jueves, 14 de mayo de 2009
La estructura de "Mientras agonizo"
Faulkner es difícil de leer; cerca la realidad con innumerables puntos de vista desde los que leerla, se mueve por ella como quien recorre con sus dedos todas las ramas del árbol de la vida, perdiéndose por las más alejadas del sol, rozando las más recónditas, alcanzando el extremo de las más escondidas: eso hace con la vida.
Traducir a Faulkner es más difícil todavía; una experiencia harto compleja: omite los sujetos, de modo que a veces no se sabe quién esta hablando; las novelas están llenas de sobreentendidos, de marcas que ya no existen y productos que ya no se usan, de expresiones sureñas tan en desuso que incluso lo son para los que habitan ahora allí.
Y a pesar de todo, desde ellas entendemos por qué el sur de los Estados Unidos se agarra a la Biblia como si la Tierra Prometida estuviera más allá del desierto.
“¿Ama usted el Sur?” preguntó un desconsiderado a Faulkner durante su viaje a Japón en 1955. “Pues lo amo y lo odio. Algunas de sus cosas no me gustan nada, pero he nacido allí, y es mi hogar, y lo defendería a pesar de odiarlo”.
Cuenta la leyenda que Faulkner escribió esta novela en seis semanas; él mismo aseguraba que había escrito este libro mucho antes de grafiar una sola palabra, y que había brotado prácticamente sólo , pero hay una gran trampa en esta afirmación: aparenta simplicidad y es todo lo contrario. Faulkner esconde al autor, que es el desaparecido en esta novela, una novela sin autor, un fluir de monólogos interiores que organizan desde sus perspectivas vitales múltiples un extraordinario legajo de materiales literarios fluyentes como ese río ante el que se van a detener los personajes.
No hay duda de que el libro vivió una redacción muy rápida: en la primera página del manuscrito figura la fecha “Octubre, 25, 1929” y en la última página “Diciembre, 11, 1929”; ante cada sección, Faulkner sitúa una página en blenco, e insiste en que no modificó una sola palabra del original. No es cierto: constan en las primeras galeradas marcas y pegatinas que acreditan añadidos. ¿Por qué se empeña Faulkner en decir que redactar Mientras agonizo “fue fácil, realmente fácil... Podría escribir un libro así con ambas manos atadas a mi espalda. Llegó solo, de un golpe, y sin esfuerzo por mi parte”.
Sin embargo, en 1956 reconoce que “A veces la técnica irrumpe y asume el mando del sueñ antes de que el escritor mismo pueda ponerle las manos encima. Eso es tour de force, y la obra terminada es sólo un asunto de empastar limpiamente los ladrillos, ya que probablemente el escritor conozca hasta la última de las palabras antes de haber colocado la primea. Esto sucedió con Mientras agonizo. No fue fácil. Ningún trabajo honesto lo es. Fue sencillo en el sentido de que todo el material ya estaba a mi alcance. Me tomó mas o menos seis semanas del tiempo libre que me dejaba un trabajo manual de doce horas al día”.
La anécdota inicial de Mientras agonizo, el motivo inicial, es sencillo “sólo imaginé a un grupo de pesonas y lo expuse a las simples catástrofes naturales, que son las inundaciones y el fuego, con un simple motivo natural que diera una dirección a su desarrollo”, pero el inmenso aparato de técnicas con que lo aborda, las alusiones bíblicas y épicas que resuenan en el relato, los símbolos permanentes que manan del propio espacio de Yoknapatawpha, nos hacen concebir un mundo... Mejor dejarle a faulkner: “El sol, con una hora de ventaja sobre el horizonte, está ubicado como un huevo sangriento sobre una cresta de nubarrones; la luz se había vuelto cobriza, portentosa al ojo, sulfurosa a la nariz, oliendo a relámpago”.
La estructura de Mientras agonizo es sorprendente para la época: un conjunto de monólogos interiores en los que no hay autor que opere, ni más narrador que la conciencia que fluye. Cada uno dejará flotar las impresiones de ese viaje desde sus inquietudes, sus miedos y sus secretos, sus obsesiones y su particular forma de entender la vida y la muerte. Todos los personajes responden a una misma devoción por la madre muerta, rayana en la obsesión. Sobre todos ellos, la tierra juega un papel subyugante, todos están atrapados en una tupida red de mentiras, hipocresía, secretos y lagunas que hay que destripar durante la lectura, y nadie escapa a sus propios ojos que juzgan cada uno de los pasos que dan.
Por eso, lo mejor para leer esta novela es dejarse llevar por la prosa rica en matices y detalles, al tiempo que tratamos de comprender cada compleja psicología que narra.
El próximo día hablaremos de los símbolos que hay que atender en esta extraordinaria novela.
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