miércoles, 5 de abril de 2023

MIÉRCOLES 12 DE ABRIL A LAS 18.30h, CHIARA GAMBERALE Y "LA LUZ EN CASA DE LOS DEMÁS"

 


Nos vemos el miércoles 12 a las 18.30h para hablar de Chiara Gamberale y "La luz en casa de los demás". Os incluyo algunas reseñas de interés:


EN "EL ESPAÑOL"

14 septiembre, 2012 

Rafael Narbona

Chiara Gamberale

Traducción de I. Glez. Gallarza. Seix Barral. Barcelona, 2012. 474 pp., 20 e. ebook: 13'29 e

Chiara Gamberale (Roma, 1977) ha conseguido el reconocimiento internacional con una novela rebosante de humor y ternura. Con una prosa fluida y ligera, que consigue imprimir al relato el ritmo vertiginoso de una "screwball comedy", pero con ese tono entrañable y disparatado del cine italiano de finales de los cincuenta, La luz en casa de los demás se adentra en la sociedad contemporánea, donde el concepto de la familia tradicional ha experimentado una profunda crisis que ha cedido paso a fórmulas alternativas, cuya diversidad no impide un anhelo común de felicidad. Maria es una mujer de unos treinta años que trabaja de administradora del 315 de Grotta Perffeta, cuando el caótico tráfico de Roma se cobra su vida en un accidente de moto. La muerte no acontece como la consumación de un destino trágico, sino de una forma banal. El último pensamiento de Maria antes de rodar por el asfalto y golpearse contra un coche aparcado en segunda fila es un recuerdo difuso sobre su cita con el dentista. Al margen de su independencia y su carácter inconformista, sólo deja una carta dirigida a su hija Mandorla, escrita al poco de nacer la niña. La comunidad de vecinos decide cuidar a la pequeña, adoptando su tutela de forma colectiva.

Mandorla significa Almendra. Es un nombre hermoso y enigmático, que contiene un secreto, pues su madre ha señalado en su carta que el padre es uno de los vecinos. Alterando la letra para reproducir la presunta caligrafía de la madre, la carta expresa el deseo de que la recién nacida conozca la felicidad de amar y ser amada, sin renunciar a su necesaria autonomía para viajar, trabajar, aprender idiomas, ilusionarse y desilusionarse, comprometerse y tal vez desencantarse. Maria aconseja a su hija que mantenga el corazón abierto a lo insólito, sin repudiar lo que escape a su comprensión. No hay en la carta amargura ni pesimismo, sino una vitalidad desbordante que no contempla el rencor o la desesperanza.

Mandorla llevará a cabo su aprendizaje en cinco hogares, con escenarios completamente diferentes: Tina vive sola, los Barilla son una familia convencional, Lidia y Lorenzo conviven como pareja de hecho, Caterina y Samuele acabarán separándose y Paolo y Michelangelo no ocultan su identidad homosexual, involucrándose cada año en la fiesta del Orgullo Gay. Entre los 6 y los 17 años, Mandorla contempla los estragos de la soledad, los problemas de pareja, la absurda preocupación por las apariencias, el miedo a los sentimientos reprimidos, la militancia homosexual desinhibida, las brechas generacionales, la imposibilidad de conocer al otro, los conflictos de una comunidad que ya no se ajusta a un único modelo social, sino que reivindica el derecho individual a escoger caminos divergentes.

Mandorla crece, conoce el amor, el desengaño, el miedo al rechazo y el deseo de agradar. Necesita forjar su identidad, pero las dudas de la adolescencia se multiplican en un contexto donde todos los valores son reversibles y ninguna opción resulta inaceptable, salvo la mentira y el infortunio. Chiara Gamberale maneja con soltura los diferentes planos narrativos, integrando todas las historias en una trama que avanza sin experimentar caídas o incongruencias. Aunque algún personaje afirma que "la vida es un asco", no es esa la sensación que predomina en una novela donde el autor muestra afecto e indulgencia hacia sus criaturas. Tal vez el único reproche que se pueda hacer al relato es la contención de los componentes trágicos y ciertas reacciones previsibles, que a veces acercan a los personajes al estereotipo.

No es el universo de Ammaniti o del primer Visconti, con sus personajes marginales, autodestructivos y atormentados, sino la Italia de Melania G. Mazzucco aplacada por las ficciones cinematográficas de Monicelli, donde la penuria se combatía con ingenio e ironía. Gamberale absuelve al ser humano y se muestra comprensiva con sus flaquezas. Los vecinos del 315 de Grotta Perfetta son un retablo de nuestra especie en un tiempo de mudanzas, donde las cosas no son perfectas, pero aún existe la posibilidad de cambiarlas. Los amores acaban, pero los afectos renacen. Mandorla finaliza su educación sentimental cuando comprende que el fracaso y éxito se alternan en un baile concertado por el azar y la necesidad.

Chiara Gamberale. La luz en casa de los demás

Mar 2014
Posted by Eva 

la-luz-en-casa-de-los-demas_9788432209727Sinopsis: Maria, una mujer libre y carismática, es la administradora del 315 de Grotta Perfetta, en Roma. Cuando muere repentinamente, deja una hija de seis años; y deja también una carta. La niña se llama Mandorla —Almendra—, y ya sólo su nombre encierra todo el encanto y el absurdo del que será su destino, ya que Maria ha dejado escrito que el verdadero padre de Mandorla es uno de los hombres que vive en el edificio.

Tras una asamblea de vecinos en la que nadie confiesa su paternidad, deciden criar a la niña entre todos. Así, Mandorla irá cambiando de casa de los 6 a los 17 años, adaptándose a cinco modelos de familia: será testigo de la soledad de Tina; vivirá la separación de Caterina y Samuele; acompañará a Paolo y Michelangelo al Orgullo Gay; se sentará a la mesa de los Barilla, una familia tradicional, y vivirá las turbulencias de la eterna pareja de hecho, Lidia y Lorenzo.

Y mientras Mandorla crece, se enamora y busca a su padre, Chiara Gamberale nos recuerda que, antes de ser mujeres, maridos, padres o hijos, somos personas: maravillosas y terribles, con una infancia que nos persigue. En esta luminosa novela descubrimos que la familia es una alquimia indefinible: quien la tiene es consciente de su peso, hasta el punto de querer librarse de ella, y quien no la tiene la desea como el único escenario posible de la felicidad.

Novela con un argumento original y con una frescura de la que carecen otras, se la ha comparado con la elegancia del erizo, pero yo con aquella no pude ni con treinta paginas, en cambio en esta la autora italiana le ha dado un toque cálido al tema a la vez que amargo.

Ante la perdida de tu madre a los seis años como le ocurre a la protagonista se le plantea el eterno dilema de quien es su padre, algo que desde los once años se va metiendo en su cabecita, hasta que a los 18 no sabe si quiere en realidad saberlo o no.

Nos presenta a los personajes, a medida que Mandorla cada año va cambiando de piso, todos ellos la profesan un enorme cariño y a la vez que vemos la relación que mantienen con la niña también nos ofrece una visión de los mismos con sus virtudes y defectos.

Yo destacaría a dos personajes que tienen especial cariño a la niña, uno la Señorita Polidoro, una mujer sola que se vuelca totalmente en Mandorla y la Señora Barilla, que es una autentica madre. Sin menospreciar el afecto del resto de los personajes, cada uno lo hace lo mejor que sabe.

Creo que es una novela sobre gente buena, novelas que no abundan mucho hoy en día.




jueves, 28 de febrero de 2013
"La luz en casa de los demás", de Chiara Gamberale: defendiendo la diferencia
   De un tiempo a esta parte, quizá desde que he sido madre, me interesa especialmente el niño como personaje literario, el esfuerzo que debe hacer un adulto para hablar, pensar y sentir como un niño y contarlo dentro de una buena historia. Por eso, he leído varios libros protagonizados por niños en los últimos meses. Desde luego, éste es uno de los que más me ha gustado.


Argumento:
  
  Si las reuniones de las comunidades de vecinos suelen ser largas y estériles a pesar de discutir problemas tan tontos como el color de los toldos o la ubicación exacta del aire acondicionado en la fachada, imagínate una comunidad que tuviera que ponerse de acuerdo sobre el futuro de una niña de seis años. ¿Y si decidieran hacerse cargo de ella entre todos los vecinos, convirtiendo cada uno de los pisos en un hogar para ella? Entonces… ¿cuánto durarían las reuniones de vecinos?

Opinión:
  
    Bajo la anécdota, este libro esconde mucho más. La trama es sorprendente ya desde el comienzo: Mandorla es una niña de seis años cuya madre, Maria, acaba de morir en un accidente de moto. Ambas vivían solas en el 315 de Grotta Perfetta, en Roma. Solas… en su piso, porque todos los vecinos del inmueble sienten una gran admiración y cariño por Maria y, por extensión, por Mandorla. Por eso, cuanto la primera fallece, convocan una reunión de vecinos urgente y extraordinaria para decidir qué hacer con la niña. Por eso… y por la carta que Maria escribió en su día en la que confiesa que el padre de su hija es uno de los vecinos del edificio. El silencio de los hombres y el miedo de las mujeres a tener que enfrentarse a una situación así hace que los vecinos aplacen la prueba de ADN que podría darles respuestas y tomen una decisión muy poco común: harán del edificio el hogar de Mandorla, turnándose para cuidar y educar a la niña.
   
Así es como Mandorla pasará su infancia cambiando de piso y conviviendo con familias muy dispares entre sí: desde el tradicional matrimonio con dos hijos, hasta la pareja gay, pasando por la solterona, la familia que acaba de tener descendencia o la pareja que prefiere tener perro a tener niños. Así descritas, las familias pueden parecer típicas, prototipos familiares en la sociedad actual. Y, en cierto modo, lo son. Pero más allá del cliché, permiten a Mandorla (y al lector, con ella) descubrir las diferencias y semejanzas, las frustraciones y las pequeñas dichas cotidianas que todos sentimos tras cerrar la puerta de nuestra casa. Por eso decía que este libro es mucho más que la anécdota: porque ofrece una galería de personajes variopintos, diferentes, que se completan y se construyen mutuamente, investigados literariamente no en su individualidad sino (y ahí está la diferencia con otros libros y otros autores) en su condición de miembros de unidad familiar. Una unidad familiar cambiante, no sólo por la influencia que cada uno de sus componentes ejerce sobre los demás, sino por la llegada temporal de un nuevo integrante, en principio ajeno al núcleo familiar, al que hay que tratar, querer y cuidar como si fuera miembro de pleno derecho.
   
Quizá porque cada uno queremos ver reflejado en los libros una parte de nosotros, La luz en casa de los demás me ha parecido un elogio a la diversidad, a un sociedad dinámica en la que muy pocos se atreven a decir qué es una familia y qué no… y quienes lo hacen suelen equivocarse, agarrándose a modelos trasnochados que no responden a una realidad mucho más rica y fructífera para cada uno de los miembros de esas familias y para la sociedad en su conjunto.
  
Mandorla tendrá la oportunidad de saberlo de primera mano. Convivir con familias bien diferentes entre sí le permitirá abrir su mapa del mundo, aceptar la diversidad social como algo natural y romper los férreos esquemas bajo los que algunos tratan de encasillarnos. Pese al misterio que recorre la novela y que planea sobre el día a día del edificio (¿quién será el padre de Mandorla?), reina un clima de entendimiento, de fraternidad, de unión en la crianza de la niña.
   
Pero Mandorla, ya adolescente, se mete en problemas. Será entonces cuando un recién llegado al bloque se plantee el éxito o el fracaso del modelo elegido por los vecinos para educar a la niña. Será quien cuestione la formación sentimental, ética, moral, escolar, cognitiva… de Mandorla, quien crea (no desde el conservadurismo, sino desde el espíritu crítico) que andar de acá para allá no es lo mejor para el desarrollo como persona de un ser humano, precisamente en años vitales para su configuración como tal: entre los seis y los diecisiete. Ejerciendo de abogado del diablo (y también legal), forzará a Mandorla a revistar sus once años siendo hija del edificio, siendo hija de todos y de ninguno, a hacer balance y a hallar una conclusión final que le permita seguir adelante.
   
Precisamente, éste es el punto del que parte la novela: el balance que hace Mandorla. Por eso, conoceremos los detalles de su infancia desde el futuro (o sea, con una narración en pasado) y en primera persona. Una exposición, pues, narrativa y descriptiva… pero también analítica. A este narrador en primera persona se une un segundo narrador, omnisciente, que completa las vivencias, las experiencias y el pasado de los habitantes del inmueble, completando así el cuadro que permite descubrir por qué cada uno es como es en la actualidad y qué influencia tiene sobre Mandorla.
   
El perspectivismo conseguido con el cambio de narrador (marcado tipográficamente con el uso de cursiva) se refuerza con los continuos desplazamientos temporales a los que ambos nos invitan; saltos cronológicos que abarcan un amplísimo arco temporal (en algunos casos, retratan la infancia de varios de los vecinos) y conceden un gran dinamismo, rompiendo la linealidad del relato y ayudando a entender a los personajes.
  
Inevitablemente, surge la reflexión sobre el peso del componente genético y del componente ambiental en la educación y desarrollo de una persona. Y, pese a la convivencia en sociedad, la soledad que todo ser humano siente en alguna ocasión. Una soledad convertida en agujero en el medio de su cuerpo en el caso de Mandorla, un agujero que se traga todos sus sentimientos, que no deja que concilie el sueño por las noches, que tiene su raíz en la pérdida de su madre (¿hay algo más triste y doloroso que un niño al que sólo responde el silencio cuando llama a su mamá?) y hará que durante toda su vida desee (y elabores oraciones para ello) convertirse en objetos incapaces de sentir. Mandorla, que ha visto cómo su madre era sustituida por un pedazo de papel, por la materia de la carta que le escribió, también reza por convertirse en cosa, por dejar de ser una persona, cargada de historia y de sentimientos. Por eso, en el fondo, siempre se sentirá una impostora. Mandorla sabe que no es como los demás, que hay algo en ella que hace que tenga que esforzarse para parecerse a los que la rodean, sobre todo, a sus compañeros de clase, con los que no tendrá muy buena relación. Pero, ¿qué es lo que la ha hecho diferente? ¿La muerte de su madre? ¿Su propia personalidad? ¿Su variable educación? Y, lo que es más importante, ¿qué consecuencias tendrá para el futuro?
   
 La luz en casa de los demás  es, pues, una novela que, bajo su aparente sencillez, esconde reflexiones vitales y sociales muy importantes. Y lo hace de una forma natural, integrando estas preocupaciones en una narración bien armada, que entrelaza, además, la descripción de las costumbres familiares de los vecinos del edificio y de las experiencias individuales de Mandorla con ese misterio sobre la identidad del padre. Además de esa naturalidad, el gran éxito de la obra es su tono. A pesar de la profundidad de mucho de lo que se cuenta (y se insinúa) en esta novela, el tono en positivo en la mayoría de las ocasiones, claramente humorístico muchas veces (a pesar de los latigazos que la cruda realidad siempre pinta en nuestras vidas) y con los toques de inocencia propios de una niña de seis años. Una novela, pues, muy fácil de leer, muy entretenida pero que siembra semillas muy diversas y muy productivas en la mente y en el corazón de quien la lee.

EN EL BLOG "LECTURILEANDO"

viernes, 28 de abril de 2017

Sinopsis:
Maria, una mujer libre y carismática, es la administradora del 315 de Grotta Perfetta, en Roma. Cuando muere repentinamente, deja una hija de seis años; y deja también una carta. La niña se llama Mandorla—Almendra—, y ya sólo su nombre encierra todo el encanto y el absurdo del que será su destino, ya que Maria ha dejado escrito que el verdadero padre de Mandorla es uno de los hombres que vive en el edificio. Tras una asamblea de vecinos en la que nadie confiesa su paternidad, deciden criar a la niña entre todos.

Opinión personal:
Recuerdo que cuando en su día escogí este libro en el pedido de Círculo de Lectores me llamó la atención la idea de una novela en la que una niña era criada por todos los vecinos de un edificio. Me apetecía leer algo diferente y el libro se vino a casa.

He tardado unos cuantos meses en ponerme con él pero en cuanto lo empecé me duró cosa de un par de días. La peculiar historia de Mandorla, huérfana de seis años y criada por todos sus vecinos, me pareció muy amena y entretenida.

La trama no es compleja ni revirada, no es desde esa perspectiva desde donde cautivará al lector. Es mucho más básica pero también sorprendente, aunque parezca contradictorio. Y es que nos presenta a los inquilinos del edificio en un momento muy particular y surrealista al ser conocedores de que la hija huérfana que dejó Maria es también hija de uno de los hombres que viven en uno de esos  pisos. Y, cuando tenemos por un lado a una mujer soltera de cierta edad y a cuatro parejas relativamente bien avenidas es fácil que los resultados de la prueba de ADN terminen con la paz y la armonía de uno de esos hogares. Así que, en un momento muy propio del vecindario de La que se avecina, deciden no hacer las pruebas de paternidad y que todos los hombres y todas las mujeres del bloque sean padres y madres para Mandorla.

Así las cosas, la niña irá creciendo entre las mudanzas de un piso a otro. Viviendo una etapa de su vida con cada familia del edificio y dándonoslos a conocer a todos ellos con sus inseguridades, errores y aciertos. Mandorla será testigo y protagonista de algunos de los secretos del edificio y así irá madurando hasta llegar a la situación límite desde la que nos relata cómo fue su infancia en el 315 de Grotta Perfetta.

Mi puntuación no ha sido superior a un Bien porque, si bien es cierto que es un libro que se me hizo muy ameno y entretenido, también lo es que la historia no da más de sí. No es un memorable por los siglos de los siglos. Pero sí una buena lectura para pasar el rato y desconectar con unos personajes carismáticos y muy diferentes entre sí.

¿Qué no me ha gustado? 
En determinados momentos Mandorla se me hacía excesivamente madura para su edad. Con comportamientos, pensamientos y razonamientos que no me cuadraban en una niña pequeña.
La resolución de quién es el padre biológico de Mandorla.

¿Qué es lo que más me ha gustado?
La pluralidad de personajes.
Determinadas situaciones en las que algún personaje parecía recién salido de Aquí no hay quien viva o La que se avecina.
Lo ameno de la historia.


domingo, 19 de agosto de 2012

                                           MI OPINIÓN 

"La luz en casa de los demás" es un libro que narra la vida de cinco familias que viven en un mismo edificio que deciden quedarse con la hija de la administradora que al morir la deja sola con una carta en la que insinúa que el padre de la criatura, Mandorla, es uno de los hombres que viven en la finca. A través de los ojos de la niña, que tiene apenas tres años cuando ocurre la desgracia, vamos conociendo a estos personajes, ya que ella pasa temporadas con cada uno de ellos. Están representados varios tipos de familias, una pareja de homosexuales, una pareja de novios que conviven, un matrimonio con un niño pequeño y otro que tiene dos hijos y que representa el modelo clásico de familia. Hay también un mujer que vive sola, Tina. Todos ellos marcarán y en cierto modo condicionarán la vida de Mandorla en mayor o menor medida.

Está narrado en primera persona, Mandorla se encuentra en un buen lío al comienzo, y a partir de ahí rememora su infancia y parte de la adolescencia hasta llegar al momento actual. Hay partes narradas en tercera persona donde se nos da a conocer lo que pasa en momentos importantes en los que ella no está presente.

Es un libro muy entretenido, el ritmo es ágil y se lee muy rápido aunque hay varios pasajes en los que se pone a divagar y no llega a ninguna parte, tiene cierto aire filosófico y resulta pesado a parte de que entorpecen el ritmo. Son pocos, por suerte.

Los personajes, a pesar de representar estereotipos sociales son humanos y Mandorla consigue que su vida nos importe. No es ningún cuento de hadas y aunque hay ciertos toques de humor, en general es un relato de desencanto, a veces muy duro.

Hay "peros". Uno de ellos tiene que ver con la edición del libro, como dije antes hay capítulos en tercera persona y están escritos con letra en cursiva y resulta un poco molesto, al menos para mí. Otro y el más importante es que al final, una de las incógnitas se resuelve con una trampa y no puedes evitar cierta sensación de estafa. Por último, Mandorla narra varios viajes a los que la autora no les saca partido. Una pena.

En conclusión, aunque no es perfecto, es un buen libro y yo lo recomendaría. 


enero 23, 2013
'LA LUZ EN CASA DE LOS DEMÁS', CONCEPCIÓN MISTERIOSA EN EL 315 DE GROTTA PERFETTA

Confieso: comencé este libro sin muchas ganas. Confieso: lo he acabado emocionada. Emocionada con la historia de Mandorla. Emocionada con la decisión de Maria, su madre, antes de morir. Emocionada con la comunidad de vecinos del número 315 de la calle Grotta Perfetta. Y todo eso a pesar de que las primeras 50 páginas me costaron un mundo. Pero quizás no es que Chiara Gamberale no se aclare en los comienzos de esta singular novela, sino que yo no estaba muy concentrada. No lo sé. Pero el caso es que las primeras 50 páginas se me hicieron un mundo. Pero luego apenas me he podido despegar de Mandorla, sus sentimientos, sus aventuras, su vida, su día a día desde la muerte de su madre, a la que todos los vecinos del edificio adoraban. María fallece, dejando una carta, una bomba para la comunidad: el padre de Mandorla vive en el 315 de Grotta Perfetta. María vivió una tarde de pasión con uno de los hombres de la comunidad en el cuarto de la lavadora, en el sexto piso. Sin más familia a la que la niña pueda recurrir, en una junta de vecinos deciden que Tina Polidoro, la maestra soltera del primer piso, adopte a Mandorla, que vivirá una temporada con cada uno de los vecinos hasta que descubran quién es su padre. Así, Mandorla pasa de los amigos imaginarios de la señora Polidoro, a las marchas del Orgullo Gay con Paolo Michelangelo, a las infidelidades de Samuele Gró, las divagaciones entre porro y porro de Lorenzo Ferri, los ambientes elitistas y el amor entre los adolescentes de buena familia con los Barilla. La vida de Mandorla está llena de momentos divertidos, pero todos ellos teñidos de una gran tristeza, de una melancolía de la que la niña, a la que todos quieren pero a quien nadie quiere realmente, no puede despegarse en ningún momento, desde la muerte de su madre hasta la mayoría de edad. Ni siquiera cuando cree enamorarse siente que la quieren. Ni siquiera entonces se libra de sus miedos, del miedo al abandono, a la sociedad, personalizados en Mundoperro, un heroinómano del  barrio que aparece siempre en sus pesadillas y con el que teme encontrarse en cualquier momento, a pesar de que hace años que nadie ha visto.

"María murió como se muere a mediados de diciembre, como se muere un martes, como se muere siempre si no te lo esperas en absoluto y, un momento antes de salir despedido de la moto y caer al suelo, rebotando sobre un coche aparcado en doble fila, estabas pensando: mañana, a las seis menos cuarto, dentista.
Tenía el pelo por debajo de la cintura, una falda de un color vivo, treinta años más o menos, una hija de seis, un trabajo fijo en una gestoría de administración de fincas y bastantes personas que la querían de verdad, observa el chico de la funeraria, lo bastante experimentado ya para no preguntarse más por qué ocurren ciertas cosas, pero no lo suficiente como para dejar de observar de vez en cuando a quiénes les ocurren.
y es que funerales como ése no se veían todos los días."


Chiara Gamberale, una escritora italiana con el "don" de la emoción infantil
Almudena González.

LA INFORMACIÓN NOTICIA
02.06.2012 - 00:00h
Almudena González.

Madrid, 2 jun.- Chiara Gaberale es una escritora italiana con el "don" de transmitir la sobrecogedora ternura de las emociones infantiles y, por eso, ha podido crear a "Mandorla", un delicioso personaje de seis años, divertida y excéntrica, que es adoptada por una comunidad de vecinos.


"Estoy convencida de que cada uno tiene una edad interior. La mía se ha quedado en siete años. Mi emotividad se ha quedado ahí, y eso es una faena para la vida, porque ando sin defensas, pero para escribir es un don. Es fácil ponerme en el lugar de Mandorla", explica la novelista a Efe.

"La luz en la casa de los demás" (Seix Barral) es la séptima novela de esta escritora (Roma, 1977), que ha dirigido y presentado diversos programas de radio y televisión, y colabora con periódicos y revistas, desde Vanity Fair a La Stampa.

"Este libro es una gran alegría para mi. Le he dado muchísimo a esta novela, tres años, y ha sido una gran compañía", admite Gamberale, quien se ha dado a conocer internacionalmente con este trabajo, presentado en la actual edición de la Feria del Libro de Madrid, cuyo país invitado es Italia.

Ante la repentina muerte de María -su mamá-, Mandorla es adoptada por los vecinos del número 315 de Grotta Perfetta.

María, un torbellino de libertad y frescura, deja escrito en una carta que el padre de Mandorla es uno de los vecinos de esta comunidad de propietarios, donde ella ejercía como administradora de la finca.

"Mandorla es mi personaje favorito. La llevo en el corazón, aunque reconozco en ella mis propias inseguridades y torpezas y, por eso, a veces me irrita y me da rabia", admite la escritora, quien habla así de la figura (omnipresente en la novela) de María: "Me gusta su libertad y su coraje. Está llena de defectos, pero todos juntos la hacen positiva".

La pequeña irá cambiando de casa hasta los 17 años, pasando por los distintos modelos de familia que conviven en este particular universo, entre lo fantástico y lo ásperamente cotidiano.

"Me fascina la relación entre el erotismo y cotidianeidad, que es, al fin y al cabo, como se organiza una familia", declara la escritora, quien está convencida de que vivimos en una "democracia sentimental", en la que podemos elegir el tipo de convivencia que deseamos.

No obstante, advierte: "Hay que tener el coraje y la valentía de reconocer el modelo que es apto para cada uno. Quizá nos gustaría tener un modelo más moderno y menos tradicional, pero para el que realmente estamos preparados".

El nombre de la protagonista significa "almendra" en italiano, una palabra "musical y bella" en todas los idiomas (motivo por el que no se ha traducido), y que escogió porque este personaje debía contar con "un nombre especial dada la vivencia que iba a tener".

Esas vivencias literarias tienen mucho de "realismo mágico", porque la propia Chiara Gamberale reconoce la influencia cinematográfica y literaria de este género, incluso en su comportamiento.

"Yo vivo en el realismo mágico. En mi cabeza funciono así. Es mi manera de tolerar la realidad", concluye, entre risas, la creadora de esta pequeña "almendra", cuya versión en cómic ya se prepara en Italia.








No hay comentarios:

Publicar un comentario