domingo, 27 de mayo de 2012

Para leer a Ángeles Mora




La poesía de Ángeles Mora tiene vetas de Machado, de Ángel González, de sencillez, de lenguaje natural que se adensa con la experiencia y que va brotando de lo más profundo de su inconsciente. La poesía de Ángeles Mora rastrea las fuentes y abreva de los viejos maestros de la claridad. La poesía de Ángeles Mora es nítida y precisa, bordea asuntos comunes pero da carta de naturaleza a la hondura: cualquier emoción, por sencilla que sea, encuentra palabras que la coagulan en tejidos verbales casi traslúcidos. La poesía de Ángeles Mora no se circunscribe a las corrientes de superficie ni a moda alguna; no hay militancias, no hay géneros, sólo poesía en voz baja, en voz quieta, pero tensa y potente como el músculo de la moral.

Por eso es una experiencia leer a Ángeles Mora: dejaos llevar por el caudal de las palabras, que no buscan ritmos extraños ni imágenes sorprendentes sino tocar fibras en quien se dispone a oírlas. Leed los poemas despacio.

Mirad una vieja fotografía de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman y entrad en su mirada. Nunca nos paramos a mirar lo que miran ellos. Quizá no mirarán nada, al menos Bogart, quizá sólo viera su propia renuncia. Ingrid parece ver más allá de lo que hay; y lo teme. La desolación melancólica abraza a la inquietud, las dos claves del amor. Leed después el poema "Casablanca". Esa dedicatoria "As time goes by..."  nos lleva al corazón de la película, una deliciosa canción de Herman Hupfeld compuesta a principios de los treinta para un musical de Broadway es interpretada por Dooley Wilson... La letra

You must remember this (recuerda esto)
A kiss is just a kiss, a sigh is just a sigh. (un beso es tan solo un beso, un suspiro es tan solo un suspiro)
The fundamental things apply (las cosas fundamentales pasan...
As time goes by.(conforme pasa el tiempo)

¿No nos recuerda algo a esos versos de Ángeles Mora? Exquisitos.

Id luego a "Galeras de Lepanto" que empiezan con esta cita de Góngora, uno de los lagos subterráneos de los que mana el agua poética de Ángeles Mora.

(1583)

Amarrado al duro banco 
de una galera turquesca, 
ambas manos en el remo 
y ambos ojos en la tierra, 4


porque si es verdad que llora 
mi cautiverio en tu arena, 
bien puedes al mar del Sur 
vencer en lucientes perlas. 24
un forzado de Dragut 
en la playa de Marbella, 
se quejaba al ronco son 
del remo y de la cadena: 8


Dame ya, sagrado mar, 
a mis demandas respuesta, 
que bien puedes, si es verdad, 
que las aguas tienen lengua, 28
"¡Oh sagrado mar de España, 
famosa playa serena, 
teatro donde se han hecho 
cien mil navales tragedias!, 12


pero, pues no me respondes, 
sin duda alguna que es muerta, 
aunque no lo debe ser, 
porque vivo yo en su ausencia. 32
pues eres tú el mismo mar 
que con tus crecientes besas 
las murallas de mi patria, 
coronadas y soberbias, 16


¡Pues he vivido diez años 
sin libertad y sin ella, 
siempre al remo condenado, 
a nadie matarán penas! 36
tráeme nuevas de mi esposa 
y dime si han sido ciertas 
las lágrimas y suspiros 
que me dice por sus letras, 20


En esto se descubrieron 
de la Religión seis velas, 
y el cómitre mandó usar 
al forzado de su fuerza.

Se nos llena la imaginación con esos versos finales de su poema

A veces sólo queda huir hacia adelante
como lucha un corsario, atroz, en la bajura

Meditad sobre el amor desacompasado y sin ligaduras ni cláusulas que uno se encuentra en "Casi un cuento"

Pensad por qué la taberna es un símbolo tan cotidiano en su poesía...

Leed su respuesta a la famosa frase de Sartre "el infierno son los otros" con "El infierno está en mí", que empieza con esa deliciosa dedicatoria de Góngora (de nuevo) el Duque de Béjar en la Soledad 1ª "Pasos de un peregrino son errante" y dejados llevar por las citas que van alimentando de intertextualidades su poesía. Viajad por ellas.

SOLEDADES (soledad 1ª)


al Duque de Béjar




Pasos de un peregrino son, errante, 
Cuantos me dictó versos dulce Musa 
En soledad confusa, 
Perdidos unos, otros inspirados.


¡O tú que de venablos impedido 
—Muros de abeto, almenas de diamante—, 
Bates los montes que de nieve armados 
Gigantes de cristal los teme el cielo, 
Donde el cuerno, del eco repetido, 
Fieras te expone, que — al teñido suelo, 
Muertas, pidiendo términos disformes— 
Espumoso coral le dan al Tormes!:


Arrima a un frexno el frexno, cuyo acero, 
Sangre sudando, en tiempo hará breve 
Purpurear la nieve; 
Y, en cuanto da el solícito montero, 
Al duro robre, al pino levantado 
—Émulos vividores de las peñas— 
Las formidables señas 
Del oso que aun besaba, atravesado, 
La asta de tu luciente jabalina, 
—O lo sagrado supla de la encina 
Lo Augusto del dosel, o de la fuente 
La alta cenefa, lo majestuoso 
Del sitïal a tu Deidad debido—, 
¡O Duque esclarecido! 
Templa en sus ondas tu fatiga ardiente, 
Y, entregados tus miembros al reposo 
Sobre el de grama césped, no desnudo, 
Déjate un rato hallar del pie acertado 
Que sus errantes pasos ha votado 
A la real cadena de tu escudo.


Honre suave, generoso nudo, 
Libertad, de Fortuna perseguida; 
Que, a tu piedad Euterpe agradecida, 
Su canoro dará dulce instrumento, 
Cuando la Fama no su trompa al viento.


Y quédate al final con esa poderosísima imagen:


la contradicción,
ese nido de pájaros crujiendo.


Tened, como decía Bergamín, la cabeza a pájaros, para leer poesía. Más vale -decía Pepe Bergamín- cien pájaros volando que uno en la mano. Oíd poesía como quien oye llover: con la más profunda atención.








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