Es posible que si Joan Didion (Sacramento, 1934) no se hubiese convertido hace más de una década en una leyenda gracias a su imprescindible libro sobre el duelo, El año del pensamiento mágico (2006), jamás se hubiese traducido Río revuelto, su primera novela (1963), inédita en España hasta ahora. Y hubiese sido una lástima, pues esta obra primeriza no muestra ni una prosa balbuceante, ni la angustiosa necesidad de tantos debutantes de demostrar todo lo que han leído y, lo que es peor, todo lo que pueden llegar a narrar. No lo necesita, quizá porque Didion jamás ha dejado de escribir sobre lo que mejor conoce -sus recuerdos, sus vivencias, su inevitable soledad- en los relatos, guiones y crónicas publicados en Vogue, Life, The New York Review of Books.
Río revuelto nos devuelve al territorio Didion, esto es, al Sacramento de su juventud, el de 1959 y, gracias a un salto en el tiempo de veinte años, al de 1938, y al drama secreto de una familia media estadounidense, los McLellan, marcada por la fragilidad emocional de la madre, Lily, verdadera protagonista del relato. Hija de Walter Knight, un antiguo senador que combinaba “la justa proporción de nobleza y desvergüenza y un talento excepcional para engañarse a sí mismo”, Lily vive entre el asombro y la extrañeza, ajena a todo, como separada del mundo por una cierta torpeza que le impide relacionarse con los demás con normalidad. Ni siquiera cuando organiza una cena o una fiesta es capaz de abandonar su sensación de lejanía, de incomodidad, contagiando a todos (hijos, vecinos, amigos) un invencible malestar que apenas combate con una sucesión de infidelidades que acabarán por desencadenar la tragedia final.
Mientras estas vidas sin historia se desmoronan entre el abandono y el calor, Didion narra cómo se resquebraja el sueño americano de la prosperidad sin fin. A fin de cuentas, al contar lo que le ha sucedido a California, la novelista ofrece la mejor metáfora de la inquietante transformación sufrida por la sociedad estadounidense de su tiempo: la de la pérdida de la inocencia, cuando las granjas heredadas por generaciones que descendían de los pioneros californianos se fueron fragmentando para construir nuevas urbanizaciones y todo se puso en venta (ética incluida). Un gran libro, un verdadero Río revuelto de abandono y literatura.
DE DAVID GARCÍA MARTÍN EN "LOS LIBREROS RECOMIENDAN..."
Al igual que muchos lectores, llegué a Joan Didion con El año del pensamiento mágico, un libro de memorias que narra la pérdida de John Gregory Dunne, escritor y pareja de la autora. Dunne, de raíces irlandesas, provenía de una familia adinerada, y junto a la periodista, hija de unos inmigrantes en busca del sueño americano, crearon un universo en el que la literatura era el pilar sobre el que giraban sus vidas.
Con Noches azules quedé compungido. En ella Didion narra cómo fue vivir la muerte de Quintana, hija única y adoptada por la pareja, cuyo nombre hace referencia a la ciudad mexicana favorita de ambos. El texto es doloroso a la vez que bello, como uno de esos cuadros que al contemplarlos colapsa el entendimiento.
En Noches azules se puede apreciar la fragilidad y la entereza de Joan Didion, el amor materno, la dificultad de encajar la pérdida, la soledad impuesta. De nuevo surge la literatura. Y de nuevo es insuficiente para retener la vida de los seres queridos. Y de nuevo la escritura es terapia para interiorizar, racionalizar y compartir la experiencia.
Como periodista, Didion estuvo ligada al Nuevo Periodismo, término acuñado por el recién fallecido Tom Wolfe. Fue ahí, con las técnicas de la narrativa aplicadas a la no ficción, donde Didion se fraguó su prestigio como cronista. El ángulo en el que colocó su mirada le permitió colarse en las cabeceras más prestigiosas de Estados Unidos. Los que sueñan el sueño dorado recoge parte de este trabajo.
Hace pocos meses Gatopardo editó Río revuelto, su primera novela, que junto al documental Joan Didion: el centro cederá, vuelve a poner a la escritora de Sacramento en la mesa de novedades de las librerías.
Fueron siete años y el rechazo de doce editoriales lo que tardó Río revuelto en ver la luz. Didion trabajaba en Vogue durante el día. Y por las noches, frente a la máquina de escribir, daba forma a los McClellan, los protagonistas de esta novela, una familia californiana con menos virtudes que flaquezas.
Río revuelto se desarrolla en un periodo de más de treinta años. En ese espacio temporal, la escritora despliega sus habilidades incipientes de narradora y plantea esta historia con Lily como centro gravitatorio. La pasión, las convenciones sociales, el fin del amor, la familia, el vacío existencial son algunos de los motivos que se van acumulando en sus más de trescientas páginas.
La voz narradora, dotada de gran fuerza psicológica, engarza uno a uno a sus personajes, hasta dar forma a esta novela con ecos de Fitzgerald, sostenida en largas noches de alcohol a los pies del porche de un rancho, mientras California se está transformando, bajo un ambiente que de caluroso acaba en decadente, y que confirma que la ficción del sueño americano es una ecuación que siempre está por resolver.
Si bien Río revuelto no quedará entre los títulos imprescindibles de la Gran Novela Americana, Joan Didion demuestra sus buenas dotes como narradora de largo aliento, además de dejar claro que es una gran conocedora del espíritu de su época. En la plasticidad del texto laten ya su sensibilidad y su agudeza. Didion ya era Didion en su primera novela.
David García Martín, La Buena Vida. Café del Libro (Madrid)
El ‘Río revuelto’ de Joan Didion que aprisiona a las mujeres llega por fin en español
por Sonia Fides
Por fin se traduce al español la primera novela de Joan Didion (Sacramento, California, 1934), mujer fundamental en su aportación a lo que se dio en llamar Nuevo Periodismo. Llega a nosotros ‘Río revuelto’ (Gatopardo ediciones), una fabulosa novela sobre cómo se resquebraja el sueño americano tras esa apariencia tan manida de normalidad. ‘Río revuelto’ es la epopeya de dos mujeres que se sienten libres, pero que en realidad son dos prisioneras en mitad del silencio que suele rodear a las mujeres. Nadie las escucha, pero todo el mundo las envidia. Didion nos entrega en ‘Río revuelto’ una historia sublime llena de mentiras, subterfugios, escenas de amor, celos, deslealtades, glamour, locuras, transgresión y venganzas.
Joan Didion conoce a las mujeres. Joan Didion conoce a los seres humanos. Joan Didion es ese Dios delgado que contempla, como diría la malograda poeta Jane Kenyon, pero que también se detiene a mirar la sangre en el dobladillo de la falda de su madre. Joan Didion no huye de lo incómodo, ni hace aspavientos ante las lacras de la sociedad. Didion se compromete y recompone lo que queda de cada mujer y cada hombre una vez que la vida los señala. Didion es una narradora justa, una constructora de espejos que ofrece tours alrededor del alma. Didion destruye los estereotipos y eleva a sus personajes a la categoría de héroes no ficticios. Ella ya fue una heroína que enterró a una hija y a un marido, y sin embargo el de la heroicidad no es un juego al que le guste jugar y eso se nota en sus novelas siempre áridas, indómitas, un edén para las verdades absolutas. Didion no se conforma con lo que complace, no, ella busca la luz más deslumbrante, las más extensas y hábiles versiones de las mujeres. Y Río revuelto no habría de ser una excepción, pese a ser la primera novela (se publicó en 1963) de esta mujer menuda y de apariencia débil.
Río revuelto es el feroz mordisco del amor romántico que pudre la carne de quien lo recibe. Pero también es el hastío y las pulsiones a las que aboca la endogamia rural y provinciana de una América que asfixia a sus mujeres y que le borra la salida a cualquier zancada que su rebeldía emprenda. Lily y Martha, sus protagonistas, parecen mujeres libres. Son ricas, inteligentes, amadas por dos hombres que a priori resolverán sus vidas. Sin embargo, la realidad que los que las rodean creen ver a través de los limpios cristales de una casa que idolatran no será más que un espejismo que va amojamando su carne y que las convertirá en Ofelias de garganta seca.
Didion encierra en su fabulosa novela a un elenco de mujeres poco habitual en la literatura. Y construye para ellas una falibilidad que las convierte paradójicamente en indestructibles de cara a la galería –nadie sospecha nunca de los débiles–, pero que en realidad no es más que una vela de lino llena de heridas que pierde enseguida el favor del viento.
Sus protagonistas van contra corriente desde la primera línea de esta hermosa novela. Todo es furia desde el primer fonema, todo es caos pese al cómplice discurrir del río, que acabará siendo una metáfora cruel que resecará la voluntad de los protagonistas. El río irá engullendo su futuro y lamerá su voluntad hasta dejarlos quietos. El silencio actuará como la gangrena y hará del champán un líquido viscoso que atrapará la voz y la voluntad de quienes habitan estás páginas como atrapan las arenas movedizas el porvenir de un viajero exhausto.
Todo parece en orden cuando comienza esta historia, todo es belleza, pero de pronto una detonación saca a la luz una forma de vida que está condenada a dejar un rollizo reguero de damnificados. Las guerras que construye el amor romántico dejan más muertos que héroes y Didion lo deja claro en cada palabra que escribe.
No obstante, Didion no da pistas, ella busca dianas, balas que hacen del corazón un músculo sin esperanza de vida.
Los personajes de esta novela están ahítos de perfección mientras la luz les enfoca, pero en realidad son los hijos predilectos de las sombras. Aquellos que callan los malos susurros y entonan canciones que despertarán la envidia del que cree que está viéndoles vivir.
Río revuelto es la epopeya de dos mujeres que se sienten libres, pero que en realidad son dos prisioneras en mitad del silencio que suele rodear a las mujeres. Nadie las escucha, pero todo el mundo las envidia; nadie quieres sus sombras, sólo quieren su luz. Nadie pasará a preguntarles si les duele el corazón o si pueden luchar contra la piel que las rodea y les recuerda que no siempre serán jóvenes. Sólo se dedican a admirarlas mientras una muere de pena y de desprecio y la otra lo hace malgastando su deseo entre las oscuras orillas de un río que empieza a aborrecer sus nombres.
Lily cree que su promiscuidad la hará libre y Martha cree que su inteligencia la librará de la vergüenza que el desprecio del hombre al que ama le genera.
Didion conoce los abismos que escupe la mentira y los nombra sin omitir detalle alguno en esta fabulosa novela, quizás la historia que el bueno de Fitzgerald no se atrevió a escribir. Hay fiestas en que la música y la bebida son un canto de guerra y de eso habla esta novela, de las trincheras en las que nos alojamos para sentirnos a salvo sin sopesar antes de ocupar nuestro lugar en ellas que el barro, la sangre y los gritos ajenos construirán un mobiliario que no siempre estaremos dispuestos a mirar:
“Puedes volver a entrar y jugar a todos los juegos, pero no pienses que no te veo”
Didion nos entrega en Río revuelto una historia sublime llena de mentiras, de subterfugios, de escenas de amor, de celos, de deslealtades, de glamour, de locuras, de transgresión y de venganzas que se quedará en nuestro recuerdo por mucho tiempo. Hay escenas entre las entrañas de este libro que son el Diagrama de Venn de la libertad de la mujeres, pero hay también párrafos en que las mujeres siguen atrapadas entre la fuerte mandíbula del patriarcado. Didion lo sabe y lo denuncia, y lo hace dejando que la tinta que escribe su denuncia empape las manos de quien lee. Ella no deja nunca morir la palabra, aunque para ello deba dejar morir a alguno de sus protagonistas. Ajustar cuentas es un mal oficio y queda de manifiesto en esta novela en la que sus protagonistas se ahogan entre estigmas.
De Alberto Olmos para El Confidencial:
Sexo de 1963. La novela perfecta para el verano se escribió hace 50 años
Se publica por primera vez en España el debut como novelista de Joan Didion, una novela excepcional sobre una familia de terratenientes en el valle de Sacramento
Joan Didion ha dejado para la posteridad dos cosas: una obra y una pose, y es imposible encontrar un libro suyo publicado en España donde no quieran vendernos la pose antes que la obra. Vean 'Río revuelto', por ejemplo. Gatopardo ha publicado este mismo año el debut como novelista de Joan Didion, debut que se produjo allá por 1963. Después de los créditos, y antes de la dedicatoria, nos plantan una foto de la autora “en 1970”. Didion aparece sentada de media anqueta en la baranda de una terraza, con la falda por encima de las rodillas y una ramita entre los dedos. Mira a la cámara con esa tristeza dignísima que se le pone a una cuando la invitan a todas las fiestas y va porque son en una terraza. ¿Qué sentido tiene esta foto porticando una novela?
Algunos escritores hacemos grandes esfuerzos por que se nos tome en serio. Yo, por ejemplo, voy de vacaciones a Lo Pagán. Otros, como Bolaño, ponían en las solapas de sus libros (vean la de 'Estrella distante' en Anagrama) fotografías que les habían hecho sus hijos, y en las que parecían recién levantados. La estratagema de que un escritor, antes de serlo, debe parecerlo me repugna. Ellos, torturados, nostálgicos, con chaqueta, en hoteles señoriales; ellas, lánguidas, pijísimas, peinadísimas y en diván. Luego la gente cree que Espido Freire es mejor escritora que Virginie Despentes, o que Karl Ove Knausgaard es mejor escritor que yo. Y no, Virginie y yo somos los que mantenemos viva la llama.
Crítica seria
Pero dejemos atrás el '¡Hola!' literario y vayamos con la crítica seria. Nadie lee prensa en agosto, así que puede uno hacer crítica seria. 'Río revuelto', de Joan Didion, 1963, edición española a cargo de Gatopardo. 312 páginas. 18,95 euros. 5 estrellitas sobre 5. Ahí tienen la crítica seria. Sigamos. Joan Didion nació en 1934 y publicó su primera novela, 'Run, river', con 29 años. Didion llegó a España de manos de la editorial Grijalbo, que imprimió 'Réquiem por una burguesa' en 1978. Impresionó tanto al habla, pueblo, habla que no volvió a ser publicada en nuestro país hasta 1988, esta vez por Espasa Libros. Entonces llegó el periodo de gloria de Didion en España: casi 20 años sin saber nada de ella.
Fue en 2006 cuando Global Rhythm publicó 'El año del pensamiento mágico', para apostar al año siguiente por 'Una liturgia común' y ceder el testigo a Literatura Random House, que lleva seis años proponiendo libros de la autora, de 'Noches azules' a 'Según venga el juego'.
La pregunta que yo me he hecho, según me iba maravillando con 'Río revuelto', es qué cruce de criterios, qué ensalada de intereses, qué misterios editoriales y retrueques del intelecto hacen que una novela tan adictiva permanezca inédita en España durante 55 años, y que solo a la pequeña editorial Gatopardo en el año 2018 se le ocurra la obviedad de publicar este gran libro. Una pista me la ha dado Goodreads. Según esta web de lecturas dilectas, tanto en Italia como en Alemania como en Francia se les ha ocurrido también publicar 'Run, river' en pleno siglo XXI; en concreto, hacia el año 2014. Quizás en Gatopardo Ediciones se dijeron: “¿Y por qué no?”. Y así tenemos en España la novela perfecta para leer este verano.
Sexo de 1963
Hay que asumir que Joan Didion escribió esta novela con menos de 30 años. Hay que dedicar al menos un minuto a considerar con cuánto talento empezó esta mujer a hacer libros. Según declaró en algún sitio, escribió sobre el valle de Sacramento (California) desde Nueva York, forzando una mitología del hogar perdido que en realidad ella sabía falsa. Sin embargo, 'Río revuelto' suena a cualquier cosa menos a impostura juvenil. Hay aquí todo un mundo primorosamente levantado.
La novela comienza con un disparo, una mujer que lo oye y un hombre que empuña un arma. 300 páginas después, entenderemos el porqué del disparo, y no es poco placer para alguien que no lee 'bestsellers' haber estado 300 páginas intrigadísimo, deseando saber y, además, paladeando una prosa (traducida por el novelista Javier Calvo) densa, detallista e inspirada: “Su pelo largo estaba aún mojado, y Edith Knight se preguntó —un pensamiento irrelevante pero que sin duda la obsesionó— si se le secaría antes de que la enterraran”.
'Río revuelto' suena a cualquier cosa menos a impostura juvenil. Hay aquí todo un mundo primorosamente levantado
La novela se sitúa en ese remanso de experimentación formal que disfrutó la literatura estadounidense desde los años cuarenta a la década de los setenta. Todos (Updike, Bellow, Yates... etcétera) estaban construyendo personajes y contando historias y metiendo mucha información en la página, alejados de Faulkner y haciéndose los rusos. El carácter de un hombre es su destino, que dijera Heráclito, me parece a mí la piedra angular de la narrativa de Estados Unidos en ese periodo.
Hay mucho sexo en esta novela, sexo de 1963 además, pero perfectamente indistinguible del sexo de 2017 o de 1987. Yo creo que a Carmen Calvo no le va a gustar.
“Dios bendito —pensó con vaga ternura—, tacones altos para que se la follen en la playa”. “Dile que te estás acostando con hombres para conseguir azúcar de estraperlo. Eso hará que vuelva”.
“—Quieres hacerlo —dijo Ryder. (…) —Nunca quise. —Reconociendo de inmediato que aquella mentira obvia solo tendía a debilitar más la posición de ella, procedió a enmendarla—. Muchas veces solo fingía que quería”.
De Laura Fernández para El País
Morir en California
La primera novela de Joan Didion es un brutal y asfixiante clásico que nunca se ha tenido como tal.
De ejercicio nostálgico calificó en su momento (1963), en realidad, una década más tarde, Joan Didion esta, su primera novela, la historia de un matrimonio malogrado, la historia, en realidad, de dos mujeres atrapadas en su propia condición de mujer en un tiempo —el que va de 1938 a 1959— en el que ser mujer consistía en convivir con una monstruosa desorientación existencial, provocada por una absurda dependencia del hombre, que, en la mayor parte de los casos, era más un niño poderosamente malcriado que otra cosa.
Pensemos en la víctima y el verdugo de esta historia, Ryder Channing, el tipo que primero vuelve loca a Martha (McClellan), tataranieta de una familia de pioneros californianos —la novela es también un fascinantemente cruel y despiadado y a ratos pretendidamente idílico retrato de época y, sobre todo, lugar: el mito de una California rural que, en palabras de la propia Didion, “nunca ha existido”—, y luego a su cuñada, Lily —personaje tan inolvidable, por desesperanzadoramente malherido, como el de la Maria de Según venga el juego—, por el mero placer de divertirse. Pero de todo eso nada sabemos cuando oímos el disparo. Es Lily quien lo oye, en la primera línea de la novela. Y parece despreocupada. También desorientada. Lily no sabe lo que hace ni por qué lo hace, y, a ratos, lo sabe exactamente. Lily no puede soportar que Everett esté lejos, y a veces lo está, y cuando eso ocurre, Lily pasa el rato con otros tipos, y hace la clase de cosas que te obligan a ir a San Francisco a deshacerte de algo que no esperabas y que no quieres.
Narra, Didion, bajo el agua, sin subir a por aire, o haciéndolo a cada rato, mediante digresiones que construyen historias dentro de historias, dolorosas y carverianas escenas entre hombres y mujeres condenados a no entenderse, y hay música (narrativa) y tristeza, una tristeza y una soledad infinitas, en la odisea de Martha y en la odisea de Lily, mujeres que están siendo utilizadas por los hombres que las rodean y que ejercen la única libertad de que disponen en un mundo demasiado pequeño. Un brutal y asfixiante, un demoledor, clásico, que nunca se ha tenido como tal, quién sabe por qué.
En el blog http://www.viajandoydanzando.com/literatura/rio-revuelto-de-joan-didion
La primera novela de Joan Didion, Río Revuelto, traducida y editada al español por Gatopardo Ediciones es la firma de un estilo que caracterizará todos los ensayos y novelas posteriores de la autora, la escritura como herramienta de observación del mundo.
Qué pasa en Río Revuelto: por qué son tan infelices sus personajes
El libro comienza con un disparo. Everett, el marido de Lily, usa su revolver para matar a Channing, el amante de su mujer en el embarcadero del rancho donde ambos viven con sus hijos. Así empieza la novela que, tras este comienzo, retrocede veinte años en el tiempo para contarnos la historia de dos familias de clase media americana que llegaron a California en la época de los grandes fundadores de granjas y negocios.
La narración transcurre paralela al declive y cambio de valores del sueño americano, ubicada en el contexto de una sociedad americana en transformación.
Cerca de Sacramento, California, La familia Knight y la familia MacClellan poseen las tierras que sus familias conquistaron cuando llegaron desde el Este al Delta de Sacramento en busca de oportunidades. La novela transcurre entre 1938 y 1959, durante este tiempo, los padres, representantes de la rama de pioneros fundadores de granjas y negocios más prósperos de California, van perdiendo fuerza a medida que se produce la desintegración paulatina de una época que viene a culminar con la muerte de estos y la incapacidad casi enfermiza de sus congéneres por mantener su legado y mucho menos la estabilidad familiar.
El estilo de Sacramento
El estilo de Río Revuelto es absolutamente periodístico en lo que se refiere a la precisión quirúrgica con la que narra los acontecimientos, las escenas y los diálogos, como si se tratase de fotografías en blanco y negro donde cada palabra fuera un soplo de aire que desempolve la instantánea para desvelar una realidad que debe ser contada. Este estilo seco mezcla herramientas narrativas de la literatura al estilo de otros grandes como Wolfe, Talesse o Hemingway, de manera que sus relatos se leen como novelas a pesar de que la técnica sea muy periodística. Es tan precisa en su escritura que algunas de las cosas que narra, luego suceden. Durante la lectura del libro me asaltaba un pensamiento, la similitud entre el carácter de Martha y el de su hija Quintana narrado en su libro Noches Azules. Si bien cronológicamente es imposible que un personaje sea el reflejo de otro, me hace entender ese poder de la escritura para diseccionar la realidad hasta el punto de hacerla posible en otro tiempo y en otro lugar. Aunque es posible que haya muchas Marthas, Lilys y Everetts en el mundo, solo Didion es capaz de crear más allá de cualquier época y convertir la ficción en realidad. Es su maestría y también la magia de la literatura.
Lily, Everett, Martha y Channing
La trama gira principalmente en torno a Lily, Martha, Everett y Channing. Son personajes marcados por los acontecimientos, por el curso de la vida y el destino. Ponen poco de su parte para encauzar su rumbo y parece que una mano invisible decide por ellos. Primero son sus padres quienes dirigen sus vidas, el rancho, a las mujeres, los negocios, todo. Finalmente, la muerte va dejando un reguero de silencio y de vacío; y a unos personajes sin mucha idea de cuidarse a sí mismos ante un panorama que cambia estrepitosamente en todos los sentidos.
Tras la muerte de su padre, Everett se ocupa del rancho sin gran capacidad de adaptación. No sabe dirigir con autoridad y no le gusta presentarse como un capataz líder. Rehuye de las fiestas, de las celebraciones anuales y de las reuniones con sus socios. Tiene terrores nocturnos, es muy llamativo cómo sueña constantemente con el incendio de las cosechas. Exactamente igual que en el sueño, va perdiendo en su vida a sus seres queridos, incapaz de mantener cerca de sí a su mujer, no congenia con sus hijos y finalmente, acaba por perder a su hermana con la que tenía un fuerte vínculo. Everett, aunque no se menciona en ningún momento, creo que sufre una tremenda depresión toda su vida. Así es la escritura de Didion, ella pone los hechos y los lectores ponemos la emoción.
Martha es mi personaje preferido, el más complejo y el más apasionante. Es una mujer llena de vida pero no sabe cómo gestionarla, cómo canalizarla. Hay una metáfora con un reloj en la oficina, que define muy bien su personalidad, ella no puede soportar esa visión de que el tiempo se le escapa, incluso se obsesiona con contar los segundo en su cabeza. La vida se le escapa a Martha por cada poro de la piel. Su final se revela a cada paso. Es una persona tremendamente sensible y buena aunque mordaz y analítica. Comprende a Lily mejor que nadie pero no es su rol ayudarla, también la odia por no saber cuidar de su hermano al que quiere con locura pero con el que le es imposible intimar por la personalidad distante y enferma de él. Finalmente, es derrotada por la indiferencia cruel de un hombre egoísta.
No habría problema si ella pudiera llevarse las cartas a otra parte y contestarlas allí tranquila, pero en la oficina no había dónde esconderse de todos aquellos relojes. Ella sabía que los relojes no tenían que parar, no era tonta. Sabía que necesitaba un reloj. Pero no podía trabajar con aquel reloj que no paraba ni un segundo. Y cuando el reloj no paraba ni un segundo, ella parecía incapaz de quitarle la vista de encima, y como no hacía ningún ruido, se sorprendió a sí misma haciendo mentalmente el ruido del reloj.
Lily es insegura y vulnerable. Su personalidad está marcada por la influencia de un padre excesivamente sobreprotector e idealista. No sabe cómo comportarse nunca, quiere ser feliz con Everett pero no encuentra la manera de tomar las riendas de su vida. Inspira mucha compasión, pero también rabia por sus constantes infidelidades. Supongo que en un mundo donde los hombres suelen tomar el mando de todo, ella no tuvo las armas para poner las cosas en orden cuando su marido flaqueaba.
La única merienda que organizó, el puñado de cartas y llamadas telefónicas, la cena del domingo noche a la que finalmente, Everett había accedido, y en la que a nadie, ni siquiera a Martha, se le había ocurrido ningún tema de conversación que tuviese continuidad: resultaba imposible repetir ninguna de aquellas cosas. Ya se convertiría en esposa y madre más tarde, porque tal y como le diría a Everett en el terrible día en que se dio cuenta de ello: “Si mi padre está muerto, yo no soy yo”
Channing es el amante, primero de Martha y luego de Lily, parece que su personaje es el que lo rompe todo pero no es así, todo estaba por deshacerse y él es una víctima plausible de los acontecimientos.
Recapitulando
Es apasionante la forma sutil de Didion de narrar el trasfondo social de una época en Estados Unidos a través de unos personajes y de una historia estremecedora. Los valores fundamentales están ahí, la decadencia, la infelicidad, la pérdida del sentido de la vida ante una nueva era en la que ya no hay que luchar por mantener un legado porque ese legado ya no vale casi nada. La angustia de unos personajes perdidos sin herramientas para lo que les está tocando vivir. Sus hijos, se enfrentan casi igual de indefensos que ellos repitiendo patrones hasta que el cambio no se hace evidente, para ello, para la evidencia, hay que sucumbir y en ello está centrada la novela, en tocar fondo.
Si hay una sentimiento que predomina, es la infelicidad. Didion, con su estilo preciso y casi fotográfico nos muestra esa aridez destructora con frases ácidas y demoledoras pero sin pizca de emoción, lo de que son infelices lo deducimos nosotros, los lectores.
Lean Río Revuelto
De Jaime G. Mora para ABC
Joan Didion, el poderoso encanto de lo imperfecto
Convertida a sus 83 años en un icono esnob, se publica en español la primera novela de la autora estadounidense
Pocas cosas parecen legitimar tanto la carrera de un escritor como el rechazo de un editor incompetente. En el caso de Joan Didion (Sacramento, California, 1934) no fueron uno ni dos, sino doce los editores que descartaron el manuscrito de su primera novela. El talento es más difícil de detectar cuando quien lo atesora es una veinteañera que escribe pies de foto en una revista, como hacía Didion en «Vogue». Con el tiempo se convertiría en una de las voces más atractivas y personales de la edad dorada de la no ficción estadounidense. Ahora con 83 años, pasada la agitación de los sesenta, la autora de «El año del pensamiento mágico» se ha convertido en un icono esnob gracias al contraste entre la fuerza de su obra narrativa y la fragilidad de su figura, delgada, con ese entrañable aleteo de manos al hablar.
Qué iban a saber esos doce editores que dejaron pasar la oportunidad de publicar «Río revuelto». «Escribí la primera mitad de la novela por la noche, a lo largo de varios años», explicó Didion en «The Paris Review». Uno se la imagina encerrada a la luz de una lámpara en su estudio de Nueva York, con una Coca-Cola bien fría y su Olivetti Lettera 22. «Durante el día trabajaba en Vogue, y por la noche trabajaba en escenas para la novela. No seguía un orden determinado. Cuando terminaba una escena, pegaba las páginas una al lado de otra y las colgaba a lo largo de la pared de mi apartamento. Podía pasar un mes o dos sin tocarlas. Luego descolgaba las escenas y las reescribía de nuevo».
Cuando llevaba 150 páginas movió el manuscrito entre trece editores hasta que Ivan Obolensky decidió pagarle un adelanto de 2.000 dólares: «Con ese dinero me pude retirar dos meses a terminar el libro». «Río revuelto» llega a España de la mano de Gatopardo medio siglo después de su primigenia publicación, y se le puede juzgar de dos formas: como un título menor al lado de otras novelas de madurez y su colosal obra ensayística, o como el extraordinario debut de un talento desbocado de 29 años.
California
Didion creció en la extensa llanura del Valle Central de California de la preguerra, adonde emigraron sus antepasados desde el este de Estados Unidos en busca del sueño dorado. Hija de una ama de casa y un oficial de las Fuerzas Armadas reconvertido en promotor inmobiliario, la escritora creció en una ciudad, Sacramento, que fue entregándose a los tiempos modernos de la especulación y el desarrollo empresarial. Nada que ver con esa California virgen e idealizada que le contaban sus abuelos.
Esta California, la de los grandes ranchos que se fueron desgajando para construir casas y carreteras, es la que retrata Didion en «Río revuelto». La novela comienza y termina con un disparo en un embarcadero: «Lily oyó el disparo a la una menos diecisiete. Supo qué hora era con exactitud porque, en vez de mirar por la ventana la oscuridad donde el disparo todavía reverberaba…». Es esa escritura sinuosa de la autora californiana, con esas frases dispersas, que nunca se acaban, y al mismo tiempo duras y cortantes. Es esa cadencia pegadiza. Parece que Didion dispusiera sus palabras como hace un director de orquesta con sus músicos.
Dos disparos
Entre el primer y segundo disparo, la narradora retrocede de agosto de 1959 a 1938 para describir el matrimonio de Lily y Everett McClellan. Lily, una mujer al que se le da mal la gente, y Everett, un hombre resignado, representan esa vida de campo que idealiza la novelista frente a los primeros avisos del dinero fácil. En torno a ellos se elevan dos personajes -Martha, la hermana de Everett, y Ryder Channing, el amante de Martha-, que permiten a Didion conformar una obra con todas las obsesiones que luego desarrollaría en trabajos posteriores: la fragilidad de la mujer, el duelo, el amor romántico, las infidelidades, el suicidio…
«Río revuelto» no es una novela redonda, y la propia Didion se ha encargado de revisarla con severidad en entrevistas y en su ensayo «Where I Was From». Está escrita desde la nostalgia, «con un firme y pernicioso sentimiento de nostalgia». Le sobran páginas: «Tiene un montón de cosas descuidadas, superfluas. Palabras que no funcionan. Torpezas. Escenas que debí destacar y otras que debí rebajar». La segunda parte, la que pudo escribir de un tirón, y no a trompicones, es mejor que la primera: «Intenté reescribir las primeras páginas, pero era muy difícil. No es que la segunda mitad sea perfecta, pero es más delicada, tiene más ritmo». Didion también admite que falló en la estructura: «Quería ir del pasado al presente de forma simultánea, pero no conseguía hacerlo con claridad. No funcionaba. Así que lo ordené: del presente al pasado, y de nuevo al presente. Muy directo. No supe hacerlo de otra manera. Simplemente no era lo suficientemente buena». Pero sí lo suficientemente buena para firmar una magnífica obra menor.
Del blog Las inquilinas de Netherfield
Ya estoy aquí con una nueva joya de la editorial Gatopardo, y con una primera novela de una autora consagrada que parece cualquier cosa menos una primera novela. No dejo de sorprenderme con algunas obras debut, os lo digo de verdad. Algunos autores parecen estar tocados por la varita mágica del talento cuando se sientan por primera vez a dar forma a una historia.
Agosto de 1959. La historia comienza con un disparo lejano, en el embarcadero. Lilly McClellan lo escucha desde su casa, y de inmediato sabe quién ha disparado el arma y quién ha sido la víctima. Lo sabe, y va al embarcadero para confirmar sus sospechas. Allí encuentra lo que esperaba: ya no hay solución. Y entonces la narración nos hace retroceder en el tiempo hasta 1938, año en que una adolescente Lilly comienza una relación con Everett McClellan que acaba en boda. Ella apenas tiene 17 años, él 22. Se van a vivir al rancho de Everett, donde también viven su padre y su hermana Martha. Pronto llegan dos hijos, y con apenas 20 años ella y 25 él, es como si hubiesen vivido toda una vida, como si su relación hubiese dado todo lo que podía dar de sí. Y empieza el declive, el recorrido lento, agotado pero en línea recta hacia esa noche de agosto de 1959 en la que se oye un disparo en el embarcadero.
Río revuelto es como meterle un dedo en el ojo, retorciéndolo hasta el aullido, al dichoso, absurdo y comercial sueño americano. Los McClellan comienzan una vida juntos que no tienen ni la más remota idea de cómo gestionar, y el declive de este matrimonio y de las personas que le rodean corre paralelo al fin de una época en un lugar como Sacramento, tierra de pioneros que levantaron sus tierras con sangre, sudor y lágrimas para que, varias generaciones después, sus descendientes solo pensasen en venderlas, ganar dinero fácil y dejar a las constructoras camino libre para urbanizarlo todo. Este es el mundo que rodea a los McClelland: desde una Segunda Guerra Mundial que en Sacramento parece no tener demasiada importancia, hasta el deterioro persistente y abocado a la desaparición de un modo de vida obsoleto en el que el triunfo a través del sacrificio se ve apisonado por el color verde de los fajos fáciles de billetes.
Desde que leí el libro, cada vez que pensaba en la reseña me preguntaba: "¿cómo describo la prosa de Didion? ¿Voy a saber explicarla?". Y no, creo que no voy a saber. Didion escribe desapegada, tibia, como si no se involucrase en el enorme trasfondo emocional que tiene la historia ni en la angustia afectiva que sufren casi todos sus personajes... pero esa indiferencia solo es una máscara, porque en realidad es el modo que tiene de situarlos ante el lector sin querer influir en él y en cómo los percibe. Se asegura de que sepas cómo son, lo que les duele, su actitud ante la vida, su naturaleza, sus más que evidentes trastornos y carencias emocionales, pero nunca llega a decírtelo con palabras ni a poner nombres. Sus personajes son muy introspectivos, y como si de personas reales se tratasen, esconden sus sentimientos de cara al lector, y por mucho que les preguntes, no te contestan: tienes que esforzarte en intuir lo que les pasa por destellos, gestos, palabras, acciones. A algunos los calas antes; otros saben protegerse mejor de nuestras miradas indiscretas.
Quizás Lilly es la que más información ofrece al lector, y por eso he tenido mis más y mis menos con ella durante la lectura: la comprendo en algunas cosas, pero en otras no. Es un personaje muy complejo, con muchas aristas; es vulnerable, pero también indiferente; no es buena para moverse en sociedad, no se encuentra cómoda en presencia de otras personas, pero tampoco está cómoda consigo misma. Por eso la entiendes en muchas cosas, percibes lo aislada que está de sí misma y de las personas que la rodean. El problema está en que, al mismo tiempo, se conduce por la vida con una falta de responsabilidad y lealtad apabullante, y ahí es donde choco con ella. Podría hacer las cosas de mil maneras diferentes, pero decide hacerlas mal.Ni siquiera las piensa: es un personaje muy egoísta, sea o no de manera consciente. Y eso que Didion es una narradora extraordinaria y protege a sus personajes con esa tibieza que comento arriba: los presenta como son sin artificio alguno pero sin querer provocar el rechazo hacia ellos. Pero en el caso de Lilly, llega un momento que te resulta imposible no juzgar algunas cosas que hace y la aparente ligereza con que las lleva a cabo.
Si os soy sincera, conforme leía me parecía un libro fantástico, pero no he sido consciente de lo mucho que me estaba calando la historia, de lo mucho que se me estaba metiendo dentro, hasta que he llegado a las páginas finales y me he sorprendido con un nudo en el estómago y una lágrima escapándose del ojo. Me ha pillado totalmente por sorpresa, porque me cuesta un mundo llorar con un libro. Y sí, he acabado enfadada con Everett por unos motivos y más todavía con Lilly por otros, pero son estos enfados que sientes con los personajes cuando ves que se equivocan y te importa, cuando ves que no han sido capaces de hacer nada con su vida y que han tomado muy malas decisiones... he sufrido cuando he visto en qué acaba ese dejarse llevar hacia la nada y la desidia más absolutas, y me ha parecido tan injusto que ha sido como un puñetazo en el estómago que no me esperaba. Lo tengo rumiando en la cabeza.
Río revuelto es una novela sobre la fatalidad, la incapacidad de ser felices, la búsqueda constante de algo que no se encuentra, la falta de carácter para tomar las riendas de la vida, la sensación constante de que todo les queda demasiado grande, la desgana, la dejadez, las decisiones mal tomadas y la aparente falta de consecuencias de esas decisiones... Sí, aparente. Esa es la clave, tal y como demuestra el final de la historia. Porque igual que en un río revuelto, la calma que hay en la superficie del agua no se corresponde con las corrientes que subyacen debajo, y esas corrientes se tragan a las personas poco a poco cuando nadie está mirando. A nadie le importa hasta que ya no hay marcha atrás posible.
Muy recomendable, por si hacía falta el apostillamiento final :)







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