sábado, 14 de julio de 2012

JULIA FRANCK; ZONA DE TRANSITO

Con mucho retraso (lo siento de verdad) os incluyo el material para nuestras novelas de verano. Me ha pillado el toro del final de curso...

Entrevista a Julia Franck, "Los primeros movimientos de emancipación de la mujer no llegaron de la mano del feminismo, sino que fueron necesidades surgidas de la guerra"
Entrevista a la escritora Julia Franck - Domingo.20 de enero de 2008 - 951 visitas
Diario Público 
Julia Franck, ganadora del premio al mejor libro en alemán en 2007, acaba de publicar en España ‘Zona de tránsito’
Berlín se ha convertido en los últimos años en una ciudad cosmopolita y ultramoderna. Incluso, se juguetea con la época de la Alemania comunista, ya que los productos de aquellos años aparecen en tiendas y museos. Los alemanes lo llaman ostalgie, cruce de palabras entre este y nostalgia. Pero no siempre hubo una situación tan complaciente. Julia Franck, que ha conseguido el Buchpreis con Die Mittagsfrau (una novela sobre la II Guerra Mundial), pertenece a esa última generación que creció con el muro. Nació en la parte oriental de Berlín, pero a los ocho años se mudó con su familia a la zona occidental. Pasó por un campo de refugiados (sí, entonces existían y sometían a todo tipo de interrogatorios a los alemanes que querían pasar a la parte capitalista) y aquello se le quedó tan grabado que decidió contarlo en Zona de tránsito (Tusquets). Una novela seca, enrabietada y desaliñada, pero que no es ningún ajuste de cuentas. Es sólo una muestra de la capacidad de observación de una excelente escritora.
Usted también vivió en una zona de tránsito. ¿Quería usted escribir esta historia desde hacía tiempo?
Sí, la idea me rondaba desde más o menos los 19 años. Me di cuenta de que el desconocimiento y las reservas entre los alemanes del Este y el Oeste eran mucho más sutiles de lo que se podían incluso asimilar antes de la caída del muro. El muro diferenció mucho más el desarrollo cultural de los alemanes que el político.
Cuando uno escribe una historia que, de alguna manera, le pertenece, ¿lo hace desde el resentimiento o desde la nostalgia?
En mi caso, desde ninguno de esos sentimientos. Mi novela no describe a la RDA como un lugar ideal, sino que muestra las diferencias entre ambas experiencias, la de sentirte extraño en la que supuestamente es tu propia cultura, y además ser observado y visto por los otros como un extraño. Por otro lado, también aparecen escenas en la que las reivindicaciones de los alemanes, igual si son del este o del oeste, son las mismas. Esto es, la reivindicación de la libertad y el bienestar.
Los personajes del libro son personas extrañas porque están en medio de la nada. ¿Por qué parecemos raros si no somos coherentes, si no nos definimos? 
En el libro, hay un personaje que le dice a otro: "¿No somos todos unos traidores?". Desde luego, en una estructura dictatorial como fue la RDA, es muy difícil definirse como bueno o malo, de izquierdas o derechas, socialista o fascista. Hoy, años después de la caída del muro, ha vuelto la discusión con el libro de Florian, el hijo de Robert Havemann, sobre si tanto a Havemann como a Biermann hay que considerarles héroes (ambos fueron disidentes del régimen socialista) o enemigos de un país. Esto no es fácil de decidir. Yo pienso que aquí no hay sólo una única verdad.
Su libro y la película ‘La vida de los otros’ muestran que todos somos una mezcla. En la novela, la comunista Nelly Senf llega a tener relaciones sexuales con el agente de la CIA John Bird. 
Sí, es que a menudo simplemente somos víctimas o verdugos, y prácticamente nadie pretende reivindicar para sí uno de esos roles. Comprender es una cosa, pero ¿se pueden aceptar las decisiones de una persona a la hora de huir, en una declaración o de colaborar con los viejos o nuevos servicios secretos solamente porque las 
entendemos?
¿Cómo recuerda usted la época del muro? ¿Qué ha significado para su generación?
El muro forma parte por completo de mi vida, ya que yo nací en el Este, pero, gracias a un viaje de mi madre, la segunda parte de mi infancia, desde finales de los 70, la pasé en el Oeste. Nunca he estado claramente a un lado u otro del muro. Soy un híbrido. Por un lado, el muro es concretamente una obra de construcción; por otro, es un gran peso para la generación que vivió la mayor parte de su vida con él. Para los que ahora son jóvenes o adolescentes, el muro ya no representa ningún papel, pero sí lo hizo para las generaciones anteriores. De mi generación, puedo decir poco. Pero me llama la atención que aquellos que crecieron en el Este miraban continuamente hacia el Oeste y sabían muchísimo sobre el desarrollo político y cultural del Oeste. Por el contrario, los alemanes del Oeste apenas sabían ni querían saber nada sobre la RDA.
En sus libros, las mujeres suelen ser fuertes y frías. ¿Por qué? ¿Es la única forma que tenemos para sobrevivir?
Seguramente, de niña no experimenté mucho calor. Pero las mujeres de mis novelas no me parecen frías, aunque eso puede ser relativo. No creo que Nelly lo sea, tampoco Helene (Die Mittagsfrau). De todas formas, antes no había una relación muy cariñosa entre padres e hijos. Helena puede parecer para los lectores de hoy fría y fuerte, pero no era nada atípica. Los primeros movimientos de emancipación de la mujer no llegaron de la mano del feminismo, sino que fueron necesidades surgidas de la guerra. Por ejemplo, la mujer tuvo que trabajar sin ningún permiso del hombre. Los cambios en la sociedad han provocado que veamos raro que una mujer pidiera permiso a su marido para trabajar y no nos acordemos del esfuerzo que tuvieron que hacer para liberarse de sus cadenas.
La izquierda del Oeste y la RDA 
Tras ‘Die Mittagsfrau’, su próximo proyecto es una antología con las experiencias del muro. Para ello. Franck ha contactado con intelectuales de izquierdas del oeste, los cuales, según cuenta, han desestimado su propuesta. “Desde Enzensberger, pasando por Handke y Mosebach, hasta Genazino, lamentan no estar porque les faltan experiencias del muro. Pero no me lo puedo creer. Por eso, me interesa saber cómo pasó desapercibida esta obra para los intelectuales de izquierda”, afirma. Un caso muy relacionado con los comunistas franceses y Stalin. 

Alemania defiende su memoria histórica

La literatura alemana es la invitada al encuentro literario, que arranca mañana. Destacan los libros sobre el pasado más reciente del país y la explosión estética de los nuevos autores del Este

PAULA CORROTO Madrid 26/05/2011 00:22 Actualizado: 26/05/2011 05:21
Cuando el Muro de Berlín fue derribado por la muchedumbre en noviembre de 1989, muchos de los autores que hoy triunfan en premios y librerías aún jugaban en los parques del Este de la ciudad. Su mayor acercamiento a las dos Alemanias era la diferencia en las golosinas que se vendían a ambos lados del gran telón y las preguntas con trampa en el colegio sobre si en su televisión aparecía un reloj digital (en el Oeste) o analógico (en el Este).
El suceso, sin embargo, pronto se convirtió en uno de los grandes temas literarios. Tanto que, a comienzos de la década de los 2000 acabó atrapando a aquellos autores que aún eran niños o adolescentes durante la reunificación, como es el caso de Julia Franck (Berlín Este, 1970), autora de Zona de Tránsito (Tusquets), y Uwe Tellkamp (Dresde, 1968), autor de La Torre, que publicará próximamente Anagrama.
"La memoria histórica es una temática que lleva vigente desde los setenta, pero es cierto que ahora los jóvenes han vuelto a concienciarse y muestran su visión de la antigua RDA (República Democrática de Alemania). Quieren saber lo que ocurrió en el pasado para entender a la sociedad actual", confirma a este periódico la crítica Cecilia Dreymüller, 
una de las coordinadoras de esta edición de la Feria del Libro de Madrid, que comienza mañana. "Además, la literatura alemana siempre ha estado muy politizada y ha tenido una enorme responsabilidad con su sociedad e Historia", añade. Entre los ejemplos, los clásicos Günter Grass, Heinrich Boll y Herman Hesse.
La Feria del Libro de Madrid tiene este año como invitados a los autores de este país. Durante tres semanas pasarán por sus carpas escritores veteranos que llevan años indagando con una visión muy crítica en el pasado de su país, como Hans Magnus Enzensberger, que presenta Hammerstein o el tesón (Anagrama), Volker Braun, autor de la obra de teatro La gran paz, o Rüdiger Safranski, ensayista conocido por sus trabajos sobre el espíritu alemán.

Las dos Alemanias

A ellos se le sumarán los autores jóvenes, procedentes en su mayoría del antiguo bloque oriental que, además de reflexionar sobre el pasado, son la nueva sensación para la crítica por sus riesgos estéticos y argumentales, que les alejan de las coordenadas que impuso el Grupo 47, basadas en la refundación de las letras alemanas tras la posguerra en la misma línea que propuso la Generación del 98 en España.
"Los jóvenes miran atrás para entender el presente", dice la crítica Dreymüller 
"Entre los escritores del Este nos estamos encontrando con una ficción muy buena, son muy vanguardistas", confirma la agente literaria Isabel Piedrahita, especialista en literatura alemana, quien apunta el nombre de Natasa Dragnic para la próxima temporada como una de las grandes revelaciones. Además, entre estos autores ya no pesa tanto la Ostalgie (nostalgia del bloque comunista), que sí estaba presente hace algunos años. "Hay una conciencia histórica crítica. Y lo interesante es que cuidan mucho la calidad literaria", constata Dreymüller.
Algunos de los ejemplos que muestran por dónde se mueve la literatura actual son los de las autoras Jenny Erpenbeck (Berlín Este, 1967), que acaba de publicar en Destino Una casa en Brandenburgo, una historia llena de lirismo que recorre todo el siglo XX alemán, sin entrar en juicios o responsabilidades morales, y Katrin Schmidt (Gotha, 1958), autora de Los gatos negros de Seebach, sobre el acoso de los servicios secretos de la RDA (en la línea de la película La vida de los otros). Incluso hay propuestas aún más turbadoras, como la de Clemens Meyer (Halle an der Salle, 1977), autor del libro de relatos La noche, las luces (Menoscuarto), puro Raymond Carver, con mucho realismo sucio y personajes inmigrantes que intentan hacerse un hueco en la Alemania contemporánea.
"El presente se explica con el pasado", dice el dramaturgo Volker Braun, y para muchos autores no se puede entender el país de Angela Merkel sin prestar atención a la llegada de la inmigración. Apesar de que la Feria del Libro de Madrid no les ha hecho hueco, entre la población turco-alemana han surgido en los últimos tiempos escritores como Feridun Zaimoglu (Leyla, publicada por 451) que, con una estética argumental muy en la línea del director de cine Fatih Akin (Contra la pared), revela "todo aquello que no funciona en la fantástica Alemania actual. Los hijos de los inmigrantes turcos también escriben con una conciencia de las diferencias culturales", apunta Dreymüller.

El éxito mediático

"La ficción que llega del bloque oriental es más arriesgada", explica una agente 
Si bien las letras alemanas gozan de una actitud crítica y riesgos estéticos, hay una literatura comercial que ha encontrado una amplia respuesta entre los lectores, y no sólo de Alemania. De hecho, últimamente han aparecido escritores como Cornelia Funke, David Safier (Maldito Karma) -estará en la Feria- y Daniel Glattauer (Contra el viento del norte), que han copado la lista de los libros más vendidos, incluso en España. "Esto demuestra que también hay una literatura que cada vez está más cerca. Antes había más diferencias, pero ahora se están abriendo", recalca la agente literaria Sandra Rodericks, de la agencia UTE Körner.
Y entre este boom destaca la novela negra histórica. En la Feria estarán presentes Christian Schummann y Volker Kutscher, dos de los escritores con más éxito en España. Sin embargo, los críticos alemanes son duros: "Es literatura para comer y no morirse de hambre". A ellos les interesa la reflexión sobre su país.

"El presente nos obliga a no olvidar el pasado"

Volker Braun. Autor de ‘La gran paz’
En Alemania, los escritores aún tienen puesta la mirada en el pasado de su país. ¿Por qué existe este interés?
El presente nos obliga a no olvidar el pasado. El nuevo milenio comenzó con guerras y ha continuado en un ambiente de represión. Parece que somos incapaces de aprender. Todos anhelamos que las experiencias que se han vivido se entierren profundamente. Pero el presente siempre trae consigo el pasado. 

¿Por qué cree que los jóvenes escritores se centran también en épocas como la del Muro de Berlín? 
El presente es lo que desde la política se busca adormecer, enterrar. Pero de esa manera no puede mantenerse. Por eso los escritores deben esforzarse en mostrar eso que está soterrado y adormecido, y la forma es mirar al pasado. 

¿Existen aún dos Alemanias literarias? 
Los alemanes del Este tenemos la experiencia de dos sociedades: la protosocialista y la poscapitalista. La conclusión es que los alemanes orientales sufrimos con anticipación la derrota y nuestras ilusiones son ahora más pobres. Quizá esa es nuestra pequeña ventaja local. 

¿Cómo cuenta la Historia la literatura?
La literatura no se puede quedar en lo que se ve a simple vista, sino que debe agarrar las contradicciones y las fatalidades de un tiempo y una sociedad. El gran reto consiste en escribir en los márgenes de los acontecimientos y también destacar todas nuestras estupideces. 

Julia Franck: entre las fronteras y lo sensual

La escritora Julia Franck publica Grenzübergänge, Pasos de frontera, que recoge memorias de autores de las dos Alemanias. Su experiencia con ambas la hace, cuenta a DW-WORLD, especialmente sensible a los límites sutiles

Julia Franck, al ganar el Premio Alemán del Libro en octubre de 2007 con "Mujer del mediodía"
La escritora alemana Julia Frank –nacida en Berlín Oriental en 1970 y Premio Alemán del Libro en 2007- publica en marzoGrenzübergange, Pasos de fronteras. Este libro recoge, a los 20 años de la caída del Muro de Berlín, recuerdos de escritores de ambos lados de la frontera. La misma Franck abandonó la República Democrática Alemana (RDA) a los ocho años y vivió varios meses en el campo de refugiados de Marienfelde, una población cercana a la antigua frontera.
Zona de tránsito
Dado su conocimiento de ambos lados de la frontera, como contó la escritora en entrevista concedida a DW-WORLD, en esta obra era “esencial que hubiera puntos de vista de ambas partes, pues, antes de la reunificación era común ignorar, hostilizar o tener pena de la RDA".
Seis libros ha publicado ya –entre ellos el premiado Mujer del mediodía- pero sólo uno ha sido traducido al español. En él, Zona de tránsito, Franck recrea en boca de sus personajes la experiencia del paso de la una a la otra Alemania.

Memorias de autores de las dos Alemanias, recopiladas por Julia Franck
"La visión tan diferente de la otra Alemania, que acabó transformando el cruce de la frontera en una experiencia específica de origen, me interesa. Sin embargo, también las historias ficticias y las “memorias” inventadas son tan bien recibidas como las reales”, asevera la autora..
Las fronteras invisibles
20 años después de los acontecimientos que borraron físicamente las fronteras entre las dos Alemanias y en una Unión Europea con libre tránsito y moneda común, “las fronteras son más sutiles. Las fronteras corren más claramente dentro de cada sociedad, entre pobres y ricos, instruidos y no instruidos, religiosos y laicos”, dice Franck quien, por su propia experiencia, asevera tener una percepción especial de los límites sutiles, más aún cuando se vive en una ciudad –la Berlín reunificada- “en la cual los alquileres, los salarios, las estructuras familiares continúan marcados por las diferencias”. Sin embargo, el deseo de que el Muro nunca hubiese caído le parece “un infantilismo conscientemente provocativo o francamente ingenuo”.

Julia Franck, Mujer del mediodía
Mujer del mediodía
Cuando Franck -especializada en literaturas germánicas y precolombinas- publicó su libro Mujer del mediodía, que ha sido traducido al portugués pero todavía no al español, las críticas culturales del semanario Spiegel y de Die Zeit coincidieron en denominar su escritura de “sensual”.
¿Ha tenido que pagar algún precio por ese calificativo? “No por causa de lo sensual”, explica la escritora, sino más bien por el hecho de que “los libros escritos por mujeres son calificados frecuentemente de literatura femenina, siendo así marginalizados a un estilo allende de la alta literatura, principalmente si tienen una protagonista femenina. Los hombres, sin embargo, nunca escriben literatura masculina aunque sus héroes masculinos salgan a la caza de jóvenes estudiantes”. Es precisamente en la esfera de la literatura, la filosofía y la dirección de ópera y teatro que se nota más este límite entre los géneros; opina la autora concluyendo que "nuestro discurso estético y filosófico se encuentra en manos de hombres".



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