miércoles, 4 de marzo de 2009
Cómo construir un personaje... (I)
Cuando se planifica una novela (tened en cuenta que esta tarea puede ocupar casi tanto tiempo como el de la redacción) hay varias tareas esenciales. Ya hemos visto algunas (decidir el narrador, el "modo narrativo", etc), pero una de las que más tiempo ocupa es la de "dar cuerpo" a un personaje.
No es tarea fácil. Hay técnicas de las que un escritor puede echar mano; los manuales de guión ofrecen abundantes pistas acerca de cómo abordar esta faena. Crear un conjunto de seres creíbles, que desplieguen situaciones verosímiles, que despierten emociones y atrapen nuestra atención... Ahí es nada.
El material del que debe disponer quien escribe es mucho mayor que el que luego refleja la novela -se suele decir que un escritor de casta lo es más por lo que tira a la papelera que por lo que conserva-. Eso quiere decir que debe manejar mucha más información sobre el personaje que la que luego va a utilizar; muchísima más.
Por ello, una estrategia que se suele utilizar es la de aprovechar rasgos de distintas personas que sean "narrativos" -es decir, que generen situaciones narrables- y combinarlas de manera mesurada.
Por ejemplo: cosas que el escritor conviene que tenga escritas en fichas acerca de cada uno de los personajes son las que siguen:
a) Rasgos físicos: altura, peso, enfermedades, problemas, color de ojos, de cabello, etc.
b) Rasgos básicos de su personalidad: nombre, lugar de nacimiento, edad, clase social, estudios, manías, obsesiones, aficiones, amores, desamores, estado civil, gustos gastronómicos, odios, inhibiciones, complejos, desafecciones, desarreglos, fobias, deseos explícitos u ocultos, miedos, carácter diurno o nocturno, comportamiento... Y en qué se evidencian esos rasgos (por ejemplo, un personaje puede ser un tacaño, pero no hace falta decirlo, una evidencia es que se vaya siempre el primero del bar o sólo haga ademán de pagar cuando otros han sacado la cartera)
c) Rasgos básicos de su entorno: familia, amigos (y sus nombres completos), trabajo y lugar, vivienda, sueldo, relaciones laborales, etc (nombre del casero o de su jefe si va a aparecer en nuestra historia...)
d) Cómo se siente y se ve el personaje.
e) Qué piensan los demás del personaje (y si podemos detallar con qué palabras lo describen, mejor) qué sentimientos desencadena y qué reacciones suele provocar en los demás personajes.
f) Cómo se siente el narrador en su relación con el personaje (si la hubiere) y cómo la vive quién escribe.
g) Qué suele decir y hacer el personaje (frases hechas, forma de conversar, lecturas, citas, refranes que repite, tono, timbre, volumen, mímica habitual)
h) A qué dedica el tiempo libre (como la canción de Perales), qué aficiones le atraen más, cuáles desprecia, metas a corto y largo plazo, comidas favoritas, programas de TV preferidos, pasatiempos, horas de sueño, vida amorosa, vida sexual...
i) Los sentimientos del personaje, cómo los expresa, qué sentimientos le hacen sentirse fuerte y cuáles le debilitan, de qué se siente orgulloso y qué le avergüenza... Intentaremos determinar en cierta medida su posición sociopolítica si fuera posible, sin caer en estereotipos que determinen al personaje y le hagan caer en un cliché poco creíble.
j) Qué causas provocan algunos de sus comportamientos más sorprendentes; por qué es como es...
j) En qué aspectos de su vida le gusta aparentar (sus atributos falsos)
k) Qué huellas ha dejado en la vida de los demás...
l) Qué objetos suele portar, significado de esos objetos, valor sentimental de alguno de ellos, fetiches, etc.
Una vez el escritor tiene una cierta capacidad de respuesta a estas cuestiones, una forma de trabajar es la que sigue:
1º.- Preparar una "tela de araña" o mapa conceptual de estos rasgos, para no cometer errores (de no hacerlo, es posible que en el capítulo 1 nuestro protagonista deteste la tortilla de patata y en el 25 sea capaz de matar por un pincho). En cine, estos desajustes coinciden más o menos con los famosas "fallos de raccord".
2º.- Enlazar los mapas de personaje, de modo que descubramos "posibilidades de conflicto" (si un personaje odia los reptiles y su amante tiene una iguana en su habitación, "algo" ha de suceder...)
3º.- Si un@ es buen dibujante, elaborar un libro de dibujos de cada personaje puede ayudar.
4º.- Hay que echarse a la espalda a los personajes: seguro que Buzzati llevó en sus paseos a Drogo, vio a través de él, sintió el frío de la noche, contempló a amigos que no le saludaban o le torcían el gesto, miró el mundo de la milicia con los ojos de Drogo, buscó la soledad, escuchó la música callada del silencio con los oídos de Drogo, vio pasear a su lado a mujeres que nunca serían suyas...
Una vez el escritor se ha "preñado" de personaje, lo ha hecho suyo, lo ha convertido en un apéndice de su vida por un tiempo y le ha prestado sus sentidos para que coja el pulso de la historia en la que le va a embarcar, toca "extrañarse" de él, dejarlo sólo para que el narrador le marque el rumbo, para que se someta al "modo narrativo" de la historia.
Crear un personaje conlleva un esfuerzo emocional enorme, durísimo, agotador. Desprenderse de él es como dejar escapar a un hijo. Dicen los guionistas de series largas que cuando éstas se acaban (Siete Vidas, por ejemplo) se vive un cierto período de luto, acostumbrados como estaban los guionistas a vivir junto a los personajes, para los pesonajes, en los personajes, tantos años...
Unamuno, tan paternal, se dolía tanto de este proceso, era tan duro para él acabar una novela, uno de esos "partos" después de meses y meses de gestación, que en más de una ocasión sintió que los personajes se rebelaban contra ese "dios" que era él, ese tirano que ataba y desataba sus vidas. Y lo sufrió siempre, novela tras novela.
Drogo es un trasunto de Buzzati: en uno hay mucho del otro; pero el Padre Gaetano es uno de los personajes mejor gestados de la la novela de Sciascia. Vamos a tratar de imaginar qué mapa de personaje tendría cada uno.
Espero que os haya servido este rollo.
El próximo día hablaremos la "punta de personaje", otro tema que nos ayduará a leer mejor.
Cierto es lo que aquí dices; cuando escribes, algunos personajes te absorven de tal manera que no sabes como acabar, creo que es peor que un parto, unas veces estás relatando una escena y de repente uno de ellos te pide salir a escena, mientras que al que le querías dar mayor protagonismo, hace mutis por el foro. Realmente a veces es difícil, pero lo mejor es como dice Jorge, empatizar con cada uno de ellos y con cada situación y a veces, si es necesario, mandarlos callar para poder seguir,je,je,je... Escribir es una válvula de escape maravillosa que además permite compartir ideas, valores, sentimientos, acciones e intenciones, pero también lo es leer.
ResponderEliminarMe resulta muy interesantes las ayudas que nos propones, Jorge. Me hace tomar la lectura de otro modo mucho más profundo. Realmente el personaje de P. Gaetano te atrapa desde el primer momento. Sin embargo el libro de Buzzati me ha impresionado mucho más por su manera de describirnos la soledad y todo lo que va viviendo Drogo. Es espléndido el pasaje en el que narra la primera noche en su habitación al igual que el final de la novela.
ResponderEliminar¿Lourdes tu escribes? No podría vivir sin leer, pero escribir por lo que estamos viendo tiene que ser una tarea muy complicada.