jueves, 6 de enero de 2022

El miércoles 12 de enero a las 18.30h nos vemos para comentar "El caso Neruda" de Roberto Ampuero


Nota de María Teresa Cárdenas publicada el 24/08/2008 en el diario El Mercurio de Chile

Después de cinco novelas con Cayetano Brulé como protagonista y a quince años de haber obtenido el Premio Revista de Libros por ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, la primera de la saga, Roberto Ampuero (Valparaíso, 1953) ha decidido «revelar» el pasado de su detective. Un pasado nada de común y del cual sólo había entregado algunos datos: «-Soy norteamericano de pasaporte -aclara el propio Brulé en ¿Quién mató…?-. Pero nací en La Habana el 45. Mis padres emigraron a Florida el 56, tres años antes de que Castro tomara el poder, y allá estudié y trabajé hasta que conocí a una chilena, de la cual prefiero no acordarme. Me convenció de venir a Valparaíso». La mujer ahora tiene nombre, Ángela Undurraga Cox; pertenece a la alta sociedad chilena, y está comprometida con la revolución socialista del gobierno de la Unidad Popular. A través de ella, Cayetano Brulé llegará por primera vez a La Sebastiana y, de manera involuntaria y casual, establecerá una entrañable relación con Neruda. Afectado por el cáncer y por la realidad del país, el poeta revisa su vida y busca saldar algunas cuentas con el pasado, incluida la búsqueda de un hijo o hija que habría engendrado en México, a principios de los años 40. Gran lector de novelas policiales, es él quien descubre en este joven cubano su potencial como detective privado. Y le encarga su primera investigación. Es El caso Neruda, novela con la que Roberto Ampuero reinventa la carrera de Cayetano Brulé y de paso la propia, estrenando nueva editorial: Norma, y nuevo agente literario: Willie Schavelzon.

«Neruda no fue hombre de confesiones»

Desde Estados Unidos, donde en los últimos años ha obtenido un Master of Arts (MA) y un doctorado (PhD), y actualmente es profesor de escritura creativa en la prestigiosa Universidad de Iowa, Roberto Ampuero entrega algunas claves de su novela, antes de emprender la exigente gira que lo traerá a Chile la primera semana de noviembre -para presentar la novela en Santiago, Valparaíso, Concepción y Temuco-, luego lo llevará a Buenos Aires, Bogotá y Ciudad de México, y en febrero a España. Y eso no es todo; ya ha firmado con Italia y Brasil, y «hay varios países más» interesados en El caso Neruda.

-¿Por qué decidiste inventarle un pasado a tu detective?

-Mis personajes son para mí como las personas que conoces en la vida real. Nunca sabes todo de ellas, las vas descubriendo de a poco. En la primera novela yo apenas conocía a Cayetano. Y cuando la terminé, pensé que eso era todo en mi vida con él, y adiós. Fue la espectacular acogida del público y la obstinada persistencia de Cayetano en mi imaginación lo que me hizo volver a ese personaje que exigía más historias, pero también más datos sobre su pasado.

-¿Y en qué momento lo relacionaste con Neruda?

-Fueron ellos los que se vincularon. Con los años me he convencido de que en el surgimiento de los personajes literarios hay una dimensión misteriosa, que el escritor no maneja. Cuando Valparaíso me declaró Hijo Ilustre, viajé a Chile y visité La Sebastiana. Allí me entró la sospecha: si Cayetano llegó a Chile por razones de amor a comienzos de los setenta y se instaló en Valparaíso, tiene que haberse cruzado con Neruda.

-¿Qué significó en términos de tiempo y de trabajo investigar la biografía de Neruda?

-Me pasé noches leyendo libros y artículos sobre el Nobel, visitando sus obras y viendo fotografías suyas en la soledad de la biblioteca de la Universidad de Iowa, que cierra a las dos de la mañana. En algún momento, mi mujer debe haber dudado de que mi cita nocturna fuera con el poeta. Busqué lo fáctico y también lo ambiental en torno a él y, más importante, aquello que pocos conocieron: el Neruda íntimo, fuera de las cámaras y de la corte de amigos y aduladores que lo rodeó. Ese Neruda que al final del día, y cuando escuchaba ya los pasos de la muerte, se quedaba solo, revisando pensativo sus acciones y omisiones a lo largo de su existencia. Aprendí que Neruda no fue hombre de confesiones, sino de «procesiones por dentro». Sólo la ficción puede llegar con autoridad a ese nivel de la subjetividad individual, porque se nutre de la imaginación.

-¿Por qué pusiste el énfasis en el aspecto amoroso de su vida?

-Porque él fue un poeta de amores e infidelidades, temas que abordo en Los amantes de Estocolmo y Pasiones griegas. En El caso Neruda me interesaba explorar el amor como energía inspiradora del artista, y la mala conciencia que puede crear la búsqueda del amor y la felicidad. ¿Cuántos quedan en nuestro camino cuando alcanzamos el amor con alguien? Quería, además, tocar otra veta del alma del poeta, un ser que tuvo fama, dinero, amigos y reconocimiento mundial: la sospecha de que, al final, la trascendencia no la dan los libros ni el éxito abrumador, sino la descendencia; no la tinta, sino la sangre. Neruda tiene que haber reflexionado sobre eso, sobre los hijos que soñó tener, las amantes que pudieron habérselos dado y el dolor que causó buscando el amor. «Yo te pregunto, dónde está mi hijo?», dice Neruda en Los versos del capitán. De ese verso surge mi novela.

-¿En qué libros, documentos, personas te apoyaste para crear al «personaje Neruda»?

-Consulté textos, documentales y grabaciones de su voz. Entre los textos esenciales están los de Sarita Vial, Margarita Aguirre, Virginia Vidal, Inés María Cardone, Matilde Urrutia, Pili García Tello, y los de Hernán Loyola, David Schidlovsky, Enrico Mario Santi, Jaime Concha, Volodia Teitelboim, y los de Jorge Edwards y Antonio Skármeta, desde luego. Pero cito a las mujeres en primer término porque ellas me transmitieron aquello que yo buscaba: la percepción del amor y el desamor, los anhelos frustrados, la fugacidad de la existencia, y el poder y la fragilidad del olvido. También volví a Confieso que he vivido, memorias generosas con Valparaíso, y a sus columnas del Oriente.

-¿Te preocupa la opinión de los biógrafos de Neruda por las licencias que te tomaste?

-Imagino que saldrán al ruedo «los dueños» de Neruda, dueños de lo que hizo y no hizo, de lo que pensó en la ducha y entre las sábanas. Pero Neruda es de todos y yo, como novelista, tengo libertad en una novela para proyectarlo de una forma, en este caso, respetuosa y humana. Aunque El caso Neruda es una novela, y no una biografía ni novela histórica, la escribí después de estudiar su persona. La verdad de una novela no está en los hechos fácticos sino en su capacidad para urdir un mundo convincente. El caso Neruda es, junto con Nuestros años verde olivo, mi novela más verosímil. Aunque repita mil veces que es una novela, la gente la leerá como realidad. Es el poder de la literatura.


-Aquí relacionas la enfermedad de Neruda con lo que se vive en el país. ¿Sentías que era una deuda pendiente narrar tu visión de esa época?

-Quería narrar esos años, como más o menos lo hice, aunque oblicuamente, en Nuestros años verde olivo. La literatura, dijo Marx, permite a veces conocer mejor la historia que los textos de historia. Los españoles aún hablan de la Guerra Civil; los alemanes, del nazismo; y los estadounidenses, de la esclavitud. ¿Quién nos hizo creer que nosotros podíamos dar vuelta la hoja más rápido sobre una etapa traumática del país? La novela establece un nexo entre la enfermedad de Neruda y la división del Chile de entonces, pero también entre el caso que le encarga a Cayetano y la esperanza de que el país vuelva un día a reconciliarse. De la novela se desprende también que sólo a la luz del Chile actual se puede comprender a fondo lo que ocurrió entre 1969 y 1989. Están ya obsoletas las explicaciones simplistas de lo que ocurrió y ocurre hoy en Chile. Pero El caso Neruda es una novela de la esperanza.

-¿Hay nostalgia en esa mirada a pesar del desastre que se vivía en el país?

-No hay que confundir mi interés como novelista por recontar la historia con la nostalgia. Por otro lado, los países nunca escapan de su historia. Aquellos que prefieren el velo del olvido sobre ciertas etapas, contribuyen a la repetición de los errores, pero, atención, lo mismo les ocurre a quienes las idealizan o demonizan. En El caso Neruda emergen una visión crítica del Chile actual y una mirada apasionada, pero objetiva, del gobierno de Allende y los comienzos de la dictadura.

-Hay también en esta novela una constante reflexión sobre la ficción y sobre el género policial, con sus particulares características en el caso de Latinoamérica.

-Neruda instruye como detective a Cayetano entregándole novelas policiales. Y mientras Cayetano investiga el caso del poeta y lee las novelas, descubre algo clave: ninguno de los detectives literarios del Norte, llámense Sherlock Holmes, Maigret, Dupin, Poirot o Marlowe, podría resolver casos en el Sur. Cayetano se dice: ‘Si los detectives de que me habla el poeta desembarcasen en Valparaíso, Bogotá o Ciudad de México, el primer día les robarían la billetera, los morderían los perros vagos y los apedrearían los niños de la calle’. Cayetano nota que en América Latina no hay lugar para detectives kantianos porque aquí rigen la improvisación, la violencia social y otro modo de vivir la vida. Intuye que si quiere sobrevivir como detective, ha de conocer bien este mundo, no imitar a nadie, ser original. Esto no tiene que ver con teoría literaria, sino con la práctica cayetanesca.

-¿Te impresionó saber que a Neruda le gustaban las novelas policiales?

-¿No te sorprende que, siendo Neruda gran lector de novelas policiales, nadie escribiese una con él de protagonista? Neruda «me persiguió» desde niño: La Sebastiana está cerca de la casa de mi infancia; la primera vez que lo vi, en la Avenida Alemania, yo paseaba de la mano de mi padre; el papel de sus poemas en el pololeo, su amor por Valparaíso, su compromiso político, su tensa relación con Castro y la revolución cubana, su entrega a la poesía, y, como dices, su afecto por la novela policial. Yo escribo los libros que hubiese querido encontrar en los estantes de las librerías. «La novela es un guiño a Valparaíso»

-¿Eres tú ese joven que sueña con escribir una novela y que lo saluda en un cerro de Valparaíso?

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-Sí, yo soy ese joven de camisa amaranto y ganas de ser escritor que aparece en la novela. Yo era apenas un lolo cuando murió Neruda. Lo vi en actividades públicas y recitales. Era «nuestro» poeta. Lo conocí a través de su obra y los relatos sobre él. Como adolescente nunca me atreví a tocar la puerta de La Sebastiana, como sí se atrevió Cayetano Brulé.

-Una vez más haces viajar a Cayetano Brulé por distintos países, pero sobre todo aparece aquí Valparaíso. ¿Esta novela es también tu homenaje a la ciudad en que naciste?

-La novela es un guiño a mi ciudad y al poeta que tuvo casa en ella y la cantó. Valparaíso es una ciudad única en el mundo, y mientras más viajo, más me convenzo de eso. Es bella, original. No imita a nadie. Simplemente es. Se reinventa después de cada crisis.

-¿Crees que por tener a Neruda como protagonista este libro podría convertirse en un segundo «cartero de Neruda»?

-Sé que ya hay interés de productores cinematográficos de Chile y el extranjero por la saga de Cayetano Brulé. Pero prefiero no estar pendiente de esto, y que se ocupe de ello mi agente, Willie Schavelzon…

-«Tú eres diferente, auténtico, nuestro, un detective con sabor a empanadas y vino tinto, como diría Salvador (Allende)…», le haces decir a Neruda. ¿Qué le espera a Cayetano Brulé después de la revelación de este pasado y con un padrino inmejorable?

-En orden cronológico, El caso Neruda es la primera historia de Cayetano. Los lectores saben ya a través de otras cinco novelas qué ocurrió después de esa conversación. Veo el futuro de Cayetano sembrado de nuevas exploraciones y amores y si el destino no impone otra cosa, creo que hay Cayetano Brulé para rato.

El caso Neruda
Roberto Ampuero
Editorial Norma, Santiago, 2008, 330 páginas, $9.900.

El Mercurio – Chile


El consolidado escritor chileno Roberto Ampuero nos ofrece en una novela detectivesca setentera con el golpe de estado de fondo, los primeros y torpes pasos de su investigador Cayetano Brulé. Su primer cliente es precisamente quien le sugestiona para que emprenda esa carrera, un amable intruso en una biblioteca oscura donde se encuentra huyendo del ajetreo de una fiesta. “¿Usted es escritor? –preguntó Cayetano. Tienes madera de detective, muchacho” contestó Pablo Neruda. (más)

Un encarguito con gastos pagados tras un oncólogo mexicano es el cebo que engancha a Cayetano a viajar por México, Cuba, la RDA y Bolivia detrás de la pista de este hombre, su esposa Beatriz de Bracamonte y la hija de ambos. ¿Cuáles son los motivos del poeta para tal investigación? ¿Es quizás una cura para su terrible enfermedad? ¿Son errores de juventud? Ampuero va desliando poco a poco a la madeja hasta tener una vista cristalina de la realidad.

Los magníficos diálogos con Neruda del investigador, así como algunos capítulos en primera persona de autoconfesión del poeta nos muestran personajes sólidos en puestos opuestos de la cadena vital: Brulé trastabillando en su nuevo oficio con Simenon y Maigret de guías espirituales, muestras Don Pablo da sus últimos pasos por este mundo intentando dejar todo atado en su corazón antes de despedirse de él.

Relato con el sabor antiguo de los años setenta (¿sólo vienen desde Chile novelas de esos años?) que nos transporta a un mundo inexistente, los requete-escritos últimos días de Allende –con un cameo incluido, la Cuba que todavía no se ha hundido en el embargo, un México maniatado y casi sin futuro, una Bolivia donde cada cual hace lo quiere y una RDA extinta hace veinte años que nuestros hijos nunca conocerán. Perfectamente ambientada en tan diversos lugares, con un ritmo feroz impuesto por los cortos capítulos, rompe en sus formas y en el estilo con la tan de moda novela negra nórdica y alemana que tanto triunfa en Europa.

Un gran acierto de fácil lectura que agradará a casi todos, tanto a los seguidores de la saga como a los interesados en Neruda, a los que quieren saber más detalles de aquel septiembre de 73 como a los que les gusta relatos de investigación. Si ustedes vivieron todo aquello y quieren recordarlo o si sólo quieren saber como era aquel mundo a través de un entretenido a la par que emotivo relato: este es su libro.

RESEÑA OFICIAL DE LA EDITORIAL

Un Pablo Neruda anciano y enfermo acaba de regresar a Chile después de dejar su cargo como embajador del gobierno de Salvador Allende en París. De su vida llena de éxitos, le queda sólo un misterio por desvelar. Una duda profunda que lo atormenta cuando percibe el final de su existencia. En ese invierno de 1973, conoce al cubano Cayetano Brulé, a quien involucra en una investigación que cambiará su vida para siempre.

A partir de lo que descubre en un viaje inicial a México, Brulé debe seguir el rastro de Beatriz de Bracamonte, la única clave para ayudar al poeta. Pero Beatriz resulta ser una misteriosa mujer de muchas identidades y paradero desconocido. Por eso Brulé sigue sus huellas por México, Cuba, Alemania Oriental y Bolivia.

Mientras tanto, en Chile, el poeta espera impaciente la llegada de noticias en medio de un ambiente cada vez más tenso por la inminencia de un golpe militar contra el Gobierno.

Una vibrante historia del personaje más entrañable de Roberto Ampuero, del poeta más influyente y popular de Chile, y de una época única, emotiva y dramática. Una novela en la que se conjugan la intriga, la poesía, las pasiones amorosas y el fin de una era.


En Revista de Letras

Entrevista a Roberto Ampuero, autor de «El caso Neruda»

José A. Muñoz

José A. Muñoz

 29 julio 200919 agosto 2009

El caso Neruda. Roberto Ampuero (Valparaíso, Chile, 1953) presenta en España su última novela, El caso Neruda (La otra orilla), que es, además, la primera de las aventuras de Cayetano Brulé, su detective cubano afincado en Valparaíso y que ya ha protagonizado otras 5 novelas.

Gracias a este salto en el tiempo que nos lleva hasta 1973, descubrimos los primeros pasos de Brulé como detective de la mano del poeta Pablo Neruda, quien le encarga su primer caso. La narración le sirve a Ampuero para adentrarnos en un momento histórico en Chile (que está a punto de ver derrocado a Salvador Allende) y devolvernos el aroma del thriller hecho a fuego lento.

Has tardado cinco novelas (esta es la sexta), 15 años, en narrarnos el primer caso de Cayetano Brulé. ¿Por qué has decidido ir hacia atrás en el tiempo?

Noté que los lectores de Cayetano Brulé (sólo en Chile más de 200.000, sin incluir el hecho de que todas mis novelas están además pirateadas) querían saber el origen de Cayetano, de cómo se había convertido en detective, y noté también que dentro de las novelas el mismo personaje se encontraba a veces con preguntas sobre su pasado a las que no podía responder. Fue ahí que me dije: este personaje está vivo, está en diálogo con otros personajes y sus lectores, y tiene derecho a revelar su pasado, a mostrar su memoria, a proyectarse en el tiempo. Y fue así como surgió esa necesidad de contar el origen del detective caribeño que vive en Valparaíso y viaja por el mundo. ¿Sabes lo que fue impresionante? Que la historia inicial calzara a la perfección con la historia real de las cosas y la historia ficticia esbozada hasta ese momento en las novelas de Cayetano Brulé.

Desvelas la influencia que tuvo Neruda en el futuro de Brulé y la manera en que le inculcó el arte de la investigación a través de las novelas protagonizadas por Maigret, un detective que encajaría muy poco en Valparaíso. ¿Se vería mejor a Brulé en Europa que al detective de Simenon en Chile?

Pablo Neruda es quien forma a Cayetano Brulé como detective, en 1973, meses antes del derrocamiento del gobierno socialista de Salvador Allende. Neruda le pide a este joven caribeño asentado en Valparaíso que investigue un enigma de su vida y le recomienda leer a Simenon para aprender a ser detective. La literatura, le dice, enseña a veces más que la vida. Y claro, Cayetano aprende a ser detective trabajando para el Nobel y leyendo novelas policiales. Creo que Brulé funciona como investigador en Europa pues conoce, no sólo las claves culturales de América Latina, sino también las de ciertos países de Europa, como de España, Alemania o Italia.  Un detective, segun Brulé, debe moverse como pez en el agua en muchos ambientes como para ser exitoso.

Darle voz a Neruda, incluso incluir textos a modo de confesiones sobre el dolor infligido a las mujeres que le amaron, debió ser tarea complicada. ¿Cómo te enfrentaste a ello?

En El caso Neruda me interesaba el poeta que vuelve a Chile después de haber sido embajador de Allende en París. Es un Neruda que siente que le queda poco de vida por el cáncer que lo aqueja y porque también le queda poca vida al gobierno de su amigo Salvador Allende. Me interesaba ese Neruda solitario al final de su vida, el que, mirando el Pacífico, explora ensimismado su propia vida. Y como fue un hombre de muchas pasiones y mujeres, me interesaba que fuesen ellas, a través de su propio recuerdo, que lo describieran. Me interesaba que Neruda se viese críticamente a si mismo a partir de las mujeres que fueron sus grandes amantes porque él tuvo relaciones muy controvertidas con ellas.

No es el poeta un personaje que salga muy bien parado, debido a su historial amoroso, el abandono de su hija, sus dudas, sus remordimientos… ¿Qué reacciones ha provocado entre los nerudianos la aparición de El caso Neruda?

Bueno, no hay muchos libros sobre Neruda con tantos lectores. Y en Chile todos saben algo de Neruda. La novela construye un Neruda que es tan legítimo como el que construyen las biografías de él. No ha habido voces criticas. Neruda es una gran figura y convive perfectamente con las versiones sobre su vida. Pero yo creo que esta novela baja a Neruda del pedestal de santo en que muchos lo colocan y lo convierte en un ser de carne y hueso, de luces y sombras, de generosidades y mezquindades, en un gran artista mucho más complejo, real y entrañable que el Neruda de bronce que algunos intentan imponer. Creo que la gente esta leyendo El caso Neruda con tanto interés porque presenta a un Neruda de carne y hueso, a un poeta que fue capaz de amar y odiar, de entregarse por entero a una causa y ser un calculador frío, un artista que supo manejarse entre la poesía y la política y a veces cometió los peores errores, como celebrar a Stalin y a Batista. Pero Neruda es un genio de la poesía, invadió el mundo con su arte y amó y traicionó, y amó y fue infiel, y todo eso lo recoge El caso Neruda desde la óptica de la ficción.

Juegas con la hipótesis de que Neruda tuviera otra hija, a la que desea encontrar. No es algo tan descabellado, si repasamos el historial sentimental del poeta. Los escritores que juegan con este tipo de cartas suelen dejar a los lectores ante muchas incógnitas respecto al nivel de realidad que se expone. ¿Cómo lograste atar todos los hilos para que esa «posible historia» fuera una «historia posible»?

Todo se dió por arte de magia: la forma en que calza la prehistoria de Cayetano con sus novelas publicadas con anterioridad, el encuentro de Neruda y Cayetano, la misión que el poeta le entrega. Lo importante para que la novela se estructurara como una historia real (los lectores preguntan si la mujer de la foto es la hija de Neruda, que sólo existe en mi ficción, aunque quizás es real, como piensan otros) fue que Neruda no apareciese como una figura acartonada, hablando siempre frases lindas como si recitara, infalible. Tenía que ser un ser humano de carne y hueso, con recuerdos y dolores, con arrepentimientos y deseos insatisfechos, con sentimiento de culpabilidad y conciencia de que sus días estaban contados. Eso lo hizo crecer ante los lectores, así como el hecho de que forma a un joven como detective para que investigue su vida, la del poeta.

Nos llevas a 1973, año decisivo en la historia de Chile, algo a lo que Brulé no es ajeno, tanto por sus vivencias como por lo que va captando a través de la prensa y la repercusión internacional en sus viajes. Pablo Neruda, en su novela, define el momento de Chile como «el Vietnam silencioso». ¿Has dejado muchos de tus recuerdos volcados en esos pasajes?

Bueno, yo viví el golpe, escapé del cerco de los militares en torno al Pedagógico de la U de Chile, en Santiago, ayude a ocultar figuras del gobierno de Allende y después salí al exilio. Viví todo eso, lo conocí y sentí de cerca, más aún, sentí miedo profundo en aquellos días en que aviones bombardeaban La Moneda y helicópteros disparaban contra barriadas, cuando los soldados y la policía política mataba a gente de izquierda, la detenía o torturaba. Esos recuerdos no se van nunca, y por ello están en esta novela y por ello resultan tan reales.

Hay otros personajes históricos y conocidos que intervienen en el libro, como Paquito D’Rivera, en el episodio cubano o el mismísimo Salvador Allende, poco antes del Golpe de Estado, que mantiene una reunión con Neruda de la que es testigo Brulé. ¿Utilizaste esta técnica para hacer más creíble la trama y los movimientos del detective, haciéndole testigo de la época?

Y está también Heberto Padilla, poeta disidente cubano, con cuya viuda somos amigos, y también Markus Wolf, el legendario «hombre sin rostro» del espionaje germano-oriental, con cuya hija me reuní en Berlín hace unos días.  También el excelso músico Paquito D’ Rivera, con quien converso a menudo, y Allende, una figura admirable por su honestidad, eso de morir por una idea ya no existe en los políticos, que a menudo solo buscan ventajas y prebendas en la política. El caso Neruda une a figuras de ficción y de la historia real mundial, y por ello tiene también ese poder de que muchos lo lean como una historia real.

En La Tercera

Con novela sobre Neruda, Ampuero inicia conquista de España

El caso Neruda se convierte en el mayor lanzamiento en la carrera del autor nacional: llega el lunes a toda Latinoamérica y en septiembre a España. El libro tiene un argumento provocador: el poeta pudo haber tenido un hijo. Cayetano Brulé buscará a su madre, la misteriosa Beatriz.

Roberto Careaga C.

23/08/2008 - 09:43

Hace por lo menos dos semanas, en las bodegas de la sede chilena de editorial Norma se acumulan cajas y cajas con cerca de 15 mil ejemplares de una novela. Las copias están selladas. Y así permanecerán hasta el lunes, cuando llegue a librerías la última novela de Roberto Ampuero, El caso Neruda. Se trata de la primera investigación del detective Cayetano Brulé, emprendida a inicios de 1973, que representa para Ampuero su entrada en grande al mercado hispanoamericano.

A 15 años de que debutara con la novela ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, Ampuero está viviendo el mayor lanzamiento de su carrera. De la mano de su nueva casa editorial, la colombiana Norma, El caso Neruda se presentará simultáneamente en toda Latinoamérica y, en septiembre, se  publicará en España. Paralelamente, internet también muestra el libro: en www.elcasoneruda.cl se puede ver un trailer al estilo cinematográfico de la novela. Nada es poco para un autor que a Norma le costó 200 mil dólares traérselo de editorial Planeta.

La novela tiene una premisa provocadora: cerca de su muerte, Neruda le pide a Cayetano Brulé que busque a su hijo perdido. No solo eso, el propio vate habría entrenado al detective en las artes de la investigación. "Neruda es quien lo inicia en la labor. El poeta no anda buscando a un profesional, quiere a alguien en que pueda confiar", dijo Ampuero.

Corre junio de 1973. Neruda intuye un futuro negro: la Unidad Popular camina al fracaso y el cáncer avanza sin tregua. Sin embargo, el autor de Canto general todavía es asiduo a la vida social y en una fiesta que organiza en su casa en Valparaíso, La Sebastiana, conoce a Cayetano Brulé. El aspirante a detective tampoco anda bien: ha llegado a Chile en busca de una novia chilena y revolucionaria, pero a poco andar, ella lo abandona. Cayetano tiene cerca de 30 años y ya se le cae el pelo.

Inicialmente el poeta le pide a Cayetano que busque a un doctor mexicano especializado en cáncer. Pero rápido, Neruda confiesa: a esas alturas de su vida ya no le importa la poesía, sino saber si tuvo descendencia. Ese doctor es un camino para llegar hasta su esposa: Beatriz de Bracamonte, una amante del poeta y con quien probablemente tuvo un hijo.

La primera estrategia de Neruda para entrenar a su detective son los libros. "La literatura te va a enseñar a ser detective, le dice el poeta", ha señalado Ampuero. Cayetano empieza a leer a autores como Georges Simenon, mientras entabla un largo diálogo con el poeta en su otoño. "No hablan únicamente del caso. Neruda habla de Stalin y Allende, de que siente de que se acaba  la UP y de su vida", contó el escritor.

Buscando a Beatriz

Luego el detective sale en la búsqueda de Beatriz. Será una travesía tras un objetivo movedizo: la mujer es escurridiza y parece tener una serie de identidades, desde culturales hasta políticas. Beatriz se vuelve un misterio aun mayor que la probable descendencia de Neruda. Siguiendo su pista, Cayetano viaja a México, Cuba, Alemania Oriental y Bolivia. De paso, se topa con figuras de peso histórico.

"En la novela, Cayetano se va encontrado con personajes contemporáneos de nuestra historia: Marcus Wolf, el jefe Stasi; Heberto Padilla (el poeta que desafío a Fidel Castro), el músico Paquito de Rivera y Salvador Allende", agregó el escritor. Incluso, el detective está presente en la última conversación entre Neruda y Allende.

Todo El caso Neruda, precisó Ampuero, es una ficción. De hecho, el escritor nunca llegó a conocer en persona al poeta, sólo lo vio en actividades masivas. Pero desde la ventana de su casa en Valparaíso veía La Sebastiana, donde sabía perfectamente que ahí vivía una figura histórica. O mejor: un personaje literario.

En El Universal

Entrevista // Roberto Ampuero, escritor y autor de "El caso Neruda"

"Me interesa construir un Neruda al natural"

"Me interesaba mostrar que Neruda tuvo todo en vida, sin embargo no dejó lo que era un sueño de él: hijos"

En la novela de Ampuero se retrata el Chile de los años 70, en plena época cuando Salvador Allende era Presidente (Nicola Rocco)

El escritor chileno Roberto Ampuero ha decidido revivir a uno de sus personajes más recurrentes: a Cayetano Brulé, detective de origen cubano que se asienta en Chile por diversas razones, y a quien le acaban de asignar una nueva y complicada misión.

En la novela EL CASO NERUDA (Norma, 2008), la sexta de la saga del detective, Brulé tendrá que investigar si una mujer mexicana, nacida en el año 1943, es hija del poeta chileno Pablo Neruda. Ocasión que Ampuero aprovecha para bajar del pedestal al autor de las odas castellanas más famosas, Premio Nobel de Literatura 1971, y mostrarlo como el hombre de carne y huesos que fue.

-¿Qué tan difícil fue humanizar a Neruda?

-Cuando comencé a construir a Neruda pensé que lo más importante era que no podía salir acartonado ni como una figura artificial. Lo que me resultó más importante y esencial era que yo planteara y describiera a Neruda a partir de sus sentimientos de los últimos meses de vida. En esa medida, ese personaje iba a vivir, iba a ser real, vital, verosímil. Lo que me interesaba mostrar es que Neruda tuvo todo en vida: fama, mujeres, amores, dinero, Premio Nobel, amigos, de todo... Y sin embargo no pudo llevar a cabo uno de sus sueños: tener hijos. Ese fue un tema del cual nunca habló. Y en mi novela está esa sensación de que Neruda cambiaría toda su poesía con tal de tener un hijo. Porque Neruda fue un hombre de muchas luces y sombras, de muchos amores e infidelidades. De contradicciones. En un momento dado de la novela le dice a Cayetano Brulé: "Yo necesito que averigües de la hija que tuvo una amante mía casada en Ciudad de México en 1943". Colocar todo este sentimiento, todo este mundo interior de Neruda, un mundo que prácticamente se perdió para siempre, pero recrearlo mediante la literatura, es como uno puede hacer que el personaje viva.

-¿Sintió prurito al abordar a Neruda de tú a tú?

-Al comienzo me dio la sensación de que la figura era demasiado grande como para convertirla en personaje, pero en la medida en que fui escribiendo el personaje comenzó a vivir y logró comunicarse muy bien con Cayetano. Eso me fue entusiasmando. Los dos personajes tenían ganas de actuar en la novela, y la aprobación de los lectores lo muestra.

-¿Qué le han dicho los fans de Neruda?

-La novela la han celebrado mucho. Voy a visitar La Sebastiana, que era la casa de Neruda en Valparaíso. No abre los lunes y yo iré un día lunes, la van a abrir especialmente para que yo pueda disfrutarla, y esa casa le pertenece a la Fundación Pablo Neruda. Esta novela no es una apología de Neruda, pero tampoco es una diatriba en contra de él. Sólo es una novela honesta que trata de demostrar las luces y las sombras de Neruda.

-Sobre Brulé, ¿qué tan frágil es la frontera entre un escritor y sus personajes?

-Por lo general es sutil, pero yo diría que Cayetano Brulé no es mi alter ego. Él es un personaje completamente diferente a lo que he sido y soy yo. Él me produce una profunda envidia porque ha tenido una vida muy rica y muy variada. Es un personaje que ha recorrido mucho el mundo, que ha investigado muchos casos diferentes. Cayetano Brulé se alimenta de personajes que yo he ido conociendo y que me han resultado interesantes.

-En la novela se describen situaciones políticas de la época de Allende. ¿Guardan relación también con la realidad chilena actual?

-La novela salió hace siete semanas y la reacción del público ha sido verdaderamente entusiasta. Mucha gente la lee como si fuera Historia, y ese es el poder que tiene la literatura. Lo que hacen es ver esos hechos como una etapa que pertenece al pasado chileno y de la cual el país logró sacar lecciones: en los años 70, Chile fue un país muy dividido, tuvo mucha polarización política. La conclusión más importante es que los países para avanzar y progresar necesitan del consenso nacional, de la conciliación y no de planes radicales. En ese sentido, los chilenos miran hoy esos años como una etapa del país. Por eso hay mucha curiosidad por ver esa etapa desde la distancia, y EL CASO NERUDA contribuye a mirar esos años tal como ocurrieron, con las cosas malas y buenas del momento. Podemos ver la fe de Neruda en promover la política y se siente que eso está condenado al fracaso por la división del país.

-¿Será llevado al cine Cayetano Brulé?

-He tenido varias ofertas para llevarlo al cine, pero no nos han dejado como muy felices. El próximo año, por cierto, llevan al cine mi novela NUESTROS AÑOS VERDE OLIVO (Planeta, 2004), que es una novela de mucha actualidad en Venezuela porque narra el exilio de un joven chileno que sale huyendo de la dictadura de Pinochet y se va a vivir la utopía política de Cuba. Ya vi el guión. La novela muestra la decepción de este joven con el socialismo real, y tiene que buscar una alternativa diferente de ambas.

Ana María Hernández G.

EL UNIVERSAL

En En el blog Letra Capital

Entrevista a ROBERTO AMPUERO

Roberto Ampuero acaba de publicar El caso Neruda (Editorial Norma, 2008), una novela en la que su célebre personaje, el detective Cayetano Brulé, conoce al poeta Pablo Neruda. A propósito de este libro -y gracias a la generosidad de Pilar Silva (del Grupo Carvajal)- pude entrevistar a este exitoso escritor chileno. A continuación, la entrevestia completa (una versión editada apareció en el diario Correo).

Entrevista CARLOS M. SOTOMAYOR

Foto-ilustración: IVÁN PALOMINO


¿Por qué eligió a Neruda como personaje? ¿Cómo llegó a tomar esa decisión?

Pablo Neruda lo tuvo todo: mujeres, fama, dinero, amigos, hasta el Nobel. Estuvo presente en coyunturas claves de la historia del siglo XX y tuvo nexos con figuras de talla internacional en política y cultura. Pero nadie ha mencionado un anhelo esencial de su vida, que nunca se cumplió, algo que revela en La pródiga, un poema del libro Los versos del capitán: “Y yo te pregunto: ¿dónde está mi hijo?” De ahí surge El caso Neruda. Al final de su vida, en 1973, cuando intuía que estaban cerca su fin y el del gobierno de su amigo Salvador Allende, tiene que haber sospechado que la trascendencia no la dan los poemas, sino los hijos (que no tuvo), no la tinta sino la sangre. Por eso le encarga a Cayetano Brulé, un joven cubano instalado en Valparaíso, que averigüe si la hija que tuvo una amante casada en la Ciudad de México de 1943, la engendró él o el esposo de la mujer. Neruda necesita resolver el mayor misterio de su vida, y en ese sentido la búsqueda de la supuesta hija es la búsqueda de la esperanza en un Chile que a comienzos de 1973 caminaba a la guerra civil. Neruda siempre me “persiguió” pues su casa La Sebastiana, de Valparaíso, hoy un magnífico museo con vista a la bahía, estaba cerca de la casa de mis padres. Yo crecí sabiendo que allí vivía un gran poeta universal, pero no me atreví a tocar su puerta pues yo era un niño. Por fortuna Cayetano Brulé se atrevió a hacerlo, y el vate le cambió la vida: lo convirtió en investigador privado mediante las novelas del inspector Maigret. Neruda era u gran lector de novelas policiales, y es curioso que nadie haya usado este género para presentarlo.


¿Cómo fue el proceso de documentación sobre la vida de Neruda?

Me pasé noches leyendo libros y artículos sobre él, visitando sus casas y viendo fotograf=C 3as suyas en la biblioteca de la Universidad de Iowa, que cierra a las 2am. En algún momento mi mujer debe haber pensado que mi cita nocturna era con alguien diferente. Me interesaba lo que pocos conocieron: el Neruda íntimo, fuera de la corte de amigos y aduladores que lo rodeó. Ese Neruda que al final del día, cuando sentía la muerte cerca, se quedaba solo, revisando sus acciones y omisiones a lo largo de su existencia. Consulté textos, documentales y grabaciones de su voz. Entre los textos esenciales están los de Sarita Vial, Margarita Aguirre, Virginia Vidal, Inés María Cardone, Matilde Urrutia, Pili García Tello, y los de Hernán Loyola, David Schidlovsky, Enrico Mario Santi, Hernán Concha, Volodia Teitelboim, y los de Jorge Edwards y Antonio Skarmeta, desde luego. Pero las mujeres fueron las fuentes claves porque me transmitieron lo que yo buscaba: la percepción del amor y el desamor, los anhelos frustrados y la infidelidad, la fugacidad de la existencia, y el poder del olvido. También volví a Confieso que he vivido, memorias generosas con Valparaíso, y a sus columnas del Oriente.

La reacción de los lectores ha sido apabullante: desde que salió la novela está en el primer lugar del ranking en Chile, esta semana aparece en América Latina, luego en España, Brasil, Italia y Alemania. Lo curioso es que la gente lee la novela como historia real, y ese es el poder de la literatura. Solo una novela podía explorar esa dimensión desconocida del poeta: la de sus grandes amores y la de esa hija que supuestamente tuvo.


¿Es cierto que entre los textos testimoniales que buscó y leyó sobre Neruda puso énfasis en aquellos provenientes de mujeres?

Absolutamente. Sólo los textos y las entrevistas de mujeres que estuvieron cerca de Neruda o son expertas en él me permitían acercarme a ese aspecto idealizado de Neruda: la de su contradictoria relación con las mujeres que tuvo, la de su oportunismo y la de su falta de fidelidad. Neruda vivió convencido de que sólo podría escribir gran poesía si tenía un gran amor a su lado, y en El caso Neruda aparecen esas mujeres y su tránsito de una a otra, causando dolor y resentimientos. La novela tiene como protagonistas a Pablo Neruda y Cayetano Brulé, pero las mujeres y la hija de Neruda son en verdad sus ejes centrales. Al final de su vida Neruda piensa en las amantes que tuvo, en lo que él les dio y recibió. Es un hombre arrepentido de muchas cosas en materia de amor, pero ya es muy tarde...


De la biografía de Cayetano Brulé se tenían poco referencias en los libros anteriores. Ahora se conocen más detalles, por ejemplo, la identidad de la chilena que apenas menciona en la primera novela de la saga (Ángela Undurraga Cox). ¿Qué lo lleva a tomas esa decisión?

Cayetano Brulé es el investigador más popular que dado la literatura chilena. Lleva cerca de 200.000 libros vendidos sólo en Chile, sin contar los pirateados, tiene una legión de fieles seguidores y seis volúmenes, que están traducidos a numerosos idiomas, entre otros al griego, italiano y francés. Todos querían saber cómo comenzó Cayetano, pues las novelas que se conocían hasta el momento hablaban del Chile de vuelta a la democracia. Fue el día en que Valparaíso me declaró Hijo Ilustre por mi contribución literaria que yo me paseé por La Sebastiana y me dije: pero si Neruda y Cayetano tienen que haberse conocido en 1973 pues vivían en la misma ciudad. Y esa causalidad me permitió narrar los inicios de Cayetano: en 1973 acababa de llegar a Chile desde Miami, siguiendo a su aristocrática mujer, Angela Undurraga Cox, hija de u n empresario acaudalado, que convence a Cayetano de ir a conocer y respaldar la revolución socialista de Salvador Allende. Después del golpe militar, Ángela se marcha al exilio con un charanguista de un grupo de folklore y deja a Cayetano naufragando en su nuevo país. Después del golpe, la derecha sospecha de él por ser cubano y la izquierda por ser cubano venido de Miami. Neruda es quien forma a Cayetano y lo hace prestándole novelas policiales de George Simenon.


En la novela encuentro un tributo a la novela policial: Neruda le da a Brulé célebres novelas policiales para que las lea.

Neruda fue un gran lector de novelas policiales, en especial de Georges Simenon, Graham Greene y Edgar Allan Poe. En sus casas-museo aun se conservan repisas llenas con esos textos. Neruda piensa que Cayetano puede aprender de las novelas, nada mejor que la literatura para aprender de la realidad, le dice el poeta. Pero Cayetano pronto descubre que los detectives del mundo industrial fracasarían estrepitosamente en nuestras peligrosas y caóticas ciudades latinoamericanas. Me resultó fascinante vincular la vida de un poeta tan legendario como Neruda con elementos de la novela político-policial. Y los lectores lo refrendan mediante su masivo interés por la novela.


La novela nos presenta una mirada sobre el gobierno de Allende y los primeros años de la dictadura de Pinochet.

El caso Neruda ocurre entre marzo y setiembre de 1973, aunque su primer y también el último capítulo corresponden al Chile moderno de la actualidad. Se trata de los últimos meses del gobierno de Allende, en medio de la crisis económica y política nacional, de fuertes divisiones, y después aborda el día del golpe de estado con el bombardeo a La Moneda y el comienzo de la dictadura, y por último el Chile actual. Es una mirada sobre el golpe de estado y el comienzo de la dictadura, una mirada que intenta ser objetiva y narrada desde el punto de vista de una persona corriente como Cayetano y de un poeta universal como Neruda, apabullados ambos por circunstancias totalmente ajenas a su control. Pero la novela es más que Chile, donde Cayetano habla con Neruda y Allende. Está ambientada también en el México de los 70, en las inmediaciones de Siqueiros, Trotzky, Frida Kahlo y Tina Modotti; en la isla de Cuba, donde Cayetano se encuentra con el poeta disidente Heberto Padilla y el saxofonista Paquito De Rivera; en el antiguo Berlín Oriental, donde el investigador se reúne con Markus Wolf, el legendario ex jefe del espionaje germano-oriental; en La Paz, donde contacta a gente vinculada con la guerrilla del Che Guevara. En cierto sentido, esta novela es también un homenaje a Valparaíso, a destacados artistas y personalidades que conocí en un exilio que comenzó en 1973 y que aun no termina, y que me llevó a vivir en Chile, Cuba, Alemania Oriental, Alemania Occidental, Suecia y ahora Estados Unidos.


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