhD64G-2OfW3ujDdFOu5yQTHFYE76OrfajR-191MsJs8634A87q28jTzKppYwWwqrLPlgSsj7sHRHgH_oYi-TuIPc/s320/elmer-mendoza.jpg" width="320" /></a></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjohHurxEqxSGrhW-Fxqz62vBq3uFndcu1m0rlRo9dPMNqt-ikEda_m-Btv9SM5gsrqgKu-4yzh3WKOHFkUO16wGtn_xfKgkeA2aS3g5UdSEaiNQxyaobSI0d3Wgggm0sGFOkWUySuTDDuh3fx5BBJJJ4ivxXTUYmlInNHceleCvnBnfcaURwSNTyUq/s500/4168C1SDygL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="334" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjohHurxEqxSGrhW-Fxqz62vBq3uFndcu1m0rlRo9dPMNqt-ikEda_m-Btv9SM5gsrqgKu-4yzh3WKOHFkUO16wGtn_xfKgkeA2aS3g5UdSEaiNQxyaobSI0d3Wgggm0sGFOkWUySuTDDuh3fx5BBJJJ4ivxXTUYmlInNHceleCvnBnfcaURwSNTyUq/s320/4168C1SDygL.jpg" width="214" /></a></div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;"><b>EN REVISTA "OTRA PARTE"</b></span></div><div><br /></div><div>Nombre de perroÉlmer Mendoza</div><div>LITERATURA IBEROAMERICANA</div><div>Diajanida Hernández G.</div><div>“Yo quiero hacer una literatura de mi tiempo”. Ese deseo que ha expresado Élmer Mendoza (Culiacán, 1949) parece haberse cumplido. En sus libros ha retratado su tierra, su habla, su realidad: su tiempo. Y no solamente ha logrado apropiarse de un lugar (Sinaloa), de un presente violento y del lenguaje de la calle, sino también de una forma: el género negro.</div><div><br /></div><div>Después de Balas de plata (2008) y La prueba del ácido (2010), Nombre de perro es la tercera novela que cuenta las andanzas del “Zurdo” Mendieta. En esta entrega, el detective se moverá entre las redes del narcotráfico para ayudar a Samantha Valdés, jefa del Cartel del Pacífico, a encontrar al asesino de su pareja. En el camino, Mendieta se enfrentará a los rastros del pasado: su hijo Jason y Susana Luján, la madre del joven; el detective volverá al embarazoso vaivén del amor y se enfrentará al rol de padre (es decir, el lector conocerá su lado más vulnerable y desconocido). De esta forma, el autor profundiza en la psicología de Mendieta y le agrega unas pinceladas que no se veían en las novelas anteriores, abonando esa relación que se establece entre los lectores y los personajes de sagas, en la que progresivamente, con cada entrega, se va conociendo un poco más al héroe.</div><div><br /></div><div>Con Nombre de perro Mendoza también acentúa el trabajo con el lenguaje: de nuevo logra esa extraordinaria conjunción entre la norma culta del español y el habla callejera, y coloca aún más el peso de la narración en los diálogos. Pareciera que hay un intento de despojo, de ser más directo y ahorrativo en el uso de las descripciones. De hecho, el libro comienza en medio de una conversación entre dos de los personajes y ya en la primera página construye el ritmo y el tono que tendrá toda la novela e introduce en ellos al lector. El resultado es una narración vertiginosa, que no da tregua, con unas extraordinarias escenas de acción y una historia que nos mantendrá en vilo hasta la última línea.</div><div><br /></div><div>La literatura de Mendoza está llena de humor y de una mirada sensible que retrata una realidad violenta y móvil. Su escritura es ritmo y oralidad: la historia de este libro será escuchada por los lectores. En Nombre de perro, el maestro decanta una forma y un estilo para hacer la literatura de su tiempo: esa que retrata una cotidianeidad terrible y se adentra en los efectos que generan la violencia, el crimen y la política, y que en México se ha dado en llamar narcoliteratura.</div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;"><b>EN REVISTA "OTRO LUNES"</b></span></div><div><br /></div><div><div>Nombre de perro, de Élmer Mendoza</div><div>Sobre la novela homónima</div><div>ANDERS ESCRIBANO JAKOBSON</div><div>BLOG LUZ EN LO NEGRO</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Según palabras del Presidente de México, la “policía (es) incapaz, corrupta e impreparada”. Edgar Mendieta, el Zurdo, pertenece a la Policía Ministerial del Estado. Y trabaja en Culiacán, del estado de Sinaloa, lugar donde nació y vive. El Zurdo Mendieta a veces es incapaz, ya por razones externas, la mayoría, ya por razones internas, somos humanos; a veces es corrupto, las menos, pero a veces; y a veces no está preparado –pero no por falta de preparación– para lo que le va a venir, aunque lo vea venir, porque el elemento circunstancial, es decir, todo lo que le rodea es tan inestable como la nitroglicerina líquida, que en cualquier momento todo puede saltar por los aires, incluido él, incluso, él el primero.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Edgar Mendieta es un ser solitario, muy a su pesar, aunque más que solitario es un hombre que está solo y no es porque él lo quiera sino que es por lo que le pasa, por lo que le ocurre y que él no decide. La última novela donde aparece el Zurdo es Nombre de perro, que le vendría muy bien como apodo al mismo detective si no fuera porque es el apelativo del otro, del que se esconde y oculta, del que mata sin ser visto, del perseguido y demacrado, del agente invisible. Ya veremos.</div><div><br /></div><div>Antes de Nombre de perro, Élmer Mendoza, su autor –cuyas iniciales son las mismas que las del personaje, y no sólo las iniciales sino que los mismos rasgos físicos también son muy parecidos o similares, ese pelo de asterisco…–, ha publicado otras dos: Balas de plata y La prueba del ácido. En las tres el protagonista es el Zurdo, aunque comparte su preponderancia con dos más: el contenido y el continente, o mejor, la droga y el lenguaje de la droga, o mejor aún, el narco y el habla, o todavía más, la lengua del narcotráfico, de los narcos y de los que los combaten, que al fin y al cabo y sin remedio no deja de ser la misma, es la misma y ya no sé si estamos hablando de palabras o de acciones y ya no distingo muy bien si son dos o uno o una, la misma lengua mexicana, la que hablan y en la que se entienden aunque no se entiendan, aun siendo la misma.</div><div><br /></div><div>Y eso mismo es lo que le da su relevancia a las novelas de Mendoza y eso mismo las torna difíciles, porque no es fácil entrar en ellas, para poder hacerlo hay que empezar a entender esa lengua, como el que aprende un nuevo idioma y no sólo hay que entenderlo sino que después hay que hablarlo y hablarlo aún es algo más difícil y para hablarlo qué mejor enseñanza que entrar dentro de las tramas y sentirse uno más dentro de las novelas e intentar, eso sí, no saltar por los aires o no convertirse en colador, porque entonces ahí no más.</div><div><br /></div><div>Balas de plata se publicó en 2008, en ella aparece por primera vez el Zurdo Mendieta, y, junto a él, Gris Toledo, proveniente de Tránsito, su compañera. También estarán el comandante Briseño, su jefe, que como jefe estará y no estará con él, o compañeros como Moisés Pineda, el de narcóticos, con su Lamborghini.</div><div><br /></div><div>En esta novela el muerto, el primer muerto, es Bruno Canizales, personaje ambiguo que lo mismo se acuesta con ellas que con ellos –y no será el único en ser bisexual, ni en ésta ni en las siguientes–, muerto con una bala de plata. Y entre los sospechosos está la hija, Samantha Valdés, del jefe del Cártel del Pacífico, Marcelo Valdés. No sólo ella, también Paola Rodríguez, tan bella e inalcanzable que se mata a sí misma, o el bailarín Frank Aldana, al que van a buscar a Mazatlán. Y todo se enreda no sólo porque las muertes se multiplican, siendo algo habitual, y con las muertes, las mentiras y los tejemanejes, y los peligros, sino porque el Zurdo se enamora de la Goga, amiga de Samantha y de Mariana Kelly, la compañera de Samantha. Y cuando alguien se enamora deja de ver y de ahí el final.</div><div><br /></div><div>Con La prueba del ácido, del 2010, el Zurdo vuelve a caer, esta vez en un enamoramiento a distancia, más platónico que sexual, ya que la enamorada es Mayra Cabral de Melo o Roxana, su nombre de bailarina de streeptease, con la que se encontró en sus vacaciones, y que meses después aparecerá muerta. Con ella su compañera en el club Alexa, Yhajaira, Yolanda Estrada, también asesinada. Y el Zurdo es el encargado de encontrar a su asesino. Un Zurdo del que descubrimos que su terapia con el doctor Parra viene de algo que le pasó cuando tenía ocho años con un cura, el cura Bardominos, al que luego le dieron piso. Para ello, uno de los personajes clave de la novela, el gringo Leo McGiver, traficante de armas, será el desvelador del secreto que afecta al hermano de Mendieta, Enrique. Pero todo esto es paralelo a las pesquisas sobre el asesinato de Roxana y que envuelven a ciertas alturas políticas y financieras de Culiacán. Y si hablamos de ambas también hablamos de narcos, aquí Samantha, muerto su padre, se hace cargo del Cártel del Pacífico, y frente a la guerra declarada por el Presidente de México, los muertos se empiezan a contar por decenas al día, y para ello las armas se muestran imprescindibles.</div><div><br /></div><div>Acabamos con Nombre de perro, del 2012. Todo empieza con el acribillamiento en la consulta de un dentista, el doctor Manzo, y continuará con la muerte de algunos otros, pero aquí el asesinato en serie no es algo de un autor solitario como en otros lares, aquí tiene que ver con otro tipo de asesinos, que siempre van en grupo, en este caso el de la Tenia. Pero la trama paralela al final tiene mayor protagonismo, la del asesinato de la compañera de Samantha Valdés, Mariana Kelly, durante una reunión entre narcos para hacer frente a los ataques que vienen de la presidencia. Y será la propia Samantha la que pedirá al Zurdo que le devuelva algún que otro favor encontrando al asesino de Mariana.</div><div><br /></div><div>Mientras la vida personal del Zurdo da un vuelco, se encuentra en los días previos a la llegada de Santa Clos con un hjio, clavado a él, Jason, y a la madre de éste, Susana, con la que sólo se acostó una vez, hará dieciocho años. Y de nuevo –y no es la primera vez y por distintas causas y razones y de distintas formas– el Zurdo Mendieta cae. Aunque esperemos que se vuelva a levantar –como hasta ahora– para la próxima.</div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;"><b>EN BLOG SECRETODELECTURA.COM</b></span></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div>domingo, 1 de septiembre de 2013</div><div>Nombre de perro, de Elmer Mendoza</div><div>Nombre de perro es la tercera novela de una trilogía policiaca que tiene como protagonista a Edgar "El Zurdo" Mendieta, un policía bueno pero no tanto, pilo pero no tanto, sagaz aunque a ratos.</div><div><br /></div><div>Como en toda novela policiaca clásica, acá hay un crimen, un misterio por resolver, piezas que faltan y un investigador tratando de armar el rompecabezas.</div><div>El autor es de Sinaloa, México, y la novela tiene como trasfondo la "guerra contra el narcotráfico" y la guerra entre carteles. Mucho se ha hablado de la "colombianización" de México, con sus secuestros, masacres, sicarios, amenazas a periodistas, etc. y esta novela podría leerse como un capítulo más de esa "colombianización" ya que acá hace 20 años tuvimos nuestra sicaresca antioqueña, con Rosario Tijeras, La virgen de los sicarios, El pelaíto que no duró nada, No nacimos pa semilla, y otras.</div><div>Sin embargo, más allá de una radiografía de la violencia urbana del norte de México, esta novela también tiene valor por su propuesta narrativa: diálogos de ritmo vertiginoso, sin guiones, con distintas voces separadas apenas por comas, al "estilo Saramago". Un lenguaje lleno de jerga local en el que un lector colombiano puede entender palabras como "órale" o " chingada" pero debe esforzarse para comprender otras 50 ó 100 que aparecen en el libro.</div><div><br /></div><div>También hay historia de amor, sexo, balas. Podría perfectamente hacerse una película de esta novela muy urbana, muy contemporánea. Hay quienes dicen que un libro tiene la obligación de entretener, de no aburrir. Éste logra ese cometido.</div><div><br /></div><div>Las frases:</div><div>El alcohol es el único consejero que todo lo resuelve con dados.</div><div><br /></div><div>Tengo que llamar a Ortega para que me explique qué onda, ¿de qué habla un padre con su hijo, adónde lo invita, en qué lo orienta?</div><div><br /></div><div>Espero que traigas los de corazoncitos, Brigitte, son los que mejor te quedan. Me puse los que me regalaste en mi cumple, Alaincito, o sea: nada.</div><div><br /></div><div>Un hijo es un infierno, cabrón, te hace pagar todos tus pecados, los del pasado y los que vas a cometer dentro de cien años, pero sólo lo sabe el que lo tiene; y si son tres son tres infiernos, si no es que más.</div><div><br /></div><div>Cuando las novedades son las mismas, no hay novedad; eso le pareció: doce cadáveres en diversos puntos del estado, el Ejército patrullando, la policía atemorizada, los políticos declarando que no se preocuparan, que sólo jugaban a los vaqueros y el país ardiendo. Se hará costumbre, y las costumbres no inducen a reflexionar.</div><div><br /></div><div>En este tiempo todo es previsible, lo mismo la lluvia que una balacera o una boda.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>¿Los que prohibieron furmar pensarían en esta situación? Deben haber sido personas muy seguras de sí mismas, expulsó una nube de su boca, ¿cómo vivirían esta circunstancia? A lo mejor es gente sola, o que se casó joven, o que sólo piensa en el cáncer y le importa un carajo momentos como este en que no sabes si la muerte de Supermán te ha afectado o es la ausencia del Llanero Solitario.</div><div><br /></div><div>Un día quiero ser chef, otro modelo y al siguiente aeromoza, ¿y tú? Carpintero para tener un hijo Dios.</div><div><br /></div><div>El jefe lleva cargas que sólo él sabe y hay días en que le cuesta soportarlas, pero para eso es el jefe, para ser duro, experto en sufrir en silencio y firme en sus decisiones.</div><div><br /></div><div>Todo homicidio posee una historia que implica un misterio</div><div><br /></div><div>Si un asesino habla demasiado quiere humillar, tiene miedo o es un cínico.</div><div><br /></div><div>Toda venganza es absurda, pero la venganza por amor es una estupidez.</div></div></div><div><br /></div><div><br /></div><div><b><span style="font-size: x-large;">EN EL BLOG losdetectivesdeanapetrook.com</span></b></div><div><br /></div><div><div>ÉLMER MENDOZA: “BALAS DE PLATA”, “LA PRUEBA DEL ÁCIDO”, “NOMBRE DE PERRO”, “BESAR AL DETECTIVE”, “ASESINATO EN EL PARQUE SINALOA”, “ELLA ENTRÓ POR LA VENTANA DEL BAÑO”.</div><div> A.Petrook </div><div>Edgar, “el Zurdo” Mendieta</div><div><br /></div><div> </div><div>Élmer Mendoza (Culiacán, México, 1949) es el autor de la serie de Édgar, “el Zurdo” Mendieta, seis novelas policiacas mexicanas que presentan de forma vertiginosa pero ágil, violenta pero divertida, y muy crítica y cínica, el inevitable contubernio entre gobierno, políticos, policías, empresarios, narcos, contrabandistas de armas, extranjeros, que existe en el mercado de la droga. Como detective de la Policía Ministerial de la ciudad de Culiacán, “el Zurdo” Mendieta vive otra forma de acercamiento con los narcos, como si hubieran unos menos malos y otros malísimos, con la violencia como una realidad tan permanente como el calor sinaloense.</div><div><br /></div><div>“El Zurdo” es el protagonista de cinco novelas my negras o ¿narconovelas?: Balas de plata, (2008), La prueba del ácido (2010), Nombre de Perro (2012), Besar al detective (2015) y Asesinato en el Parque Sinaloa (2017), Ella entró por la ventana del baño (2021).</div><div><br /></div><div>Las “hasta ahora” cinco novelas de “el Zurdo” Mendieta, describen una realidad de Sinaloa, del noroeste de la República Mexicana y de nuestro país. Un estado rico en recursos naturales, especialmente marítimos, con una muy importante producción agrícola y con puertos turísticos de gran belleza. Pero más famoso por el llamado “Cartel de Sinaloa”, por su líder Joaquín Guzmán Loera, “el Chapo Guzmán”, por los inimaginables recursos de los narcos que atraen y retan cualquier forma de poder y de control, con las consecuencias inevitables de lucha de bandas rivales, la corrupción y por la fracasada llamada “guerra contra el narcotráfico” emprendida por el gobierno federal, mal concebida y peor ejecutada.</div><div><br /></div><div>El “Zurdo” Mendieta conoce mejor que nadie lo anterior; así como la intensa vida comercial, política, social y cultural de Culiacán, especialmente las mejores fondas y restaurantes para comer pescados y mariscos. Igual de solitario que de gregario, sueña con su Susana Luján y habla con su álter ego, siempre con un fondo musical de baladas, bandas y rock, y citando, al aire, a escritores o filósofos. Respetuoso y solidario con la agente Gris Toledo, con el Dr. Montaño, con su jefe Omar Jefe Briseño y con la fiel Ger.</div><div><br /></div><div>La reproducción de los vertiginosos ambientes se sustenta en los igualmente vertiginosos pero también extraordinarios diálogos, con varios interlocutores, recurso que sólo un escritor con un gran oficio puede transcribir. Frases veloces que pueden parecer confusas hasta que nos acostumbrarnos a una escritura que es al mismo tiempo el medio y la fiel representación del lenguaje de una violencia, digamos, “muy caliente”.</div><div><br /></div><div> </div><div><br /></div><div>Balas de plata</div><div>El abogado Bruno Canizales, hijo del político Hildegardo Canizales y miembro de una “Fraternidad Universal”, es asesinado. La investigación descubre que la bala que lo mató era de plata; que tenía relación con Samantha Valdés y con un bailarín Frank Aldana. Seguirán otras muertes con balas de plata y “encobijados”, pistas como dos zapatos, el chico de la bicicleta y muchos sospechosos que hacen que la investigación se vuelva difícil y confusa. Nos enteramos del pasado de Édgar y de los últimos días en un agradable entorno doméstico del creador de un imperio criminal, el ya anciano Marcelo Valdés, padre de la bellísima Samantha Valdés.</div><div><br /></div><div> </div><div><br /></div><div>La prueba del ácido</div><div>La novela empieza con el asesinato de Mayra Cabral de Melo a la que le cortaron un pezón. Parecía brasileña, pero era mexicana, “taibolera” y con una belleza espectacular como para hacer que políticos, empresarios, el padre del presidente de Estados Unidos y todos los que la conocieron, se enamoraran de ella, incluyendo a un Edgar Mendieta “demasiado pendejo y todavía un poco honesto”, según le confiesa a Samantha Valdés, la heredera del narco imperio sinaloense, “un perro que le ladra a la luna”. Vendrán otros asesinatos y la aparición de personajes involucrados con el narcotráfico como Leo McGiver, el contrabandista de todo lo inimaginable, queriendo ascender a narcotraficante; los narcos Dionisio de la Vega, Richi Bernal; Gandi Olmedo, el coleccionista de guitarras y surtidor de hummers; el político, Luis Ángel Meraz; el agente del FBI Peter Connolly y otros “gringos: Wim Harrison, el General Mitchell, el agente Donadl Smak, el coronel William Ellroy y el millonario Adán Carrasco.</div><div><br /></div><div>Nombre de perro</div><div> “…Jefe, nunca le he dicho, pero no sé rezar, ¿qué hacemos? Pásame el cuerno y toma tu pistola, vamos a salir, que esos cabrones sepan que hay placas, que no les tenemos miedo. ¿En serio? O sea que: nos la pelan. ¿Qué lenguaje es ese, agente Toledo? No pierdas la compostura y menos si vamos a morir…”</div><div><br /></div><div>En su tercera novela Élmer Mendoza / Édgar, el Zurdo, Mendieta, ya es un “narcodetective”, cada vez conoce mejor a los narcos y no duda en tener cierto acercamiento con ellos, si le conviene. Nosotros lectores, también lo conocemos mejor, sabemos cuándo es él el que habla en los diálogos, entramos a su casa, disfrutamos la comida que le prepara Ger, acompañamos a sus colaboradores a las compras navideñas y disfrutamos la ironía en las descripciones de los arreglos y los jingles navideños omnipresentes en una ciudad con temperaturas de cuarenta grados centígrados y donde la violencia es la realidad cotidiana. Y ya no es ficción. En el México de ahora la violencia supera la ficción de Mendoza/Mendieta, son más aterradoras las noticias de asesinatos y enfrentamientos relacionados con el narcotráfico que la novela.</div><div><br /></div><div>Nombre de perro es una novela de venganzas con varias historias que se irán encontrando hasta descubrir el crimen: asesinan a Mariana Kelly, la amante de Samantha Valdés. Un secretario de estado por recomendación del General Alvarado le solicita a Héctor Ugarte, quien padece de un cáncer terminal, se infiltre en una reunión de narcos que se va a realizar en Culiacán. Ugarte está casado con María Leyva y es padre de Francelia. Ugarte se apoya en otro narco el Turco Estrada. Aparece Susana Luján y Jasón, el hijo que tuvo con Édgar. El narco “Tenia Solium” que mata dentistas porque no le quitan el dolor de muelas y su hijo Valentillo son ejemplo de la desquiciada rivalidad de las bandas, en este caso con la banda de los Chúntaros.</div><div><br /></div><div>Besar al detective</div><div>“Algunos pensaban que la guerra contra el narco había llegado a su fin, pero los muertos seguían apareciendo”.</div><div><br /></div><div>Samantha Valdés ya es la “capisa”. Y en una emboscada es gravemente herida. Sus sicarios, Max Garcés, la hiena Wong y el hijo del “cacarizo” Long la protegen en el hospital Virgen Purísima de la ciudad de Culiacán donde está en calidad de detenida. Agentes policíacos de Culiacán, policías federales y el ejército vigilan. Samantha se entera que Frank Monge, el capo de Tijuana, “estaba detenido y según la Hiena Wong había pactado con el gobierno; incluso, aseguró que el plan era la detención de Valdés a toda costa y que, llegado el momento, el tijuanense declararía como testigo protegido. Más claro ni el agua: unos la querían muerta y otros tras las rejas”.</div><div><br /></div><div>Afortunadamente Héctor Belascoarán Shayne, el experto de la PGR, llega desde México a asesorar (y a prevenir) al detective, Édgar, el “Zurdo” Mendieta. Sin su compañera Gris Toledo, quien está preparando su boda, el “Zurdo” estaba a cargo del caso de la emboscada a la capisa y del asesinato del “adivino” Leopoldo Gámez.</div><div><br /></div><div>En una elegante oficina de la ciudad de México “una mano con tres dedos” había contratado a el “duende”: hay que matar a la capisa y al detective. En Culiacán, afuera del hospital, Ignacio Daut, el “piojo”, un conocido de la infancia de Mendieta, observaba a policías, federales y narcos cuando Samantha sale huyendo y provoca una balacera entre policías y narcos. El “piojo” presiente las intenciones del “duende”, lo mata y los sicarios de Samantha la meten en el Jetta de Mendieta. El comandante Briseño le ordena “te vas a esfumar. La Federal debe estar en tu casa y ya estás boletinado, tu foto está pasando a cada rato en la tele nacional”.</div><div><br /></div><div>Su destitución como detective y saberse perseguido por la policía no es lo peor. Susana Luján, la madre de su hijo Jasón quien estaba estudiando para policía en Los Ángeles, le avisa que está desparecido, la última vez se le vio con una joven pelirroja. Samantha le da todo su apoyo y viaja a Los Ángeles. Ahí, se reúne con su hermano Ernesto, con el “piojo” Daut y con Susana. No piden recompensa pero alguien le manda besos tronados por el teléfono celular. Se le aparece la agente del FBI Win Morrison: “¿Viene a Los Ángeles y no me busca, señor Mendieta? Mi ayuda para encontrar a su hijo a cambio de que nos entregue a Samantha Valdés. ¿Qué haría, entregaría a Samantha Valdés después de todo su apoyo y prometerle fidelidad? Está cabrón”.</div><div><br /></div><div>“Susana Luján le subió a la radio: No hay nada más difícil que vivir sin ti, sonó desgarrador el Buki, y el Zurdo trabado”.</div><div><br /></div><div> </div><div><br /></div><div>Asesinato en el parque Sinaloa</div><div>“Maté al pendejo de tu novio. ¿Escuchó bien o eran los whiskies ingeridos? Me pidieron que te avisara. El pistolero había cerrado la puerta tras él y Larissa lo miró atentamente”.</div><div><br /></div><div>Asesinato en el Parque Sinaloa de Elmer Mendoza empieza con el asesinato de “una mujer que tiene un novio estúpido y se convierte en amante de un narco poderoso”. El novio estúpido era hijo de Abel Sánchez, mentor y primera pareja del Édgar, el Zurdo, Mendieta. Lo habían matado en el Parque Sinaloa de la ciudad de Los Mochis. Mientras, en una de las casas del Grano Briz, el narco más importante de Los Mochis, está escondido el poderoso y famoso narcotraficante, “El Perro” Laveaga, “ Si Ya Saben Cómo Soy Para Qué Me Atrapan”, quien se había fugado del Penal de Barranca Plana. En su encierro, El Perro y el Grano beben whiskey, mandan a los sicarios, “cinco jóvenes dispuestos a morir por él, más el Minero y Valente”, por tacos o jóvenes prostitutas, hablan por teléfono con “Platino” y con “Titanio” y suspiran por sus mujeres. El perro Laveaga está intensamente “enculado” por la conductora de radio Daniela Ka, pero “Platino” le advierte, que esa relación pone en riesgo sus negociaciones con el gobierno.</div><div><br /></div><div>Después de haber salvado de la muerte y de la cárcel, a “Titanio”, Samantha Valdés, la jefa de jefes, la gran capiza del cártel del Pacífico, Edgar Mendieta había tenido que renunciar. Sumido en una severa depresión alcohólica, Abel Sánchez lo busca para pedirle que busque al asesino de su hijo, por lo que Mendieta le dice a su comandante Briseño que lo restituya para encargarse de la investigación.</div><div><br /></div><div>La llegada de Mendieta a Los Mochis con su fiel agente Gris Toledo hace que se pregunten:</div><div><br /></div><div>“…¿está la Ministerial participando con la Marina y la Policía Federal en la búsqueda del Perro Laveaga?”.</div><div><br /></div><div>Ella entró por la ventana del baño</div><div>“Hay días en que sería mejor ser transparente…”</div><div><br /></div><div>“—Como lo oyes, entró por la ventana del baño…”</div><div><br /></div><div> </div><div><br /></div><div>En Ella entró por la ventana del baño (2021) Edgar “el Zurdo” Mendieta trabaja en dos casos: como policía investiga el asesinato de un excomandante, perpetrado por un exmilitar que recién había sido liberado después de veintidos años de prisión. Por encargo de un hombre moribundo, busca a una bellísima pelirroja con la que el hombre había tenido un breve romance veinticuatro años atrás</div><div><br /></div><div>“Hay días en que sería mejor ser transparente, pensó Gerardo Manrique, excomandante de la policía Ministerial del estado de Sinaloa, luego de escuchar una amenaza en su celular que le caló hasta los huesos: Estás muerto Manrique, muerto y enterrado, pinche policía lame bolas”.</div><div><br /></div><div>Veintidos años atrás, el comandante Gerardo Manrique había arrestado a un militar, el capitán Sebastían Salcido, “el Siciliano”, cabecilla de un grupo de militares corruptos que controlaban el tráfico de cocaina de Vallarta a Arizona. Al salir de la cárcel veintidos años más tarde, encabezó un grupo de ex militares corruptos en la disputa por los territorios de la droga con la capiza del cártel del Pacífico Samantha Valdés. Al salir de prisión Sebastían Salcido mandó asesinar al hombre que lo había enviado a presión.</div><div><br /></div><div>—Como lo oyes, entró por la ventana del baño.</div><div><br /></div><div>En su cama del hospital Ángeles de Culiacán, esperando la muerte, Alejandro Favela de ochenta y seis años le pide a Mendieta un extraño favor: que localice a una mujer bellísima, pelirroja, que veinticuatro años antes entró al baño de su casa mientras él orinaba; esa noche él le había ofrecido que pasara la noche en su casa, y así se inició una relación de quince meses, los mejores de su vida. No sabía su nombre, cómo se llamaba, no sabía absolutamente nada de su vida.</div><div><br /></div><div>Mendieta reflexionó:</div><div><br /></div><div>“Es posible apreciar las fortalezas del más débil;… pero ¿qué se puede pensar de las debilidades del más fuerte? Sebastián Salcido quiere reunirse con la señora Davinia, ¿acaso es por la misma razón por la que Favela quiere tener un momento con la pelirroja?</div><div><br /></div><div>Sebastián Salcido, alias el Siciliano, era quizá el rival más fuerte, impío y poderoso que había enfrentado en su carrera. Un auténtico hijo de la chingada. ¿Cómo se vence a un bato así?</div><div><br /></div><div>Cuando comentan que estas batallas son más feroces que las de Medio Oriente tienen razón.</div><div><br /></div><div><br /></div></div><div><span style="font-size: x-large;"><b>EN EL BLOG VIENTREDECABRA.COM</b></span></div><div><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div><div>14 ABRIL, 2013 XALBADOR GARCÍA RESEÑAS</div><div>Nombre de perro de Élmer Mendoza, una novela que raspa la garganta*</div><div>“¿Por qué no termine mi carrera? Ahorita estaría valiendo madre en otra parte”. La reflexión es de Edgar, “El Zurdo”, Mendieta, protagonista de la trilogía —hasta el momento— que inició con Balas de plata, le siguió La prueba del ácido y ahora continúa Nombre de perro. Con estas tres novelas, Élmer Mendoza ha logrado tejer una obra narrativa inquietante de tan seductora, lúcida de tan agreste, alucinante de tan vertiginosa.</div><div><br /></div><div>8089621644_9da9601a09_oComo un afluente que se abre a cada momento, en cada una de ellas se nos va revelando quién es El Zurdo Mendieta: un tipo sensible que en algún momento estudió literatura, pero que no lo vuelve a hacer, como él mismo lo expresa; un policía de Culiacán que es testigo de cómo se va desmoronando la realidad; un agente con problemas psicológicos cuya raíz del caso remite a ciertos abusos infantiles por parte de un sacerdote, un conocedor de buenos vinos y amante de los mariscos y la gastronomía de altura, y por supuesto un apasionado del rock, pero que también disfruta de la tradición musical norteña: “soy un pobre venadito que habita la serranía”.</div><div><br /></div><div>Es Zurdo como los pichers que se dice tienen ventaja sobre los diestros, zurdo como Valenzuela, zurdo como los mejores peloteros. Saludos a Babe Ruth. Pero tampoco hay que olvidar la historia familiar de Mendita, ligada a la guerrilla de Sinaloa en los años setenta, que hace del Zurdo una metáfora, aunque velada e incluso demasiado sutil, sobre un coqueteo ideológico con las corrientes de izquierda. Este nexo conlleva una mirada hacia el pasado mexicano reciente, vuelta atrás que Élmer ya nos había propuesto en Un asesino solitario, pero sobre todo en El amante de Janis Joplin.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>Todo ello enmarcado en los cánones del género policiaco, siendo el más importante la develación del misterio que implica cualquier asesinato. Si en Balas de plata, El Zurdo tenía que resolver diversos homicidios que hacían guiños a la ficción de los hombres lobo y en La prueba del ácido los asesinatos tocaban las fibras más sensibles en cuanto a feminicidios se refiere, ahora en Nombre de perro los hechos parecen desbordarse hasta ponerle enfrente un reto donde venganza personal, redes del narco y crimen pasional se mezclan complicando el caso hasta las entrañas. Sea que tal vez en cada muerte se nos recuerda la absurda esterilidad de la vida, sea que al final todas las muertes son por amor, el misterio se agiganta en la novela. No hay que olvidar que hasta al diablo le gustan los cuentos hadas. Y es en este cruce de caminos, de pistas para develar el homicidio, donde la novela no teme profundizar sobre los claroscuros de la existencia, sobre los rincones que hermanan a todos los hombres, sobre esas tinieblas de sordidez, miedo y desdicha que apenas, si acaso, nos susurramos poco antes de dormir.</div><div><br /></div><div>En Nombre de perro un agente de élite, tal vez compañero de aquel Elvis Alezcano, cuyo nombre clave es “Guitarra de Hendrix” y que aparece en Efecto tequila (otra obra de Élmer), en Nombre de perro, decía, un agente de élite reflexiona sobre su pasado: “Se miró en el espejo. Caviló que había tenido una vida especial, que había hecho bien su trabajo, que dejó pocas promesas sin cumplir; mas cuando quería pensar que estaba listo para irse, se lo impedía un sentimiento de profundo temor; se negaba a admitir que el fin es cuando te llega la hora”.</div><div><br /></div><div>Y será este personaje escurridizo, que se mueve como fantasma en la novela, quien vaya labrando un camino alterno que alimenta la trama con diversas vicisitudes, acontecimientos que le inyectan a la narración el ritmo tan singular como atractivo de las novelas de Mendoza. El lector queda paralizado frente a la página, se cuestiona, se lamenta, ¿qué sigue?, ¿y éste quién es?, ¿para dónde me llevas, Zurdo?, ¿otra vez a comer al Quijote?, ¿y las chelas? También de dolor se mata. Siguiendo el sello de identidad de la narrativa de Élmer, los discursos se imbrican. Entonces los diálogos se fusionan, las ideas nacen en la misma línea, provocando que en ocasiones no se les pueda fácilmente endosar una paternidad palpable (¿quién dijo esto?), el narrador es una voz en off que aparece y se oculta, y las conciencias, en forma de monólogo interior, no dejan de reclamar su espacio. Hasta la partitura de la melodía clásica de El bueno, el malo y el feo, compuesta por Ennio Morricone, se expone para agudizar el suspenso mientras se narra: “El diablo Urquidez y el Chóper Tarriba entraron al restaurante caminando como vaqueros”:</div><div><br /></div><div>Se trata así de una riqueza en la prosa. El modo de narrar nos habla de un escritor que conoce perfectamente su oficio. No hay hilos sueltos, más bien la madeja se convierte en una marea descriptiva. Todos los discursos aparecen en un mismo nivel y se establece un diálogo fructífero que desemboca en una propuesta estética idónea para exponer el momento del país en el que se desarrolla la acción; es decir, una propuesta estética que da cuenta del caos que se padece actualmente en México por el conflicto del narcotráfico. Como telón de fondo, la lucha derivada de la venta de drogas está presente en las historias del Zurdo Mendieta. En Balas de plata el detective aún tuvo que lidiar con un capo todopoderoso, líder del Cártel de Pacífico, que había hecho un imperio, pero que al mismo tiempo construyó una ciudad y apoyó a los más necesitados de Culiacán.</div><div><br /></div><div>Ya en La prueba del ácido el investigador es testigo de la venta ilegal de armas cuando el gobierno mexicano declara al narco una guerra absurda, irresponsable, perversa; guerra que ha provocado una orgía de violencia que no cesa y en la que hasta la fecha no hay visos de solución. Y En nombre de perro se muestran las diversas caras del conflicto que ya no se libra tan sólo en dos frentes —gobierno contra cárteles—, sino que la lucha se da también entre los propios narcotraficantes, dejando a la población civil presa de una balacera eterna, y con ello, la muerte, el propio concepto de la muerte se ha prostituido. Ha dejado de valer, y cuando la muerte no tiene valor, la vida —su contracara— también extravía su importancia.</div><div><br /></div><div>En el prefacio a la novela autobiográfica La gran cruzada, del alemán Gustav Regler, Hemingway escribió: “La guerra civil española fue la etapa más feliz de nuestras vidas. Éramos enteramente felices porque cuando la gente moría parecía que su muerte tenía importancia y justificación”. Esto mismo nos ha sucedido en el país con la guerra del narco: la muerte se ha vuelto tan cotidiana, que la vida no significa ya nada. No es casualidad que luego de un cóctel de pulpo, camarón y harto chiltepín, El Zurdo Mendieta piense: “Cuando las novedades son las mismas, no hay novedad; eso le pareció: doce cadáveres en diversos puntos del estado, el Ejército patrullando, la policía atemorizada, los políticos declarando que no se preocuparan, que sólo jugaban a los vaqueros y el país ardiendo. Se hará costumbre, y las costumbres no inducen a reflexionar”.</div><div><br /></div><div>Por eso también Samantha Valdez, la nueva líder del Cártel del Golfo, expresa: “Lo nuestro es un negocio, no una industria del crimen, si el presidente insiste todos los días en que es una guerra y ya varios mordieron el anzuelo, nosotros no lo haremos”. Es ella quien le pide al detective le ayude a esclarecer un crimen, el más doloroso de los crímenes porque ha muerto una mujer, y le dice: “Pierdes un hombre, Zurdo, y la vas pasando, escuchas canciones melosas y ya, pero perder una mujer es perder un pedazo de uno mismo, un pedazo muy grande”.</div><div><br /></div><div>Y eso lo sabe muy bien Mendieta, El Zurdo, no por nada se enamoró de Susana Luján, mujer que cuando la vio por primera vez “había cuatro lunas. Una para cada capital del mundo”. Mujer con la que procreó a un hijo y que en esta nueva aventura le presenta al detective un reto inesperado, como se lo explica el perito Ortega: “Un hijo es un infierno, cabrón, te hace pagar todos tus pecados, los del pasado y los que vas a cometer durante cien años, pero sólo lo sabe el que lo tiene; y si son tres son tres infiernos, si no es que más. […] Y si le prestas el carro hay que darle para los condones, pinches muchachos no se conforman con agasajar, siempre quieren mojhar la brocha y les vale madre el pedo de los embarazos”.</div><div><br /></div><div>Pero que nadie se confunda, Nombre de perro no es una novela sobre el narco, más bien se trata de una obra que, como todas las buenas novelas, rastrea las pasiones y los dolores humanos bajo el velo del misterio. Es una novela que sangra y cautiva, que raspa la garganta y apuntala la conciencia, una novela que duele y hermana porque, al igual que El Zurdo Mendieta, quienes hemos deambulado por los pasillos del dolor, sabemos “que la soledad mata más que el cáncer”.</div><div><br /></div><div><br /></div><div>*Texto leído en la presentación de la novela Nombre de perro en la ciudad de San Luis Potosí</div></div><div><br /></div><div><span style="font-size: x-large;"><b>EN EL PAÍS</b></span></div><div><br /></div><div><br /></div><div><div>EL PAÍS EN LA FIL DE GUADALAJARA 2012</div><div>Élmer Mendoza: “La narcoliteratura no es oportunista”</div><div>El autor de 'Nombre de perro' defiende el compromiso social del género y arremete contra la guerra de Calderón</div><div>L. PRADOS</div><div>Guadalajara (México) - 26 NOV 2012 - 20:44 CET</div><div>9</div><div>Elmer Mendoza.</div><div>Elmer Mendoza.</div><div>SAÚL RUIZ</div><div>El Zurdo Mendieta ha vuelto. El detective tiene esta vez que resolver el caso de una mujer que busca venganza por la muerte de su amante y para ello deberá sumergirse en la guerra contra el narco, esa tragedia diaria de la realidad mexicana en los últimos seis años que como dice su creador, el escritor Élmer Mendoza (Culiacán, 1949), solo ha servido para “crear enconos inconcebibles y exacerbar la violencia de las bandas”. Mendoza presentó el domingo por la noche en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara su última novela, Nombre de perro (Tusquets), llamado a ser otro hito de la narcoliteratura, un género del que es padre por derecho propio.</div><div><br /></div><div>Travieso, de hablar suave y actitud inocente, Mendoza rechaza que la narcoliteratura se esté convirtiendo en un género para oportunistas. Al contrario, para el autor de Balas de plata y La prueba del ácido, se trata de novelas que restituyen la verdad en toda su complejidad social. “Es una estética de la violencia que se está dando en el cine y la música pero también en la ópera, la danza, las artes plásticas y el teatro. Es todo un movimiento, no es oportunismo. Es como descubrir una veta de metales: habrá quien saque las mejores pepitas y quienes solo rasquen. Me gusta la palabra narcoliteratura porque los que estamos comprometidos con este registro estético de novela social tenemos las pelotas para escribir sobre ello porque crecimos allí y sabemos de qué hablamos”.</div><div><br /></div><div>Acaba el sexenio del presidente Felipe Calderón con su reguero de más 60.000 muertos asociados al combate contra el crimen organizado. El próximo sábado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) volverá al poder de la mano de Enrique Peña Nieto. El novelista no perdona los llamados “daños colaterales” de la etapa que termina: “Comparto la indignación de los 50 millones de mexicanos sometidos a la angustia de ver al Ejército en sus calles. En mi ciudad jamás había estallado una bomba y más de 60 policías fueron asesinados. La guerra contra el narco creó terror y una atmósfera de desconfianza. Dicen que la van ganando, pero la guerra no afectó a las actividades principales de las bandas. Todos tenemos la esperanza de que se acabe esta guerra, por eso voté al PRI, porque queremos recorrer las calles sin ir mirándonos la espalda”.</div><div><br /></div><div>Hombre del norte, de la frontera, Mendoza se explaya contra la guerra de Calderón. “Alteró mi mundo, se rompieron los códigos. En el norte estábamos acostumbrados a los traficantes. Los sicarios son siempre indeseables, siempre están fuera de sí. Los narcos quieren que se les note, que las chicas guapas se fijen en ellos, quieren convertirse en héroes. El sicario siempre mira de abajo arriba, no tiene esa opción”. Y también contra la lacerante desigualdad de México: “Tenemos casi 60 millones de pobres. La pobreza es la mayor derrota de un país. Nuestros jóvenes no tienen sueños. Cuando pregunto a mis alumnos donde quieren estar dentro de 50 años no lo saben, no tienen proyecto de vida”.</div><div><br /></div><div>Élmer Mendoza iba para ingeniero y empezó a publicar tarde, a los 50 años, pero desde los 28 supo que sería escritor y empezó a estudiar Literatura en la UNAM. “Siempre fui un acomplejado para arriba”, dice riéndose de sí mismo. “Era feo, pero era el único de mis amigos que se atrevía a hablarle a la chica que nos gustaba y si me ponía a entrenar para atleta pensaba en ir a los Juegos Olímpicos. Si no fuera escritor, me hubiera gustado ser científico y ganar el premio Nobel”. Cuando empezó a escribir no pensaba dedicarse a la violencia. Su primer proyecto literario tenía que ver con la guerrilla, pero su ilusión era y es crear una novela de ciencia ficción. “He hecho siete intentos y he fracasado, pero la tengo que hacer”.</div><div><br /></div><div>¿Tiene ya la trama? “Sería una novela de anticipación del futuro. Ocurre en Culiacán dentro de cien años. No hay comida ni agua y miles de autos se acumulan en el centro de la ciudad. Hay acaparadores de alimentos, controladores de la escasez y un proyecto científico para reducir la talla de la gente…, pero no me sale”, concluye entre bromas.</div><div><br /></div><div>Edgar el zurdo Mendieta vuelve con una nueva historia, con su picaresca, su sarcasmo y su habla popular, pero sobre todo vuelve el estilo de Elmer Mendoza. “Un autor no depende de las tramas pero sí de un estilo, y cuando agarras uno no puedes dejarlo. Yo creo que lo conseguí”.</div></div><div> </div><div><br /></div><p><br /> </p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-49260283646996235172022-04-25T19:13:00.000+02:002022-04-25T19:13:53.549+02:00EL MIÉRCOLES 4 DE MAYO A LAS 18:30h, SANTIAGO RONCAGLIOLO Y "LÍBRANOS DEL MAL"<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhH2L446DIG-77u6Rc6VM1Zt8x1aJOMIi3F6lb3pN4j4eWFRbJIqnqIuDGhDBRwE7K36Le0KBiznPTO7fOJ_umoJYu-o_KXsQfX6h6c3qqxMHzBF-UEGAxbFSEL8oTx35IodDlgZx09vCp_2NQcmBPz73QC_6X1_N68B8VSuXvBbf3z5lhy9Pi64S20/s1920/XQN5YVUPJBE75IAS7JVUISXXHM.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1080" data-original-width="1920" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhH2L446DIG-77u6Rc6VM1Zt8x1aJOMIi3F6lb3pN4j4eWFRbJIqnqIuDGhDBRwE7K36Le0KBiznPTO7fOJ_umoJYu-o_KXsQfX6h6c3qqxMHzBF-UEGAxbFSEL8oTx35IodDlgZx09vCp_2NQcmBPz73QC_6X1_N68B8VSuXvBbf3z5lhy9Pi64S20/w400-h225/XQN5YVUPJBE75IAS7JVUISXXHM.jpg" width="400" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">El miércoles 4 de mayo nos encontraremos a las 18.30h para comentar "Y líbranos del mal", de Santiago Roncagliolo.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Os incluimos algunas reseñas que os puedan ayudar a la lectura:</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b>EN LA NACIÓN (ARGENTINA)</b></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both;">Reseña: Y líbranos del mal, de Santiago Roncagliolo</div><div class="separator" style="clear: both;">Un viaje de retorno que es un descenso al infierno</div><div class="separator" style="clear: both;">18 de septiembre de 2021</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Mariano Vespa</div><div class="separator" style="clear: both;">PARA LA NACION</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Cuando Raymond Carver le comunicó el deseo de convertirse en escritor, su padre fue tajante: “Escribe sobre cosas que sepas. Escribe sobre esas excursiones a pescar que hacíamos”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Las fisuras en el núcleo familiar, más que un tema, han constituido históricamente una constelación por donde viajan los artificios literarios. En Y líbranos del mal, sexta novela del peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975), una escena clave, abisal, sucede al promediar la historia: Jimmy, el protagonista, cumple dieciocho años y en lugar de organizar un festejo, es invitado por su padre a pescar a la vera del río Hudson, en Nueva York. En esa intimidad, Jimmy intenta confrontarlo para entender las sombras de su pasado –en Perú– pero solo logra alimentar su silencio.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sebastián Verástegui se entera de la enfermedad de su madre, que reside en Lima, pero en vez de viajar envía a su hijo. Desde que se ha mudado con su familia a Brooklyn, donde administra una catedral, no ha vuelto a su tierra natal. Mientras se hace cargo del cuidado de su abuela, Jimmy, el hijo, transmuta el enojo adolescente hacia la necesidad de entender por qué la figura de Sebastián reviste una estela non grata. El trasfondo, se anuncia en las primeras páginas del libro, tiene que ver con abusos cometidos por representantes del clero. Roncagliolo reconstruye el caso del Sodalicio de Vida Cristiana, una especie de secta que cooptaba jóvenes para enfrentarse al movimiento de la Teología de la Liberación, “caballo de Troya del demonio”, como diría el líder de la organización en la novela.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Y libranos del mal preanuncia una trama alrededor del misterio y de la complejidad, quizás impía o resiliente de sus personajes, pero, en el despliegue de una narración prolija y rectilínea, ese acercamiento poco a poco se desvanece. En el desarrollo de los tres capítulos, estructurados como una invocación a la Santísima Trinidad, no cae en la denuncia, pero tampoco se detiene demasiado en la psicología de las víctimas y los abusadores.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En las páginas de agradecimientos, el autor de Abril rojo –ganadora en 2006 del Premio Alfaguara–, también guionista, cuenta que organizó su trabajo a partir de conversaciones y de la influencia de otros productos narrativos recientes como Examen de conciencia (de Netflix) o el podcast de Radio Ambulante “Detrás del muro”, que permiten “echar luz a la oscuridad”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Muchas veces, encontrar el corolario de un libro es una forma de subsumirse a los requerimientos del tema, algo que, incluso la Biblia nos dice que no es tan así: “Cuando esperaba el bien, entonces me vino el mal; y cuando esperaba la luz, vino la oscuridad”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b><span style="font-size: large;">EN "CINE Y LITERATURA" (COLOMBIA)</span></b></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">[Crítica] «Y líbranos del mal»: En la Lima horrible de Santiago Roncagliolo</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">PUBLICADO POR: CINE Y LITERATURA 13 MAYO, 2021</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Qué significa ser un inmigrante, cómo formamos nuestra identidad, cuál es la relación entre origen y lenguaje, y las sombras represoras de las dictaduras militares durante la década de 1970 en la historia de su país, son algunos de los temas que explora la nueva y lograda novela del imprescindible autor peruano.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Por Nicolás Poblete Pardo</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Publicado el 13.5.2021</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La última novela de Santiago Roncagliolo Y líbranos del mal (Seix Barral de Planeta, 2021) comienza con la noción de ficción, en el sentido de fabricación: “… quizá la única forma de contar los hechos verdaderos sea salpicarlos de palabras de mentira”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Esta advertencia frente a la narración que se viene, centrada en abusos cometidos bajo el amparo de la Iglesia Católica en Perú, sugiere también un acto de confesión, a la vez que denuncia. Roncagliolo escribe: “He cambiado los nombres de esta historia”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El contexto es el de una clase acomodada peruana, donde rigen la represión, el abuso y el encubrimiento. Esto lo vamos sabiendo de a poco; al principio vemos a una familia gringa, como cualquier otra, disfrutando de pizzas y más pizzas.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Aquí se revelan mezquindades como el arribismo, el oportunismo y el repudio hacia los orígenes propios. En Nueva York confluyen estos: “inmigrantes que se esmeraban por convertirse en auténticos neoyorquinos… llegaban a hablar su propio idioma nativo con acento”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Qué significa ser un inmigrante, cómo formamos nuestra identidad, cuál es la relación entre origen y lenguaje, son algunos de los temas que explora Y líbranos del mal. Nuestro lugar dentro de una constelación familiar también es una preocupación de la novela: ¿Es posible querer a seres despreciables, solo por el hecho de ser familia?</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"> </div><div class="separator" style="clear: both;">“Dios no existe”</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Jimmy (James) viaja a Perú para cuidar a su abuela, “Mama Tita”, representante de un catolicismo de derechas. A Jimmy le sorprende encontrar una biografía de Mussolini en la casa de la abuela, pero esta no manifiesta ningún remordimiento, tampoco pudor, por expresar su fascismo y racismo de manera abierta.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La empleada de la abuela, una devota y eterna presencia, Paquita, arroja luces sobre la conformación social de este tipo de familias, algo retratado genialmente por Josué Méndez en su película Dioses.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Así, el deterioro de Mamá Tita simboliza el colapso de una muralla de encubrimientos (lo blanco, europeo), y es que esta abuelita es también una caja de pandora con su propia toxicidad familiar; ella no tiene pelos en la lengua para exponer su postura política: “Lo que te gustaría a ti es que viviéramos como en Venezuela. O en Cuba. ¡Muriéndonos de hambre sin poder protestar!”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Para la abuela “los periodistas son todos unos comunistas”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Su hijo, Sebastián (padre de Jimmy), tiene visiones semejantes. Es bastante derechista (considera a Obama un peligro socialista), aun cuando sabemos que, en sus años mozos, “lo que de verdad le gustaba a Sebastián era el vandalismo. El ataque, de ser posible, en masa”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En la adolescencia, Sebastián llega a ser líder de un clan: “los pirañas de la clase alta, que no robaban para subsistir, sino por deporte”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Hay más matices: Jimmy cumple 18 años durante la novela y este rito de pasaje es saldado por Sebastián con una salida a pescar, y, aunque Jimmy intenta sonsacar verdades del pasado, la única prenda que suelta el padre gira en torno a su ilusión de haber querido ser sacerdote y de reconocer que “no estaba llamado por Dios”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Jimmy tiene acceso a otras fuentes de información en la investigación sobre su padre. Un personaje clave es el profesor Gabriel Furiase, con sus inspiradas exposiciones sobre temas religiosos, como el significado del dolor entre Cristo y Dios. Para Sebastián este catedrático surge como una alternativa a la paupérrima imagen paterna que él tiene de su propio padre, un impostor.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">“Dios no existe”, dice en voz alta Sebastián en la clase, en un intento de relación o de confrontación terapéutica. Roncagliolo también percibe como telón de fondo el aún presente fantasma de la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado en su novela.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El ambiente represor y reprimido flota sobre estos personajes, por eso hay una propuesta urgente en la denuncia de los abusos de los curas, el encubrimiento, y un repaso crítico al discurso que se esgrime para justificarlos.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"> </div><div class="separator" style="clear: both;">***</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><b><span style="font-size: large;">EN "MILENIO" (MÉXICO)</span></b></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Santiago Roncagliolo presenta su libro 'Y líbranos del mal': “Un descenso a los infiernos"”</div><div class="separator" style="clear: both;">Su libro más reciente, una reflexión sobre el clasismo; toca temas como el fanatismo religioso, el abuso de poder y la pederastia</div><div class="separator" style="clear: both;">Comparte esta noticia</div><div class="separator" style="clear: both;">Santiago Roncagliolo es un convencido de las similitudes entre México y Perú</div><div class="separator" style="clear: both;">LAS MÁS VISTAS</div><div class="separator" style="clear: both;">1</div><div class="separator" style="clear: both;">Samadhi Zendejas revela que recibió mensaje de Debanhi Escobar: "pedí porque estuviera bien"</div><div class="separator" style="clear: both;">2</div><div class="separator" style="clear: both;">Videos revelan que Debanhi entró sola al motel Nueva Castilla</div><div class="separator" style="clear: both;">3</div><div class="separator" style="clear: both;">SEP cambiará grados escolares por fases de aprendizaje; esto sabemos</div><div class="separator" style="clear: both;">4</div><div class="separator" style="clear: both;">Piden pastel de Mickey Mouse y el resultado los decepciona: "Una vulgaridad"</div><div class="separator" style="clear: both;">5</div><div class="separator" style="clear: both;">Peña ordenó el “pago” a Anaya, señala Lozoya</div><div class="separator" style="clear: both;">Enlaces PatrocinadosRecomendamos</div><div class="separator" style="clear: both;">¿Dientes torcidos? DrSmile busca 200 españoles para una consulta gratuita</div><div class="separator" style="clear: both;">Blog de los dientes</div><div class="separator" style="clear: both;">La belleza de la hija de Javier Bardem nos deja sin palabras</div><div class="separator" style="clear: both;">Miss Penny Stocks</div><div class="separator" style="clear: both;">por Taboola</div><div class="separator" style="clear: both;">Milenio Sitio #1 en México</div><div class="separator" style="clear: both;">Laberinto</div><div class="separator" style="clear: both;">JESÚS ALEJO SANTIAGO</div><div class="separator" style="clear: both;">Ciudad de México / 01.06.2021 03:38:39</div><div class="separator" style="clear: both;">Hay historias que no tienen nacionalidad, y el abuso sexual infantil ha sucedido en prácticamente todo el mundo, aun cuando el silencio prevalezca. Eso lo experimentó Santiago Roncagliolo, quien conoció de casos no por la prensa, sino porque estaban muy cerca, “en gente que yo conocía, que frecuento, familiares”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">“De repente, cuando se hace público el horror, descubro que he estado muy cerca de esas personas, porque todo estaba ocurriendo a mi alrededor, que es lo que más me sorprende: el silencio. Cómo es que esas cosas ocurrieron durante décadas y todos estábamos involucrados, en la medida en que nadie hablaba ni preguntaba al respecto”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Su manera de hablar al respecto es la novela Y líbranos del mal (Seix Barral, 2021), una reflexión sobre el tema, sobre el clasismo y la discriminación y, en particular, acerca del silencio en una clase social que, desde la perspectiva del escritor peruano, ya es una secta “que estaba separada de los demás grupos, pasando frente a los mendigos sin verse, fingiendo que ese mundo no existe. Y eso es lo que pasa con una secta: corta tus vínculos con el mundo exterior.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">“Había que echar luz ahí. Cada vez que hay algo que debemos guardar en silencio, es de eso de lo que debemos escribir. Se escriben columnas de opinión sobre las cosas que entiendes, pero escribes historias sobre las que no terminas de entender, te quedan misterios; en particular, el mal me parece el más grande de los misterios, porque nadie cree que sea malo. Me interesa esa exploración que nunca termina… en todos mis libros abordo el tema, y quedan asuntos que el lector resuelve de manera diferente”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Descenso a los infiernos</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Y líbranos del mal es un viaje a los orígenes, al tiempo de un descenso a los infiernos, cuando en ese recorrido se van apareciendo muchos de los secretos que definen la vida perfecta de una familia peruana, ya radicada en Estados Unidos, en especial del patriarca de la familia y el fanatismo religioso, el abuso de poder o la pederastia.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">“Es un personaje que no sabe vivir de otra manera. Es un católico, lo ha sido siempre, es lo único que entiende como comunidad, y me parece un personaje interesante, porque no sé decir si es un victimario o una víctima: es él quien habla de lo difícil que es separar las dos categorías. Lo que tiene, como todos los personajes de esta novela, son misterios que no puede revelar”.</div><div class="separator" style="clear: both;">Una mirada que no deja de ser la de alguien que se encuentra lejos de Perú, mas no de sociedades en las que prevalecen este tipo de problemas, en los que la clase alta, explica el escritor, se convierte en una verdadera secta con tal de no perder sus privilegios.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">”Soy un tipo al que en todos los países le dicen: vete a tu país. Yo mismo soy un extranjero en todas partes, y mis personajes siempre se sienten desencajados del mundo social, sienten que hay algo que no termina de funcionar, que no acaba de entrar en su comunidad, porque esa mirada es mía también, todos mis personajes son diferentes dentro de su entorno. Creo que todo lo que escribo es una defensa de lo diferente”, en palabras de Santiago Roncagliolo, quien en 2006 obtuvo el Premio Alfaguara de Novela.</div><div class="separator" style="clear: both;">Para el autor de novelas como Abril rojo, Memorias de una dama, Pudor o La noche de los alfileres, los individuos suelen (o solemos) vivir pensando que el malo es el otro y que, además, lo es 24 horas al día; por eso, “tratamos de entender en la ficción cómo podemos hacer cosas que no nos gustan”. </div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Vínculos entre México y Perú</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Roncagliolo es un convencido de las similitudes entre México y Perú, “pero a lo bestia”; lo bueno en México es mucho mejor y lo malo también es muchísimo peor. Los conflictos de clase, tanto en Perú como en México, vienen de haber sido las capitales de su imperio, sus dinámicas de poder son parecidas. Eso ha abonado en la existencia de una élite latinoamericana “y que esta sea católica”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="font-size: large;"><b>EN "EL CULTURAL" (SUPLEMENTO DE "EL ESPAÑOL")</b></span></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;">El mal según Roncagliolo</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Una novela sobre el pecado y la corrupción, calculada para que el tono no trasgreda lo que un lector medio considera “prestigioso”</div><div class="separator" style="clear: both;">2 agosto, 2021 </div><div class="separator" style="clear: both;">Nadal Suau</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Y líbranos del mal aborda los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica limeña, con ecos del escándalo similar que protagonizó el mexicano Marcial Maciel, como marco de interés social para una historia clásica de aprendizaje. Su protagonista Jimmy, hijo de un peruano emigrado a Nueva York, descubrirá el terrible pasado de su padre en un viaje al país de sus raíces. Culpa, salvación, perdón, fe, jerarquía y herencia familiar son los temas que vertebran un texto que aparenta tener claroscuros sin que sea cierto.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Para explicarme, acudamos a la página 184, en la que Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) reproduce este grafiti de una pared limeña: “Brenda está tremenda”. La rima tonta despierta mi imaginación: sospecho que es un recuerdo real del autor y que alude a Brenda Walsh, el personaje de Beverly Hills 90210. Si fuera así, cabría fechar la escena hacia 1993. ¿Lo ven ustedes plausible? A decir verdad, no sé si acierto con esta hipótesis o me estoy flipando locamente. Sin embargo, me aferro a ella porque es la primera vez desde que empecé el libro que he encontrado un elemento que no está explicado ni recalcado.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">"Y líbranos del mal" es una novela conservadora cuya mejor virtud es divulgar los abusos sexuales de la Iglesia limeña</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Dos ejemplos. En la 113, el narrador utiliza el verbo esculcar, de un fuerte sabor limeño. Buena, aunque no sutil, jugada: así, el lector adivina el cambio que está empezando a producirse en Jimmy, cuyo castellano había sido totalmente estándar hasta entonces. ¿De verdad deseamos que él mismo nos explique a continuación que eso exactamente lo que tenemos que inferir? Antes, en la 51, nos habla de “olor polvoriento”, “decoración cargada”, “sillones Voltaire” o “paisajes al óleo”. Elementos funcionales, fáciles de interpretar, acumulados para describir la casa de una abuela peruana. Sinceramente, después de esa enumeración dudo que necesitáramos este añadido: “Los adornos típicos de una persona mayor”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Este tipo de redundancias no son graves en una escena, o en dos o tres: una novela se puede sostener por encima de un cierto número de pasajes planos, sobre todo cuando aspira a cierta popularidad. Pero cuando es su pauta general, solo hay dos opciones: o el lector consiente en ser llevado de la mano con la pasividad de un cliente de resort (lo que es una opción legítima, por cierto), o se decepciona.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Como si fuera un guion (férreo) lleno de anotaciones para el encargado de su puesta en escena, Roncagliolo controla todos los mecanismos de montaje y estructura, solo que quedan demasiado expuestos para un ojo literariamente atento. Los diálogos, punto fuerte del autor, resultan artificiosos, protésicos. Pero lo más discutible es que Y líbranos del mal, con su atrezo religioso, es un poco deshonesta al pretender que la leamos como obra incómoda. No puedes serlo cuando te esfuerzas por desactivar cada zona de sombra con tus aclaraciones. Sí, la novela juega de boquilla las cartas del misterio, la ambigüedad y la crítica a las raíces hipócritas del mal, pero todo está calculado para que el tono no trasgreda lo que un lector medio considera “prestigioso” o “artístico”, pero tolerable.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En definitiva, una novela conservadora en forma y fondo, cuya mejor virtud es la divulgativa: trasluce un gran trabajo de documentación sobre el funcionamiento de la onda expansiva del abuso de poder y la paranoia represiva en los cultos sectarios.</div><div class="separator" style="clear: both;"><b><span style="font-size: large;"><br /></span></b></div><div class="separator" style="clear: both;"><b><span style="font-size: large;">EN "LA REPÚBLICA" (ECUADOR)</span></b></div></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><div class="separator" style="clear: both;">Santiago Roncagliolo presenta su novela «Líbranos del mal»</div><div class="separator" style="clear: both;">domingo 22 de agosto de 2021 Cultura</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Santiago Roncagliolo</div><div class="separator" style="clear: both;">TwitterFacebookMessengerWhatsAppPinterestLinkedInEmailPrint</div><div class="separator" style="clear: both;">Escribir obras que ahondan en temas incómodos sobre los que se prefiere guardar silencio es lo que hace el autor peruano Santiago Roncagliolo, y lo retoma en «Líbranos del mal«, novela que narra los abusos sexuales en una congregación religiosa y que ya fue amenazada con censura.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En «Líbranos del mal» (Seix Barral, 2021), que será presentada en la XVII edición de la Feria Internacional del Libro de Panamá (FIL 2021) que arranca este jueves y tiene a EE.UU como país invitado, Roncagliolo se adentra desde la ficción en una perturbadora trama basada en un caso real ocurrido en su natal Perú, según dijo a Efe el novelista.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La obra, que inicialmente una reconocida cadena de librerías en México se negó a vender por hablar de abusos dentro de la iglesia católica, trata de cuando Jimmy, un peruano a vive en el exterior, viaja a Perú y descubre que su padre estuvo involucrado en abusos sexuales a menores en una cofradía religiosa. Un secreto que estuvo largamente guardado bajo el manto del silencio.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El escritor dijo que no es el primero de sus libros que ha pasado por esta situación, que ha tenido «muchas censuras de diferentes modos» y que, incluso, ha recibido «amenazas de muerte en otras ocasiones».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«De algunos de esos episodios ni siquiera se me permite hablar. Supongo que trato temas incómodos, cosas de las que mucha gente -a menudo, gente poderosa- prefiere guardar en silencio. Pero es que esos son precisamente los temas que me interesan. Escribo para rasgar los silencios», expresó Roncagliolo (Lima, 1975).</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">También le sucedió esta situación con su libro «Memorias de una dama» (2009), censurado porque en una de sus líneas aparece Diana Medetti, que sería un personaje real de una influyente familia caribeña opuesta a que se publicara.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Reconoce que si se escribe novelas inquietantes y perturbadoras «no hay mayor elogio que decirte ‘tu novela es tan inquietante que no nos atrevemos a venderla'».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Pero destacó que en el caso de «‘Líbranos del mal’ había cosas más importantes en juego. El abuso ocurre porque se guarda silencio sobre ello. Contribuir con ese silencio es un problema social, mucho más serio que lo que me ocurra a mí».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El narrador peruano considera que los abusos son una «enfermedad del amor», que los realiza una persona que la víctima «ama», y en lo que por lo general además el abusador «se convence a sí mismo de que también ama a su víctima».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Asume que «mientras haya relaciones humanas íntimas, habrá un grupo dispuesto a convertirlas en algo monstruoso», pero no cree que sigan igual de imparables que antes, pues la sociedad está «mucho más alerta que nunca gracias a que se ha roto el muro de silencio que los ha amparado durante siglos. Por eso es importante escribir sobre ese tema».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">¿Qué puede haber en la mente de estos depredadores, violadores, qué es lo que puede impulsarlos a actuar de esta manera criminal?. Es lo que Roncagliolo gusta de explorar con su personaje Sebastián.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«Él (Sebastián) es un verdugo, pero también una víctima. Llega a la comunidad (religiosa) en busca de amor, del amor de un padre, y cree que eso es lo que encuentra. Y por lo tanto, cuando le toca dar amor, eso es lo que ofrece. Cuando no conoces el amor, lo confundes con cualquier cosa», afirmó.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La trama de esta novela está basada en un caso real que ocurrió en Perú y ya ha sido denunciado en otros libros «muy buenos», pero que al ser llevado a la ficción «apunta a otro lado, más allá del caso peruano, a la naturaleza humana».</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">«Explora las respuestas que no ofrece la realidad, que no se hallan en el periodismo o la confesión. Por eso, al leerlo, los mexicanos encuentran sus propios casos, y los españoles, y los chilenos», remarcó el novelista.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div></div></div><br /> <p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-72346510493612413072022-03-27T13:22:00.002+02:002022-03-27T13:22:35.502+02:00EL MIÉRCOLES 6 DE ABRIL A LAS 18.30 HABLAREMOS DE "VINDICTAS" CON JUAN CASAMAYOR Y SOCORRO VENEGAS<p> <br /><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRD_7LjTBdQxN7dTQIp9ILHROIjYex7jdPIYfJMARi3B3aTKZ422uSuKgkovoKeUCOSRDXNjjPh8IWWpgIykXMuo46vhp_lET_eczg0Qb2xBp2vBIICZvOoSaksSMgXMYuYyUaxC82l0rmwn4wO4BGOAnCwHF2w7GjBeu8UEx0NyqTmNZfAE2hkLTJ/s612/IMAGEN%20LIBRO.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="612" height="209" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRD_7LjTBdQxN7dTQIp9ILHROIjYex7jdPIYfJMARi3B3aTKZ422uSuKgkovoKeUCOSRDXNjjPh8IWWpgIykXMuo46vhp_lET_eczg0Qb2xBp2vBIICZvOoSaksSMgXMYuYyUaxC82l0rmwn4wO4BGOAnCwHF2w7GjBeu8UEx0NyqTmNZfAE2hkLTJ/w400-h209/IMAGEN%20LIBRO.jpg" width="400" /></a></div><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhixqqqqsuBkjVC9cKdFnTh0t9BX6ippdHZRgDJBzrPSvAzr1pa7gdSdMPo6BSVJTVBrY2E5cjYuzrDt8QlCQhdfsaHrJ9uij6HdFVwIsO-DJarMj34aSHkM0mORYEe9sYbMg3GFYZch8hr0kSFx4E0bkG3MOsL530IfNdi-wj68pcsxBo7ssLUJuvQ/s1024/Casamayor-Juan_lisbeth-Salas1-copia-683x1024.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="683" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhixqqqqsuBkjVC9cKdFnTh0t9BX6ippdHZRgDJBzrPSvAzr1pa7gdSdMPo6BSVJTVBrY2E5cjYuzrDt8QlCQhdfsaHrJ9uij6HdFVwIsO-DJarMj34aSHkM0mORYEe9sYbMg3GFYZch8hr0kSFx4E0bkG3MOsL530IfNdi-wj68pcsxBo7ssLUJuvQ/s320/Casamayor-Juan_lisbeth-Salas1-copia-683x1024.jpg" width="213" /></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyb-VX8wPsXPjhNv6Ud200vuwedso41kuzQyOcxjYQixQHdM3HYY_F3GJ1-NXlxRFIeWet9IEYJW0r3jxzwOOlEprWV9gY4pE0Fykz4_877y7miSwr2OXHwrUxQzQLWnArpcRXBu4L3MnxYDrqeMuSZOESCKEcOvFS29PXDcgmOkgguMs-Vun4GECI/s680/Socorro-Venegas-%C2%A9Isabel-Wagemann.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="680" data-original-width="570" height="249" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyb-VX8wPsXPjhNv6Ud200vuwedso41kuzQyOcxjYQixQHdM3HYY_F3GJ1-NXlxRFIeWet9IEYJW0r3jxzwOOlEprWV9gY4pE0Fykz4_877y7miSwr2OXHwrUxQzQLWnArpcRXBu4L3MnxYDrqeMuSZOESCKEcOvFS29PXDcgmOkgguMs-Vun4GECI/w209-h249/Socorro-Venegas-%C2%A9Isabel-Wagemann.jpg" width="209" /></a></div></div> El miércoles 6 de abril a las 18.30 os esperamos para compartir la lectura de la antología "Vindictas". Contaremos con la presencia de Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, y conexión telemática con Socorro Venegas desde Mexico D.F.<p></p><p>Os incluyo algunas reseñas del proyecto:</p><p>El dossier de prensa de la editorial:</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbckJNPHJMdsxFQi68Vu1RAlvRMeObIF_xjFZ4qogtv0mw7lF44YErgAvqs5Ttx7Oh537snGd4B22ypSKHi39j1HCXH_mt4FJ4Nu5UGcg6yL6o1W8wSSVm9Ij9Bc3awAL1p3WvSb3Jz_ACQTAxfkk7JNwLlMCAuIhHoEibKaSOZWzHFUAY1CTvog2G/s1755/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1755" data-original-width="1240" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbckJNPHJMdsxFQi68Vu1RAlvRMeObIF_xjFZ4qogtv0mw7lF44YErgAvqs5Ttx7Oh537snGd4B22ypSKHi39j1HCXH_mt4FJ4Nu5UGcg6yL6o1W8wSSVm9Ij9Bc3awAL1p3WvSb3Jz_ACQTAxfkk7JNwLlMCAuIhHoEibKaSOZWzHFUAY1CTvog2G/w453-h640/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0001.jpg" width="453" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP-NREIL5W3Q1cjaqqVSrL41snTH3TtCdLcFq_-KNiEqcSemSXJQ7EGLNCJQOBZiy-W0peS-ELen9q1i7A65uCm1RGsuv4Ok6AoDW5Vx0MByUazg1GqSsnZNQV3n-ipbOEXrX7C0me_kVJCmWSTV6qbNXuABfKAND9do2KAyEl1pv9_7F7L8MmhNq1/s1755/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0002.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1755" data-original-width="1240" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhP-NREIL5W3Q1cjaqqVSrL41snTH3TtCdLcFq_-KNiEqcSemSXJQ7EGLNCJQOBZiy-W0peS-ELen9q1i7A65uCm1RGsuv4Ok6AoDW5Vx0MByUazg1GqSsnZNQV3n-ipbOEXrX7C0me_kVJCmWSTV6qbNXuABfKAND9do2KAyEl1pv9_7F7L8MmhNq1/w452-h640/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0002.jpg" width="452" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVMFBMrDT1gfZCuch7S-YyLk7228q-wF3MwX5HzEvRAHPkoZ_ofHjJSZ4k-dzHF_-yWK_BlsjrcH912PWohWmRxdNWEMfGgpjgv7Xk_vLLrUrL9WvNJ81uyuh_Pdjebrx-fYkrm8bfcD54sD3lZn2FAuUClk5sVIPgyP5KLmI66S5GmtkRWiH5BiYt/s1755/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0003.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1755" data-original-width="1240" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVMFBMrDT1gfZCuch7S-YyLk7228q-wF3MwX5HzEvRAHPkoZ_ofHjJSZ4k-dzHF_-yWK_BlsjrcH912PWohWmRxdNWEMfGgpjgv7Xk_vLLrUrL9WvNJ81uyuh_Pdjebrx-fYkrm8bfcD54sD3lZn2FAuUClk5sVIPgyP5KLmI66S5GmtkRWiH5BiYt/w452-h640/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0003.jpg" width="452" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjr2oSJle6rMooHAZq63nNelHhQvhrNEJrFNsRG3tGAUaCi1x0SdA4GvxSmgTqlPmpfdbbs-DqsYCKRxrND3tx1edB-Pcj-WXskYQF2aq_W2kFmtRHHgBImRgMb8DhOJV1nyMXdzBAVgHElMA3_-ecwGQt32kJumXPQ39orqN1oDzdRpXtHJY3e4ja/s1755/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0004.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1755" data-original-width="1240" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjr2oSJle6rMooHAZq63nNelHhQvhrNEJrFNsRG3tGAUaCi1x0SdA4GvxSmgTqlPmpfdbbs-DqsYCKRxrND3tx1edB-Pcj-WXskYQF2aq_W2kFmtRHHgBImRgMb8DhOJV1nyMXdzBAVgHElMA3_-ecwGQt32kJumXPQ39orqN1oDzdRpXtHJY3e4ja/w452-h640/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0004.jpg" width="452" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUH63O48vAJL1vzDmI_ECTelJZqGuLw2KVdWQGvAgqzxkgZz5W2svZoK8piHQpN1T6biUZL25KQFXmvw1FzIIEmQpXOy06k8SDWkc24OJDCwtR8iU1vEHYotTZ5zrp-HCzx6G0NqOtMkf4F8hW4hjvZIGibTTFRXBgT2KF1zgKDPNVQsxGo1z-wgvC/s1755/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0005.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1755" data-original-width="1240" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUH63O48vAJL1vzDmI_ECTelJZqGuLw2KVdWQGvAgqzxkgZz5W2svZoK8piHQpN1T6biUZL25KQFXmvw1FzIIEmQpXOy06k8SDWkc24OJDCwtR8iU1vEHYotTZ5zrp-HCzx6G0NqOtMkf4F8hW4hjvZIGibTTFRXBgT2KF1zgKDPNVQsxGo1z-wgvC/w452-h640/1605196345DossierVindictas_2_pages-to-jpg-0005.jpg" width="452" /></a></div><br /><p>Enlace al <a href="http://www.vindictas.unam.mx/sitio/" target="_blank">PROYECTO EDITORIAL VINDICTAS</a> DE LA UNAM (UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MÉXICO)</p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;"><b>RESEÑA EN "EL CULTURAL"</b></span></p><p style="text-align: justify;">Nuria Azancot</p><p style="text-align: justify;">Vindictas (Páginas de Espuma) se desprende en realidad de la colección de novela y memoria del mismo nombre creada por la Universidad Nacional Autónoma de México el año pasado para rescatar la obra de autoras del siglo XX marginadas y desestimadas. Impulsado por Jorge Volpi, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, el proyecto global invita a releer el canon de la literatura latinoamericana y, según destacan los editores de este libro, Socorro Venegas (1972) y Juan Casamayor (1968), “busca el trazo de nuestro linaje literario, saber cuál es nuestra herencia, reconocer y reivindicar la obra de las escritoras que nos preceden y abrieron caminos a las autoras de hoy en día”.</p><p style="text-align: justify;">Por eso, en muchos casos han sido jóvenes escritoras como Mariana Enríquez, Samanta Schweblin, María Fernanda Ampuero, Gioconda Belli, Mayra Santos Febres, Guadalupe Nettel o Mónica Ojeda quienes han recomendado autoras y relatos olvidados, pero que de alguna manera les habían marcado como escritoras. Socorro Venegas llega a describir a muchas de las seleccionadas como “madres literarias” de las nuevas generaciones.</p><p style="text-align: justify;">Decamerón y tabla de salvación</p><p style="text-align: justify;">A la dificultad, pues, de localizar relatos que en algunos casos no se reeditaban desde mediados del siglo XX se unió la pandemia. Casamayor y Venegas comenzaron a leer muchos de los cuentos propuestos en 2019 pero no fue hasta febrero de este año cuando, a falta de viajes y cercanía, decidieron debatir semanalmente nombres, hallazgos y sorpresas, compartiendo “sensibilidades, geografías y literaturas. Ha sido simultáneamente una suerte de tabla de salvación personal y un decamerón literario que ha permitido optimizar la lectura, el estudio y la selección”.</p><p style="text-align: justify;">Quizá por eso, ahora confiesan que el mayor problema al que se enfrentaron fue “de orden filológico: la difícil accesibilidad a los textos. Abordar un proyecto de lectura profunda y sistemática a lo largo de varias décadas del siglo XX entrañaba buscar esos textos, los libros de las escritoras, muchos de los cuales aparecieron en ediciones de tiradas muy cortas o en editoriales que han desaparecido. Nos enfrentábamos a una invisibilización crónica que condicionó la falta de reediciones, la exigua bibliografía viva y disponible. Leer a escritoras es realizar un doble esfuerzo”.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Además, si toda antología es una historia de ausencias, una de escritoras lo es doble e incluso triplemente, al abordar zonas como Centroamérica, “una región particularmente difícil de explorar, un filón al que nos gustaría acercarnos mucho más. También quisiéramos profundizar en la literatura escrita por afrodescendientes y chicanas”.</p><p style="text-align: justify;">Por otro lado, conviene dejar claro que esta no es una antología en el sentido tradicional. No se trata de las veinte mejores narradoras de cada país, ni las veinte únicas: “Desde luego, Vindictas ofrece una muestra de lo que podemos encontrar si nos hacemos esta pregunta: ¿hemos leído los mejores cuentos latinoamericanos? El volumen apela a la curiosidad de los lectores para conocer la mirada de la otra mitad del mundo que no está representada en la mayoría de las antologías ni de los planes de estudio”.</p><p style="text-align: justify;">Porque, insisten ambos, es mucho, demasiado, lo que nos hemos perdido. La propia Venegas admite que mientras editaba Vindictas a menudo sentía una combinación de rabia y tristeza. “Sí, como escritora me hubiera gustado llegar antes a varias de estas narradoras con las que siento una afinidad tremenda. Pienso qué importante hubiera sido conversar con estas obras, relacionarlas con los clásicos consagrados del Boom, con Pedro Páramo… Somos lectores inacabados si ignoramos la obra de la mitad de los creadores de un continente entero. Todos perdemos”.</p><p style="text-align: justify;">De ahí que ambos coincidan en la necesidad de que una antología como esta no sea necesaria en el futuro. “Es extraño, qué fácil ha sido subestimar a las mujeres, confinarlas a la escritura de poesía o literatura para niños porque es lo que se permite a la sensibilidad femenina. Contra la borradura, contra el silenciamiento y su normalización hay que seguir trabajando, y eso toca a editores, libreros, lectores”, concluye Venegas.</p><p style="text-align: justify;">El primer paso podría ser este libro, que se abre con “Inmóvil sol secreto”, de la mexicana María Luisa Puga (1944-2004), cuya vida estuvo marcada por la errancia y la escasez. Aunque en 1983 su novela Pánico o peligro obtuvo el Premio Villaurrutia, uno de los más destacados del país azteca, prefirió vivir en una cabaña a orilla de lago Zirahuén, en Michoacán, pues “quería vivir en una pobreza voluntaria”.</p><p style="text-align: justify;">Tras ella vienen relatos de la hondureña Mimi Díaz Lozano (1928), la cubana Mirta Yáñez (1947), la ecuatoriana Gilda Holst (1952)… pero también de figuras reconocidas como la puertorriqueña Rosario Ferré (1938-2016) o de la chilena Marta Brunet (1897-1967) y de grandes olvidadas como la también poeta Mercedes Durand (San Salvador, 1933-1999) o la española María Luisa Elio (1926-2009), apenas recordada por ser una de las dos destinatarias de la dedicatoria de Cien años de soledad.</p><p style="text-align: justify;">Cuando se les pide a los antólogos que elijan su cuento favorito, no dudan demasiado. El de Socorro Venegas es uno “que me voló la cabeza”, “Cómplices de extraños juegos”, de la argentina María Luisa de Luján Campos. “En la antología es el único texto donde la narradora es una niña. El relato es de una densidad tremenda, la realidad se va desgajando, dando paso a otra, cada vez más oscura, y revela una mirada siniestra que acecha a la infancia, y lo original es que esa mirada es captada y devuelta por esa niña. El Misterio (sí, con mayúscula) es descifrable para ella”.</p><p style="text-align: justify;">Estar vivo es arder siempre</p><p style="text-align: justify;">Casamayor, en cambio, elige “La espera”, de Hilma Contreras, del que destaca que reúne muchos de los elementos que se han topado en diferentes escritoras: “abordar un tema apenas transitado y muy incómodo, la rápida reacción que genera una invisibilización social y literaria, el casi abandono de una escritura y el reconocimiento tardío (Hilma recibió con cerca de 90 años un Premio Nacional de Literatura de la República Dominicana no exento nuevamente de polémica)”. En cambio, el que más le sorprendió fue “El occiso” de la boliviana María Virginia Estenssoro. Al parecer, el libro donde se incluía este relato se agotó de inmediato por su escándalo al narrar una relación amorosa fuera del matrimonio y un aborto voluntario. Y destaca el editor: “La escritura es de una vanguardia para la década de los 30 que lo escandaloso es que este libro no sea un clásico absoluto de nuestro idioma”.</p><p style="text-align: justify;">Aunque, si de descubriemientos se trata, Venegas se inclina por “La sangre florecida”, de la paraguaya Susy Delgado. Más conocida por su poesía y sus traducciones al guaraní, aquí Delgado “nos abre la posibilidad de leer y escuchar en nuestro interior las palabras de una lengua originaria, y con ello viene la reflexión sobre esos ríos subterráneos de incalculable riqueza que son las lenguas originarias en Latinoamérica. Por otro lado, su texto muestra a personajes que en la vejez siguen asediados por el deseo, la crueldad, la necesidad de venganza. Es una manera de decir: esto no se acaba nunca, estar vivo es arder siempre”.</p><p style="text-align: justify;">Precisamente Susy Delgado (1949) recuerda su alegría cuando los editores le propusieron incluir su cuento en Vindictas, porque su trabajo como narradora ha tenido menos difusión y repercusión. Además, este relato forma parte de un volumen por el que siente algo muy especial, pues “tiene una dosis autobiográfica que convirtió su escritura en una catarsis tan dura como necesaria”.</p><p style="text-align: justify;">Más conocida también como poeta, la costarricense Magda Zavala (1951) aún no ha publicado ningún volumen de cuentos, pero sí figura en antologías poco convencionales. Académica universitaria, especialista en literatura centroamericana y gestora cultural, denuncia que al mismo tiempo que se dejaban al margen del canon a las escritoras de Vindictas, “se levantaba en América Latina otro de escritoras constituido por las que ajustan su estilo y temáticas a las necesidades del mercado editorial, y producen una literatura, en cierto modo, depurada para el consumo masivo. No aparece siempre allí de manera explícita, y sin atemperaciones lingüísticas, la violencia de género, la injusticia social endurecida con las mujeres, el racismo, el sexismo solapado, la privación de derechos humanos, como sí se muestran en esta antología”.</p><p style="text-align: justify;">A la hora de recomendar algunas piezas del libro, que confiesa haber leído “con emoción”, tras algunas dudas y vacilaciones acaba prefiriendo “Cuando las mujeres quieren a los hombres”, de Rosario Ferré, aunque menciona otros, por intensos o “por dar cuenta de zonas clave de nuestra humanidad latinoamericana, como el mestizaje y la transculturación”, aludidos en “La sangre florecida” de Susy Delgado, o “Barlovento”, de Marvel Moreno.</p><p style="text-align: justify;">Es el mismo que destaca la venezolana Silda Cordoliani (1953), ex gerente de la mítica editorial Monte Ávila Editores, que también comparte la admiración de otras antologadas por Gilda Holst, Ferré e Hilma Contreras, sin dejar de alabar “las sorpresas maravillosas de un primer encuentro, que han sido más: escritoras que apenas había oído mencionar o desconocía por completo y cuyos relatos me han impactado mucho, como los de Armonía Somers, María Luisa Luján de Campos o Magda Zavala”. Sin embargo, prefiere no mencionar un favorito porque, insiste, “cada uno de estos cuentos constituye una revelación, como literatura y como mirada femenina. Casi todos feroces, eso sí”</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">RESEÑA EN "EL FINANCIERO"</span></b></p><p style="text-align: justify;">Vindictas. Cuentistas latinoamericanas', la antología que exhuma a escritoras injustamente olvidadas</p><p style="text-align: justify;">La Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM publica este libro que saca a la luz cuentos escritos por 20 autoras marginadas.</p><p style="text-align: justify;">Por Alejandra Ojendimarzo 08, 2021 | 4:50 am hrs</p><p style="text-align: justify;">"Escritoras exhumando escritoras". Así ha descrito la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero labor que hay detrás de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, el libro más reciente de la colección Vindictas editada por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM.</p><p style="text-align: justify;">Vindictas es un esfuerzo editorial que busca recuperar y reivindicar a autoras latinoamericanas injustamente olvidadas, y que ha sido posible gracias a un empeño conjunto de escritoras de todo el continente por rastrear obras prácticamente inconseguibles de sus antecesoras.</p><p style="text-align: justify;">La colección toma su nombre del verbo latino vindico, que significa "vengar", "castigar", "entregar", "proteger", precisamente porque pretende "vengar" y "castigar" modelos que marginan, así como "proteger" a estas autoras y "entregar" sus libros a los lectores.</p><p style="text-align: justify;">"En el siglo XX prevaleció una mirada machista alrededor de la literatura, de lo que valía la pena publicar y leer. Si miramos, por ejemplo, un movimiento tan grande como el boom latinoamericano, no hubo una sola autora incluida, parecía absolutamente normal esa ausencia. Contra esa normalización, contra esa marginalización es que estamos publicando esta colección", afirma en entrevista Socorro Venegas, titular de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.</p><p style="text-align: justify;">Vindictas dio sus primeros frutos en 2019, con al publicación de las novelas El lugar donde crece la hierba, de Luisa Josefina Hernández; Minotauromaquia, de Tita Valencia; De ausencia, de María Luisa Mendoza; La cripta del espejo, de Marcela del Río, y En estado de memoria, de Tununa Mercado. Mientras que, a finales del 2020, aparecieron las novelas La octava maravilla, de Vlady Kociancich, y La ruta de su evasión de Yolanda Oreamuno, así como Cuentistas latinoamericanas. Este último reúne a 20 autoras, cada una de un país distinto.</p><p style="text-align: justify;">"Son autoras a las que no se lee en las escuelas, cuyos libros no están incluidos en los planes de estudio, que no se consiguen fácilmente ni en librerías ni en bibliotecas. Parecería que el lugar natural donde podríamos encontrar a estas escritoras es en las librerías de viejo, en las secciones de libros raros o en las colecciones de libros antiguos de las bibliotecas, como verdaderas rarezas, lo cual es parte de la injusticia", comenta Venegas sobre la antología.</p><p style="text-align: justify;">Para hacer posible este libro, la editora y escritora trabajó de la mano con casi cuarenta escritoras, críticas e investigadoras de diferentes rincones del continente; corresponsales que contribuyeron con nombres de autoras, así como con títulos de cuentos y de libros, entre las que se encuentran la mencionada Ampuero, Liliana Colanzi, Alejandra Costamagna, Mariana Enríquez, Claudia Hernández y Michelle Roche Rodríguez. La selección final, la función de antólogas, estuvo a cargo de Venegas y de Juan Casamayor, filólogo español y fundador de la editorial Páginas de Espuma, un referente en la publicación del género.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Las autoras incluidas en la antología son:</p><p style="text-align: justify;">María Luisa Puga, México</p><p style="text-align: justify;">MImí Díaz Lozano, Honduras</p><p style="text-align: justify;">Mirta Yáñez, Cuba</p><p style="text-align: justify;">Gilda Holst, Ecuador</p><p style="text-align: justify;">Marvel Moreno, Colombia</p><p style="text-align: justify;">Armonía Somers, Uruguay</p><p style="text-align: justify;">Mercedes Gordillo, Nicaragua</p><p style="text-align: justify;">María Luisa Elío, España</p><p style="text-align: justify;">Hilma Contreras, República Dominicana</p><p style="text-align: justify;">Susy Delgado, Paraguay</p><p style="text-align: justify;">Silda Cordoliani, Venezuela</p><p style="text-align: justify;">Rosario Ferré, Puerto Rico</p><p style="text-align: justify;">Pilar Dughi, Perú</p><p style="text-align: justify;">Magda Zavala, Costa Rica</p><p style="text-align: justify;">Ivonne Recinos Aquino, Guatemala</p><p style="text-align: justify;">Marta Brunet, Chile</p><p style="text-align: justify;">Bertalicia Peralta, Panamá</p><p style="text-align: justify;">María Luisa de Luján Campos, Argentina</p><p style="text-align: justify;">Mercedes Durand, El Salvador</p><p style="text-align: justify;">María Virginia Estenssoro, Bolivia</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">La directora general de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM explica que los criterios para elegir a las 20 escritoras que finalmente conforman la antología son estrictamente literarios: "No estamos publicándolas por hacerles un favor. Me he encontrado con lectores prejuiciados que piensan 'están publicándolas porque está de moda publicar autoras, porque una cuestión de cuota de género. Todos esos argumentos, absolutamente machistas, siguen reflejando a la sociedad heteropatriarcal en la que estamos viviendo. Cuando hablamos de cómo se trató de borrar y se marginalizó a las autoras del siglo pasado, estamos refiriéndonos a un hecho histórico".</p><p style="text-align: justify;">"Si se revisan las antologías de cuento más importantes del siglo pasado, parecería que no hubo escritoras, que no hubo cuentistas en Latinoamérica", agrega.</p><p style="text-align: justify;">De acuerdo con la también autora del libro de cuentos La memoria donde ardía (Páginas de Espuma, 2019), entre el 70 y el 80 por ciento de las autoras incluidas en Vindictas. Cuentistas latinoamericanas no son conocidas incluso para lectores especializados, para quienes estudiaron letras, han hecho crítica o historia de la literatura.</p><p style="text-align: justify;">Desestabilizar el canon de la literatura latinoamericana del siglo XX, es decir, poner en duda la historia que se nos ha contado de la literatura escrita en el continente, cuestionar si está completa sin la obra de estas cuentistas y del resto de las autoras que conforman la colección, ha sido uno más de los objetivos de Vindictas.</p><p style="text-align: justify;">"Es una ruta genealógica, una línea de sangre tras la que vamos para saber quiénes eran nuestras madres literarias y para honrarlas por todo lo que les debemos porque si hoy podemos escribir, publicar y seguir luchando por las grandes reivindicaciones de las mujeres se debe también a que ellas en su momento lucharon, quisieron abrir espacios, los abrieron", comenta Venegas sobre el espíritu de la colección, a la que próximamente se sumarán Diario del dolor de María Luisa Puga, con prólogo de Brenda Navarro, así como obras de poetas y ensayistas.</p><p style="text-align: justify;">No obstante esta labor de rescate, la editora es consciente de que hay una parte de todo esto que ya no es posible remediar. "Lo que ya no podemos recuperar es cuánta falta nos hicieron estas autoras cuando estábamos formándonos, construyéndonos como lectores, quizá como escritores. La única forma de reivindicarlas y de reparar esa ausencia, que es una especie de orfandad, es leerlas, ir a su encuentro, buscarlas, pedirle a los editores que las vuelvan a publicar; a los libreros, que pongan sus libros en las mesas de novedades, que los recomienden; a los bibliotecarios, que las incluyan en sus colecciones, para volver a poner sus libros en las manos de los lectores, que es donde siempre han debido estar. De esa forma podemos ir al menos completando un panorama del que habían sido borradas, para el que no existían".</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">ENTREVISTA EN INFOLIBRE.COM</span></b></p><p style="text-align: justify;">LOS DIABLOS AZULES</p><p style="text-align: justify;">'Vindictas', una defensa de las escritoras latinoamericanas contra el prejuicio machista</p><p style="text-align: justify;"> La UNAM recupera en su colección Vindictas obras injustamente olvidadas, y la antología del mismo nombre da a conocer cuentos de decenas de autoras</p><p style="text-align: justify;"> La escritora Socorro Venegas y el editor Juan Casamayor defienden el proyecto: "Necesitamos hacer un ejercicio interior de descolonizar la mirada"</p><p style="text-align: justify;">Carmen Peire</p><p style="text-align: justify;">8 de enero de 2021 05:00h</p><p style="text-align: justify;">Vindictas es un ambicioso proyecto literario, puesto en marcha por la Universidad Autónoma de México (UNAM), para rescatar trabajos de escritoras latinoamericanas. Ahora se publica en España una antología de cuentos con ese mismo objetivo, en coedición UNAM-Páginas de Espuma, a cargo de la escritora Socorro Venegas y el editor Juan Casamayor.</p><p style="text-align: justify;">Carmen Peire. ¿Cómo surge este proyecto de Vindictas?Vindictas</p><p style="text-align: justify;">Socorro Venegas.Nace en el corazón de la Universidad Nacional de México, la más grande de México y una de las más importantes de Hispanoamérica. Una iniciativa de la UNAM siempre es importante en la región y en el idioma. Desde un espacio que es formativo, que es el lugar de la crítica y la reflexión, estamos buscando llevar la mirada de los lectores hacia lo que injustamente se llevó a las orillas, marginalizando a escritoras. Comenzamos a trabajar el año pasado con la idea de rescatar la obra de escritoras latinoamericanas del siglo XX. Es un trabajo que iniciamos en el 2019. Y empezó por una novela que una joven y talentosa escritora, Ave Barrera, nos comentó que le resultó difícil encontrar y a partir de ahí reflexionamos sobre esta dificultad, la de encontrar autoras del siglo XX, escritoras que nos habían podido marcar, y no entendíamos por qué había que descubrirlas, por qué no podíamos tener acceso a ellas en forma más directa. Tuve varias conversaciones con escritoras nacidas en los ochenta. Era un momento en el que estaba muy activo el movimiento #MeToo, se extendía la marea verde desde Argentina y ya venía el movimiento potente de Las Tesis desde Chile. Fue como muy natural pensar: no solo se invisibilizó a Luisa Josefina Hernández, esto le ocurrió a más creadoras. Llegamos a otras reflexiones y empezamos a trabajar en el proyecto editorial, acotándolo al siglo XX. A partir de ahí, otras escritoras empezaron a recomendarnos autoras y novelas, ha sido una experiencia maravillosa conocerlas y leerlas. Tenemos ya siete novelas publicadas y es un proyecto con clara vocación latinoamericana. Decidí en esta colección, después de las conversaciones que tuve con las escritoras de los ochenta, que una narradora joven de esa generación presentara la novela rescatada con un texto que abre el libro. Así construimos un puente intergeneracional. Estas obras tienen una gran actualidad, siguen hablándonos, como la mejor literatura lo hace, de algo profundo; nos muestran el tesoro que está ahí, pese a que el sistema y las condiciones machistas consiguieron oscurecer sistemáticamente la visibilidad de estas obras. De este proyecto y metodología, que involucra otras miradas y otras experiencias de lecturas, se desprende la antología Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, sobre una idea del escritor Jorge Volpi que Juan Casamayor acogió con mucho entusiasmo. Me subí a una barquita virtual con Juan y hemos atravesado la pandemia rastreando por todo un continente.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Juan Casamayor. Jorge Volpi ha sido el muelle de esta idea desde la UNAM. La propuesta se hizo en el estand de la UNAM de la FIL de Guadalajara justo el año pasado. Cuando la UNAM te hace este ofrecimiento ya sabe que vas a decir que sí, porque es una oportunidad importante para una editorial independiente con una gran vocación latinoamericana, como es Páginas de Espuma. Socorro, además, es autora de la casa y yo conocía su capacidad lectora, que me ha unido mucho a ella. Hemos hablado sobre qué leíamos y ella me ha recomendado constantemente libros. Era, en definitiva, un reto maravilloso. Lo que no nos imaginábamos era que ese recorrido iba a ser una salvación en mitad de la pandemia, reuniones a través de Zoom, lecturas, investigaciones, leer semanalmente, intercambiar opiniones, dificultades, hablar de lo que nos iba llegando. Ha habido una red muy amplia de corresponsables, gente muy joven, muy preparada, con una inquietud ante una nómina de lecturas exclusivamente masculina, perpetuada bajo los mismos nombres. Esto genera un hartazgo y una curiosidad por profundizar. Ellas nos han entregado nombres y títulos, una luz, como subraya la ilustración de la portada. De ahí ha partido nuestra búsqueda, casi de arqueología, porque los libros o no están o no son fácilmente encontrables. Fueron tiradas muy pequeñas en editoriales muy frágiles. Se ha buscado también en librerías de viejo, en bibliotecas especializadas. Si un cuento de una autora nos interesaba, buscábamos su obra para leer y seleccionar. Así, decidimos que hubiera una escritora por país. Con el transcurso del trabajo, lo que fue un encargo de antología por parte de Jorge Volpi se fue diluyendo: el criterio de antologar fue sustituido por el de mostrar, abrir una puerta para empezar a descubrir toda esa mitad ignorada que no tenemos en nuestra lectura ni nuestra educación sentimental.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">CP. ¿Con cuántas autoras habéis trabajado para esta selección?</p><p style="text-align: justify;">JC. No menos de 150 o 200 autoras. Hemos comprado hasta únicas ediciones, aunque hayan quedado fuera, porque no podíamos incluir a todas.</p><p style="text-align: justify;">CP. ¿Qué criterios habéis seguido para ordenar el libro y las biografías del final?</p><p style="text-align: justify;">SV. Lo que parecía importante era no seguir un orden cronológico ni alfabético ni de geografía. Pensábamos en los lectores, que pudieran encontrarse con una lectura apasionante, como lo había sido para nosotros, con el mismo impacto que nos había producido. Explorar en las profundidades de los relatos, leerlos con emociones ambivalentes: por un lado, frustración por lo que te has perdido, algo irrecuperable, que ya no alcanzaste en el momento que hubiera sido fundamental para tu crecimiento como lectora o escritora. Pero ganaba el gozo de compartir, de decir: esto tiene que maravillar como lo ha hecho con nosotros. Yo pienso que lo armamos como yo hubiera armado un libro mío, concediéndole un ritmo, una cadencia a esa lectura, engarzando historias con temas que pudieran espejearse, historias que pudieran dialogar. Por ejemplo, el cuento de Rosario Ferré, un cuento de una desmesura que nos muestra lo mejor del barroco latinoamericano, ese cuento, donde encuentras a dos mujeres, a Isabel la Negra, tan dueña de su sexualidad, y a la otra Isabel que es como su némesis, y luego lees el cuento de Marvel Moreno, donde también vemos a una mujer que se va apropiando de su deseo, además comparten una exploración por las raíces africanas en Latinoamérica, pasas de emociones abrumadoras y de un territorio a otro, pero existen conexiones en esas historias. Las escritoras presentan personajes que van revelándose muy dueñas de sus cuerpos, de sus fluidos, de sus olores… No es tanto una antología para el ámbito académico, que funcionará para eso también, pero lo primero fue pensar en el lector y la lectora.</p><p style="text-align: justify;">CP. El libro se acompaña al final con una serie de biografías que no se ordenan con el criterio del libro. ¿Podéis explicar un poco cómo surgió el hacerlo de este modo?</p><p style="text-align: justify;">JC. En este caso fuimos más técnicos y utilizamos un orden alfabético. Socorro fue la que dio instrucciones para hacerlo. El trabajo de Víctor Cabrera es en sí una pieza literaria. Se podían haber hecho biografías similares, pero se ha hecho una valoración literaria singular para cada escritora y cada biografía es diferente a la anterior. Leído seguido parece que una escritora tiende la mano a la siguiente. Se puede leer como un ente autónomo. En las semblanzas de mujeres hay una tendencia a que marque la pauta algún accidente biográfico de las mismas. Por ejemplo, María Luisa Elío tiene un libro magnífico, Tiempos de llorar (qué pena no haberlo leído con 17 años), en cambio, al hablar de ella lo que se dice es que fue amiga de García Márquez. Huimos de eso.</p><p style="text-align: justify;">SV. Es muy necesario trascender lo anecdótico cuando hablamos de las escritoras. Todavía encontramos el rastro de chismes cuando se habla de ellas. Hace un par de años en la FIL de Guadalajara se presentó un libro de Elena Garro con una banda terrible: esposa de, amante de… Tal escritora se codeó con tal. Es como si ellos no se codearan, como si ellos no fueran sus maridos. Eso podría implicar a su vez otra cosa: que ellos no las leyeron. Podían ser sus amigos, sus amantes, pero no leerlas. El prejuicio perpetúa la visión de las mujeres que necesitan una tutela permanente. Uno de los objetivos de esta antología, más allá de encontrar lectores que disfruten, es que sirva para conocer y llegar a otras autoras, necesitamos hacer un ejercicio interior de desprejuiciar, descolonizar la mirada, desnudarla, es como empezar a leer por primera vez, sabiendo que la literatura la escriben hombres y mujeres.</p><p style="text-align: justify;">JC. Al hacer este tipo de antologías, nos encontramos con un discurso que te etiqueta con que procuras crear un espacio literario donde no lo había. Y esto es falso, porque sí lo había. Estas escritoras aquí recogidas no eran escritoras marginales de la periferia que no interesaban. Estaban en una posición sólida intelectual y literariamente hablando, se inventaban de la nada revistas literarias, trabajaban en el cine, tenían galerías de arte, doctoras algunas de ellas por la Sorbona, o por la UNAM, pero hay un momento en que se comete la fractura, se invisibiliza y se silencia el discurso y, cuando intentas mostrar estas opciones de lectura, las reacciones te responsabilizan de forzar la lectura, de crea un espacio lector donde no lo había, de volver a construir un canon a partir de la nada. Y contra esto hay que luchar porque esto no es cierto, no se parte de la nada. La pelea por lo tanto no es solo publicar el libro. La colección Vindictas me llamó la atención porque surgía en una universidad, un espacio para crear un espíritu crítico, un espacio para comunicar, un espacio que trabaja con gente joven. El proyecto puede profundizar e incluir a las escritoras en nuestro modelo lector. Vindictas es parte de un trabajo a desarrollar con medios de comunicación, organizadores de ferias del libro y festivales literarios, mundo universitario. Vindictas forma parte de todo este universo.</p><p style="text-align: justify;">CP. ¿Por qué el nombre de Vindictas?Vindictas</p><p style="text-align: justify;">SV. Cuando trabajábamos en la colección de novela y memoria en la UNAM buscábamos un nombre que fuera provocativo, poderoso, que al mismo tiempo nos diera una noción de esperanza, trabajar para que algo cambie. El nombre de la colección es fruto de una reflexión colectiva, con las escritoras Ave Barrera y Lola Horner. Al desarrollarse la colección se ha ido alimentando el significado de Vindictas, es un nombre muy generoso, significa vengar pero también proteger, resguardar. Resguardar la obra de estas escritoras y volver a ponerla en manos de lectores. Es una reivindicación. Es una tarea colectiva. Se necesita que el ecosistema del libro funcione para que esas escritoras, pensadoras, científicas, sean mejor conocidas. El que no se publique en las mismas condiciones que ellos no significa que la obra de ellas sea de menor calidad, significa que no hay condiciones de igualdad.</p><p style="text-align: justify;">JC. Conocí el nombre en el 2019, al inicio de la colección. Yo soy subjetivo, soy heredero de este nombre, que tiene un impacto sonoro fuerte, vindicar, reivindicar, pero a poco que se profundice, vindicare en latín significa muchas cosas, desde vengar hasta proteger. Tiene un gran arco semántico. Es lo que hay que hacer: vengarse de invisibilidades, de los silencios y proteger a estas voces para que se mantengan y sigan siendo leídas. Siempre cuesta más, denota más esfuerzo. Mientras yo buscaba como un topo en librerías de viejo primeras ediciones, Socorro hacía un trabajo sistemático con antologías. Todas tenían un elemento en común: no había escritoras.</p><p style="text-align: justify;">SV. No sé si es peor que haya ausencia de autoras en las antologías o la manera en que, en la mayoría de los casos, las incluyeron con un tono condescendiente, abriendo una especie de gueto para escritoras feministas, es como decir que se abre la puerta porque has protestado, no porque tu obra valga.</p><p style="text-align: justify;">CP. Hablemos de las ilustraciones que acompañan el libro y la portada.</p><p style="text-align: justify;">SV. El trabajo de Jimena Estíbaliz, la ilustradora, nos gustó muchísimo. Encontró el tono perfecto para traducir lo que significa este proyecto. Al finalizar cada cuento, lo mismo que al principio, hay mujeres que portan una luz. Representa el trabajo literario de estas escritoras y también el esfuerzo colectivo de mujeres que nos han ayudado a construir este libro y han traído de su acervo lector, de su memoria lectora, esa luz, que pasa de una mano a otra hasta encontrar a los lectores, y ellos mismos también pueden compartir sus hallazgos. Las ilustraciones nos muestran muy bien la metáfora de cómo trabajan las mujeres, cómo se tejen las redes, como puede haber este apoyo que es lo que hemos estado viviendo con esta colección: cómo podemos sostener nosotras una lucecita pasándola, compartiéndola y reconociendo un linaje literario. Antes de nosotras hubo escritoras que lucharon, trabajaron, que tuvieron muchas veces todo en su contra. Son caminos arduos en los que no estamos solas y no podemos pensarnos solas en adelante.</p><p style="text-align: justify;">CP. ¿Queréis comentar sobre algún cuento en concreto de los que haya en la antología?</p><p style="text-align: justify;">SV. Uno que me parece estremecedor es el de la chilena Marta Brunet, Soledad de la sangre. Para mí es una revelación esa autora, quiero leerla más, todo. Fíjate que cuando hablo con colegas de Chile la ubican muy bien. Es un fenómeno de escritoras conocidas en su país, pero no fuera. ¡Y son magníficas! Lo que me atrae mucho en este cuento es la exactitud de cada frase, un trabajo de orfebrería narrativa. Y esa exploración tan vigente alrededor de una mujer que se enfrenta sola a la sociedad patriarcal, la cual le asigna el único destino posible para ella, y cómo, desde lo más profundo, va naciendo en ella un grito que atraviesa este libro; cómo tiene que elegir entre la muerte o proteger un recuerdo precioso. Hay más de un grito recorriendo esta antología, todos terminan señalando la desigualdad en nuestras sociedades. No necesitamos que se legisle como una concesión, como un favor; no podemos estar inmersos en unas condiciones en que hay que pedir permiso para decidir sobre nuestros cuerpos.</p><p style="text-align: justify;">JC. Yo hablaría de un cuento que habla también de este grito y sobre la capacidad de decidir sobre el propio cuerpo. Tuvimos las mayores sorpresas literarias. Pensamos que era evidente encontrar buenas escritoras en Colombia, Argentina o en México. pero pensamos que en Centroamérica iba a ser más difícil y nos llevamos la sorpresa de la calidad de esas escritoras. Bertalicia Peralta, de Panamá, tiene un cuento sobre cómo una mujer construye espacios de decisión, el ámbito laboral, cómo saca adelante varias vidas, la capacidad de decidir sobre su cuerpo. Es un cuento, Guayacán de marzo, que aglutina mucho de los elementos que se cruzan en este libro. Este libro es sin duda una acción social y política. La mayoría de estas escritoras han nacido en los treinta, cuarenta y cincuenta y escriben desde la década de los sesenta y setenta, años en que por primera vez se pone sobre la mesa el divorcio, el aborto, la revolución sexual, los anticonceptivos… Todo este pensamiento se refleja y, precisamente por eso, en sociedades muy conservadoras, las cuestionaron y algunas de ellas, incluso, dejaron de escribir. María Virginia Estenssoro, de Bolivia, ha sido una gran sorpresa. Toca los temas por los que fue relegada y al final dejó de escribir. Hilma Contreras escribió un cuento de un pasaje de lesbianismo, siendo ella heterosexual, y la sociedad la crucificó en vida.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">RESEÑA EN "COLOFÓN" (REVISTA LITERARIA"</span></b></p><p style="text-align: justify;">En 20 cuentos, Vindictas revela la intensa producción literaria de las mujeres del siglo XX</p><p style="text-align: justify;">by Colofón Revista Literaria 2 Comments</p><p style="text-align: justify;">Mientras los políticos, los militares, los periodistas y los historiadores se pasan la vida poniendo etiquetas de antagonismos sobre las cosas, los jóvenes, el pueblo y sobretodo las mujeres (…) nos encargamos de barajar las etiquetas estableciendo (…) la cordial confusión</p><p style="text-align: justify;">Teresa de la Parra, 1930</p><p style="text-align: justify;">Vindictas: Cuentistas latinoamericanas reúne relatos de veinte escritoras, incluyendo a la española María Luisa Elío (1926-2009), exiliada republicana en México, con el objeto de revelar que aunque ahora sea virtualmente desconocida, durante el siglo XX, la producción literaria de las mujeres en el Nuevo Mundo fue fértil, intensa y, principalmente, numerosa.</p><p style="text-align: justify;">La antología es una publicación conjunta de la editorial madrileña Páginas de Espuma y la Universidad Nacional Autónoma de México, como parte de la colección homónima, creada en 2019, por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de esa institución educativa, conocida como Libros UNAM, que dirige Jorge Volpi. Socorro Venegas y Juan Casamayor son responsables por la selección de los relatos; la primera es escritora, editora y ha dirigido proyectos editoriales en el Fondo de Cultura Económica y la UNAM; el segundo fundó hace veinte años la citada editorial que dirige con un interés específico: publicar la mejor narrativa breve escrita en castellano.</p><p style="text-align: justify;">La iniciativa de Vindictas responde a la necesidad de correr la cortina impuesta sobre la escritura de mujeres por periodistas, críticos, académicos y escritores que construyeron un canon androcéntrico de la narrativa latinoamericana. La convicción que guía este trabajo es la imposibilidad de hacer antologías serias sobre el relato en la región si no se toma en cuenta la mitad de la producción literaria, realizada por mujeres. El libro trae al plano consciente lo fundamental que es leer escritoras, en especial, a las del siglo pasado que constituyen la genealogía de las que escriben en este momento. Venegas advierte que, para logarlo, los lectores tienen que hacer el esfuerzo de buscarlas. “Esto no es sencillo: no se las van a topar en las mesas de novedades ni en otras antologías”, puntualiza.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Las que están: cuerpo, sexualidad y violencia.</p><p style="text-align: justify;">Vindictas reúne textos de autoras nacidas entre las décadas de 1930 y 1950, aunque hay seis de ellas que nacieron antes, incluida la antes nombrada Elío. Ellas son la boliviana María Virginia Estenssoro (1902), la dominicana Hilda Contreras (1913), la hondureña Mimí Díaz Lozano (1928), la uruguaya Armonía Somers (1914) y la chilena Marta Brunet, que es la más mayor y nació en 1897.</p><p style="text-align: justify;">Los relatos reunidos en esta antología no están organizados por los criterios tradicionales, como de forma cronológica, de la fecha de publicación de los cuentos o la fecha de nacimiento de sus autoras. El criterio es más orgánico, acorde con el que prima para cualquier cuentista cuando organiza sus obras. Los relatos se suceden según sus temas, que incluyen la identidad femenina, el cuerpo y la sexualidad o la violencia de género. Sobre la identidad y “el lugar” de la esposa tratan cuentos como “Inmóvil sol secreto” de la mexicana María Luisa Puga, “Reunión” de la ecuatoriana Gilda Holst, “Una perfecta desconocida” de la nicaragüense Mercedes Gordillo, “Cuando las mujeres quieren a los hombres” de la puertoriqueña Rosario Ferré, “Guayacán de marzo” de la panameña Bertalicia Peralta y “De la que amó a un toro marino” de la costaricense Magda Zavala. Sobre el cuerpo y la sexualidad hay verdaderas joyas como los cuentos de la colombiana Marvel Moreno, “Barlovento”; “Las chicas de la yogurtería” de la peruana Pilar Dughi y “Sur” de la venezolana Silda Cordoliani.</p><p style="text-align: justify;">“Es la mitad del continente la que tenemos incompleta”</p><p style="text-align: justify;">Socorro Venegas</p><p style="text-align: justify;">La violencia y la necesidad de empoderamiento de las mujeres son los temas que más se repiten en Vindictas, con distintos matices como por ejemplo se lee en “La sangre florecida” de la paraguaya Susy Delgado, “Cómplices de extraños juegos” de la argentina María Luisa de Luján Campo o “Jacinta Piedra” de la salvadoreña Mercedes Durand, cuentos que muestran tres maneras diferentes de relatar la muerte. El asunto de lo violento, pero desde la indiferencia es el tema de los bien logrados relatos de la cubana Mirta Yáñez, “Nadie llama de la selva” y de la guatemalteca Ivonne Recinos, “Desaparecida”.</p><p style="text-align: justify;">La producción literaria de estas mujeres coincide con el advenimiento de la tercera ola del feminismo, cuya agenda era lograr la plenitud de los derechos civiles. Los temas señalados antes dejan en evidencia que si bien la universidad era una posibilidad para cada vez más de ellas, la vindicación de los derechos sexuales y reproductivos era todavía materia pendiente. Es por esa razón que muchas mujeres de las nombradas en este artículo fueron rechazadas por la crítica de su época. Al hablar de temas que estaban en boga pero desde su perspectiva femenina como su sexualidad, el aborto o el hartazgo del esposo y de los hijos se hacían incómodas para la sociedad. Fue entonces cuando actuaron los moralistas las desaparecieron.</p><p style="text-align: justify;">Ni periféricas ni extrañas ni «contracanon».</p><p style="text-align: justify;">Para evitar el ánimo “canonizador” que guiaba a las antologías del pasado, Venegas y Casamayor no se atreven a llamar a las autoras de Vindictas las veinte mejores cuentistas del continente, porque temen que eso sirva para invisibilizar a otras escritoras valiosas aún desconocidas. Y, de hecho, evitan a toda costa las etiquetas. Porque han sido las etiquetas las que han contribuido a relegar al olvido el trabajo de las mujeres.</p><p style="text-align: justify;">“Encuentro más similitudes entre estas escritoras, sus preocupaciones y su abordaje desde la literatura a las autoras del siglo XXI que a los escritores de su época”</p><p style="text-align: justify;">Juan Casamayor</p><p style="text-align: justify;">Venegas rechaza el apelativo de “periféricas” para describir a estas autoras, pues la palabra permitiría “normalizar el lugar al que ellas han sido llevadas”. Es decir: significaría una afrenta adicional a las ya padecidas por ellas y sus obras. Casamayor tampoco se atreve a clasificarlas de “contracanon” porque su escritura “con todas las diferencias sustanciales y de matices que pudieran tener con la desarrollada por los hombres no estaba hecha para ir en contra del canon, sino para formar parte de un discurso lector y literario de su época”. Tampoco son “extrañas” en la literatura latinoamericana, como ciertos periodistas han querido hacer creer. Eran y son mujeres de su época que han trabajado tanto como sus contemporáneos hombres y que han sufrido el castigo de que su obra se la llevara el viento.</p><p style="text-align: justify;">Un trabajo que queda para futuras antologías o en el caso de que quienes trabajaron en Vindictas elaboren un segundo tomo es la inclusión de narraciones desde los motivos afroamericanos y la herencia amerindia, visto que el mestizaje fue el gran asunto del pensamiento latinoamericano durante buena pare del siglo XX. Desde aquí, la recomendación como lectores solo puede ser la misma que hace Venegas: ir a las librerías para revolver las mesas de novedades y conseguir a las escritoras detrás de la cortina de las bibliotecas.</p><p style="text-align: justify;">Michelle Roche Rodríguez (@michiroche) es narradora, periodista y crítica literaria. Es autora de la novela Malasangre (Anagrama, 2020), del libro de relatos Gente decente (Premio Francisco Ayala, 2017) y del ensayo Madre mía que estás en el mito (Sílex, 2016). Su página web es http://www.michellerocherodriguez.com</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">RESEÑA EN EL PAIS.COM</p><p style="text-align: justify;">Así se editó 'Vindictas', el libro que rescata la obra de cuentistas latinoamericanasMarzo 14, 2021 - 12:06 p. m. Por: Pablo Concha, especial para Gaceta</p><p style="text-align: justify;">Socorro Venegas y Juan Casamayor</p><p style="text-align: justify;">Lo afirma Jorge Volpi en la contratapa del libro: “Quizás algunos de los grandes cuentos escritos en nuestro idioma no son los que creíamos. Hay ausencias injustificables. Piezas maestras enterradas por el desdén o la desidia o el machismo”. El escritor mexicano, autor de ‘El juego del Apocalipsis’, ‘Días de ira’ y ‘Una novela criminal’, no podría tener más razón acerca de ‘Vindictas: cuentistas latinoamericanas’.</p><p style="text-align: justify;">La antología ‘Vindictas’ se origina en el corazón de un proyecto de difusión de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) para revisar el canon literario del siglo XX y poner en circulación novelas escritas en español por mujeres que no se hubieran editado al menos desde hace veinte años. Obras importantes que debido a “una visión machista de la literatura” y a “un canon sujeto a un espacio heteropatriarcal blanco, que fundamenta una mirada de leer excluyente y, por tanto, crea una invisibilidad” no tuvieron la difusión que merecían y que debieron tener en su momento.</p><p style="text-align: justify;">La presente obra es una co-edición entre la UNAM y la editorial independiente española Páginas de Espuma, a cargo de Juan Casamayor y la escritora mexicana Socorro Venegas, autora entre otros títulos de ‘La memoria donde ardía’ (2019), ‘Vestido de novia’ (2014) y ‘Todas las islas’ (2002), y acompañado de las ilustraciones de Jimena Estibaliz.</p><p style="text-align: justify;">Lo que Vindictas busca es “vengar y castigar modelos que marginan” y “proteger y entregar a los lectores y las lectoras nueva luz. Luz vindicta”. La presente antología tiene veinte cuentos y veinte escritoras, una por cada país de América Latina y España, y lo que pretende es desestabilizar la historia literaria y repensar el canon que nos han vendido, el cual carece de las voces y miradas de estas autoras y por lo tanto es incompleto, sesgado y prejuicioso.</p><p style="text-align: justify;">En ‘Vindictas: cuentistas latinoamericanas’ encontramos relatos como ‘Reunión’ de Gilda Holst (Ecuador) en donde el sexo de una mujer despide un olor particularmente intenso que la avergüenza y no sabe cómo ocultar, o ‘Barlovento’ de Marvel Moreno (Colombia) en donde la desaparición del cadáver de una abuela lleva a su nieta a descubrir una extraña alianza ancestral que también la afecta. ‘Desaparecida’ de Ivonne Recinos Aquino (Guatemala), un cuento extraño, poético y fantasmal, ejemplo de lo magistral que puede ser un relato breve. ‘Cómplices de extraños juegos’ de María Luisa de Luján Campos (Argentina), un cuento aterrador, donde la extrañeza e incomprensión de lo que sucede crece con cada línea de la narración (ideal para los lectores que disfrutan de las historias de Samantha Schweblin y Mariana Enriquez. ‘El occiso’ de María Virginia Estenssoro (Bolivia), una obra maestra por donde se la mire, que hipnotiza y deja al lector con ganas de salir corriendo a buscar el libro, el cual fue el único publicado en vida por la autora y el responsable de un verdadero escándalo en la sociedad boliviana en los años 30. Y hay más, muchas más historias fascinantes en ‘Vindictas’, veinte cuentos que parecen muchos pero que al final son pocos.</p><p style="text-align: justify;">A continuación una charla con los editores de esta antología:</p><p style="text-align: justify;">Vindictas</p><p style="text-align: justify;">Gracias al encuentro entre escritoras de distintas generaciones se recuperan en 'Vindictas' veinte voces de distintos países de Latinoamérica que habían sido desplazadas por el canon literario.</p><p style="text-align: justify;">—¿Cómo se seleccionaron las veinte autoras incluidas en este libro? ¿Cuáles fueron los parámetros para su escogencia?</p><p style="text-align: justify;">La colección Vindictas de la UNAM parte de una voluntad muy clara de comunicación intergeneracional entre creadoras. En este sentido, nuestro proyecto partió de una red de escritoras y académicas jóvenes que nos puso sobre la pista de cuentos, obras y escritoras. Escritoras exhumando escritoras, como lo definió la autora ecuatoriana María Fernanda Ampuero. A partir de ahí comenzó nuestra labor de lectura, debate y selección apasionante que fue cumpliendo unos criterios objetivos previos –una escritora vindicta por país con una obra destacable en el género del cuento– y, sobre todo, enriqueciendo nuestra propuesta con una calidad indudable.</p><p style="text-align: justify;">—En el prólogo del libro dicen que los lectores se han perdido, que el canon establecido que hemos leído es “excluyente, fomentado por un conjunto heteropatriarcal blanco que fundamenta una invisibilidad”. ¿Cuál debería ser entonces ese nuevo canon? ¿Qué se necesita para que sea aceptado y difundido?</p><p style="text-align: justify;">No se trata tanto de sustituir el canon como de extender los límites y ampliar los nombres y las obras del existente. No es posible construir un modelo para los lectores a partir de un canon que de un modo crónico y tenaz da la espalda a la mitad de la creación. Ciertamente era llamativo (cuando no vergonzoso) que nuestras opciones de lectura fueran excepcionales cuando se trataba de escritoras. Es un problema presente que se arrastra desde el pasado y que debemos prevenir para que no se repita en un futuro próximo. Para ello publicar libros no es suficiente: hay que establecer políticas y metodologías que tengan presente estas miradas que siempre han estado y están ahí: en planes académicos de estudio, en programas de ferias y festivales literarios, en catálogos de editoriales y bibliotecas, en los espacios de la crítica y la librería y un largo etcétera.</p><p style="text-align: justify;">—En otra parte del prólogo, dicen que “venimos de una falta de profundidad lectora temible”. ¿Podría decirse que los lectores también somos responsables de la perpetuación de este canon literario sesgado?</p><p style="text-align: justify;">Los lectores acceden a un corpus lector esculpido por distintos interlocutores. La suma de una dolorosa falta de esfuerzo, rigor, equidad y sensibilidad ha hecho que se produzca una fractura en qué puede leerse y que no, qué es canon y qué no. Es el momento ahora de corregir esas decisiones que han producido graves ausencias y carencias en los lectores. En el viaje que ha sido editar ‘Vindictas’ hemos tenido dos sensaciones: el placer del hallazgo, pero también la rabia de no haber podido leer algunos textos mucho antes, tal vez en una etapa de formación sentimental e intelectual que tan profundamente nos modela.</p><p style="text-align: justify;">—“Una antología es una historia de ausencias”, dicen en algún momento. ¿Podría decirse que hay ausencias también en ‘Vindictas’? ¿Qué otras tantas autoras puede haber ahí afuera que ni siquiera las corresponsales académicas que colaboraron con ustedes en este proyecto conocen o han leído?</p><p style="text-align: justify;">A medida que avanzamos en la edición de ‘Vindictas’ fuimos conscientes de que no era una antología. Se trata de una propuesta abierta, de una puerta abierta también a través de la cual entra luz vindicta que, ojalá, vaya de mano en mano. Si leemos ‘Vindictas’ a priori como una lista cerrada estaremos cometiendo un error: la amplitud geográfica, cronológica y literaria obliga a pensar su lectura como una invitación para profundizar en otras latitudes, otras escritoras, otras literaturas.</p><p style="text-align: justify;">—Esta exclusión sistemática de las escritoras a lo largo del tiempo, ¿es sólo una cuestión de machismo? ¿O hay algo más detrás?</p><p style="text-align: justify;">Un canon literario es hijo de su tiempo y de su sociedad. La sociedad ha estado marcada todo el siglo XX por un heteropatriarcado que se ha permeado en diferentes órdenes de nuestra vida. La presencia de escritoras no podía escapar al machismo inherente en nuestra cultura. ¿Algo detrás? Más que especular podemos ir a los hechos: ¿cómo se explica que durante toda una segunda mitad del siglo XX decenas y decenas de antologías de cuentos, independientemente de su origen, siempre excluyeran o minimizaran hasta extremos sonrojantes la inclusión de escritoras? La realidad se define por sí sola.</p><p style="text-align: justify;">—Puede existir un problema con la antología ‘Vindictas’ y es que los lectores que queden enganchados con algún relato o con el estilo de alguna escritora quizá no lo tengan tan fácil a la hora de encontrar más material de estas autoras. ¿Qué hacer en ese caso? ¿Qué les podrían aconsejar a esos lectores que queden con ganas de más?</p><p style="text-align: justify;">No creemos que sea un problema. Todo lo contrario. Esa situación es síntoma de que ‘Vindictas’ ha cumplido su función. En su espíritu se halla estimular la curiosidad y la sensibilidad de modo que se genere paulatinamente una demanda de recuperación de obras y escritoras, de títulos descatalogados, de sumar alternativas literarias. Si este es el deseo de los lectores, estaremos ante un primer paso indispensable y necesario hacia la normalización y la visibilidad que saque toda esta creación de librerías de segunda mano o bibliotecas recónditas.</p><p style="text-align: justify;">—Algunos cuentos poseen algún elemento fantástico en la historia o bordean ese género de manera indirecta; me refiero a relatos como ‘El occiso’, ‘Cómplices de extraños juegos’, Barlovento’. ¿Es posible que una escritora que se mueva en esos campos de la literatura de género fantástico, ya marginales de por sí, pueda ser, o haya sido, aún más invisibilizada?</p><p style="text-align: justify;">Ser escritora. Ser cuentista. Ser creadoras de mundos insólitos. Es una ecuación que acentúa esa invisibilidad, sin duda. Sin embargo, pese a una estética o un género determinados no estamos hablando de escritoras marginales. En su vida todas ellas poseían una sólida trayectoria intelectual y literaria, participaban en círculos literarios y compartían su escritura con otras disciplinas como el arte, el cine, la diplomacia o la universidad.</p><p style="text-align: justify;">—Gran parte de las escritoras que aparecen en ‘Vindictas’ ya fallecieron, muchas sin lograr el reconocimiento que merecían mientras estaban vivas. ¿Qué es más grave: que no hayan podido ver el impacto de sus letras, o que las hayan silenciado sus propios congéneres?</p><p style="text-align: justify;">No es una disyuntiva: el silencio y la invisibilización es la raíz; la falta de reconocimiento, la consecuencia. La existencia de esa relación causa/efecto es lo grave. Hay que romper esos eslabones. Lo más grave es que ni siquiera es un olvido: para olvidar hay que tener al menos un recuerdo y ni siquiera esta es la situación de algunas obras, de algunas escritoras.</p><p style="text-align: justify;">—Páginas de Espuma es de las pocas editoriales interesadas en rescatar estas escritoras y darlas a conocer al gran público. No solo con la actual ‘Vindictas’, sino también con libros como ‘Insólitas: Narradoras de lo fantástico en Latinoamérica y España’, publicado en 2019. ¿Qué otras antologías de este tipo están en camino, o qué pueden contarnos sobre futuros proyectos?</p><p style="text-align: justify;">Estoy seguro de que podrán venir otros proyectos similares. Junto a ellos, la sistemática edición de libros de escritoras de aquí y ahora con el fin de que en el futuro no necesitamos hacer antologías para reivindicar una literatura que nunca debió oscurecerse.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1438198026463615285.post-67617285686338764012022-03-04T18:05:00.002+01:002022-03-04T18:07:24.444+01:00RUBEM FONSECA; Vastas emociones y pensamientos imperfectos, Miércoles 9 de marzo a las 18.30h.<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh4kr9vwZHMUS0-TdOxXngOF_X46jG_fhCP5sh1o90f6TxIOmJfXwxT1jfd353tDL8pXxg58NckDc4MLEPUF8rWqlMNzDiLFm4bOI0sti-N84zm7PKfc1jCHIaTFB_N4urZSZoyHrC8FfkNW9Fxu1luhmq_Giy9xdtEl1tcv0BkM8Cr4NuMPTYeUbwE=s1200" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="628" data-original-width="1200" height="209" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh4kr9vwZHMUS0-TdOxXngOF_X46jG_fhCP5sh1o90f6TxIOmJfXwxT1jfd353tDL8pXxg58NckDc4MLEPUF8rWqlMNzDiLFm4bOI0sti-N84zm7PKfc1jCHIaTFB_N4urZSZoyHrC8FfkNW9Fxu1luhmq_Giy9xdtEl1tcv0BkM8Cr4NuMPTYeUbwE=w400-h209" width="400" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhC3TJJN0JIG4AEi5J2KeoqyjTAjqOH1_epcJK8PwO1AhVpDS6pFjxol0vjPvn2iFngfej8bwllvPWXwg_fiofuRv8-maWCEyg0_8PfsPbqzAXAmMpweBdCv77EbAFP37nb57Seb9uH8ksCaMqJwCElPAPX5r-JCSZ4HEU2c_I7C15NFT82kuSIgfqd=s800" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="418" data-original-width="800" height="209" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhC3TJJN0JIG4AEi5J2KeoqyjTAjqOH1_epcJK8PwO1AhVpDS6pFjxol0vjPvn2iFngfej8bwllvPWXwg_fiofuRv8-maWCEyg0_8PfsPbqzAXAmMpweBdCv77EbAFP37nb57Seb9uH8ksCaMqJwCElPAPX5r-JCSZ4HEU2c_I7C15NFT82kuSIgfqd=w400-h209" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">PARA CONOCER A RUBEM FONSECA</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><a href="https://sdemergencia.com/2020/04/25/el-caso-fonseca-el-gran-arte-de-narrar/">https://sdemergencia.com/2020/04/25/el-caso-fonseca-el-gran-arte-de-narrar/</a></div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">EL CASO FONSECA: EL GRAN ARTE DE NARRAR</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both;">En nuestra sección ‘Escritos cautivos’ recuperamos este ensayo en el que se aborda una parte de la vasta obra literaria del escritor brasileño, recientemente fallecido.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"> Romeo Tello Garrido / 2020-04</div><div class="separator" style="clear: both;">Nació en Brasil el 11 de mayo de 1925, y falleció ahí mismo el 15 de abril de 2020. De los 94 años que pasó en este mundo prostituto, 56 los dedicó a la escritura, lapso en el cual logró crear una obra prolífica (brillante) (poderosa) (magnética) que lo consolidó como uno de los más importantes e influyentes narradores de la literatura universal de los últimos tiempos. Su nombre: Rubem Fonseca. En nuestra sección ‘Escritos cautivos’ publicamos ahora este ensayo de Romeo Tello Garrido (*), en el cual se evoca una parte —sólo una parte— de la vasta y laureada obra literaria del escritor brasileño.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En mayo de 1993 Rubem Fonseca estuvo en México. Tuve entonces oportunidad de conocerlo, luego de leer sus libros durante cerca de diez años, a lo largo de los cuales se creó en mí la sensación de que me enfrentaba a un fantasma del que casi nadie sabía nada, salvo los escasos datos que aparecían en las solapas de sus libros. Cuando por fin fuimos presentados en el Palacio de Bellas Artes, luego de un homenaje a Juan Rulfo, pude entender por qué me había sido tan difícil conocer alguna otra cosa más que esos datos acerca de él, bastó con verlo correr huyendo de los periodistas que intentaban entrevistarlo, actitud que horas después él mismo explicaría al comentar cuánto recelaba de los escritores que se asumían como hombres de opinión, como seres públicos que gustan de ocupar los escenarios iluminados en los que los lectores terminan por saber más de los autores que de las obras, o más precisamente, en los que el público conocedor de literatura no lee prácticamente nunca, pero sabe gran cantidad de anécdotas en torno a la vida de los autores, lo que también a muchos les parece más útil que la lectura misma. Sin embargo, la aversión de Fonseca a la fama poco tiene que ver con la misantropía que caracteriza a la mayor parte de sus personajes. Al parecer Rubem Fonseca prefiere pensar que un escritor puede decir todo lo que a él le parezca importante, independientemente de lo que los lectores puedan opinar al respecto, pero siempre a través de sus obras y no como personaje público que dicta sentencias en cuanto tiene un micrófono enfrente. Él mismo me comentó después que John Updike le había dicho alguna vez que la fama es como una máscara que los hombres suelen ponerse, y que resulta peligrosa porque devora el rostro original, le impone gestos, niega la identidad de quien se la ha echado encima.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La carrera de Rubem Fonseca como escritor se inició cuando contaba ya con 38 años de edad. Antes había sido abogado (estudió Derecho y se especializó en Derecho Penal), después trabajó en Estados Unidos (había estudiado también Administración en Boston y Nueva York), más tarde intentó conseguir un nombramiento de juez en Brasil, litigando mientras tanto en favor de los desgraciados que caían en manos de la justicia, generalmente negros, sin dinero y sin dientes. En este trabajo pudo conocer los mecanismos turbios de la política, de los organismos judiciales, la corrupción generalizada y el ejercicio de la violencia, tanto la de los ciudadanos particulares, como la feroz que ejerce el Estado contra éstos. Había sido también un lector insaciable que leía cien páginas en una hora, según me contó más tarde.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Rubem Fonseca es autor de ocho libros de cuentos y de siete novelas, así como de algunos guiones cinematográficos. Su primer libro de relatos, Los prisioneros, fue publicado en 1963. Según el propio Rubem Fonseca, para su fortuna no tuvo que recorrer el penoso camino que significa andar tocando las puertas de las editoriales con el manuscrito bajo el brazo esperando que alguna se interese en un escritor desconocido, sino que un amigo suyo leyó los cuentos, le gustaron, le pidió permiso para llevarlos a una editorial y de pronto se encontró con que su libro ya estaba publicado. A este libro siguieron otros dos, también de cuentos: El collar del perro (1965) y Lúcia McCartney (1967). En estos relatos aparecen ya muchos de los aspectos característicos de las obras de Fonseca: en la mayoría de los casos se trata de historias sórdidas, algunas apenas esbozadas, otras desarrolladas de manera minuciosa, pero todas planteadas con un realismo desnudo y estrujante; también desde estos primeros cuentos podemos advertir la creación de personajes marginales, comunes aunque llenos de complejidad, pues la mayoría de las veces están conscientes de su marginalidad, conciencia que se traduce en la elaboración de un discurso crítico de las diversas manifestaciones de la existencia en sociedades que anulan cualquier forma de expresión de la individualidad. Pero llama la atención el hecho de que esta actitud crítica las más de las veces se expresa de manera implícita, sin necesidad de acudir a enfrentamientos maniqueos, por lo que en la mayoría de sus obras siempre resulta difícil identificar dónde se encuentran los valores éticos, ya que Fonseca nunca los presenta como conceptos absolutos, sino como ingredientes ambiguos de la existencia. Por ello es que más difícil aún resulta identificar cuáles son los valores que el autor pudiera considerar como mejores, ya que la voz del autor en las Obras de Fonseca termina neutralizándose de manera completa, pues todo lo que se dice en las obras es expresado exclusivamente por boca de los personajes.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En 1973 publicó su primera novela, El caso Morel, obra excepcional en muchos sentidos. En ella utiliza algunos recursos de la literatura policial, como lo había hecho ya en algunos cuentos (“El collar del perro”, “El caso de F. A.”, etc.) y lo seguiría haciendo en muchas de sus obras, pero sin ceñirse estrictamente a los códigos tradicionales de este tipo de literatura; sólo echa mano de algunos elementos estructurales del género (el crimen, la intriga, la investigación judicial), todos ellos manejados con maestría. Sin embargo, Fonseca no aspira a hacer una novela de detectives tradicional. En El caso Morel, así como en sus otras obras que se ciñen a la estructura del relato policial, el fin de la narración no es devolver el orden moral y jurídico a la sociedad mediante la persecución y captura del criminal, no; cuando Fonseca acude a los recursos de la literatura policial, siempre le da más importancia a lo específicamente literario que a la intriga policial. Ésta es sólo un pretexto, el mejor molde narrativo para presentar la compleja y ambigua contienda entre el bien y el mal, porque “criminales somos todos”, como afirma uno de sus personajes. En El caso Morel nos encontramos con una novela en la que los tradicionales conceptos de “forma” y “contenido” se encuentran complejamente entretejidos, al grado de que la estructura de la historia es tan importante como la anécdota misma para la resolución de “el caso Morel”.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Más que una novela sobre criminales (que sí los hay) e investigadores (que también aparecen), El caso Morel es una investigación sobre la literatura misma, sobre el trabajo del escritor, sus dudas, sus pasiones, su condena a vivir atrapado en la cárcel que significa el texto. No es extraño que el protagonista, un escritor, haya sido anteriormente policía y abogado, tres trabajos que lo han obligado a vivir “siempre con las manos sucias.” Es una novela dentro de la que se escribe otra, que nunca se terminará; en esta última, el autor-protagonista, Paul Morel, es el criminal que investiga su propio crimen, utilizando como método de análisis la escritura; Morel necesita escribir los acontecimientos en los que se ha visto envuelto —mismos que lo han llevado a la cárcel, desde donde escribe—, para indagar la realidad de lo que le ha ocurrido, con lo que se sugiere que la escritura tiene un índice de verdad más confiable que la realidad misma, pues esta última no puede nunca quedar a salvo de ser interpretada de múltiples maneras e invariablemente de forma parcial, lo que le otorga un ser siempre relativo, a fuerza de la subjetividad que se ejerce sobre ella. La historia se ve interrumpida constantemente por anotaciones al margen, fragmentos de lecturas que Morel realiza, reflexiones aisladas, entre las que sobresale una que se repite seis veces a lo largo de la historia: “nada debemos temer, excepto las palabras”. En esta novela se presenta por primera vez a un personaje que hará de la investigación policial y del trabajo literario un ejercicio de hermenéutica (cosa que más tarde expresará otro personaje de Fonseca, el abogado Paulo Mendes, alias Mandrake, en la novela El gran arte). Así, las obras de Rubem Fonseca plantean siempre la idea de que el discurso literario es una indagación acerca de la realidad, indagación cuya finalidad no es resolver ningún tipo de problemas sociales; en todo caso, recordarnos que la vida social es en sí misma un asunto problemático, rico precisamente por su gran ambigüedad, con lo que sus obras se separan de cualquier discurso que pretenda resolver la complejidad de la existencia de manera simplista, esquemática, y progresista.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En octubre de 1975 apareció publicado Feliz año nuevo. Ya para entonces Fonseca era reconocido como uno de los más importantes renovadores de la moderna literatura brasileña; sin embargo la publicación de este libro de cuentos acarreó algunos problemas graves al autor, pues en diciembre del siguiente año fue recogido de la circulación por el Departamento de Policía Federal, por orden del ministro de justicia Armando Falcão, quien prohibió además su publicación y circulación en todo el territorio de Brasil. En abril de 1977, Rubem Fonseca inició un proceso para rescatar su libro de la censura impuesta, proceso que duró doce años. La voz de los censores normalmente expresó juicios amparados en una moralidad trasnochada, carentes de todo sentido crítico. Por ejemplo, el senador Dinarte Mariz dijo: “Suspender Feliz año nuevo fue poco. Quien escribió aquello debería estar en la cárcel y quien le dio acogida también. No conseguí leer ni una página. Bastaron media docena de palabras. Es una cosa tan baja que el público ni siquiera debía conocerlo”, y el ministro Armando Falcão comentó: “Leí muy poco, tal vez unas seis palabras, y eso bastó.” La causa de semejante respuesta por parte de la censura oficial es fácil de identificar: en Feliz año nuevo, Rubem Fonseca vuelve a expresar su preocupación por los temas ya para entonces centrales de su obra: la violencia, el crimen y la pornografía. Se trata de un libro de cuentos medular en la obra del escritor brasileño, pues es el primero en el que de manera inequívoca nos muestra que la opción por tratar estos temas no es el resultado de las obsesiones de una mente enferma —como se le quiso presentar—, sino que intenta desmitificar los conceptos que en la actualidad se manejan como únicos cuando se habla de crimen, violencia y pornografía, concepción difundida y amparada por lo que Foucault llamó “el discurso del poder”. Hay en este libro algunos cuentos admirables, en los que predominan la parodia y la ambigüedad, dos formas del discurso en las que la narrativa ha alcanzado siempre su tono mayor. En este sentido sobresalen los relatos “Corazones solitarios”, “Amarguras de un joven escritor”, “Nau Catrineta” y “El campeonato”. Pero el lugar principal lo ocupan los cuentos “Feliz año nuevo”, “Paseo nocturno” e “Intestino grueso”. En los dos primeros el personaje principal es la violencia urbana, actitud sin dueño, ubicua, que lo mismo puede ser ejecutada por un grupo de hombres marginales que salen a robar en una casa rica, pues no tienen con qué celebrar la llegada del año nuevo (en “Feliz año nuevo”), como por un industrial, dueño de una inmejorable posición económica que, ante una vida familiar emocionalmente vacía, decide salir todas las noches a matar personas con su automóvil, pues ha descubierto que la agresión es la única manera como puede relacionarse intensamente con los otros (en “Paseo nocturno”). El cuento “Intestino grueso” está estructurado como la entrevista que un periodista hace a un escritor; es, pues, un cuento sin acciones, sin desarrollo dramático de los personajes, en el que todo el interés está puesto en las opiniones del escritor respecto de la violencia, la pornografía y la censura. Por ejemplo:</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Hay personas que aceptan la pornografía en cualquier parte, hasta, o principalmente, en su vida privada, menos en el arte, creyendo, como Horacio, que el arte debe ser dulce et utile. Al atribuir al arte una función moralizante, o por lo menos entretenedora, esa gente acaba justificando el poder coactivo de la censura, ejercido bajo alegatos de seguridad o bienestar público.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Otro ejemplo:</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Los filósofos dicen que lo que perturba y alarma al hombre no son las cosas en sí, sino sus opiniones y fantasías respecto de ellas, pues el hombre vive en un universo simbólico, y lenguaje, mito, arte, religión, son partes de ese universo, son las variadas líneas que tejen la red trenzada de la experiencia humana.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Me he detenido en estas dos citas, pues en ellas se puede observar de manera evidente que si algo de subversivo tiene la actitud de Fonseca, esto reside en la claridad con que expone la imposibilidad de postular discursos absolutos, totalizadores; en su negación a aceptar (o emitir) ideas o interpretaciones sobre la vida social y el arte que puedan considerarse como exclusivas y mejores. Probablemente la alarma creada por el libro entre los organismos oficiales, en 1976, se debió precisamente a la claridad con que se descalifica en él cualquier forma de coacción, ya que se pone en entredicho precisamente la supuesta necesidad de la censura; no porque atentara contra las buenas costumbres y los ideales de paz social.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">La respuesta más eficaz de Rubem Fonseca a la actitud de la censura no fue el pleito legal que inició, sino la publicación, en 1979, de un nuevo libro de cuentos, El Cobrador (quizá el más conocido en nuestra lengua). Varios de los cuentos que aparecen en este volumen son verdaderas obras maestras del género, pero además, ahora sí se hace evidente la actitud expresa de violentar el orden establecido y la tranquilidad de los lectores, pues en ninguno de estos textos Fonseca se permite la posibilidad de hacer concesiones al buen gusto o al sentido común, sino que nos presenta historias sólidamente armadas, que confirman el ejercicio de la violencia como vía privilegiada para sublimar el espíritu en el mundo contemporáneo. De los cuentos que componen este volumen, el relato “Pierrot de la caverna” es uno de los mejores entre todos los escritos por Fonseca. El narrador es un escritor que en todo el relato no escribe una sola línea, únicamente habla solo: “Llevo colgando del cuello el micrófono de una grabadora. Sólo quiero hablar, y lo que diga jamás pasará al papel. De esta forma no tengo necesidad de pulir el estilo con esos refinamientos que los críticos tanto elogian y que es sólo el paciente trabajo de un orfebre”. Habla sobre las novelas que piensa escribir, sobre las mujeres con quienes mantiene relaciones sexuales, sobre la pedofilia, sobre su relación amorosa con una niña de doce años. En un principio mezcla todos los temas de manera en apariencia arbitraria, aunque en pocas páginas el lector puede darse cuenta de que el relato está sólidamente armado y el trabajo estilístico está cuidado hasta en los detalles mínimos. El personaje es un misántropo consumado, al grado de que ha preferido ajustar cuentas hablando con una grabadora, negando la posibilidad de dialogar con los otros, pues conforme el relato avanza advertimos que está completamente decepcionado de todos y de todo: no tiene amigos, la idea de llegar a tener hijos lo deprime, ha pasado más de un año sin comunicarse con sus editores, las mujeres con las que se acuesta muy pronto le producen una sensación de vacío y aburrimiento. Solamente en Sofía, la niña de doce años, encuentra la personificación intensa de la pureza. Si bien el protagonista no es un modelo de conducta —lo cual nunca es la intención de Fonseca—, sí es, por otra parte, un hombre cuya soledad y aislamiento no son sino el resultado de una opción consciente. En ello reside uno de los aspectos más importantes del cuento, pues si la anécdota es de suyo interesante, lo son más las apreciaciones del protagonista respecto de las relaciones sociales, ese mundo de lealtades corrompidas, superficiales, en el que la pasión ha sido asesinada en favor del buen gusto, y en el que, por último, la soledad se entiende como una traición al exhibicionismo frívolo de los demás.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El personaje que lleva la misantropía a un grado extremo es el Cobrador, quien ha llegado a la conclusión de que siempre ha estado del lado de los que pagan y decide que ahora le toca cobrar: “¡Todos me deben algo! Me deben comida, coños, cobertores, zapatos, casa, coche, reloj, muelas; todo me lo deben.” El Cobrador ha aprendido que es inútil esperar el momento en que papá gobierno o mamá revolución se decidan por fin a procurar un bienestar social equitativo, por ello es que decide cobrarse por sus propios medios. Sus principales armas son el odio y la sensibilidad para decodificar los discursos vacíos y tramposos de sus adversarios (los que sí tienen): “Me quedo ante la televisión para aumentar mi odio. Cuando mi cólera va disminuyendo y pierdo las ganas de cobrar lo que me deben, me siento frente a la televisión y al poco tiempo me vuelve el odio”. Las imágenes de la televisión le advierten que vive en un mundo donde sólo sobresalen, supuestamente, los que se pliegan a los modelos de conducta y apariencia ahí emitidos. Él no coincide con esos modelos, es más, los encuentra despreciables, de tal manera que, como ocurre con tantos otros, su identidad se ve negada por las imágenes del éxito y el orden que difunde la TV, ese mundo en el que parece que todos deberían ser como el tipo ese que hace el anuncio del güisqui. Tan atildado, tan bonito, tan sanforizado, abrazado a una rubia reluciente, y echa unos cubitos de hielo en el vaso y sonríe con todos sus dientes, sus dientes, firmes y verdaderos.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El Cobrador no está dispuesto a aceptar que se le niegue, y descubre que la única manera efectiva de adquirir una identidad propia es negando a los otros, destruyéndolos, no aspirando a ser como ellos. Cuando el Cobrador ataca, no lo hace para apoderarse de las pertenencias de sus víctimas, si así lo hiciera se volvería cómplice del “discurso del poder”, el cual ha difundido la idea de que el mal se expresa sobre todo como atentados contra la propiedad privada. Al Cobrador esto no le interesa, por eso es que en los diarios se habla de él como “el loco de la Magnum”, pues el poder quiere convencer a los ciudadanos de que “el malo” existe sólo porque su mediocridad ha hecho de él un resentido, alguien que envidia a los que sí han triunfado. Si tal esquema no se cumple, al trasgresor sólo se le puede colocar en la casilla de la locura, pues sus actos resultan ilógicos, incontrolables e impredecibles. Llamarlo loco es el resultado del intento por hacer controlable y manso lo que escapa de las respuestas maniqueas del orden. En todos los cuentos que componen este volumen podemos encontrar, en su forma más acabada, los principales rasgos estilísticos que Fonseca había venido ensayando desde la publicación de Los prisioneros: el gusto por los diálogos breves y contundentes, la narración en primera persona (de los diez cuentos, sólo uno, “El juego del muerto”, está narrado en tercera persona), el manejo de un ritmo intenso y ágil, las descripciones sintéticas y precisas de situaciones o personajes (por ejemplo, en el cuento “Pierrot de la caverna”, el protagonista describe así al amante de la mujer de quien está divorciado: “Iba vestido a la última moda, camisa de voilé francesa abierta en el pecho, un collarito de oro, grueso, con un medallón, alrededor del cuello, y perfumado. Se llamaba Fernando. Uñas y maneras pulidas”; más tarde describe a una mujer, diciendo: “Me encontré con la madre de Sofía en el ascensor. Una mujer flaca, de esas que cenan un yogur y se pesan dos veces al día en una balanza de baño”).</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Con El Cobrador se cierra un ciclo en la obra de Rubem Fonseca, ciclo en el que predominaron los libros de cuentos. Posteriormente, entre 1983 y 1990, publicó cuatro novelas. Todas ellas discurren sobre la intrincada vía de la estructura de la novela policial; pero, como había ocurrido ya en otros relatos, toma del género policial los aspectos necesarios para construir historias interesantes, que atrapen a los lectores; lo utiliza como recurso y no como fin en sí mismo. En esto reside uno de los aspectos más complejos e interesantes de la obra de Rubem Fonseca. En sus historias, la necesidad de transgredir el orden no se cumple sólo como característica de sus personajes, sino que tiene su expresión más intensa en la actitud paródica del escritor, quien hace uso de los principales ingredientes de los géneros de consumo masivo (la llamada literatura de supermercados) para cuestionar al mismo sistema cultural que difunde estas obras como formas de entretenimiento sano (pues en ellas la única ausencia grave es la posibilidad de adoptar una actitud crítica), carentes de profundidad. Así, las novelas de Fonseca tienen como blanco de sus ataques las diversas manifestaciones de la sociedad de consumo, sus rituales, a quienes la apoyan y difunden; sólo que para atacarla el autor utiliza sus mismas formas de expresión, se apropia de sus códigos y vierte en ellos el virus de la duda y la ambigüedad. En este escenario usurpado, los grandes actores son la corrupción, la impartición obscena de la justicia, la política como administración de la violencia —ejecutada por el estado contra los individuos particulares—, la moral sexófoba; todos ellos son aspectos ante los cuales no se puede hacer nada, si acaso, basta con presentarlos desnudos y sin maquillaje. En las obras de Fonseca no encontrará el lector respuestas, sino incertidumbre. En el cuento “Novela negra” (perteneciente al libro titulado precisamente Novela negra, de 1992), el protagonista dice: “El objetivo honrado de un escritor es henchir los corazones de miedo, es decir lo que no debe ser dicho, es decir lo que nadie quiere decir, es decir lo que nadie quiere oír. Esta es la verdadera poiesis”, palabras que revelan cabalmente la actitud que caracteriza a Fonseca en todas sus obras.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Las cuatro novelas que mencioné son El gran arte (1983), Bufo & Spallanzani (1985, publicada en español con el título de Pasado negro), Vastas emociones y pensamientos imperfectos (1988) y Agosto (1990). En todas ellas el lector puede observar a un autor comprometido de manera profunda con los problemas que rodean la existencia en las sociedades contemporáneas, un autor que presenta la existencia como un fenómeno problemático y no como una síntesis dogmática; se trata de novelas en las que los protagonistas no están al servicio de una ideología institucionalizada, sino todo lo contrario, se ven sometidos por las instituciones sociales y, en consecuencia, todas sus acciones están encaminadas a reaccionar en contra de las múltiples manifestaciones del poder. Además de lo anterior, en Bufo & Spallanzani y Vastas emociones y pensamientos imperfectos Rubem Fonseca vuelve a uno de los temas sobre los que con más frecuencia reflexionan sus personajes, tanto en los cuentos como en las novelas: la literatura. En un gran número de sus obras los protagonistas son, al mismo tiempo, narradores y escritores (en los cuentos “Corazones solitarios”, “Amarguras de un joven escritor”, “Intestino grueso”, “Pierrot de la caverna”, “El arte de caminar por las calles de Rio de Janeiro”, “Llamaradas en la oscuridad”, “Mirada”, “Novela negra”, etc., así como en la novela El caso Morel y en las dos mencionadas arriba), y lo que caracteriza a estos personajes es que nunca son presentados solamente escribiendo, al contrario, más que escribir reflexionan sobre la literatura desde muy distintos puntos de vista y con actitudes también diferentes, que van de la parodia a la reflexión más profunda y crítica. Por ejemplo, en algún momento de su largo monólogo, el protagonista de “Pierrot de la caverna” dice:</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Nunca sería capaz de escribir sobre acontecimientos reales de mi vida, no sólo porque ésta, como por otra parte la de casi todos los escritores, nada tiene de extraordinario o interesante, sino también porque me siento mal sólo de pensar que alguien pueda conocer mi intimidad. Claro que podría ocultar los hechos bajo una apariencia de ficción, pasando de primera a tercera persona, añadiendo un poco de drama o comedia inventada, etc. Eso es lo que muchos escritores hacen, y tal vez por eso resulta tan fastidiosa su literatura.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Otro personaje que adopta una actitud crítica ante la literatura es Gustavo Flavio, protagonista de la novela Bufo & Spallanzani, quien dice haber cambiado su nombre en honor a Gustave Flaubert, y que mantiene con la literatura una relación incómoda y las más de las veces francamente problemática, como se observa en el siguiente ejemplo:</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">El escritor debe ser esencialmente un subversivo, y su lenguaje no puede ser ni el lenguaje mistificatorio del político (y del educador), ni el represivo del gobernante. Nuestro lenguaje debe ser el del no-conformismo, el de la no-falsedad, el de la no-opresión. No queremos poner orden en el caos, como suponen algunos teóricos, ni siquiera hacer el caos comprensible. Dudamos de todo siempre, incluso de la lógica. El escritor tiene que ser escéptico. Tiene que estar contra la moral y las buenas costumbres. Propercio puede haber tenido el pudor de contar ciertas cosas que sus ojos vieron, pero sabía que la poesía busca su mejor materia en las “malas costumbres” (Véase Veyne). La poesía, el arte en fin, trasciende los criterios de utilidad y nocividad, incluso los de comprensibilidad. Todo lenguaje muy inteligente es mentiroso.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Hasta aquí el comentario de Gustavo Flavio resulta atractivo, independientemente de cuál sea la actitud que los lectores mantengamos al respecto; pero lo más interesante es que tal reflexión, crítica y comprometida incluso con una particular actitud ética del escritor, en las siguientes líneas se vuelve relativa, pues el mismo protagonista tiene el sano juicio de ponerla en entredicho, como si no quisiera reconocerse a sí mismo en la condición de quien está dictando sentencias sobre la función del escritor y su trabajo: “Estoy diciendo esto hoy, pero no aseguro que dentro de un mes crea aún en ésta o en cualquier otra afirmación, pues tengo la buena cualidad de la incoherencia”. El último ejemplo que quiero mencionar es el del protagonista anónimo de la novela Vastas emociones y pensamientos imperfectos, un cineasta que se pasó toda su juventud leyendo cuentos y que durante la historia que se cuenta es contratado para llevar al cine los cuentos de Caballería roja de Isaac Babel, obra de la que termina por apasionarse, pues nos dice que desde muy joven tuvo una manía casi perversa por la lectura de cuentos (“La literatura que consumía a los diez años tenía títulos como estos: Los mejores cuentos rusos, Los mejores cuentos americanos, Los mejores cuentos franceses, Los mejores cuentos italianos, etc. A los catorce años creía que había leído todos los cuentos que se habían escrito en el mundo.”); es así como reconoce en Babel algunos rasgos estilísticos que le parecen admirables: “Pasé la noche leyendo a Babel. Cada cuento era una obra maestra. No sé qué me impresionaba más: la tensión, el equilibrio entre ironía y lirismo, la elegancia de la frase, la precisión, la concisión”. Como se podrá advertir en las siguientes páginas, todos estos rasgos son también característicos del estilo de Rubem Fonseca.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Después de las cuatro novelas mencionadas arriba, Rubem Fonseca ha publicado otros cinco libros: Novela negra (algunos de cuyos cuentos se publican por primera vez en esta antología, pues el libro aún no ha sido publicado en español), en 1992; en 1994 la novela El salvaje de la ópera, una obra de carácter histórico-biográfico que gira en torno a la vida de Antonio Carlos Gomes, autor de obras operísticas que alcanzó cierto renombre fugaz en Europa durante las últimas décadas del siglo pasado; en esta novela la maestría narrativa de Fonseca se advierte página tras página, a pesar de que se trata de un tema extraño en su obra, al grado de que él mismo me comentó en una carta lo siguiente: “Aquí va mi nuevo libro. No es una ‘novela negra’, pero espero que a ti y a Julieta les guste, aunque el tema se centre en un artista brasileño probablemente desconocido en México, pues incluso en Brasil ha sido olvidado”. Un año después apareció el libro de cuentos El agujero en la pared (1995), el cual, con excepción del cuento que da título al libro, se reproduce completo en este volumen. Por último, en 1997 la Companhia das Letras publicó los dos últimos libros de Rubem Fonseca que hasta ahora han aparecido, la novela Y de en medio del mundo prostituto sólo guardé amores para mi puro y el libro de cuentos Historias de amor. Ambos salieron a la venta en Brasil en una hermosa caja que agrega a la calidad de las obras el lujo discreto del diseño editorial.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">En la actualidad la gran mayoría de los libros de Rubem Fonseca han sido traducidos al español (con excepción, como dije arriba, del libro de cuentos, Romance Negro, y los dos últimos que mencioné), lo que nos permite reconocerlo, no sólo como uno de los narradores más importantes de su país, sino entre los más importantes escritores contemporáneos de manera general. Sus novelas y cuentos pertenecen a una de las tradiciones más ricas de la literatura, aquélla que cuestiona con actitud crítica la problemática existencia del hombre en las sociedades modernas. Cuestionamiento, humor irónico y actitud crítica son algunas de las características de la prosa de Fonseca; características que en sus libros dan lugar a una de las propuestas expresivas más admirables de la narrativa de todos los tiempos: la ambigüedad. Por ello, si sus obras no son indiferentes a los problemas de los individuos, tampoco adoptan una actitud didáctica al exponerlos. Son textos que ante todo están dispuestos a parodiar los discursos reduccionistas y maniqueos que tratan de explicar los fenómenos humanos y sociales de manera progresista. Todo lo que en sus obras se menciona es susceptible de ser revisado, pues si algo caracteriza a sus personajes es la actitud de ponerlo todo en duda, no creer en verdades difundidas como absolutas; para ellos la verdad es sólo una dimensión relativa del conocimiento. La mayoría de los personajes de Fonseca proponen, de distintas maneras, una revalorización de lo individual, un rescate de la intimidad y un ataque a las instituciones que aspiran a convertir al ser humano en una pieza amorfa de la gran maquinaria social.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Sus héroes se caracterizan por poseer una visión crítica de la vida social, lo que da como resultado la reivindicación de la soledad o, inclusive, de la misantropía. Suelen ser, además, personajes que poseen una sensibilidad aguda, independientemente del rol social que desempeñen (escritores, abogados, halterofilistas, prostitutas, ladrones, amas de casa, industriales, cineastas, etc.), que optan por la marginalidad, o se asumen en ella, y al hacerlo cuestionan el orden social. De esta manera, si su opción es la soledad, tienen que soportar el ataque de las instituciones que pretenden controlarlos, sancionarlos o condenarlos al silencio y la inactividad. De ello resulta un enfrentamiento siempre violento, pues los personajes de Fonseca no se resignan a perder su identidad, no admiten que se destierre de ellos la posibilidad de encontrar placeres intensos que los mantengan en el mundo de lo elementalmente humano. Así, frente al matrimonio y su moral sexófoba, prefieren el erotismo; frente a la lealtad a las instituciones, optan por la soledad; frente a la moral del orden y el progreso, reivindican la subversión; frente a la solemnidad, articulan el discurso de la parodia.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">Estos signos caracterizan a los personajes de Fonseca, todos ellos acaban por descubrir, tarde o temprano, que su actitud es interpretada como violentadora del orden, y antes que pretender enderezar el rumbo, antes que intentar volver al seno de la vida ordenada, hacen de la agresividad un discurso intenso y coherente que les permite afirmarse a sí mismos, aunque para ello tengan que negar a los otros. La violencia les abre la puerta al mundo de los placeres que el evangelio del trabajo que profesan las sociedades modernas había intentado cancelar, negar y desterrar del panorama de la existencia humana. De esta manera, los héroes de Fonseca hacen de la violencia una estética de la misantropía.</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;">*Romeo Tello Garrido es maestro en Letras (Iberoamericanas) por la UNAM. Es coautor de dos libros de texto para secundaria y uno de preparatoria. Bajo el título “La violencia como estética de la misantropía en la obra de Rubem Fonseca”, el presente ensayo fue publicado originalmente —a manera de prólogo— en Los mejores relatos de Rubem Fonseca, libro que tradujo y preparó para la editorial Alfaguara en 1998. Lo reproducimos ahora con autorización del autor.</div></div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Reseñas a "Vastas emociones y pensamientos imperfectos", de Rubem Fonseca.</div><p></p><p style="text-align: justify;"><a href="http://unlibroaldia.blogspot.com/2012/04/colaboracion-vastas-emociones-y.html">http://unlibroaldia.blogspot.com/2012/04/colaboracion-vastas-emociones-y.html</a></p><p style="text-align: justify;">miércoles, 11 de abril de 2012</p><p style="text-align: justify;">Colaboración: Vastas emociones y pensamientos imperfectos de Rubem Fonseca</p><p style="text-align: justify;">Idioma original: portugués</p><p style="text-align: justify;">Título original: Vastas Emoções e Pensamentos Imperfeitos</p><p style="text-align: justify;">Año de publicación: 1988</p><p style="text-align: justify;">Valoración: Muy recomendable</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Rubem Fonseca es un escritor muy particular. Nacido en Brasil, y residente en Rio de Janeiro durante muchos años, su obra ha sido laureada por miles de lectores y la crítica nacional e internacional, incluidos autores como Mario Vargas Llosa, Carlos Monsiváis, o Thomas Pynchon (de quien se cuenta son muy buenos amigos) quienes le han dedicado elogiosas palabras más de alguna vez. Como si fuera poco, se dice que es un eterno candidato al Nobel. A la luz de lo anterior, la pregunta de cajón es obvia: ¿es realmente un escritor de calidad, o los medios han exagerado escandalosamente el valor que tienen sus creaciones?</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">En la obra que comentaremos aquí, el protagonista es un cineasta obsesivo que tiene permanentes ataques mientras descansa por las noches; como él mismo dice: "sueño sin imágenes" o "mis sueños son como un libro mal escrito". Intentando aproximarse científicamente al origen de este problema, se encuentra con una definición patológica del sueño: un conjunto de "vastas emociones y pensamientos imperfectos" (concepto que da origen al título de esta novela), obligándolo a asumir esta especie de disfunción como parte de su vida. Sin darle mucha importancia a esto, se embarca en obtener material para filmar una nueva película, aceptando una oferta para producir una cinta basada en una de las obras de Isaak Bábel, legendario escritor soviético. Y mientras piensa en ello, recibe un extraño paquete de manos de una mujer misteriosa. Pero sólo se percata de la importancia de éste cuando se entera que esta misma mujer fue asesinada violentamente cerca de su casa. A partir de ese momento, su vida queda atrapada en un espiral de fugaces historias eróticas, cargadas de tanta violencia que sería insoportable si no fuese por los componentes eruditos que la alternan, y que transitan entre Berlín, Río de Janeiro y otras partes del planeta, para desembocar en un desolador e inesperado final que hace indirecta referencia al nombre de esta obra. Los hechos que suceden en el relato son retratados con una crudeza despiadada, al modo de las novelas negras clásicas, buscando desenmascarar a través de la ficción las redes de corrupción y narcotráfico que permanecen ocultas en la cotidiana realidad carioca.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Estructuralmente, es un thriller muy bien logrado, una novela que aguarda a la vuelta de cada página un cuchillazo, un asesinato, un encuentro sexual, dejándonos con esa permanente incertidumbre de lo que podremos encontrar durante el desarrollo de la historia. Esta historia es relatada junto a una admirable fusión de la cultura popular con la clásica (ingrediente muy característico de las obras de Fonseca): leyendas chamánicas sobre la necesidad humana de consumir polvo de diamantes, personajes que citan a Alfred Hitchcock y su necesidad de tener un gran villano para hacer una gran película, la discusión sobre el valor del cine y la literatura en la historia de la cultura, etc. Este elemento se puede traducir en un enorme riesgo: o la novela es un bodrio, con una mezcla de citas dispersas inconexas, o todas son coherentes y hacen sentido con el argumento principal, armando un cuerpo literario sólido. Fonseca representa indiscutiblemente la segunda opción.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Vastas emociones y pensamientos imperfectos es una gran obra, con una especial técnica narrativa y temáticas que dan cuenta de la originalidad de su estilo. Luego de leer esta poderosa novela, quizás muchos lectores se preguntarán cómo una novela tan cargada de referencias culturales e historias violentas es capaz de producir entretenimiento, curiosidad por la trama, y reflexión sobre la situación actual de la realidad brasileña, tanto o más que cualquier gran película de la que hayamos disfrutado en una noche de eterno insomnio.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Firmado: Ismael</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b>Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 9 de enero de 2010</b></span></p><p style="text-align: justify;"><a href="https://yonosoyfunes.wordpress.com/2014/11/14/vastas-emociones-y-pensamientos-imperfectos/">https://yonosoyfunes.wordpress.com/2014/11/14/vastas-emociones-y-pensamientos-imperfectos/</a></p><p style="text-align: justify;">Vastas emociones y pensamientos imperfectos</p><p style="text-align: justify;">Reseña publicada en la revista «El Sábado» del diario El Mercurio, 9 de enero de 2010</p><p style="text-align: justify;">De las cuatro novelas extensas de Rubem Fonseca, Vastas emociones y pensamientos imperfectos es la única que nunca había llegado a Chile. El autor obtuvo un tardío reconocimiento: recién cuando ganó, en 2003, el Premio Juan Rulfo y el Premio Luis de Camoes, distinción que entregan de manera conjunta los gobiernos de Brasil y Portugal, su impresionante aporte a la novela negra del continente rebasó la frontera de un reducido y fiel grupo de lectores.</p><p style="text-align: justify;">Fonseca, que ha vivido casi toda su vida en Río de Janeiro, retrata sin piedad un entorno urbano largamente asediado por la violencia y el crimen, pero también mucho más que eso, especialmente en sus relatos de largo aliento, donde late el pulso febril y complejo de un país que tiene algo de impenetrable. Sus personajes, como el cineasta que protagoniza Vastas emociones…, suelen ser hombres cultos, escépticos y mujeriegos, que de repente son arrastrados por el ritmo vertiginoso del azar. En esta novela, el protagonista se cambia de casa; en la primera noche, recibe a una bailarina de carnaval que le deja una caja. La bailarina muere, la caja tiene piedras preciosas, una banda criminal le sigue la pista. Mientras tanto, recibe una inesperada invitación a filmar en Alemania una película sobre Caballería roja, el volumen de cuentos de Isaak Bábel, que es una de las joyas menos conocidas de la literatura rusa del siglo pasado. El escritor ruso y su libro alcanzan una gran importancia en la trama, que se desdobla y sigue rumbos que llevan desde Río a Berlín Occidental y Oriental, luego a París, a Minas Gerais, a Río, nuevamente, y se enriquece con referencias literarias y análisis políticos: hay un mundo que se derrumba y Fonseca, un gran observador y un escéptico con un sentido finísimo del ritmo de los tiempos, lo atrapa en precisos y certeros rasgos. La novela es, también, un relato policial, y Fonseca se muestra nuevamente como un maestro de la intriga. Las líneas se cierran de manera perfecta y, en este caso, la novela tiene un extraño aire circular; pero, en realidad, quien cambia es, sobre todo, el lector. Es muy difícil leer a Fonseca sin aprender algo sobre nosotros mismos, por el poder revelador de una escritura sin concesiones.</p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">EN LETRAS LIBRES</span></b></p><p style="text-align: justify;"><a href="https://letraslibres.com/revista-espana/el-gran-arte-de-rubem-fonseca/"><span style="font-size: large;">https://letraslibres.com/revista-espana/el-gran-arte-de-rubem-fonseca/</span></a></p><p style="text-align: justify;">REVISTA</p><p style="text-align: justify;">El gran arte de Rubem Fonseca</p><p style="text-align: justify;">Por Javier Aparicio Maydeu</p><p style="text-align: justify;">30 abril 2008</p><p style="text-align: justify;">AÑADIR A FAVORITOS</p><p style="text-align: justify;">¿Que en sus cuentos se cometen asesinatos? Eso por sí solo no condena su literatura al género negro. ¿Que sus personajes favoritos son detectives? En realidad todo gran personaje de ficción lo es de un modo u otro, ¿no? Marcel es un detective de apariencias, Hans Castorp es un detective de conciencias, el Gatopardo es un detective de conflictos sociales, Charles Kinbote un detective de textos e imposturas y Nathan Zuckerman un detective de identidades. Todos son detectives porque todos sirven a una búsqueda que llamamos literatura. Y que por sus páginas transiten policías no significa necesariamente que su ficción sea policíaca. También se pasean por ellas escritores neuróticos, prostitutas de cine negro, despampanantes rubias de labios carnosos y rouge, salidas de un cuadro pop de Tom Wesselman o de la letra encendida de una bossa nova, pedófilos, inadaptados y donjuanes, funcionarios corruptos, detectives erotómanos y eruditos como el cínico e impagable Mandrake, que es Bogart pero también Philip Marlowe y Russ Meyer, y más escritores, escritores vocacionales, varados en la página en blanco, diletantes incorregibles y sabiondos, fantasiosos urdidores de realidades alternativas, esquizofrénicos, pornógrafos y escatológicos, escritores compulsivos, librescos o repelentes snobs y todos ellos, eso sí, detectives literarios de palabras y de ideas, investigadores sui generis del proceso de creación literaria de la vida. En aras de hacerle verdadera justicia al talento inabarcable de Rubem Fonseca (Brasil, 1925), bastaría con extirparle la palabra ‘policíaca’ a la desganada y rutinaria referencia que le hace Luisa Trias Folch en el único manual de literatura brasileña en castellano (“La literatura brasileña actual”, Literatura brasileña, Síntesis, Madrid, 2006): “La literatura policíaca está representada por Rubem Fonseca”. Habría que leer “La literatura está representada por Rubem Fonseca”. La literatura sin marbetes genéricos, la verdadera literatura, la literatura con mayúsculas está representada por Rubem Fonseca, uno de los más grandes narradores contemporáneos, que si bien finge ser un escritor de novela policíaca porque las convenciones del género sirven bien a sus propósitos de crítica social, invectivas contra el sistema postcapitalista y denuncia de la enajenación y el desquiciamiento del individuo contemporáneo en las grandes núcleos urbanos, representa por encima de todo los valores de la verdadera literatura: sentido crítico, método de conocimiento y reflexión, en última instancia, acerca de la propia literatura.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Reiterado y sólido candidato al Premio Nobel, traducido a las principales lenguas, lector de Joyce, de Steinbeck, de Genet, de Kafka y de lo que no está escrito, adorado en Alemania y autor estrella del prestigioso catálogo de Piper Verlag, empecinado en una enfermiza actitud asocial, como su amigo Thomas Pynchon, Rubem Fonseca dirige, junto a Machado de Assis, Guimarães Rosa, Jorge Amado y Clarice Lispector, el cuartel general de la ficción brasileña contemporánea, desde el que su literatura ácida, autobiográfica, crítica, obscena, solipsista y metaficcional viene felizmente invadiendo mercados internacionales. Como Dalton Trevisan, el autor de Cemitério de elefantes (1964) y O Vampiro de Curitiba (1965), con cuyos relatos grotescos, expresionistas y sádicos, reflejo de obsesiones y miserias morales, su obra guarda una estrecha relación, Fonseca forja su estilo en el terreno del cuento, publicando Los prisioneros (1963), Lúcia McCartney (1967), el polémico Feliz año nuevo (1975) y El cobrador (1979), entre otros volúmenes de menor repercusión, libros que construyen un poderoso y originalísimo universo literario asentado en la marginalidad urbana, el sexo, la violencia lúdica y un discurso crítico que condena la crispación de nuestras sociedades despersonalizadoras, masificadas y perturbadoras, que generan placebos como la televisión o los McDonalds cuando en realidad atrofian y pervierten al individuo, perdido en una frustrante vida cotidiana, abocado a la violencia del crimen, a toda suerte de psicopatías metafísicas y convertido en efecto en un psicópata, abandonado a la misantropía. Sus lecturas de la novela negra de Raymond Chandler y Dashiell Hammet, el modelo de narrador no fiable escritor, paranoico y detective que le cede Nabokov con Pálido fuego (cuya ambigüedad y ardides autobiográficos y metaficcionales están muy presentes en El caso Morel, de 1973), y algunas influencias de la ficción norteamericana contemporánea –de las fábulas paranoicas de Pynchon a los discursos metanarrativos de Barth, Barthelme y otros posmodernos made in u.s.a. o a los personajes grotescos, ególatras y transtornados de Saul Bellow y a Harry ‘Conejo’, el excéntrico héroe de John Updike– le ceden a su universo un molde narrativo, unas convenciones que le sirven de marco cómplice con el lector y que el propio Fonseca y sus instancias narrativas manipulan a su antojo, jugando con ellas como les viene en gana y como han hecho, de otro modo pero compartiendo la parodia de género y el humor, Boris Vian en Que se mueran los feos (1964), la novela que escribió con el pseudónimo de Vernon Sullivan figurando él como traductor, y Fred Vargas en El hombre de los círculos azules (1996), série noire con humor, teorías paranoicas y detectives que dejan huella, como el comisario Adamsberg reflejado en Mandrake. Su virtuosismo técnico le debe mucho, en cambio, a los monólogos interiores y la prosa intimista de Autran Dourado, el autor de Ópera dos mortos (1967) y O Risco do Bordado (1970), y al experimentalismo narrativo de Guimarães Rosa y de la Clarice Lispector de A Paixão Segundo G. H. 1964) y Uma Aprendizagem ou O Livro dos Prazeres (1969), que le enseña la complejidad psicológica del discurso y de la identidad, de la que nace el empleo obsesivo e intenso de la primera persona.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Su primera novela, El caso Morel, marcó la pauta de sus futuras novelas con un tratamiento muy seductor de la crueldad a través de la parodia del género negro, un protagonista que es escritor y que escribe una novela-dentro-de-la-novela a la vez que reflexiona de la mano de la metaficción sobre la condición redentora del proceso de creación literaria, y una investigación en toda regla sobre el oficio de escribir, El gran arte (1983), una de sus obras maestras, vuelve sobre la violencia nacida de los enajenados urbanitas contemporáneos y desarrolla una suerte de hermenéutica de la vida entendida como texto (en metáfora del detective escritor), Bufo & Spallanzani (1986), novela excepcional, insiste en pergeñar un protagonista que sea a la vez escritor y que juegue con las convenciones del género policial conforme desfilan por sus páginas mil y una referencias literarias, Vastas emociones y pensamientos imperfectos (1988), cuyo protagonista anónimo confiesa ser un lector obsesivo de cuentos irónicos y concisos como los de Rubem Fonseca, y Agosto (1990), acerca de las circunstancias que precedieron el suicidio de Getúlio Vargas. La ficción de Fonseca se muestra doblemente ficcional, pues se mueve siempre entre referentes literarios y se confiesa ficcional: “¿la única realidad no es la de la imaginación?”, se pregunta el narrador de El caso Morel. Así, el lector puede leer el capítulo v de Bufo & Spallanzani como un tratado de narratología en forma de reflexiones del novelista de éxito Gustavo Flavio, protagonista de la novela –cuyo agente en la ficción es, por cierto, Carmen Balcells, el agente de Fonseca en la realidad, enésimo guiño literario del autor– sobre el arte de la ficción (con referencias a Thomas Mann, Svevo o los Aspectos de la novela de E. M. Forster); en El caso Morel, los escritores Morel y Vilela se intercambian el siguiente diálogo, “–¿Sirve escribir, si no te va a leer nadie? –Escribir sirve siempre. Paso las noches soñando con mi carrera literaria”; en varios de sus cuentos más inspirados, reunidos en la antología imprescindible Los mejores relatos (Alfaguara, México, 1998), las alusiones literarias y metaficcionales son constantes, al bloqueo del escritor ante la máquina de escribir, a la extraña condición de las musas o a la gloria literaria (en “Amarguras de un joven escritor”), al libro genial pero maldito que el mercado no consagra o a la escritura compulsiva (en “Llamaradas en la oscuridad”), a los aperos del novelista, el papel artesanal de lino, la pluma, el silencio, la soledad (en “Mirada”), al escritor anónimo, al ‘Ghostwriter’, como él lo llama, que se alquila para escribirle una obra inmortal al escritor que no quiere escribir sino simeplemente ser escrito (en “Artes y oficios”), al asesino que se redime a través del arte de la poesía (en “El cobrador”), al escritor Augusto en “El arte de caminar por las calles de Río”, que pasea barruntando escribir una novela titulada “El arte de caminar por las calles de Río” (y que no acabará jamás, como tantos escritores frustrados que temen a Virginia Woolf, como confiesa el protagonista de Bufo & Spallanzani), al imaginario del escritor y los estatutos del arte y la creación literaria (en esa parodia de entrevista a un autor célebre que es el relato “Intestino grueso”), o sobre la presunta necesidad de ‘cultivar el estilo’ o simplemente de saber qué desea uno contar en la novela, y la influencia de la crítica (en ese cuento prodigioso que es “Pierrot de la caverna”). Mientras lee sus frases eléctricas, sus diálogos rítmicos y sus párrafos soltados a bocajarro, como en el globo de un cómic, mientras reconoce en sus textos fuentes, fórmulas y códigos de la masificada literatura de consumo del mass market (culebrones y folletines, relatos gore, pulp fiction), mientras cavila las exhortaciones existenciales y morales de sus estrafalarios protagonistas, el lector cree escuchar la risa irónica del propio Fonseca desde la trastienda, dispuesto siempre a la parodia porque lo que pretende en realidad es invitarnos a todos a cuestionar el sistema, a declarase en rebeldía contra la sociedad de consumo que nos acalla y nos somete, contra la gran maquinaria social que nos despersonaliza con su moral sexófoba y su discurso unívoco y nos empuja a ser violentos y a ser promiscuos: “El escritor debe ser esencialmente un subversivo. El escritor tiene que ser escéptico. Tiene que estar contra la moral y las buenas costumbres”, dice el escritor Gustavo Flavio, su alter ego en Bufo & Spallanzani, y es que su Santa Trinidad no es otra que ambigüedad, parodia y subversión, dignas consignas del gran arte del maestro Zé Rubem, del indiscutible maestro Fonseca, Premio Camoens 2003, el único que hasta la fecha ha sido capaz de salir ileso de las tentaciones de la literatura a un tiempo endogámica y desbocada, de las entrañas del poder y de las perversas leyes del deseo. ~</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">EN REVISTA "EL DESCONCIERTO"</span></b></p><p style="text-align: justify;"><a href="https://www.eldesconcierto.cl/tipos-moviles/2020/04/18/cronica-negra-rubem-fonseca-un-clasico-del-policial-latinoamericano.html">https://www.eldesconcierto.cl/tipos-moviles/2020/04/18/cronica-negra-rubem-fonseca-un-clasico-del-policial-latinoamericano.html</a></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">CRÓNICA NEGRA| Rubem Fonseca, un clásico del policial latinoamericano</p><p style="text-align: justify;">Por: Ramón Díaz Eterovic, escritor | Publicado: 18.04.2020</p><p style="text-align: justify;">CRÓNICA NEGRA| Rubem Fonseca, un clásico del policial latinoamericano|</p><p style="text-align: justify;">El pasado 15 de abril, a los 94 años, falleció Rubem Fonseca, uno de los grandes de la novela negra brasileña y latinoamericana. Entrar a su universo es hacerse parte de una narrativa compleja y atractiva; de una poética de la violencia orientada a describir los brillos y las sombras de la condición humana.</p><p style="text-align: justify;">Por los años 80 del siglo pasado, el escritor Carlos Olivarez me pasó la novela de Fonseca Pasado negro. Tienes que leerlo, me dijo, y nunca más dejé de hacerlo porque Rubem Fonseca es un autor adictivo, una fuerte droga literaria de la que uno siempre quiere más. Años atrás costaba ubicar sus libros, pero últimamente ellos se encuentran en librería gracias al trabajo de la Editorial Tajamar que ha estado traduciendo y publicando sus principales novelas y libros de cuentos: El gran arte, Vastas emociones y pensamientos imperfectos, Agosto, El cobrador y otros títulos más. El año pasado Tusquets publicó sus cuentos completos en tres gruesos volúmenes.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">De Rubem Fonseca siempre se supo poco. Nació en 1925 en el Estado de Minas Gerais, estudió Derecho y Administración, trabajó en la policía y cerca de los cuarenta años decidió empezar a escribir o a publicar. Su primer libro fue El informe Morel. Entrar al universo de Rubem Fonseca es hacerse parte de una narrativa compleja y atractiva; de una poética de la violencia orientada a describir los brillos y las sombras de la condición humana. Su estilo es duro, crítico, despojado de toda concesión al sentimentalismo y recrea situaciones públicas y privadas en las que la maldad parece no tener límites. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Dos de sus novelas más importantes son El gran arte y Vastas emociones y pensamientos imperfectos. La primera tiene como protagonista a Mandrake, uno de los personajes recurrentes y emblemático de Fonseca. Mandrake es un abogado algo escéptico, aficionado al ajedrez, a las copas y a las amantes simultáneas. Un buen conocedor de la marginalidad que hace oídos sordos al consejo que suele darle su socio Wexler: “Somos abogados, la verdad no nos interesa, lo que importa es defender al cliente”. A Mandrake le gusta buscar la quinta pata del gato y, por eso, cuando llega a su oficina una clienta interesada en conocer el paradero de una amiga, no vacila en aceptar el caso y salir tras los pasos de un asesino de mujeres. Durante su investigación Mandrake se relaciona con sicarios, policías corruptos y un millonario que oculta su verdadera personalidad tras la máscara de un eficiente ejecutivo bancario. Paso a paso, con más intuiciones que certezas, Mandrake penetra en las entrañas de la Oficina Central, organización que al amparo de una financiera se dedica al negocio de la prostitución y el tráfico de cocaína. La historia no es nueva, pero la manera como la cuenta Fonseca es sin duda sorprendente. El gran arte es un libro que no da tregua; tanto por su dosificado suspenso, como por la historia de cada uno de sus personajes, que despliegan una suerte de voz coral que lleva a conocer las profundas raíces de la criminalidad en la sociedad brasileña. Es un clásico de la novela negra latinoamericana y las décadas que han pasado desde su primera edición no han hecho mella en su vigencia y atractivo. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Vastas emociones y pensamientos imperfectos se centra en la figura de un cineasta contratado para filmar una película sobre la vida de Isaac Babel, narrador ruso judío que murió en las cárceles de Stalin en 1941, luego de escribir un notable conjunto de cuentos recopilados con los títulos de Cuentos de Odessa y Caballería roja. Sobre el fin de Babel hay muchas versiones y eso tal vez motiva a Fonseca a incluir en la entrega la posible existencia de un texto inédito de Babel. Junto con esto, el cineasta se ve envuelto en el tráfico de piedras preciosas mientras se realiza el carnaval de Río. Ambas historias se entrelazan, permitiendo actuar a una amplia galería de personajes extraños y desgarrados que se dejan llevar por sus pasiones y deseos de trascendencia o poder. El texto está construido sobre la base de fragmentos que van dando sentido a la historia, un erotismo que desborda todo el texto, un lenguaje simple y efectivo. Sin pausas, transita por la violencia, el sexo, la erudición literaria y el mejor suspenso. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Después de leer a Fonseca se puede concluir que escribió para provocar en sus lectores una suerte de malestar crítico hacia el mundo que los rodeaba. Sus libros son bofetadas que dejan huellas y su escritura es siempre punzante, con diálogos agudos y una acción que no da pausa. En el mundo que nos presenta no hay buenos ni malos, porque no hay límites éticos y hasta el amor está supeditado al engaño o al dinero. El mundo de Fonseca es violento como un callejón en el que solo se pueden encontrar sombras o el filo de un cuchillo manejado con destreza.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: large;">EN "LA INSIGNIA" (EL VIEJO TOPO)</span></b></p><p style="text-align: justify;"><a href="https://www.lainsignia.org/2001/marzo/cul_014.htm">https://www.lainsignia.org/2001/marzo/cul_014.htm</a></p><p style="text-align: justify;">5 de marzo del 2001</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Vastas emociones y pensamientos imperfectos</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Ferran Gallego</p><p style="text-align: justify;">El Viejo Topo, nº 150. España, marzo del 2001.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">De esta forma: "vastas emociones y pensamientos imperfectos", Rubem Fonseca titulaba una de sus obras, refiriéndose a la consistencia insegura de los sueños, a su materia inexpresiva. A tientas, en la noche, ese ser torpe que nos encarna en la sombra trata de llegar a las figuras lacias que llenan las horas del sueño. Trata de caminar por la superficie tersa y silenciosa, que a veces interrumpen los sobresaltos de la ciudad despierta. Vastas emociones y pensamientos imperfectos aparecen en las horas nocturnas, nos señalan un rumbo incierto por donde llegar hasta la madrugada, hasta el momento en que la luz se disperse por el cuarto y devuelva el perfil a los objetos, la exactitud a las distancias.</p><p style="text-align: justify;">El ciclo está cambiando. Durante casi veinte años, hemos transitado por un viaje al fondo de la noche. En los años ochenta, la dimensión de la derrota no afectó sólo a los comunistas. Desguazó la columna vertebral de los valores genéricos de la izquierda. Normalizó la explotación, la desigualdad y la competencia implacable entre los individuos, naturalizó las relaciones de clase convirtiendo cualquier resistencia en una desdeñable operación de nostalgia, cuando no en una reprobable defensa del terror y la corrupción del "socialismo real". El volumen de la derrota de la izquierda fue tan vigoroso porque no se limitó a señalar quién tenía más fuerza, sino que llegó a desarbolar las razones de los vencidos. En otros momentos, en otras horas nocturnas y silenciosas, bajo la represión que siguió a la Comuna o bajo la barbarie del fascismo, la izquierda conservó el nervio de su resistencia, sin desmoralizarse en la opinión de que sus argumentos ya no eran válidos. Lo peor de lo ocurrido desde la caída del muro ha sido la asunción de una derrota en los términos de una deslegitimación de los propios motivos de combate. Lo peor ha sido la doble actitud, tan complementaria, en la que unos decidieron peregrinar a los paraísos artificiales de las terceras vías, mientras otros se instalaban en la conmovedora e inútil veneración de unos recursos ideológicos inservibles, yaciendo en la intemperie y la desnutrición de las verdades inmóviles, saqueadas por la erosión de la realidad.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">La izquierda ha tenido que viajar en tercera clase, alojarse en los pabellones de los miserables, abandonar las confortables sesiones de análisis autocomplaciente para entender hasta qué punto estaba deteriorada su capacidad de entender su propio mundo. Para entender de qué manera confundía la realidad y el deseo, los monstruos que soñaba con la razón que los producía. La izquierda ha tenido que asistir al espectáculo del desmoronamiento de un sistema en el que reposaba buena parte de su confianza moral para volver a interrogarse sobre su identidad. En los malos momentos, la cultura de la resistencia ha preservado un espacio indispensable. Ha tenido que devolver el sentido originario a las palabras, porque éstas no sólo son vías de comunicación, sino también formas de conocimiento. Cuando todo el mundo exigía que los comunistas se disolvieran, algunos tuvieron el coraje moral de mantener una tradición, de no renunciar a una experiencia que ha recorrido generaciones distintas, que ha ido acumulándose hasta formar un relieve en el paisaje estéril del capitalismo. Algunos han preservado el lenguaje, los signos, la memoria, para entregarlos a los jóvenes que quieren empezar este siglo sin hipotecas, pero que deberían hacerlo en compañía del recuerdo de una lucha centenaria.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">En un relato de Stefan Zweig, "La colección invisible", se explica el drama de un pequeño funcionario, que a lo largo de su vida va acumulando grabados de artistas notables, acumulando la mejor colección de Alemania. Una enfermedad le hace perder la vista y, al llegar la hiperinflación de los años veinte, su familia va vendiendo los grabados y sustituyéndolos por páginas en blanco. Al cabo de unos años, los álbumes que contenían los trabajos de Rembrandt, de Mantegna, de Durero, se han convertido en los sepulcros de una serie de hojas vacías. Sin embargo, el anciano funcionario enseña con orgullo la colección a sus visitas, creyendo que los genios renacentistas y barrocos continúan llenando sus carpetas. A veces, la izquierda se ha comportado como ese coleccionista ciego, creyendo disponer de unas imágenes que la justificaban por sí mismas. La izquierda ha creído que las respuestas estaban en esa carpeta de hojas pálidas, a salvo de la temperatura y la humedad ambientales. La función de la izquierda no es arrojar el álbum al fuego, sino volver a llenarlo, recuperar las secuencias verdaderas de su trayectoria.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Eso implica una tarea de búsqueda incesante, que vuelva a contaminarnos con lo que ocurra fuera de los recipientes de alta seguridad ideológica. En primer lugar, comprender el tipo de derrota que se ha sufrido y las condiciones de acumulación de fuerzas en que nos encontramos. No basta con una aceptación genérica del retroceso. El sentimiento de culpa pertenece a otras culturas. La nuestra nos exige la definición de los errores. La izquierda ha gobernado, ha sido poder, ha legitimado con su discurso formas de Estado, maneras de administrar los asuntos de todos. La izquierda se ha organizado de formas determinadas, ha concebido la política y la estrategia de acuerdo con unos principios que han cobrado cuerpo en partidos, en sindicatos, en instrumentos diversos de acción, resposables del perfil de gobiernos y oposiciones, de poder y de movilización. La referencia al pasado ha servido, unas veces, para establecer una dinámica absorta de fieles y reliquias. Otras, para trenzar el diálogo atroz del paciente y del psicoanalista. Se trataría, más bien, de examinarnos para acumular saber, no para darnos falsa seguridad ni para flagelarnos hasta que nos asomen las costillas. Sencillamente, entender por qué una izquierda que dispuso de potentes antenas de recepción de acontecimientos sociales, de valiosas neuronas para dar coherencia a la información y de músculos enérgicos para modificar la realidad, ha podido ser contemplada como un vejestorio autista, encerrado en un misterioso mundo de recuerdos sombríos y palabras en desuso. Comprender, en definitiva, por qué tanta gente nos ha dado la espalda y se ha refugiado en el apoliticismo, en la cínica contemplación de una historia inmutable, en la indiferencia ante nuestros actos y en el desprecio de nuestras propuestas.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Se trata, además, de entender el ciclo histórico en el que estamos. Porque eso es lo que la izquierda útil ha hecho en otros momentos, lo que hicieron, sin ir más lejos, esos jovenzuelos que redactaron el Manifiesto Comunista y que han sido citados, manoseados, ensuciados y pervertidos durante tantos años. No se trata de recuperar la letra, sino el talante intelectual de Marx y Engels, de los primeros socialistas, de los trabajadores que luchaban tratando de integrar su combate concreto en la literalidad de La Internacional. Aceptemos, de una vez, que el capitalismo fordista ha concluido, que hemos cruzado una línea histórica de no retorno, que el enemigo de clase ha organizado las condiciones de explotación de una forma estructuralmente distinta a la de los años comprendidos entre la Gran Guerra y la caída del muro. Descubramos que la fuerza "agregadora" que tenía la socialización en el capitalismo de fábrica de productos duraderos ha terminado. Que las formas de alienación social que acompañan la explotación de este nuevo siglo son distintas. Aceptemos el dominio de un capitalismo difuso, en el que los productores y los consumidores están separados, donde los asalariados se fragmentan en círculos concéntricos cada vez más alejados del obrero con trabajo fijo, que experimenta la explotación en la gran empresa, tomando conciencia de clase en compañía de centenares de obreros de su misma condición. Aceptemos el porcentaje de cada forma de explotación concreta en el balance de los recursos de alimentación del sistema. Las consecuencias de este análisis deben conducir a rupturas políticas con el pasado, pero son el territorio fértil para recuperar lo que en política es iniciativa: anticiparse a los movimientos del adversario, elegir el terreno del conflicto.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">Lo que nos exige esta nueva etapa es demostrar que somos capaces de resolver problemas concretos de la gente partiendo de análisis globales. Hasta ahora, en esta fase de pérdida de posiciones tan prolongada, la izquierda se ha limitado a lanzar discurso contra el sistema. De lo que se trata es de buscar formas operativas para acumular fuerzas, que procedan de luchas y victorias parciales. Se trata de ejercer el reformismo anticapitalista y mantener la tensión moral del discurso contra las formas de organización general de la explotación. Hay ejemplos de cómo hacerlo. Cuando la izquierda se organiza para luchar por la semana de 35 horas, golpea el vientre del sistema, es capaz de luchar contra la plusvalía, de hacer visible la posibilidad de generar empleo, de reducir el tiempo de trabajo y aumentar el de ocio, de crear una coherencia entre el desarrollo técnico y las necesidades humanas, de situar la lucha en una estrategia internacional. Cuando esta demanda se convierte en sentido común de la mayoría de los trabajadores, ya se ha obtenido un avance importante. Si se consigue su aprobación por ley, se ha ganado una batalla que tiene carácter anticapitalista, aunque no destruya el sistema de un día para otro. Cuando se defiende el presupuesto participativo, cuando se señala que los mismos recursos pueden gastarse de otra forma, se están poniendo las condiciones de una movilización de las clases populares que afectan a su calidad de vida; que, sobre todo, adquieren el perfil de algo posible, que sólo deja de realizarse por la falta de voluntad del poder, lo ejerza quien lo ejerza. Si esa batalla se gana, la lucha por la recalificación de la democracia se convierte en sentimiento compartido de una mayoría que sabe que ha ganado, que ha conseguido mejorar en lo inmediato su capacidad de participación y sus condiciones de existencia.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">En el diagnóstico de las nuevas condiciones del ciclo, hay signos de un cambio de correlación de fuerzas. Lo que ha ocurrido en Davos y en Porto Alegre muestra la pérdida de confianza de la burguesía y la recuperación de las señas identificativas de una izquierda amplia, que suma diversas tradiciones, que se encuentra en un objetivo común, sea cual sea su procedencia. Porto Alegre es una acumulación de saber social, de experiencias convertidas en propuestas de acción inmediata y de luchas que se metabolizan como armas teóricas para la razón de la izquierda, después de tantos años en que sólo ha habido las razones de la derecha. No se parte de cero, sino de miles de acciones fragmentarias que se suman para dar un nuevo semblante a la expresión de una izquierda global. El miedo de la derecha procede de esa potente renovación, de la capacidad de sumar conocimiento que puede surgir de esa nueva internacional. El miedo de la burguesía procede de ese temor a dejar de ser la gestora del único mundo posible. El miedo del enemigo de clase es que nadie le crea, en que su capacidad de convencer se desarticule para dejar al desnudo sólo su capacidad de dominar.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">En muchas ocasiones, la expresión del anticapitalismo es sólo una intuición prepolítica. En otras, se vertebra de formas distintas a las que estamos acostumbrados. Da igual. Lo importante es saber que hay un tren en marcha, al que va subiéndose gente diversa, con equipaje distinto, pero sabiendo que es su tren hacia el futuro. Lo importante es que haya un tren de marcha lenta, al que se van subiendo luchadores de lenguas diversas, de razas distintas, de tradiciones políticas diferentes, después de tantos años en que las locomotoras de la izquierda yacían en los cementerios enmudecidos donde el metal se oxida. Lo importante es que el discurso del liberalismo está adelgazando, que su valor de cambio se degrada, que su capacidad de convicción de envilece. Que los jóvenes no se lo creen, que los campesinos lo desdeñan, que los consumidores condenados a nuevas epidemos alimenticias lo empiezan a despreciar, que los ciudadanos que asisten al espectáculo de la ley de extranjería empiezan a comprenderlo en su dimensión brutalizante. Lo importante no es sólo que muchos no quieren ser ya víctimas, sino que hay una mayoría que no quiere asumir la función del verdugo activo o del espectador indiferente. Lo importante es que el nuevo siglo nos pide estar a otra altura, distinta a la resignación de hace unos años, al entusiasmo sin dudas de hace algunos decenios. Nos exige humildad para aprender de todas las experiencias, negarnos a ser cómplices de cualquier mecanismo de manipulación. Nos exige que no haya diferencias entre lo que prometemos y lo que hacemos. Nos pide que resolvamos los problemas reales, pero que no utilicemos el sufrimiento a corto plazo para conformarnos con las soluciones a medias o para unos cuantos.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;">¿Seremos capaces de organizarnos de esta forma? ¿Seremos capaces de convertir las vastas emociones y los pensamientos imperfectos en algo más sólido, que supere el material tenue de los sueños para adquirir la solidez de la esperanza? Y hacerlo con el talante adecuado. Si antes utilizaba un cuento de Zweig, tal vez nos sirva ahora Thomas Mann, sus palabras al describir cómo se sentía un escritor cuyo manuscrito se ha perdido en un desastre ferroviario: "Me di cuenta de que volvería a empezar desde el principio. Sí, con paciencia animal, con la tenacidad de una criatura primitiva a la que alguien le ha destrozado la obra prodigiosa y complicada fruto de su diminuta inteligencia y aplicación, pasado el primer instante de confusión y perplejidad volvería a comenzarlo todo de nuevo, y quizás esta vez me resultaría algo más fácil."</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0