jueves, 30 de abril de 2009
La estrategia dual en El Corazón de las tinieblas
Joseph Conrad; Last essay: "El colonialismo [...] la más despreciable lucha por una botín que jamás desfiguró la historia de la conciencia humana".
Joseph Conrad; El corazón de las tinieblas: “¿Cómo poder imaginar entonces a qué determinada región de los primeros siglos pueden conducir los pies de un hombre libre en el camino de la soledad de la soledad extrema donde no existe policía, el camino del silencio generoso que se hace eco de la opinión pública? [...] Vivimos como soñaos... solos”
Hace 110 años que vio la luz El corazón de las tinieblas; hace 120 años que Conrad reflejaba en su diario de viaje por el Congo “Mosquitos. Ranas. Horrendo, contento de ver el final de esta estúpida trampa. Me encuentro bastante pachucho” . El cuento apareció primero en forma de novela por entregas entre febrero y abril de 1899 en la revista inglesa Blackwood; en 1902 se publicó en forma de libro bajo el título “Juventud”, que contenía los relatos Juventud; una narración, El corazón de las tinieblas y Con la soga al cuello. Las tres historias, junto a La Línea de sombra, pueden guiarnos por la biografía de Conrad con bastante precisión. Ningún lector de Conrad debería dejar de leer esta última novela: esencia pura.
De este cuento no tardó en ofrecer el propio Conrad unas primeras sensaciones que recoge Sergio Pitol en la edición de Lumen:
“Descendió sobre mi una gran melancolía cuando me di cuenta de que las realidades idealizadas de los ensueños de un muchacho habían sido desplazadas y embrutecidas por las actividades de Stanley y del Estado Libre del Congo; por la nada santa recolección de in periodistilla sensacionalista y por el desagradable conocimiento del más vil de los saqueos en la historia de la exploración geográfica y de la conciencia humana”
Y Edward Garnett, el gran crítico británico de principios del siglo XX escribió sobre ella:
“El arte de Heart of Darkness –como en toda gran obra psicológica, yace en la relación de las cosas del espíritu con las cosas de la carne, de la vida invisible con la visible, de la vida subconsciente que hay dentro de nosotros, nuestros oscuros motivos e instintos, con nuestras acciones sentimientos y apariencia conscientes. La quietud de las sombrías junglas africanas, el resplandor del sol, sentir cómo se pone, cómo se alza, sentir la noche en un río tropical el aislamiento de los blancos, degenerados y con los nervios de punta y observando todo el día el corazón de las tinieblas, lo que a la vez ven sin sentido pero también como algo amenazador a sus ideas y concepciones de la vida; el embrutecimiento sin remedio de unos infelices salvajes al alcance de unos conquistadores rapaces y fofos. Todo esto es una página arrancada de la vida en el continente negro, una página que ha sido hasta ahora cuidadosamente borrada y mantenida oculta a los ojos europeos”
Como decíamos, quizá haya crecido este cuento en la matriz literaria del “doble”, tan recurrente en la literatura inglesa de la época, máxime cuando la psicología tomaba carta de ciencia en aquellos años y las primeras inquietudes se convertían en relatos. Parece una constante en la historia de la literatura que cualquier avance científico despierta miedos que, convertidos en narraciones, hurgan en las entrañas de lo desconocido. Así, Marlow y Kurtz, los dos en la frontera entre la civilización y la barbarie, optan por orilas diferentes: Marlow a este lado; Kurtz traspasando las fronteras de lo inexpresable, del horror, de la barbarie.
La novela sigue esa estrategia dual como los dos raíles de una vía de dirección única cuyo destino es el abismo. Conrad juega de forma magistral con dualidades que se superponen, se solapan o se contraponen... Luces y sombras, colores frente a sonidos, civilización y barbarie, razón y locura, lo irónico y lo veraz, la verdad y la mentira, Marlow y Kurtz... Incluso las mujeres discurren de forma dual en el plano de la narración: la novia burguesa de Kurtz frente a la mujer que vive con él en la selva...
Los dos protagonistas, cara a cara, cara y cruz, no son como eran: Marlow, extranjero de sí mismo, volverá a su país para no ser ya de él ni de ningún sitio. Kurtz pertenece ya al inframundo, está a la espera de saber “cuántos poderes de las tinieblas lo reclaman como suyo".
El lunes por la mañana os plantearemos el juego del mes; estad atentos porque irá a primerísima hora.
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