En El cultural (artículo de Ángel Basanta)
La niña gorda
Mercedes Abad
Páginas de Espuma. Madrid, 2014. 176 páginas, 16 euros

Mercedes Abad. Foto: Araba Press
Estos y otros elementos comunes favorecen la unidad del conjunto hasta convertir la decena de cuentos engarzados en un proteico relato del aprendizaje en el que de modo gradual se desarrolla el acceso a la vida adulta de Susana Mur, Susan Amur (en ocurrente calambur) o Susanita en espacios de Barcelona y de la costa ibicenca. El orden de los cuentos comienza con la visita al endocrino en el primero, cuando ha cumplido trece años en 1975, y va creciendo en edad y experiencia a lo largo de los 70 y 80, desde los once años en “El castillo” (segundo relato), uno de los mejores por su confrontación de la realidad y el deseo entre las figuras de la protagonista y las de unas niñas extranjeras, o los doce cumplidos en “La excursión”, de alto mérito literario también por su tratamiento del diferente aislado en el grupo, hasta los 19 años en “El regalo”, donde Susana y su mejor amiga vengan la violencia sufrida por esta mediante el robo del éxito literario, los 25 que tiene en “Talla 36” y más aun, sin precisar cuántos, en “El sacrificio”, el último, donde la protagonista, abandonada por su compañero a causa de su obsesión por el peso, busca su redención en los acantilados de Cabo Vilán, en plena Costa da Morte gallega, tras haber encontrado en Camariñas una versión complementaria de sí misma.
La narración más extensa es “Las hermanas Bruch”, que podría ser considerada como una novela corta. Estratégicamente situada en quinto lugar, divide el libro en dos mitades, con relatos más cortos en la primera y más largos en la segunda, donde la protagonista entra en su adolescencia. Susana es en este relato la narradora testigo que cuenta lo que ella vivió con las cuatro hermanas Bruch y la madre, supuestamente viuda pero en realidad abandonada por su marido, en una cala de un pueblo de Ibiza. En un ambiente de discordia entre hermanas caprichosas y excéntricas, sometidas a humorísticas animalizaciones verbales, la narradora da cuenta de las dramáticas consecuencias desencadenadas por la irrupción de un hermanastro de la madre que llega desde Francia para reclamar su reconocimiento legal. Su presencia despierta admiración, recelos y pasiones encontradas entre las cinco mujeres que Susana, entonces adolescente con catorce años, no alcanzó a comprender bien pero que después, transcurridos 35 años, recrea en plena madurez vital, evocando el descubrimiento de la amistad, del amor, el odio y la venganza, junto con los primeros pasos de su aprendizaje de la escritura.

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