Título: Las madres negras
Autora: Patricia Esteban Erlés
Páginas: 224
Editorial: Galaxia Gutenbeg
Precio: 19,90 euros
Año de edición: 2018
Calificar a las novelas en géneros tiene muchas ventajas, pero también algún inconveniente: los prejuicios. A mí, que no me gusta la novela gótica, de terror o fantástica –géneros en los que ha sido calificada ésta que hoy nos ocupa- el saberlo de antemano hubiera supuesto que no la leyera. Pero, afortunadamente, la abordé por un impulso y no me he arrepentido en absoluto. Es una buena novela.
Se trata de una ficción basada en la historia de algo que ocurrió durante 150 años, hasta finales de los 90, para nuestro asombro y vergüenza. Sucedió en una organización «benéfica» regida por unas monjas católicas, las hermanas de la misericordia, que se dedicó a internar contra su voluntad a jóvenes «descarriadas» para que purgaran sus pecados. El infierno, más que purgatorio, eran las lavanderías de las Magdalenas que explotaron en régimen carcelario a lo largo de su funesta historia, a más de 30 000 mujeres que como único sueldo recibían malos tratos y vejaciones. Muchas de ellas no salieron jamás.
Y en este ambiente negro, claustrofóbico, perfectamente descrito, la autora crea un elenco de personajes de todo tipo –sin excluir a un Dios que hace «maldades» para entretenerse n su eterno aburrimiento-, a través de los que nos llena de inquietud y desazón desde el primer momento. Es tal el grado de verosimilitud que logra la novelista, a pesar de la fantasía que derrocha, que no podemos evadirnos de esa atmósfera opaca de terror en el que viven las chicas recluidas, lo que hace que la lectura resulte adictiva.
Es una novela que nos mueve y nos remueve. Nos hace pensar en ese lado oscuro de las personas que si se desarrolla puede convertirse en un monstruo que devora a sus propios hijos. Nos sugiere reflexiones acerca del poder basado en la humillación que somete voluntades y cuerpos, ese que ejercen los maltratadores sobre víctimas que quedan marcadas de por vida, en el mejor de los casos. Nos habla también del fanatismo religioso y las aberraciones a las que puede dar lugar. Así pues, lo que cuenta es mucho más y mucho más actual que una historia gótica, de terror o fantasía, géneros que utiliza en su justa medida, consiguiendo de los «no adictos» que de aquí en adelante dudemos de nuestras certidumbres. Una novela muy recomendable.
Patricia Esteban Erlés, (Zaragoza, 1972) es una zaragozana que se ha estrenado como novelista en esta ocasión y ya en su primera experiencia ha sido ganadora del IV premio Dos Passos. Su cuidado estilo y su trabajo con el lenguaje tenían una amplia trayectoria como autora de relatos breves. Tiene publicados tres recopilatorios de cuentos también premiados: «Manderley en venta», «Abierto para fantoches» y «Azul ruso», y uno de microrrelatos, «Casa de Muñecas».
Compatibiliza su pasión por la literatura y el lenguaje con su profesión de profesora de literatura de secundaria. Un lujo para sus alumnos.
Páginas: 224
Editorial: Galaxia Gutenbeg
Precio: 19,90 euros
Año de edición: 2018
Calificar a las novelas en géneros tiene muchas ventajas, pero también algún inconveniente: los prejuicios. A mí, que no me gusta la novela gótica, de terror o fantástica –géneros en los que ha sido calificada ésta que hoy nos ocupa- el saberlo de antemano hubiera supuesto que no la leyera. Pero, afortunadamente, la abordé por un impulso y no me he arrepentido en absoluto. Es una buena novela.
Se trata de una ficción basada en la historia de algo que ocurrió durante 150 años, hasta finales de los 90, para nuestro asombro y vergüenza. Sucedió en una organización «benéfica» regida por unas monjas católicas, las hermanas de la misericordia, que se dedicó a internar contra su voluntad a jóvenes «descarriadas» para que purgaran sus pecados. El infierno, más que purgatorio, eran las lavanderías de las Magdalenas que explotaron en régimen carcelario a lo largo de su funesta historia, a más de 30 000 mujeres que como único sueldo recibían malos tratos y vejaciones. Muchas de ellas no salieron jamás.
Y en este ambiente negro, claustrofóbico, perfectamente descrito, la autora crea un elenco de personajes de todo tipo –sin excluir a un Dios que hace «maldades» para entretenerse n su eterno aburrimiento-, a través de los que nos llena de inquietud y desazón desde el primer momento. Es tal el grado de verosimilitud que logra la novelista, a pesar de la fantasía que derrocha, que no podemos evadirnos de esa atmósfera opaca de terror en el que viven las chicas recluidas, lo que hace que la lectura resulte adictiva.
Es una novela que nos mueve y nos remueve. Nos hace pensar en ese lado oscuro de las personas que si se desarrolla puede convertirse en un monstruo que devora a sus propios hijos. Nos sugiere reflexiones acerca del poder basado en la humillación que somete voluntades y cuerpos, ese que ejercen los maltratadores sobre víctimas que quedan marcadas de por vida, en el mejor de los casos. Nos habla también del fanatismo religioso y las aberraciones a las que puede dar lugar. Así pues, lo que cuenta es mucho más y mucho más actual que una historia gótica, de terror o fantasía, géneros que utiliza en su justa medida, consiguiendo de los «no adictos» que de aquí en adelante dudemos de nuestras certidumbres. Una novela muy recomendable.
Patricia Esteban Erlés, (Zaragoza, 1972) es una zaragozana que se ha estrenado como novelista en esta ocasión y ya en su primera experiencia ha sido ganadora del IV premio Dos Passos. Su cuidado estilo y su trabajo con el lenguaje tenían una amplia trayectoria como autora de relatos breves. Tiene publicados tres recopilatorios de cuentos también premiados: «Manderley en venta», «Abierto para fantoches» y «Azul ruso», y uno de microrrelatos, «Casa de Muñecas».
Compatibiliza su pasión por la literatura y el lenguaje con su profesión de profesora de literatura de secundaria. Un lujo para sus alumnos.
Patricia Esteban Erlés
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