Nos vemos mañana miércoles 2 de noviembre a las 19.30h. Hablaremos de Murakami y trataremos de desentrañar por qué es un escritor de moda y qué nos ofrece desde sus páginas. Introduciremos en la segunda mitad de la sesión la figura de Eduardo Sacheri.
Retrato robot de Haruki Murakami según The Times (a partir de un texto de Paolo Fava)
1. Murakami divide a la gente. Básicamente entre quienes le consideran un clásico contemporáneo y quienes no. En el año 2000 los miembros de un programa literario de la televisión alemana (Das Literarische Quartett) tuvieron un enfrentamiento tan agrio sobre Murakami que uno ellos dimitió tras 12 años en antena. El enfrentamiento está exarcebado en su Japón natal, en el que multitud de jóvenes se matriculan en la Universidad de Waseda con la esperanza de acabar en la residencia descrita en Tokio Blues (Norvegian Wood). La crítica institucional lo considera en cambio un escritor pop sobre-occidentalizado, prefiriendo a auténticos vernáculos como Tanizaki, Kawabata o el gran aborrecido de Murakami, Mishima.
2. Murakami tiene una gran influencia. No sólo sobre sus compatriotas, y no sólo en la literatura. El autor es reconocido como la inspiración en cuanto a argumento y estilo para la película Lost in translation de Sofía Coppola . También inauguró la tendencia sinestésica en varios autores contemporáneos de titular sus novelas con nombres de canciones, preferiblemente de los Beatles.
3. De sus libros no saldría una buena sinopsis para una película (de ahí Lost in Translation, me permito añadir). El Times considera a Murakami la lectura requerida para todo adolescente angustiado. Murakami mezcla lo mundano (como minuciosas descripciones de prepartivos de comida) con lo fantástico. Sus protagonistas suelen ser personales normales intentando salir adelante en la vida hasta que una etérea presencia masculina les endereza hacia el camino correcto. A veces literalmente.
4. Murakami está divido con respecto a su patria (el sentimiento es mutuo con el punto 1). Las referencias a la cultura japonesa, exceptuando lo gastronómico, son escasas y hasta superficiales en su obra. Sus citas son anglosajonas, lo que no deja de sorprender sabiendo que sus padres eran profesores de literatura clásica nipona. En 1988, aterrado por el éxito de Tokio Blues (Norvegian Wood), abandonó Japón. Hoy dice: Antes quería ser un escritor expatriado. Pero soy un escritor japonés. Este es mi suelo y estas mis raíces. No puedes escapar de tu país.
5. Murakami regentó un club de jazz. En concreto desde el final de sus años universitarios hasta que pudo vivir de sus libros. Podría pensarse que era un entorno ideal para el fermento literario y un paraíso para el melómano. En realidad Murakami lo odiaba. Cuando tenía el club, estaba detrás de la barra, y mi trabajo era el de dar conversación. Lo hice durante siete años, pero no soy una persona parlanchina. Me juré a mi mismo que cuando saliera de ahí sólo hablararía con gente con la que realmente quisiera hacerlo. A razón de esto hoy en día no concede entrevistas en radio o televisión.
6. Murakami se lo debe todo al beisbol. Una calurosa mañana de 1978 el autor contempló como un jugador de los Yakult Swallows bateaba un home run a los Hiroshima Carp. En ese preciso instante Murakami decidió que escribiría una novela. Fue una sensación cálida. Aún la siento en el corazón. La novela, escrita en el tiempo libre que le dejaba el club, fue la ópera prima de Murakami, Hear the Wind Sing. El manuscrito ganó el primer premio de la revista literaria Gunzo, pero Murakami la considera presuntamente errática y primeriza y se ha negado a sacar una edición en inglés.
7. A Murakami le gustan los gatos. ¿Una prueba? Su club de jazz se llamaba Peter Cat. Los gatos aparecen profusamente en su obra habitualmente como preludio de que algo raro está a punto de suceder. En Crónica del pájaro que da cuerda al mundo es un gato el que inicia la surrealista cadena de eventos. En Kafka en la orilla se trata de un enfermo mental que adquiere la capacidad de comunicarse telepáticamente con los felinos, lo que le conducirá en última instancia a salvar el mundo.
8. A Murakami le gusta mucho la música. Cuando no tiene que vivir de ella, se entiende a partir del punto 5. La referencia a los Beatles es sólo la punta del iceberg. En la obra de Murakami suenan Nat King Cole, los Beach Boys, Rossini, Beethoven, la Flauta Mágica de Mozart o Vivaldi. Murakami trabajó en una tienda de discos durante sus años universitarios, tal y cómo lo hace el personaje de Tokio Blues (Norvegian Wood). Un visitante aseguró contado más de 7.000 vinilos en su hogar. Más aún, escribe a ritmo de jazz.
9. A Murakami le gusta un montón correr. Aunque lo del culto al cuerpo es más cosa de su enemigo Mishima, el último libro de Murakami se titula What I Talk About When I Talk About Running (‘De qué hablo cuando hablo de correr’), consistente en una reminiscencia de su vida a través del deporte. Empezó a correr a los 33 años para perder peso tras deár de fumar y un año después ya corría la maratón. Ha corrido la auténtica maratón en Grecia (pero al revés, saliendo de Atenas para no pillar atasco). En 1991 corrió la maratón de Nueva York en 3hr 27min. Quiere que su epitafio sea “al menos no caminó nunca”.
10. Murakami es un romántico. Y si esto no es el meollo de la cuestión no sé que puede ser. El tema de Murakami es ante todo el amor, revelado con un sentimiento de maravilla y turbación, encarnado en la unión con mujeres exquisitas y etéreas, en encuentros eléctricos de delicada pasión. Todo, habitualmente, para precipitar en inexorable tragedia. El propio Murakami lleva casado desde que terminó la universidad pero su descripción del matrimonio tiene poco de cuento de hadas. Al contrario que a mi mujer, a mi no me gusta la compañía. Llevo casado 37 años y a menudo es una batalla. Estoy acostumbrado a estar sólo. Y me gusta estar sólo.
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