viernes, 10 de abril de 2009

Acerca del diablo en Todo Modo...




El pasado miércoles nos quedamos quizá "con la mosca tras la oreja" acerca del papel del diablo en Todo Modo. Intentaré explicar un poquito mejor lo que trataba de contaros durante la sesión; se trata de una interpretación muy personal que, si os sirve, bienvenida sea.

Partamos de la tesis de que el tema del diablo en la literatura es infinito, pero no partiremos desde el principio: dos pinceladas nada más... Diablo, decíamos, significa "lanzar a través de...", es el gran divisor que ha llegado al mundo para destruir la creación, para desunir lo que Dios ha unido. Su tarea es negar permanentemente la creación, por eso os citaba esa frase de Mefistófeles en el Fausto de Goethe "Yo soy aquel que negándolo todo, todo lo afirma".

Pero bajo buena parte de nuestra cultura religiosa mediterránea anida una creencia más o menos sólida de que la creación es esa lucha entre dos fuerzas, constructivas y destructivas. Por eso, en nuestra cultura es tan importante la creencia en el diablo como en la de dios mismo: en San Manuel Bueno, mártir de Unamuno, Ángela Carballino conoce que el sacerdote ha perdido la fe en Dios porque "ya no creía en el demonio". José Bergamín afirma esta misma idea en la cultura hispánica en un precioso ensayito titulado "La importancia del demonio y otras cosas sin importancia". Uno de sus proyectos más valiosos es la revista "Cruz y Raya (revista de afirmación y negación)" que atrajo en su órbita de cristianismo republicano a la mayoría de los mejores escritores de su tiempo.

Muchos años después encontramos la misma tesis en "El día de la bestia" de Alex de la Iglesia, película que, bien mirada, dista mucho de ser una película de humor: hay en el filósofo Alex de la Iglesia una serie de claves muy sugerentes al respecto, pero esto es harina de otro costal.

Los ejemplos de que Dios y el Diablo son dos fuerzas antagonistas sin las cuales no hay narración, está tan inserta en nuestra cultura que bastaría con mirar bajo la cama de nuestras abuelas (cuántas de ellas guardan un vaso de sal y otro de vinagre bajo la cama para ahuyentar los malos espíritus y los demonios, creencia que aún se conserva en el Alto Aragón)

Por eso Gaetano rinde pleitesía a todas las fuerzas de la creación, y por eso la destrucción forma parte de ella. Eso refuerza la tesis de que Gaetano fuera mano ejecutora de los dos primeros crímenes. Gaetano pone una vela a Dios y otra al Diablo, porque nunca se sabe donde está la salvación; del mismo modo apuesta por la Estado explícito y por el oculto, la política y la mafia, porque el poder tiene que beber de todas las fuentes para sobrevivir.

La novela de Sciascia vive de estas dualidades: Dios y el diablo, lo contado y lo silenciado, lo presente y lo ausente, y esta estructura va desencadenando una historia en la que siempre hay que sospechar mucho más de lo que se ve.

Al fin y al cabo, esa es la vida en Italia: no saber nunca quién es quién.

Y Sciascia lo experimentó en sus propias carnes: el periódico en el que confió y trabajo toda su vida pertenecía en realidad a la logia masónica P2, entramada en oscuras historias golpistas, fascistas y mafiosas; pero lo descubrió cuando era demasiado tarde y ya para entonces le habia vendido toda su vida de periodista.

Quizá entendamos ahora por qué Gaetano mira por los ojos del diablo: para entender el mal, hay que mirarlo con esos mismos ojos.

1 comentario:

  1. Me ha gustado tu interpretación sobre el diablo en "Todo modo", creo que la debo leer más detenidamente, tiene mucho jugo.Me está gustando mucho lo poco que llevo del nuevo libro, tiene una narración exquisita y sensible, sus descripciones no tienen desperdicio, sabe jugar con las palabras de manera que una se puede situar dentro de la escena.
    Jorge,mucho ánimo en este nuevo proceso personal.
    Piluca, creo que el arte no necesariamente implica dolor, aunque si mucha búsqueda y si te fijas muchos escritores, pueden aparentar dolor pero también una gran esperanza.

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